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domingo, 13 de octubre de 2013

Capitulo 25 (Tercera Temporada)

-¿Has jugado alguna vez al póker?

-No apoyo los juegos de mesa, las adicciones, el maltrato animal o el canibalismo.

Alzó una ceja probándome que sus pensamientos hacia mi persona eran negativos. Sonreí sin mostrar mis dientes y volví a girar en la silla frente a su escritorio.

-Pero los juegos de mesa no hacen daño a nadie.

-Al principio no. Pero siempre quieres más… todo parte jugando sin obtener nada a cambio además de la simple victoria, pero luego empiezas a desear más, a querer ganar cosas sabiendo que eres bueno en ello. Y si eres bueno con un simple juego que no requiere de demasiados movimientos físicos, asumes que tienes miles de ganancias aseguradas.

-Chiquillo listo –murmuró y capté su sonrisa antes de que estuviera fuera de mi vista por unos segundos.

-Las adicciones son debilidades, por eso es mejor no tenerlas… puedo percibir que tú eres adicto al arte, las pieles naturales, el dinero, las armas, las gemas y el color blanco.

-Muy astuto –elogió prendiendo uno de sus porros cubanos.

-¡Hey! –me detuve frente a él ignorando los mareos y cruzándome de brazos- si quieres tener una conversación seria conmigo, no debes fumar.

-Te recuerdo que es…

-Tu oficina, tu mansión, tu territorio. Lo sé. Pero mis pulmones no te pertenecen por lo que no los infectes con un hierba seca ahumada, ¿vale? Eso se llama daño a la propiedad privada.

-¿Acaso no está eso en tu historial?

-Buen punto, Pantera. Pero lo que yo hago son daños que son reparados fácilmente… daños físicos. En cambio el de mis pulmones es irreparable. Tengo diecisiete, Solarin. A mí no me engañas ni con un dulce.

Refunfuñando cosas en polaco, apagó su gran porro en el cenicero de cristal y me sonrió sarcásticamente rebajándose a mi nivel. Pelear con este viejo era toda una comedia, de hecho, desde los diez años llevo retándolo con juegos de palabras o acciones contradictorias. Por eso me quería en su mafia. Ya sabía engañar a la gente, utilizar armas, detectar mentiras y comportamientos bizarros, amenazar, accionar con rapidez, manejar autos robados, entre otras cosas. Era una especie de “chico prodigio” que rogaba por tener en su mafia y explotarlo. La paga era buena, debía reconocerlo, lo sé por el trabajo de mamá y mi gran habilidad para descifrar mensajes ocultos o códigos.

Pero por otra parte estaba mi inexplorada personalidad al matar. No quería hacerlo, me negaba rotundamente a dispararle a alguien a no ser que fuera de un asunto de vida o muerte, un asunto de sobrevivencia personal. Sabía disparar, pero no había disparado ni a animales ni a personas.

-La verdad es que pienso retirarme en un par de años de todo este asunto de las mafias. Quiero dedicarle tiempo a mi esposa y vivir una vida tranquila lejos del dinero, las armas y el tráfico.

-Deberías entonces irte a algún lugar del Caribe. Imagínalo… playas, sol, aguas cristalinas, arena blanca bajo los pies, palmeras… y lo más importante, una tranquilidad impagable.

-Hm… es verdad. Se lo propondré para nuestro aniversario de matrimonio.

-Bien hecho, míster mafioso.

-He estado entrenando a tu madre, ¿sabes?

-¿Mas de lo que ya lo está?

-Sí. Quiero que ella cuide de mi imperio cuando yo no esté.

-Bueno, mamá es excelente negociando y repartiendo palizas. Pero no la veo en tu lugar.

-Es la única persona de confianza que conozco desde hace muchos años.

-¿Ni si quiera tu secretaria?

Hizo una expresión de asco negando con la cabeza. Tomé un sorbo de mi agua embotellada (ni muerto probaba el agua de acá ya que ni sabía si le podían poner veneno a mis espaldas), meciéndome levemente en la silla.

-Las secretarias sólo sirven para hacer buenos cafés, acordarte de tus medicinas y mover el culo cuando las llamas. Pero es la única que me tiene paciencia cuando pierdo los estribos.

-Suele ser así.

-Bien, tu madre me mencionó que te había contado lo de su romance con Ian Neville.

-¿¡Ya lo sabías!?... Dios, no cambia. Sigo siendo el último en enterarse de sus cosas.

-No te preocupes. Ian es un hombre muy listo y es de confianza. Lleva años trabajando para mí y la verdad es que creo que hacen una bonita pareja.

-¡Pero cría peces! ¿Acaso eso es sano?

