ALEXANDER
-Oh… ¡Estás tan… grande!...
Maldición… quien te enseñó a follar… lo hizo… ¡Argh! Bien.
-Es algo natural, nena –gruñí.
-¡Oh mierda!
Apreté sus caderas con más fuerza
ignorando que alguien entró al baño y escuchaba los gemidos de Jessica, el
agujero de turno. Podía sentir cuán mojada estaba y cómo parecía gozar cada
centímetro de mi miembro entrando y saliendo de ella a un ritmo brusco y
desenfrenado. Sus tetas rebotaban en mi pecho y sus pezones erectos se
balanceaban frente a mí invitándome a probarlos. Pero si lo hacía, mi amiga
rubia de arriba y morena de abajo se vendría antes que yo y me dejaría con las
putas ganas.
Buscó mis labios ansiando algo de
contacto, y yo, sin reparos me adueñé de los de ella introduciendo lascivamente
mi lengua en su boca sin dejarla seguir mi ritmo. Gimió desesperada entre tanto
placer y yo la empujé con más impaciencia contra la pared del cubículo del baño
de chicas. Dios, esta tía sí que tenía aguante.
Cuando noté el subidón de energía
aproximarse lentamente por mi cuerpo, metí uno de sus apetecibles pezones en mi
boca, mordisqueándolo con saña y estrujándolos para luego lamerlos. Jessica
gimió a gritos mi nombre agarrando mis cabellos induciéndome a seguir con el
ritmo brusco de la penetración y la saña de mis dientes sobre su piel. ¿Acaso
no podía ser más masoquista? Joder… ¡estaba a punto de venirme y ésta tía
seguía sin venirse antes que yo!
La senté en la parte alta del
inodoro abriendo bien sus piernas y presionándola con más fuerza y rapidez
escuchando sus chillones gritos. Si terminaba sordo, lo más seguro es que le
haría llegar la factura del médico personalmente a su casa. Afirmé su cola con
una mano mientras con la otra acariciaba en círculos su clítoris para que
acabara de una vez.
Si sus gemidos eran chillones, su
orgasmo fue peor. Seguramente ya toda la disco se enteró de que follamos en un
cubículo en incluso todo el barrio que rodeaba el lugar. Por suerte me vine
luego de ella con una fuerte estocada que terminó con mis ganas de follarme a
otra. Tiré el condón al inodoro, arreglé mis ropas y sin palabra alguna, abrí
el cubículo dejándola de piernas abiertas y tetas al aire, expuesta a otras
chicas que se arreglaban frente a los espejos. Una de ellas me quedó mirando
con la boca abierta y le guiñé un ojo mientras lavaba mis manos. Observé a
Jessica desde el espejo aún con el cubículo abierto… todavía no se recomponía
del orgasmo y seguía con los ojos cerrados sin darse cuenta que estaba más expuesta que animal de circo. Sonreí con malicia y volví como si nada a la pista de baile llena de
gente.
No le había mentido a Bianca
cuando le dije que pensaba follar, tampoco a mí mismo cuando lo primero que se
me ocurrió fue ir a un parque, pero tras meditar bien que llevaba como dos
meses sin un polvo supe que debía priorizar las necesidades de mi miembro.
Caminé con suma tranquilidad
entre los cuerpos sudados de las personas en la pista de baile, evadiendo a
aquellos que parecían querer hacer una orgía cuando pasaba. Necesitaba tomar
algo o llegaría más deshidratado que un desierto a casa. Si me recomponía,
seguramente me tiraría a otra, pero por ahora deseaba sentarme en un asiento
incómodo de la barra y sentir algo pasar por mi garganta.
-Una cerveza –pedí al tipo de la
barra que debía tener mi edad.
-¿Identificación? –pidió al ver
que rodeaba su edad.
Bufé. Para la próxima me dejaría
un poco de barba y mostraría mis músculos para que me creyeran.
-¿Es enserio?... ¡Tío! Debo tener
tu edad y me pides identificación.
