Señores pasajeros, les damos la
bienvenida a la aeronave blah blah blah… por su seguridad, abrochen sus
cinturones uniendo el blah blah blah… las salidas de emergencia distribuidas
por el pasillo están a blah bla blah… ante cualquier turbulencia, sobre su
cabeza están situadas las blah blah blah… para activar el menú de la pantalla
frente a usted, presione el botón blah blah blah… ante cualquier problema, duda
o petición, nuestras azafatas se encuentran a su total disposición y blah blah
blah…
Siempre me he preguntado qué
pasaría si le digo a una azafata que deseo follarla hasta romperla. ¿Se negará?
¿Aceptará? Se supone que están para servir a los pasajeros, y yo soy uno de
ellos. Mamá a mi lado parecía estar en su propio mundo leyendo uno de sus
libros, cuyo título no entendía muy bien debido a que las letras rusas son algo
enredadas. Daba igual, por más que le preguntara, diría que lo averiguara por
mi cuenta, y justo ahora no tengo internet como para enviarle un mensaje al tío
Gaspard y preguntarle.
Tras la decisión de ir a Berlín,
me junté con Lauren, la chica de turno, y le dije que debíamos terminar porque
me iría, pero que podíamos seguir manteniendo el contacto (já, la mentira más
tonta que suelo repetir)… daba igual cuánto llorará y se le corriera el
maquillaje mencionando que me extrañaría y me recordaría por el resto de su
vida… enserio me daba igual, y me sorprendía que cayeran redonditas cuando el
guión que siempre decía lo sacaba de las películas que ellas mismas suelen ver
todo el tiempo.
No creo en el amor, ésa es mi ley y dudo
cambiar mi pensamiento.
Por mucho que mamá odiara que
fura tan cruel con las chicas, y me debatiera con que el amor existía y que por
eso ella daría la vida por mi, yo terminaba acallándola. Me dolía decirlo,
enserio. A fin de cuentas, mi punto débil y la única persona que realmente quiero,
es mamá. Cuando peleábamos sobre el amor, la mayoría de las veces abría una
herida que dolía tanto en ella como en mí; la ausencia de mi padre. Siempre le
restregaba que si existiera el amor, mi padre estaría con nosotros y
seguramente habría aportado algo más que su puto apellido. Luego, mamá me
pegaba una cachetada y me advertía a que no volviera a decir eso nunca más,
ella se iba a la cocina o a su dormitorio y yo me quedaba jugando con Aki,
nuestro cachorro que es nieto de la única mascota que ha tenido mamá y que se
la regaló al tío Gaspard… creo que se llamaba Milo.
-Quedarás sordo con ese volumen,
Sascha –dijo sin quitar la vista de su lectura entrete-aburrida.
-En realidad se escucha bajo
cuando los tienes puesto, las ondas sonoras con estos audífonos salen al
exterior –comenté mirando por la
ventanilla cómo nos elevábamos por los aires.
-A mí no me engañas, jovencito. O
le bajas el volumen, o corto tus audífonos –vale, mejor hacerle caso a perder
mis gloriosos audífonos.
-Vaaaale… Pero deberías escuchar
Angels and Airwaves, tienen un sonido espacial incomparable.
-¿Espacial?
-Si, ma. Es la música de los
astronautas que se ven en el National Geographic.
-Algún día los escucharé cuando
inaugures tu cuarto al máximo volumen… si es que te dejo, por supuesto.
-¿Acaso nunca fuiste adolescente
o ese internado te corrió el cerebro? –Quizás discutir en pleno vuelo no fuera
lo mejor, pero amaba hacer rabiar a mamá. Marcó la página doblando la esquina
de la hoja y me miró fijamente.
-Claro que lo fui. Sólo que no
quiero cambiar las ventanas por unos vidrio más gruesos tan pronto.
-¿Y qué hacías a mi edad?
