www.nina-gonnabeokoneday.blogspot.com

domingo, 29 de septiembre de 2013

Capitulo 21 (Tercera Temporada)

-¡Viniste!

Sonreímos al mismo tiempo notando que muchos de los presentes observaban cómo ella corría hacía mi y murmuraban a su paso. Tomó mi mano y me guió entre la gente. ¿Cuántos había allí? Fácil unas treinta personas, no mucho para ser una fiesta pero pude distinguir modelos y personas estiradas y uno que otro más normal que todos.

-¿Dónde me llevas?

-Lejos de gente amargada y aburrida –gritó sobre la música obteniendo la atención de los que la rodeaban.

Sonreí muy a gusto por su actitud desafiante ante estas personas. Sin embargo, si los odiaba tanto o parecía ser así, ¿por qué dejaba que su padre y su tío los llevaran a su casa? No creo que viva en una completa dictadura nazi, de hecho su padre parece ser bastante relajado y buena onda.

Me recordaban a esas fiestas estiradas de la elite que mostraban en películas, aunque por suerte no estaban vestidos de etiqueta. Apostaría todos los euros que llevo en mi billetera a que más de la mitad de las mujeres que están presentes se han hecho un estiramiento facial, se han puesto botox en los labios y silicona en las tetas y culo, incluyendo además, que vivían de su imagen.

Por suerte, lo que parecía ser un patio trasero con piscina, asaderas, terraza y perros, no estaba tan lleno de viejos estirados. De hecho pude escuchar una singular risa a medida que nos acercábamos a la terraza en donde una pequeña fogata iluminaba los rostros de las personas. Ahí pude divisar a Tom, Bill, Gustav, Andreas, Georg, Ria, y otras mujeres bañadas en operación. Me detuve sin pensarlo dos veces. ¿A esto vine, estás completamente seguro Sascha?

-¿Qué pasa? –preguntó Cassandra frunciendo el entrecejo.

-No vine para irrumpir en un momento familiar al que no soy bienvenido.

-¿Quién dijo que no lo eras? –Me encogí de hombros a medida que se acercaba para demostrarle mi ignorancia y sonrió blanqueando los ojos-. ¡Ajá! Ahora te haces el tímido.

-¿”Tímido”? –enarqué una ceja notando que ese adjetivo no va conmigo. ¿Yo, tímido? JAMÁS.

-Sí, tímido.

-No lo soy. Simplemente no sé lo que pretendes llevándome con tu familia.

-¿Qué pretendo? Pues… ayudarte a saber quién es tu padre. Ese es nuestro plan desde un principio.

-Pero…

-Mira, papá me dijo que te invitara hoy por mucho que yo ya planeaba hacerlo antes de que me lo dijera. Y no es que mis amigas suelan ser las invitadas de honor en las fiestas de mi padre y mi tío, así que siéntete como en tu casa, Kaulitz.

Vale… jaque mate. Me rindo.

-Ok –ella sonrió pero agregué rápidamente mi condición-. Sin embargo no quiero que digas mi apellido.

-¿Quieres utilizar el factor sorpresa?

-Simplemente lo usaré cuando encuentre que es el momento necesario. Y aún no llega.

-¿Y cuán será ése momento? –se cruzó de brazos mostrando su impaciencia.

-Cuando sepa quién es.

-Ok.

Nos acercamos al círculo privado que parecía no estar pendiente del disfrute de los demás invitados en la casa. Saludé a quienes ya conocía, y Tom me presente ante Ria. Claro, debí suponer que sería una más de las amantes de lo plástico a juzgar por sus labios, pechos y nariz respingadísima como Michael Jackson. Su sarcasmo fue de lo más natural, denominándome como el “novio de Cassie” aunque ya todos sabían que no lo éramos.

Cassandra parecía estar incómoda ante la Barbie pelirroja que tocaba la rodilla de su padre como insinuándole que quería hacerle una mamada en pleno público. Dios, con esas pintas de bruja, no entendía cómo un tipo tan light podía meterse con una tipa tan… no-light, ¿entiendes?

Me senté junto a Bill y Andreas, mientras que Cassandra se dejó acoger por Georg y sus constantes bromas que le hacían olvidar que la pareja de su padre era apestaba.

-¿Y Lena? –preguntó Andreas a Bill.

-En Milán follando con alguno de sus amantes –dijo riendo amargamente con una botella de cerveza en su mano.

-Pensé que habían cortado su relación plástica –murmuró molesto su amigo negando con la cabeza.

-Ojalá fuera así de simple.

-Viejo, esta tipa no es lo que la discográfica pensaba ni tu maldito publicista, ¿acaso no vez que eres el alemán con los cuernos más grandes en toda Europa?

-No lo soy, Andreas. Sabes perfectamente que ni si quiera tenemos una relación sexual.

Vaya, esto se ponía cada vez mejor. Pero tampoco quería quedar como un chismoso frente a un tipo que con suerte había visto dos veces. Observé a Cassandra que volvía a fulminar con la mirada a la novia de su padre, no la culpada… yo también haría lo mismo con Ian si fuera un puto bastardo. Pero no, no puedo porque es un buen-tipo-cría-peces. ¿Acaso era el karma el que me trajo a semejante sujeto a mi vida? Dios… he hecho todo bien acá en Berlín y no me follé a ninguna chica mi última semana en Seattle, ¡Si hasta me podía postular a santo!

-¿Tienes novia? –me preguntó codeándome Andreas.

-No.

-Pero tienes cara de no ser virgen –continuó.

-Que no tenga novia no quiere decir que no sea activo sexualmente –sonreí de medio lado indicándole la dirección de mi negativa.

-¿Qué? ¿Cuántos años tienes?

-Diecisiete.

-Espera, ¿estás con Cassandra? –preguntó Bill levantando las cejas.

