INVASORA
-¡Ahh!
Me desplomé a su lado, tras
sentir el orgasmo recorrer mis entrañas descargando energía en ellas y
culminando con un gemido inaguantable. Cerré mis ojos escuchando sólo los
latidos de mi corazón y el tic tac del reloj antiguo en la pared. Mis piernas
se pegaban a las sábanas y sentía mis brazos pesados como plomo a cada lado de
mi cuerpo.
Sus dedos recorrieron mi espalda
descubierta con una suave caricia y sentí su respiración acompasada en mi
hombre derecho. No quería pensar, no quería oír, no quería mirar, no quería
nada. Simplemente me sentía como una muñeca de trapo en una cama gigante con
sábanas húmedas y arrugadas. Ian sabía que no estaba durmiendo, al fin y al
cabo es espía igual que yo por mucho que no prefiera llamarse así.
Sentía el cambio de horario, aire
y localización pasarme la cuenta ahora que mi cuerpo no se movía ante nada por
el cansancio. Ni si quiera había llamado a Alexander para avisarle que hasta
ahora todo iba bien, sino que simplemente Ian entrelazó su cuerpo con el mío de
una manera fácil, suave, automática y delicada. Así era él conmigo. Atrás
habían quedado los tiempos llenos de caricias previas, risas contagiosas,
gritos, sonrisas, y lenguaje con los ojos. Atrás había quedado la época de
Bill, porque ahora era Ian quien llenaba los espacios que Bill solía llenar
antes.
Sus labios recorrieron con
delicadeza mi espalda posándose finalmente en el tatuaje, aquel símbolo
desesperado que me había hecho como una manera de marcar mi vida, aquel momento
en que volví a la casa de mis padres tras confesarle absolutamente todo a Bill
sobre mí. Sí, decirle que soy una espía. Parecían tiempos perdidos en mi mente…
algo así como películas en blanco y negro, o recuerdos de una niñez extraviada.
Realmente sentía que había pasado mucho tiempo desde aquella última vez que nos
besamos.
-¿Nunca quisiste borrarlo?
–preguntó en tono inseguro, sabiendo que estaba preguntando cosas de un camino
casi prohibido para él.
Abrí los ojos observando el
espejo que nos reflejaba a ambos sobre la cama, Ian me observaba atentamente a
través de él.
-No.
-¿Pero no te recuerda a…?
-Claro que sí, pero prefiero no
tomarlo en cuenta.
-Ah…
-Hm…
-Es extraño.
-¿Qué cosa?
-Es la única parte en tu espalda
que no tiene cicatrices cuando debería ser la más dañada debido a su ubicación.
-Ojos en la espalda –sonreí a su
reflejo.
Sentí un suspiro en mi cuello y
volví a cerrar los ojos para descansar mi vista. Un pequeño tirón en mi pelo me
aseguró de que estaba trenzándolo como solía hacer cuando estaba en su regazo o
cerca de él. A este punto, me quedaría dormida antes de lo planeado.
-Espero que algún día te tatúes
por mí.
Abrí de nuevo los ojos y vi su
mirada intensa absorber la mía con una seriedad que nunca antes había visto
cuando estábamos los dos solos. Me acomodé ignorando las quejas de mis músculos
y me senté observándolo fijamente. Tapé mi busto con las sábanas y vi una
trenza junto a mi mejilla.
-Ian, tenía unos diecinueve
cuando me lo hice… era una adolescente llena de problemas, tristezas y
desilusiones… realmente los tatuajes no significan mucho para mí.
-Entiendo… pero lo hiciste por
Bill.
-Lo hice por mí –dije engañando a
mis pensamientos y por ende a él-. La frase era como un mantra para superar
cada obstáculo en mi vida… me daba fuerzas para seguir luchando contra todo lo
que me dañara.
-Pero eso lo implica a él.
-No quiero hablar de esto, Ian.
Él ya no está en mi vida.
-Es el padre de tu hijo, (name).
-¿Por qué insistes? –suspiré más
agotada ante todo esto.
