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viernes, 28 de junio de 2013

Prefacio...

Parecía un extraño hábito de mi madre. Cada tres años, casa nueva, cuidad nueva, amigos nuevos, idiomas repetidos/nuevos, ambientes nuevos, auto nuevo. Mamá no cambiaba de parecer por más que mis insistencias de permanecer establemente en un lugar parecieran agotarla, y es que lidiar con un adolescente de diecisiete años parecía complicarla cada vez más con la ausencia de una imagen paterna. Daba igual cuánto me enojara, cuánto le sacara el pasado en cara o cuántos portazos diera cada vez que me contradecía… siempre sería igual, cada tres exactos años, cambiaríamos de casa.

Y quizás la costumbre de derrumbar las amistades creadas en 1.095 días y quitarlas de raíz se me pegaba lentamente en la piel, haciéndome más arisco, independiente, y rebelde. A fin de cuentas, había que aprovechar cada momento como si fuera el último (ese era mi lema de vida desde los nueve años). ¿Cuántas veces han llamado de la dirección del colegio/instituto/primaria/secundaria a mamá por causar problemas? Uf!... veinte serían muy pocas. Daño a la dependencia educacional, retrasos, cimarras internas, uso de lenguaje grosero e inmoral, entre otras cosas. Pero por mucho que citaran a mamá a responder por mí, jamás me expulsaban debido a que mis notas eran las mejores, contradictorio ¿no? Mamá se reía de mis locuras ya que sólo le importaba que mis calificaciones fueran las mejores de la clase, y en lo posible, las más altas. “Si eres el mejor, nadie te dirá nada jamás… no tendrán ningún fundamento para reclamarte algo” solía decir ella para animarme mientras me veía estudiando cada sábado desde la mañana hasta el atardecer.

Y por mucho que peleara con ella sobre mi conducta algo agresiva, o nuestras constantes mudanzas, entre otras cosas, mamá seguía siendo mi único cable a tierra y mi razón para ser su pilar en caso de que ella desfalleciera. Por eso entendía su constante esfuerzo para que creciera como cualquier adolescente sin notar la ausencia de una figura paterna.

Daba igual cuánto se esforzara por hacer de nuestra quebrantada y pequeña familia algo normal, ella no lo era, y yo tampoco pretendía serlo. Mamá era una de las mejores espías que trabajaba para la mafia, y yo, pronto tendría edad suficiente para seguir sus pasos y reemplazarla orgullosamente. Por eso me sorprendió mucho que me dejara elegir nuestro próximo hogar de tres años.

-¿Y si elijo China? ¿Iremos? –dije empezando a procesar las imágenes de destinos turísticos que pasan por televisión los domingos en la noche.

- Sólo si aprendes a escribir y hablar en chino –sonrió alzando una ceja y alcanzándome un almanaque mundial lleno de marca páginas en los países donde ya pasamos.

- ¿Y Rusia? El tío Gaspard está allá y podríamos pasar una temporada con él, ¿no crees?

- Demasiado peligroso para ti. Cuando cumplas la mayoría de edad y perfecciones las técnicas de autodefensa que te he enseñado desde pequeño, puede que vayamos.

- ¿No basta con saber huir y manejar una pistola? –empecé a hojear el libro cuyas hojas algo gastadas me llamaban a indagar en alguno que otro dato.

- No insistas, cariño. Sólo te faltan cinco meses para eso.

- Ajá, como digas… -¿ven? Hablar con mamá era como hablar solo. Era tan llevada a sus ideas al igual que yo, que a veces me preguntaba cómo habría sido mi padre con ella, ¿se habrán separado porque no la soportaba? ¿Él era sumiso, un completo manso con mamá? Daba igual… no tenía padre y punto. Seguramente él sería quien se arrepentiría de no disfrutar mi infancia o logros, en cambio yo, sólo me preocuparía por mamá y por mí. Cerré los ojos dejando al azar elegir nuestra próxima parada por tres años más e introduje un dedo separando las páginas del libro. Abrí los ojos mirando a mamá- Éste será.

Pude ver cómo pasaba saliva por su garganta, cómo sus ojos mostraban cierto asombro y ella trata de no mostrar un desequilibrio emocional. Miré la página primera vez desde que había puesto mi dedo índice a modo de separación. Lo primero que vi fue un par de tetas bien formadas provenientes de una chica con flequillo y trenzas rubias platinadas que sonreía a la cámara, leí el cuadro de texto junto a la foto; “Participación de la inauguración del Carnaval de Erfut”.

- ¿Estás seguro? –murmuró sonriendo de lado alzando el teléfono.

- Si el azar lo dice, es porque se viene algo bueno por allá… además de las tetas de la tipa de la imagen. ¿Son todas así de buenazas?

- Aún estás a tiempo para cambiar de opción.

- ¿Por qué? ¿Acaso eso es lo que tú quieres?... ¿Qué hay en Alemania para que insistas en que vayamos a otro país? El tío Erik está por allá, y los esqueletos de mis abuelos, según lo que has mencionado. No conozco a mis abuelos y quiero hacerlo. Además de que Hamburgo y Berlín se ven geniales.

- Sólo son un par de lápidas, ¿no te basta con las fotos que te he dado?

- No.

- Alemania es igual de peligroso que Rusia.

- ¿Será porque está tu jefe allá? Mamá… quiero ir a Alemania, hay autos geniales, arquitectura excéntrica, mucha historia y ya manejo el idioma… ¿no eran esos tus requisitos? –Algo había allá, mi intuición jamás ha fallado. Si intentaba huir, yo no lo permitiría. Cambió su peso de un pie a otro dejando en evidencia su incomodidad, y sin decir nada, marcó un número demasiado familiar, el número de una aerolínea privada. Sabía que estaba algo molesta por mi decisión, el hecho de que me diera la espalda y desapareciera ocultándose en la cocina y su oscuridad me lo decía.- Gracias mamá.

