-¿Por qué ya no hablas con ella?
¿Te rompió el corazón?
-No es de tu incumbencia, Bianca.
-Pero ella no se ve molesta.
-No estamos enojados.
-¿Entonces?
-¿Qué?
-¿Ya tuviste lo que querías?
-Algo así.
-¿Follaron?
-No. No follo con cada chica con
la que hablo.
-Pues yo pensaba que era así.
-Ahora sabes que no.
-Te ves… agotado.
-Es la natación.
-¿Cuántas horas te quedaste en el
gimnasio?
-Cuatro.
-¿Y tu madre?
-¿Qué pasa con ella?
-¿Sigue con el nerd?
-Sí.
-Dios, no soporto a ese tipo. Lo
he visto una vez y ya no lo tolero.
-Mientras a ella le guste y la
trate bien, no hay problema.
-¿Por qué estás cortante? Oye, no
vengo todos los días a tu casa, eh.
-Estoy cansado, Bianca. ¿De qué
otra manera te lo explico?
-Vale, vale… no molesto más.
Volví a tomar de mi bebida
energética, tirado como lagartija al sol sobre una de las sillas del patio.
Bueno, ya no quedaba mucho de sol, no cuando estaba atardeciendo y la brisa
fría de Berlín se hacía sentir cada vez más gélida.
-¿Así que fueron a cenar?
–preguntó refiriéndose a mi madre y su “amigo” nerd.
-Ajá.
-Eso quiere decir que volverá
como a las doce.
-Exacto.
-O mañana por las mañana.
-No lo hará. Mamá no es de esas.
-Qué sabes tú, quizás realmente
encontró al amor de su vida y…
-Eso no pasará Bianca –la miré
enfurecido ante sus palabras sin dejar que continuara con su teoría del amor y
un “felices por siempre” para mamá.
-Tarde o temprano pasará, Sascha.
No puedes retrasar por mucho tiempo algo que pasará pronto.
-No pierdo nada intentándolo.
Me levanté de mi cama, yendo a
por mí polerón gris con capucha, mi billetera, las llaves y el celular. No
podía seguir escuchando a Bianca. Quería dejar a mente en blanco por unos
instantes, nada más. Quería pensar en otras cosas que no fueran lo Kaulitz, el
nerd de Ian y mamá. Quería despejar esos pensamientos que me pedían a gritos
que recuperara la cordura y siguiera con mi búsqueda.
-¿Dónde vas?
-A follar, ¿me acompañas? –sonreí
de medio lado sabiendo que odiaría mi idea.
-Pensé que te iba más la
abstinencia en Alemania.
-Los vicios nunca se pierden
Bianca. Simplemente se ocultan en la obscuridad de tus pensamientos esperando a
salir en el momento correcto.
-¿Lo tuyo es un vicio?
-No lo sé, puede que sí.
-Bien, yo me quedaré acá. A mis
padres les dio por tener una luna de miel de dos días y me aburro como ostra en
casa. Creo que Aki me podría divertir unos segundos.
Observé a mi perro recostado
junto a mi escritorio, durmiendo plácidamente en el calor de mi cuarto.
-Que te diviertas durmiendo con
Aki –me burlé y alcancé a esquivar una almohada antes de cerrar la puerta.
-¡Jodete Kaulitz! –escuché desde
las escaleras y sólo sonreí recordando que muchas chicas solían decirme eso
luego de follar y explicarles mis reglas del juego.
INVASORA
-Me alegra que te haya gustado la
cena… digo, para ser algo improvisado…
-A veces lo improvisado es lo
mejor –sonreí sorbiendo de mi copa de vino tinto.
-¡Pero ni si quiera sabía que un
con trozo de pizza serías tan feliz! –tomó mi mano entrelazando nuestros dedos.
-La verdad es que para mi no es ningún
problema comer cosas así.
-Bueno, la verdad es que pensé
que pedirías una de masa extra fina o una aburrida.
-¿Por qué? –alcé ambas cejas
sonriendo ante su conclusión errónea.
-Es que las mujeres suelen
preocuparse demasiado de su figura y… bueno, la tuya es despampanante.
Se sonrojó a la velocidad de la
luz con una sonrisa tímida peleando por salir en la comisura de sus labios. Dios, realmente mi relación con Ian era como la de dos adolescentes enamorados.