-Reglas de la disco –se encogió
de hombros.
Se la enseñé a regañadientes para
no ocasionar un altercado y tras un cálculo con sus dedos, unas sumas lentas y
fallidas, me entregó una botella de cerveza destapada y fresca.
-Para la próxima, lleva una
calculadora contigo –leí el nombre en su placa-… Ben.
Se fue con una sonrisa amarga a
atender a otros sedientos y me volteé para ver al zoológico humano que era la
pista de baile. Había de todo; desde tíos que bailaban con pasos de robot
pasados de moda, chicas que miraban a todas parte como buscando a alguien pero
que realmente querían compañía, hasta parejas que se masturbaban con ropa y
todo. Ni si quiera yo era tan descarado al bailar. Simplemente tocas partes
claves, dices las frases correctas, sonríes perfectamente y ya la tienes
abierta de piernas. Simple y rápido.
Observé la hora desde mi
teléfono. Dos de la madrugada. Seguramente mamá ya había llegado de su cita y
debía estar durmiendo… o follando en su
cama con el nerd cría peces. Qué asco. Mejor ni acordarse de ella.
Me volteé de cara a la barra
observando las repisas llenas de botellas con distintos licores con etiquetas
en distintos idiomas. No me sorprendería si muchas de ellas tuvieran un escupo
adentro u orina. Por eso prefería una cerveza recién abierta. La canción se
cambió a una de hip hop que se me hacía conocida por los videos musicales que
pasaban en televisión.
Escuché unos gritos y un
constante tintineo de un vaso contra la barra y me volteé a mi derecha, de
donde provenía el ruido. Definitivamente ahora estaba convencido de la frase
“no puedes escapar de tus problemas”; a unos tres asientos de distancia, Bill
Kaulitz se encontraba tragando algo que debía ser demasiado fuerte a juzgar por
la horripilante cara que puso cuando lo tragó. ¿Qué hacía este tipo amargado en
una discoteque tomando? Seguramente andaba con su nombre… ¡ah! Lena. Pero el hombre se veía de lo más borrado,
como que de pena el asiento sostenía su trasero y la barra aceptaba sus brazos
en ella.
Dios, si no hacía algo Cassandra
me mataría si le dijera que vi a su tío en tales condiciones y no hice nada.
Muy terrible será Bill, pero algo me decía que no podía dejarlo ahí con un vaso
en las manos.
Me acerqué lentamente dejando la
botella ya vacía en la barra y me senté a su lado pero él ni se inmutó ante mi
presencia. Con lo poco que pude divisar entre las luces parpadeantes, vi que
alrededor de sus ojos había manchas rojas e hipaba suavemente como un crío.
¿Qué le sucedía? ¿Terminó con Lena? ¿Peleó con Tom? Pidió otro vaso más lleno
de un licor azul, y lo tragó al seco limpiándose la boca con el brazo de manera basta.
Me miró y sonrió medio adormecido volteándose para verme.
-¡Ah! Tú eres… ¡hip! el chiquillo
de Cassie –dijo con su lengua traposa.
Le quité el vaso de la mano y él
ni se dio cuenta por lo que debía estar muy borracho.
-Alexander.
-Pero… ¡hip! a ti te decían…
¿Sasa? No… salsa.
-Sascha –señalé aguantando la
risa.
-Saschhhhhhhhaaaaaaa… suena
lindo.
-¿Qué haces acá?
Señaló el ambiente y tomé su
brazo cubierto por un polerón idéntico al mío antes de que se cayera. Me sentía
como una niñera cuidando de un crío recién nacido.
-Lo mismo que hace… ¡hip! el
resto.
-Eso veo –murmuré divertido ante
su actitud-. Debemos irnos.
-¿”Debemos”? Eso… ¡hip! es mucha
gente Sasssscccccchhaaaaa…
-Sí, vamos.
