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lunes, 28 de octubre de 2013

Capitulo 29 (Tercera Temporada)

INVASORA


-¡Ahh!

Me desplomé a su lado, tras sentir el orgasmo recorrer mis entrañas descargando energía en ellas y culminando con un gemido inaguantable. Cerré mis ojos escuchando sólo los latidos de mi corazón y el tic tac del reloj antiguo en la pared. Mis piernas se pegaban a las sábanas y sentía mis brazos pesados como plomo a cada lado de mi cuerpo.

Sus dedos recorrieron mi espalda descubierta con una suave caricia y sentí su respiración acompasada en mi hombre derecho. No quería pensar, no quería oír, no quería mirar, no quería nada. Simplemente me sentía como una muñeca de trapo en una cama gigante con sábanas húmedas y arrugadas. Ian sabía que no estaba durmiendo, al fin y al cabo es espía igual que yo por mucho que no prefiera llamarse así.

Sentía el cambio de horario, aire y localización pasarme la cuenta ahora que mi cuerpo no se movía ante nada por el cansancio. Ni si quiera había llamado a Alexander para avisarle que hasta ahora todo iba bien, sino que simplemente Ian entrelazó su cuerpo con el mío de una manera fácil, suave, automática y delicada. Así era él conmigo. Atrás habían quedado los tiempos llenos de caricias previas, risas contagiosas, gritos, sonrisas, y lenguaje con los ojos. Atrás había quedado la época de Bill, porque ahora era Ian quien llenaba los espacios que Bill solía llenar antes.

Sus labios recorrieron con delicadeza mi espalda posándose finalmente en el tatuaje, aquel símbolo desesperado que me había hecho como una manera de marcar mi vida, aquel momento en que volví a la casa de mis padres tras confesarle absolutamente todo a Bill sobre mí. Sí, decirle que soy una espía. Parecían tiempos perdidos en mi mente… algo así como películas en blanco y negro, o recuerdos de una niñez extraviada. Realmente sentía que había pasado mucho tiempo desde aquella última vez que nos besamos.

-¿Nunca quisiste borrarlo? –preguntó en tono inseguro, sabiendo que estaba preguntando cosas de un camino casi prohibido para él.

Abrí los ojos observando el espejo que nos reflejaba a ambos sobre la cama, Ian me observaba atentamente a través de él.

-No.

-¿Pero no te recuerda a…?

-Claro que sí, pero prefiero no tomarlo en cuenta.

-Ah…

-Hm…

-Es extraño.

-¿Qué cosa?

-Es la única parte en tu espalda que no tiene cicatrices cuando debería ser la más dañada debido a su ubicación.

-Ojos en la espalda –sonreí a su reflejo.

Sentí un suspiro en mi cuello y volví a cerrar los ojos para descansar mi vista. Un pequeño tirón en mi pelo me aseguró de que estaba trenzándolo como solía hacer cuando estaba en su regazo o cerca de él. A este punto, me quedaría dormida antes de lo planeado.

-Espero que algún día te tatúes por mí.

Abrí de nuevo los ojos y vi su mirada intensa absorber la mía con una seriedad que nunca antes había visto cuando estábamos los dos solos. Me acomodé ignorando las quejas de mis músculos y me senté observándolo fijamente. Tapé mi busto con las sábanas y vi una trenza junto a mi mejilla.

-Ian, tenía unos diecinueve cuando me lo hice… era una adolescente llena de problemas, tristezas y desilusiones… realmente los tatuajes no significan mucho para mí.

-Entiendo… pero lo hiciste por Bill.

-Lo hice por mí –dije engañando a mis pensamientos y por ende a él-. La frase era como un mantra para superar cada obstáculo en mi vida… me daba fuerzas para seguir luchando contra todo lo que me dañara.

-Pero eso lo implica a él.

-No quiero hablar de esto, Ian. Él ya no está en mi vida.

-Es el padre de tu hijo, (name).

