-Humm… éste está bien. Tiene una
vista genial hacia el patio delantero y es más fácil para fugarse.
-La de (name) es más grande
–mencionó tratando de molestarme mientras dejaba la última caja en el piso
–.Pensé que tenías más cosas, Sascha.
-Entre menos, mejor. Ya sabes,
cada tres años es lo mismo –nos sentamos en el colchón descansando tras una
larga mudanza. No había dormido desde que dejé que mamá se durmiera en el avión
y despertara en cuanto la removí tras aterrizar en un nublado Berlín, el tío
Erik se demoró en llegar debido al tráfico, y nos demoramos como una hora en
buscar nuestras pertenencias y anunciar nuestra llegada al país, en otras
palabras, me sobraban evasivas para estar con un humor de perros. Y a juzgar
por mis ojeras, debía parecer una temible bestia –.Mamá debe estar ordenando
abajo, ¿verdad?
-De hecho acaba de volver del
supermercado.
-Ah… -me eché hacia atrás dejando
sólo mis rodillas dobladas fuera de la cama. Ya estaba a un paso de quedarme
dormido hasta dos días más.
-¿Sabías que tu madre se hizo un
tatuaje?
-Si… a los diecinueve, ¿por?
-¿Nunca le has insistido en que
quieres hacerte uno?
-Si tengo su permiso, pero no sé
qué hacerme.
-¿El rostro de tu ex?
-Jo! Eso sería caer demasiado
bajo... además Lauren era algo extraña.
-¿Era transformista?
-¡No! Jajajajaa… sus cejas eran
algo gruesas y grandes.
-¿Enserio? Me imaginaba una
verruga o un lunar peludo, yo qué sé.
-Bueno. La verdad es que necesito
una buena razón para tatuarme porque no quiero arrepentirme jamás.
-Humm… -se levantó dirigiéndose
hacia la puerta con el aire misterioso que siempre solía rodearlo cuando no
estaba con la tía Rebbeca o con Bianca, su hija mayor que yo por cuatro meses y
mi amiga desde que tengo memoria –Tu padre tenía tatuajes.
-¿Enserio? ¿Era motoquero o un
pin up boy?
-No… pero tenía muchos –vale, es
como si te dejaran con ganas de más. Mi tío siempre hacía lo mismo y dejaba sus
historias inconclusas para agregarle un toque de suspenso.
-¡Eh! ¿Dónde vas? Aún no hemos
terminado de hablar –lo seguí hasta el primer piso en donde pude divisar a mi
madre en lo que sería nuestra nueva cocina más hogareña que la anterior, guardando
alimentos en las despensas y con su armamento sobre la mesa. Daba igual, ya
estaba acostumbrado a las armas como si fuesen las plantas de una casa porque
siempre las he tenido presentes en toda mi vida, e incluso sé manejarlas debido
a un curso que mamá me obligó a tomar en un jodido y caluroso verano.
-Lo demás se lo preguntas a tu
madre.
-¿Preguntarme qué, Erik?
–preguntó la aludida.
-Ella no me diría nada, nunca lo
hace. Y tú lo único que logras es dejarme con más dudas… ¿mamá, mi padre es o
era un motoquero empedernido?
-¿Qué…? –miró a mi tío y se
carcajeó ante la ridícula pregunta que le lancé hasta lagrimear y teñir sus
mejillas de un rosa adorable –Pensé que ya habías concluido que tu tío está
para un psiquiátrico con sus historias, cuentos y…
-Lo sé, ma. Pero me dijo que el
viejo tenía tatuajes y fue inevitable pensar en un gordo, barbudo y calvo
motoquero.
-Créeme que tu madre tiene
mejores gustos de lo que piensas –murmuró mi tío riendo como el cómplice de mi
madre, sin embargo ésta se había quedado muda y sólo me miraba.
-Pues… debes quedarte tranquilo.
No es un motoquero aunque tenga tatuajes, cariño.
-¿Cuántos tiene?
-No lo recuerdo con exactitud…
pero recuerdo uno en su antebrazo.
-¿Un dibujo? ¿Un animal? ¿El
nombre de su banda favorita?
-Libertad.
-¿Libertad? ¿Qué clase de tatuaje
dice eso? Debía ser un reo el viejo ese.
-Vivía en un mundo no muy normal
a este, por lo que recuerdo –comento nuevamente el tío Erik dejando sus ideas
sin mucha claridad.
-Decía Libertad. Eso es todo lo
que te diré y no insistas más.
-Vaaaaaaale. Al menos tengo algo
que agregar a la información del viejo que aportó el espermatozoide ganador.
