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domingo, 26 de agosto de 2012

Capitulo 39 (Segunda Temporada)


Nunca me ha llamado la atención Las Vegas. Luces, apuestas, hoteles, dinero, casinos, alcohol… no me parecía una buena diversión ni nada por el estilo, mas bién lo encontraba como una invitación gratis a los 7 pecados capitales mezclados en una ciudad en pleno desierto. Daba igual. La misión duraba 24 horas y lo demás sería descanso, viaje y… preparación mental. Había estudiado al enemigo durante toda la mañana, ésta vez con la ayuda de Bill.

Tras el beso de ayer, no pasó nada. Y con nada me refiero a… bueno, sexo,”te amo”, caricias, declaraciones, nada. Bill puso una película que se llama “The Hangover” mientras yo me ponía una camisa suya para dormir, pero creo que con suerte alcancé a reconocer de qué iba la trama cuando me quedé dormida a su lado. “Es normal, ayer fue un día de locos para ti” sonrió Bill cuando le pedí perdón por cerrar mis ojos tan temprano. Cuando desperté nos encontrábamos abrazados, con parte de mi cuerpo sobre él y con mi oído en su pectoral izquierdo escuchando a su corazón y su respiración pausada.

Yo: El bus sale en quince minutos (le dije guardando mi boleto mientras el volvía a tomar mi mano y me miraba tras sus lentes de sol).

Bill: Llamaré a Erik para decirle que te proteja y no te pierda de vista por ningún motivo.

Yo: Voy a estar bien, Bill. No te preocupes tanto.

Bill: ¿Qué no me preocupe? (miró a su alrededor y me guió a una parte más privada en donde no cualquiera nos escuchara)… (name), te pueden matar si te descuidas, te pueden herir o…

Yo: ¿O? (lo incité a seguir, amaba su preocupación por mí).

Bill: Lo que te pasó con el Pintor se repetirá.

Yo: (Aunque sentí unos leves escalofríos ante la mención de ese tipo, sonreí para no alarmarlo) Por eso voy con Erik y él me ayudará en todo lo que pueda. Por favor, Bill. Confía en mí.

Bill: Si confío en ti, pero…

Yo: Vuelvo en dos días más, no te preocupes. Además, estás hablando con la mismísima Invasora, y ella te promete volver viva (acaricié su mejilla sonriéndole para que estuviera más tranquilo, sin embargo no arecía servir de mucho ya que su expresión facial no cambiaba en nada). Fui entrenada por años para esto.

Bill: Pero siempre traspasas los límites de lo permitido, (name).

Yo: (¡Auch! Golpe bajo… y sé que lo leyó en mi diario) Eso era cuando no te tenía a ti.

Bill: ¿Por qué no nos conocimos antes? (sonrió tristemente tomando mis caderas para acercarme a su cuerpo).

Yo: Quizás porque si me conocías mucho antes de lo nuestro, me tendrías miedo y no verías lo mismo que ahora ves en mí.

Bill: Ahora también estás loca, sólo que un poco menos ;-)

Yo: (Me reí viendo el doble sentido de sus palabras y tomando sus manos para guiarlas a los bolsillos traseros de mis pantalones. Él, tras pellizcar suavemente esa zona, sonrió ya menos tenso) De loco a loco nos entendemos, con la diferencia de que tomo pastillas para controlar lo mío.

Bill: Yo no estoy loco.

Yo: ¿A no?

Bill: Nací así, aunque mi gemelo es peor que yo.

Yo: Si, eso se nota a leguas de distancia (le quité los lentes de sol y me saqué los míos, para vernos las caras como corresponde. Sus ojos, tristes ante el momento, me reflejaban con claridad a medida que subía mis manos hasta su cuello para acercarlo más a mí). Si te veo con esa cara, sin sonrisas seductoras, ni nada feliz, me iré preocupada y seguramente no me concentraré lo suficiente.

Bill: Es la única que tengo (murmuró casi como un suspiro sobrecargado de melancolía). Temo perderte una vez más, y eso es lo que menos quiero ahora.