-¿Por qué insistes? –suspiré más agotada ante todo esto.

-Porque cuando lo viste volviste a ser vulnerable –tomó mis manos y apoyé mi cabeza en su hombro observando nuestras manos unidas-. Si quiero casarme contigo, quiero conocerte como nadie lo ha hecho, quiero abarcar completamente tu corazón incluyendo aquellas partes en donde tienes a Bill. Quiero ayudarte a olvidarlo, (name), que sólo pienses en mí y no en otros.

Fruncí el ceño ante su insólita confesión. ¿Olvidar a Bill? Ya lo había olvidado de aquella manera sentimental en la que ahora me encontraba con Ian, o eso afirmaban mis pensamientos, pero olvidarlo sería como alejarme de mi pasado o cortar mis orígenes. Gracias a él soy más humana que antes y no una máquina para matar. Alejé sus manos de las mías buscando con la mirada mis ropas. Si iba a seguir con este tema, realmente esperaba conciliar el sueño en otra habitación o en el sofá. Me puse las bragas en silencio, el corpiño y la camiseta que tapaba las cicatrices más recientes.

-¿Estás… molesta? –preguntó desde la cama mientras me ponía un par de calcetas.

-No me puedes pedir que olvide a Bill.

-Pero (name), debes hacerlo por…

-Si lo olvido, estaría olvidando a mi hijo, a Alexander. Y eso es lo único que no haré en mi vida.

-Ni si quiera sabe que Bill es su padre, ¿cómo planeas decirle que lo es, eh? Te ahorrarías las molestias dejándolo en el pasado y empezando una nueva vida a mi lado, amor.

-Sé que se enterará tarde o temprano por mucho que me esfuerce en detener sus preguntas.

-¿Y luego qué? ¿Le dirás a Bill que tuviste un hijo de él?

-¿¡Y qué te importa!? –le grité realmente furiosa ante su insistencia.

No gritaba hace tiempo. No así que enojada ni mucho menos a Ian. Ni si quiera a Alexander le he gritado de ésta manera, como un monstruo siendo atacado. Busqué mis jeans y zapatos, abandonando el cuarto totalmente hecha un lío y con una maraña de pensamientos peleando para salir por mi boca al mundo.

Mi hijo, es MI hijo, sólo mío. Ian realmente no tenía por qué meterse en lo que le decía a o no a él. Y si no le decía nada sobre su padre, era porque realmente quería protegerlo de la amargura que debía sentir Bill en estos momentos. No quería que se presentara a él sabiendo que posiblemente tenía hijos y una familia feliz y unida, porque la rompería confesando una verdad.

-Alexander no es asunto tuyo, Neville –murmuré sabiendo que me observaba desde algún punto del cuarto.

-Algún día lo será.

-No.

-(Name)…

-¿Qué no entiendes? ¿Cómo te lo explico, eh? ¿Manzanas, peras, dedos, dibujos? Si olvido a Bill, tendré que olvidar a mi hijo y eso no lo haré ni en esta vida ni en las que siguen. Si bien estás conmigo ahora, eso no te garantiza que lo nuestro incluya planes familiares. Soy espía, Ian. Hace mucho dejé de pensar con el corazón.

-Pensé que habías cambiado luego de verlo.

Cerré la puerta dejándolo solo en la habitación. Me puse unos lentes de sol, mi bolso y una chaqueta para evitar la brisa fresca. Al menos las calles podrían solucionar los problemas de mi mente, despejándola por un rato.



BILL


-¿Tienes un minuto?

Me observó leyendo mi expresión y enterándose de que no bromeaba por una vez en mi vida. Dejó su teléfono en su cama, cerró la puerta de su cuarto y las ventanas. Así era cuando necesitábamos hablar seriamente… sin interrupciones ni distracciones.

-¿Pasó algo?

-Necesito que me digas de dónde vino ese amigo de Cass.

-Ah… ¿tú también lo notaste?

-Espero que sea una suposición errónea.

