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jueves, 5 de septiembre de 2013

Capitulo 14 (Tercera Temporada)

El nombre de mi madre no era común acá, de hecho no había alemanas que tuvieran su nombre. ¿Cómo era posible todo esto? La probabilidad de que una mujer tuviera ese nombre acá era una en millones, y que justamente unos Kaulitz conocieran a alguien con ese nombre era única. Cassandra también enmudeció al leer mi rostro, seguramente recordando la última conversación que tuvimos en donde le dije el nombre de mi madre.

-Es ella –susurró atónita.

-Aún no estamos seguros.

-Pues te ayudaré a comprobarlo.

-¿Cómo?

-Te llevaré a casa suponiendo que tenemos trabajos que hacer y siempre somos juntos porque somos amigos.

¿Qué les daban a las chicas de comer? ¿Pollo con hormonas o vegetales superdotados y transgénicos? Sacan ideas de lo más bizarras con tal de lograr sus propósitos a como dé lugar. Persuaden, convencen, ruegan, imploran y lloran como magdalenas con tal de que se les dé en el gusto. En este caso, la imaginación de Cassandra podía beneficiarnos a ambos; ella para su tío, y yo para utilizar el famoso método del descarte a la hora de saber quién es mi viejo.

-Hecho –sonreí concluyendo mis fugaces pensamientos en voz alta y a la vez aceptando su propuesta.

-En caso de que no nos resulte el plan… creo que recurriremos a un investigador privado de esos que salen en las películas.

-¿Acaso existen?

-No sé –sonrió como si perteneciera a un mundo totalmente abstracto y lejano a este-. No tenemos nada que perder, Alexander.

-Dime Sascha. Es más corto que Alexander –agregué sabiendo que nuestra relación dependería de su estado anímico y de cuán relacionada conmigo estuviera. Vale, no es lo mismo que enamorarla… ¡Puede ser hasta mi prima!

-¿Sascha? ¿Por qué así?

-Es la abreviación de mi nombre en ruso.

-Oh… entiendo. Sascha. No suena tan mal.

-O llámame como quieras. Da igual.

-Ok, entonces… ¿cuándo empezamos?

-Cuando quieras, sólo que hay veces en las que no podré debido a viajes familiares.

-¿Viajes familiares? ¿Dónde?

-En realidad son laborales, y depende de dónde soliciten los negocios de mi madre.

Depende de quién debe asesinar y dónde, o de lo que debe recuperar. Ella no negocia, ella aniquila. Deberían tener un manual para callar inconscientes habladores.

-Debe ser una mujer muy ocupada.

-De hecho tiene todo el tiempo del mundo cuando está en casa, cuando viajamos es cuando a penas la veo, pero ya estoy acostumbrado y creo que ella también.

-¿Y eso es bueno?

-No lo sé –me encogí de hombros sin saber qué contestar. Ni si quiera me había planteado esa pregunta.

-¿Te parece si el domingo cenas con nosotros en casa? Inventaremos la excusa de un trabajo para álgebra, ahí sí que nos creerán… espera, ¿eres bueno con los números?

-Eso creo –lo suficiente como para mantener a los profesores sonrientes y comiendo de la palma de tu mano.

-¡Genial!... emmm… ¿te parece si nos juntamos acá mismo?

-Suena bien, ¿a qué hora?

-Nueve.

-Ok.

Me fui en busca de mi perro que estaba cogiéndose como el animal que era a una perra mucho más pequeña que él. Claro, costó hacerle entender que la calentura tenía que controlarla hasta que cedió a los tirones de la correa. ¿Realmente quería empezar este nuevo plan? Ya ni lo sabía. Estaba empezando a dudar si era bueno o malo irrumpir la paz de una familia cuyo centro parece ser una adolescente malcriada y creativa. Si llegaba yo, seguramente estallaría una guerra mundial, sólo en el caso de que fuera el hijo de ese tal tío suyo amargado-folla-modelos.



*             *             *



-…Y Lisa mencionó que le gustabas sin saber que yo estaba delante suyo escuchando.

-¿Quién es ella?

-Una tipa de grandes senos, pelo negro y labios siempre rojos… creo que está contigo en arte.