-¿Qué?... ¡No! Simplemente somos compañeros.

-Esa no me la creo. Cassie es una chica muy codiciada entre los adolescentes.

-No me gusta –dije sin más miramientos-. Ambos somos muy diferentes, y chicas como ella, no me atraen al igual que chicos como yo, no le atraen. Es simple.

-¿Ni un poco? –insistió Bill.

-Mira, estoy metido en un lío demasiado grande como para meterme con alguna chica, ¿vale? Y si estuviese con una, no sería realmente para estar con ella de por vida.

-Entonces eres como Tom cuando tenía tu edad –concluyó Andreas tomando un sorbo de su cerveza.

-No lo sé, no estaba ni en los testículos de mi padre cuando Tom tenía mi edad.

Ambos rieron escandalosamente captando la atención de los que estaban más cerca. ¿Estaban ebrios o simplemente tuvieron su momento de histeria colectiva asimilándola con carcajadas?

-¡Dios este chiquillo es un caso! –dijo Andreas.

-Ok… -dijo Bill tomando un respiro de sus risas para explicarse mejor-. Tom era de los que meten, sacan y se van, ¿entiendes?

-Bueno, se podría decir que entonces soy como él a mi edad.

-¿Y no piensas en sentar cabeza?

-Aún no –sonreí con malicia.

-Bueno, es comprensible porque Thomas sentó cabeza cuando conoció a la madre de Cassie.

Bill borró su sonrisa observando de reojo a Andreas, más que atento a lo que escapaba de su lengua algo sedada con tanto alcohol. Estaba frente a una puerta cerrada, y tras esa puerta estaban todos los secretos, todas las cosas que yo no entendía, todos los hilos atados. ¿Qué sabía Bill? ¿Qué escondía? Quizás el no fuera la respuesta y Cass…

-¿Se enamoró? –pregunté tratando de sonar levemente interesado.

-¡Mucho más que eso!... te diré una cosa, Alexander –dijo acercándose a mí e ignorando la reciente molestia de Bill-. Tom se enamoró completamente de ella, ambos se amaban demasiado. Y lo más curioso es que Andrea también era como Tom.

-¿A qué te refieres?

-A ella le gustaba follar con cualquiera en su tiempo libre, follar sin compromisos. Y luego de enamoró y… ¡BUM!

-¿”BUM”?

-Sí. Duraron unos años hasta que tras el nacimiento de la pequeña Cass se complicaron las cosas.

-Vaya… -murmuré haciendo una nota mental en mi cabeza para recordar hablar con Cassandra.

-¡Pero eso no es todo!

-Andreas –susurró Bill con sus codos en las rodillas tratando de conservar la calma.

-Nuestro queridísimo virginal y puritano Billy también cayó en las redes de una sirena –murmuró guiñándome un ojo mientras gesticulaba con sus manos un par de curvas femeninas-. Pero como ya sabes, las sirenas nunca son…

-Basta –dijo Bill lo suficientemente enojado como para convertirse en el próximo Hulk.

Andreas reaccionó dentro de su borrachera y cayó agachando la cabeza a la vez que murmuraba unas disculpas. Observé al Kaulitz amargado acabar su cerveza en silencio y luego levantarse para salir del grupo. Andreas siguió sus pasos con el rabo entre las piernas como un perro. Cassandra reemplazó el puesto de su tío y me miró expectante por una explicación.

-Andreas habló más de la cuenta por lo que pude percibir.

-¿Qué dijo? –se acercó un poco más sin importarle que su padre parecía estar atento a nuestro movimientos, ignorando a su Barbie.

-Habló de la relación de tus padres –susurré sólo para que ella escuchara-. Mencionó algo de que tu padre estaba enamorado hasta más no poder y que luego de tu nacimiento las cosas se complicaron.

Suspiró algo aliviada y sonrió con tristeza.

-Eso ya lo sé.

-Y dijo que Bill se enamoro de alguien.

-Hummm… realmente no sé mucho de la vida de mi tío por mucho que vivamos en la misma casa. Sé lo de su infancia y adolescencia, pero hay una etapa en su vida de la que nadie habla. Es como si fuera un tema prohibido para todos.

Mamá también…

Dios, necesitaba decírselo a Cassandra, necesitaba decirle que lo más seguro es que fuésemos hermanastros y que… Dios, debía detenerme… no podía seguir con esto o acabaría arrodillado frente a un inodoro eliminando lo poco y nada que tenía de comida mi estómago hasta vaciar completamente mis tripas.

-¿Estás bien? –me preguntó y noté que escalofríos viajaban por mi columna.

-Necesito decirte algo muy importante…

-Está bien, vamos a la cocina.

Me guió tomando mi codo entre la gente, ignorando los saludos y exclamaciones al verla conmigo. Las voces, el humo del cigarrillo, las copas chocar, los botones de los teléfonos celulares, las risas estridentes… sentía mi audición agudizada y todo me parecía una molestia. Observé la hora… doce y treinta.

-Bien, habla.

Impresionantemente la cocina estaba vacía y en silencio, con una temperatura ambiental que me hizo volver a la vida y una frescura que calmó mis sentidos. Me apoyé en el mesón aclarando las palabras que mis neuronas digitaban, liando oraciones y buscando mi voz.

-No podemos seguir con esto –confesé mirándola fijamente a los ojos.

-¿Qué?... Alexander hemos llegado lejos. Te he ayudado en todo lo posible y…

-¿Es que no lo entiendes?

-Explícame entonces –se cruzó de brazos frunciendo el entrecejo.

-No me ayuda en nada que tu familia no pueda hablar de cierta época, porque estoy seguro de que ésa parte en la vida de tus tíos es una pieza fundamental que me hará saber quién es a quien busco. Ni si quiera tu madre pudo mencionar una palabra cuando supo mi apellido.

