-¿¡De qué planeta vienes!?
Enserio, necesitas una buena dosis de actualidad –Si Matt seguía con esas
exclamaciones y los ojos abiertos ante mi ignorancia alemana, seguramente lo
siguiente sería atender un paro cardíaco en plena clase de inglés.
-Fue sólo para joderla, Matt.
Parece ser demasiado mimada e inmadura a su edad, y es a ella a quien le falta
una buena dosis de actualidad. Yo puedo vivir con lo que sé.
-Su padre y su tío son una de las
personas más influyentes en Alemania en los últimos veinte años. Ni la
legendaria Nena o Falco pudo llegar a obtener tanto éxito en el mundo –dijo
levantando sus cejas mientras escribía la traducción del quinto capítulo de
Jane Eyre. Yo, ya iba alcanzando el final.
-Bueno, ahora entiendo por qué
tanta histeria ayer en el Centro Comercial –murmuré recordando a las chicas
hormonales que parecían estar a un paso de comerse a los guardias… ¿por qué a
mí seme hizo tan fácil entrar? ¿Acaso tengo pintas de músico o rockero? Guau.
Creo que mantendré mi apariencia por un tiempo más.
-¿Te encontraste con ella? Dos
veces en un día no las hace nadie, eh –susurró al ver que la profesora nos
observaba asesinamente.
-No es mi tipo, ¿sabes?... y ella
es la que me acecha. Yo simplemente estaba comprando cuerdas para mi guitarra y
descortésmente se me acercó a un paso de romperme los tímpanos.
-A veces puede ser muy agresiva.
Pero eso pasa cuando su padre se junta con su novia actual.
-¿Novia actual? –recordé que
mencionó que sus padres estaban divorciados hace siete años. Seguramente a los
famosos les sobran las tipas.
-Se llama Ria, según lo que dicen
las revistas. No es alemana pero está buena si la quieres simplemente para
follar. En fin, el año pasado dio un gran espectáculo en la entrada del
instituto diciéndole a su padre que Ria era una zorra sin remedios que la
cagaba con cualquiera que lo tuviera parado. Él le pegó una cachetada en la
mejilla y le dijo que si volvía a decir esas palabras, un reformatorio sería
poco.
-Oh… entiendo.
Entendí más de lo que pensaba. Su
comportamiento era así debido al duro divorcio de sus padres... seguramente aún
no lo superaba y odiaba verlos por separado. Si, a veces puedo llegar a tener
demasiada empatía con los demás. Creo que a mí tampoco me gustaría ver a mamá
con otro tipo que no fuera mi padre, y se lo haría saber de las peores maneras
existentes hasta que lo deje o él termine muerto y yo en la cárcel. Los hijos
únicos, somos territoriales por naturaleza y dudo que eso se puede remediar de
alguna y otra forma.
La vibración de mi móvil en el
bolsillo de mi pollerón interrumpió mis pensamientos observé a Bianca quién
repentinamente parecía interesada en cambiar de puesto con Matt. Oh… era un
mensaje de mamá. Matt aceptó sólo porque quería admirar el escote de la
profesora más de cerca y seguramente sacarle fotos.
“Iré a buscarte. Iremos a Stuttgart a una misión… comeremos en el
camino y regresaremos mañana en la noche. Cuida tu lenguaje, Sascha”
Stuttgart. Sonaba como algo de
demasiada importancia como para partir hoy mismo a penas saliera de clases. Y
eso de “cuida tu lenguaje” debía decirlo por mi costumbre de no ser tan
refinado al hablar con los de mi misma edad. Pff!... ¿quería que hablara como
un maldito de la elite? No, no soy así y dudo hacerlo incluso ante el
presidente Obama o la reina de Inglaterra.
-¿Te vas? –murmuró Bianca golpeando
la esquina de la mesa con su lápiz.
-¡Aw!... ¿me extrañarás primita?
–sonreí burlesco mientras tecleaba una respuesta a mamá.
“No te preocupes por mi boca, mamá. De hecho es bastante refinada
cuando me conviene ;.) ¡Nos vemooos!”
