-¿Qué miras? –le pregunté
hastiado de su mirada inquisitiva.
-Tu cara de asno.
-No estoy de humor para
soportarte.
-Ya me di cuenta.
-¿Entonces? ¿Acaso no hay nadie
en el planeta que te tenga paciencia?
-A parte de mis padres, no lo sé.
-Bueno, te confesaré que no soy
una de esas personas en el planeta.
-Hey, cálmate. Enserio pareces
chica, eh.
-Entonces para de hincharme las
pelotas y estaremos a mano.
-Estás demasiado sensible
–prosiguió.
-Mejor déjame solo.
Bianca podía tocarle las
pelotas a quien se lo proponía. Siempre. Todos los segundos de los minutos de
las horas del día. Y si el día tuviera más de 24 horas, ella sería peor. Volví
a ponerme mis lentes ignorándola monumentalmente mientras descansaba a la
sombra de un árbol en el jardín.
Aki paseaba de un lado a otro
siguiendo a mamá y cuidando (según lo que puedo ver) que no se le olvidara
nada. Mamá, usando uno de sus típicos vestidos sobrios y oscuros, paseaba de un
lado a otro asegurándose de que en la despensa no faltara nada, que no hubiera
peligro, que todo estuviera en su lugar y que no muriera por desnutrición. Su
misión se había atrasado lo suficiente como para ponerle las canas de punta a
Pantera, por lo que en unos momentos más se iría con su retrasado novio.
-Espero tener el cuerpo de tu
madre cuando tenga su edad –comentó Bianca observándola a mi lado entre
suspiros.
-Empieza por mover el culo, hacer
deporte, matar bichos y dejar tu obsesión con los dulces o tendrás diabetes muy
pronto.
-Ja-ja. Sólo dices eso porque
odias lo que hace tu madre.
-¡Realmente pensaste!
-Lástima que Ian sea como un topo
a su lado –dijo ignorando mis pesadeces.
-¿Un topo?
-Tu mamá se merece algo mejor que
un tipo que colecciona peces. Realmente me imagino a un tipo con buen cuerpo,
guapo y sexy a su lado.
-Bueno, para eso tiene a su hijo.
-No seas egoísta, S. Hay cosas
que el amor de hijo no puede suplir.
Entendía perfectamente a lo que
refería y sabía a quién necesitaba. Pero debía tener un plan de respaldo que me
permitiera saber quién era mi padre para planificar el reencuentro. No podía
llevarle a uno de los Kaulitz sin saber si se conocían o no.
Idiota, coinciden DEMASIADAS cosas.
No, esto no se basa en
coincidencias sino que en ser precavidos y no cagarla. ¿Quién me asegura que
todo esto que sé gracias a Cassandra y mis insistencias no es lo que ambos
pensamos? Además, mamá no lucía como alguien que se metería con un hombre
realmente…
“-Ah… ¿a qué te refieres con sentirse normales, acaso no lo eran?
-Pertenecíamos a diferentes mundos, cariño.”
…opuesto. De diferentes mundos…
¿a qué se refería con eso? Podría significar cualquier cosa cuando proviene de
ella, desde metáforas hasta palabras directas o en clave. Me costaba mucho
imaginarme a alguien con los rasgos que no heredé de mamá a su lado, cuidando
ella y asegurándose de ser amada como corresponde. Y más aún si se trata de una
figura paterna que seguramente sería mi mejor amigo o quien cubriría las
burradas o delitos que hago… o simplemente me defendiera.
Siempre fui el superhéroe cuando
era niño, nunca imaginé a un padre tomando ese lugar por mí. Sólo mamá
significaba demasiado para mí y tendía a verla como una diosa poderosa e
invencible hasta que tuve edad suficiente para notar sus heridas después de
cada misión.