Se sentó en su sofá oscuro y yo frente a él en su cama, realmente los nervios me carcomían completamente y lo único que deseaba era acabar con las dudas y los pensamientos que me invadían cada vez que recordaba tanto al chico como a ella.

-Cuando la vi… no estaba sola –murmuré sacudiendo mi cabella con ambas manos.

-Bueno, tú tampoco lo estás.

-¿Quién no te dice que tenía un amante cuando estaba conmigo?

Dolía abrir las heridas del pasado pero debía hacerlo de una vez por todas cuando ya la había visto de nuevo. ¿Acaso no era eso lo que mi corazón pedía a gritos? Nada en él gritaba por Lena como lo hacía por la Invasora, realmente necesitaba saber si todo podía encajar de alguna manera o si era mi imaginación.

-Siempre se la pasó contigo, Bill. Sé desde mi alma que jamás hubo alguien más cuando estaba contigo.

-No sé qué creer, Tom. Cuando la vi parecía estar tan… quebradiza. Y ese tipo… la miraba como si quisiera comérsela igual que un cavernícola hambriento.

-Bueno, tu también la mirabas así –sonrió burlesco enarcando una ceja al tiempo que cruzaba sus piernas-, en especial cuando te calentabas con sus vestidos apretados, sus escotes y miradas.

-Esto es serio, Tom.

-Alexander no tiene padre, Bill.

-¿Nació del aire?

-No lo sé, sólo ha dicho que no tiene padre. ¿Acaso no se te hace sospechoso?

-No me quiso decir su apellido –murmuré recordando su expresión algo defensiva cuando le pregunté por su apellido.

-Ahora que lo noto, tampoco lo sé –confesó parpadeando.

-Pero si es compañero de Cassandra, deben tener la misma edad y seguramente nacieron en…

-Espera, Bill. Para. Estas especulando locuras.

-¿Qué sabes de él? –insistí sin detener mis pensamientos fluyendo a través de mi boca.

-Casi lo mismo que tu –respondió con toda tranquilidad-. Llegó de Seattle, tiene diecisiete años, toca la guitarra, se mete constantemente en problemas, tiene excelentes calificaciones, su madre pasa viajando…

-Su madre –lo detuve dirigiendo en otra dirección mis pensamientos-. ¿La conoces?

-Una vez la vi… ¿recuerdas cuando te conté que Alexander rayó una muralla con un extraño mensaje y terminó inconsciente?

-¿Esa vez que Cass te llamó y casi tuviste tu paro cardíaco?

-Ésa vez.

-Ok, sigue.

-Bueno, vi a una mujer vestida de negro pasar junto a mi juraría que es hermosa, enserio, pero no la vi detalladamente.

-¡Pero algo debes recordar!

-¡Joder, te digo que no vi mucho porque realmente estaba dándome la espalda!

-¿A qué mierda fuiste entonces?

-Cassie necesitaba de… detente… su voz.

-¿Su voz? ¿Al menos eso recuerdas? ¡Genial! Al menos no eres tan tonto como antes, eh.

-¡Baaah! Ni que tú fueras tan inteligente, imbécil… ¿al menos me dirás que mierda te pasó para atragantarte cuando este chico vino a casa por primera vez?

-¿No lo notaste?

Me puse de pie… ya no podía seguir quieto en un mismo lugar con todo esto. Cada noche ella regresaba a mi cabeza insistiendo en estar presente en cada uno de mis pensamientos, y cuando quería decirme algo me despertaba agitado y sudando a chorros. Algo me decía que tenía un tema pendiente con ella, algo que no sabía y que debía conocer. En sueños podía tocarla, verla directamente sonreír hacia mí con ojos cálidos y casi podía besarla como solía hacer en mi juventud, pero a penas mencionaba mi nombre despertaba sin poder conciliar de nuevo el sueño y continuarlo.

-Él dijo que su madre simplemente sobrevivía… eso era lo que yo le decía a ella.