Se rió a carcajadas echándose para atrás y noté la hebilla de su cinturón con la cabeza de una pantera mostrando sus dientes.

-En el verdadero amor no hay límites, ni diferencias, ni hábitos aburridos. Deberías darle una oportunidad a Ian, realmente es un buen tipo y creo que podría ser un buen padrastro.

-¿Qué sabes tú sobre los padrastros? Yo no quiero uno.

-Eso es egoísta de tu parte. Prefieres a tu madre soltera antes que…

-Me da igual si sale con alguien, simplemente no quiero que se case. Eso sí que no es ser egoísta.

-Bien, algo es algo –removió unos papeles en unos folios entregándome unos que leería en el auto de mamá en un rato más-. No lo pienses mucho, muchacho. Eres bueno en esto y sé que te gustaría trabajar en un área tan comprometedora como lo es la…

-Hey, primero lo leeré, meditaré y… bueno, un mes después de mi cumpleaños de daré la respuesta.

-El tiempo es oro, Alexander. No puedo esperar demasiado a mi edad.

-Bueno, aprende a hacerlo –sonreí socarronamente mientras me levantaba tomando mis cosas y dirigiéndome a la puerta frente a los gorilas-. Debo irme, tengo un examen mañana y no quiero reprobar.

-Bien, no te quito más tiempo. Gracias por escuchar a este viejo.

-Pf!! ¿Viejo? ¿Qué hay con las operaciones estiradoras del cutis? No me digas que…

-Mañana tengo una nueva sesión –reconoció impresionado ante su secreto-no-tan-secreto descubierto y los gorilas en el marco de la puerta aguantaron las risas para evitar reproches.

-Dile que te agregue un poco de labios y párpados… quizás así mejore tu aspecto y las chicas se enamoren de ti, Pantera.

Claro, las “chicas” debían tener unos cincuenta o sesenta años para estar locas por él y llegar a perder una virginidad con sabor a pasas secas. ¡Qué asco! ¿Acaso aún le funcionaba a este viejo? Seguramente vivía usando los milagrosos viagras para “hacer las cosas más fáciles”.

Los gorilas en la entrada de la oficina “animal print” de Pantera abrieron las puertas ocultando sus sonrisas simpáticas, les hice un asentimiento y le guiñé un ojo a la secretaria de Solarin que debía estar en sus cuarenta y algo. No necesitaba buscar la salida, conocía esta casa al revés y al derecho desde que tengo memoria. Antes, solía venir unas siete y ocho veces al año con mamá para adquirir los reportes post-misión y ponerse al día con su jefe y sus alumnos, mientras ella entrenaba y charlaba con miles de personas, yo estaba a cargo de la secretaria de Pantera o de su equipo de guardaespaldas. Claro, la historia no reza que de vez en cuando me perdían de vista y practicaban sus técnicas de seguridad para hallarme en los lugares más impresionantes.

Mamá me esperaba en el auto con sus lentes oscuros y una cara poco amigable. Cerré la puerta tras entrar y las ruedas empezaron a girar sin decir palabra alguna.  No era necesario hacer un sondeo científico para detectar que su humor no era el mejor así que omití ciertas palabras sarcásticas para no ser torturado con su mirada. Mi teléfono sonó con su música tecno-futurista y lo saqué rápidamente empezando a adivinar mentalmente quién me llamaba a mediodía.

-¿Aló?

-¡Hey bro! Pensé que Cassandra me había engañado con tu número.

-¿Matt?

-Noooo… Santa Claus versión hippie y pelirroja.

-Vale, vale… ni si quiera tenía tu numero así que es imposible saber quién es.

-Bueno, ahora que lo tienes deberías agendarlo, nene.

-¿Desde cuándo tratas de seducirme?

Mamá me miró de reojo mientras detenía el auto en un semáforo. Evité su mirada viendo a los peatones que cruzaban frente a nosotros y a un tipo que hacía malabares con cinco pelotas de tenis.

-Desde que recordé que teníamos más cosas en común de lo que pensaba al principio, cariñito.

-¡Agh! No me llames así Matt… te juro que me llega a dar asco y…

-Ok, ok... amorcito.

-¿Para qué llamabas?

-Grace Hamilton, una de las chicas más cotizadas en los últimos tiempos, hará una fiesta esta noche en su casa. Iremos todos porque sabemos que será épica, así que pensé en invitarte ya que todos, ¡TODOS! Van a ir… ¿qué dices?

Miré a mamá de reojo mientras doblaba en una calle poco transitada y que daba a uno de los barrios más seguros de Berlín, mi barrio. Seguramente al principio se negaría diciendo que mañana tenía examen, pero ya me había visto estudiar desde que me desperté luego de la jaqueca.

-Te llamo para confirmar, ¿vale?