Supe que había llegado el momento de
despedirnos cuando noté que mis tíos comenzaban a acercarse a ella y noté a
presencia de Ian observándola como un cuervo junto a la puerta. ¿Qué mujer en
su sano juicio se enamoraría de este rarito? Esperaba realmente que no se
casaran… no soportaría la idea de verla frente a un altar cambiando el letrero
de Ian de “novio de mamá” a “padrastro de Alexander” de un momento a otro como
un intercambio de sortijas.
Bianca (no sé en qué momento se
separó de mi lado) fue a abrazarla mientras mamá le decía cosas entre sonrisas
y mi prima le respondía apretando sus manos. Aki, que parecía saber lo que
estaba pasando, parecía un gato peludo paseando por las piernas de mamá
tratando de llamar su atención. Al notar que me miraba, me acerqué lentamente
sin quitar la seriedad de mi cara… la molestia de su decisión sabiendo que me
tendría todo este tiempo con los nervios de punta.
Son solo 3 días… bueno, cuatro… pero se pasarán volando.
No. Ni repitiendo eso como un
mantra me tranquilizaba. Realmente iba a golpear a Ian si mamá regresaba y le
faltaba un mísero pelo, lo haría puré y se lo daría a mi perro mezclado con su
suplemento diario. Mamá me abrazó estrujando mis brazos contra ella se una
manera tan sentimental que creo que me puse rojo. Escuché un sollozo junto a mi
oído y voté toda la respiración que había contenido por un momento.
-Por favor cuídate mucho,
Alexander –murmuró con voz lastimera sin soltarme del todo.
Me sentía observado por todos y
cada uno de los presentes de la casa pero no me importó. Un nudo parecía
cosquillear en mi estómago amenazando con subir hasta mi garganta, pero tampoco
me importó. Deposité mis brazos en la espalda de mamá devolviéndole el abrazo y
respiré el aroma de su cabello suave y liso.
-No seré yo quien esté expuesto a
armas, balas, fuego y…
-Sólo prométeme que no harás
ninguna locura y que no te pasará nada durante estos días… por favor.
-Oye, estoy a punto de ser mayor
de edad legalmente por lo que deberías deducir que puedo cuidarme solo.
-Promételo –ordenó ahora
mirándome directamente a los ojos con un toque severo.
Suspiré… realmente no me iba a
dejar en paz hasta que le hiciera prometer algo tan simple. Sonreí limpiando
una lágrima oscura con maquillaje corrido.
-Vale, te lo juro.
-Quiero que me llames si surge
cualquier inconveniente, urgencia o…
-Te llamaré hasta cuando falta
papel higiénico en el baño.
Escuché a Bianca reír a mis
espaldas.
-Y si sales de casa por la noche,
no olvides tus llaves y cerrar las ventanas y puertas. Activa las alarmas de
seguridad, las cámaras y…
-Ya sé lo que debo hacer mamá.
Mejor preocúpate de completar tu misión, matar a no sé quién, obtener lo que
Pantera quiere y no dejar rastros, ¿vale? Eso es más importante que mi
seguridad. Ya sé cuidarme solo, así que para de…
-Está bien, pero recuerda salir
con llaves. No quiero que trepes las murallas o violes el sistema de seguridad
como otras veces.
-Ok.
Me abrazó de nuevo antes de
depositar un beso en mi frente y activar el GPS de mi brazalete. Sí, una
pulsera que he usado desde que tengo memoria con un GPS que mamá activa antes
de cada misión o cuando iba al zoológico cuando era pequeño y corría para ver a
los leones en primera fila. Jamás pasó por mi mente deshacerme de él porque ya
formaba parte de mi cuerpo.
-Te quiero, jamás lo olvides
Alexander.
-Excepto cuando te sales de tus
casillas –bromeé.
-Incluso ahí te quiero.
-No te preocupes, (name). Lo
cuidaremos muy bien –dijo el tío Erik recordándome de nuevo que incluso sin
mamá, el control seguía estando presente.