-Lo mismo que tú haces y por lo
que me manda a llamar el director de tus colegios –Guau. ¿Mamá era una versión fémina de mí? No, eso no me lo creo. Se ve tan femenina con sus curvas de
muerte, que cuesta creer que fue así de desordenada a mi edad. Definitivamente
era difícil de creer e imaginar esto.
-¿Tienes alguna prueba que afirme
lo que dices? Porque no te imagino como yo.
-Cuando veas a tu tío Erik
pregúntale si aún guarda los videos de las cámaras de seguridad. Seguramente
salga con historias de mis fugas o mis visitas al psicólogo.
-¿¡PSICÓLOGO!? –fue inevitable
subir la voz obteniendo la atención de una azafata rubia con raíces negras.-
¿Por qué nunca me mencionaste esa parte de tu adolescencia?
-Nunca preguntaste demasiado –se
encogió de hombros y retomó su lectura entrete-aburrida. Quizás la próxima
pregunta sería cuántas posiciones del Kama Sutra ha hecho, pero el asco de ver
a mi madre con no sé quién haciendo poses como el clavo, la mariposa, el tigre,
las tijeras, me daban un asco de puta madre que me enviarían directo al baño a
vaciar mi estómago.
A mamá era imposible mentirle.
Quizás se hiciera la tonta cuando le decía que saldría con unos amigos y sabía
que iba a follar o a hacer alguna que otra guarrada. De hecho, una vez me
regaló una caja que venía con cincuenta condones a los quince, excusándose con
un “si no lo entiendes ahora, dentro de unos meses lo harás. Pero no quiero ser
abuela tan pronto” que me dejó con la boca abierta hasta el piso a pesar de que
a esa edad aún no era activo sexualmente. Ella es la única que me conoce a tal
punto que llega a dar miedo. Claro, eso se debe a su entrenamiento mental
constante del que no me deja participar. Da igual. Mientras cómo saber si
alguien me miente o es honesta(o) conmigo, estoy del otro lado. Pero con la
única persona que no sé si miente o es sincera, es mamá.
En el “trabajo” (la verdad es que
no sé como llamarle a lo que ella hace) le dicen Invasora, y ni yo sé el por
qué ya que se niega a decírmelo. La tratan con un respeto que pocos obtienen,
prácticamente tiene a muchos a su merced. Y lo más extraño de todo, es que
incluso su jefe parece tratarla con cierto respeto superior al de los demás…
¿Qué tanto ha hecho para que la traten así, habla con Dios o algo así? Daba igual… ella parecía aferrarse a la idea
de mantenerme lejos de su trabajo, a excepción de mi niñez; Siempre me dejaba a
sus compañeros como niñeros de mi trasero, y ellos se mataban las neuronas
jugando conmigo a las escondidas o a la pelota. Ya no. Ahora cuando tiene que
salir a trabajar, suele llevarme con ella y dejarme en un cuarto de hotel… pero
jamás me deja solo en casa. ¡Ah! y se me olvidaba el detalle de que era su
enfermero personal cuando llegaba con tajos y heridas sangrantes, ya que odiaba
los hospitales porque le traían “malo recuerdos” de los que no cuenta mucho.
Ya estaba entrando a los síntomas
de traseritis planus por lo que necesitaba pararme y dar vueltas por el
pasillo. Miré a mamá cuyos audífonos estaban puestos y sus ojos cerrados, sus
piernas entorpecían mi cometido por lo que no me quedó otra opción que montarme
cuidadosamente a cada lado de sus piernas tratando de no despertarla. Para
variar, era más astuta de lo que siempre supongo y me hizo cosquillas cuando
estuve justo sobre ella y me caí encima de su cuerpo.
-¡Mamá! –me molestaba que me
sorprendiera todo el tiempo con un susto de muerte. Pero lo bueno era verla
reír, por lo que ignoraba mi pizca de ira y sonreía en su dirección fingiendo
molestia- un poco más y me da un infarto que ni te imaginas, eh.
-¿Tanto te costaba pedirme
permiso? –salí de encima suyo y me paré gloriosamente en el pasillo vacío.
