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miércoles, 3 de julio de 2013

Capitulo 1 (Tercera Temporada)

Señores pasajeros, les damos la bienvenida a la aeronave blah blah blah… por su seguridad, abrochen sus cinturones uniendo el blah blah blah… las salidas de emergencia distribuidas por el pasillo están a blah bla blah… ante cualquier turbulencia, sobre su cabeza están situadas las blah blah blah… para activar el menú de la pantalla frente a usted, presione el botón blah blah blah… ante cualquier problema, duda o petición, nuestras azafatas se encuentran a su total disposición y blah blah blah…

Siempre me he preguntado qué pasaría si le digo a una azafata que deseo follarla hasta romperla. ¿Se negará? ¿Aceptará? Se supone que están para servir a los pasajeros, y yo soy uno de ellos. Mamá a mi lado parecía estar en su propio mundo leyendo uno de sus libros, cuyo título no entendía muy bien debido a que las letras rusas son algo enredadas. Daba igual, por más que le preguntara, diría que lo averiguara por mi cuenta, y justo ahora no tengo internet como para enviarle un mensaje al tío Gaspard y preguntarle.

Tras la decisión de ir a Berlín, me junté con Lauren, la chica de turno, y le dije que debíamos terminar porque me iría, pero que podíamos seguir manteniendo el contacto (já, la mentira más tonta que suelo repetir)… daba igual cuánto llorará y se le corriera el maquillaje mencionando que me extrañaría y me recordaría por el resto de su vida… enserio me daba igual, y me sorprendía que cayeran redonditas cuando el guión que siempre decía lo sacaba de las películas que ellas mismas suelen ver todo el tiempo.

 No creo en el amor, ésa es mi ley y dudo cambiar mi pensamiento.

Por mucho que mamá odiara que fura tan cruel con las chicas, y me debatiera con que el amor existía y que por eso ella daría la vida por mi, yo terminaba acallándola. Me dolía decirlo, enserio. A fin de cuentas, mi punto débil y la única persona que realmente quiero, es mamá. Cuando peleábamos sobre el amor, la mayoría de las veces abría una herida que dolía tanto en ella como en mí; la ausencia de mi padre. Siempre le restregaba que si existiera el amor, mi padre estaría con nosotros y seguramente habría aportado algo más que su puto apellido. Luego, mamá me pegaba una cachetada y me advertía a que no volviera a decir eso nunca más, ella se iba a la cocina o a su dormitorio y yo me quedaba jugando con Aki, nuestro cachorro que es nieto de la única mascota que ha tenido mamá y que se la regaló al tío Gaspard… creo que se llamaba Milo.

-Quedarás sordo con ese volumen, Sascha –dijo sin quitar la vista de su lectura entrete-aburrida.

-En realidad se escucha bajo cuando los tienes puesto, las ondas sonoras con estos audífonos salen al exterior –comenté  mirando por la ventanilla cómo nos elevábamos por los aires.

-A mí no me engañas, jovencito. O le bajas el volumen, o corto tus audífonos –vale, mejor hacerle caso a perder mis gloriosos audífonos.

-Vaaaale… Pero deberías escuchar Angels and Airwaves, tienen un sonido espacial incomparable.

-¿Espacial?

-Si, ma. Es la música de los astronautas que se ven en el National Geographic.

-Algún día los escucharé cuando inaugures tu cuarto al máximo volumen… si es que te dejo, por supuesto.

-¿Acaso nunca fuiste adolescente o ese internado te corrió el cerebro? –Quizás discutir en pleno vuelo no fuera lo mejor, pero amaba hacer rabiar a mamá. Marcó la página doblando la esquina de la hoja y me miró fijamente.

-Claro que lo fui. Sólo que no quiero cambiar las ventanas por unos vidrio más gruesos tan pronto.

-¿Y qué hacías a mi edad?