Lo tomé del codo y tras pedirle
ayuda a un guardia, lo llevé hasta un Audi negro parecido al de mamá sólo que
más moderno y carísimo, que según el mismo gorila de seguridad y Bill era su
auto. Saqué las llaves de sus bolsillos y tras desactivar la alarme lo senté en
el copiloto.
Comenzó a lloriquear cuando lo
hice entrar y tras darle las gracias al guardia, me subí a su lado viendo los
destinos que la pantalla del GPS me ofrecía hasta su casa.
-… ellaaaa ¡hip!... estaba con
otro…
-Sí, sí –le dije sin tomar mucha importancia a sus palabras mientras seleccionaba el camino más corto a su
casa/mansión/casona/hogar.
Al encender el motor, éste soltó
un ronroneo suave que me hizo soltar una risita de expectación. Observé las
luces que marcaban el kilometraje y me puse el cinturón para no ser detenido
por policías de turno. En la radio, sonabas unas canciones “corta venas” que
canturreaban sobre corazones partidos, banderas blancas, engaños y despechos.
Bill continuó llorando y diciendo palabras sin sentido mientras conducía por
las calles de Berlín.
-Quiero ¡hip!... vomitar –murmuró
limpiándose las mejillas empapadas.
-¿¡Qué!?... aquí no, Bill.
Espérate un poco y ya llegaremos a…
-¡Que quiero vomitaaaaaaaaar!
Eso iba enserio. No era un simple
berrinche.
-Mierda.
Estacioné junto a la calzada de
un parque rodeado de edificios importantes y me apresuré a bajarlo del auto. Se
arrodilló junto a una farola y tras unas arcadas, votó toda la mierda que tomó
y un poco más hasta dejar su estómago vacío. Pobre tipo. Me daba pena saber que
debió tener una mala noche como para terminar totalmente borrado y llorando por
alguna chica según lo que escuché.
-Dios… -murmuró tras una ola de
arcadas vacías.
-¿No tienes alguna botella con
agua en el auto? –no esperé respuestas y empecé a buscar en los asientos
traseros algo que lograra quitarle el mal sabor de la boca. Por suerte, demasiada
suerte, encontré una botella con agua bajo el asiento del conductor y se la
pasé -.Toma, enjuágate la boca.
-G-gracias.
Lo ayudé a levantarse y acercarse
a un basurero, obedeciendo a mis órdenes. Ahora parecía estar más lúcido que en
la disco, típica condición post-vómito de la cual ya era un experto debido a
mis años de inicio en las “artes oscuras” de las fiestas. Dio unas cuantas
maldiciones al aire tratando de caminar sin perder el equilibrio y se subió al
asiento del copiloto cerrando de un portazo su puerta.
Volví a subir al auto bajando los
vidrios y deslizándome por el pavimento con intenciones de seguir con la ruta.
Sin embargo, mis pensamientos sobre una noche de mierda en donde lo único
rescatable fue echar un polvo se vieron opacados cuando escuché la voz de Bill
cantando una melodía triste, lastimosa y profunda. Bill Kaulitz, el roquero
alemán más famoso de Europa estaba cantando frente a mí en su propio auto.
Genial.
-¿Qué… pasó para que terminaras
en una disco? –pregunté cuando terminó de cantar.
Me observó de reojo sin desapoyar
la cabeza del vidrio.
-Mi extraña conocida… la volví a
ver y ¡hip!... huyó de mí como si fuera un demonio.
-¿Extraña conocida? -¿qué clase
de sobrenombre era ese?
-Sí, mi alma gemela… ¡hip! el
amor de mi vida… ella huyó de mí llorando.
-¿Desde cuándo que no la ves? –le
pregunté siguiéndole el juego.
-Hmmm… diecisiete años y algo
más… ella se fue ¡hip!... voló como un pajarito –gesticuló con las manos al
aire y en un momento casi me mete un dedo al ojo-. ¡Hip! era hermosa… la mujer
más hermosa del mundo… y ahora…
-¿Ahora qué? ¿Estaba fea,
arrugada, con verrugas, pasada en kilos?