-Papá mencionó que ayer parecías
disgustado cuando fuiste a ver a Pantera –murmuró con una ceja elevada imitando
mi sonrisa.
-No soy fanático de los asilos. Iré
a Stuttgart. Vuelvo en dos días y por favor no te saltes clases, ¿vale? –claro,
impresionada por mi observación estaba a punto de decir algo cuando me reí en
su cara y asentí ante la confesión de su secreto -.Tengo informantes en los
salones, baños y pasillos, Bianca. Además de los rumores de que tu novio te
caga con otra.
-Oh…
Me giré dando por terminada la
conversación y guardando mis cuadernos luego de entregar mi traducción
terminada a la profesora. El timbre sonó y vi cómo Bianca tecleaba algún
mensaje con su celular arrugando el entrecejo. Tomé mi bolso y besé su frente
dejándola totalmente impresionada ante tal afecto demostrativo en público.
-Créeme cuando te digo que soy
demasiado buen primo contigo, Bianca. Los institutos suelen ser los mejores
lugares para cotillear sobre los demás. He escuchado cosas que realmente no
sabía de mí, como que soy gay o que vivo en una mansión y tengo un
guardaespaldas que me recoge, además de una relación incestuosa contigo.
¿Puedes creerlo?
-No faltaré ¿vale?... avísanos si
surge alguna emergencia con tu-ya-sabes-qué.
-Lo haré.
* * *
-¿Entonces es verdad que Bianca
terminó con el tipo raro, cierto? –Dijo Mike con una sonrisa de oreja a oreja y
ojos brillantes. ¡Dios! Oculten la baba por mi prime delante de mí por favor.
-Lucy dijo que se vieron en los
camarines del gimnasio y que tuvieron una fea pelea –comentó Robert haciendo
una mueca mientras avanzábamos hacia la salida.
-¿Lucy? –pregunté. Bien, tenía
que conocer en tiempo récord los nombres de casi todos acá.
-Es una de las amigas de tu
prima. Le dijo que la acompañara para que tuviera un testigo presente ante
cualquier acusación y que grabara la conversación… ¡ah! Y a esa chica le
gustas.
-Como a la mayoría de las chicas
del instituto –murmuró riéndose Fred.
-No me interesa follar por ahora.
-¿Pero terminó o no con él?
–insistió Mike rascándose la cabeza. La luz del sol del exterior me cegó por un
momento y tuve que pestañear rápido mientras mis ojos se acostumbraban.
-¡Que sí hombre! –rió Matt
empujándolo mientras todos reían y Mike se ponía casi del mismo tono de su
cabello colorín.
-¡Dios!... o estoy alucinando o…
o esa mujer en el auto es una diosa bajada del cielo o del infierno, o del
lugar de donde venga pero está follable.
Vi la dirección de sus ojos y no
sabía si reírme de Robert por su comentario o simplemente dejarle claro que la
mujer que observaba apoyada en el Audi R8 negro era mamá. ¿Por qué no vino en
el BMW serie 1? Ese es más sobrio que su juguete favorito. Observé a mi
alrededor y vi que mis amigos no eran los únicos flipados por el auto… o por mi
madre. Casi todo el mundo observaba a mamá descaradamente o sacaban fotos. Por
supuesto, a ella no le importaba mientras tuviera su rostro con sus nuevos
lentes comprados ayer. Al menos el vestido azul marino que vestía no era tan
corto, sino que le llegaba un poco más debajo de las rodillas moviéndose con el
viento.
-¡Follable! –opté por reírme en
su cara y todos me miraron con cara de pocos amigos -…Dios, esto debe saberlo
mamá.
-¡¿MAMÁ?! –gritaron todos a la
vez con ojos desorbitados observando nuevamente a mi madre que ahora lucía algo
seria.
-¿Ella? ¿Enserio? –Asentí a Matt
tratando de ocultar mi sonrisa socarrona- ¡pero si con suerte debe tener unos
veinte!... No me jodas, Alexander.
-Es mi madre, te digo.
-¿Y cuántos tiene?
-Hum… treinta y siete años.