Yo: No me perderás. Te lo juro.

Me apoyé en la punta de mis pies, tirando de él hacia mí hasta dar con sus labios suaves y carnosos cuya textura no la sentía desde la noche pasada. Tal vez lo menos que necesitaba Bill en esos momentos era un beso, pero era yo quien necesitaba sentirme viva antes de partir a esta misión, y el mejor remedio para ello era él. Nuestras lenguas chocaban tratando de conquistar la cavidad del otro y robando la saliva como si fuera un asunto de vida o muerte. Retrocedí lo suficiente hasta chocar con la pared arrastrando conmigo a Bill sin separar nuestros labios ni un centímetro. A medida que nos alejamos lo suficiente como para poder ver nuestros ojos y rostros, mordí sus labios superficialmente, y él depositó un beso en mis labios. Sus ojos brillaban intensamente cuando abrí los míos… y conocía de memoria el significado de ellos: Deseo.

Bill: A tu derecha hay tres paparazis escondidos tras unos pilares (murmuró aún sin soltarme del todo. Intenté voltearme pero Bill me lo impidió con su mano en mi mejilla obstaculizando mi mirada para taparla de ellos y sin importarle su rostro al descubierto). Si volteas, tendrán a tu rostro en páginas web y revistas de todo el mundo, no te dejarán en paz y te seguirán estés donde estés.

Yo: Me da lo mismo, Bill (susurré mirando sus labios entreabiertos).

Bill: (Sonrió algo divertido ante mi mirada hipnotizada por su boca y besó mi nariz antes de ponerse serio) A mí no.

Yo: (Miré sus ojos, ahora estaban más serios de lo normal y no pestañaban tan seguido queriendo mantener mi mirada) Bill…

Me puso su gorra gris y mis lentes cuando aún no terminaba de procesar su respuesta. “A mí no”. Pensé que eso era lo que quería. Hacer de nuestra relación algo público y contarle a todo aquel que le preguntara sobre mí, que yo era… alguien especial para él. Posó su mano en mi hombro y me arrastró nuevamente hacia la multitud con bolsos de viaje y  enormes paquetes, hasta notar que nos acercábamos al bus que tenía que abordar. Caminamos hasta la entrada de éste, y cuando me soltó, volví a tomar su mano para obtener su atención.

Yo: ¿Por qué no te da igual? Eso era lo que querías en nuestra Navidad juntos.

Bill: No quiero arrastrarte al mundo de las cámaras conmigo (name).

Yo: Pero pensé que…

Bill: Pues ya no. No ahora que comprendo lo que eres, en qué trabajas y que lo mejor es que nadie sepa sobre ti.

Yo: (Guau. Cada vez me sorprendía mas con este nuevo Bill, uno más maduro y menos impulsivo. Sonreí atónita sin nada que reprocharle) Gracias, Bill.

El conductor del bus encendió el motor a mis espaldas, eso me hiso odiarlo un poco. Separé nuestras manos retrocediendo un paso hasta dar con los escalones y subir dos peldaños suficientes. No quería separarme de él, no ahora que no había cada que esconder.

Bill: Cuídate mucho, por favor.

Yo: Lo haré.

Bill: Y no dejes que te hieran, Invasora.

Tras una última sonrisa, subí a buscar mi asiento junto a la venta que daba hacia Bill, quien a través de sus lentes de sol me miraba fijamente. Ya sentada, le mostré la pequeña gota blanca y fría que colgaba de mi cuello y el sonrió murmurando algo inaudible, a lo que yo respondía con un signo de interrogación en mi rostro. Quizás esta fuera la última vez que lo viera, o tal vez no, pero haría todo lo posible para que nada saliera mal y la Invasora hiciera de las suyas por última vez. Se despidió con su mano agitándola por última vez después de que el bus se alejara cada vez más del terminal, y vi como daba media vuelta listo para volver al estudio o a su vida normal.

