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jueves, 3 de octubre de 2013

Capítulo 22 (Tercera Temporada)

-¿Por qué ya no hablas con ella? ¿Te rompió el corazón?

-No es de tu incumbencia, Bianca.

-Pero ella no se ve molesta.

-No estamos enojados.

-¿Entonces?

-¿Qué?

-¿Ya tuviste lo que querías?

-Algo así.

-¿Follaron?

-No. No follo con cada chica con la que hablo.

-Pues yo pensaba que era así.

-Ahora sabes que no.

-Te ves… agotado.

-Es la natación.

-¿Cuántas horas te quedaste en el gimnasio?

-Cuatro.

-¿Y tu madre?

-¿Qué pasa con ella?

-¿Sigue con el nerd?

-Sí.

-Dios, no soporto a ese tipo. Lo he visto una vez y ya no lo tolero.

-Mientras a ella le guste y la trate bien, no hay problema.

-¿Por qué estás cortante? Oye, no vengo todos los días a tu casa, eh.

-Estoy cansado, Bianca. ¿De qué otra manera te lo explico?

-Vale, vale… no molesto más.

Volví a tomar de mi bebida energética, tirado como lagartija al sol sobre una de las sillas del patio. Bueno, ya no quedaba mucho de sol, no cuando estaba atardeciendo y la brisa fría de Berlín se hacía sentir cada vez más gélida.

-¿Así que fueron a cenar? –preguntó refiriéndose a mi madre y su “amigo” nerd.

-Ajá.

-Eso quiere decir que volverá como a las doce.

-Exacto.

-O mañana por las mañana.

-No lo hará. Mamá no es de esas.

-Qué sabes tú, quizás realmente encontró al amor de su vida y…

-Eso no pasará Bianca –la miré enfurecido ante sus palabras sin dejar que continuara con su teoría del amor y un “felices por siempre” para mamá.

-Tarde o temprano pasará, Sascha. No puedes retrasar por mucho tiempo algo que pasará pronto.

-No pierdo nada intentándolo.

Me levanté de mi cama, yendo a por mí polerón gris con capucha, mi billetera, las llaves y el celular. No podía seguir escuchando a Bianca. Quería dejar a mente en blanco por unos instantes, nada más. Quería pensar en otras cosas que no fueran lo Kaulitz, el nerd de Ian y mamá. Quería despejar esos pensamientos que me pedían a gritos que recuperara la cordura y siguiera con mi búsqueda.

-¿Dónde vas?

-A follar, ¿me acompañas? –sonreí de medio lado sabiendo que odiaría mi idea.

-Pensé que te iba más la abstinencia en Alemania.

-Los vicios nunca se pierden Bianca. Simplemente se ocultan en la obscuridad de tus pensamientos esperando a salir en el momento correcto.

-¿Lo tuyo es un vicio?

-No lo sé, puede que sí.

-Bien, yo me quedaré acá. A mis padres les dio por tener una luna de miel de dos días y me aburro como ostra en casa. Creo que Aki me podría divertir unos segundos.

Observé a mi perro recostado junto a mi escritorio, durmiendo plácidamente en el calor de mi cuarto.

-Que te diviertas durmiendo con Aki –me burlé y alcancé a esquivar una almohada antes de cerrar la puerta.

-¡Jodete Kaulitz! –escuché desde las escaleras y sólo sonreí recordando que muchas chicas solían decirme eso luego de follar y explicarles mis reglas del juego.




INVASORA


-Me alegra que te haya gustado la cena… digo, para ser algo improvisado…

-A veces lo improvisado es lo mejor –sonreí sorbiendo de mi copa de vino tinto.

-¡Pero ni si quiera sabía que un con trozo de pizza serías tan feliz! –tomó mi mano entrelazando nuestros dedos.

-La verdad es que para mi no es ningún problema comer cosas así.

-Bueno, la verdad es que pensé que pedirías una de masa extra fina o una aburrida.

-¿Por qué? –alcé ambas cejas sonriendo ante su conclusión errónea.

-Es que las mujeres suelen preocuparse demasiado de su figura y… bueno, la tuya es despampanante.

Se sonrojó a la velocidad de la luz con una sonrisa tímida peleando por salir en la comisura de sus labios. Dios, realmente mi relación con Ian era como la de dos adolescentes enamorados. Me hacía sentir especial y muy querida a pesar de nuestra edad ya adulta.