¡Dios! Odiaba estar quieto todo el tiempo.
-No quería despertarte… si es que
estabas durmiendo.
-No duermo en los vuelos.
-Mamá… aquí no corremos peligro
–susurré esperando que entendiera lo mucho que me hostigaba su constante
protección.
-No es por eso, cariño.
Simplemente no concilio en sueño cuando estoy en algún vuelo.
-¿Y cómo lo hiciste cuando
estabas embarazada de mí? –una sonrisa demasiado cursi y dulzona se instaló en
su rostro. Corrí un mechón de pelo que le tapaba la visión en un ojo y ella me
lo agradeció con la mirada. A veces sentía que yo la protegía a ella y no al
revés.
-Estuve con tu tío Gaspard y tu
tía Lily. Ellos me cuidaron hasta que naciste.
-Pero yo no nací en…
-Yo les pagué el pasaje para que
fueran a (tu país*) a hacerme compañía a pesar de las insistencias de ellos.
-Ah… bueno, iré al baño.
-Cuidado con desviarte del
camino, Alexander –murmuró con su típico doble sentido relajado y una pequeña
risita.
-Volveré sano y salvo.
-Espero lo mismo. Y no hagas
“eso”… puedes morir.
-Lo sé mamá… la presión del avión
¿verdad?
-Exacto, hijo.
-Vale. Nos vemos en unos minutos.
-Vuelve antes de la cena.
-Oka.
Mamá no exageraba cuando decía lo
de la presión, y bien lo pude constatar hace unos seis meses atrás, cuando
acompañé a mamá en una misión (aunque me quedé encerrado en un hotel, como
siempre); La copiloto era una gringa de unos ojos más verdes que los mismos
árboles, y cuya sonrisa despertó a mi amigo en segundos, por lo que no perdí
oportunidad en “acechar” a mi siguiente presa aunque estuviera mamá. Lo malo,
fue que debido a la presión y el cambio de atmósfera, dejé a la chica con ganas
de más ya que cuando estaba a punto de entrar en ella, me dieron mareos y me
sofoqué por lo que mi erección bajó y me gané el reto más vergonzoso de mi vida
por hacer esas cosas sabiendo cuán peligroso era… “tuviste suerte que sólo te
dio una subida de presión… pudo pasar a más” fue una de las mil cosas que me
dijo. ¡Vaya susto!
Pero mis planes de coquetear con
una chica (ya que de sexo, nada), se esfumaron cuando de las siete azafatas que
vi, sólo dos eran las más rescatables, y que no había ninguna pasajera de mi
tipo. De hecho era el vuelo más fúnebre que he visto en mi vida, ancianos por
doquier que no entendía cómo podía estar seguir vivos en un avión. Quizás lo
más vivo debían ser las viejas de pómulos estirados de primera clase y bocas
hinchadas de tanto botox… ¡un poco más y eran travestis!
Ya sin más remedio ni juegos por
jugar, volví dispuesto a pasar las próximas tres horas con mis nalgas
nuevamente planas hasta mi asiento. Con sólo ver el rostro de mamá mirarme
sonriendo, supe que prácticamente mis pensamientos habían sido leídos por ella.
-¿Tan rápido volviste? No pasaron
ni quince minutos –fingió asombro viendo su reloj de pulsera y dándome el espacio
suficiente para pasar a mi puesto.
-Creo que estamos viajando con
los sobrevivientes del Titanic.
-¿Tan malo fue?
-A excepción de dos azafatas.
Pero ninguna era mi tipo
-¿Y no les hiciste nada? Eso no
me lo creo –sonrió divertida de mi comportamiento atípico.
-Con tanto vejestorio se me
fueron las ganas.
-¿Y cuál es tu prototipo de
chica? –esa pregunta me pilló desprevenido. He salido con un poco más de diez
chicas pero jamás me he fijado en que cumplan con ciertos requisitos.
-Humm… no tengo uno.