-¿Y se mantiene así?... mi madre
se pasa horas en el gimnasio y sigue teniendo piel colgando por todas partes
–dijo Nick, quien había permanecido callado.
-Bien, demasiada charla por hoy.
Debo irme, nos vemos en unos días.
Me acerqué con paso firme a mamá
quien sonrió al verme entre la multitud y le quitó la alarma al auto. Bien, es
primera vez que escucho tantos piropos, palabras lascivas y asombros para mamá
en un radar tan cercano que no puedes ni taparte los oídos para dejar de
oírlos. Me acerqué a ella depositando un beso en su mejilla y negué con la
cabeza aún conteniendo la risa ante los posibles rumores que surgirían a partir
de ahora.
-¿Pasó algo? –dijo levantando
ambas cejas buscando el origen de mi sonrisa.
-Tienes un club de seguidores que
dicen que eres… follable –solté las carcajadas ya sin poder aguantarlas.
-Oh… -Ahora sí que parecía tan
impresionada como yo y un pequeño y adorable rubor subió a sus mejillas -.Pues…
diles que soy tu madre, Sascha.
-Créeme que cuando les dije casi
lidio con cuatro personas con ataques cardíacos.
-Oh… bueno.
-¿Por qué no usaste el BMW?
-Porque es más lento. Y tenemos
algo de prisa.
Subí al auto dándole una última
mirada al instituto boquiabierto, y a Matt aún atónito negando con la cabeza
mientras reía camino al paradero. Mamá retrocedió lo suficiente y dio una media
vuelta para dirigirnos al tránsito alemán mientras yo bajaba el vidrio de mi
ventana muerto de calor bebiendo de una botella con agua de mamá me pasó. No
lucía tan distraída como ayer, sino que parecía estar tranquila y feliz a
juzgar por su raro cantar (no suele hacerlo siempre ya que prefiere oírme a mí
cantar). Es la primera vez que la escucho cantar Bon Jovi, de hecho pensé que
le gustaba la música clásica o James Blunt o Dido, pero nunca me la imaginé
cantando Rock de los 80.
-¿Qué? –me preguntó cuando notó
mi mirada puesta en ella.
-¿Estás drogada o bebiste
demasiado? –se rió de mi pregunta y siguió bajando hasta ingresar a la
carretera conduciendo sobre los 105 km/hr. Luego, le bajó el volumen a la radio
-. No te dije que le bajaras el volumen, simplemente quiero saber qué hiciste
con mi madre.
-Hoy vi a demasiados chicos que
solía entrenar cuando estaba embarazada de ti, cariño. Y la verdad es que me
siento orgullosa de ellos ya que no han olvidado de donde vienen y han llevado
a la práctica cada consejo que les he dado a lo largo de sus vidas. Imagina
cuánto crece una persona en diecisietes años.
-¿Qué les enseñabas?
-Más que nada artes marciales,
pero eso fue los primeros seis meses porque los tres restantes de tu embarazo
ya no me podía mover como antes –sonrió aún más ante un recuerdo que me parecía
cursi pero que para ella era sagrado-. Después me dediqué a enseñarles a
controlar sus emociones, algo así como lo que te enseñó Gaspard cuando
cumpliste diez años.
-El te enseñó eso a ti, ¿verdad?
-Cuando me lo enseñó lo odiaba.
Era la persona más fría, burlesca y egocéntrica del mundo. Y tras entender que
la vida lo hizo así por perder a su hermana, comprendí que era su manera de
defenderse y no terminar herido.
-Pero ahora está con ella
nuevamente.
Desde que tengo memoria, sé del
secreto que hizo que mi tía Lily cambiara su apellido. Son hermanos y mantienen
una relación incestuosa por donde se le vea. Eso lo supe desde siempre, y la
verdad es que no me causa pudor porque conozco la historia de ellos, una
historia dramática lleno de tragedias, alegrías y tristezas que los llevaron a
reencontrarse tras no sé cuántos años. Mamá dijo que este reencuentro fue de lo
más emotivo, y que desde ese día mi tío Gaspard irradiaba felicidad por los
poros.
-Sí, felices por siempre.
* * *
-Así que Bianca termino con su
novio.