-Lo mismo que tú haces y por lo que me manda a llamar el director de tus colegios –Guau. ¿Mamá era una versión fémina de mí? No, eso no me lo creo. Se ve tan femenina con sus curvas de muerte, que cuesta creer que fue así de desordenada a mi edad. Definitivamente era difícil de creer e imaginar esto.

-¿Tienes alguna prueba que afirme lo que dices? Porque no te imagino como yo.

-Cuando veas a tu tío Erik pregúntale si aún guarda los videos de las cámaras de seguridad. Seguramente salga con historias de mis fugas o mis visitas al psicólogo.

-¿¡PSICÓLOGO!? –fue inevitable subir la voz obteniendo la atención de una azafata rubia con raíces negras.- ¿Por qué nunca me mencionaste esa parte de tu adolescencia?

-Nunca preguntaste demasiado –se encogió de hombros y retomó su lectura entrete-aburrida. Quizás la próxima pregunta sería cuántas posiciones del Kama Sutra ha hecho, pero el asco de ver a mi madre con no sé quién haciendo poses como el clavo, la mariposa, el tigre, las tijeras, me daban un asco de puta madre que me enviarían directo al baño a vaciar mi estómago.

A mamá era imposible mentirle. Quizás se hiciera la tonta cuando le decía que saldría con unos amigos y sabía que iba a follar o a hacer alguna que otra guarrada. De hecho, una vez me regaló una caja que venía con cincuenta condones a los quince, excusándose con un “si no lo entiendes ahora, dentro de unos meses lo harás. Pero no quiero ser abuela tan pronto” que me dejó con la boca abierta hasta el piso a pesar de que a esa edad aún no era activo sexualmente. Ella es la única que me conoce a tal punto que llega a dar miedo. Claro, eso se debe a su entrenamiento mental constante del que no me deja participar. Da igual. Mientras cómo saber si alguien me miente o es honesta(o) conmigo, estoy del otro lado. Pero con la única persona que no sé si miente o es sincera, es mamá.

En el “trabajo” (la verdad es que no sé como llamarle a lo que ella hace) le dicen Invasora, y ni yo sé el por qué ya que se niega a decírmelo. La tratan con un respeto que pocos obtienen, prácticamente tiene a muchos a su merced. Y lo más extraño de todo, es que incluso su jefe parece tratarla con cierto respeto superior al de los demás… ¿Qué tanto ha hecho para que la traten así, habla con Dios o algo así?  Daba igual… ella parecía aferrarse a la idea de mantenerme lejos de su trabajo, a excepción de mi niñez; Siempre me dejaba a sus compañeros como niñeros de mi trasero, y ellos se mataban las neuronas jugando conmigo a las escondidas o a la pelota. Ya no. Ahora cuando tiene que salir a trabajar, suele llevarme con ella y dejarme en un cuarto de hotel… pero jamás me deja solo en casa. ¡Ah! y se me olvidaba el detalle de que era su enfermero personal cuando llegaba con tajos y heridas sangrantes, ya que odiaba los hospitales porque le traían “malo recuerdos” de los que no cuenta mucho.

Ya estaba entrando a los síntomas de traseritis planus por lo que necesitaba pararme y dar vueltas por el pasillo. Miré a mamá cuyos audífonos estaban puestos y sus ojos cerrados, sus piernas entorpecían mi cometido por lo que no me quedó otra opción que montarme cuidadosamente a cada lado de sus piernas tratando de no despertarla. Para variar, era más astuta de lo que siempre supongo y me hizo cosquillas cuando estuve justo sobre ella y me caí encima de su cuerpo.

-¡Mamá! –me molestaba que me sorprendiera todo el tiempo con un susto de muerte. Pero lo bueno era verla reír, por lo que ignoraba mi pizca de ira y sonreía en su dirección fingiendo molestia- un poco más y me da un infarto que ni te imaginas, eh.

