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jueves, 31 de julio de 2014

Capitulo 54 (Tercera Temporada)

Tenía la sensación de estar atrapada en un elevador que reflejaba mi rostro en las cuatro paredes que me rodeaban, burlándose de mi expresión como ahora mismo debía estar Pantera haciéndolo.  Y de pronto, cuando menos lo esperas, la pequeña caja que me tiene cautiva, desciende llevando a mi corazón hasta mi cabeza y revolviendo todo en mí.

¿Acaso no he sido siempre su marioneta, una simple esclava de sus sueños? Y ahora, en un intento de mantener fuera de esto a la única persona que deseo proteger de mi mundo, ésta se encuentra cautiva bajo la mirada de quien mató a mis padres y me encerró en este mundo de vivir para matar.

Arrastré los pies por el pasillo en silencio, esperando ver a alguien que me hiciera olvidar los pensamientos destructivos que venían a mi mente. La cocina estaba vacía y las habitaciones con la puerta cerrada, ¿qué hora es? No, ya ni tiene caso la puta hora. El sonido de unos dedos tecleando me introdujo hasta la sala del departamento, empezando a sentirme culpable por haberme quedado dormida.

-Deberías seguir durmiendo.

Observé la taza vacía en la mesita junto al montón de cables y computadores encendidos. Debía llevar horas ahí a juzgar por la manera en que estiró los brazos y las piernas dedicándome una de sus mejores sonrisas cansadas que debían ser el único remedio para apaciguar el dolor de mi corazón.

-¿Qué hora es?

-Las cuatro y treinta de la mañana.

-Deberías dormir, Bill. No creo que estés acostumbrado a desvelarte tanto tiempo.

Pestañeó y me hizo un espacio para sentarme a su lado, bebiendo un sorbo de lo que ahora juraría que es el café más cargado que he visto en mi vida ¡puaj!

-No tengo sueño.

-¿Y has estado aquí todas estas horas?

-Bueno, después de hacerte dormir, hice algunas llamadas importantes y vine a observar con mayor claridad los videos.

-¿A quién llamaste?

-Al mismo investigador privado de hace unos días.

-Bill, no deberías…

-Le expliqué lo que sabíamos hasta ahora, e insistió que le enviara los videos de las cámaras de seguridad. Lo hice, y dio con un detalle que no vimos debido a la infinidad de videos que todos vieron durante estas semanas.

-Eso es peligroso, no deberías simplemente hablar con él y…

-Pensé que ya habíamos pasado por el punto de la confianza hace años, (name).

-No se vale, es nuestro hijo.

-Lo sé, y por ello soy capaz de comunicarme hasta con el mismísimo demonio con tal de saber dónde está y qué puedo hacer para salvarlo.

Besé sus labios ignorando el sabor agridulce del café. Realmente me tranquilizaba saber que contaba con él para esto, y que  ya no había secretos entre nosotros. Sus labios fueron nobles y suaves contra los míos, que seguían adormilados. Me habría gustado que durase más, pero no estábamos solos en este departamento.

-Vaya, creo que a partir de ahora me convertiré en el próximo Rambo si obtengo más besos así.

Sonreí y él puso una mano en mi muslo, presionándolo suavemente con una sonrisa traviesa que me habría puesto a mil por hora si no fuera porque tenía que decirme algo.

-¿Y cuál es el detalle que no notamos?

-El recorrido del auto.

Debió notar mi cara de tonta ante sus palabras, porque no entendía hacia dónde quería ir. No suelo rastrear autos, porque lo mío es un trabajo concreto y que no requiere de tanto seguimiento. Y ahora Bill, siendo un simple cantante sin conocimientos de inteligencia bélica, nota lo que nadie hasta ahora ha podido.

-A lo que me refiero, es a que no rastraron en ningún momento  la entrada y salida de cada vehículo desde el día en que desapareció Alexander. Y resultó ser que sólo uno cargó un cuerpo el día siguiente a la desaparición de Sascha. Fue a una especie de bar, anoté la dirección en mi teléfono. Y llevaba la misma ropa que nuestro hijo. Juraría que si no recibió una paliza por parte de alguien, fue drogado.

-Necesito que me muestres el video del bar o de las calles aledañas.

La pantalla del computador frente a mí, titiló por un momento antes de volver a mostrar las imágenes de una puerta donde dos gorilas rodeaban cada lado. No había gente, pero a juzgar por los dos vehículos obscuros, el lugar estaba siendo vigilado.

-No parece ser un lugar de mala muerte, pero debió haber alguien infiltrado para saber la ubicación exacta de Alexander.

-Detén la imagen cuando aparezcan personas.

Giré mi cabeza lo suficiente para identificar a Gaspard detrás de nosotros completamente atento a lo que pasaba por la pantalla. Su rostro aún estaba hinchado tras la pelea con Bill, pero parecían haber dejado las diferencias atrás a juzgar por sus sonrisas. Volví al video y tras adelantar unos minutos, lo detuvo ante una persona.

-Avanza.

-¿Qué buscamos? –pregunté.

-Rostros conocidos –vaya, ahora hasta parecían estar conectados hablando al mismo tiempo. ¿De cuánto me he perdido mientras dormía?