-Porque cuando lo viste volviste
a ser vulnerable –tomó mis manos y apoyé mi cabeza en su hombro observando
nuestras manos unidas-. Si quiero casarme contigo, quiero conocerte como nadie
lo ha hecho, quiero abarcar completamente tu corazón incluyendo aquellas partes
en donde tienes a Bill. Quiero ayudarte a olvidarlo, (name), que sólo pienses
en mí y no en otros.
Fruncí el ceño ante su insólita
confesión. ¿Olvidar a Bill? Ya lo había olvidado de aquella manera sentimental
en la que ahora me encontraba con Ian, o eso afirmaban mis pensamientos, pero
olvidarlo sería como alejarme de mi pasado o cortar mis orígenes. Gracias a él
soy más humana que antes y no una máquina para matar. Alejé sus manos de las
mías buscando con la mirada mis ropas. Si iba a seguir con este tema, realmente
esperaba conciliar el sueño en otra habitación o en el sofá. Me puse las bragas
en silencio, el corpiño y la camiseta que tapaba las cicatrices más recientes.
-¿Estás… molesta? –preguntó desde
la cama mientras me ponía un par de calcetas.
-No me puedes pedir que olvide a
Bill.
-Pero (name), debes hacerlo por…
-Si lo olvido, estaría olvidando
a mi hijo, a Alexander. Y eso es lo único que no haré en mi vida.
-Ni si quiera sabe que Bill es su
padre, ¿cómo planeas decirle que lo es, eh? Te ahorrarías las molestias
dejándolo en el pasado y empezando una nueva vida a mi lado, amor.
-Sé que se enterará tarde o
temprano por mucho que me esfuerce en detener sus preguntas.
-¿Y luego qué? ¿Le dirás a Bill
que tuviste un hijo de él?
-¿¡Y qué te importa!? –le grité
realmente furiosa ante su insistencia.
No gritaba hace tiempo. No así
que enojada ni mucho menos a Ian. Ni si quiera a Alexander le he gritado de
ésta manera, como un monstruo siendo atacado. Busqué mis jeans y zapatos,
abandonando el cuarto totalmente hecha un lío y con una maraña de pensamientos
peleando para salir por mi boca al mundo.
Mi hijo, es MI hijo, sólo mío.
Ian realmente no tenía por qué meterse en lo que le decía a o no a él. Y si no
le decía nada sobre su padre, era porque realmente quería protegerlo de la
amargura que debía sentir Bill en estos momentos. No quería que se presentara a
él sabiendo que posiblemente tenía hijos y una familia feliz y unida, porque la
rompería confesando una verdad.
-Alexander no es asunto tuyo,
Neville –murmuré sabiendo que me observaba desde algún punto del cuarto.
-Algún día lo será.
-No.
-(Name)…
-¿Qué no entiendes? ¿Cómo te lo
explico, eh? ¿Manzanas, peras, dedos, dibujos? Si olvido a Bill, tendré que
olvidar a mi hijo y eso no lo haré ni en esta vida ni en las que siguen. Si
bien estás conmigo ahora, eso no te garantiza que lo nuestro incluya planes
familiares. Soy espía, Ian. Hace mucho dejé de pensar con el corazón.
-Pensé que habías cambiado luego
de verlo.
Cerré la puerta dejándolo solo en
la habitación. Me puse unos lentes de sol, mi bolso y una chaqueta para evitar
la brisa fresca. Al menos las calles podrían solucionar los problemas de mi
mente, despejándola por un rato.
BILL
-¿Tienes un minuto?
Me observó leyendo mi expresión y
enterándose de que no bromeaba por una vez en mi vida. Dejó su teléfono en su
cama, cerró la puerta de su cuarto y las ventanas. Así era cuando necesitábamos
hablar seriamente… sin interrupciones ni distracciones.
-¿Pasó algo?
-Necesito que me digas de dónde
vino ese amigo de Cass.
-Ah… ¿tú también lo notaste?
-Espero que sea una suposición
errónea.
Se sentó en su sofá oscuro y yo
frente a él en su cama, realmente los nervios me carcomían completamente y lo
único que deseaba era acabar con las dudas y los pensamientos que me invadían
cada vez que recordaba tanto al chico como a ella.
-Cuando la vi… no estaba sola
–murmuré sacudiendo mi cabella con ambas manos.
-Bueno, tú tampoco lo estás.