Ahora, la (name) que estudiaba psicología y salía con el cantante Bill Kaulitz, se había quedado en Los Ángeles, porque la Invasora, una de las mejores espías del mundo, volvía a revivir poniendo en marcha una mente calculadora y fría.

NARRA BILL


Andy: Debió enviar a Erik porque suponía que sería una jugada arriesgada.
Yo: ¿Sacar el ovo?

Andy: Si. A veces guardan esos objetos en bóvedas con alta seguridad.

Tom: Como en las películas.

Andy: Si.

Tom: Entonces, tendrá que ser muy elástica para evadir todas esas cosas de seguridad más los rayos láser.

Yo: ¿De qué película lo sacaste?

Tom: De una que vi con Andreas en…

Andy: No necesariamente. Las mafias contratan a hackers que crean aparatos con descifradores y programas que desactivan o evaden sistemas de seguridad.

Yo: ¿Cómo los de anonymous?

Andy: Mejor que ellos.

Yo: ¿Y qué crees que use (name)?

Andy: Depende del terreno en el que esté… y de las paredes.

Tom: Te refieres al material de las paredes.

Andy: Exacto. Mientras más gruesas sean, la interferencia aumente y la conexión se debilita.

Yo: Pero es en Las Vegas, y no creo que los hoteles cuenten con un sistema así de avanzado. A no ser que…

Tom: ¿Sea un casino?

Yo: Los pubs, discos y casinos suelen tener paredes gruesas y aislantes del sonido. Y estoy casi del todo seguro que el lugar indicado para esconder un huevo cuyo valor es infinito, es un casino.

Andy: La seguridad es demasiada ahí (murmuró marcando unos números en su teléfono y poniéndolo en su oreja). Brillante, Kaulitz.

Yo: Conocimientos universales.

Tom: Pero no bastará con Erik y (name).

Yo: Cierto.

Andy: Humm… ¡Erik hola!... si, quién mas sería… va en camino. Oye, ¿dónde es la misión?... no te preocupes, no iremos… ¡hablo enserio! Sólo hablábamos de esto… oh… pero con dos personas no bastará entonces (me miró inexpresivamente y luego a mi gemelo, al perecer las cosas no iban tan bien)… la seguridad es mayor y los policías también… es casi suicida, Erik. Debieron hablar con Pantera y convencerlo de que se resignara a no tener su figurita de piedras… está bien, pero por favor cuídense porque cuando se trata de objetos con valor sentimental o familiar, suelen vengarse de las peores maneras… ok, cuídense mucho. Nos vemos.

Tom: (Andy cortó la conversación y pude sentir las ansias de Tom y mis nervios al ver su cara seria y sin algún cambio positivo) ¿Y era un casino?

Yo: No, espera. ¿A qué te referías con que sería suicida?

Andy: Será en el Luxor Hotel Casino, cuya seguridad es demasiada debido a los torneos de póker, Black Jack, y otros juegos que hacen ahí. Dijo que habrán cinco hackers de los mejores que tiene Pantera operando desde el estacionamiento subterráneo del mismo casino y que… sólo él y (name) entrarán.

Mierda. De suicida, lo tenía todo, partiendo porque eran dos contra… ¿cien? O más. Se arriesgaban a cualquier cosa. “(…)porque cuando se trata de objetos con valor sentimental o familiar, suelen vengarse (…)”, ¿cómo suelen vengarse? Mejor ni pensar en eso ni en lo peor. En mi mente, la probabilidad de que salieran victoriosos en esta misión, era de un 25%, a pesar  de que en realidad todo se reducía al mínimo. Debí negarme o dejarla ir, encerrarla en mi cuarto y llamar a Erik avisándole que (name) dijo que no irían. Si, en definitiva habría sido lo mejor. Paciencia, Bill, ella dijo que volvía en dos días o más.

Yo: ¡Mierda! (grité golpeando la pared)… debí impedir que se fuera.