Lo siguiente fue un viejo de malas pintas y barba larga que cojeaba bruscamente. Lo siguiente fue un sinfín de personas saliendo a aso apresurado completamente amontonadas, pero no necesité decirle a Bill que pausara el video para saber de quién se trataba. Era funcionarios de la mafia, mis colegas de seguridad siendo liderados  por uno de mis iguales.

-¿Lo conoces?

-Iván. Estambul, otoño de 1997. Tiene una cicatriz en la mejilla derecha y un tatuaje en el cuello, un tiburón. Es zurdo y demasiado lento con el cuerpo pero rápido con el gatillo.

-Ahí está.

Efectivamente, el cuerpo que cargaban era mi Alexander, completamente inconsciente y con las mismas ropas con las que abandonó el departamento el día de su cumpleaños.

-¿Puedes acercarla más?

-Se verá borrosa, me advirtió.

-Lily podrá trabajar en ello.

-Ella está durmiendo –advirtió Gaspard-, y no hay tiempo para esto.

-¿Qué necesitas?

-Saber si se opuso a su atacante o no. Así podremos saber si fue sedado o estaba KO.

-La camisa de quien lo lleva y las manos de los hombres estarían manchadas con sangre o tendrían las ropas arrugadas –comentó Bill.

Vaya, sus análisis estaban para una oda de Neruda al ritmo en que iban. ¿Realmente esta es Bill Kaulitz?

-¿Cómo lo sabes? –preguntó Gaspard.

-He visto demasiadas peleas en mi vida, y créeme cuando te digo que la posición corporal y la vestimenta cambian cuando hay contraataque del oponente.

Dejarme con la boca abierta fue poco. Había subestimado los conocimientos de Bill y me sentía fatal por ello. Lo mejor sería concentrarnos en un plan de ataque ahora que conocíamos a algunos involucrados.

-Ése es Dylan –dije apuntando a uno de cabellera rubia y rasgos finos-. Fue uno de mis alumnos, y pese a que insistió en pertenecer al equipo de inteligencia, lo reprobé al percibir su megalomanía tras la adorable sonrisa de siempre.

-Así que éste debe ser el cabecilla –murmuró Ulliel.

-De la operación, no del plan.

-Hablando de planes –intervino Bill-, debemos crear uno en tiempo récord. La señal ya lleva unas 24 hora y no podemos seguir desperdiciando más tiempo.

-Ninguna mafia está funcionando. No será tan fácil.

-¿Ya nadie te debe favores?

-Si de favores hablamos, ustedes encabezarían la lista con todo lo que han hecho durante estas semanas.

-Tendremos que recurrir a ellos si no podemos ir con la policía.

-No se interesarían en Alexander, ni si quiera lo conocen. Se negarán a colaborar por un simple adolescente en problemas.

-¿Y si ofrecemos una recompensa? Tom y yo tenemos una cuenta con demasiados seros para nuestra vejez, y no creo que seas la excepción, (name).

-El dinero no les importa. Para ellos es fácil intervenir en las cuentas bancarias. Lo que ellos buscan es…

La única respuesta, la única salida de este laberinto parecía ser la opción más arriesgada. Si no podía recurrir a la policía, debía ir con los de mi clase, con quienes me repudiaban y serían capaces de matarme con una sonrisa en la cara. Es una opción suicida, lo sé, pero debo arriesgarlo todo con tal de destruir a Pantera y recuperar vivo a mi hijo. Me levanté poniéndome a la altura de los ojos de Gaspard, quien sin duda sabía lo que pensaba con solo ver la decisión en mi rostro. Podía notar su repentina palidez y la ansiedad que empezaba a apoderarse de sus manos, retorciendo sus dedos. No quería oír las palabras, pero era nuestra única salida.

-Contacta a los miembros opositores de la C.T.M.I.

Washington D.C. podía quedar a miles de kilómetros de distancia, pero sus miembros, en la mayoría, europeos y asiáticos, preferían vivir lejos de ésta y sus corruptos planes de vigilancia. Europa tiene demasiados rincones inexplorados donde las autoridades prefieren no meter sus narices, y es exactamente ahí donde ellos preferían vivir.

-Ninguno te escuchará –susurró sin salir de su estado de alerta.

-De alguna forma lo harán si les ofrezco mi cabeza.

-¿¡DE QUÉ MIERDA HABLAS!?

Fue inevitable no pegar un salto ante el grito a mis espaldas. Qué tonta, debí decirle a Gaspard en privado, pero ya es muy tarde para lamentarme. Necesitaba explicarle con claridad mi plan si no quería que le diera un ataque cardíaco a tan temprana edad. La expresión de Ulliel era un poema, ni si quiera parecía sospechar que Bill se enojaría con mis palabras, y ahora que lo veía transformado en el próximo Hulk de estos tiempos, parecía realmente sorprendido con lo que veía.

-Iré a la cocina –camino como si le quemara la planta de los pies, totalmente incómodo. ¿Qué habían hablado para de repente evitar y respetar a Bill?

Me giré lentamente, pensando en las palabras correctas para decirle lo que planeaba. Nunca he discutido algo tan delicado con Bill, ni si quiera cuando descubrió lo que era. Ahora era muy diferente, y ambos lo sabíamos.