Thomas sabía que estaba en lo cierto, y estaba consciente de lo doloroso que se me hacía recordar el pasado cuando hace apenas unos años atrás había decido olvidarlo definitivamente.

-Pero dijo que era agente de negocios, no una espía.

Lo observé directamente para que razonara sus palabras y así lo hizo. Ambos sabíamos que Alexander era alguien cuyo nombre no queríamos definir, en especial yo. No quería atar los hilos sin saber si realmente lo estaba haciendo bien porque temía equivocarme y atravesar un camino incorrecto que no me pertenecía.

-Debemos hablar con él –sugirió firmemente.

-Lo espantaríamos. Perderíamos su rastro y seguramente…

-Está bien, entonces es mejor que nos quedemos en el punto en donde estamos.

-¿Por qué?

-Porque no podemos levantar sus sospechas. Simplemente tendremos que observarlo cuando esté con Cassandra o cuando venga a casa.

-¿Sugieres que esperemos hasta que algo se le escape de la boca?

-Sí. Es lo más prudente, Bill. Además, no eres el único que nota la similitud.

-¿Similitud? Yo no he hablado de eso.

-Pues deberías notarlo porque ese Alexander se parece demasiado a ti, eh. De hecho Gustav. Andreas y Georg ya me lo han comentado con anterioridad.

-Ella no podía tener hijos, me lo confesó antes de que se fuera.

-¿Y luego de enterarte tuvieron relaciones?

-Ajá.

-¿Sin protección?

Entendí su punto sin ahondar más. El también se puso a mi altura observando el paisaje alemán por su ventana.

-Me dijo que no podía quedar embarazada debido a lo que le hizo el Pintor cuando la dejé, que no había tratamiento alguno que pudiese ayudarla ni nada por el estilo debido a la profundidad de sus heridas ya que era un milagro que siguiera viva.

-Quizás fue un error médico y…

-¿Me estás diciendo que es mi hijo?

-Piensa lo que quieras.

-Ella me lo habría dicho.

-Pero ella…

-Esto es ridículo, Tom. Entiendo que todo coincida demasiado, pero también debes entender que estamos especulando en el aire y la verdad es que… ¡Dios! Esto es imposible, ¿entiendes?

-Deberías tratar de ubicarla, Bill.

-¿Acaso no fue Andrea la que dijo que era mejor ni enterarse de su paradero?

Se tensó sabiendo que había tocado su fibra sentimental y débil. Sus ojos se volvieron severos y simplemente me crucé de brazos al ver su seriedad.

-Andrea ha estado cubriéndola por años, Bill. Cubrió sus pasos para que tú no la siguieras luego de tener a Cassandra. Ella sabía perfectamente los motivos de la huida de (name) y aún así no se atrevió a mencionarlos frente a nosotros… es desleal y ella sabe cuánto daño te hizo.

-Está bien, Tom. Cálmate de una vez por todas, eh.

-Estoy tranquilo.

-Hummm….

-Andrea debe saber algo, Bill.

-También creo lo mismo. ¿Qué tal si tiene contacto con ella?

-Creo que la llamaré.

-Ya no se ve tan dispuesta a venir a no ser que se trate de Cassandra.

-Entonces le mentiré para que venga. Es la única forma de saber la verdad.

-¿Y si tratas de contactarte con Gaspard? Él parece un  blanco perfecto para llegar a (name).

-¿Entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Quién primero, Gaspard o Andrea?

Ambos podían saberlo todo o simplemente saber nada. Ésa era la ventaja que tenía para encontrar a la Invasora. Gaspard ha estado con ella cuando yo no estuve a su lado, es su mejor amigo. Andrea… bueno, ella nos traicionó sin revelarnos su paradero para que yo pudiera traerla de vuelta conmigo sea lo que sea que la haya alejado de mí. Si vivió en la mafia de Pantera desde que se unió a ésta, ¿qué me aseguraba que siguiera viviendo allí? Espera, Alexander vivía en una casa hermosa, llena de flores y de agradable apariencia… yo mismo lo había ido a dejar luego de venir a casa. ¿Por qué no ir a una ronda nocturna? Seguramente me encontraría con ella si es que efectivamente Tom tenía razón. Le pediría que me explicara todo de una vez por todas y que me dijera si lo suyo con ese tipo es serio.