-¿Quién no te dice que tenía un
amante cuando estaba conmigo?
Dolía abrir las heridas del
pasado pero debía hacerlo de una vez por todas cuando ya la había visto de
nuevo. ¿Acaso no era eso lo que mi corazón pedía a gritos? Nada en él gritaba
por Lena como lo hacía por la Invasora, realmente necesitaba saber si todo
podía encajar de alguna manera o si era mi imaginación.
-Siempre se la pasó contigo,
Bill. Sé desde mi alma que jamás hubo alguien más cuando estaba contigo.
-No sé qué creer, Tom. Cuando la
vi parecía estar tan… quebradiza. Y ese tipo… la miraba como si quisiera
comérsela igual que un cavernícola hambriento.
-Bueno, tu también la mirabas así
–sonrió burlesco enarcando una ceja al tiempo que cruzaba sus piernas-, en
especial cuando te calentabas con sus vestidos apretados, sus escotes y
miradas.
-Esto es serio, Tom.
-Alexander no tiene padre, Bill.
-¿Nació del aire?
-No lo sé, sólo ha dicho que no
tiene padre. ¿Acaso no se te hace sospechoso?
-No me quiso decir su apellido
–murmuré recordando su expresión algo defensiva cuando le pregunté por su
apellido.
-Ahora que lo noto, tampoco lo sé
–confesó parpadeando.
-Pero si es compañero de Cassandra,
deben tener la misma edad y seguramente nacieron en…
-Espera, Bill. Para. Estas
especulando locuras.
-¿Qué sabes de él? –insistí sin
detener mis pensamientos fluyendo a través de mi boca.
-Casi lo mismo que tu –respondió
con toda tranquilidad-. Llegó de Seattle, tiene diecisiete años, toca la
guitarra, se mete constantemente en problemas, tiene excelentes calificaciones,
su madre pasa viajando…
-Su madre –lo detuve dirigiendo
en otra dirección mis pensamientos-. ¿La conoces?
-Una vez la vi… ¿recuerdas cuando
te conté que Alexander rayó una muralla con un extraño mensaje y terminó
inconsciente?
-¿Esa vez que Cass te llamó y
casi tuviste tu paro cardíaco?
-Ésa vez.
-Ok, sigue.
-Bueno, vi a una mujer vestida de
negro pasar junto a mi juraría que es hermosa, enserio, pero no la vi
detalladamente.
-¡Pero algo debes recordar!
-¡Joder, te digo que no vi mucho
porque realmente estaba dándome la espalda!
-¿A qué mierda fuiste entonces?
-Cassie necesitaba de… detente…
su voz.
-¿Su voz? ¿Al menos eso
recuerdas? ¡Genial! Al menos no eres tan tonto como antes, eh.
-¡Baaah! Ni que tú fueras tan
inteligente, imbécil… ¿al menos me dirás que mierda te pasó para atragantarte
cuando este chico vino a casa por primera vez?
-¿No lo notaste?
Me puse de pie… ya no podía
seguir quieto en un mismo lugar con todo esto. Cada noche ella regresaba a mi
cabeza insistiendo en estar presente en cada uno de mis pensamientos, y cuando
quería decirme algo me despertaba agitado y sudando a chorros. Algo me decía
que tenía un tema pendiente con ella, algo que no sabía y que debía conocer. En
sueños podía tocarla, verla directamente sonreír hacia mí con ojos cálidos y
casi podía besarla como solía hacer en mi juventud, pero a penas mencionaba mi
nombre despertaba sin poder conciliar de nuevo el sueño y continuarlo.
-Él dijo que su madre simplemente
sobrevivía… eso era lo que yo le decía a ella.
Thomas sabía que estaba en lo
cierto, y estaba consciente de lo doloroso que se me hacía recordar el pasado
cuando hace apenas unos años atrás había decido olvidarlo definitivamente.
-Pero dijo que era agente de
negocios, no una espía.
Lo observé directamente para que
razonara sus palabras y así lo hizo. Ambos sabíamos que Alexander era alguien
cuyo nombre no queríamos definir, en especial yo. No quería atar los hilos sin
saber si realmente lo estaba haciendo bien porque temía equivocarme y atravesar
un camino incorrecto que no me pertenecía.