- … Si, para dos días más… no, sólo ida… (name)(tu apellido)… ajá…

Subí las escaleras tras sacarle una foto a escondidas a mamá, rememorando como siempre, mis últimos momentos en esta casa localizada en Seattle. Guardando la imagen de nuestro hogar de tres años, habitación por habitación, ventana por ventana y luego la fachada junto al jardín lleno de flores con una vista increíble de la ciudad frente a nosotros. A pesar de que me incomodaba la soledad de mamá, parecía tan atrayente sacarle una fotografía a ella…

Seguramente con los paisajes de Alemania, se vería aún más hermosa de lo que es.



sábado, 22 de junio de 2013

Importante!

Junto con saludarlas, sé que notarán los pequeños cambios en la página debido al comienzo de la Tercera Temporada. 

He de recordarles principalmente que ésta temporada será la última y que será mi despedida del mundo de "I´m gonna be ok"... seguramente en otras páginas notarán algunos one shot que quizás lleven mi nombre, pero más allá de ellos, no crearé otro fic.

En el caso de que me arrepienta y extrañe la presión de ustedes, queridas lectoras, créanme que serán las primeras en enterarse en este mismo blog.

Para finalizar, les aviso que la Tercera Temporada, estará disponible a partir del Jueves 27 o el Viernes 28 de Junio (no les diré una hora exacta porque obviamente los horarios no son los mismos en nuestros países), y sólo les puedo adelantar que viene con muertes, misiones, dramas, romances, y muuuuchas sorpresas.

Kusses...


Atte. Nina


jueves, 20 de junio de 2013

Epílogo

Dejé el vaso de whisky  a medio tomar apoyado en el borde de la bañera junto con la botella y el cenicero lleno de colillas de cigarro.

Positivo. Cinco pruebas de diferentes marcas y todas indicaban exactamente las mismas líneas. Volví a leer por décima vez la misma instrucción de uso y el significado del símbolo que veía ante mí. ¿Era bueno o malo? ¿Por qué tengo esto? ¿No es que era infértil? ¿Acaso esto es como una especie de obra del karma? ¿Qué habrían pensado mis padres? ¿Qué le diré a Pantera? ¿Seguiré con esto? ¿Lo tendré?... esto era demasiado para mí. Quizás si no estuviera tan sola en estos momentos, no sentiría las enfermizas ganas de expulsar todo el alcohol hasta vaciar mi estómago. Mis manos sudaban temblorosas y frías, mis piernas clamaban un asiento cómodo para que descansaran de tan repentina sorpresa.

Ausente de mi alrededor, caminé hasta la cama y me senté al tiempo que mis manos tomaban el teléfono inalámbrico en sus manos. ¿A quién llamar? ¿Papá Noel? ¿El Ratón Pérez? ¿El Conejo de Pascua? ¿Los bomberos? ¿Hugh Hefner? ¿Oprah? ¿Alcohólicos Anónimos? Había abandonado a todos aquellos a los que quería demasiado como para seguir exponiéndolos a constantes peligros y amenazas, y evité que se contactaran conmigo destruyendo mi celular y borrando mis cuentas privadas en internet. No tenían registro de mí, y quizás la única que podría encontrarme sería Andrea sólo si regresaba donde Pantera.
No, con Pantera aún no.

Pero… Gaspard. Sí, él sabía qué podía hacer.

Las luces de una oscura Nueva York parpadeaban a través del ventanal y parecían ser unas observadoras expectantes a cada uno de mis movimientos apostando entre ellas a cada palabra que diría o cada acción que tomaría. Trataban de adivinar mis pensamientos, y seguramente no les costaría mucho sabiendo que mi cara debía ser totalmente demacrada. Juraría ante cualquier persona que los rascacielos me reprochaban en su idioma y querían gritarme e insultarme por estar pasada en copas ante una situación así.

Mis dedos marcaron códigos internacionales y luego su número totalmente acalambrados y haciendo que los segundos fueran eternos. Observé mis uñas cuyo esmalte estaba resquebrajado y desastroso como yo. ¿Y si decido abortarlo y así…?

Xxx: ¿Si…?

Yo: Oh… soy yo, Gaspard.

Ulliel: ¿(Name)?

Yo: Sí…

Ulliel: ¿Estás bien? Suenas nerviosa.

Yo: Necesito de tu ayuda (murmuré volviendo a ver el resultado del test sobre la mesita de noche, recordando todos esos momentos hermosos junto a Bill).

Ulliel: Claro, ¿necesitas armamento o a un espía retirado?

Yo: No… no es eso.

Ulliel: ¿Entonces? Me estás asustando a mí y a Lily.

Yo: ¿Ella… está ahí, contigo?

Ulliel: Lo tengo en altavoz.

Yo: Ah…

Ulliel: ¿Está todo bien?

Yo: No.

Ulliel: (Name)… sólo dímelo de una vez. No creo que algo sea tan grave como para…

Yo: Estoy embarazada, Gaspard.

Ya. Lo solté. Lo vomité. Y las luces de la ciudad pestañearon una vez más escuchando con más atención mis palabras y las de la persona en el auricular. Sentía mis mejillas húmedas al decir por primera vez las palabras en voz alta, tomando conciencia de lo que esa frase significaba. Ya nada volvería a ser igual. Nada.

Yo: ¿Gaspard? ¿Lily? ¿Aún están ahí?

Silencio… Dios, si hasta al más parlanchín habría callado.

Yo: Gaspard, yo estoy…

Ulliel: Se supone que no podías tener hijos. Ninguna espía puede tener hijos (murmuró y pude ver su rostro pálido frente al mío por un instante).