Mamá había acordado con el tío
Erik que se quedaría en mi casa hasta que mamá volviera, incluyendo a la tía
Rebbeca y a Bianca, lo que realmente sería una molestia absoluta. Pero ya me
había rendido a su presencia cerca de mí. Caminé hacia Ian Neville, el
coleccionista de peces aburridos y feos, el alérgico a los perros y el
mismísimo rey de los ñoños. Por suerte todos se pusieron a hablar alto, lo suficientemente
alto para no ser escuchado.
-Si le pasa algo –comencé
clavando mis ojos en los suyos y con una voz amablemente amenazadora-, por muy
pequeño que sea el daño, te prometo, no, te juro que no te salvarás, Neville.
Como hijo puedo ser jodido, terriblemente jodido. Pero como enemigo soy peor.
Pude notar la alerta en sus ojos,
su repentina rigidez y la sonrisa forzada que explicaba sus repentinos nervios
y miedo ante mi inquisitiva amenaza.
-No te preocupes, la amo
demasiado para arriesgas su vida. Primero deben pasar por mi cadáver antes de
llegar a tu madre.
-Ni eso, a tu espíritu. Así que
te recomiendo que empieces a poner tus ojos en su cabeza y espalda si no
quieres terminar siendo la comida de mi perro. Y hablo enserio, eh.
-Lo sé, Sascha.
-Alexander para ti. Aún no entras
de todo en mi círculo de confianza.
Vaciló un momento y pude notar
cierta decepción en su rostro.
-Está bien, Alexander. Pero
quiero repetirte que la amo demasiado para arriesgar su vida.
-Mas te vale –murmuré alejándome
y dejando el suspenso y la tensión entre nosotros.
* * *
-Así que estás solo.
-Ajá
-¿No deberías estar feliz? Mis
padres no abandonan la casa ni para Año Nuevo.
-Pensé que vivías solo.
-No. Bueno, una vez viví solo
pero sólo me cambié al garaje hasta que apareció una araña gigante y volví a mi
cuarto.
-¿¡Enserio!? –Dios, este tipo
siempre salía con sus tonterías.
-Fue terrible, viejo. Me miraba
con sus ojos y parecía decirme “sé lo que hiciste el verano pasado”, así que
salí gritando a los cuatro vientos en busca de mis padres. Desde ese momento,
respeto la vida animal y prefiero mantenerme alejado de todos ellos… excepto de
los gatos y perros, por supuesto.
-¿Tienes mascota?
-Sí, un gato obeso.
-¿¡Un gato obeso!?
Jajajajajajaaaa… ¿es enserio?
-Se llama Poppy, y te juro que he
tratado de que haga abdominales, trote, nade, salte... pero nadie ni nada lo
asusta.
-¿Qué clase de nombre es ese?
-Bueno, al principio pensé que
era hermafrodita porque nunca le vi nada en sus partes así que le puse un
nombre asexuado y fácil de recordar.
-¿Has probado dándole comida
dietética? Un día le di mermelada light a mi perro y se llevó corriendo toda
una noche, yo creo que habrá bajado unos dos kilos.
Alzó una ceja y abrió la boca.
Vale, lo del perro fue verdad, sólo que fue el perro del tío Gaspard… una
pequeña mentirilla no haría mal a nadie.
-Creo que haré eso… aunque dudo
que resulte porque el puto gato se mueve sólo para lamerse las bolas.
-Bueno, si no resulta le metes
los dedos para que vomite.
-¡Qué asco bro! Ni le he metido
los dedos en la boca a mi abuela y se los voy a meter a mi gato.
-A las anoréxicas les funciona,
así que a tu gato le debe resultar algo.
-Creo que lo usaré como último y
desesperado método… ¿y si le compro un corsé reductor de esos que usan las
mujeres?
-Le crecerán bichos y se le
reventarán los ojos.
-Jesús… estoy empezando a pensar
que mi gato no es un gato y que me lo vendieron por gato porque se parecía a un
gato.