-Bill…

-¡No es la forma de hacer las cosas, (name), definitivamente no lo es!

-No tengo opción, es la única forma de obtener ayuda a costa de la policía.

-Estamos hablando de mafiosos, no de niños de infante. Pueden matarte con sólo respirar y nada te asegure que quieran oírte… ¿por qué no ves como yo lo hago, Invasora?

-Te entiendo, Bill.

-No, no lo haces. No entiendes ni una pizca y eso es lo que más me emputece.

-¡Es lo único que podemos hacer! Alexander está cautivo y no sabemos si está herido con vida o simplemente bien. Esos hombres son peligrosos, y yo no puedo contra ellos sola, ni ninguno de nosotros. Necesitamos de esa ayuda cueste lo que cueste.

-¡No quiero volver a perderte, (name)! Ya me cansé de esto.

-No…

-Vuelves a mí y luego te vas. Así ha sido no sé cuántas veces y la verdad es que ya estoy aburrido de que huyas.

-No estoy huyendo.

-No, pero desaparecerás y apuesto a que no paneas llevarme contigo al puto lugar al que planeas ir.

-¡Es peligroso!

-¡ENTIENDE QUE ESTAMOS JUNTOS EN ESTO!

Dios, si estás escuchándome, dame fuerzas para lidiar con esto. No puedo llevar a Bill a un lugar donde lo primero que harán será apuntarle con una pistola y luego preguntarle quién es o qué quiere. Me ponía enferme de solo imaginar a Bill herido por mi culpa. Si hacía esto con él, no sabía qué podía resultar de todo, pero si lo hacía yo sola… igualmente no tendría conocimiento alguno.

Sus brazos me envolvieron con tanta fuerza que creí estar a un paso de dislocarme los hombros. Sentía su preocupación incrementarse tanto como la mía, y un sentimiento de pérdida desarrollándose en lo más profundo de nuestras almas al notar que nuestra familia no estaba completa. Aún no habíamos disfrutado ni un solo día como la familia de debíamos ser y eso me entristecía demasiado. No obstante, la calidad de su cuerpo era el mejor refugio para mi alma desconsolada.

-No quiero perderte –susurró rompiendo en mil pedazos mi corazón con esa simple confesión.

-Y yo no quiero ponerte en peligro.

-Tú eres la que te pone en peligro. Entiende que lo princesa en peligro eres tú, no yo.

-¿Princesa en peligro?

-Sí, y yo soy tu príncipe azul al rescate.

-¿No estamos algo viejos para el cuento de hadas, Bill? –sonreí y pude notar que él sonreía conmigo. Empezamos a balancearnos lentamente como si hubiera música de fondo.

-Los cuentos de hadas son para siempre, o eso es lo que dice Disney.

-¡No le creas a Disney! –Me carcajeé tirando de su cabello para atrás ansiosa por ver su rostro y sus ojos iluminando mi corazón-. Te quiero demasiado para dejarte ir, Bill.

-Y yo te amo hasta doler.

-¿Tan poco?

-Bueno, entonces más allá de las estrellas y de la vida que me queda.

Una toz a nuestras espaldas nos trasladó a la realidad y solté a Bill con una sonrisa inocente que hasta los santos amarían. Era Erik junto a Rebbeca y Gaspard. Los tres llevaban una sonrisa cómplice que delataban sus risas ante lo que acababan de ver. Sé que no me puse roja, pero lo habría hecho si no fuera por la carcajada de Bill a mi lado.

-Bueno, supongo que como las cosas se arreglaron ya, podemos hablar de manera civilizada y sin golpes ¿verdad?

-Deberían seguir durmiendo –dijo Bill.

-Fue imposible no despertarse con tantos gritos.

-¿Tom y Andrea siguen durmiendo?

-Sí. De hecho me sorprende que sigan unidos pese a estar divorciados –dijo Gaspard desde la cocina.

-¿Unidos?

-No han peleado en absoluto, a diferencia de ustedes.

-Vaya, eso es extraño conociendo el carácter casi controlador de Thomas –se impresionó Bill y yo lo seguí levantando mis cejas.



ANDREA

-Lamento que no esté Cassandra con nosotros.

-No quiero que esté envuelta en un tema tan delicado y arriesgar su integridad física estando acá. Por eso la envié con mis padres.

-Gracias, Thomas. Aprecio mucho tu labor como padre.

-Sin embargo… esa chica, Bianca, está sola en un hotel.

-Creo que Rebbeca quería quedarse con ella cuando amanezca.

Nos encontrábamos todos reunidos en la casa de la Invasora por una razón que parecía unirnos más de lo inimaginable. ¿Cómo fue que un chiquillo desaparecido ha hecho un lugar en nuestros corazones en tan poco tiempo? No lo he visto muchas veces, pero sé que es la viva imagen de mi mejor amiga y Bill. Alexander, es encantador y realmente me gustaría volver a verlo.

Si bien se supone que Cassandra está en sus días de custodia con Tom, él decidió alejarla de todo este caos hasta que se solucionara cada problema. Realmente estaba muy apenada por la desaparición de quien ahora es su primo, totalmente deprimida. Ella, debió ver una faceta importante del comportamiento de Sascha, sin embargo nos dijo que era tan impredecible que no tenía ni idea de dónde estaría el muchacho. Quizás se siente culpable, qué sé yo, pero lo mejor que puedo hacer como su madre es alejarla de Pantera y de todo esto.