Yo: Lo sé, pero…

Lily: Cariño, soy Lily.

Yo: Hola (susurré imaginando a la dulce hermana de Gaspard tratando de tomar el control de una situación que estaba fuera de las manos de su hermano).

Lily: Necesito que me digas si te hiciste alguna prueba.

Yo: Acabo de hacerme unas cinco, y todas arrojan los mismos resultados.

Lily: Vaya…

Yo: Lily, Gaspard, yo… no sé qué hacer (sollocé avergonzada de que los rascacielos me miraran reprobatoriamente y de brazos cruzados).

Lily: ¿Quieres abortarlo?

Abortar. Abortar a una criatura con hermosos ojos café y una sonrisa de ángel que derretiría hasta al más frío de los corazones. Un pequeño regalo que tomaría de Bill sin que él se enterase. Una pequeña parte de él que seguramente sería un hermoso fruto de nuestro amor, de lo que fue nuestra relación. ¿Cómo acabar con algo que empezó siendo tan bello? Mis padres estarían emocionados si fuera a ellos a quienes llamaba para pedirles ayuda. ¿Realmente quieres terminas con esto, (name)?

Yo: No (respondí decididamente a mi pregunta mental y a la pregunta formulada por Lily).

Ulliel: ¿Bill… lo sabe?

Yo: Estoy en Nueva York, lo dejé para no seguir arriesgando su integridad y la de su familia.

Ulliel: Huiste.

Yo: Si le decía, el no me habría dejado ir.

Ulliel: Entiendo… eso quiere decir que estuvo bien decirle con toda sinceridad hace unas horas atrás que no sabía nada de ti.

Yo: ¿Te llamó?

Ulliel: Sí. Sonaba terrible, (name). Dijo que despertó y ya no estabas ni estaban tus cosas, que dejaste una nota y que ya no hay ni rastros de ti.

Yo: Bill (susurré imaginando su rostro angustiado y sus manos pasear por sus cabellos tratando de conservar la calma).

Lily: No puedes ir con Alphonse, (name). Él te obligará a perderlo porque no le sirves así. A no ser que te presentes cuando ya tengas el vientre abultado, y claro, con Gaspard.

Yo: No sé qué hacer (repetí).

Lily: Vendrás a vivir con nosotros, (name). Nosotros cuidaremos de ti y del bebé que llevas en tu vientre. Te relajarás y olvidarás tus problemas por un tiempo.

Ulliel: Lily…

Lily: (Name) nos necesita, Gaspard. Y esa niña o niño también. No pienso dejarla sola en estos momentos. No ahora ni nunca.

Yo: Lily (suspiré agradeciendo al cielo por tenerla a ella como amiga).

Ulliel: En ese caso… bueno, creo que seremos tíos (rió de una manera calmada e imaginé su sonrisa al otro lado del mundo).

Yo: Gracias, chicos… gracias.

Ulliel: Compraré los pasajes ahora mismo y nos veremos en dos días más.

Yo: Ok, gracias.

Lily: No nos agradezcas, (name). Para eso estamos, ¿no? Lo que importa ahora es que cuides de ti y esa hermosa criatura que llevas en tu vientre. Come sano y no hagas movimientos bruscos, ¿vale? Si me entero que Gaspard te encontró practicando defensa personal o cualquier mierda por el estilo, te juro que conocerás cómo soy cuando me enojo.

Yo: Está bien.

Tras unas palabras más, corté el teléfono y me volví hacia el espejo de cuerpo entero del baño. Me sentía extraña, me sentía repentinamente viva, preocupada, atenta e impresionada. Miré mis ojos hinchados y rojizos de tanto llorar, pero algo había cambiado en ellos. Podía ver que entre tanta tristeza, una luz nueva se encendía en ellos. Levanté mi sudadera blanca y observé mi vientre imaginando a una pequeña personita ahí. Lo toqué a medida que asumía que de ahora en adelante, tenía una nueva razón para vivir. Lo imaginé abultado, porque así estaría en unos meses más… redondo y grande.

Yo: Oye (bajé mi cabeza observando mi vientre con las esperanzas de ser escuchada)… cuidaré de ti más que a mi vida, lo prometo. Estaré para siempre contigo, pase lo que pase. Por eso necesito que seas fuerte y resistas en mi vientre los nueve meses que debe estar un bebé.

Y por primera vez luego de dejar a Bill, sonreí de felicidad. Boté la botella de whisky por el inodoro, y encargué una cálida sopa a servicio a la habitación para sentir que mi alma volvía a mi cuerpo. Observé las luces de Nueva York y vi que sonreían felices ante este nuevo cambio. Los rascacielos asentían aprobando mi decisión y el mundo me felicitaba. Hice una nota mental de mandarle mis agradecimientos al ginecólogo que dijo que sería infértil por el resto de mis días.

La Invasora tendría un pequeño Invasor.

Sería mamá.



viernes, 14 de junio de 2013

Capitulo 52 Final (Segunda Temporada)

Xxx: ¿Qué haces tan tarde y sola en la cocina?

Me volteé viendo a Bill en el umbral de la puerta de brazos cruzados y una hermosa sonrisa en el rostro. Continué lavando la vajilla sucia, y botando los restos que quedaba en ella. La verdad es que me divertí mucho con los amigos y familiares de Bill. Tom me invitó a bailar luego de mi conversación con Bill, haciendo que mi libido se enfriara. Andrea se entretuvo comentando cosas femeninas con las amigas de los chicos y riendo a carcajadas con ellas. Georg, Andreas y Gustav retaban al primero que se cruzaba a una carrera de autos, armamentos y matanza de zombis en los videojuegos. Y Bill mantenía su puesto como el rey del tenis de mesa cuando no me veía. Simone y Gordon se devolvieron a su hotel muy temprano a pesar de las insistencias de los gemelos paea que se quedaran acá y no gastaran dinero. Simone se despidió con un “hasta pronto” de mí sin borrar una sonrisa triste de su rostro al saber que ésta sería la última vez que me vería con Bill, tomó la mano de su hijo y la mía uniéndolas mientras murmuraba unas frases en un alemán antiguo y casi extinto.