Mamá me miraba con su cara de
cercano castigo por mencionar tanta estupidez junta además del tema de mi padre
biológico. Daba igual, cualquier castigo se cancelaría estando el tío Erik en
esta casa ya que prácticamente mi madre tomaba en cuenta sus opiniones y
sugerencias, algo que mi tío ha de explicar con un “me debe una muy grande” a
lo que mamá responde con un completo silencio semejante al que hace cuando se
pone incómoda frente a algún tema determinado.
La labor de reordenar la casa
solía hacerla mi madre a pesar de mis insistencias de ayudarla en lo que más
podía… era como si amara ver cada cosa en un orden nuevo impuesto por ella. En
cierta etapa de mi vida, mamá mencionó que tuvo constantes visitas a un
psiquiatra/loquero que la ayudaba a superar la muerte de sus padres… y unas
enfermedades que le surgieron tras entrar a la mafia. Ella padece los restos de
una neurosis y una depresión, ambas tratadas por medicamentos que la han de
acompañar de por vida o hasta que ya no las necesite. Sólo durante mi embarazo
las dejó de tomar por indicaciones de un médico… ya me la imaginaba con sus
cambios constantes de humos y sus manías a la hiperactividad sin esas píldoras
que le ayudaban a sentar cabeza.
Volví a mi cuarto con el único
fin de volver a ver esa fotografía que odiaba y amaba al mismo tiempo. Tomé mi
billetera con los nuevos euros (cortesía de mi madre) y toqué con mis dedos la
textura de aquella fotografía arrugada por las torceduras que la hacían estar
escondida entre otras cosas. Me la sabía de memoria y sin embargo, el sólo
hecho de verla y tenerla entre mis dedos, me tranquilizaba como nadie lo
lograba. Se la había quitado a mamá en uno de mis momentos ociosos, y aunque no
era necesario preguntarle quién la persona de aquella foto borrosa, las ansias
por curiosear más sobre las amistades pasadas de mamá me ganaban, pero… no
quería herirla, no a ella. Sabía que era
un hombre, eso no era necesario investigarlo. Pero la foto estaba tan mal
tomada que todo en ella parecía estar en movimiento. Era un hombre sentado
enseñando algo con sus manos y… vale, sólo eso sabía. ¿Pero qué tenía esa
fotografía que me hacía sentir así de un dos por tres como un acto de magia?
Daba igual, porque si se trataba de quien yo pienso, acabaría con ella y la
haría mil pedacitos para luego quemarla, o eso creo que haría. La guardé al
escuchar pasos provenir de las escaleras y acercándose hasta la puerta abierta
de mi habitación, si la veía alguien seguramente terminaría en las manos de
mamá y se acabaría mi única manera de olvidarme de mi vida.
-¿Guardando el porno? –vale, este
tipo iba y volvía como si nada, ¿acaso estaba loco o bipolar? En fin, daba
igual. Al menos era imposible verlo enojado con alguien porque solía ser de lo
más relajado y casi pura paz del mundo.
-No necesito de unas revistas
para una paja, tío.
-¿Tantas seguidoras tienes?
¡Guau! Creo que Gaspard te enseñó demasiado bien su ex trabajo. Mientras no
salgas con una mini versión tuya o una prueba de ADN por paternidad, todo bien.
-Mamá ya se encargó de la charla
sexual hace tiempo, eh. Así que ahórrate lo del condón regalado y los ejemplos
con las manos –sonreí al recordar la expresión de mi madre al decirle que era
activo sexualmente y que no era necesario que me dijera el significado de un
orgasmo y todas esas cosas. Fue para matarse de la risa, se los juro.
-Uf!! Me ahorraste unas cuantas
explicaciones.
-Oye, tengo diecisiete. Ya no soy
un niño de ocho años que sólo piensa en jugar y pasarlo bien. Tengo
preocupaciones y un futuro por delante que pienso desarrollar en cuanto me
gradúe este semestre que me queda.
-Tu madre me dijo que iniciabas en
tres días más.
-Mientras antes mejor, según
ella. Aunque ya me da igual… creo que es la costumbre.
-¿Nunca has pensado estudiar en
tu casa en vez de en un lugar público?
-No. No podría estar encerrado
acá, además, las distracciones superan a las de un instituto, reformatorio, lo
que sea.
-Ah…
-¿Y Bianca?
- Fue al cine con su… su novio.
-¿¡NOVIO!?... ¿Estás seguro?
-Ya lo presentó a Rebbeca y… van
en serio.