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Hallo Gurls!!!... lamento la demora, sinceramente olvidé pasar el cap. al pc porque me entusiasmé en otras cosas xD

En fin, este capítulo quedó corto porque no había  mucho que agregar en esta parte de la historia (el Reden ya viene, no se aceleren). El próximo aún no lo termino porque aún estoy planeando en cómo hilar cada hecho c:

Gracias por los comentarios desesperados que me recordaron que tenía que subir cap!! trataré de no demorarme mucho con el siguiente, y sigan comentando que esto cada vez se pone mejor ;-)


Kusses sabor a "Tomglish"


Bye//Bye.

sábado, 11 de agosto de 2012

Capitulo 38 (Segunda Temporada)


Yo: Mejoraste (murmuré apoyando mi frente en su hombro).

Bill: ¿En qué?                  

Yo: En todo.

Después de que Tom se llevara a Andy a bailar, salimos a fumarnos un cigarrillo por iniciativa mía. No era que me gustara fumar siempre, simplemente, habían momentos en donde necesitaba relajarme y pensar. Bill me acompañó mientras nos sentábamos a la orilla de la calle y veíamos a la gente pasar emitiendo carcajadas bulliciosas y a uno que otro pasado en copas. Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos sintiendo una paz interior en donde todo lo llenaba Bill. Siempre debió ser así, sin ninguna separación, ni peleas y mentiras. Con él podía ser yo sin ocultarle nada, no más.

Bill: Estás cansada.

Yo: No. Estoy relajada (sonreí sintiendo una pequeña brisa fría alborotar mi cabello).

Bill: ¿A sí?

Yo: ¿Has sentido alguna vez que si tuvieras que morir ahora, estarías listo para hacerlo? ¿O que luego de tantos días lluviosos vez por primera vez el sol y sientes su calor envolverte y hostigarte hasta que…?

Bill: Se llama felicidad, (name). No estás relajada, estás feliz.

Yo: (Abrí los ojos y lo miré sorprendida, ¿cómo podía saber la diferencia entre ambos?) ¿Feliz?

Bill: Se llama sentimiento de júbilo… ¿se debe a algo?

Yo: ¿Necesariamente tiene que ser causado por algo?

Bill: Humm… ¿será que es porque te estás divirtiendo acá, conmigo?

Yo: (Me reí volviendo a mirar frente a mi con su mirada clavada en mis ojos, podía sentirlo) Tomaste demasiado, Bill.

Bill: No me mareo con media botella de cerveza, (name).

Yo: Pero probaste ese trago amarillento que Tom pidió y que…

Bill: ¿Y si fuera ese mi deseo?... ¿eres feliz conmigo, (name)?

Yo: ¿Feliz… contigo? (lo volví a mirar viéndome reflejada en sus ojos café atentos a cada expresión mía) Sí, Bill. Contigo no necesito de nada para ser feliz, y no es necesario que gastes tu deseo aún.

Bill: Con eso me basta por ahora (se levantó limpiando la parte trasera de sus pantalones).

Yo: ¿Por ahora? (lo seguí mirando a nuestro alrededor).

Tomó mi mano alejándome del discopub en donde estaba su gemelo y mi amiga bailando felices por la vida. Sus pasos fueron rápidos y largos, empujando sin querer a más de un transeúnte y esquivando a otros con curvas que me hacían casi trotar para seguirle el ritmo. Cuando ya estaba algo asustada por su comportamiento agresivo por las calles, pude divisar a su auto estacionado a unos metros de nosotros y el leve sonido que hizo al desactivar la alarma. Bill relajó su andar a uno en donde se me hacía más fácil caminar con tacones.

Yo: ¿Por qué nos vamos?

Bill: Porque quiero enseñarte algo (murmuró abriéndome la puerta del copiloto pero no me senté, sino que lo miré con una ceja alzada y con seriedad mientras él sonreía, tomó un mechón de mi pelo enroscándolo en sus dedos). Oye, sólo será un momento ¿vale?

Yo: ¿Qué hay con Andy y Tom? Se van a preocupar (dije ya más calmada).

Bill: Le enviaré un mensaje a Tom, ¿algo más? La batería se gasta con las puertas abiertas.

Yo: Yo conduzco (sonreí divertida ante su expresión sorprendida por mi condición).