-Con un trabajo como el que tengo, puedo comerme hasta una vaca sin engordar. Así que no dejes que las apariencias te engañen.

-Realmente luces hermosa. Cada día más, (name).

Le sonreí agradecida, sin rubores de por medio. Ése es el problema. Amo a Ian, realmente lo quiero mucho, pero… a veces siento que nuestra relación no es tan intensa comparada con la que tenía con… bueno, quizás era por una cosa de la edad. Alisé las faldas de mi vestido púrpura, mirando de reojo los tacones negros que usaba.

-¿Y Alexander no te puso ningún problema?

Volví a mirarlo viendo que su mirada volvía a ser despreocupada tras sus lentes.

-Él nunca me pone problemas –fruncí el entrecejo ante la extrañeza de su pregunta.

-Pensé que sí… lo decía por su personalidad tan fuerte y rebelde.

- Bueno, nunca he tenido problemas de ése tipo con él a pesar de su rebeldía.

-Pero me contaste que rayó una muralla en su instituto.

-Siempre hace cosas así. En especial cuando está enojado –murmuré recordando que la gran mayoría de esos actos se debían a peleas entre nosotros o con personas que lo molestaban.

-¿Pero no ves que eso no es normal? –insistió acercándose más.

-Ian, no insistas. Yo soy la madre de Alexander y sé qué hacer con él cuando…

-Va a cumplir dieciocho dentro de poco, querida.

Suspiré levantándome para evitar una discusión en nuestra cena. No quería pelear, y menos con él. Alexander no podía ser el motivo de nuestra pelea. Yo soy quien cría a mi hijo, no él por mucho que sea mi pareja.

-Hey…

-Voy al tocador –murmuré con una pequeña sonrisa haciéndole saber que todo iba bien.

Besó mi mano y me dejó seguir con mi camino a los baños del restaurant. Debía refrescarme un poco para bajar los humos de mi cabeza. Tomaría otra copa y seguramente volvería a casa a ver a Sascha y recuperar la tranquilidad que me había sido arrebatada con la mención del comportamiento de mi hijo.

Frente al espejo me encontré irreconocible como muchas otras veces me habían pasado. ¿Dónde había quedado la joven locamente enamorada, aquella que sabía lo que era el amor y disfrutaba de aquel sentimiento pleno con júbilo? Sentía que quien vivía todas esas cosas por mí, era Alexander. Pero el no apreciaba el amor. Quizás si hubiese llamado desde Nueva York esa noche a su padre, él sería una persona diferente y no un joven que cree que el amor apesta tal y como yo lo creí alguna vez.

Observé aquel brillo opaco provenir de mis ojos, y un rubor falso ocasionado por el maquillaje. No. Lo mejor sería ignorar todas estas cosas de momento. No podía caer en mi abismo personal en un restaurante y mucho menos con Ian tan cerca. Arreglé mi cabello, agregué un poco de brillo labial y pellizqué mis mejillas para un falso rubor más intenso. Me observé en el vestido. Nada había cambiado en mi cuerpo. Seguía delgada a pesar de haber concebido un niño, sólo que mi busto aumentó a un nivel que me incomodaba un poco. Arreglé mi collar de perlas y volví a alisar mis faldas antes de salir y posar mi mano en la manilla.

Si hubiese sabido lo que vendría en ese momento, seguramente no habría venido.

Habría sugerido otro lugar.

Habría cancelado nuestra cita.

Habría cambiado mi residencia.

O me habría asegurado de quedarme con mi hijo en casa viendo alguna película.

Aquel órgano que creía muerto, empezó a traicionarme reviviendo justo en el momento menos indicado. Latiendo rápido ante quien mis ojos veían. Tras diecisiete años. Tras miles de lágrimas derramadas. Tras muchos suspiros en su nombre. Tras muchos sueños a mitad de la noche. Tras muchas sonrisas. Lo volvía a ver. ¿Acaso no era ése el motivo por el cual no quería venir a Alemania ni a Los Ángeles? ¿No era esto lo que predecía mi destino? Tarde o temprano lo volvería a ver.