Me hacía sentir especial y muy querida a pesar de nuestra edad ya adulta.
-Con un trabajo como el que
tengo, puedo comerme hasta una vaca sin engordar. Así que no dejes que las
apariencias te engañen.
-Realmente luces hermosa. Cada
día más, (name).
Le sonreí agradecida, sin rubores
de por medio. Ése es el problema. Amo a Ian, realmente lo quiero mucho, pero… a
veces siento que nuestra relación no es tan intensa comparada con la que tenía
con… bueno, quizás era por una cosa de la edad. Alisé las faldas de mi vestido
púrpura, mirando de reojo los tacones negros que usaba.
-¿Y Alexander no te puso ningún
problema?
Volví a mirarlo viendo que su
mirada volvía a ser despreocupada tras sus lentes.
-Él nunca me pone problemas
–fruncí el entrecejo ante la extrañeza de su pregunta.
-Pensé que sí… lo decía por su
personalidad tan fuerte y rebelde.
- Bueno, nunca he tenido
problemas de ése tipo con él a pesar de su rebeldía.
-Pero me contaste que rayó una
muralla en su instituto.
-Siempre hace cosas así. En
especial cuando está enojado –murmuré recordando que la gran mayoría de esos
actos se debían a peleas entre nosotros o con personas que lo molestaban.
-¿Pero no ves que eso no es
normal? –insistió acercándose más.
-Ian, no insistas. Yo soy la
madre de Alexander y sé qué hacer con él cuando…
-Va a cumplir dieciocho dentro de
poco, querida.
Suspiré levantándome para evitar
una discusión en nuestra cena. No quería pelear, y menos con él. Alexander no
podía ser el motivo de nuestra pelea. Yo soy quien cría a mi hijo, no él por
mucho que sea mi pareja.
-Hey…
-Voy al tocador –murmuré con una
pequeña sonrisa haciéndole saber que todo iba bien.
Besó mi mano y me dejó seguir con
mi camino a los baños del restaurant. Debía refrescarme un poco para bajar los
humos de mi cabeza. Tomaría otra copa y seguramente volvería a casa a ver a
Sascha y recuperar la tranquilidad que me había sido arrebatada con la mención
del comportamiento de mi hijo.
Frente al espejo me encontré
irreconocible como muchas otras veces me habían pasado. ¿Dónde había quedado la
joven locamente enamorada, aquella que sabía lo que era el amor y disfrutaba de
aquel sentimiento pleno con júbilo? Sentía que quien vivía todas esas cosas por
mí, era Alexander. Pero el no apreciaba el amor. Quizás si hubiese llamado desde Nueva York esa noche a su padre, él sería una persona diferente y no un joven
que cree que el amor apesta tal y como yo lo creí alguna vez.
Observé aquel brillo opaco
provenir de mis ojos, y un rubor falso ocasionado por el maquillaje. No. Lo
mejor sería ignorar todas estas cosas de momento. No podía caer en mi abismo
personal en un restaurante y mucho menos con Ian tan cerca. Arreglé mi cabello,
agregué un poco de brillo labial y pellizqué mis mejillas para un falso rubor
más intenso. Me observé en el vestido. Nada había cambiado en mi cuerpo. Seguía
delgada a pesar de haber concebido un niño, sólo que mi busto aumentó a un
nivel que me incomodaba un poco. Arreglé mi collar de perlas y volví a alisar
mis faldas antes de salir y posar mi mano en la manilla.
Si hubiese sabido lo que vendría
en ese momento, seguramente no habría venido.
Habría sugerido otro lugar.
Habría cancelado nuestra cita.
Habría cambiado mi residencia.
O me habría asegurado de quedarme
con mi hijo en casa viendo alguna película.
Aquel órgano que creía muerto,
empezó a traicionarme reviviendo justo en el momento menos indicado. Latiendo
rápido ante quien mis ojos veían. Tras diecisiete años. Tras miles de lágrimas
derramadas. Tras muchos suspiros en su nombre. Tras muchos sueños a mitad de la
noche. Tras muchas sonrisas. Lo volvía a ver. ¿Acaso no era ése el motivo por
el cual no quería venir a Alemania ni a Los Ángeles? ¿No era esto lo que
predecía mi destino? Tarde o temprano lo volvería a ver.
Y todo se congeló cuando me vio.