-Debemos hablar con él –sugirió
firmemente.
-Lo espantaríamos. Perderíamos su
rastro y seguramente…
-Está bien, entonces es mejor que
nos quedemos en el punto en donde estamos.
-¿Por qué?
-Porque no podemos levantar sus
sospechas. Simplemente tendremos que observarlo cuando esté con Cassandra o
cuando venga a casa.
-¿Sugieres que esperemos hasta
que algo se le escape de la boca?
-Sí. Es lo más prudente, Bill.
Además, no eres el único que nota la similitud.
-¿Similitud? Yo no he hablado de
eso.
-Pues deberías notarlo porque ese
Alexander se parece demasiado a ti, eh. De hecho Gustav. Andreas y Georg ya me
lo han comentado con anterioridad.
-Ella no podía tener hijos, me lo
confesó antes de que se fuera.
-¿Y luego de enterarte tuvieron
relaciones?
-Ajá.
-¿Sin protección?
Entendí su punto sin ahondar más.
El también se puso a mi altura observando el paisaje alemán por su ventana.
-Me dijo que no podía quedar
embarazada debido a lo que le hizo el Pintor cuando la dejé, que no había
tratamiento alguno que pudiese ayudarla ni nada por el estilo debido a la
profundidad de sus heridas ya que era un milagro que siguiera viva.
-Quizás fue un error médico y…
-¿Me estás diciendo que es mi
hijo?
-Piensa lo que quieras.
-Ella me lo habría dicho.
-Pero ella…
-Esto es ridículo, Tom. Entiendo
que todo coincida demasiado, pero también debes entender que estamos
especulando en el aire y la verdad es que… ¡Dios! Esto es imposible,
¿entiendes?
-Deberías tratar de ubicarla,
Bill.
-¿Acaso no fue Andrea la que dijo
que era mejor ni enterarse de su paradero?
Se tensó sabiendo que había
tocado su fibra sentimental y débil. Sus ojos se volvieron severos y
simplemente me crucé de brazos al ver su seriedad.
-Andrea ha estado cubriéndola por
años, Bill. Cubrió sus pasos para que tú no la siguieras luego de tener a
Cassandra. Ella sabía perfectamente los motivos de la huida de (name) y aún así
no se atrevió a mencionarlos frente a nosotros… es desleal y ella sabe cuánto
daño te hizo.
-Está bien, Tom. Cálmate de una
vez por todas, eh.
-Estoy tranquilo.
-Hummm….
-Andrea debe saber algo, Bill.
-También creo lo mismo. ¿Qué tal
si tiene contacto con ella?
-Creo que la llamaré.
-Ya no se ve tan dispuesta a
venir a no ser que se trate de Cassandra.
-Entonces le mentiré para que
venga. Es la única forma de saber la verdad.
-¿Y si tratas de contactarte con
Gaspard? Él parece un blanco perfecto
para llegar a (name).
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Quién primero, Gaspard o
Andrea?
Ambos podían saberlo todo o
simplemente saber nada. Ésa era la ventaja que tenía para encontrar a la
Invasora. Gaspard ha estado con ella cuando yo no estuve a su lado, es su mejor
amigo. Andrea… bueno, ella nos traicionó sin revelarnos su paradero para que yo
pudiera traerla de vuelta conmigo sea lo que sea que la haya alejado de mí. Si
vivió en la mafia de Pantera desde que se unió a ésta, ¿qué me aseguraba que
siguiera viviendo allí? Espera, Alexander vivía en una casa hermosa, llena de
flores y de agradable apariencia… yo mismo lo había ido a dejar luego de venir
a casa. ¿Por qué no ir a una ronda nocturna? Seguramente me encontraría con
ella si es que efectivamente Tom tenía razón. Le pediría que me explicara todo
de una vez por todas y que me dijera si lo suyo con ese tipo es serio.
-Andrea –concluí.
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Hallo Gurls!! decidí adelantarles el capítulo correspondiente al jueves porque es feriado el jueves y el viernes así que creo que viajaré al sur de Chile :-)
Muchas gracias por el apoyo incondicional. Espero que disfruten el capítulo tal y como a mí me gustó escribirlo.
¡Nos leemos pronto!