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jueves, 29 de agosto de 2013

Capitulo 12 (Tercera Temporada)

Hacía frío. No mucho pero lo suficiente como para desear un tazón de café o chocolate caliente y beberla mientras me quemaba la lengua. Por mis piernas recorría un suave hormigueo luego de quedarme dormido sobre un árbol de un parque cerca del instituto. Por suerte nadie rondaba o pensarían que andaba drogado al ver mi cara de zombi, aunque las ramas frondosas me ocultaban entre la oscuridad nocturna. Sentía mi teléfono vibrar de vez en cuando en el bolsillo de mi pantalón, pero lo ignoraba sabiendo que esas llamadas eran de mis tíos y mi madre, ¿quién más tiene mi teléfono en Alemania? Ah… Matt, Fred, Mike, Nick y Robert, pero estaba seguro de que ellos no eran… ¡Ni si quiera sabían de mi fuga improvisada!

Revisé los bolsillos de mis pantalones y por suerte encontré mi billetera con unos cuantos billetes suficientes como para comprar algo que caliente mi cuerpo y no morir de hipotermia. Observé la hora en mi celular ignorando los mensajes y llamadas perdidas. Una y treinta de la madrugada. Vale, llevaba ahí demasiado tiempo. Bajé del árbol de un salto y observé los dos caminos que podía seguir; izquierda o derecha. Chupé la punta de mi dedo índice y lo elevé frente a mí… Hm… el viento se dirigía a la derecha, ¿por qué llevarle la contra al clima? Caminé en el camino de la derecha observando que había poca iluminación y tráfico.

Mamá debe estar preocupada o debe sentirse fatal después de lo que le dije, ya la cagaste de nuevo Alexander, decía mi subconsciente amenazándome con un puño elevado y el entrecejo fruncido de la rabia. No. No me arrepentía de mis palabras por muy hirientes que fueron… ¿de qué forma le explicaba que necesitaba de un padre?... Me había cansado de aparentar que el viejo no importaba en mi vida, porque la verdad es que…

-¡Hey!

Observé la dirección de ese grito alarmante pero sólo pude ver unos focos entre la oscuridad, cegándome y bloqueando el movimiento de mis piernas. Un sonido estridente y una bocina sonar fuertemente frente a mí. Dios. Sabía lo que venía ahora, conocía esas pequeñas estrellas y la oscuridad de mi vista, el cuerpo me pesaba y sólo podía escuchar gritos a mí alrededor… todo sonido cesó al igual que todo el dolor.



INVASORA

Volverá. Siempre lo hace. No importa cuán enojado esté conmigo, por lo menos volverá a su casa. Tomé el último trago de mi sexta copa de vino tinto dejándome a mi lado sobre el escalón de la entrada. No podía evitar mi preocupación de madre, de verlo expuesto a un mundo nocturno solo y sin mí a su lado, lleno de peligros y crímenes por doquier. Por mucho que se tratara de Alemania, el mal se encontraba en todo el mundo sin hacer distinción entre lugares.

-Deberías descansar, (name). Él volverá cuando ya no se sienta mal.

Me giré tomando su mano por un instante y luego volviéndola a poner en mis piernas.

-Y yo estaré ahí cuando vuelva aunque me mande a la mierda –dije con firmeza sin despegar mis ojos de la entrada principal esperando a por algún ruido o movimiento.

-Pues espera bien cómoda porque dudo que regrese pronto.

-No eres adivino, Erik.

-Lo sé. Pero debes reconocer que es algo impulsivo como sus padres.

Oh… vagos recuerdos de la última vez que estuve en la casa de mis padres vinieron a mi mente, pero los deseché al recordar lo que vino después junto a… él.

-Esperaré aquí hasta que llegue.

-Sigues siendo demasiado terca, (name). Él quiere estar sólo en estos momentos. Necesita pensar y enfriar su mente, y cuando lo haga, volverá. Pero para eso tendrá toda la noche.

-Es que… se me hace difícil estar sin Alexander y mucho más si está enojado conmigo.

-Debes estar tranquila y relajada. Gaspard ya se ha dado tres vueltas por los alrededores, y Lily ha decidido quedarse acá esta noche porque también está algo inquieta y eso le hace mal a su bebé.