Las personas reunidas en esta casa, exceptuando a los Kaulitz, han matado a más de cien personas entre todos, incluyéndome. Cada uno de nosotros cargaba con muertes, amigos y familias destrozadas por culpa de un tirano hombre que nos controlaba como simples marionetas. Si bien muchos pudimos encontrar la salida a tiempo de la mafia de Pantera, (name) no pareció ver la salido al final del túnel pese a nuestros consejos, atándose aún más si es posible al mundo más oscuro y peligroso que he visto.

-Andrea.

Observé a Thomas, viendo con total claridad su rostro entre la oscura habitación. Por muy increíble que suene, por primera vez en no sé cuántos años de divorcio, hablábamos y compartíamos de manera civilizada, como si nada hubiese pasado entre nosotros. Me reconfortaba saber que podía tener al menos un pedacito del Tom del que me enamoré mientras estuviera acá y Ria no apareciera marcando su territorio y haciendo el ridículo frente a todos.

-Será mejor que nos unamos a la fiesta –señaló la puerta con la cabeza.

Arreglé mi cabello y me puse las botas antes de salir tras Tom. Sus dedos entrelazaron los míos y los apretaron como si estuviera buscando un pilar donde apoyarse. Pese a los repentinos sentimientos que afloraban desde algún lugar de mi corazón, le devolví el apretón con completa seguridad.

-… hay demasiadas trampas en cada pasillo. Basta con tocar algún objeto y posiblemente este explotará y se llevará tu brazo contigo.

-¿Existe una forma de apagar el sistema de seguridad?

-Matando a los controladores.

-¿Controladores? –preguntó Tom a mi lado.

Bill observó nuestras manos unidas y pareció sonreírle a su hermano, pero su gemelo ignoró esto o al menos eso me pareció. Y Bill no fue el único, sino que todos notaron nuestra cercanía, pero ninguno pareció querer hacer un comentario al respecto.

-Son el equipo de seguridad que protegen a la mansión de intrusos o personas no deseadas –dijo Erik volviendo su mirada a la ventana frente a ella, como esperando ver algo.

-¿No hay más opciones? –dijo Lily, acariciando su panza en el sofá junto a Rebbeca.

-Es muy difícil ingresar a la mansión sin ser vigilado por ellos.

-¿Y si los sacamos? –preguntó Bill.

Todos se giraron a él. Esperen, ¿me perdí de algo? Bill tenía unas ojeras terribles, los ojos rojos y un aspecto que iba en contra de sus principios. Era obvio que no había dormido, y a juzgar por la taza de café que sostenía, la cafeína era lo único que lo mantenía despierto. Miré a Thomas, pero parecía ya haber notado la apariencia de su hermano quitándole importancia.

-¿A qué te refieres con sacarlo? –Preguntó Gaspard-. Si es lo que creo, créeme cuando te dijo que tienen el culo cubierto de pegamento extra fuerte con tal de no abandonar sus puestos.

-Sí, a eso me refiero. Si se ven forzados a abandonar sus puestos porque faltan refuerzos o algo por el estilo, lo harán.

-¿Algún plan? –pregunté viendo que la idea de Bill por muy alocada que fuera, parecida ser buena.

-Provocar disturbios alrededor de la mansión. ¿Es un barrio residencial?

-Sí –asintió (name).

-Pues entonces, incendiaremos todo a nuestro paso, pondremos bombas de ruido y humo, lanzaremos algunas granadas y haremos todo lo posibles con tal de llamar su atención.

-Hey, está bien que tengas una mente creativa, pero estás poniendo en riesgo muchas vidas inocentes que no tienes la culpa de vivir junto a un puto mafioso.

-¿Propones algo mejor, Gaspard?

-No es tan fácil como crees, Bill. Es prácticamente una fortaleza de guerra a la tenemos que ingresar y…

-Bill tiene razón –habló de repente (name) quien se mantuvo en silencio al lado de Bill todo el tiempo-. Debemos llamar la atención de los rastreadores, y para eso necesito de su ayuda Gaspard y Andrea.

-Depende del plan –enfaticé alejando mi mano de la de Tom.

-El plan se hará sobre la marcha.

-¡Eso es suicida! –se quejó.

-Si hacemos un plan, todo será demasiado predecible para ellos. Estamos hablando de agentes de inteligencia, Ulliel –le dije.

-Vale, ¿qué quieres?

(Name) se levantó y se dirigió a al pasillo en completo silencio, dejándonos a todos mirándonos las caras tratando de averiguar si alguien sabía lo que ella tramaba. Volvió con una maleta y un bolso que Bill pareció reconocer a juzgar por su expresión impresionada, como si atara cabos. Esto me daba mala espina, y si no me equivocaba, sería de lo más alocado posible.

-Matarán a los proveedores, destruirán las redes de contacto que tiene Pantera Negra, incendiarán bares, tabernas y casinos que recurran al comercio negro. Eliminen lo que sea necesario para terminar con las redes de comunicación de Solarin, sin dejar rastros y sus rostros al descubierto.