Sentí sus manos en mi cintura y el calor de su cuerpo cubrir el mío por detrás. Traté de concentrarme en el plato lleno de detergente entre mis manos, enjuagándolo con agua tibia, sin embargo sus labios expertos jugaban con el lóbulo de mi oreja izquierdo, haciéndome ronroneas inconscientemente. Un leve tirón en mi ingle me hizo entrecerrar los ojos aferrándome al plato bajo el agua.

Bill: Lava eso mañana… cuando no sea mi cumpleaños.

Yo: Ya no lo es, Bill. Son las 2 a.m. del 2 de septiembre (sonreí dejando el plato en el seca-vajilla y tomando otro).

Bill: Aún no me has dado mi regalo (canturreó dentro de un puchero apoyando su cabeza en mi hombro).

Yo: Todo a su tiempo, señor Bill Kaulitz.

Bill: No me gusta esperar.

Yo: Pues tendrás que hacerlo.

Bill: ¿Te falta mucho? Eso lo puedo hacer por la mañana.

Yo: ¿Por la mañana? Yo creo que no te despertarás tan temprano (me reí y deposité un beso en su nariz).

Creo que esta es la peor parte de las fiestas; ordenar y limpiar. Sin embargo, me servía para pensar en lo que pasaría cuando Bill se quedase dormido. Me dolía el alma saber que lo vería por última vez hasta un largo período de tiempo, pero todo esto lo hacía para que no llegaran las amenazas a Andrea y los Kaulitz por parte de alguien que me quería sólo a mí.

Bill esperó paciente sentado a mis espaldas sobre la mesa de mármol en el centro de la cocina, cerré la llave del agua caliente y me acerqué a él secando mis manos en sus pantalones oscuros. Me sonrió y acarició mis manos con las suyas en silencio.

Yo: ¿En qué piensas? (susurré observando las lagunas de sus ojos cafés).

Bill: En que me gustó mucho tenerte en mi cumpleaños, en que me encanta ser tu primer cumpleañero tras lo ocurrido con tu familia, en que luces bellísima con ese vestido, y en que quiero abrir y desvestir mi regalo favorito.

Yo: ¡Eres más impaciente que un niño! (reí ante su declaración final).

Bill: Espera (pestañeó rápido observándome de pies a cabeza), ¿viniste en tu Harley?

Yo: Sí.

Bill: ¿¡Y con ese vestido tan ajustad!? ¡Jesús, (Name)! ¿Estás loca?... un depravado debió observarte y pasarse fantasías, ¡o peor! Un violador pudo asaltarte en un semáforo y…

Yo: Bill (sonreí conmocionada ante tanta preocupación de su parte). Excedí los límites de velocidad, así que  dudo que alguien me hubiese notado a esas horas de la noche.

Bill: (Suspiró pasando sus manos por su pelo) No vuelvas a hacerlo, por favor.

Yo: Está bien (le dije sabiendo que posiblemente no habría una segunda vez). Tu regalo está en tu habitación.

Bill: ¡Me sorprendes con tu osadía! (murmuró recuperando su habitual sonrisa fuera de preocupaciones).

Yo: Y a mí tu mente oscura (le guiñé un ojo tomando su mano para llevarlo conmigo hasta su cuarto).

Tratando de despejar  mis  pensamientos de una despedida, alenté a mis pies a continuar con lo que sería la última vez junto a Bill, mi querido cable a Tierra. Subimos en silencio observando las puertas cerradas a nuestro paso y la oscuridad velando por nuestros movimientos siendo una observadora de lo terriblemente cruel que sería en las próximas horas. El recuerdo de la primera vez que volví a verlo luego de estar con Gaspard vino a mi mente, el rostro perlado de Bill debido a la fiebre y los interminables susurros que exhalaba. Ésa vez, me dolió verlo así, y ahora me dolerá mucho más no estar cuando se despierte. Cerró la puerta tras él y yo tomé la pequeña caja negra entre mis manos algo nerviosa al no saber su era el regalo perfecto o si le gustaría aunque sea un poco.

Bill: (Me miró sorprendido frente a mí sin despegar sus ojos de los míos) No es necesario un presente para saber que me amas.

Yo: Esta vez es diferente porque… es tu cumpleaños.

Bill: ¿Y el tuyo cuándo es?

Yo: Da igual, no quiero que arruines tu noche.

Bill: Tu nunca estropeas algo, (name).

Tomó la caja de mis manos y tras mirarme la abrió. Al principio pestañeó sorprendido por lo que veían sus ojos y luego sonrió en mi dirección enseñándomelo como si yo no lo conociera. Lo sacó de la pequeña caja que lo guardaba examinando su largo y cada detalle de él. Yo ni si quiera sabía qué hacer mientras el no mencionara algo que calmasen mis repentinas ansias.

Yo: Es un…

Bill: Crucifijo. Lo sé (dijo sin despegar la mirada del movimiento ondulatorio del collar).

Yo: ¿Te… te gusta?

Bill: Es hermoso (y de repente vio lo que tenía escrito en la parte trasera de la cruz) “Faith”.

Yo: Fue hecho en Roma, Bill. No sé si está bendito pero…

Bill: ¿Por qué esa palabra?

Yo: La fe es la primera de las tres virtudes en la religión católica. Pero más allá de las religiones, es lo que mueve al mundo. Sabes bien que tras la muerte de mis padres dejé de creer en un dios porque pensaba que él me había abandonado. Sin embargo, fue la fe de ser libre la que me motivó a ser quien soy ahora.