-Sí. Era mejor así. Le dije que
simplemente trataba de ser un buen primo con ella y que no quería que pasara
ciega por el resto de su relación, no sé cómo lo habrá tomado pero al menos
ahora el tío Erik puede ser feliz sabiendo que su hija ya no está con ese
patán.
-Humm… después lo llamaré para
saber cómo está tomando las cosas. A pesar de que ambos sabemos que debe estar
brincando en un pie por mucho que su hija esté triste o enojada por su quiebre.
-¿Y qué opinaba la tía Rebbeca de
esto?
-Está casi igual que Erik, pero
creo que ella de alguna forma con su instinto maternal, sabía que terminarían
antes del mes y medio de relación. Por eso estaba más tranquila con el
repentino noviazgo.
A penas llegamos a Stuttgart,
supe que era una ciudad similar a Berlín con sus cascos de los inicios del
siglo XX renovados, y demasiada gente por las calles. Creo que en comparación
con los norteamericanos, los europeos prefieren mantener la historia vigente en
sus calles y plazas… quizás algún día decida quedarme definitivamente en alguno
de los países de Europa. Ahora, nos encontrábamos en las terrazas rodeadas de
jardines (y gringas tetonas que coqueteaban con lo que se les cruzara por
delante de sus respingadas narices) del Pullman Stuttgart Fontana, un hotel que
mamá catalogó como “aceptable” pero que yo consideré de lujo como la mayoría en
los que hemos estado. Claro, mamá siempre ha sido de gustos exigentes y
refinados, pero a veces no los entendía. Un día encontraba que el negro era
demasiado depresivo, y al día siguiente lo encontraba hermoso. ¿Quién entiende
a las mujeres? ¿Quién puede entender lo impredecible que es mamá? Humm… al
menos tengo paciencia con ella.
-¿Y… por qué demoraste tanto
cuando fuiste a la tienda de música? Creo que alcancé a leer demasiados libros
con todo el tiempo que te demoraste –comentó disfrutando de su té inglés en un
taza de porcelana fina y diseños floreados.
-Oh… pensé que te lo había dicho
–pestañeé tratando de contener un bostezo.
-Pensaste mal, Sascha… siempre
recuerdo lo que me dices-sonrió revolviendo su té con cuidado de no derramar
nada.
-Hay una chica en el instituto
cuyo nombre no sé pero creo que es como mi versión femenina –dije jugando con
un trozo de pastel incrustado en mi tenedor.
-¿Tu versión femenina? –Vale,
hasta ella se impresionó con mi retorcida opinión –.Suena como algo difícil de
imaginar.
-Claro que es difícil porque no
la conoces en persona. Tenemos casi los mismos rasgos faciales, sólo que ella
es más rubia y sus ojos son distintos a los míos. En fin, la conocí antes de ir
donde Pantera y para joderle la vida, la besé sin su permiso.
-¡Alexander! –se rió. Bah, qué
más iba a hacer sabiendo que su hijo era un chiflado por donde se le viera.
-Ella salió echando humos por las
orejas como las caricaturas. Y luego la volví a ver en la tienda de música. Ahí
me di cuenta de que es demasiado descortés, ma. En vez de saludarme,
prácticamente me sacó la mierda con tal de que me fuera de su camino y de la
tienda en sí.
-¡Guau! ¿Tan agresiva fue?
-¡Te lo juro! Yo, para no
seguirle el juego la dejé hablando sola y fui en busca de las cuerdas para mi
guitarra y me topé con su padre. El tipo era genial, todo un guitarrista
profesional que incluso me quiso regalar las cuerdas originales de la Gibson
que costaban el doble de lo que tenía en mi billetera.
-Debiste llamarme –murmuró
resentida probando un sorbo del té.
-No lo pensé en el momento, ma.
En fin, el tipo fue súper amable y todo lo contrario a esta mocosa, así que
aproveché de decirle que le enseñara modales a su hija porque era grosera. Cuento
corto, por su propia insistencia, me regaló las cuerdas y yo guardé mi dinero.