-Andrea –concluí.



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Hallo Gurls!! decidí adelantarles el capítulo correspondiente al jueves porque es feriado el jueves y el viernes así que creo que viajaré al sur de Chile :-)

Muchas gracias por el apoyo incondicional. Espero que disfruten el capítulo tal y como a mí me gustó escribirlo. 


¡Nos leemos pronto!


domingo, 27 de octubre de 2013

Capitulo 28 (Tercera Temporada)

-¿Qué miras? –le pregunté hastiado de su mirada inquisitiva.

-Tu cara de asno.

-No estoy de humor para soportarte.

-Ya me di cuenta.

-¿Entonces? ¿Acaso no hay nadie en el planeta que te tenga paciencia?

-A parte de mis padres, no lo sé.

-Bueno, te confesaré que no soy una de esas personas en el planeta.

-Hey, cálmate. Enserio pareces chica, eh.

-Entonces para de hincharme las pelotas y estaremos a mano.

-Estás demasiado sensible –prosiguió.

-Mejor déjame solo.

Bianca podía tocarle las pelotas a quien se lo proponía. Siempre. Todos los segundos de los minutos de las horas del día. Y si el día tuviera más de 24 horas, ella sería peor. Volví a ponerme mis lentes ignorándola monumentalmente mientras descansaba a la sombra de un árbol en el jardín.

Aki paseaba de un lado a otro siguiendo a mamá y cuidando (según lo que puedo ver) que no se le olvidara nada. Mamá, usando uno de sus típicos vestidos sobrios y oscuros, paseaba de un lado a otro asegurándose de que en la despensa no faltara nada, que no hubiera peligro, que todo estuviera en su lugar y que no muriera por desnutrición. Su misión se había atrasado lo suficiente como para ponerle las canas de punta a Pantera, por lo que en unos momentos más se iría con su retrasado novio.

-Espero tener el cuerpo de tu madre cuando tenga su edad –comentó Bianca observándola a mi lado entre suspiros.

-Empieza por mover el culo, hacer deporte, matar bichos y dejar tu obsesión con los dulces o tendrás diabetes muy pronto.

-Ja-ja. Sólo dices eso porque odias lo que hace tu madre.

-¡Realmente pensaste!

-Lástima que Ian sea como un topo a su lado –dijo ignorando mis pesadeces.

-¿Un topo?

-Tu mamá se merece algo mejor que un tipo que colecciona peces. Realmente me imagino a un tipo con buen cuerpo, guapo y sexy a su lado.

-Bueno, para eso tiene a su hijo.

-No seas egoísta, S. Hay cosas que el amor de hijo no puede suplir.

Entendía perfectamente a lo que refería y sabía a quién necesitaba. Pero debía tener un plan de respaldo que me permitiera saber quién era mi padre para planificar el reencuentro. No podía llevarle a uno de los Kaulitz sin saber si se conocían o no.

Idiota, coinciden DEMASIADAS cosas.

No, esto no se basa en coincidencias sino que en ser precavidos y no cagarla. ¿Quién me asegura que todo esto que sé gracias a Cassandra y mis insistencias no es lo que ambos pensamos? Además, mamá no lucía como alguien que se metería con un hombre realmente…

“-Ah… ¿a qué te refieres con sentirse normales, acaso no lo eran?

-Pertenecíamos a diferentes mundos, cariño.”