Bill: ¿Qué me quieres decir con esto?

Yo: (Suspiré tomando de sus manos el crucifijo de oro blanco y lo miré directamente a los ojos) Quiero que tengas fe en mi, Bill. Quiero que confíes en mi y que si cometo errores me ayudes a levantarme y borrarlos.

Bill: (Name), yo…

Yo: No quiero que creas lo…

Bill: Te creo. Tengo fe en ti. Te amo y siempre lo haré. Pase lo que pase (susurró en mi oído tomando mis manos entre las suyas).

Yo: No quiero que lo prometas porque puedes cambiar de opinión cuando desees. Simplemente quiero que confíes y creas en cada palabra que te he dicho cuando estamos juntos.

Se puso el colla junto a los demás que llevaba en su cuello ignorando mis insistencias por ayudarle. Besó la palabra grabada en la cruz sin despegar su mirada de la mía. Tomó mi cintura y nos meció al compás de una música imaginaria, puse mis manos en su pecho sintiendo el latido tranquilo de su corazón bajo mis dedos.

Bill: ¿Y a mi hermano?

Yo: Un reloj Rolex, ¿está bien?

Bill: Claro que lo está, (name). Bueno, y si no le gusta yo me quedaré con él.

Yo: ¿De verdad te gustó mi regalo?

Bill: No suelo recibir cosas con un sentido sentimental que me conmueve. Sin embargo es la primera vez que le veo el verdadero sentido al crucifijo y a la palabra que lo acompaña… realmente conmovió.

Yo: Es bueno saberlo (murmuré apoyando mi cabeza en su pecho, cómoda por la recepción pacífica de sus brazos).

Bill: Amo que seas sencilla, (name).

Yo: Hmm… (Ronroneé cerrando los ojos como un gato en los brazos de su amo).

Bill: ¿Alguien te dijo algo?

Yo: ¿Algo como qué?

Bill: Me refiero a si te molestaron.

Yo: No (negué observándolo directamente a la cara). Simplemente parecían impresionados con tu declaración frente a ellos.

Bill: Bueno, a veces no puedo contener la alegría de ser afortunado al tenerte.

Yo: ¿Enserio?

Bill: Sí. No me quería separar de ti cuando llegaste. Quería estar contigo a cada rato, pero no podía porque debía saludar  los demás.

Yo: Jajajajajaaa… Andreas mencionó eso.

Bill: ¿A sí?

Yo: Dijo que eras capaz de follarme sobre cada invitado si se pudiera.

Bill: (Se sonrojó sonriendo adorablemente) Ese Andreas… no le hagas caso.

Yo: Lo sé, por eso no le tomé demasiada importancia.

Bill: Aunque ahora que lo pienso… quizás te habría follado frente a ellos, no encima de…

Yo: ¡Bill! (exclamé separándome de él pero aún con sus brazos en mi cintura, tomé sus manos y me sorprendió sentir cuán frías estaban) oye estás muy frío.

Bill: Sólo las manos, de a poco se me calentarán.

Tomé sus manos entre las mías y tras besar sus nudillos uno a uno, las puse en mi cuello, donde estarían ocultas con mi cabello. Bill me miraba de una manera muy profunda como si desnudara mi alma. Aún nos mecíamos pero ya no girábamos, besó mis sienes sin mover sus manos de donde las dejé y luego mis labios antes de unir nuestras frentes. Puse mis manos bajo su camiseta sintiendo la dura piel de su espalda bajo mis dedos.

Bill: (Name), yo…

Yo: Feliz cumpleaños, Bill (susurré memorizando cada milímetro de su rostro).

Bill: Mi cumpleaños es feliz gracias a ti.

Yo: No, es gracias a todos los que vinieron a festejarlo con ustedes.

Bill: No. Yo sé lo que digo… es feliz porque estoy con la mujer que más amo en el mundo, no, en el universo entero.

Las cosas se complicaban demasiado con cada palabra que Bill me decía. Temía por la dimensión  de la herida que se formaba en mi pecho, que se volviera a abrir ese doloroso agujero y que alcanzara el doble de su tamaño a penas me fuera de la vida de Bill, no, a penas desapareciera para siempre. Esto lo hacía por él, debía recordarlo. Por él y su familia.

Besó mis labios cargando con ellos sus propios sentimientos y felicidad. Sentía el calor de ellos derretir los míos o simplemente prenderlos sensibilizando mi piel. Todo revivía en mí cuando lo tenía cerca, y extrañamente sentía algo tomar vida en mi vientre como si me diera más vitalidad de lo que ya tengo. Sus dientes mordieron mis labios con malicia, hinchándolos y enrojeciéndolos. Acerqué su cuerpo al mío subiendo mis manos en su espalda hasta que nuestros pechos estuvieron presionados y nuestros pálpitos se hacían tangibles a través de nuestra piel.

Bill: Tú… eres… mi mejor… regalo (dijo entre besos acercando sus manos a mis mejillas calientes).

Yo: Bill (susurré su nombre sin abrir los ojos como si fuera un himno).

Su lengua delineó mis labios abriéndose paso entre ellos, y aprovechando un suspiro de mi boca, se introdujo en ella. Mi lengua fue a recibir la suya con movimientos lentos en comparación con los suyos. Tragué la saliva que su lengua depositaba a medida que ésta invadía el territorio de mi boca. Me aferré al borde de sus pantalones enganchando el cinturón en mis dedos a medida que sus besos se hacían más ardientes e incendiaban mi libido, más apasionados y menos suaves. Rindiéndome ante Bill, jadeé en busca de aire frío y revitalizador, su boca se deslizó a mi cuello, mordiéndolo con saña, lamiéndolo y depositando su aliento frío para escandalizar mi piel ya sensible. Y lo lograba. Me sujeté en sus oblicuos notando que no podía mantener mi equilibrio estable con sus labios sobre mi piel.