Pero no se rió ante mi broma,
sino que empezó a sollozar de nuevo sumido en su pena y sus pensamientos. Debí
suponer que tras esa apariencia amargada y llena de sarcasmos, había un tipo
que cargaban un gran pesar amoroso.
-Tenía pareja… un maldito
retrasado ¡hip! con pintas de tenerla… ¡Hip! del porte de un maní.
¡Jo! Enserio, éste tipo se pasaba
de buena onda cuando era un borracho reprimido. Lástima que justo llegamos a su
casa. Busqué su celular en su chaqueta y tras un toque a la pantalla, vi una
imagen distorsionada de él besándose con alguien, con una mujer. Ignorando los
detalles personales, me fui a la lista de contactos hasta dar con su gemelo y
llamarlo.
-¿Dónde mierda estás? Se supone que ibas a por las pizzas y resulta que
llevas más de tres horas afuera sin llamar ni dar…
-¡Hey!... Tom, soy Alexander.
-Alexand… espera, ¿qué haces con el teléfono de mi hermano, le pasó
algo?
-Está bien, sólo necesito que
abras el portón eléctrico porque no sé el código.
-Oh… estás acá.
-Sí, en el auto de Bill.
-Vale. Ya voy.
El portón se movió y divisé una
figura junto a la puerta a medida que ingresaba en el territorio Kaulitz. Tom,
quién miraba totalmente impactado lo que veía se acercó a medida que detenía el
auto a ver a su hermano casi dormido en el asiento del copiloto. Detuve el Audi
frente a su casa y lo apagué para ayudar a Tom a sacar a su gemelo del auto.
-¿Dónde lo encontraste? –preguntó
cuando lo recostó en el sofá de la sala y le sacaba los zapatos. Bill ni si
quiera parecía del todo consciente y balbuceaba cosas sin sentido.
-En una disco cerca del centro.
Supuse que estaba borracho desde donde lo veía así que me acerqué y lo saqué antes
de que llegaran los paparazis.
-Muchas gracias, Alexander.
Realmente estaba preocupado –sus ojos me miraron con seriedad profundizada y
simplemente asentí cortado-. Iré a hacerle un café. Quédate por favor.
-Vale. Cualquier cosa me avisas.
Tras desaparecer en la cocina, me
senté frente a Bill viendo cómo seguía hablando incoherencias al aire y
llorando. Dios, ¿qué habrá visto este tipo para terminar tan mal? ¿Al amor de
su vida con una lesbiana o en una orgía? ¡O peor! Embarazada de otro.
Pero eso no era todo… ¿cómo había
terminado en donde menos quería estar? Pude haber dejado al amargado tío de
Cassandra solo por la vida en sus andanzas alcohólicas siendo acaparado por
periodistas que querían la exclusiva imagen de un rockero fuera de sus cavales,
pero actué como un “buen samaritano”. Apestas, Alexander. Apestas tanto que con
suerte alcanzaste a tener un polvo mágico cuando planeabas unos tres en toda la
noche.
-¿Sigue despierto? –volvió con
una taza en sus manos y un aspirina.
-A duras penas –murmuré.
-Realmente agradezco que lo hayas
traído.
-No es un problema, enserio.
Simplemente estaba ahí y…
-Pensé que Bill ya no…
Realmente parecía dolerle de un
modo extraño ver a su hermano de esa forma, ahogado en su llanto de borracho y
sus penurias del alma. Se sentó en la mesita del centro frente a él dejando la
taza a un lado sin parar de mirar a su hermano.
-Habló de una chica.
Me observo atento a cada palabra
y supe que debía continuar con mi descubrimiento reciente.
-Dijo que había visto al amor de
su vida, que al parecer ella había huido de él y que… tenía pareja.
Se giró a ver a Bill con los ojos
abiertos como plato y empalideciendo repentinamente. ¿Qué mierda escondían
estos tipos? Sacudió a Bill repentinamente ansioso mientras lo llamaba por su
nombre con un poco de desesperación, pero éste a penas reaccionaba entre su
estado alcohólico.