Y todo se congeló cuando me vio. Todo se volvió agua y silencio. Todos esos años de autocompasión se desmoronaron. Las paredes gruesas e indestructibles de mi mente, se hicieron polvo. No podía huir de aquella mirada que me hipnotizó en los mejores momentos de mi vida. Seguía igual. Nada en él había cambiado. Seguía usando sus perforaciones y no había arrugas de expresión en su rostro. El tiempo no había arrasado con él. Observé aquel suave lunar bajo su boca que tantas veces besé en la desesperación de amarlo hasta doler.

Bill…

No. No podía. No era correcto. No.

Pero mis piernas no se movían. Estaban quietas ante su antiguo dueño. Me traicionaban y me señalaban que querían permanecer ahí hasta que él las reclamara y las enlazara a sus caderas. Necesitaba encontrar a Ian, decirle que debíamos irnos y que me alejara lo más rápido posible de acá ahora antes de que mis acciones traicionaran a mis pensamientos.

-(Name) –me llamó con una voz un poco más ronca de la que conocían mis oídos, pero que parecían derretir mis sentidos con mayor intensidad.

No. No me traiciones cuerpo, piel, corazón, respiración, ojos. No ahora. No frente a él.

Se acercó ignorando a alguien que lo llamaba a sus espaldas, volviendo a recrear aquella burbuja que alguna vez se rompió con mi partida. Retrocedí un paso pegándome a la pared más cercana de aquel estrecho pasillo. Podía sentir su mirada ver a través de mi y desnudarme hasta reducirme. Bajé la mirada a la punta de mis zapatos… unos centímetros más y…

-(Name) –susurró con una dulzura arrebatadora que provocó una explosión en mi interior.

Mi mirada se volvió borrosa y di por hecho que ya estaba llorando. Sentí la punta de sus dedos tocar mi mejilla… Dios, haz que mi cuerpo responda y huya de ahí. Y como si aquel ser divino me hubiese escuchado, mi mano izquierda tomó su muñeca sobre la ropa alejándola de mi mejilla, evitando cualquier contacto que pudiera destruirme en mil pedazos una vez más. Lo empujé sintiendo que ahora me llamaba con urgencia, con la misma urgencia que mi cuerpo gritaba su nombre. Mi piel dolía por su tacto, pero no podía. No ahora.

Divisé a Ian antes de que Bill pudiera alcanzarme. Me vio y palideció notoriamente dejando unos billetes en la mesa. Corrió hasta mí y tomó mis mejillas húmedas, pero no sentía su caricia ni mucho menos los murmullos rápidos que salían de su boca. Simplemente oía a Bill acercándose cada vez más hasta dañar mis defensas.

-¿Qué pasa cariño, quién es él? –susurró sulfurando con la mirada a quien me llamaba.

-Vámonos… por favor Ian –susurré entre lágrimas.

-Ok.

-¡(Name)!... ¡por favor!... ¡(Name)! –lo oía gritar a mis espaldas a penas eché a correr por el estacionamiento hasta el auto de Ian.

Abrió las puertas y entró también encendiendo el auto. Cerré los ojos y tapé mis oídos, incapaz de verle frente a mi puerta gritando mi nombre a los cuatro vientos queriendo mi atención. Escuché las ruedas moverse y abandonar el aparcamiento y suspiré alivianando la presión en mi pecho.

-¡Joder! ¡¿Qué hace este tipo?! –gritó Ian.

Observé el espejo retrovisor y vi que un auto nos seguía. Dios, era él. ¿Por qué no simplemente me dejaba ir y seguir con mi vida? ¿Por qué me perseguía? ¿Acaso no le bastó con todo el daño que le hice? Me sujeté del asiento más que nerviosa de que chocáramos a la velocidad en la íbamos.

-¡¿Dónde aprendió a manejar?!... Dios, éste tío sí que sabe manejarse por las calles –farfulló aumentando la velocidad.

-¡Jesús, Ian! Necesito que nos escondas –chillé viendo el impecable auto oscuro detrás de nosotros a solo unos metros.

-¡Guíame!

-¡La autopista, Ian!