Tanteó por mi espalda hasta encontrar el cierre de mi vestido y bajarlo a un paso que parecía extremadamente perezoso. Me volteé para agilizarlo dejando tomo mi cabello a un lado. Sus manos tocaron cada nueva piel que quedaba libre a sus ojos, ya no estaban frías sino que ardían bajo su tacto. Besó en donde antes había depositado mordeduras juguetonas logrando acabar con el viaje del cierre hasta mi cola.

Bill: Invasora… (Murmuró con su voz ronca y sus dientes en el lóbulo de mi oído).

Yo: ¿Hummm?

Bill: ¿Qué me has hecho?... me tienes completamente hipnotizado.

Yo: ¿Hipnotizado? (murmuré sonriendo ante su extraña elección de palabras).

Bill: Sí, me has cautivado desde que te vi en Las Maldivas. Realmente me encantas, (name). Me fascinas cada días más.

Bajó con suavidad mi vestido hasta mi cintura, ahí, puse mis manos sobre las suyas y continué con el tormentoso descenso hasta que el vestido cayó a mis pies dejando sus faldas extendidas como una flor en donde yo era el centro. Escuché cómo se quitaba su casaca de cuero y su camiseta, agitando los collares en su pecho, uno de ellos, era el que le di. Me dio la media vuelta observándome en ropa interior negra, contemplándome de pies a cabeza como yo a él.

Bill: Hermosa como sólo tú sabes, (name). A tu propia manera (susurró acariciando cada palabra con sus labios y lengua como si fuera una oda de Neruda).

Yo: Pero no quiero opacar al cumpleañero (sonreí guiñándole un ojo).

Bill: Qué lamentable, ya lo hiciste (hizo un puchero negando con la cabeza).

Yo: Es imposible opacar a una estrella de rock, porque saben brillar como sólo ellos lo saben hacer, así que no digas más que…

Interrumpió mi sermón empujando su lengua a mi boca como una desesperada. Salí fuera de mis botines en un abrir y cerrar de ojos volviéndome un poco más pequeña para él. Bill salió de sus zapatillas grises y sus calcetines dándome una vista completamente sexy de toda su anatomía perfecta, marcada y bronceada. Odiaba saber que tendría que alejarme de su calidez, protección y contacto, pero odiaba aún más el saber que seguramente encontraría a otra mujer a quien amar y entregarle su cuerpo con más intensidad que a mí. Me destrozaría el alma verlo con otra persona, saber que sus besos ya no me corresponden y que cada palabra no irá dirigida a mí.

Bill: ¿En qué piensas? Te vez muy distraída (levantó mi barbilla para contemplarme con claridad).

Yo: Pienso en que seguramente algún día te enamorarás de alguien más.

Bill: ¿Por qué piensas eso?

Yo: Simplemente pasó por mi cabeza y…

Bill: Tonterías. Si me volviera a enamorar, esa mujer tendría que ser mejor que tú y seguramente superar a la Invasora. Y como dudo que exista alguien mejor para mí que tú, dudo enamorarme de nuevo. Yo no olvido con facilidad, (name). Ten en cuenta eso antes de pensar tonterías.

Yo: Pero crees en el amor a primera vista y es tipo de amor se…

Bill: Oye (me interrumpió sellando mis labios con un dedo), tú eres mi amor a primera vista. Nadie nunca podrá serlo porque tú eres mis ojos. Entiéndelo.

Nos empujó a su cama abrazando mi cintura y haciéndome soltar un gritito de sorpresa. Nos reímos más cuando noté el peso del cuerpo de Bill sobre mí aplastando mi respiración y ocasionándome cosquillas con la hebilla fría de su cinturón. Separé mis piernas a cada lado de su cuerpo y Bill se enderezó equilibrando su peso con sus rodillas y codos. Subiendo hasta dejar su rostro a la altura del mío. Callamos nuestras risas a penas notamos nuestras miradas enlazadas y aprisionadas en las del otro, notaba cada detalle y movimiento de sus pupilas e iris viendo que me mostraba en ellas como un reflejo en el agua.

Bill: Odio necesitarte tanto, (name).

Me dolió. Sus palabras fueron como una flecha atravesando mis pulmones y mi corazón. Pero no me dio tiempo para reaccionar bastante cuando su boca se encontró nuevamente junto a la mía afirmando sus palabras con caricias rudas y profundas que erizaban mi piel. Sentía algo encenderse dentro de mi cuerpo, una llama ardiendo quizás, pero me vi obligada a aferrarme a él, al tatuaje de su costado y su espalda caliente, a sus músculos tensos que evitaban aplastarme. Sus labios suaves y cálidos devoraban mi boca como si fuera un oasis en medio de un desierto, bebían mi saliva y adoraban los suaves movimientos de mi lengua cuando se juntaba con la suya.

Sus manos bajaron hasta el broche de mi sostén de encaje cuando levanté lo suficiente mi espalda para darles el permiso que necesitaban. Sentí el casi mudo “clic” al desabrocharse y levanté mis brazos lo suficiente para que deslizara los tirantes fuera de ellos. Jadeé al sentir su suspiro frío sobre una de ellos y cerré los ojos notando que mi piel parecía necesitar de aquel contacto que sólo él podía satisfacer. No me dio tiempo suficiente para recomponerme cuando noté que enganchaba sus dedos en las medias negras, bajándolas lentamente… pierna por pierna. Besó mis muslos alargando la tortura de ser saciada y haciendo más intenso el doloroso pero exquisito tirón en la parte baja de mi vientre. ¿Qué más quería? Estaba totalmente húmeda, hadeante, excitada y adolorida por él. Bill sabía cómo manejar cada partícula de mi cuerpo, dónde tocar y cómo, dónde besar y cuándo sonreír, cómo hablar y dónde. Él era el titiritero y yo su simple juguete.