-¿Rebbeca y Bianca ya se durmieron?

-Sí. Y aunque Bianca no sepa del tema de… él, se siente culpable.

-Ella aún no nacía cuando eso pasó, realmente no es culpable de lo que pasa entre mi hijo y yo.

-Ya sabes cómo es ella con Sascha.

-Si…

Me sentía devastada, culpable, y la peor mujer del planeta. Si tan sólo lo tuviera en mis brazos en estos momentos, todo sería como antes y quizás le confesaría alguna que otra cosa sobre su padre. Quizás me haría preguntas en busca de más información o empezaría con su adorable sarcasmo adolescente, farfullaría diciendo que no le servía la información que le daba y luego sonreiría derrotado y blanqueando los ojos. Era tan curioso y persistente como su padre biológico, tan creativo y… ¡Madre mía! Se parecía tanto a él.

Llamé nuevamente a su celular hasta que sonó el buzón de voz y me decidí por dejarle un mensaje.

-Cariño… vuelve pronto –murmuré con un nudo en la garganta y corté.

Me sentía inestable sin Alexander, expuesta a los demás y sin fuerzas. Estallé en lágrimas al recordar sus palabras duras y gélidas, y luego… no, el nunca lloraba frente a los demás, ocultaba sus lágrimas en su cuarto y se recomponía rápidamente para no levantar evidencias. Pero ahora lo hizo frente a todos, frente a mí y… Dios, me sentía terrible.



ALEXANDER

-¡Hey! Está despertando.

-Te juro que pensé que lo había matado.

Hice un repaso mental de lo último que vi, lo último que hice y… ¡mierda! Llevaba demasiado tiempo fuera de casa y mamá debía estar a punto de tener un ataque de neurosis. Tenía que regresar a casa si no quería lidiar con la culpa. Sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar… ¡auch! Realmente dolía… toqué a ojos cerrados y sentí la piel sensible como si… Ah, me golpeé con algo. No sentía heridas ni otros dolores que no fuera el de cabeza, sin embargo a mí alrededor podía sentir voces muy cercanas y la textura de algo cómodo o suave debajo de mí.

-Oye, ¿estás bien?

Abrí los ojos parpadeando fuertemente al notar el exceso de luz y una vez que se me acostumbraron, me enderecé de donde sea que estuviera. ¿Un hospital? No, demasiado acogedor. ¿Un hotel? Hm, era más pequeño. ¿Una clínica? No tenía ni pintas. ¿Dónde estaba? ¿Qué era todo este lugar espacioso y con modernos muebles? Observé a quienes me miraban expectante.

Uh-uh… el lugar equivocado.

-¿Puedes hablar? –Observé a mi lado al guitarrista buena onda que me regaló las cuerdas originales de mi Gibson.

Mierda. ¿Cómo llegué hasta acá? ¿Acaso me secuestraron o tomé algún tipo de droga exótica? Vale, después de las luces y mi repentino desmayo no recuerdo nada, pero… vale, el mundo es demasiado pequeño y al parecer está del tamaño de un microbio. Observó nuevamente el lugar y veo a más personas, incluyendo a Cassandra, quien parecía haber visto un fantasma o algo parecido… no, me miraba a mí, ¿acaso de desdoblé que me mira tan feo?

-¿Escuchas? ¿Ves? ¿Te duele algo? –insistió a mi lado.

-¿Qué hago acá? ¿Es mi idea o estoy en tu casa? –le pregunto directamente a Cassandra, quien empezó a parpadear al notar que me dirigía a su persona.

-Pues… no soy la persona que sepa más sobre cómo terminaste aquí. Y estás en mi casa.

-¿Qué hora es?

-Las cuatro a.m. –respondió un tipo de cabello liso y corto y ojos verdes.

-¡Oh, santa mierda estoy frito! –dije enderezando mi cuerpo e ignorando el punzante dolor en la parte trasera de mi cabeza.