-¿Una putita?

-Lo dudo. Más bien es demasiado calienta pollas según lo que he escuchado.

-Entonces todavía es virgen.

-Se rumora que sí… deberías averiguar entre los chicos, ellos comentan más que las mujeres.

-Es que ni tengo ganas de follarme a alguien.

-¿Impotencia, Sascha? –se rió la muy burlona mientras recogíamos nuestros almuerzos y buscábamos un lugar donde sentarnos en el casino.

-Se llama “otros asuntos”, Bianca. A los viejos les da eso.

-¿”Otros asuntos”? ¿No será un asunto llamado Cassie?

-No.

-¿Entonces?

-Actos inmorales –sonreí lascivamente mientras me dirigía a una mesa en el exterior, por suerte no había sol ni hacía mucho frío.

-¡Oh por Dios! –chilló dándole su puro toque de monja escuchando perversidades y llamando la atención de quiénes estaban a nuestro alrededor.

-Modérate –farfullé blanqueando los ojos.

-¡Mi primo es un pecador de primera clase!

-¿Qué? ¿Tan pronto y lo quieres hacer público? –me reí a carcajadas sentándome frente a ella.

-Te gusta lo público. No sé qué tanto te quejas… espera, ¿qué hiciste esta vez?

-Graffitis inentendibles en el baño de mujeres y hombres.

-¿Piso?

-Segundo.

-¿Visto?

-Pooooooooor miles.

-¿Y la Hitler?

-Buscando culpables por los salones. Pasó por el mío diciendo “el que no hable, será un cobarde de por vida y ante las leyes de Dios y Alemania” –dije imitando la voz chillona de la directora.

-¿Enserio? ¡Qué chiste! –se rió probando su budín mediterráneo para darle el visto final.

-Ni tanto. Por suerte dudo que encuentren al culpable, lo que me dará la ventaja de hacer otra estupidez.

-Estupidoadicto.

-Igual que tú.

-Oye, a que no sabes a quién enviaron a dirección hoy.

-¿A quién?

-A tu Cassie.

-No es mía. Además tú fuiste la que vendió mi privacidad por veinte euros.

-Los necesitaba.

-¿En qué?

-Cosas de chicas –sonrió guiñándome un ojo.

-¡Bah! Tonterías… las chicas sólo compran cosas de sus ídolos, ropa, maquillaje y tampones.

-Inteligente descripción, Alexander. En fin, según lo que oí, insultó a la profesora de inglés porque según Cassandra ella no sabía modular perfectamente el inglés británico y diferenciarlo del inglés norteamericano.

-Bueno, creo que en parte es verdad.

-Lo es, sólo que nadie se atrevía a decírselo por su mal carácter diario.

-Yo se lo habría dicho si pusiera atención a sus clases –murmuré jugando con mi comida mientras la observaba.

-Me dijeron que discutieron feo. Muy feo, y que todo acabó cuando Cassandra la empujó justo cuando la directora daba su paseo matutino por los pasillos. Llamó a su padre pero vino el manager ya que él no estaba disponible, el tipo le bajó la gravedad al asunto y todo finalizó con un día de detención después de clases.

-¡Guau! Ojalá todos pudiéramos reducir nuestros castigos con un manager.

-Pensé que ella te gustaba.

La miré detenidamente alzando mis cejas, impresionado por su errónea teoría, y fue inevitable no carcajearme en su cara por muy descortés que fuera. ¿Era enserio? ¿Realmente pensaba eso? ¡Es imposible amar a alguien que se parece escalofriantemente mucho a ti!

-Hey, no es para que te burles tampoco –murmuró tomando un poco de su coca cola.

-No me puede gustar, Bianca –dije secando las lágrimas de risa y yendo a por un sorbo de mi zumo de naranja.

-¿Por qué? Se parecen mucho.

-Exactamente por eso. No soportaría estar con alguien que me sigue en mi historial rebelde.

-Entonces, ¿qué tipo de chicas?

-Tetas y trasero. Eso importa.

-¿Acaso piensas con la polla?... ¡Agh! Típico de hombres –dije molestándose y blanqueando los ojos.

-No busco a alguien, Bianca. Para mí, todo llega cuando menos lo esperas.