-Ok, bombón. Creemos que la mejor hora para ir es a las once… ¿te apuntas con nosotros o llegas solo?

-Me apunto con ustedes, ¿algo que llevar?

-En el camino lo vemos, bro. Hasta luego!

Corté riéndome de su último mensaje y la voz femenina que sacó además de tirar besos. Mamá ingresó a través de los portones eléctricos frente a nosotros y se estacionó frente a la puerta de entrada, las puertas se cerraron cuando ella tecleó el código en la entrada y Aki se lanzó a sus pies moviendo la cola a su paso.

-¿Así que saldrás? –dijo cuando cerré la puerta del auto y ella activó la alarma.

-Eso quiero.

-¿Dónde irás?

-No creo que sea muy lejos la casa de esa tal Grace Hamilton, así que activaré el GPS para que veas mi localización.

-Ok –abrió la puerta de la casa y siguió su camino hacia la cocina con mi perro pataleando por su atención.

-Perdona pero suenas molesta.

-No es contigo, Sascha… simplemente no han sido los mejores días de mi vida –tomó una copa y la llenó con vino tinto.

-Estás tomando demasiado.

-Tonterías –negó sonriendo lo casi nada que pudo.

-¿Es Ian? Porque te juro que si te hace algo, yo le destrozo las…

-No es él, cariño. Son cosas del trabajo.

-¿Desde cuándo tu trabajo se interpone con tu humor?

-Bueno, simplemente estoy agotada.

-Pero no puedes agotarte, mañana vas a tu misión con Ian y debes tener fuerza para…

-Respecto a eso, estaba pensando en que te quedaras en casa de Erik.

-Estoy bien acá, ma.

-Pero te quedarás solo cuando sé que Erik estará encantado de que se queden en su casa.

-¿Se queden?

Mi canino ladró como si entendiera cada palabra que decíamos y mamá sonrió acariciándole la cabeza. Perro traicionero. ¿Desde cuándo prefería a mamá?

-Te llamaré a penas llegue y también cuando haya finalizado con la misión.

-¡Ah! Se me olvidó preguntarte algo –sonreí sentándome en una de las butacas de la cocina.

-¿Qué cosa?

-¿Cómo estuvo tu cita legal con Ian? –tosió y se atoró un poco con el último sorbo de vino que ingirió poniéndose roja. Aki ladró a sus pies y ella fue a por una servilleta para limpiar su boca -. ¿Estás bien?

-S-si –dijo con voz ahogada y tomó un sorbo de vino para suavizar el picor en su garganta-. Nos fue bien, comimos pizza y…

-Espera, ¿pizza? Dios mamá este tipo no sabe nada sobre citas románticas. A esta edad ya no te puede llevar a comer pizza habiendo tantos restaurantes románticos en Berlín y sus alrededores. Realmente tiene un pésimo gusto.

-No tuvo mucho tiempo para planear dónde llevarme así que…

-Aún así. Te lo digo yo siendo un hombre, ma. Ian no puede justificarse en eso con todo el dinero que gana.
-¿Y desde cuándo sabes cosas sobre el romanticismo y las citas? –sonrió alzando las cejas divertida ante mi rabia.

-Puedo ser un completo galán cuando se me plazca por si no lo sabías. El tío Gaspard me educó bien sobre todos estos temas, y aunque ahora sólo me interese más follar, perfectamente cuando encuentre a alguien ideal para mí puedo hacer uso de mis dotes seductores.

-¡Vaya! Me impresionas, Alexander.

-¿Y qué pasó en tu trabajo para que te molestaras? Ni si quiera me preguntaste cómo me fue con el viejo.

-Realmente no quiero hablar de esto, hijo. No quiero amargarme más de lo que estoy… iré a recostarme un rato.

Lavó la copa que usó y pasó por mi lado con una mirada demasiado penosa. Aki la siguió como si le murmurara que su hijo no servía para consolar a su propia madre, y yo me quedé viendo televisión en la sala o tratando de verla. Confirmé a Matt que iría a la fiesta y que nos juntáramos en un punto central para todos, él dijo que llevaría su Jeep y que ahí iríamos todos en patota. Sin embargo, me incomodaba saber que mamá quedaría sola ahogada en sus penas, rabias o lo que fuese que estuviera impidiendo su tranquilidad.


2 comentarios:

  1. No se, creo que me estoy enamorando de Alexander. <3 me encanta su actitud haha
    gracias por el capitulo de hoy Nina. Poco a poco va avanzando la historia y no me quiero imaginar todavia cómo va a ser cuando Sascha se entere que Bill es su padre
    .Besos!

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  2. Espero que alexander no acepte trabajar para pantera y que puedas subir pronto un beso

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