-¿Tanto te costaba pedirme permiso? –salí de encima suyo y me paré gloriosamente en el pasillo vacío. ¡Dios! Odiaba estar quieto todo el tiempo.

-No quería despertarte… si es que estabas durmiendo.

-No duermo en los vuelos.

-Mamá… aquí no corremos peligro –susurré esperando que entendiera lo mucho que me hostigaba su constante protección.

-No es por eso, cariño. Simplemente no concilio en sueño cuando estoy en algún vuelo.

-¿Y cómo lo hiciste cuando estabas embarazada de mí? –una sonrisa demasiado cursi y dulzona se instaló en su rostro. Corrí un mechón de pelo que le tapaba la visión en un ojo y ella me lo agradeció con la mirada. A veces sentía que yo la protegía a ella y no al revés.

-Estuve con tu tío Gaspard y tu tía Lily. Ellos me cuidaron hasta que naciste.

-Pero yo no nací en…

-Yo les pagué el pasaje para que fueran a (tu país*) a hacerme compañía a pesar de las insistencias de ellos.

-Ah… bueno, iré al baño.

-Cuidado con desviarte del camino, Alexander –murmuró con su típico doble sentido relajado y una pequeña risita.

-Volveré sano y salvo.

-Espero lo mismo. Y no hagas “eso”… puedes morir.

-Lo sé mamá… la presión del avión ¿verdad?

-Exacto, hijo.

-Vale. Nos vemos en unos minutos.

-Vuelve antes de la cena.

-Oka.

Mamá no exageraba cuando decía lo de la presión, y bien lo pude constatar hace unos seis meses atrás, cuando acompañé a mamá en una misión (aunque me quedé encerrado en un hotel, como siempre); La copiloto era una gringa de unos ojos más verdes que los mismos árboles, y cuya sonrisa despertó a mi amigo en segundos, por lo que no perdí oportunidad en “acechar” a mi siguiente presa aunque estuviera mamá. Lo malo, fue que debido a la presión y el cambio de atmósfera, dejé a la chica con ganas de más ya que cuando estaba a punto de entrar en ella, me dieron mareos y me sofoqué por lo que mi erección bajó y me gané el reto más vergonzoso de mi vida por hacer esas cosas sabiendo cuán peligroso era… “tuviste suerte que sólo te dio una subida de presión… pudo pasar a más” fue una de las mil cosas que me dijo. ¡Vaya susto!

Pero mis planes de coquetear con una chica (ya que de sexo, nada), se esfumaron cuando de las siete azafatas que vi, sólo dos eran las más rescatables, y que no había ninguna pasajera de mi tipo. De hecho era el vuelo más fúnebre que he visto en mi vida, ancianos por doquier que no entendía cómo podía estar seguir vivos en un avión. Quizás lo más vivo debían ser las viejas de pómulos estirados de primera clase y bocas hinchadas de tanto botox… ¡un poco más y eran travestis!

Ya sin más remedio ni juegos por jugar, volví dispuesto a pasar las próximas tres horas con mis nalgas nuevamente planas hasta mi asiento. Con sólo ver el rostro de mamá mirarme sonriendo, supe que prácticamente mis pensamientos habían sido leídos por ella.

-¿Tan rápido volviste? No pasaron ni quince minutos –fingió asombro viendo su reloj de pulsera y dándome el espacio suficiente para pasar a mi puesto.

-Creo que estamos viajando con los sobrevivientes del Titanic.

-¿Tan malo fue?

-A excepción de dos azafatas. Pero ninguna era mi tipo

-¿Y no les hiciste nada? Eso no me lo creo –sonrió divertida de mi comportamiento atípico.

-Con tanto vejestorio se me fueron las ganas.

-¿Y cuál es tu prototipo de chica? –esa pregunta me pilló desprevenido. He salido con un poco más de diez chicas pero jamás me he fijado en que cumplan con ciertos requisitos.

-Humm… no tengo uno.