Mamá me mataría. No. Mis tíos, Bianca y mi madre me matarían y descuartizarían para darle los restos de mi cuerpo a Aki y el los cagaría en algún parque. Necesitaba llamarlos o aparecer lo antes posible si no quería terminar siendo excremento en la vía pública. Busqué mi teléfono entre los bolsillos pero no lo encontré, luego de levantar la vista lo vi en una mesa de centro frente a mí, pero no me atrevía tomarlo cuando noté la mirada de todos en mí. Recordé las preguntas de Tom.

-Estoy bien. Escucho, respiro, veo y… siento una pequeña molestia en la cabeza pero nada que se solucione con un paracetamol y hielo –dije observando fijamente a Tom quien parecía aliviado al escucharme hablar.

-¡Uff! Por suerte no la cagamos, Tom –dijo el de cabello liso y ojos verdes.

Miré al aludido esperando una explicación de su parte que me dijera qué mierda hacía en su casa a estas horas. Él suspiró y me tendió una pastilla y un vaso con agua.

-Es paracetamol y agua. Tómalo –dijo relajándose y se levantó dejándome a la vista a más personas observándome.

-Bien –murmuré tomando un sorbo y tragando la pastilla –Listo. Ahora quiero saber qué hago acá.

-Pues… -empezó uno rubio y bajo que usaba lentes. Dios, estos tipos eran realmente raros.

-Estábamos volviendo del estudio y Tom se puso como desesperado por llegar hasta acá porque estaba que se orinaba y…

-¡Geo! –dijo Tom y yo me reí a carcajadas ante el pequeño espectáculo casi infantil.

Los demás abrieron los ojos casi expulsándolos de sus órbitas y se miraron entre ellos. ¿Qué tipo de humor tenían los alemanes? ¿Acaso no reían con nada?

-Vale. Prosigan.

-Iba sobre el límite de velocidad por esa emergencia y tras pasarme un semáforo en rojo no vi que venías caminando debido a la falta de iluminación. Frené demasiado fuerte tratando de llamar tu atención pero parecías estar en otra órbita, y sin querer te empujé un poco al alcanzar a frenar así que… se podría decir que casi te atropellé.

¡Vaya! Lo me que faltaba. Morir en manos de un tío que estaba que se hacía en los pantalones. Era digno de poner en el programa “1000 maneras de morir”

-Ok… -tomé otro sorbo de agua para que ayudara a digerir lo que me decían.

-Cuando de fuimos a ver ya estabas inconsciente y debido a la fama que tenemos no pudimos llevarte a un hospital ya que saldrías en las noticias y te harías famoso como el chico que Tokio Hotel atropelló –finalizó el rubio y bajito.

Bien, al menos no hicieron todo mal porque si salía en las noticias y periódicos… sería el fin de mis tiempos y realmente sería el excremento de Aki.

-Y no hallaron nada mejor que observarme mientras estaba inconsciente en vez de echarme alcohol en los brazos y nariz para así reaccionar y evitar estar casi frito a las cuatro de la madrugada –dije de corrido tomado aire al finalizar.

Dios. Estos tipos son un caso especial, enserio. Masajeé mis sienes tratando de mantener la calma y preparar una buena excusa para mamá; “Lo siento, pero me encontré con unos amigos del instituto y nos quedamos hablando”, “me quedé dando vueltas por la ciudad para pensar mejor las cosas y cuando vi la hora se me hizo tarde”, “me fui a follar”, “hice un grafiti en la muralla de un parque”, “me quedé espiando parejas felices”, fui a la iglesia a hablador con Dios”… no, nada bueno pasaba por mi mente a estas horas.
-Al menos te trajimos a un lugar más cálido que el frío de afuera porque estabas casi con hipotermia, eh –dijo el de ojos verdes.

-Cariño, ve a dormir –dijo Tom a su hija, quién obedientemente  subió las escaleras de mármol que estaban detrás de mí.

-Nos vemos en dirección –le dije y ella se rió a carcajadas sabiendo que ambos solíamos frecuentar lugares no correspondientes al salón de clases.

-¿Dirección? –preguntó su padre.

-Siempre nos mandan a llamar por ser alumnos ejemplares, Tom. Es raro pero logramos cambiar el aire que respiramos en los salones… ya sabes. Nos “aireamos”.