-No entiendo, yo…

-Tú familia, Cassandra. Mi familia. Ambas coinciden demasiado.

Se quedó de piedra observándome con los ojos como plato y la boca a medio abrir y cerrar. Parecía estar procesando la información, palabra por palabra. Sólo se escuchaba a lo lejos la música.

-¿Estás seguro?

-Si –asentí con pesar.

-Pero eso es bueno porque quiere decir que tu campo de búsqueda se reduce a… ¡Oh Dios!

-Prefiero quedarme con la tranquilidad de que sé de donde provengo, pero ya no quiero ahondar en un tema que mi familia y la tuya de niega a mencionar. Tu familia conoce a la mía, tu padre conoce a mis tíos.

-Te refieres a los que mencionaron cuando viniste y…

-Sí. Gaspard y Lily. Son hermanos, pareja y esposos. Lily está embarazada. Gaspard es francés tal y como tu familia lo mencionó. Fue él quien me apodó Sascha. ¿Entiendes ahora, verdad? ¿Entiendes que ya no podemos seguir?



-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Perdón por la demora!! pero me puse a leer un libro y ahora tengo fobia literaria, así que dudo que lo siga leyendo o me pondré a llorar pronto :'c

Se vienen capítulos intensos, así que les recomiendo que tengan mucha paciencia de ahora en adelante ;)

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capitulo 20 (Tercera Temporada)

"-¡Mamá! ¡Mami! ¡Mami!

-¿Qué pasa cariño?

La abracé con todas mis fuerzas, llorando y tratando de esconderme en sus brazos. Tenía miedo, mucho miedo de que esos niños grandes me pegaran y volvieran a reírse de mí. Mami es la única que puede salvarme. Mami es más fuerte que todos ellos juntos. Mami me salvará.

-Sascha, hijo, me estás asustando.

Apoyé mi frente en su pecho y ella acarició mi cabecita mientras nos sentaba en una banca.

-Esos niños grandes, mami.

-¿Qué te hicieron ahora, cariño? ¿Por qué tu camiseta está…?

Los busqué con la mirada y noté que me miraban con sonrisas ganadoras. Mami les daría su merecido. Mami es la única que me entiende.

-Me dijeron que era huérfano porque no tengo un papi, mamá. Me tiraron pintura mami, y todos se rieron de mí.

La mano de mamá en mi cabeza de detuvo y me separé de ella limpiando mis lágrimas en su vestido.
-Mami…

Me llevó en sus brazos con ella. Algo vieron los niños en la cara de mami, algo que les hizo huir corriendo. Mami es fuerte, lo sé.

-Cariño, espérame acá. Y si uno de esos niños grandes vuelve, grita mi nombre lo más alto que puedas, ¿entiendes?

-Mami, no me…

-Hijo, mami tiene que hablar con personas grandes y no quiero que te asustes. Espérame un ratito sentado acá.

Sonrió depositando un beso en mi frente y rebuscó algo en su bolso… un dulce amarillo felicidad. Limpió mi cara con sus manos suaves y me peinó antes de dejar la paleta en mis manos.

-Antes de que acabes de comerla estaré contigo, cielo.

La vi cerrando la mampara de vidrio donde estaba la gente grande. Mami hablaba con dos mujeres, una intentaba detenerla levantando sus manos y la otra la señalaba con el dedo. Pero mami es más fuerte y pasó sobre las dos cruzando una puerta.

“D” con “i”, “Di”… “R” con “E   “, “RE”… “DIRE”

“C” con “C” y con “i”… ¿cómo era? “CCI”

“O” con “N”, “ON”

Oh… “DIRECCIÓN”

Escuché gritos desde adentro, y una señora gorda me miraba negando con la cabeza… todos parecían enojados, todos parecían no quererme y no querer a mi mami. Pero mami es más fuerte que todos, mami me ama más que a su vida, ella me lo repite todos los días.

Un señor grande salió junto a mamá, él tenía la cara roja como un tomate y parecía avergonzado. Mami le gritó palabras malas y abrió la mampara de vidrio. Tapé mis oídos cuando el señor le gritó algo a mi mami.

-No toleraré que siga siendo tratado así. Es suficiente.

-Señora, tiene tres años, entienda que él no sabe lo que es…

-¿¡Malo!? Alexander sabe lo que es bueno y lo que no. Parece que es usted el que tiene problemas de razonamiento y ética –la voz de mami me dio miedo, oculté mi cara entre sus cabellos dejando la paleta en el piso.

Mamá camino haciendo oídos sordos de lo que pasaba a sus espaldas, se puso sus lentes oscuros y me agarró con fuerza contra ella, contra los malos.

-No te preocupes, cariño. Ya no volverás a ver a esos niños malos ni a nadie que te haga daño. Tu mami te protegerá."





La vi eligiendo unos aros de perla cultivada sencillos. Usaba un vestido de un verde olivo y su cabello estaba recogido en una cola. Su maquillaje era muy suave y parecía concentradísima en atornillar las perlas correctamente a sus lóbulos. Me recosté en su cama observando el techo blanco.

-¿Planos o con taco? –me preguntó mostrándome dos pares de zapatos.

-Estás en casa. Planos.

-Buena elección.

-Y no uses collar o notará que te arreglaste demasiado para él.

¿Por qué aconsejaba a mi madre sobre qué usar acá con su novio? Dios, ¿novio es la palabra correcta, verdad? Quizás era porque aún no conocía al sujeto que enamoró a mi madre, y la verdad es que nunca le he deseado lo peor a ella. A nadie le gusta ver a su madre sufrir por culpa tuya o de alguien más. Nunca la había visto tan nerviosa y ensimismada en su apariencia como ahora. No digo que siempre esté desaliñada, al contrario, siempre está elegante y rara vez usa jeans.