-Ah… ya me parecía extraño que ninguna chica que he visto contigo se pareciera a otra.

-Sólo me importa que me llame la atención y… ya sabes, esté dispuesta a prenderme… humm… eso –puede que normalmente sea muy basto para expresarme, pero a mamá no le podía decir “sólo me importa que tenga un par de tetas y la disposición de ser follada  y partida por mí”… de hecho si se lo decía, un sermón de su parte sería poco.

-¡Alexander Kaulitz!

-¡Qué! Tú preguntaste.

-¿Cuándo dejarás de ver a las chicas así?

-Cuando esté dispuesto a enamorarme. Pero como no lo estoy, prefiero las cosas así –al notar su silencio, la miré y noté que no leía, sino que simplemente parecía estar sumida en sus pensamientos. Y por muy peligroso que fuera el camino por el que andábamos, era inevitable sacar el tema a colación -. ¿Acaso si fuera por el amor yo sabría quién es mi padre y sería diferente a como soy ahora? El amor es cruel, ma. Y no pienso caer en ese juego vicioso.

-Sascha… -parecía demasiado agotada de esto, al igual que yo. No quería dividirnos, se supone que somos una familia. A pesar de todo, ella sabía que no lo hacía a propósito, leía mis expresiones y sabía que hablaba sin pensar. Cerró los ojos y suspiró, estaba agotadísima- no quiero discutir, hijo. No ahora ni en las próximas horas. Estoy… algo cansada.

-Deberías descansar, mamá. No has dormido muy bien últimamente. Si quieres le pido a la azafata un té de hierbas o alguna pastilla para que te duermas.

-No puedo dormir, hijo. Primero estás tú.

-No me pasará nada –ella nunca cambiaría por mucho que pasaran los años. Siempre cuidaba de mí por mucho que yo constantemente me metiera en problemas, y yo cuidaba de ella por mucho que insistiera en que podía cuidarse sola, y esta no sería la excepción-. ¡Ya sé! Tú te sientas en mi asiento y yo en el tuyo, así aprovechas de dormir un rato y yo me quedo despierto ¿vale?

- Sascha, no es necesario. He pasado días sin dormir y hoy no será la excepción. Deberías…

-Puedo aguantar despierto más que tú, ma. Tienes unas ojeras de muerte, además, aún nos quedan unas tres horas en el aire. No te preocupes, con unos audífonos me mantengo despierto –mentira. Pero haría lo que fuera por hacer que mamá duerma aunque sea unos treinta minutos. Al ver que no cambiaría de opinión, se cambió de lugar y yo me puse donde ella estaba. No soy tan malo como aparento ser.

- Gracias, cariño.

- No hay de que.

- Si hay de que. Te preocupas demasiado por mí cuando debería ser al revés –apoyó su cabeza en mi hombro buscando la mejor comodidad posible, y como acto reflejo, acaricié su cabello para que de un vez por todas relajara esas neuronas tan activas que tiene… será madre.

- No. Ambos debemos cuidar de nosotros… eso es lo que hacen las familias –murmuré hablando por la herida que hay en mi interior y que suelo ignorar siempre. Bueno, casi siempre. Pude sentir su mirada en mis manos y para esquivar su análisis mental, preferí olvidar lo que acababa de decir –debes descansar, ma. Aún nos espera una mudanza.

- Hijo, yo…

- ¿Debo repetírtelo, mamá? DESCANSA.

- Hmm… está bien.

Tras asegurarme de que se había dormido, puse su cabeza en mi regazo esquivando las formalidades de la propia aerolínea. Mamá se esmeraba en que no me faltara nada por mucho que la ausencia de mi padre biológico se notara a millas de distancia, además, no debía ser fácil lidiar con alguien como yo. Y a veces, en ocasiones como éstas, imaginaba la vida de mamá con un embarazo a sus veinte años, sin mucho apoyo de Pantera, y sin la presencia de mis abuelos… se podría decir que era su conejillo de indias al ser su primogénito.