-Oh… Tom, ese chico realmente es igual a…

-¿Igual a quién?

-Él es Georg –mencionó cambiando de tema y señalando al de ojos verdes.

-Un gusto, señor Georg.

-¿Bromeas? Dime Georg o Geo. Aún estoy demasiado joven para las formalidades contigo, jovencito –sonrió acercándose y estrechando mi mano.

-Bueno, Geo –le sonreí cordialmente.

-Y el es Gustav.

-Un gusto, señor Gustav –dije estrechando la mano del rubio.

-Igualmente…

-Alexander –señalé.

-Alexander. Buen nombre, eh. Dime Gustav… aquí odiamos las formalidades.

-Espera ¿no nos conoce, Tom? –preguntó Geo.

-He escuchado de la legendaria banda Tokio Hotel por los pasillos del instituto.

-Pero no nos has escuchado –puntualizó Gustav.

-¿Debería? Lo siento pero con suerte prendo de vez en cuando la TV o mi notebook.

-Algún día nos conocerás en vivo y en directo –rió Tom como si le viera el chiste a esto. Tenían que ser alemanes.

-Ahora si me permiten, necesito llamar a…

-Si quieres te vamos a dejar –ofreció Georg mirando a Tom.

-¿Estoy demasiado lejos de donde me… casi atropellan?

-Como a una media hora –murmuró Gustav tomando las llaves sobre la mesa -.Además, se nota que eres amigo de Cassie, así que es un placer ir a dejarte y es lo mínimo que podemos hacer por ti ¿cierto Tom?
Tom pareció haber salido de un trance en mi dirección y asintió frenéticamente sonriendo.

-SÍ. Iré a avisarle a mi hermano que saldré por un momento.

-Ok.

Caminó por un pasillo y abrió una puerta que liberó música proveniente de esa habitación y que fue cortada a penas Tom murmuró algo. No escuché nada provenir de adentro, pero vi como Tom daba la media vuelta y volvía con nosotros al salón con el rostro pensativo.

-¿Estás bien, Tom? –pregunté confianzudamente al notar cierta melancolía.

-Sí, Alexander.

-Hm… ok.

Tomé mis cosas de la mesita de centro y los seguí a los tres hasta un estacionamiento. A penas Tom desactivó la alarma, unos perros se abalanzaron hacia él y los muchachos, tratando de jugar con ellos. Tom se quitó a uno de encima entre risas y logró abrir la puerta y encender el motor.

-No los toques, Alexander. Suelen morder a extraños o…

Pero apenas me agaché a la altura de los caninos empezaron a darme lametazos en la cara y agitar sus colas. Seguramente sintieron el olor de Aki en mis ropas. Empecé a reír dejando nuevamente a Geo, Gustav y Tom boquiabiertos ¿qué tenía mi risa? Era normal.

-Pensé que te convertirían en comida para perros –murmuró sorprendido Tom.

-Seguramente sintieron el olor de mi perro –me encogí de hombros parándome y acercándome a la puerta abierta de un Audi en donde ellos me esperaban.

-¿Tienes un perro?

-Sí, se llama Aki. Es un cachorro Akita Inu.

- ¿Dijiste… Akita Inu? –murmuró Tom retrocediendo lo suficiente y saliendo en dirección al portón eléctrico que se abrió lo suficiente como para que el auto saliera. Claro, observé todo desde el asiento trasero junto a Georg.

-Sí. Es algo así como una herencia familiar… y es el nieto del primero de la familia.

-¿El nieto del primero?

-Sí, de Milo y Lena. Los perros de mis tíos.

Detuvo el auto en seco y luego volvió a conducir como si nada hubiese pasado, ¿enserio estaba bien de la cabeza este tío?

-A nosotros nos gustan los animales y de vez en cuando rescatamos a algunos de los refugios.

-Ah… ya veo –no estaba tan mal de la cabeza a fin de cuentas.

Cuando llegamos al lugar en donde pasó todo, los guié hasta mi casa dándoles indicaciones inmediatas como “gira a la derecha” o “en la próxima dobla a la izquierda”. Ellos no mencionaron mucho de sus vidas, tenían sus familias pero su verdadero amor era la música y actualmente estaban preparando un nuevo material para volver a las giras europeas con sonidos renovados y viejos éxitos.