Suicida, completamente arriesgado. Pero la adrenalina en mis venas, me hacía sentir ansiosa por acción, por volver a aquellos tiempos donde destruir y patear traseros era lo mejor. Con mi retiro, me faltaron demasiadas cosas por terminar, y de algún modo podía recompensarlo con esto. De alguna manera, Amatista volvía a tomar su lugar.



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Lamento la tardanza, pero habían ideas que no sabía cómo unirlas en mi cabeza. Espero que les guste! ;-)

Atte. Nina

miércoles, 9 de julio de 2014

Capítulo 53 (Tercera Temporada)

-Putos imbéciles.

-Hacen su trabajo, Bill. No los maldigas.

-Me han hostigado toda mi vida, (name). Y ahora sigues tú.

-Tranquilízate, ni si quiera pueden notar mi rostro.

¿Quién notaría a alguien que usa lentes, bufanda y un gorro que cubre todo su cabello? Hasta podrían confundirme con un hombre con mis pintas tan… no femeninas. Las cámaras se pegaban a las ventanas del auto de Bill, estrellando sus flashes en nuestros rostros para obtener aunque sea un rasgo de mí. No lo harían, estaba demasiado cubierta para si quiera diferenciar mi sexo. A mi lado, Bill traía sus lentes y un extraño sombrero sin embargo las marcas de molestias no desaparecían de su rostro mientras tratábamos de avanzar fuera de su vecindario. Podía notar sus nudillos blancos en el volante, los gruñidos que salían de su boca y las mil maldiciones que estaba conteniendo.

Supongo que estas son las consecuencias de estar con Bill Kaulitz. Ni si quiera se trata de estar con él, sino de compartir hasta su aire. Estoy consciente de que saldrán fotos, videos y cualquier otra cosa en los medios de comunicación sobre mí, de hecho Bill me lo advirtió al negarme a ir escondida en la parte baja de los asientos. Él es el más preocupado por mí, y eso es de lo más cómico ya que es nuestra primera aparición pública. ¡Mi rostro está completamente cubierto! ¿Por qué se preocupa tanto?

-Deberías responder algunas preguntas –sugiero ocultando mi sonrisa de oreja a oreja bajo la negra bufanda gruesa.

-¿Responderle a personas que viven a cuestas de mi trabajo? No pienso hacer que ganen dinero con mis palabras.

-Bill…

-Trabajé duro con Tom. Nos pelamos el culo trabajando para estar parados donde estamos. Ellos desconocen demasiadas cosas y no pretendo que sepan más de mi vida.

-¿Por qué no empiezas a escuchar lo que ellos te quieren preguntar? –Insisto apoyando una mano en mi pierna-. Está en ti si quieres responder o no, pero ellos cumplieron al menos siendo escuchados por Bill Kaulitz.

-¿Estás de parte de ellos? –Gruñe, pero me obedece deteniendo el auto junto a la calzada-. Ellos serán los primeros en desmenuzar tu vida cuando les des la oportunidad y tú los defiendes como…

-Sólo escúchalos, Bill. Nadie te obliga a hablar.

-¿Y tú?

-Sabes que no lo haré.

Gira la cabeza en dirección a su ventana y baja el vidrio hasta la altura de su vista, lo suficiente para ser escuchado sin que se le acerquen micrófonos y cámaras. Podía ver la sonrisa aliviada de las personas frente a él, como si hubieran visto el sol después de tantos días de lluvia. Giré mi cabeza tratando de ignorar las reacciones de Bill pero en ningún momento perdiéndome algún detalle de lo que salía por su boca.

-No tengo mucho tiempo –gruñó Bill y casi estallo a carcajadas… casi.

-¿Cuál diría que es la clave de su éxito tan prolongado?

-¿Quién te acompaña hoy, Bill?

-¿Es Tom?

-¿Qué dices de los rumores de tu hijo? ¿Realmente tienes uno?

-¿Dónde está Cassie? ¿Su madre ganó la custodia total?

-¿Es verdad que Tom es malo en la cama?

Vaya, qué pesados podían ser cuando querían. Podía ver de reojo la mano de Bill temblando en el volante tratando de contener su rabia ante todas esas preguntas sin sentido. Sinceramente, si fuera periodista, elegiría las preguntas correctas al entrevistar a un famoso. Prácticamente preguntaban por los detalles más sucios de la vida de los Kaulitz, y ahora me sentía culpable por insistirle en escuchar sus preguntas.

-No sé cómo es Thomas en la cama por obvios motivos, ¿acaso debería importarme su comportamiento sexual? Él sabe lo que hace. Y en cuanto al secreto del éxito… bueno, trabajar duro y aceptar desafíos es mi clave.

Y pese a estar molesto, sonaba realmente sereno al responder con voz lineal. Casi podía sentir la alegría de los periodistas mientras grababan cada instante. También habían algunos a mi lado, pero escondía mi rostro totalmente más de lo que ya estaba.

-¿Y qué hay de esa chica con la que se te ha visto?

-¿Es la misma de Los Ángeles hace unos años atrás?

-¿Estás en una relación, Kaulitz?