Deslizó su lengua y sus labios donde mi rodilla izquierda hasta el empeine de mi pie deslizando (¡Por fin!) la media fuera de él para luego repetir el proceso por el segundo. Tiró la fina prenda detrás de él y abrió mis rodillas flectadas con una sonrisa que quemaría hasta al mismísimo Sol.

Bill: Amo mi regalo de cumpleaños, Invasora. Realmente lo estoy disfrutando al máximo.

Yo: Ah… (Jadeé poniendo mis brazos sobre mi cabeza).

Bill: Creo que hasta las bragas de encaje me encantan, en especial si tapan esa zona tan mía… y sólo mía.

No sé cómo se deshizo de ella, porque me costaba mantener la vista atenta a sus movimientos. Escuché que se quitaba sus pantalones y luego lo vi totalmente desnudo frente a mí… sobre mí. Mis caderas se movieron involuntariamente al notar su miembro cerca de mi entrada. Tomó mis manos en las suyas enlazando nuestros dedos sobre mi cabeza y comenzó a besar mis mejillas, cuello y oídos, evitando mi boca que rogaba por él entre suspiros ahogados. Mis pechos se aliviaron al sentir el contacto con el suyo pero no duró lo suficiente ya que su boca se adueñó de ellos haciendo que mi espalda se arqueara para recibirlo y que mis rodillas temblaran entre su cuerpo. Un gemido de placer y dolor salió de mis labios cuando mordió duramente uno de mis pezones estirándolo y retorciéndolo con malicia. Traté de alejarlo pero sus manos sujetaron las mías con fuerza. Repitió lo mismo con el otro sonrosando mis pechos e hinchándolos bajo su tacto.

Luego los besó, lamiéndolos lentamente asegurándose que quedaran bien humectados con su saliva y volvió a estirar uno de ellos con maldad y salvajismo. Luego lo sentí. Aquel intenso tirón bajo mi vientre cubrió todo mi cuerpo cegándolo de sensaciones indescriptibles para luego liberarse con un gemido que los labios de Bill ahogaron. Notaba lágrimas contenidas desbordarse de mis ojos y mis músculos como gelatina.

Bill: Nuevas experiencias para empezar un nuevo año de vida (murmuró sonriendo satisfecho por lo que había logrado en mí).

Yo: ¿Dónde… lo aprendiste? (jadeé tras sentir las última réplicas).

Bill: No se aprende. Es instinto.

Yo: ¿Orgasmos en base al dolor?

Bill: Instinto suena mejor.

Yo: ¿Instintos?

Bill: Aunque no lo creas, estoy tan sincronizado con tu cuerpo que sé lo que quiere y cómo dárselo.

Yo: Eso es nuevo (murmuré impresionada ante su descubrimiento).

Bill: Simplemente lo conozco, (name). He aprendido a conocerlo muy bien desde que te vi por primera vez.

Yo: Si lo conoces, ¿qué es lo que te dice ahora?

Bill: No dice nada. Simplemente me quiere a mí.

Nuevamente las sensaciones se despertaron en mí como una serpiente ante la canción de su flautista. Fui a por sus labios sintiendo una nueva llama en mi vientre expandiéndose a todo mi cuerpo despertando intensas emociones y escalofríos. Soltó un gruñido cuando sus besos se volvieron salvajes mordiendo mis labios y peleando con mi lengua por él espacio de mi boca. Lo sentía cerca, su miembro rozaba mi entrada convirtiendo la espera en una tortura exquisita. Deslicé mis manos a su pecho, sintiendo cada relieve bajo la yema de sus dedos. Gimió dentro del beso y fui a por sus glúteos apretándolos y subiendo a su espalda.

Bill: (Name).

Jadeó unas cuantas veces mi nombre y me penetró con la suavidad de un suspiro. Era exquisito e indescriptible, como si necesitaras llenar ese vacío para sentirte completa, un vacío que sólo Bill podía llenar a la perfección. Nos observamos sin movernos conectando nuestros pensamientos y mirando la piel escarchada del otro. Bill tenía los labios rosados con tantos besos, mordidas y lamidas, quizás los míos estaban igual que los suyos. Comenzó a moverse dentro de mi con movimientos suaves que hacían ecos en el interior de mi vientre bajo y me hacían gemir, luego salía y volvía a recibirlo con mis piernas a cada lado de él.

Hundí mis uñas en su espalda cuando embestía y él siseaba algo inentendible sin detener el avance brusco y agresivo de ellas por su piel. Tomó mis caderas entre sus manos levantándolas cuando iba a por mí logrando mayores sensaciones para ambos. Mis manos se resbalaban por su espalda notando el sudor entre mis dedos. Entrecerré los ojos al notar su aliento en mi cuello cuando apoyó su cabeza a un lado de la mía. Jadeaba, gemía, siseaba, gruñía y murmuraba con una voz extremadamente ronca mi nombre.

Sólo de una cosa estaba segura; me dolía el alma dejarlo ahora.

Mis ojos picaban de tan sólo pensar en que debía guardar ésta noche como un tesoro muy valioso en mi memoria. Las sensaciones crecían en mí al ritmo en que las embestidas se hacían más fuertes y rápidas. Mis caderas se levantaban en contra de mi voluntad para recibirlo, mis labios estaban secos de tanto gemir y lágrimas empapaban mis mejillas mezclándose con el sudor de mis cabellos.

Bill: ¿Estás…? (gimió observando con el café líquido y brillante en sus ojos).