Ella no solía hablar mucho de su vida, era más reservada que nadie en este mundo. Lo que sabía de ella, era prácticamente lo que me decían mis tíos Gaspard y Erik, a quienes conozco desde que tengo memoria suficiente; solían decir que era terca, rebelde, inteligente y que sólo ha amado a un hombre en toda su vida. A mi padre. Pero lo más contradictorio es, que cuando les preguntaba por él, cambiaban el tema o se hundían en un silencio molestoso que sólo lograba hincharme las pelotas. ¿De mi padre? Sólo el apellido. ¿Sabe que existo? No lo sé, y me da igual porque nunca ha estado. ¿Está vivo? Si lo está, debería empezar a huir el muy imbécil. ¿Y si está muerto? O está en el purgatorio, o está en el peor de los lugares. ¿Sabes su nombre? Da igual, es un Kaulitz. ¿Tienes fotos? Da igual, heredé mucho del viejo ese. En conclusión, mi viejo vale mierda por mucho que el tío Erik sólo me dijera “es o fue un buen hombre”.

Aún recuerdo cuando le pregunté a mamá en el día del padre dónde estaba el mío que no venía al colegio para celebrarlo conmigo, mi profesora me retó diciendo que no debía preguntar esas cosas y mamá sonrió tristemente luego de abrazarme. Ese día de primavera jamás lo olvidaré…

- ¿Sabes por qué te llamas Alexander? –dijo mamá secando mis lágrimas y enderezando el cuello de mi camisa celeste.

- No.
- Porque cuando estabas en mi vientre me causaste problemitas ya que eras demasiado inquieto.

- Siempre lo he sido, mami. Tú siempre lo dices.

- Pero eres así porque cuando crezcas serás uno de los mejores –tocó la punta de mi nariz sonriendo dulcemente antes de comenzar a ponerme una chaqueta.

- ¿Un superhéroe?

- Algo así, Sascha.

- ¿Podré volar?

- Tu nombre ha pertenecido a grandes hombres, cariño.

- ¿Eran inquietos como yo?

- No lo sé. Pero eran protectores y defensores del bien.

- Como los superhéroes, mami.

- Si.

- Entonces te protegeré y defenderé toda la vida. Te lo prometo –tomé su meñique y lo uní con el mío dejando las lágrimas en el olvido.


Y así será por el resto de mis días, lo juro.





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Hallo Gurls!

Bueno, quise subirles hoy el capítulo que planeaba subirles este finde ya que me estoy cambiando de casa y no sé cuándo volveremos a tener internet.

Mil gracias por sus comentarios, realmente no esperaba que les gustaba la nueva y mejorada redacción además del epílogo.

Bueno, una de las lectoras del fic me sugirió por facebook que les dejara preguntarme lo que quieran saber tanto de mí como de la fic... así que si quieren pregutarme cosas de lo que ustedes deseen lo pueden escribir en los comentarios, el chat, facebook, o mi correo (gianina.ibaur@gmail.com) si así lo desean. Da igual el tipo de preguntas, yo las contestaré junto con el próx. capítulo:)

Atte. Nina

4 comentarios:

  1. Como siempre maravilloso capitulo y espero que la demora no sea mucha un beso cuidate

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  2. owwwwwwwwwwww maldición ya quiero ver a Bill... que sepa de nuestro hijo...
    ok'ya me calmo...
    espero puedas subir pronto...
    cuídate & un abrazo :D

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  3. Me encanto el cap!!! Suerte con la mudanza.

    No nos dejes abandonadas tanto tiempo guapa!! :D

    Tu seguidora
    Clau

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  4. :33 me encanto el primer cap! Esta temporada va a estar buenisiima<3 espero el proximo pronto porfa quiero saber que paso con bill u.u
    Besos

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