-¿Humm… no será algún guitarrista
aburrido con pinta de pedófilo? Sabes que no debes recibir cosas de…
-De hecho era famoso –la
interrumpí antes de que siguiera regañándome por aceptar cosas de desconocidos
y otras mierdas de madres -¿cómo dijo que se llamabaaaaa…?
-¿Marilyn Manson? –dijo
divertida.
-Ese viejo debe estar arrastrando
sus bolas, ma. Éste lucía joven, y tenía rastas, tatuajes y perforaciones.
-¿Bob Marley? ¿Slush?
-¿Qué…? ¡Ah! Ahora recuerdo que
se llamaba Tom.
Mamá escupió su té esparciendo el
contenido sobre la mesa y con ojos desorbitados. Se puso pálida de la nada
mientras con su servilleta de género limpiaba el reciente desastre. Humm… ¿por
qué tan nerviosa al mencionar ese nombre? Mamá estaba demasiado pálida, de un
color enfermizo que me decía que en cualquier momento se desmayaría.
-¿Estás bien? –murmuré
observándola repentinamente ausente mientras seguí limpiando el plato de la taza.
Probé con otra pregunta -¿dije algo malo?
-Es m-mejor que subamos, cariño.
Mañana será un largo d-día y-y… debo reunirme con unas personas –murmuró
repentinamente nerviosa y ansiosa por abandonar el lugar.
-Claro –murmuré abandonando mi
pastel ya sin apetito ni ganas de seguir comiendo.
Al llegar a nuestra suite, mamá
se dirigió inmediatamente al baño de su dormitorio excusándose con que la
comida le había caído mal a no ser que hubiese un virus en el aire. Por
supuesto, no le creí ni la mitad de sus excusas porque sabía que ese nombre
significaba algo para ella, algo que seguramente tenía que ver con esa persona
o ese algo que quitó sus ganas de seguir en el Centro Comercial. Irrumpiendo su
privacidad en el baño sin importarme su posición poco femenina, me crucé de
brazos sentado sobre el tocador esperando a que terminara de vomitar todo lo de
sus tripas. Ella, no pidió ayuda (nunca la pide en realidad), y luego de unos
diez minutos eternos en donde sus arcadas volvían y ella volvía a arrodillarse
frente al inodoro, se sentó apoyando su respaldo en el jacuzzi.
-Pensé que no nos ocultábamos
tantas cosas, de hecho, yo no te oculto nada –murmuré sabiendo que no me diría
nada de sobre su reacción vomitiva.
-No… no insistas… por favor –tomé
un vaso con agua y se lo tendí para que enjuagara su boca de las bilis-.
Gracias.
-¿Qué pasaría si fuera yo el que
te ocultara cosas? ¿Acaso no te sentirías tan mal como yo? –volví a la carga
tensando como acto reflejo mi mandíbula.
-Alexander, yo… no ahora.
-Son simples dos preguntas, mamá.
No creo que te cueste demasiado responderlas.
-…quizás intentaría convencerte
por otros métodos… como tú constantemente haces.
-Bien, haré lo que tú dices, ma.
¿Qué provocó tu repentina descompensación? –vale, mis impulsos y mi repentina
rabia hacia su silencio afloraron. Ella simplemente se paró del piso y se
acercó a mi lado para lavar sus dientes.
-Ya te lo…
-Sí, lo dijiste dando
explicaciones que ni tú misma crees. Al grano mamá.
-Sascha, por favor para –murmuró
antes de introducir en su boca el cepillo dental con pasta de menta.
-Bien, optaré por la segunda vía.
¿Tiene algo que ver con alguien a quien tú conoces?
Silencio. Su cuerpo rígido. Sus
ojos esquivando los míos mirando su propio reflejo en el espejo frente a ella.
Y yo aún esperando por una respuesta.
-¿Cercano o lejano? ¿Amigo,
conocido, pariente, enemigo o compañero?
Negó con su cabeza. ¿Qué era
entonces? Comenzó amover el cepillo dentro de su boca limpiando sus dientes y
yo comencé a impacientarme un poco tratando de contener el repentino impulso de
gritarle cosas.
-Optaré por la tercera vía.
¿Conoces a alguien llamado Tom?