Observarla en un acto tan femenino como arreglarse para su… pareja, me hacía olvidar las palabras dichas por la madre de Cassandra. Tras irnos de su casa me sentía aplastado contra el pavimento y sin ganas de nada que no fuese dormir y no despertar jamás. Ella dijo que tenía los ojos de mi padre, y no sabía si eso era bueno o malo. ¿Qué clase de promesa tan profunda se puede realizar entre Andrea, Bill, Tom y no sé cuántos más? Daba escalofríos pensar que podía llegar a ser un pacto familiar, en donde querían mantener a todos alejados de un pasado o un suceso.

-¿Estás bien, Alexander?

-Sí, ¿por qué preguntas?

-Te estaba hablado.

-Lo siento, estaba distraído.

-Si quieres le puedo decir a Ian que no venga y…

-No mamá. Estoy bien. Créeme.

-Si tú lo dices…

Me paré a observarla mientras encajaba los zapatos planos en sus pies. Dios, ¿cómo mi padre pudo separarse tan fácilmente de ella?

-Es raro verte… ansiosa.

-Quiero que se lleven bien, eso es todo –murmuró sonriendo.

-Bueno, aún no lo conozco y si le cae bien a Aki, puede que lo pase.

-¡Alexander!

-Está bien, está bien. No te preocupes. Todo saldrá como quieres.

Ceder para hacerla feliz. ¿Hasta qué punto estaría dispuesto de ceder por ella? Era mi única familia directa y de mi propia sangre, era la única que me conocía más allá de lo posible… ¿acaso es bueno ceder por su felicidad? Sí, lo es. La dejé seguir con sus cosas femeninas en donde me sentía totalmente perturbado porque definitivamente ser mujer parecía ser sinónimo de problemas, fui a mi cuarto y tras cerrar la puerta puse en mis manos la foto escondida entre mis cosas… la foto de la tranquilidad. Sea quien sea la persona de aquella imagen borrosa, algo debía tener para calmarme. Mi teléfono sonó indicando un nuevo mensaje.


¿Vendrás a la fiesta del más puro estilo Kaulitz?


Oh… bueno, hace tiempo que no voy a fiestas. No es que en este instituto sean fanáticos de las celebraciones, sino que parece que cada uno nada en su propio mar. No quería dejar a mi madre a solas con un tipo que conocería recién por mucho que ya estaba seguro de que se conocían hasta por los rincones más oscuros. Bueno, si le decía a mi madre que iría a una fiesta en casa de un “amigo” frente al tal Ian, lo más seguro es que accediera para no quedar mal con él.

No sé cuánto tiempo me quedé absorto en mis pensamientos, pero desperté de mi trance cuando noté la risa de mi madre provenir desde el primer piso. Mi tío Gaspard debía estar con su hermano aprovechando su último día en Alemania para volver con la tía Lily a Rusia. Así que por lógica la opción era que Ian Neville folla-madres había llegado.

-Oh… tú debes ser Sascha –su voz era ronca y de un acento británico que realmente aburría.

-Alexander –estreché su mano tendida dándole una fuerte sacudida antes de fingir una sonrisa.

-Tu madre me ha hablado maravillas de ti, realmente ansiaba conocerte.

-¿Con que maravillas, eh? -¿acaso habrá mencionado el hecho de mi historial problemático?

-Bueno, yo iré a la cocina a ver como sigue ese pavo –mamá desapareció con una sonrisa que parecía suplicar a dedos cruzados que no nos matáramos.

-¿Te ayudo, cariño? Soy buen cocinero y…

Espera. Retrocede. ¿”Cariño”?... Dios, qué asco.

-No te preocupes, Ian –le gritó desde la cocina-. Ponte cómodo mientras yo termino de ver la comida.

Pasó junto a mí hasta divisar la sala de estar. ¿Por qué no encargué un pitbull como mascota? Cristo, este tipo era de lo más ñoño del mundo. ¿Quién con uso de razón usaba pantalones tan arriba y un peinado bañado en gel de cabello? Me recordó vagamente a los tiempos del musical de “Hairspray” en donde todos parecían ser fanáticos de fijador… con tipos como este, la capa de Ozono tenía sus días contados.

-Así que… ¿cuántos años tienes?

¿Enserio? ¿Un interrogatorio?

-Diecisiete. ¿Tú?

-Eehm… cuarentaicinco –murmuró observando la chimenea frente a él.

¿Mamá con un vejestorio? ¿Acaso este tipo tenía que usar viagra para durar lo suficiente? ¿Qué no debería estar en un asilo?

-Genial –murmuré viendo a Aki observándome con una cara burlesca-perruna.

-¿Es tu perro?

-Sí, se llama Aki. ¿Tienes uno?

-Tengo una pecera gigante… soy algo alérgico a los perros y gatos, así que opté por coleccionar peces en mi casa.

-¿Cuántos tienes?

-Veinte. Generalmente elijo especies tropicales, aunque un día compré una piraña y… bueno, tuve que empezar de nuevo con mi colección.

Que. Tipo. Más. Raro… ¿desde cuándo a mamá le gustaban los frikis?

-No te preocupes por Aki, no suele pasar en casa a no ser que la chimenea esté encendida o le baje el amor por mi cuarto.

-¿Duerme contigo?

-En invierno.

-Es…

-Sí, lo sé. Así que de vez en cuando sube a mi cuarto.

-¿Y tu madre no te dice nada?

-Mamá lo ama. De vez en cuando duerme en su habitación pero generalmente duerme en la mía.

-Ah…

Silencio incómodo. Le dije a mamá que lo haría sentir bien, y sé que pretendo ceder mi felicidad por la de ella, sin embargo empezaba a cuestionar mis palabras. ¿Qué le vio mamá a este vejestorio? Dios, ni Tom, el padre de Cassandra lucía tan… arcaico.