-Ésta es –indiqué la casa blanca con frondosos arbustos y flores multicolores, la entretención de mamá en su tiempo libre.

-Guau. Realmente es bellísima –comentó Geo.

-Bueno, no es una mansión que queda a treinta minutos del centro o algo así, pero es lo suficientemente grande como para recibir visitas y vagar por los pasillos –sonreí abriendo la puerta para salir.

-Es encantadora –confirmó Gustav.

-Bien… gracias por traerme, Tom, Gustav y Georg. Sé que no me salvaré del castigo pero al menos no llegué a la hora del amanecer.

-Dile a tu padre que estuviste con nosotros y así no tendrás problemas, seguramente él ya nos conoce –sugirió Tom guiñándome un ojo.

Padre. Me giré en su dirección recordando que aún estaba metido en la burbuja en la que me criaron mis tíos.

-No tengo padre –murmuré.

-Oh… lo siento, yo no quise…

-Está bien –lo detuve dando por acabado el tema -.Gracias por traerme.

-Cualquier cosa, nos avisas con Cassie en el instituto y nosotros te ayudamos.

-Ok. Gracias.

Me podía defender solo. Daba igual si acababa destruido. Vi al Audi alejarse y me acerqué a la puerta principal ya cerrada. Las cortinas y ventanas estaban cerradas, sin embargo pude ver luz en mi cuarto. Llamé a mi tío Gaspard dando por sentado que aún estaba aquí.

-¿Aló?

-Soy yo –murmuré.

-¿Dónde estás? Nos tenías preocupados, Sascha.

-Estoy frente a la puerta de entrada… olvidé mis llaves.

-Espérame un segundo.

Conté hasta diez y la puerta se abrió revelando a un somnoliento y ojeroso tío Gaspard acompañado de mi tío Erik. Me encogí al ver sus rostros serios y fríos observándome y esperando por una explicación razonable, pero no tenía excusas.

-Lo siento –murmuré dejando el orgullo de lado.

Me dejaron pasar observándome de pies a cabeza haciéndome un escaneo completo. Tomé un vaso de agua de la cocina y vi a mi tío Gaspard subir por las escaleras mientras mi otro tío me observaba desde el marco de la cocina.

-¿Qué te pasó en la cabeza?

-Me caí –mentí.

-¿Seguro? –mierda.

No. Me casi atropella una estrella de rock alemana pero estoy bien.

-Sí. Estaba en un árbol de un parque y cuando quise bajar me caí.

-Ok.

Tras un par de preguntas más sobre mi estado anímico, me dejó dirigirme a mi cuarto en busca de tranquilidad. Subí los escalones sintiendo cómo mi cuerpo pesaba debido a las pocas horas de sueño. Abrí la puerta de mi cuarto y vi a mamá en mi cama recostada aún con su ropa negra puesta. Me acerqué tranquilo de encontrarla sin ataques de nervios ni nada por el estilo, simplemente tenía un rosario religioso en sus manos y en parte el maquillaje de sus ojos corrido. Mierda. La hice llorar.


Me saqué las zapatillas y la tapé con una manta tratando de no alterar su sueño. Me recosté a su lado sintiendo que volvía a ser el niño que se ocultaba bajo sus sábanas en las noches de tormentas eléctricas o de pesadillas con monstruos. Quería ser niño por una noche, sentir su calor de madre y sentirme en casa. Cerré los ojos y me sumergí en un sueño con risas, colores y alegrías.

4 comentarios:

  1. AYYYY POR DIOS QUE COSAS CADA VEZ ME GUSTA MAS ESTA HISTORIA Y ESPERO ANSIOSA EL SIGUIENTE CAPITULO CUIDATE UN BESO

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  2. Joder!!!! Ya que le digan sobre Bill!!
    T.T siento feo por Alexander
    Espero subas pronto
    Cuídate y un abrazo :D

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  3. Eres tan linda, me encanto guapa.
    Sigue así.. Espero subas lo mas pronto.
    :)

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  4. Cada día se pone mejor!!
    Gracias por el capítulo! :)

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