Bill: Pero…

Yo: Si tú conduces, me llevarás a mi departamento y será todo por hoy.

Bill: ¿Tú crees?

Yo: Ajá. Mañana debo juntarme con Erik antes de la misión.

Bill: Ok. Conduce (me ofreció las llaves, y cuando las iba a tomar, tomó mi mano y luego la otra, empujándome hasta chocar con la puerta trasera del auto), pero no te fatigues o me veré en la obligación de distraerte como…

Yo: Confía en mí, no me fatigo tan fácilmente (besé su mejilla con algo de barba y tomé las llaves tras su descuido al soltarme las manos).

Luego de dar la vuelta a su auto, pude ver de reojo cómo reía suavemente negando y subiendo al asiento del copiloto. Amaba los Audi, son demasiado cómodos y fáciles de manejar, era como jugar en un simulador de conducción. Podía notarlo algo nervioso cuando cambié la radio a una música más movida y comencé a retroceder para salir del estacionamiento.

Yo: ¿Asustado? (sonreí mirándolo de reojo).

Bill: ¿Falsificaste tu licencia?

Yo: La alemana es legal al igual que la rusa.

Bill: ¿Y la americana no lo es? (salí exitosamente del estacionamiento hacia la única dirección del tránsito posible). Gira a la derecha y luego toma la avenida que se ve tres calles abajo.

Yo: La americana es ilegal, pero aún así figuro en el sistema. Ya sabes… protección oficial de la C.T.M.I.

Bill: Perdona, no recuerdo el significado.

Yo: Cámara de Tratados para Mafias Internacionales.

Bill: Ah… (pude notar cierta rigidez en él a pesar de ir a 50 kilómetros, el tope de velocidad permitida).

Yo: Oye, si quisiera ir rápido no sería en tu auto. Me sé todas las leyes de tránsito y no quiero problemas con la policía. Relájate…

Bill: Vale… confío en ti.

Yo: Gracias (sonreí viendo que lentamente se relajaba y sus músculos se acomodaban al asiento, por lo que cambié la radio a la emisora que tenía puesta antes).

Bill: Dobla a la izquierda.

Yo: ¿En dirección a la costa?

Bill: Ajá. Y luego te metes al primer desvío señalizado.

Yo: ¿Dónde vamos?

Bill: A mi casa.

Antes de continuar conduciendo, estacioné brevemente junto a la calzada para acomodar el asiento del conductor. Debido a su altura y sus piernas largas, Bill tenía el asiento demasiado atrás. Ante esto, se rió de mí por ser más baja que él, aunque no tan minúscula. A través de sus indicaciones, pude dar con la ruta que recordaba de aquella vez en la nos vimos las caras luego de un año y algo.

Yo: ¿No es que te habías cambiado de casa?

Bill: Si, pero llegaremos por una ruta más despejada.

Yo: Ok.

Bill: Toma el retorno que se aproxima y sigue el camino hacia la costa.

Yo: ¿El del letrero azul?

Bill: Si.

Obedecí sus indicaciones poniendo total atención a cada letrero y al paisaje que me rodeaba. Frente a mí, notaba la luna reflejada en el mar como en óleos y cuadros que siempre se ven en galerías y calles.

Yo: Vives casi en el centro de L.A (dije notando que nos adentrábamos en una zona residencial donde cada casa tenía una estructura diferente a la otra, de hecho, juraría que cerca de ahí compré los muebles de mi departamento, pero no estaba tan segura tampoco).

Bill: ¿Ya te manejas por acá?

Yo: Algo así. Pero nos dimos una vuelta de tontos para llegar hasta acá, Bill.

Bill: Odio el tráfico, nos habríamos demorado el doble o más ahí.

Yo: ¿Enserio?

Bill: Sip. Dobla a la derecha y luego a la izquierda.

Yo: Si, señor (seguramente tendría que llamar a algún taxi para llegar a casa sin perderme con tantas vueltas).

Bill: ¡Ah! Yo te iré a dejar a tu departamento así que nada de taxis, eh.