-¿Dónde trabajas?

-Con Pantera.

-Eso quiere decir que ya sabes que mamá…

-Sí, no te preocupes, nos conocemos hace unos meses pero anteriormente ya habíamos trabajado juntos sólo que no lo recordábamos.

-¿Y… qué haces allá?

-Bueno, generalmente soy espía de tiempo completo, sin embargo prefiero ayudar en el entrenamiento de los nuevos. Les enseño a allanar zonas peligrosas, creo simulacros virtuales y…

-¿Entonces eres un friki de la computación?

-En realidad yo soy el que idea, no el que lo crea. Yo y la tecnología no nos llevamos del todo bien.

Ve-jes-to-rio.

Por suerte la tortura y la tensión disminuyó cuando mamá anunció que nos acercáramos al comedor ya que la cena estaba servida. ¿Mencioné que mamá era de esas mujeres que buscan recetas en internet o pasan metidas en la televisión culinaria cuando tiene tiempo libre? Creó todo un banquete en proporciones justas para tres personas sólo por la llegada del friki.

-Realmente me ganaste en la cocina, amor –le murmuró depositando un beso en su frente.

¿¡”Amor”!?

-Años de práctica.

Nos sentamos a comer en una completa calma. Moría del hambre, mamá no me dejó probar bocado alguno cuando cocinaba. Sirvió vino en nuestras copas, brindando por el invitado de honor. Mamá lucía como una niña con un dulce, se veía feliz y le daba sonrisas tímidas cuando encontraba su mirada con la de él. ¿Realmente así fue mamá cuando se enamoró de mi padre? ¿Así de enamorada lucía? ¿Así eran sus sonrisas, tímidas? ¿Así le brillaban los ojos?

Algo me decía que sí, aunque me dolía el hecho de que lo haya olvidado por mucho que hayan pasado años.
-¿Y… cómo se conocieron? –me sentía como un entrevistador de la televisión.

-Bueno, me encontraba en el gimnasio techado enseñando defensa personal a los novatos, y tu madre se encontraba en la piscina enseñándola a usar herramientas acuáticas e instalar bombas acuáticas de gran intensidad.

-Sus instrucciones distraían a mis alumnos, así que me acerqué a Ian para decirle que entrenaran en otro lugar y… bueno luego de una discusión frente a los demás, él se fue con su grupo y yo seguí con el mío.

-Después de dedicarnos por semanas miradas de odio, Pantera nos asignó una misión.

Ahora entiendo los viajes que mi madre realizaba a Berlín los fines de semana.

-Y bueno, aquí estamos –sonrió tomando la mano de mamá y besando sus nudillos.

Un neandertal por donde se le mire.

-¿Y… cuánto llevan juntos? –me crucé de brazos sabiendo que mi madre estaba atenta a mis movimientos, y que la posición de mi cuerpo invitaba a su psicología a descifrar lo que pensaba.

Mamá me miró con una ceja alzada antes de volver a sonreírle a su… a Ian Neville.

-Serán unos… tres meses.

-Con planes de casamiento, ¿verdad?

-Aún no lo hemos hablado –confesaron ambos al mismo tiempo, y luego se miraron sorprendidos por la coordinación de sus palabras.

¡PUAJ! Dios, qué cursi. Enserio no me gusta esto. Es vomitivamente… cursi.

-Quizás primero deba consultarlo con el hombre de la casa –comentó el nerd.

Repentinamente el apetito se me quitó y dejé la cuchara apoyada en el borde del plato. ¿Realmente existía un límite entre lo que estaba dispuesto a ceder y lo que no? Sé que es su felicidad, y que en ella no me podía interponer, pero… no quería un padrastro. Esa palabra no encajaba en mi esquema mental, quizás sintiera un rencor nato a mi padre pero prefería tenerlo a él antes que a un padrastro nerd al que acababa de conocer.

Tenía demasiada información que procesar y mi cabeza no parecía querer obedecerme momentáneamente. Debía definir mi opinión respecto al nuevo novio de mi madre porque seguramente me preguntaría sobre ésta cuando él se fuera. ¿Quién tenía de mascota peces en estos tiempos? ¡No estábamos en el siglo XX y ni si quiera en la prehistoria! Un pez… ni si quiera podías sacarlo a pasear… mierda, qué clase de friki podría amar los peces.

-¿Te encuentras bien, cariño? –preguntó mamá tomando mi mano.

-Emm… la verdad es que quería hacerte una pregunta antes de que llegara Ian.

-Oh... bueno, si quieren salgo un poco al patio y…

-Está Aki así que es mejor que lo oigas si no quieres terminar en el hospital por tu alergia –le dije sonriendo de lado. Mamá estrujó mi mano antes de que la sacara ahogando un quejido.

-¿Qué querías decirme? –insistió perforándome el cerebro con sus ojos.

-Bueno, una compañera hará una fiesta y hace tiempo que no voy a una, así que… quiero ir.

Levantó una ceja interrogativa que decía explícitamente “ésta no te la creo, Alexander Kaulitz”.

-¿Y cuándo es?

-De hecho –dije observando el reloj de la pared frente a nosotros-, ya empezó.

-¿Y cuándo te invitaron?

-¿Es enserio? Esto parece interrogatorio, ma. No creo que Ian se sienta lo suficientemente cómodo como para presenciar esto y la verdad es que no quiero discutir frente a tu novio.

Mamá restregó su cara con ambas manos seguramente maldiciéndome por haber sacado un tema así frente a su invitado estrella. El nerd por excelencia le acarició el hombro sonriéndole cuando ella destapó su rostro.