-Llama a la asociación protectora
de animales y cuéntales que tienes un gato que te vendieron por gato pero que
parece que no es gato aunque parezca gato. Seguramente notarán algo raro y
luego te dirán que animal es tu gato.
-Humm… buena idea, gran pensador.
Ya llevaba un día sin mamá y todo
parecía ser el doble de aburrido. ¿No se supone que cuando no hay control
parental uno puede hacer cualquier acto anarquista? ¡Ni si quiera tenía ánimos
de rayas paredes! Sólo había ido a la escuela y ahora me encontraba en este
parque genial lleno de pistas de skate, chicas tetonas y plásticas, y tipos que
respiraban marihuana. Bueno, Matt había insistido en que viniera con él y los
chicos para conocer el lado diurno-juvenil de Alemania.
-¿Y sabes andar en skate? –me
preguntó Nick.
-Sí.
-¿Con piruetas y todo?
-No.
-¿Y tu skate?
-Lo vendí hace ocho meses atrás.
-¿¡Qué!? ¿¡Estás loco!?
¡Cometiste el peor pecado en tu vida, bro! –dijo con ojos saltones Fred.
-Necesitaba dinero y estaba
enojado con mi madre.
-Yo que tú, me habría disculpado
con tu madre para no arriesgar al amor de mi vida –dijo Matt.
-Bueno, fue una pelea dura y soy
muy orgulloso.
-Te entiendo, una vez tuve que
vender mi tabla de surf porque tampoco quería pedirle dinero a mi padrastro…
pero luego me compré otra a penas junté lo suficiente para una mejor o parecida
–comentó Mike.
-¿Surfeas? –le pregunté
impresionado.
-Sólo cuando voy a las costas
europeas porque las alemanas apestan, bro. Así que en vacaciones me esfumo de
acá.
-Mike suele tener las mejores
conquistas con su look de surfista americano.
-Felicidades, Mike. Nadie llega
al nivel Dios tan joven, eh.
-¡Suenas como mis abuelos! -se
rió el aludido.
-Tus abuelos son la onda –dijo
Nick sonriendo ampliamente.
-Algún día, Alexander, conocerás
a los abuelos más hippies del universo. Te juro que si hubiese vivido en la
época de la abuela de Mike, me habría arrastrado en el piso por ella -confesó
Matt.
-¿Qué?
-Es que la abuela de Mike es
hermosa a su manera… es de ese tipo de belleza que ya ni existe en el universo.
Te juro que quedarás hipnotizado cuando la veas –confesó Fred.
-Hey, sigo acá como para que
hablen de mi abuela follándola en sus mentes.
-Tienes que reconocer que tu
abuela está a punto de ser un humano en extinción –le dijo Robert.
-¿Cuántos años tiene, Mike?
-Ochenta años.
-… pero se mantiene como una de
quince, eh.
-¿Cómo?
-Es de familia –respondió el
aludido-. Se mantiene muy saludable y casi no tiene arrugas en la cara y el
cuerpo… es una rareza, lo que me asegura que cuando tenga su edad, seré igual.
-¡Y deberías verle esos ojazos
verdes como el agua tropical!
-Tu abuelo se ganó la lotería a
la primera, eh.
-¡Ya basta! Enserio me enojaré y…
Dios, estos tipos realmente
alegraban a cualquiera. Sí, hasta a un amargado sin ánimos de nada y que lo
único que quería era dormir y despertar sabiendo que su madre estaba sana y
salva sin heridas ni rasguños ni disparos… como si el tiempo no hubiese pasado
por delante.
Ay dios de mi vida...
ResponderEliminarYa quiero que Bill y name se vean de nuevo *u*
sube pronto Nina que me tienes con ansias TwT
Cuídate y un abrazo :D
yo quiero el reencuentro de bill y () yaaaa ok no pero que sea pronto por favor un beso
ResponderEliminar