Giró el auto precipitadamente y me afirmé de la manilla de la puerta. Saltamos semáforos, zigzagueamos, hicimos todo lo posible para alejarlo pero él insistía. Y mi corazón latía desbocado al saber que su antiguo dueño iba a por él y por mí. Cada centímetro de mi gritaba de felicidad por volver a verlo, pero no podía permitir que mis sentimientos se interpusieran con mi presente. Tomé el volante y lo giré bruscamente, tomando la dirección contraria bajo el riesgo de chocar con el auto de Bill tras nosotros. No nos siguió, no alcanzó a predecir el movimiento automovilístico y ésa fue una revancha para nosotros.

Ian nos escondió en un aparcamiento público lleno de autos en donde era imposible divisarnos. Apagó el motor y sólo nuestras respiraciones se hicieron escuchar entre el silencio. Jesucristo, ¿qué fue eso?...

-(Name) –murmuró mi nombre entre jadeos tomando mi rodilla.

Las lágrimas y sollozos lastimeros salieron a penas tuvieron oportunidad. Bill… lo había visto de nuevo y… no podía negar aquel sentimiento aún más poderoso que todos los que he sentido en mi vida. Cada recuerdo, cada momento juntos… sonrisas, llantos, peleas, gritos, discusiones, susurros, besos… todo, todo volvía a mí como un constante perdida en mi vida que quería hacerse presente. E inconteniblemente todos mis pensamientos indicaban que Alexander era el fiel reflejo de su padre, de Bill. Sentí tanto dolor en mi pecho, que creí morir a penas lo vi.

-¿Era él verdad? –dijo besando mi cabeza ya que mis manos tapaban mi rostro.

-A-a esto temía –murmuré más para mí que para él.

-Se veía… descompuesto cuando te vio.

Limpié las lágrimas que seguían saliendo con mayor intensidad y descansé mi cabeza en su hombro mientras él me abrazaba susurrando palabras cariñosas. Temí tanto a éste momento, temía a aquel sentimiento sellado bajo mi piel, a rememorar cada momento con él. Realmente creí imposible impedir que me tocara, que mis pies se alejaran de él cuando todo mi cuerpo lo deseaba cerca. Me sentía agotada, como si toda mi vitalidad fuese arrebatada por él.

Y de repente otra realidad me azotó. Bill Kaulitz, estaba acá.

-¿Él es el padre de…? –lo observé limpiando mis mejillas.

-Sí.

-¿Cómo es posible que lo conozcas?

Me encogí de hombros. Todos conocen al amor de su vida en circunstancias distintas.

-Alguien del mundo de la fama y… una espía. Esto es de locos, (name).

-Lo sé.

-¿Ya estás… mejor?

Dios, éste hombre no servía demasiado para consolar a una mujer. Farfullé algún que otro grito en mi cabeza incluyendo groserías. ¿Es que a los espías como él no le enseñaban cosas tan humanas? Recuperé a cordura, ordené mi cabello y limpié los restos de maquillaje corrido.

-Llévame a casa, por favor –susurré apoyando mi frente en el vidrio y así evitar su mirada.

-Ok.


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Me retrasé porque me quedé dormida en la tarde y luego terminé un trabajo... ¿ahora entienden cuando les pido paciencia? Realmente se vienen cosas muy intensas ;)

Nos leemos el domingo!! 

6 comentarios:

  1. AAAAAAYYYYYYY ¡DIOS MIO! CASI ME INFARTO POR DIOS! QUE CAPITULO ME ENCANTO ANSIO EL DOMINGO UN BESO CUIDATE

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  2. DIOS ! QUE ALGUIEN ACERELE EL TIEMPO Y QUE YA SEA DOMINGOOOO!!!!! T,.T LO AME LO AME! ESTE FIC DEBERIA SER PUBLICADO COMO LIBRO *_*

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  3. Dioooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos!!!!! T^T
    Quedé :O :O :O D: D:
    Sólo diré que espero el siguiente
    Cuídate y un abrazo :D

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  4. me acabas de dejar en sock jajjajajaja sigueee!!!!

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  5. EL CAPITULO QUE MAS ESPERABA! DIOS!!!! no se, fue perfecto, no puedo esperar hasta el domingo! siento que falta demasiado y me muero por seguir leyendo
    gracias Nina<3

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  6. Wow Wow Wow!!! Me lei tres veces el cap!!!! me encanta me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    Nina, eres la mejor sin duda!!!! Quiero que sea domingo!!!

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