-Está bien, anda. Pero no vuelvas muy tarde y debes tener tu teléfono encendido.


-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola! Les adelanto el capítulo de mañana porque no podré subirles ya que tengo que preparar un examen oral muy importante. Las partes en cursiva que son muy largas y entre comillas, corresponden a los recuerdos de los personajes. Aquellas que son cortas y sin comillas son pensamientos de quien narra. Viva, griten, comenten, lean ;-)

sábado, 21 de septiembre de 2013

Capitulo 19 (Tercera Temporada)

-¿Le mencionaste que somos novios o algo por el estilo?

-Mamá sabe que nadie encaja con mi prototipo.

-¿Ese es un no?

-Exacto.

Me parecía extraño viajar en el transporte público con Cassandra a mí lado. Según Bianca, uno de los hombres que trabajaban para los Kaulitz la retiraba del instituto cuando su padre estaba ocupado, pero nunca tomaba el autobús ni nada por el estilo. Claro, a los famosos les falta un mundo por recorrer, el mundo del anonimato en donde dejan sus tronos y coronas de lado para volver a la humildad de cualquier persona que no pueda obtener sus lujos.

Matt me puso al día sobre chismes, acontecimientos, trabajos, pruebas, y otros detalles inclasificables durante todo el día. Él y los chicos, mencionaron que realmente muchos parecían notar mi ausencia por mucho que no fuera tan conocido. En el casino, vi sonrisas, mejillas sonrosadas y risas nerviosas de las chicas cuando me veían, lo que claro, no fue un problema de ignorar cuando lo único que pasaba por mi mente era la hora de la salida.

-¿Y cuál es tu prototipo?

-Pues… apuesto, inteligente, con un aire misterioso, oblicuos marcados, fanático de las matemáticas, encantador y extrovertido.

-No pides nada –murmuré sarcásticamente observando la transformación urbana de un sector lleno de departamentos por todas partes.

-A diferencia de los hombres, a nosotras nos importa más el interior de las personas.

-¿Qué?

-El interior.

-Las bolas –asentí burlonamente elevando una ceja.

Noté que una señora de edad nos observaba con curiosidad frente a nosotros levantando sus cejas y aumentando las arrugas en su cara. Cassandra también lo notó y se puso más roja que un tomate.

-Tonto –murmuró desviando la vista-. ¿Y tú, qué buscas? ¿Un busto grande y un buen trasero?

-Sólo si ando de joda.

Cassandra soltó una carcajada al aire y la señora que antes observaba se abanicó la cara negando con la cabeza.

Señora, no es necesario que lo diga… sé que soy un… ¿qué soy?

-¿Y si no andas de joda?

-Pues… necesitaría conocer a mi alma gemela.

-¿Alma gemela?

-Sí, ya sabes… personas que están destinadas a estar juntas de por vida y en todas las reencarnaciones posibles.

-Entiendo, pero… ¿de dónde nació tu idea?

-No lo sé –reconocí frunciendo las cejas-. Desde que tengo memoria tengo esa idea en la cabeza.

-Ya veo…

-Pero para eso, debo verla a primera vista. Y si no me atrae así, creo que no será mi alma gemela.

Nuevamente observé de reojo a la señora frente a nosotros, sus labios se elevaban en una sonrisa poblada de arrugas y pude notar una parte de su lápiz labial desbordado. Dios, ¿cuántos años debía tener, cien? Al menos seguí viva y podía trasladarse de un lugar a otro en…

-Te pareces a mi tío.

Un escalofrío recorrió mi espalda ante la mención de aquel tipo amargado. Definitivamente el no podría ser mi padre ni en un millón de años, ni mamá se fijaría en alguien con un humor de perros.

-Seguramente tu tío copió mi idea de romanticismo.

-Lo dudo.

Tras llegar a un paradero, caminamos lo que me pareció un laberinto. Me sentí en el pac-man de la vida real junto a mi versión femenina. A medida que avanzábamos, los edificios se veían cada vez más privados y sofisticados con altos arbustos que limitaban la vista a cualquier mirón y rejas que anulaban la posibilidad de posibles ladrones. ¿Quién era su madre para vivir en un barrio tan raro como este? Juraría que me encontraba cerca de políticos y presidentes con tantos autos de lujo, guardias y cámaras de seguridad.

-¿Esto es normal en Alemania? –le pregunté algo incómodo con tantos lentes observándonos caminar.

-Bueno, no falta el tipo que quiere atentar en uno de los barrios más seguros de toda Europa.

-¿Estamos cerca?

-Es ahí.

Indicó un edificio blanco altísimo en donde fácil se podría ver la Torre Eiffel desde la terraza. Cassandra ingresó una clavé y una tarjeta de identificación además de hablar con el conserje diciéndole mi nombre y que estaba con ella. Claro, a ella la conocían y parecía ser muy respetada por su padre… ¿o su madre?

Mierda, ni si quiera sé a qué se dedicaba su madre para estar metida en un lugar como éste. ¿Y si era una agente de la policía internacional o algo por el estilo? Podría buscar mis datos insertando mi primer nombre o buscando en la base de datos del instituto hasta llegar a mi madre y... resumiendo, se estallaría la Tercera Guerra Mundial.

Tomamos el ascensor y apretó el botón del piso veinticinco. Observé mi rostro pálido en los espejos que nos rodeaban y miré de reojo la cámara de seguridad oculta en el ducto de ventilación. Realmente me sentía perseguido con tanta seguridad, es como si una vocecita me dijera “sé lo que hiciste el verano pasado”. Ya en el pasillo, pasamos unas tres puestas hasta dar con una que juraría que tenía una lámina de metal antibalas. Mi versión femenina golpeó la puerta con un ritmo diferente al normal, un código auditivo.