…opuesto. De diferentes mundos… ¿a qué se refería con eso? Podría significar cualquier cosa cuando proviene de ella, desde metáforas hasta palabras directas o en clave. Me costaba mucho imaginarme a alguien con los rasgos que no heredé de mamá a su lado, cuidando ella y asegurándose de ser amada como corresponde. Y más aún si se trata de una figura paterna que seguramente sería mi mejor amigo o quien cubriría las burradas o delitos que hago… o simplemente me defendiera.

Siempre fui el superhéroe cuando era niño, nunca imaginé a un padre tomando ese lugar por mí. Sólo mamá significaba demasiado para mí y tendía a verla como una diosa poderosa e invencible hasta que tuve edad suficiente para notar sus heridas después de cada misión.

 Supe que había llegado el momento de despedirnos cuando noté que mis tíos comenzaban a acercarse a ella y noté a presencia de Ian observándola como un cuervo junto a la puerta. ¿Qué mujer en su sano juicio se enamoraría de este rarito? Esperaba realmente que no se casaran… no soportaría la idea de verla frente a un altar cambiando el letrero de Ian de “novio de mamá” a “padrastro de Alexander” de un momento a otro como un intercambio de sortijas.

Bianca (no sé en qué momento se separó de mi lado) fue a abrazarla mientras mamá le decía cosas entre sonrisas y mi prima le respondía apretando sus manos. Aki, que parecía saber lo que estaba pasando, parecía un gato peludo paseando por las piernas de mamá tratando de llamar su atención. Al notar que me miraba, me acerqué lentamente sin quitar la seriedad de mi cara… la molestia de su decisión sabiendo que me tendría todo este tiempo con los nervios de punta.

Son solo 3 días… bueno, cuatro… pero se pasarán volando.

No. Ni repitiendo eso como un mantra me tranquilizaba. Realmente iba a golpear a Ian si mamá regresaba y le faltaba un mísero pelo, lo haría puré y se lo daría a mi perro mezclado con su suplemento diario. Mamá me abrazó estrujando mis brazos contra ella se una manera tan sentimental que creo que me puse rojo. Escuché un sollozo junto a mi oído y voté toda la respiración que había contenido por un momento.

-Por favor cuídate mucho, Alexander –murmuró con voz lastimera sin soltarme del todo.

Me sentía observado por todos y cada uno de los presentes de la casa pero no me importó. Un nudo parecía cosquillear en mi estómago amenazando con subir hasta mi garganta, pero tampoco me importó. Deposité mis brazos en la espalda de mamá devolviéndole el abrazo y respiré el aroma de su cabello suave y liso.

-No seré yo quien esté expuesto a armas, balas, fuego y…

-Sólo prométeme que no harás ninguna locura y que no te pasará nada durante estos días… por favor.

-Oye, estoy a punto de ser mayor de edad legalmente por lo que deberías deducir que puedo cuidarme solo.

-Promételo –ordenó ahora mirándome directamente a los ojos con un toque severo.

Suspiré… realmente no me iba a dejar en paz hasta que le hiciera prometer algo tan simple. Sonreí limpiando una lágrima oscura con maquillaje corrido.

-Vale, te lo juro.

-Quiero que me llames si surge cualquier inconveniente, urgencia o…

-Te llamaré hasta cuando falta papel higiénico en el baño.

Escuché a Bianca reír a mis espaldas.

-Y si sales de casa por la noche, no olvides tus llaves y cerrar las ventanas y puertas. Activa las alarmas de seguridad, las cámaras y…

-Ya sé lo que debo hacer mamá. Mejor preocúpate de completar tu misión, matar a no sé quién, obtener lo que Pantera quiere y no dejar rastros, ¿vale? Eso es más importante que mi seguridad. Ya sé cuidarme solo, así que para de…

-Está bien, pero recuerda salir con llaves. No quiero que trepes las murallas o violes el sistema de seguridad como otras veces.

-Ok.