-¿Tienes un hijo?

Tosí, tratando de llamar la atención de Bill. Ya era suficiente por hoy. Las preguntas iban directo a mí y no sabía si Bill podría manejarlo con tranquilidad sin soltar ni un poco mi verdadera personalidad. Asintió en mi dirección y mientras el flash de miles de cámaras se disparaba en nosotros, él contesto con total fluidez.

-Me han visto con muchas chicas en los últimos años.

-Sí, pero ella es la misma que…

-Ninguna se repite.

¿Y qué hay del chico con el que se te vio en una cafetería?

-Un nuevo proyecto.

Subió el vidrio y se armó paso entre las personas, dirigiéndose al tráfico diario de Berlín. Estaba molesta. ¿Desde cuándo Alexander es un proyecto y yo una chica más? Definitivamente fueron las peores mentiras que he escuchado en mi vida, y de algún bizarro modo, me molestaban porque quería que dijera la verdad. Que reconociera aunque sea a su hijo, nuestro hijo. Tiré de la bufanda, el gorro, los lentes y todo lo que cubriera mi identidad en el asiento trasero, oprimí el botón de la puerta y el viento frío y lleno de contaminación golpeó mi cara como queriendo enfriar en molestia.

-Apuesto a que ahora te arrepientes de haberme dicho eso –comenzó con una voz lúgubre mientras avanzábamos en un semáforo en verde.

-No me arrepiento. De hecho me molestó tu actitud.

-¿Mi actitud? –no desvió la vista de la pista, pero pude sentir su impresión.

-¿Tanto trabajo te cuesta omitir las preguntas que no quieres o no puedes responder?

-¿A qué te refieres?

Me giré completamente hacia él apoyando mi codo izquierdo en el respaldo del asiento.

-No puedes responder que tu hijo es un proyecto, Bill.

-Ah, era eso.

-Sí, era eso. Alexander es tú hijo y…

-¿Preferirías que dijera que es mi hijo aun sabiendo que sería como llevarlo a la boca de los leones?

-No, pero…

-Entonces déjamelo a mí.

-¿Qué quieres dec…?

-Sé lo que hago. Déjamelo a mí. Tómalo como una misión para Bill Kaulitz.

-Si nos quieres en problemas sólo dilo.

-Resuelve los tuyos, Invasora.

-No me llames Invasora, Bill –gruñí golpeando el respaldo, lo que sacó una sonrisa a Bill.

-¿Por qué?

-No me gusta.

-¡Bah! Eso no es mi problema.

-Pues debería serlo, porque todos me conocen por ese nombre.

-¿Ya y?

-No me llames así si quieres seguir con vida.

-Invasora, Invasora, Invasora, Invasora…

Y así siguió hasta que dimos con nuestro departamento y le ordené que se introdujera al estacionamiento subterráneo, hasta el lugar donde estaba el auto que dejé a las afueras de la casa de Bill. Ambos estábamos nerviosos, lo notaba en su piel y en la mía. Sabíamos quiénes estaban en mi departamento, y que la bienvenida a Bill no sería la más cordial luego de su reacción cuando supo la verdad. Y eso no era todo, porque me tratarían de loca al seguir con él y defenderlo como si fuera un pequeño cachorro bajo mis brazos. Se venían peleas, gritos, desacuerdos y mucha tensión.

Salimos del ascensor en silencio y rebusqué las llaves en el interior de mis bolsillos. La introduje, y giré la cerradura hasta abrir la puerta, ya sin nada que siguiera retrasando mi búsqueda. Me molestaba no sentir la voz que necesitaba oír, me molestaba no ver su cabeza asomada o una mano saludando, o simplemente la música desde su computador. Sólo había murmullos, y eso era realmente desalentador. Bill cerró la puerta a mis espaldas, y el primero en acercarse fue Gaspard, con su terrible mal genio y observándonos con esa sonrisa venenosa que he repudiado desde que tengo memoria.

-Vaya, ¿tan pronto volvieron de su luna de miel o tuvieron problemas en el paraíso?

Daba igual, si fuera por mí, él podía meter su cabeza en el inodoro y esperar a que sus neuronas hicieran sinapsis. Pero podía notar la respiración espesa de Bill a mis espaldas y su cuerpo rígido tratando de controlar el impulso de golpearlo. Bill tenía todas las de perder con Ulliel, por mucho que lo intentara con todas sus fuerzas.

-¿Alguna novedad? –pregunté bloqueando el camino de Bill hasta que Ulliel se apartara.

-Creo que tu llegada puede ser la mejor novedad. ¿Qué clase de madre desaparece mientras sus amigos buscan a su hijo?

-Nadie dijo que fuera tu responsabilidad –intervino Bill.

-¿Quién eres tú para decirme eso, Kaulitz? Quisiste golpear a tú mujer y no has parado de hacer berrinches mientras tú hijo está desaparecido.

-Basta, Gaspard –di un paso adelante, deslizando el abrigo de mis hombros-. Lo que pase entre yo y Bill no es tu problema.

-Él es mi problema, (name).

-Métete en lo tuyo, Ulliel –gruñó Bill y apreté su brazo tratando de detenerlo.