Yo: ¿Qué comes que adivinas? (sonreí ante su comentario casi igual al que tenía en mi mente).

Bill: ¿Por qué?

Yo: Justamente pensaba en llamar a un taxi.

Bill: ¡Guau! Creo que… con sólo ver tu expresión supe esto.

Yo: ¿Expresión? ¿Qué cara tenía?

Bill: Sigue derecho hasta el portón de madera con paredes blancas… creo que te conozco más de lo que crees, (name).

Yo: ¿Y eso es bueno o malo?

Bill: Para mí, bueno. Para ti no lo sé.

Yo: Ah…

Si casa era más pequeña que la anterior, con portón automático y árboles gigantes que aportaban más privacidad. Era más sencilla pero hermosa, y a juzgar por las hermosas flores que habían en el jardín, Simone debe conocerla de hace mucho y debió ayudar con sus finos gustos en parte de la decoración tanto exterior como interior. Bill me dio la última indicación de aparcar frente a la puerta principal ya que seguramente me iría a dejar si yo no me negaba a eso. Cuando me uní con el frene a la puerta de entrada, tomó mi mano adentrándonos juntos en su casa. Al menos esta, era más clara que la anterior y se veía más sencilla.

Yo: Prefiero ésta a que la anterior (concluí en voz alta).

Bill: Yo también. Su piscina es más grande al igual que el patio… ¿deseas tomar algo?

Yo: ¿Con todo lo que tomamos? No, gracias (sonreí y él soltó una risita cómplice).

Bill: Créeme… he tomado más en otras oportunidades.

Yo: ¿¡Qué!? ¿Bill Kaulitz ebrio? (fingí asombro abriendo demasiado la boca mientras me guiaba por las escaleras más estrechas que las de la anterior casa) ¡Qué dirán tus fans!

Bill: ¿Acaso tú no?

Yo: Una dama no tiene memoria.

Bill: Se supone que es un decir masculino, (name).

Yo: Pero es mejor que sea unisex. Así no suena tan machista.

Entramos a su nuevo cuarto. Eran los mismos muebles en un espacio más amplio y claro. Nuevamente me sentí rodeada de su embriagante aroma único en donde todo se nublaba a excepción de su nombre. Las cortinas eran de un azul marino que le daban un toque elegante a las paredes, y unas lámparas de noche eran la única iluminación que aclaraba cada espacio.

Bill: Mi cuarto.

Avancé siendo observada por él, pasando mi mirada por cuadros artísticos que colgaban de las paredes y las fotos de él, su hermano gemelo, amigos y familia. En cambio en mi departamento, sólo hay un gran espejo y unos cuadros de pintores abstractos, nada con algún valor sentimental.  Me senté a los pies de su cama soltando un suspiro a medida que veía a Bill abrir unos cajones de su escritorio buscando no sé qué cosa. La situación era extraña comenzando por el qué somos, porque está más que claro que no somos conocidos ni amigos… pero tampoco novios. Además, me encontraba en SU casa, sentada en SU cama y sólo estábamos él y yo. Se acercó con una mano empuñada como escondiendo algo de mi vista.

Yo: ¿Qué tienes ahí?

Bill: (Se sentó a mi lado en silencio observándome fijamente con nuestros rostros lo suficientemente cerca como para oír sus susurro) Averígualo.

Tomó mi mano abriéndola, depositando a escondidas de mi vista algo frío y un poco escurridizo. Miles de ideas descabelladas pasaron por mi cabeza antes de abrir la mano y ver de qué se trataba todo esto. No debí hacerlo. O quizás sí. Pero algo pareció doler en mi corazón haciendo que su pálpito aumentara notoriamente. Era el regalo que Simone nos hizo aquella primera y última Navidad juntos, aquel símbolo completamente universal con infinitos significados diferentes según la situación; El Ying y el Yang. Sentí nostalgia al ver a ambos en mis manos, unidos entre ellos pero en diferentes cadenas. ¿Qué hago? Esas dos gotas brillaban en la palma de mi mano queriendo llamar mi atención, gritando una emoción inaudible para cualquiera, menos para mí.