Todo se volvió agua y silencio. Todos esos años de autocompasión se
desmoronaron. Las paredes gruesas e indestructibles de mi mente, se hicieron
polvo. No podía huir de aquella mirada que me hipnotizó en los mejores momentos
de mi vida. Seguía igual. Nada en él había cambiado. Seguía usando sus
perforaciones y no había arrugas de expresión en su rostro. El tiempo no había
arrasado con él. Observé aquel suave lunar bajo su boca que tantas veces besé
en la desesperación de amarlo hasta doler.
Bill…
No. No podía. No era correcto.
No.
Pero mis piernas no se movían.
Estaban quietas ante su antiguo dueño. Me traicionaban y me señalaban que
querían permanecer ahí hasta que él las reclamara y las enlazara a sus caderas.
Necesitaba encontrar a Ian, decirle que debíamos irnos y que me alejara lo más
rápido posible de acá ahora antes de que mis acciones traicionaran a mis
pensamientos.
-(Name) –me llamó con una voz un
poco más ronca de la que conocían mis oídos, pero que parecían derretir mis
sentidos con mayor intensidad.
No. No me traiciones cuerpo,
piel, corazón, respiración, ojos. No ahora. No frente a él.
Se acercó ignorando a alguien que
lo llamaba a sus espaldas, volviendo a recrear aquella burbuja que alguna vez
se rompió con mi partida. Retrocedí un paso pegándome a la pared más cercana de
aquel estrecho pasillo. Podía sentir su mirada ver a través de mi y desnudarme
hasta reducirme. Bajé la mirada a la punta de mis zapatos… unos centímetros más
y…
-(Name) –susurró con una dulzura
arrebatadora que provocó una explosión en mi interior.
Mi mirada se volvió borrosa y di
por hecho que ya estaba llorando. Sentí la punta de sus dedos tocar mi mejilla…
Dios, haz que mi cuerpo responda y huya de ahí. Y como si aquel ser divino me
hubiese escuchado, mi mano izquierda tomó su muñeca sobre la ropa alejándola de
mi mejilla, evitando cualquier contacto que pudiera destruirme en mil pedazos
una vez más. Lo empujé sintiendo que ahora me llamaba con urgencia, con la
misma urgencia que mi cuerpo gritaba su nombre. Mi piel dolía por su tacto,
pero no podía. No ahora.
Divisé a Ian antes de que Bill
pudiera alcanzarme. Me vio y palideció notoriamente dejando unos billetes en
la mesa. Corrió hasta mí y tomó mis mejillas húmedas, pero no sentía su caricia
ni mucho menos los murmullos rápidos que salían de su boca. Simplemente oía a
Bill acercándose cada vez más hasta dañar mis defensas.
-¿Qué pasa cariño, quién es él?
–susurró sulfurando con la mirada a quien me llamaba.
-Vámonos… por favor Ian –susurré
entre lágrimas.
-Ok.
-¡(Name)!... ¡por favor!... ¡(Name)!
–lo oía gritar a mis espaldas a penas eché a correr por el estacionamiento
hasta el auto de Ian.
Abrió las puertas y entró también
encendiendo el auto. Cerré los ojos y tapé mis oídos, incapaz de verle frente a
mi puerta gritando mi nombre a los cuatro vientos queriendo mi atención.
Escuché las ruedas moverse y abandonar el aparcamiento y suspiré alivianando la
presión en mi pecho.
-¡Joder! ¡¿Qué hace este tipo?!
–gritó Ian.
Observé el espejo retrovisor y vi
que un auto nos seguía. Dios, era él. ¿Por qué no simplemente me dejaba ir y
seguir con mi vida? ¿Por qué me perseguía? ¿Acaso no le bastó con todo el daño
que le hice? Me sujeté del asiento más que nerviosa de que chocáramos a la
velocidad en la íbamos.
-¡¿Dónde aprendió a manejar?!...
Dios, éste tío sí que sabe manejarse por las calles –farfulló aumentando la velocidad.
-¡Jesús, Ian! Necesito que nos
escondas –chillé viendo el impecable auto oscuro detrás de nosotros a solo unos
metros.
-¡Guíame!
-¡La autopista, Ian!