-Hey, levántate maldito imbécil
derrochador –mumuró.
-Hmmm… ella huyó…
-Tom, dudo que esté consciente
hasta la mañana.
Tomó el café y abrió su boca para
depositar cucharaditas de café que él tragaba a las malas. Me sentía incómodo
ahí en un ambiente que no me correspondía, totalmente cansado y con unas putas
ganas de dormir. Si tenía suerte, me iría pronto.
-¿Mencionó algo más?
-La llamó de una manera bizarra –rasqué
mi cuero cabelludo viéndolo directamente a los ojos, atento a cualquier
movimiento-… extraña conocida.
Observó a Bill con el entrecejo
arrugado en silencio. Mis instintos me decían que todo esto se relacionaba con
el tema que nadie nombraba en ésta familia, porque dudo que llame a la famosa
Lena de esa manera siendo que hace unas noches atrás dijo indirectamente que
era una zorra. Mi teléfono vibró en mi pierna y vi que era un mensaje de
Bianca.
“DONDE
MIERDA ESTÁS”
Blanqueé los ojos notando la amenaza
en sus mayúsculas. Según mi teléfono eran casi las tres de la mañana y me
esperaba un largo día de clases en unas horas más. Debía irme, escapar, hacerme
invisible con la capa de Harry Potter, crear una distracción o algo… Jesús, qué
mierdas hablaba. Seguramente mamá aún no
notaba mi ausencia ya que aún seguía en la segunda parte de su cita con el nerd
cría peces.
-Debo irme –anuncié a Tom.
-Dios, casi lo olvido –restregó
su cara y pude notar con mayor facilidad las ojeras-. Iré a dejarte.
-Puedo tomar el…
-Ni hablar, Alexander. A estas
horas las calles se vuelven un completo peligro.
-Pero sé cuidarme solo –insistí
dirigiéndome a la puerta de entrada.
-Y todos lo saben a tu edad, pero
seguramente tu madre jamás me perdonaría si te llegase a pasar algo.
-¿Y si te quedas dormido al
volante?
-Pues me despiertas. Así de fácil
–sonrió volviendo a ser el Tom que conocí la primera vez en la tienda de
música.
-Vale.
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Hallo Gurls! Muchas gracias por los comentarios que me envian por facebook y a través del blog, realmente que hacen muy feliz cuando me expresan que les gusta la fic :-)
Nos leemos pronto!
NONONONON
ResponderEliminarES MUY CORTOOOO, OTRO POR FAVOOOOOOOOOOR.
mE MUERO!!!!
durante la semana me lapase leyendo todos los caps anteriores, osea me lei las dos prmeras temporadas completas en una semana, y el jueves subiste y despues lei otro poco qe me qedaba de la segunda tempo, y ahora la termine!!!
NO MEPODES HACER ESTOOOO subi otro porfa!!! me muero
ME ENCANTO EL CAPITULO, Y YA NO PUEDO ESPERAR AL ENCUENTRO khad,asgfkla,sd
¡Pero conmo la dejas ahí! Sigue ya! Eso quiero no sé! Pero síguela!
ResponderEliminarDios de mi vida... Por qué no dijo el nombre de Invasora?!!! DDD: dios me pongo toda loca...
ResponderEliminarSube pronto
Cuídate y un abrazo :D
santo cristo esto cada vez esta mejor espero el jueves con ansias cuidate un beso
ResponderEliminarcada vez se acerca mas el dia, ya espero que otra vez se vuelvan a encontrar alexander cada vez esta mas cerca de esber quien es su padre ahhh!! cada
ResponderEliminarcada vez esta mas buena...
gracias por el capitulo esta muy buena la fic ya espero que sea jueves para leer mas
byeee cuidate...
que corto, sigueeeeeeeee que interesanteeee!!!!! asdfghjklzxcvbnmqwertyuiop
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