-Le dije que vendría contigo así que debe estar algo…

La puerta se abrió revelando a una mujer rubia de ojos azules cubiertos por unos lentes con marco negro. Me recordó a mi madre con su porte delgado y una mirada inteligente que parecía cubrir algo más que una sonrisa cordial. ¿Quién era? ¿Por qué de repente me sentía en un interrogatorio? ¿Acaso estaba en la boca del lobo? Metió un mechón rubio tras su oreja, y noté que su cabello estaba tomado en un peinado desordenado.

-Bienvenidos –saludó con una voz amigable pero algo tensa. Sentía los sentidos que mamá me ayudó a desarrollar totalmente activados esperando por una señal.

-Mamá, él es Alexander. El chico del que te hable.

-Hola Alexander –besó mi mejilla y noté el olor a perfume caro.

-Un gusto en conocerla, señora…

-Llámame Andrea. Realmente me siento vieja cuando me dicen así… no se queden ahí parados, pasen.

El departamento era totalmente acogedor; cuadros con flores y paisajes tranquilos, un sofá blanco con almohadones celeste, plantas bien cuidadas y un comedor con un florero en el centro… camelias simples.

-Siéntense… ya vuelvo con algo para comer.

-Almorzamos en el…

-Lo sé, Cassie. Pero quiero ser una buena anfitriona y ofrecerles algo para que no les dé hambre.

-Vale… haz lo que quieras.

Nos acomodamos en el sofá dejando nuestros bolsos a un lado. La vista era realmente buena. Apostaría a que de noche se veía realmente encantador con las luces de la ciudad. ¿Qué clase de persona podía vivir en un departamento como éste sola? ¿Acaso no la consumía la soledad? ¿Por qué se habrán divorciado los padres de Cassandra? Y ahí noté el detalle… observé a mi alrededor y noté algo raro.

-¿No hay fotos?

-No –negó con la cabeza restándole importancia a mi pregunta.

-¿Por qué?

-A mamá no le gusta exponer a sus seres queridos. Las guarda en un álbum y las muestras a quienes realmente son de su confianza.

-Ah…

Si fuera por eso, mamá tampoco tendría nuestras fotos repartidas por las paredes y muebles. En su mayoría eran fotos tomadas por mí y aparecíamos todos a quienes considerábamos como nuestra familia. Mi favorita, es una en donde aparecemos los dos sonriendo a la cámara… la única en donde la sonrisa de mamá se ve más radiante que en todas.

Andrea regresó con una bandeja con zumo y vasos, y luego volvió con otra llena de pequeños pasteles decorados de distinta forma. ¿Era una manía natural que las madres hicieran cosas así en su tiempo libre? Observé a Cassandra, quien parecía no tomarle mucha importancia al arte culinario de su madre.

-¿De dónde eres, Alexander? Tu acento no parece ser de acá –se sentó frente a nosotros tras servirnos zumo de naranja en los vasos.

-Soy de todos lados –resumí sonriéndole como excusa ante tal detalle personal.

-¿De todos lados? –frunció el seño sin entender mi elección de palabras.

-Cada tres años me cambio de casa. Así que no me considero de ningún lugar.

-¿Enserio? –Hasta Cassandra parecía impresionada con mi confesión.

-El último lugar en el que estuve fue Seattle, pero por el trabajo de mi madre ahora estamos acá.

-Tu madre debe ser una mujer de negocios.

-Lo es –mentí tomando inmediatamente un sorbo de zumo para esconder mi falacia.

-Bueno, en mi juventud también viajaba a diferentes países, así que comprendo el accionar de tu madre. Claro, paré de hacerlo cuando nació Cassandra por obvios motivos, pero quizás algún día retome el ritmo de viaje y me dé unas vacaciones internacionales –sonrió con honestidad tomando uno de sus cupcakes con crema rosa.

-¿Y usted en qué trabaja?

-Soy enfermera.

-Mamá trabaja en el hospital central, en donde te atendieron luego de tu… desmayo.

-Suena bien ayudar a la gente –opiné tratando de ser más amigable con la madre de mi versión femenina.

-Lo es… -Se acomodó en el sillón frente a nosotros y tras un sorbo de zumo, sonrió divertida-. Me sorprende ver a alguien que soporte el carácter de mi hija, ¿sabes?

-¿Me estás diciendo amargada en plena cara, madre? –fingió asombro y sonrió ante la confesión de su mamá.

-Bueno, nunca traes chicos a mi casa y tus amigas realmente no tienen cerebro, así que… prácticamente no has traído a nadie a casa. No te ofendas Alexander, ni te avergüences… pero esperaba a que fueras gay cuando mi hija me contó que vendría contigo.

Me reí ante su suposición tan alocada al igual que Cassandra. Realmente esta señora me empezaba a caer bien, y no entendía cómo Tom pudo divorciarse de ella. ¡Los dos eran como dos adolescentes graciosos!

-No soy gay –sonreí respondiendo su pregunta.

-Es un pansexual –se rió Cassandra señalándome.

-¿Un pansexual? Eso no me lo esperaba, eh.

-Sí, tiene admiradoras por doquier. Prácticamente tiene a la mitad del instituto suspirando por él. Y hay un blog en donde lo veneran.

-¡Dios! ¿Enserio?

-Pensé que no sabías lo del blog –le dije a Cassandra.

-Los rumores corren rápido.

-¿Y qué hay en ese blog? ¿Cartas de amor? ¿Videos?

-Hay… de todo.

-Es terrible, Andrea. Se lo juro, mi prima me lo mostró hace unos días y quedé con náuseas luego de leer las confesiones hormonales que posteaban en donde prácticamente me violaban con la mirada.

-¿Pero haces algo para llamar su atención?

-Nada. Vago por los pasillos de una clase a otra. Y de vez en cuando causo problemas pero…

-Las chicas aman a los chicos malos –dijo.