-Por tu culpa Alexander se fue de la casa. Por tu culpa estamos todos metidos en un puto infierno. Por tu culpa está pasando esta mierda, Bill. Entiende que no tienes monos que pintar acá cuando no figuraste jamás como padre y esposo.

Y ese fue el punto de quiebre. De un momento a otro vi la pared a milímetros de mi cara y el sórdido gancho que Bill le dio a Gaspard. Mi respiración se paró, pero todo pasaba muy rápido para asimilarlo de una vez. Veía un revoltijo de brazos, piernas, cabezazos y gruñidos en el piso totalmente distorsionados y algunos gritos proveniente de no sé qué parte. Una de las plantas de la entrada terminó destrozada en el piso y un florero de porcelana hecho añicos por todo el suelo.

Me dolía el hombro, pero pese a eso estaba totalmente petrificada viendo a Bill pelear de igual a igual con Gaspard. ¿Cómo era posible? Ni siquiera era un enfrentamiento equitativo en fuerza o peso. Un cantante y un retirado espía. Polos opuestos por donde se viera.

En algún instante aparecieron Tom y Erik, haciendo todo lo posible por separar a los contrincantes. Andrea y Rebbeca los ayudaron al ver que no era suficiente para separar a dos hombres totalmente cegados por la ira.

Lily, se acercó a mí diciéndome alguna especie de pregunta o quizás gritando, pero no la escuché. No quería oír. Mis ojos estaban totalmente pegados a la escena que se desarrollaba frente a mí, como si fuera una especie de ensueño. Jamás en mi vida habría esperado semejante batalla frente a mis ojos, y si me lo hubiesen contado, me reiría a carcajadas sin creer absolutamente nada. Había sangre en el piso, y realmente dudaba sobre la procedencia de esta.

Mi mente gritaba órdenes a mi cuerpo, chillaba que debía ayuda a separarlos y terminar con esta pelea. Me decía que tenía que reaccionar y alejar a Bill de Gaspard de una puta vez, pero mi cuerpo no reaccionaba. Me sentía molida, como si un camión me hubiese aplastado llevándose con él todas mis fuerzas. Podía ver cómo se lastimaban mi mejor amigo y el amor de mi vida, pero no podía hacer nada para impedirlo, porque mis piernas no pretendían moverse de su incómoda posición.

-¡Todo esto es tu puta culpa! Aléjate de aquí. Vete, Bill. No eres nadie para ayudar.

-¡Soy su padre, imbécil! ¡Lo quieras o no, no pienso moverme de acá!

-¡A palizas te moveré entonces!

Y todo volvía a estallar en gritos desesperados y gruñidos inentendibles alrededor de una maraña aún más grande de brazos ropa y cabezas. Bill…

Gaspard no podía controlar quién entraba a mi vida. Él sabe que Bill es a quien amo y a quien deseo que esté conmigo en estos momentos, ¿por qué le costaba entender eso? Bill es el padre de Alexander, y por mucho que reaccionara mal al saber la verdad, lo amaría hasta el fin de mis tiempos incluso cuando me odie.

Aparté a Lily de mi vista, dejándola a salvo junto a la puerta de entrada mientras animaba con todas mis fuerzas a mis piernas para acercarme al lío de personas. Tomé con firmeza un trozo de porcelana sin importar el daño que producía en la palma de mi mano. Defendería mis derechos y mi decisión de traer a Bill a mi casa, Gaspard podía meterse por el culo sus palabras e irse a su casa. Thomas y Erik me vieron y se empeñaron en separar con más ahínco a cada hombre hasta que lo lograron. Erik vio lo que sostenía en mi mano y a juzgar por su rostro pálido, parecía imaginarse lo peor de mí.

Tomé a Erik de su camisa, acercándolo a mi rostro lo suficiente para que entendiera mi posición. Dirigí pedazo de cerámica a su yugular haciendo que sintiera la presión del objeto contra su piel hasta que saliera un poco de sangre. Todo quedó en silencio, y lo único que podía escuchar eran sus jadeos y mi respiración agitada.

-Bill se queda te guste o no –mi voz optó por toda la firmeza posible a tal punto que se sentía amenazante al salir por mi boca.

Su sonrisa triunfante apareció en la cara, pero no le duró mucho por el corte que tenía en una ceja y la hinchazón en su mejilla. Sus ojos gélidos me observaron con locura y rabia, como si supiera que cada palabra que diría no sería para defenderlo.

-Recuerda quién estuvo cuando Sascha nació, (name). Recuerda quién te ayudó y quién estuvo en los momentos más difíciles de tu vida. ¿Acaso ahí estuvo Bill? ¡NO!

-No es su culpa. Yo me alejé, entiéndelo de una puta vez.

-¡No se merece estar acá!

-Es su padre, Uranio. Y si dices una palabra más, juro delante de Lily que no responderé por mí y te sacará a patadas de mi casa.

-(Name)…

-No, Ulliel. Ni una palabra más que no se relacione con la búsqueda de mi hijo.
Tiré la porcelana al suelo y me giré para ver a Bill apoyándose en su gemelo sin despegar los ojos de mí. 

Pero qué imagen acababa de enseñarle. Jamás imaginé en mostrarle a la (name) amenazante. Lily se acercó a Gaspard y lo llevó a la cocina junto con Erik y Rebbeca.