Bill: No quise devolverlos. Es el único recuerdo con el que me quedé de esa Navidad. En aquel entonces, te odiaba por mentirme y por no confiar en mí. M e sentía… traicionado cuando lo nuestro se terminó y… traté de borrarte de mi mente vendiendo los regalos de esa Navidad y quemando tu última carta entre otras cosas.

Yo: ¿Por qué te quedaste con éstos?

Bill: Porque aún recuerdo cuando te emocionaste al verlos y cómo tus ojos brillaban al recibir un regalo de Navidad después de tanto tiempo. Pensé que si en un futuro te volvía a ver, quería darte uno de ellos estuviésemos o no juntos. Además, mamá se habría puesto muy triste si se lo devolvía.

Yo: Entiendo…

Sin nada más que decir, tomó la gota blanca con la inscripción de su nombre al reverso, aquel que me correspondía debido a que tenía la cadena más fina, y me la puso. Yo en cambio, no se lo puse y preferí guardarlo en el bolsillo de su pantalón tras observarlo pidiéndole cierta autorización para hacerlo. Apoyé mi frente en su pecho suspirando e inhalando su aroma mientras me sentía aprisionar por sus brazos de manera protectora y cálida, dejando cierta electricidad en la piel que él recorría con sus manos. Besó mi cabello y mi mejilla a medida que yo lo acercaba aún más a mí y viceversa.

Bill: Quédate acá esta noche.

Yo: No puedo, Bill. Mañana voy a Las Vegas.

Bill: ¿Y si voy a dejarte?

Yo: No quiero arriesgarte. No a ti, ni ahora, ni jamás.

Bill: Humm… prométeme por lo que más quieras que te cuidarás y volverás sana y viva. Prométemelo.

Yo: Lo prometo (besé su mentón con los ojos cerrados sintiendo cosquillas por su barba de días, y dirigiendo mis manos traviesas a su pecho musculoso y cálido, hasta dejarlas en su cabello corto y rubio). Lo prometo por ti.

Bill: Y ahora idme que te quedarás esta noche conmigo (estaba a un paso de besar la comisura de mis labios cuando hizo un puchero gracioso y tierno a la vez)… ¡por favor!

Yo: Sólo con la condición de que vayamos a mi casa mañana temprano a buscar mis bolsos con… armamento, y me vas a dejar al terminal de buses.

Bill: Si, si, si… lo haré =)

Yo: Entonces acepto.

Bill: Aunque si fuera por mí, te raptaría.

Yo: (Sonreí volviendo a dejar caer mi cabeza bajo su clavícula) No puedo dejarlo, Bill. Por muy peligroso que sea, por muy manchadas que estén mis manos con sangre inocente de gente que ni si quiera conozco en su totalidad, por mucho que me insistas, no lo dejaré.

Bill: Lo sé (name). Y aunque tus manos estén manchadas, como dices, esas manchas son las más hermosas que he visto y las que te hacen ser mi queridísima Invasora. Mi extraña conocida.

Quizás es porque Bill me hacía feliz, porque me amaba, o porque la idea de perderlo se me hacía terrible, pero fue inevitable no llorar cuando dijo esto y cuando besó mis labios con tal pasión y desesperación, haciéndome amarlo aún más de lo imaginable. Sentía que volvía a necesitar de él tal como él de mí. Como el Ying Yang… una necesidad natural en la que ambos sobreviven si el otro lo hace.

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Hallo Gurls!! bien, mi demora es por el motivo de siempre así que creo que de nada sirve decirles lo de siempre xD... además, me regalaron un notebook por subir mis notas y aún sigo instalando los progamas y cosas por el estilo :-)

Bien, no se me ocurres qué decirles...

Ah! comenten lo que quieran porque así más me obligo a mi misma a escribirles el cap.

Kusses sabor a Bill K. y su tatuaje misterioso :$



Bye//Bye

PD: Trataré de no demorarme demasiado con el próximo cap.