Me abrazó de nuevo antes de depositar un beso en mi frente y activar el GPS de mi brazalete. Sí, una pulsera que he usado desde que tengo memoria con un GPS que mamá activa antes de cada misión o cuando iba al zoológico cuando era pequeño y corría para ver a los leones en primera fila. Jamás pasó por mi mente deshacerme de él porque ya formaba parte de mi cuerpo.

-Te quiero, jamás lo olvides Alexander.

-Excepto cuando te sales de tus casillas –bromeé.

-Incluso ahí te quiero.

-No te preocupes, (name). Lo cuidaremos muy bien –dijo el tío Erik recordándome de nuevo que incluso sin mamá, el control seguía estando presente.

Mamá había acordado con el tío Erik que se quedaría en mi casa hasta que mamá volviera, incluyendo a la tía Rebbeca y a Bianca, lo que realmente sería una molestia absoluta. Pero ya me había rendido a su presencia cerca de mí. Caminé hacia Ian Neville, el coleccionista de peces aburridos y feos, el alérgico a los perros y el mismísimo rey de los ñoños. Por suerte todos se pusieron a hablar alto, lo suficientemente alto para no ser escuchado.

-Si le pasa algo –comencé clavando mis ojos en los suyos y con una voz amablemente amenazadora-, por muy pequeño que sea el daño, te prometo, no, te juro que no te salvarás, Neville. Como hijo puedo ser jodido, terriblemente jodido. Pero como enemigo soy peor.

Pude notar la alerta en sus ojos, su repentina rigidez y la sonrisa forzada que explicaba sus repentinos nervios y miedo ante mi inquisitiva amenaza.

-No te preocupes, la amo demasiado para arriesgas su vida. Primero deben pasar por mi cadáver antes de llegar a tu madre.

-Ni eso, a tu espíritu. Así que te recomiendo que empieces a poner tus ojos en su cabeza y espalda si no quieres terminar siendo la comida de mi perro. Y hablo enserio, eh.

-Lo sé, Sascha.

-Alexander para ti. Aún no entras de todo en mi círculo de confianza.

Vaciló un momento y pude notar cierta decepción en su rostro.

-Está bien, Alexander. Pero quiero repetirte que la amo demasiado para arriesgar su vida.

-Mas te vale –murmuré alejándome y dejando el suspenso y la tensión entre nosotros.



                                                            *                         *                        *



-Así que estás solo.

-Ajá

-¿No deberías estar feliz? Mis padres no abandonan la casa ni para Año Nuevo.

-Pensé que vivías solo.

-No. Bueno, una vez viví solo pero sólo me cambié al garaje hasta que apareció una araña gigante y volví a mi cuarto.

-¿¡Enserio!? –Dios, este tipo siempre salía con sus tonterías.

-Fue terrible, viejo. Me miraba con sus ojos y parecía decirme “sé lo que hiciste el verano pasado”, así que salí gritando a los cuatro vientos en busca de mis padres. Desde ese momento, respeto la vida animal y prefiero mantenerme alejado de todos ellos… excepto de los gatos y perros, por supuesto.

-¿Tienes mascota?

-Sí, un gato obeso.

-¿¡Un gato obeso!? Jajajajajajaaaa… ¿es enserio?

-Se llama Poppy, y te juro que he tratado de que haga abdominales, trote, nade, salte... pero nadie ni nada lo asusta.

-¿Qué clase de nombre es ese?

-Bueno, al principio pensé que era hermafrodita porque nunca le vi nada en sus partes así que le puse un nombre asexuado y fácil de recordar.

-¿Has probado dándole comida dietética? Un día le di mermelada light a mi perro y se llevó corriendo toda una noche, yo creo que habrá bajado unos dos kilos.

Alzó una ceja y abrió la boca. Vale, lo del perro fue verdad, sólo que fue el perro del tío Gaspard… una pequeña mentirilla no haría mal a nadie.

-Creo que haré eso… aunque dudo que resulte porque el puto gato se mueve sólo para lamerse las bolas.

-Bueno, si no resulta le metes los dedos para que vomite.