-Pero él no es malo –le respondió Cassandra.

-Bueno, entonces te aman por ser un vago de los pasillos.

-Buen punto –la felicité.

Tras contarnos historias de su trabajo en donde mencionaba labores de parto, operaciones de alto riesgo y cosas sacadas como de “Grace Anatomy”, le contamos cómo fue que nos conocimos o cuánto nos odiábamos al principio. Claro, ella parecía tener conocimiento del comportamiento de su hija, sin embargo le restaba importancia.

Sentí que todos esos nervios que sentí al comienzo parecían esfumarse al notar que Andrea no parecía ocultar algo como suponía. Quizás era una simple mujer que buscaba vivir segura y tranquila en un barrio importante y con una vista espectacular que dejaría con la boca abierta a cualquiera.

-Bien, a lo que vinimos –dijo Andrea cuando la cantidad de pasteles se redujeron en la bandeja e íbamos por la tercera ronda de zumo-. Cassie me contó algo sobre tu búsqueda personal.

-No hay mucho que decir –comenté sabiendo que éste era un tema complicado.

-¿Tu madre está al tanto de lo que pretendes?

-Sabe que lo quiero encontrar, y de vez en cuando me dice cosas como que tiene un tatuaje, tenemos la misma personalidad, cosas así.

-¿Algo importante que te haya dicho ya?

-Que está en Alemania. Vivo.

-Bueno, eso reduce bastante tu búsqueda.

-Sé que puede mejorar, porque hay sólo dos familias con mi apellido en Alemania.

-¿Ah sí?

-Una está demasiado lejos y no hay ningún hombre cuya edad se asemeje a la de mi madre según lo que investigué.

-¿Y la otra?

-En la otra, hay dos hombres de la misma edad.

-¿Primos?

-Gemelos.

-¡Vaya! Está bastante reducida el área de búsqueda. ¿Pero en qué puedo ayudarles cuando ya saben por dónde partir?

-Mamá, ¿aún no lo comprendes, verdad?

-¿Comprender qué, cariño?

Cassandra me observó fijamente y tras asentir ante su permiso, tomó mi mano calmando mis repentinos nervios.

-Alexander es un Kaulitz.

Silencio.

SILENCIO.

S I L E N C I O.

Su rostro pasó de un suave rosa a un enfermizo blanco que notaba su sorpresa. El vaso que sostenía en sus manos peligraba con caerse y verter su contenido en el piso flotante bajo sus pies. ¿Qué escondía mi apellido? ¿Quién era mi padre? ¿Acaso ella podría ayudarme? Me observó fijamente tratando de recuperar la compostura. Sus manos tiritaban y los mechones de su cabello se desprendían del peinado cuando comenzó a negar con la cabeza frenéticamente.

-¿Mamá? –murmuró Cassandra con preocupación.

Su madre se paró como si tuviera un resorte en el trasero que la impulsara a hacerlo, buscó su bolso y sacó un frasquito blanco cuyo nombre no alcancé a leer. Tomó una píldora y la tragó con un sorbo de jugo.

Lentamente se acercó y se sentó a mi lado sin pestañear ni despegar su mirada de mi rostro. Me sentí incómodo notando que algo había cambiado en ella, en su forma de mirarme. Sus ojos azules se habían suavizado.

-¿Cuántos… c-cuántos años tienes?

-Diecisiete… casi dieciocho –susurré

Tapó su boca con una mano y de sus ojos se desprendieron lágrimas. ¿Qué pasaba? ¿Qué sabía ella? Tomó mi mano arrancándola de las de su hija y Cassandra observó conmocionada el cambio de humor de su madre.

-¡Dios mío!... ahora entiendo todo, ahora lo entiendo –murmuró en español.

Espera, ¿español?

-¿Sabe hablar en español? –le pregunté sorprendido.

-¿Tú también?

-Es mi lengua materna.

-¡Dios!... es que esto es… esto es realmente una sorpresa, yo…

-Mamá –la llamó tratando de hacer que ordenara sus pensamientos.

-Jamás esperé esto… ha pasado tanto tiempo que… ¡Jesús, Alexander! ¿Cómo no noté que tienes sus ojos?

-¿Los ojos de quién, Andrea? Por favor, dímelo. No puedo seguir sin saber quién es mi padre.

De repente su rostro cambió. Había recibido una dosis de realidad y sin saber qué hacer, limpió sus lágrimas y volvió a su asiento frente a nosotros recuperando la compostura y tranquilizando lo su pulso acelerado ante la sorpresa. Noté que había estado aguantando el aire en mis pulmones, y volví a respirar pausadamente observando el paisaje.

-¿Estás mejor, mamá?

-Alexander, yo… no te puedo ayudar.

Mi mundo cayó en picada. Me sentía en el punto de partida como si estuviera jugando una ronda del Monopolio. Pensé que estaba frente a una puerta, pero estaba frente a un antejardín. Estaba lejos de nuevo, quedándome con las palabras de mamá y mis tíos.

-Si bien estoy divorciada de Thomas, le prometí no hablar de épocas pasadas. Es una promesa de familia… y no la puedo romper.

-Pero mamá, Alexander ha pasado años averiguando quién es su padre. No lo puedes dejar así. No se lo merece.

-Lo sé, hija. Pero debo cumplir mi palabra. Y si tu madre no te lo ha dicho Alexander, es porque cree necesario que no sepas quién es. Por favor, hijo, no busques más. No sigas indagando en una promesa que no se romperá jamás. Realmente lo lamento.

Game over…. Again.


-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Les subo el capitulo correspondiente a mañana (por si no lo notaron, subo los jueves y domingos), ya que dudo realmente tener tiempo. Lean, comenten, griten, y vivan ;-)