-Ah… ya me parecía extraño que
ninguna chica que he visto contigo se pareciera a otra.
-Sólo me importa que me llame la
atención y… ya sabes, esté dispuesta a prenderme… humm… eso –puede que
normalmente sea muy basto para expresarme, pero a mamá no le podía decir “sólo
me importa que tenga un par de tetas y la disposición de ser follada y partida por mí”…
de hecho si se lo decía, un sermón de su parte sería poco.
-¡Alexander Kaulitz!
-¡Qué! Tú preguntaste.
-¿Cuándo dejarás de ver a las
chicas así?
-Cuando esté dispuesto a enamorarme.
Pero como no lo estoy, prefiero las cosas así –al notar su silencio, la miré y
noté que no leía, sino que simplemente parecía estar sumida en sus
pensamientos. Y por muy peligroso que fuera el camino por el que andábamos, era
inevitable sacar el tema a colación -. ¿Acaso si fuera por el amor yo sabría
quién es mi padre y sería diferente a como soy ahora? El amor es cruel, ma. Y
no pienso caer en ese juego vicioso.
-Sascha… -parecía demasiado
agotada de esto, al igual que yo. No quería dividirnos, se supone que somos una
familia. A pesar de todo, ella sabía que no lo hacía a propósito, leía mis
expresiones y sabía que hablaba sin pensar. Cerró los ojos y suspiró, estaba
agotadísima- no quiero discutir, hijo. No ahora ni en las próximas horas. Estoy…
algo cansada.
-Deberías descansar, mamá. No has
dormido muy bien últimamente. Si quieres le pido a la azafata un té de hierbas
o alguna pastilla para que te duermas.
-No puedo dormir, hijo. Primero
estás tú.
-No me pasará nada –ella nunca
cambiaría por mucho que pasaran los años. Siempre cuidaba de mí por mucho que
yo constantemente me metiera en problemas, y yo cuidaba de ella por mucho que
insistiera en que podía cuidarse sola, y esta no sería la excepción-. ¡Ya sé!
Tú te sientas en mi asiento y yo en el tuyo, así aprovechas de dormir un rato y
yo me quedo despierto ¿vale?
- Sascha, no es necesario. He
pasado días sin dormir y hoy no será la excepción. Deberías…
-Puedo aguantar despierto más que
tú, ma. Tienes unas ojeras de muerte, además, aún nos quedan unas tres horas en
el aire. No te preocupes, con unos audífonos me mantengo despierto –mentira. Pero
haría lo que fuera por hacer que mamá duerma aunque sea unos treinta minutos.
Al ver que no cambiaría de opinión, se cambió de lugar y yo me puse donde ella
estaba. No soy tan malo como aparento ser.
- Gracias, cariño.
- No hay de que.
- Si hay de que. Te preocupas
demasiado por mí cuando debería ser al revés –apoyó su cabeza en mi hombro
buscando la mejor comodidad posible, y como acto reflejo, acaricié su cabello
para que de un vez por todas relajara esas neuronas tan activas que tiene… será
madre.
- No. Ambos debemos cuidar de
nosotros… eso es lo que hacen las familias –murmuré hablando por la herida que
hay en mi interior y que suelo ignorar siempre. Bueno, casi siempre. Pude
sentir su mirada en mis manos y para esquivar su análisis mental, preferí
olvidar lo que acababa de decir –debes descansar, ma. Aún nos espera una
mudanza.
- Hijo, yo…
- ¿Debo repetírtelo, mamá?
DESCANSA.
- Hmm… está bien.
Tras asegurarme de que se había
dormido, puse su cabeza en mi regazo esquivando las formalidades de la propia
aerolínea. Mamá se esmeraba en que no me faltara nada por mucho que la ausencia
de mi padre biológico se notara a millas de distancia, además, no debía ser
fácil lidiar con alguien como yo. Y a veces, en ocasiones como éstas, imaginaba
la vida de mamá con un embarazo a sus veinte años, sin mucho apoyo de Pantera,
y sin la presencia de mis abuelos… se podría decir que era su conejillo de
indias al ser su primogénito.