Giró el auto precipitadamente y
me afirmé de la manilla de la puerta. Saltamos semáforos, zigzagueamos, hicimos
todo lo posible para alejarlo pero él insistía. Y mi corazón latía desbocado al
saber que su antiguo dueño iba a por él y por mí. Cada centímetro de mi gritaba
de felicidad por volver a verlo, pero no podía permitir que mis sentimientos se
interpusieran con mi presente. Tomé el volante y lo giré bruscamente, tomando
la dirección contraria bajo el riesgo de chocar con el auto de Bill tras
nosotros. No nos siguió, no alcanzó a predecir el movimiento automovilístico y
ésa fue una revancha para nosotros.
Ian nos escondió en un
aparcamiento público lleno de autos en donde era imposible divisarnos. Apagó el
motor y sólo nuestras respiraciones se hicieron escuchar entre el silencio.
Jesucristo, ¿qué fue eso?...
-(Name) –murmuró mi nombre entre
jadeos tomando mi rodilla.
Las lágrimas y sollozos
lastimeros salieron a penas tuvieron oportunidad. Bill… lo había visto de nuevo
y… no podía negar aquel sentimiento aún más poderoso que todos los que he
sentido en mi vida. Cada recuerdo, cada momento juntos… sonrisas, llantos,
peleas, gritos, discusiones, susurros, besos… todo, todo volvía a mí como un
constante perdida en mi vida que quería hacerse presente. E inconteniblemente
todos mis pensamientos indicaban que Alexander era el fiel reflejo de su padre,
de Bill. Sentí tanto dolor en mi pecho, que creí morir a penas lo vi.
-¿Era él verdad? –dijo besando mi
cabeza ya que mis manos tapaban mi rostro.
-A-a esto temía –murmuré más para
mí que para él.
-Se
veía… descompuesto cuando te vio.
Limpié
las lágrimas que seguían saliendo con mayor intensidad y descansé mi cabeza en
su hombro mientras él me abrazaba susurrando palabras cariñosas. Temí tanto a
éste momento, temía a aquel sentimiento sellado bajo mi piel, a rememorar cada
momento con él. Realmente creí imposible impedir que me tocara, que mis pies se
alejaran de él cuando todo mi cuerpo lo deseaba cerca. Me sentía agotada, como
si toda mi vitalidad fuese arrebatada por él.
Y de
repente otra realidad me azotó. Bill Kaulitz, estaba acá.
-¿Él es
el padre de…? –lo observé limpiando mis mejillas.
-Sí.
-¿Cómo
es posible que lo conozcas?
Me
encogí de hombros. Todos conocen al amor de su vida en circunstancias
distintas.
-Alguien
del mundo de la fama y… una espía. Esto es de locos, (name).
-Lo sé.
-¿Ya
estás… mejor?
Dios,
éste hombre no servía demasiado para consolar a una mujer. Farfullé algún que
otro grito en mi cabeza incluyendo groserías. ¿Es que a los espías como él no
le enseñaban cosas tan humanas? Recuperé a cordura, ordené mi cabello y limpié
los restos de maquillaje corrido.
-Llévame
a casa, por favor –susurré apoyando mi frente en el vidrio y así evitar su
mirada.
-Ok.
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Me retrasé porque me quedé dormida en la tarde y luego terminé un trabajo... ¿ahora entienden cuando les pido paciencia? Realmente se vienen cosas muy intensas ;)
Nos leemos el domingo!!
AAAAAAYYYYYYY ¡DIOS MIO! CASI ME INFARTO POR DIOS! QUE CAPITULO ME ENCANTO ANSIO EL DOMINGO UN BESO CUIDATE
ResponderEliminarDIOS ! QUE ALGUIEN ACERELE EL TIEMPO Y QUE YA SEA DOMINGOOOO!!!!! T,.T LO AME LO AME! ESTE FIC DEBERIA SER PUBLICADO COMO LIBRO *_*
ResponderEliminarDioooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos!!!!! T^T
ResponderEliminarQuedé :O :O :O D: D:
Sólo diré que espero el siguiente
Cuídate y un abrazo :D
me acabas de dejar en sock jajjajajaja sigueee!!!!
ResponderEliminarEL CAPITULO QUE MAS ESPERABA! DIOS!!!! no se, fue perfecto, no puedo esperar hasta el domingo! siento que falta demasiado y me muero por seguir leyendo
ResponderEliminargracias Nina<3
Wow Wow Wow!!! Me lei tres veces el cap!!!! me encanta me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarNina, eres la mejor sin duda!!!! Quiero que sea domingo!!!