Yo: Ah… sí.

Bill: Te… amo demasiado… (name).

Sus palabras finales fueron las que derrumbaron mi torre de placer. Los escalofríos y corrientes eléctricas corrieron por mi piel y todo lo que pude hacer para no desplomarme en aquel abismo fue enganchar mis dedos en la espalda de él. Sentí el interior de mi vientre lleno de la esencia de Bill y susurré su nombre antes de abrir los ojos y notar que él también había alcanzado el orgasmo y ahora descansaba su cabeza entre mis pechos. Enredé mis dedos entre sus cabellos húmedos al tiempo que enredaba sus brazos en mi cintura y sus piernas con las mías. Sus ojos estaban cerrados y su respiración poco a poco se calmaba.

Bill: Eres hermosa, (name). Jamás me cansaré de ti ni me enamoraré de otra persona.

Yo: ¿Te gustó tu regalo de cumpleaños?

Bill: Jamás me lo quitaré del cuello, lo juro. Y me gustó más la segunda parte… creo que fue mi favorita.

Yo: Lo suponía.

Bill: Hmm… me quedaré dormido si sigues jugando con mi cabello.

Yo: Antes lo tenías largo… ¿no lo extrañas?

Bill: Planeo dejármelo crecer.

Yo: Ah…

Bill:¿No te gusta la idea?

Yo: Claro que me gusta, es sólo que me cuesta imaginarte con el pelo largo.

Bill: Será igual que cuando tenía dieciocho, sólo que rubio.

Yo: En ese caso, te verás muy guapo, Kaulitz… ¿oye?

Bill: Dime.

Yo: ¿Qué dijo tu madre cuando se despidió?

Bill: Ah… es una antigua bendición familiar. Se les dice a las parejas para que estén siempre unidos por el destino.

Yo: ¿Y qué te dijo?

Bill: (Me observó directamente a los ojos y sonrió suavemente)”Benditos, unidos, amados, protegidos… por siempre y más allá del para siempre”.

Yo: Oh…

Bill: Sí, “oh”… tus heridas ya están sanando.

Yo: Sólo quedan unas costras que pican.

Bill: No te las quites o volverá a salir sangre.

Yo: No lo haré, papá.

Bill: Te quedarán cicatrices.

Yo: Son removibles con cremas o tratamientos dérmicos.

Bill: ¿Segura?

Yo: Sí. Si no fuera así, me verías como una muñeca de trapo.

Bill: ¿Ya no sientes dolor cuando te lastimas?

Yo: Claro que sí lo siento. Pero cuando estás en medio de una misión o frente a tu enemigo, no hay lugares ni tiempo para sanarlas.

Bill: ¿Y no sería mejor que usaras escudos o algo así para no terminar tajeada?

Yo: Necesito sentirme liviana para ser más ágil.

Tras unos minutos, me puse de boca abajo cerrando mis ojos y rogando para que cada segundo pasara lentamente y evitar lo inevitable. Bill pesaba mi espalda y acariciaba las cicatrices con la yema de sus dedos. Sentía su respiración chocar contra mi piel regándola de su aroma suave. Las sabanas nos cubrían a ambos, nuestras piernas estaban enredadas y nuestros cuerpos yacían juntos en nuestro último nido de amor.

Extrañaría su risa, sus suspiros, su voz susurrando mi nombre, aquellos ojos quemando los míos y empequeñeciéndome, sus labios rozando los míos y susurrando bajo mi piel mil palabras hermosas, sus manos tocando mi cuerpo y llenándolo de sensaciones maravillosas. Era como acabar con una primavera llena de mariposas, flores, corazones y días soleados para cambiarla por un verano seco, caluroso y sin agua.

-Te amo –murmuró.

Me obligué a sonreír tragando el nudo en mi garganta. Me acurruqué a su lado poniendo una mano en su corazón y sintiendo sus brazos enrollarse en mi cuerpo como si no me quisiera dejar ir. Sabía que pronto se dormiría, sólo era cuestión de tiempo y luego podría irme y dejarlo a salvo de mis fantasmas. Apoyé mi cabeza en su hombro inhalando del aroma puro y adictivo concentrado en su cuello, simplemente quería guardarlo en mi memoria para siempre o por el tiempo en que estuviera lejos de él. Su mano cubrió la mía y se quedó inmóvil a mi lado. Cerré los ojos escuchando el suave respirar y cada vez más lento, esperando la hora de abandonarlo. Debían ser como las cinco de la madrugada, o seis… el vuelo salía a las nueve de la mañana.

Pasadas unas horas y cuando su respiración de volvió lenta y profunda, me separé de él vistiéndome en silencio sin despegar mi mirada de su cuerpo. Saqué las pocas prendas que tenía en su cuarto y las guardé en un bolso pequeño. Cogí un papel y un lápiz, escribiendo mis últimas palabras… las últimas palabras para el amor de mi vida. Deposité la nota en la mesita de noche y besé sus labios por última vez, dejando un último rastro de mí en él. Obligué a mis ojos a despegarse de él, pero a cambio una lágrima cayó en su mejilla haciendo que soltada un gemido dentro de sus sueños. Tomé mis cosas en silencio, y caminé entre la oscuridad fuera de su cuarto.

Ya afuera, arrastré la moto apagada hasta afuera de la casa, y lejos de la cuadra de la casa de los Kaulitz. Sentía una mirada de lejos, sin embargo la ignoré sabiendo que podía ser cualquier persona. Observé la hora. Seis treinta de la mañana. Encendí la moto recobrando la compostura y repitiéndome que esto era para mejor y por el bien de ellos.

Los mejor era que ellos siguieran siendo músicos.

Lo mejor era que yo siguiera siendo la Invasora.

...Lo mejor era que la vida siguiera.