-Terminarás solo y con mil perros en una montaña dándotelas de ermitaño.

-Viejo ermitaño, entonces seré.

-Cassandra y tú son como una pareja perfecta, ¿por qué no la invitas a salir?

-Hey. Espera un poco y para de insistir.

-¿Esperar a qué, que encuentres a tu rubia tetona? –se puso los lentes de sol y siguió comiendo con indiferencia. Guau, ya le veía canas verdes del enojo.

-Escucha, ella y yo somos… socios –si, buena palabra para describir nuestro plan.

-¿Socios? ¿Trafican o qué?

-Estamos en el desarrollo de una investigación muy importante, y sólo ella me puede ayudar.

-¿Tratar de conquistar el mundo?

-Ojalá –sonreí complacido ante la idea-. Es secreto de estado, así que no te lo puedo decir.

-¿Atentados secretos? Jamás te vi como terrorista.

-Me refiero a que es algo entre ella y yo… por eso somos “colegas”. No hay nada más ¿vale? Y no insistas más o créeme que ya no taparé tus cagadas.

-Vale. Vale. Ok, entiendo. No me meto en tus asuntos.

-Gracias –sonreí.

Divisé a Matt y le hice una seña para que se sentara con nosotros y sonrió acercándose. Este tipo, sí que sabía cómo subirle el ánimo a cualquiera y despejar la mente entre risas y estupideces. Se sentó junto a Bianca, quien para mi sorpresa se sonrojó a penas Matt le sonrió cordialmente, ¿era enserio o sólo fue un producto de mi imaginación? Hm… igual sería mejor que su anterior novio punk.

-Estoy fatal –se quejó sobándose las sienes y mirando su comida.

-¿Gripe? –preguntó mi prima.

-Ojalá lo fuera –gimió observándola detenidamente.

-Cuenta porque no somos adivinos –le dije alzando una ceja.

Se puso sus lentes de marco psicodélico evitando el reflejo del sol sobre la mesa, y tomó su tenedor empezando a jugar con su comida.

-Estoy que me pudro en química inorgánica.

-Ah… te ayudaría pero soy extremadamente malo enseñando química.

-Necesito la mejor nota del mundo para no ser comido por los leones, viejo. Es terriblemente feo.

-¿Qué es terriblemente feo? –murmuró Bianca algo colgada por el lenguaje algo innovador de mi amigo.

-¡Eso, que voy a podrirme si no obtengo un glorioso aprobado!

-Ah… si quieres yo te ayudo –se ofreció toda amable como jamás en su vida, ¿alguien tenía un diccionario de chicas? Si no existía, debían hacerlo ahora mismo-.  Soy buena en química, yo te puedo enseñar.

-¿Enserio? –dijo repentinamente más animado con cierto resplandor en su rostro.

-Por supuesto, estás hablando con la próxima Marie Curie.

-¿Enserio sabes enseñar? –pregunté empezando a dudar de sus intenciones.

-Sí, y si no me crees, pregúntale a cualquiera de mis amigas.

-De tus amigas, paso. Sólo te preguntaba.

-¿Entonces cuando empezamos? –preguntó Matt sonriéndole directamente con su sonrisa de hippie irradiando paz a todo aquel que lo viera.

-Cuando quieras.

-Ahora tengo tiempo libre, si quieres vamos a un lugar más silencioso y…

-¿Vamos a la biblioteca? Te juro que amo el olor de las hojas viejas.

-Bueno –recogió su bandeja al tiempo que Matt comía solamente su postre y los vegetales del plato a una velocidad feroz.

Volvía a quedar solo. Daba igual. Como dicen, es mejor estar solo a que mal acompañado.


3 comentarios:

  1. ay por dios esto cada vez se pone mejor espero el siguiente cuidate un beso

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  2. dios mío de mi vida... Ya casi... Sube pronto... Siempre me dejas con intriga!!! DDD:
    Espero subas pronto
    Cuídate y un abrazo :D

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  3. DIOS ME ENCANTAAAAAAAAAAA CADA VEZ SE PONE MEJOR *-* sube pronto, siempre me dejas con las palabras en la boca, eres asombrosa D: asdsad un abrazo /o/

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