Ella no solía hablar mucho de su
vida, era más reservada que nadie en este mundo. Lo que sabía de ella, era
prácticamente lo que me decían mis tíos Gaspard y Erik, a quienes conozco desde
que tengo memoria suficiente; solían decir que era terca, rebelde, inteligente
y que sólo ha amado a un hombre en toda su vida. A mi padre. Pero lo más
contradictorio es, que cuando les preguntaba por él, cambiaban el tema o se
hundían en un silencio molestoso que sólo lograba hincharme las pelotas. ¿De mi
padre? Sólo el apellido. ¿Sabe que existo? No lo sé, y me da igual porque nunca
ha estado. ¿Está vivo? Si lo está, debería empezar a huir el muy imbécil. ¿Y si
está muerto? O está en el purgatorio, o está en el peor de los lugares. ¿Sabes
su nombre? Da igual, es un Kaulitz. ¿Tienes fotos? Da igual, heredé mucho del
viejo ese. En conclusión, mi viejo vale mierda por mucho que el tío Erik sólo
me dijera “es o fue un buen hombre”.
Aún recuerdo cuando le pregunté a
mamá en el día del padre dónde estaba el mío que no venía al colegio para
celebrarlo conmigo, mi profesora me retó diciendo que no debía preguntar esas
cosas y mamá sonrió tristemente luego de abrazarme. Ese día de primavera jamás
lo olvidaré…
- ¿Sabes por qué te llamas Alexander? –dijo mamá secando mis lágrimas y
enderezando el cuello de mi camisa celeste.
- No.
- Porque cuando estabas en mi vientre me causaste problemitas ya que
eras demasiado inquieto.
- Siempre lo he sido, mami. Tú siempre lo dices.
- Pero eres así porque cuando crezcas serás uno de los mejores –tocó la
punta de mi nariz sonriendo dulcemente antes de comenzar a ponerme una
chaqueta.
- ¿Un superhéroe?
- Algo así, Sascha.
- ¿Podré volar?
- Tu nombre ha pertenecido a grandes hombres, cariño.
- ¿Eran inquietos como yo?
- No lo sé. Pero eran protectores y defensores del bien.
- Como los superhéroes, mami.
- Si.
- Entonces te protegeré y defenderé toda la vida. Te lo prometo –tomé
su meñique y lo uní con el mío dejando las lágrimas en el olvido.
Y así será por el resto de mis
días, lo juro.
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Hallo Gurls!
Bueno, quise subirles hoy el capítulo que planeaba subirles este finde ya que me estoy cambiando de casa y no sé cuándo volveremos a tener internet.
Mil gracias por sus comentarios, realmente no esperaba que les gustaba la nueva y mejorada redacción además del epílogo.
Bueno, una de las lectoras del fic me sugirió por facebook que les dejara preguntarme lo que quieran saber tanto de mí como de la fic... así que si quieren pregutarme cosas de lo que ustedes deseen lo pueden escribir en los comentarios, el chat, facebook, o mi correo (gianina.ibaur@gmail.com) si así lo desean. Da igual el tipo de preguntas, yo las contestaré junto con el próx. capítulo:)
Atte. Nina
Como siempre maravilloso capitulo y espero que la demora no sea mucha un beso cuidate
ResponderEliminarowwwwwwwwwwww maldición ya quiero ver a Bill... que sepa de nuestro hijo...
ResponderEliminarok'ya me calmo...
espero puedas subir pronto...
cuídate & un abrazo :D
Me encanto el cap!!! Suerte con la mudanza.
ResponderEliminarNo nos dejes abandonadas tanto tiempo guapa!! :D
Tu seguidora
Clau
:33 me encanto el primer cap! Esta temporada va a estar buenisiima<3 espero el proximo pronto porfa quiero saber que paso con bill u.u
ResponderEliminarBesos