Se hizo silencio alrededor de mí y me sentía avergonzada al tener seis pares de ojos mirándome fijamente. Tom estaba petrificado ante lo que acababa de ver y Andrea sonreía totalmente impresionada, casi podía oír los tacos que se abrían paso por su mente tras esos ojos brillantes. Pero Bill… él era un enigma frente a mí. Su seriedad me ponía ansiosa y si no fuera por el corte en su labio y el arañazo en su cuello, juraría que es una especie de Iron Man de carne y hueso.

-La peor parte se la llevó él –su voz ronca pareció leer mis pensamientos, pero aún no había tanta emoción en su voz.

-¿Dónde aprendiste a…?

-Horas de gimnasio.

Vaya… ojalá mis técnicas de defensa personal se resumieran a tres simples palabras.

-¿Estás bien? –le pregunto.

-Sí, ¿y tú? –señala mi mano y observo por primera vez la herida que me infringí entre la rabía y la adrenalina en mi ser. Dolía y palpitaba ferozmente, pero nada que un poco de alcohol no solucionara.

-Estará bien. ¿Alguna noticia?

-Se ha registrado mucho movimiento en la casa de Pantera –comentó Tom-. Entran y salen muchos autos pero ninguno lleva algo raro según lo que dicen tus colegas de otras mafias.

-¿La casa de Pantera? ¿Te refieres a su mansión?

-Sí.

-Su casa de campo está totalmente desocupada y sólo hay un equipo de empleados realizando mantenciones. domésticas Planeamos un ataque a esa casa, para ponerlo alerta y desviar la atención –agrega Andrea.

-¿Pantera? Espera, él no está involucrado en esto. Me dijeron que los movimientos de las mafias están congelados mientras se termine el mal tiempo.

-Todos saben que ni el mal tiempo puede detener a un hombre de su propósito –sonríe mostrando sus dientes que contrastan con sus labios rojos.

Pantera… ¿cómo puede estar mi jefe completamente involucrado en el paradero de mi hijo? ¡Alexander odia a Alphonse, ni si quiera lo soporta! ¿Qué clase de relación establecieron tras la desaparición de Sascha? No, estoy completamente segura que por mucho que él esté enojado conmigo, no haría ninguna locura al relacionarse con quien más odia. Es imposible.

-Eso quiere decir que Erik no te lo ha dicho –murmuró Tom levantando ambas cejas totalmente impresionado.

-¿Decirnos qué? –pregunta Bill observando con ojos molestos a Andrea y Tom.

-Recibimos una señal muy débil del GPS de Alexander.

Mi corazón late a mil por horas, me siento inquieta con el sólo hecho de saber que mi Alexander sigue con vida y lleva con él el GPS que tanto le insistí desde que era pequeño. Tal vez se debía a que siempre tuve ese sexto sentido que me indicaba que algún día lo necesitaría para saber dónde estaba.  Alexander seguía vivo… mi niño aún seguía con vida.

-Hemos enviado un drone, hacia la posición exacta de la señal recibida. Te juro Bill, que si no me regalas uno para Navidad te desheredaré de mi testamento.

-¿A qué hora se emitió la señal del GPS? –pregunta Bill ignorando la broma de su hermano. Camina hasta mí, y sin su mano presionando la mía como si fuera el fin del mundo. Sí, él también sentía la euforia de saber algo de Alexander.

-A eso de los tres de la madrugada. Fue débil y no duró mucho –responde Tom.

-¿Cuánto?

-No sé… ¿unos treinta segundos?

-Fue suficiente para rastrearla y hackear el sistema de seguridad de las calles paralelas a la mansión.

-¿Y…? Dios, no se detengan en nada.

-Se detectó el traslado de un cuerpo sacado de la maletera de un Aston Martin blanco el día siguiente a la desaparición de Alexander. Y todo indica que es él.

Jesucristo, me quiero morir. Mi pequeño está completamente indefenso en las manos de mi estúpido jefe. Sabía que no podía acercarse a Pantera por voluntad propia para hacerle compañía por más de una semana. Sentía las arcadas alcanzar mi garganta, el clásico sudor frío empapar mi frente y poca fuerza en mis piernas, pero nada me impidió no mantenerme en pie. Necesitaba oír todas y cada una de las palabras que Tom y Andrea tienen para mí, me gusten o no.

-La terriblemente mala noticia es que encontramos el lugar de donde provenía la señal obtenida, y… bueno, la comparamos con los mapas en detalle de la mansión y…

-¿¡Y QUÉ!? –Grité exasperada de tanto suspenso ponía aún más tenso a Bill a mi lado.

Y ese sexto sentido que toda madre tiene, me indicó las palabras antes que Andrea las pronunciara dentro de su pánico. Sabía que no todo podía ir bien pese a saber que obtuvimos una señal de él.

-Su posición es en una de las cámaras de tortura.


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Bueno, después de semanas de abandonar el blog, me animé a subirles el capítulo. No, aún no salgo de vacaciones, pero me hice un tiempo para subirles este capítulo.
Muchas gracias por ser pacientes y entender que la universidad absorbe todo mi tiempo libre.


 Atte. Nina