-¡Qué asco bro! Ni le he metido los dedos en la boca a mi abuela y se los voy a meter a mi gato.

-A las anoréxicas les funciona, así que a tu gato le debe resultar algo.

-Creo que lo usaré como último y desesperado método… ¿y si le compro un corsé reductor de esos que usan las mujeres?

-Le crecerán bichos y se le reventarán los ojos.

-Jesús… estoy empezando a pensar que mi gato no es un gato y que me lo vendieron por gato porque se parecía a un gato.

-Llama a la asociación protectora de animales y cuéntales que tienes un gato que te vendieron por gato pero que parece que no es gato aunque parezca gato. Seguramente notarán algo raro y luego te dirán que animal es tu gato.

-Humm… buena idea, gran pensador.

Ya llevaba un día sin mamá y todo parecía ser el doble de aburrido. ¿No se supone que cuando no hay control parental uno puede hacer cualquier acto anarquista? ¡Ni si quiera tenía ánimos de rayas paredes! Sólo había ido a la escuela y ahora me encontraba en este parque genial lleno de pistas de skate, chicas tetonas y plásticas, y tipos que respiraban marihuana. Bueno, Matt había insistido en que viniera con él y los chicos para conocer el lado diurno-juvenil de Alemania.

-¿Y sabes andar en skate? –me preguntó Nick.

-Sí.

-¿Con piruetas y todo?

-No.

-¿Y tu skate?

-Lo vendí hace ocho meses atrás.

-¿¡Qué!? ¿¡Estás loco!? ¡Cometiste el peor pecado en tu vida, bro! –dijo con ojos saltones Fred.

-Necesitaba dinero y estaba enojado con mi madre.

-Yo que tú, me habría disculpado con tu madre para no arriesgar al amor de mi vida –dijo Matt.

-Bueno, fue una pelea dura y soy muy orgulloso.

-Te entiendo, una vez tuve que vender mi tabla de surf porque tampoco quería pedirle dinero a mi padrastro… pero luego me compré otra a penas junté lo suficiente para una mejor o parecida –comentó Mike.

-¿Surfeas? –le pregunté impresionado.

-Sólo cuando voy a las costas europeas porque las alemanas apestan, bro. Así que en vacaciones me esfumo de acá.

-Mike suele tener las mejores conquistas con su look de surfista americano.

-Felicidades, Mike. Nadie llega al nivel Dios tan joven, eh.

-¡Suenas como mis abuelos! -se rió el aludido.

-Tus abuelos son la onda –dijo Nick sonriendo ampliamente.

-Algún día, Alexander, conocerás a los abuelos más hippies del universo. Te juro que si hubiese vivido en la época de la abuela de Mike, me habría arrastrado en el piso por ella -confesó Matt.

-¿Qué?

-Es que la abuela de Mike es hermosa a su manera… es de ese tipo de belleza que ya ni existe en el universo. Te juro que quedarás hipnotizado cuando la veas –confesó Fred.

-Hey, sigo acá como para que hablen de mi abuela follándola en sus mentes.

-Tienes que reconocer que tu abuela está a punto de ser un humano en extinción –le dijo Robert.

-¿Cuántos años tiene, Mike?

-Ochenta años.

-… pero se mantiene como una de quince, eh.

-¿Cómo?

-Es de familia –respondió el aludido-. Se mantiene muy saludable y casi no tiene arrugas en la cara y el cuerpo… es una rareza, lo que me asegura que cuando tenga su edad, seré igual.

-¡Y deberías verle esos ojazos verdes como el agua tropical!

-Tu abuelo se ganó la lotería a la primera, eh.

-¡Ya basta! Enserio me enojaré y…

Dios, estos tipos realmente alegraban a cualquiera. Sí, hasta a un amargado sin ánimos de nada y que lo único que quería era dormir y despertar sabiendo que su madre estaba sana y salva sin heridas ni rasguños ni disparos… como si el tiempo no hubiese pasado por delante.