Me miró señalándome que esperara
un poco mientras cepillaba con rapidez sus dientes. Tras unos segundos después
expulsó la pasta hecha espuma y enjuagó su boca con suficiente agua. La secó y
me miró, ahí fue cuando supe que ella esta tan enojada como yo.
-Sí. Conozco a alguien llamado
Tom. Fue un amigo que no veo desde hace mucho tiempo y que prefiero no ver
debido a lo mal que terminaron las cosas la última vez que lo vi. No sigas
escarbando en el pasado, Alexander. No ahora ni mucho menos cuando estoy
preparándome para una misión –dijo con voz ronca y severa. Sus ojos fríos daban
por finalizada mi insistencia a saber más, y de repente mamá se veía como alguien
a que ha vivido demasiados años, lo suficiente como para querer descansar.
-¿Tanto te cuesta mencionar cosas
en tu vida? Tú conoces la mía más que a nadie en el mundo. Sin embargo es como
si yo no tuviera derecho a entrometerme en la tuya… ¡y no sabes cuán frustrante
es!
-¡Me frustra más saber que cometí
un grave error trayéndonos a Alemania! –Confesó elevando su tono de voz y casi
juntando sus cejas-. Te estoy exponiendo a demasiados peligros, a demasiadas
cosas que no deberías saber porque no te incumben y creo que estás pasando tus
límites, jovencito.
-¿¡Que no me incumben!?... te he
visto llorar, tener ataques impulsivos de neurosis, pelear, gritar, reír… ¿y no
me incumbe? ¡En qué mundo vives!
-Te digo cosas sobre tu padre
tratando de no exponerte al sufrimiento. Te digo que no te unas a la mafia para
que no te conviertas en un vil asesino. Te digo que no me presiones y tú… ya no
me haces caso en nada, Alexander. Trato de mantenerte a salvo de mi vida y de
la de tu padre, porque sí, tu padre está en algún puto lugar de Alemania y no
deseo saber nada más de él ni que él sepa de ti.
Esto era demasiado. No, sobre el
límite de lo permitido por mis pensamientos. Su repentina confesión me dejó aún
más callado de lo que consistía un respirar. Me hacía congelar mis neuronas,
reacciones y pensamientos, reproduciendo cada último comentario recién dicho.
¿Tanto le costaba decirme eso? No abríamos ahorrado bastantes discusiones si
tan solo me hubiera dicho que no quería exponerme a la vida del viejo, ni que
el viejo apareciera en la mía.
Una sincera confesión amarga y
egoísta.
La observé una vez más. Sus ojos,
de un suave café claro, repentinamente se habían puestos más fríos que el mismo
hielo de los iceberg. Su boca se mantenía cerrada tras expulsar todo, y sentía
que aún quería decirme más cosas que me pusieran en mi lugar. Sus manos
presionaban sus caderas y su cuerpo estaba rígido esperando una respuesta de mi
parte. No. Abandonaría esta partida porque ya no quedaba nada más que decir. No
ahora que me sentí dolido, confundido y sin saber por dónde empezar a pensar.
-Yo… -balbuceé sin tener nada que
decir, así que simplemente suspiré rendido ante el repentino cansancio mental-
Buenas noches.
Me dirigí a pasos largos hasta mi
cuarto y cerré la puerta sin prender ninguna luz. Algo en mí, quizás una
pequeña parte de mi hígado o de mis riñones o pulmones, parecía alegrarse ante
el hecho de que mi padre biológico estuviera vivo, estuviera tan cerca y a la
vez tan lejos de mí. Y aunque no supiera de mi existencia, me aliviaba el hecho
de saber que tal vez lo encuentre caminando por las calles. No sabía si sonreír
o llorar. No sabía si estar conforme o no. No sabía qué hacer a partir de
ahora.
Simplemente sabía que mi padre
estaba vivo en alguna parte de Alemania.
Dos mío ya tan cerca tan cerca
ResponderEliminarpor favor sube pronto...
Estoy con ansiasCuídate y un abrazo :D
AAAAHHHHHHCASI ME INFARTO POR DIOS LEERE EL SIGUIENTE UN BESO
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