-¿Lo conoces? -¡Vaya! Mi querida
primita y cómplice de mis travesuras de toda la vida, se enamoró y ya no
pertenece al lado oscuro de la fuerza, o sea, al mío. Ya lo veía venir. Ella es
de las que anteponen los sentimientos y cursilerías en todo aspecto. Miré a mi
tío, quien parecía completamente abatido con la mención de su hija y su nueva
conquista amorosa.
-Expansiones, pelirrojo, ojos
verdes y un asqueroso piercing en la ceja.
-Si quieres me puedo encargar de
hacerlo desaparecer de la faz del planeta –sonreí imaginando volver a usar los
contactos que creía olvidados, los compañeros de mamá.
-Es tentadora tu idea, Sascha.
Pero dudo que duren mucho, Bianca es…
-Ama manipular a sus chicos hasta
que se aburre, ¿eso ibas a decir?
-Exacto. Aunque el chico ese es
muy respetuoso y caballero para su edad.
-¿Cuántos tiene?
-18. En fin… mi hija es un cuento
a parte que trato de no recordar cuando estoy con ustedes –se paseo por mi
cuarto en busca de el único objeto más preciado que tengo y que muchos conocen,
hasta dar con él junto al escritorio en donde descansaban mis nuevos textos
estudiantiles y mis discos favoritos de bandas como Blink 182, Green Day,
AC/DC, Guns and Roses, y otros… -¿Aún la tocas?
-Sólo hasta conseguir una Gibson
Les Paul Custom negra.
-Las acústicas aún se usan.
-Lo sé, pero creo que ha sido uno
de mis mayores sueños.
-Bueno… algo haremos para Navidad
o tu cumpleaños. ¿Aún cantas?
-De vez en cuando, últimamente me
ha costado crear nuevas melodías. Es como si tuviera el cerebro en blanco
cuando me propongo crear algo nuevo. Además, para mí no es llegar y escribir
algo parecido a un reclame televisivo… soy más perfeccionista ¿sabes?
-Lo sé, lo llevas en la sangre.
Creo que componer música era mi
pasatiempo más inocente y bueno en comparación con mis actos delictivos. Quizás
era por el poder de relajación que obtenía tras escuchar los dulces tonos
provenientes de cada nota, o porque en cada canción quedaba plasmado un
sentimiento incapaz de mostrarse en mi diario vivir. Cuando le mostraba las
canciones a mi madre por petición suya, siempre solía observarme con lágrimas
en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja aunque la canción fuera algo…
triste. Ella solía felicitarme por mi creatividad y por mi modo tan peculiar de
expresar lo que siento, y después de eso… salía al patio a ver las estrellas y
tomar aire fresco perdida en sus pensamientos misteriosos en donde no dejaba
que entrara a indagar su pasado.
-Si te sirve de algo, en tu nuevo
instituto hay un taller de música.
-Eso es para principiantes, tío.
Y yo ya dejé de ser uno hace mucho tiempo.
-¿Tanto ego o es el producto de
tus admiradoras? –se rió ante mi comentario egocéntrico y narcisista.
-Jajajajajaa…. Da igual, cada
tres años las admiradoras cambian y espero que esta vez no sean tan empalagosas
como en Seattle.
-Tu madre me mencionó que allá
eras lo máximo junto con tu grupo de amigos.
-¡Nah! Un simple guiño, sonrisas,
palabras bonitas, poemas, literatura, matemáticas y… ¡voilá! Un chico perfecto.
-Te faltó el toque rebelde.
-Gracias por recordarlo, querido
fanático mío –sólo se carcajeó ante mi ego. La verdad es que no era taaaaan
egocéntrico como aparento, sino que lo hago para esconder mis defectos. Es una
táctica que me enseñó el tío Gaspard una de las últimas veces que lo vi hace
dos meses atrás para el cumpleaños de mamá. No fue una fiesta grande o un
teléfono lleno de llamadas de distintas partes, al contrario, sólo estaban mis
tíos, mis primos y yo, lo que ella llama “su familia”. Pero ahora que tenía a
mi tío Erik, quizás fuera mejor quitarme una duda de mi mente antes de que se
vaya-. ¿Oye?
-Dime.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Humm… ¿acaso no es ya algo común
que preguntes cualquier cosa?
-No le pregunto a cualquiera,
tío. Así que siéntete halagado.
-Ok. Pregunta.
-Cuando elegí venir a Alemania,
pude ver en mamá cierta incomodidad preguntándome si de verdad quería venir
hasta acá.
-¿Pasa algo con eso? –pensé que
era más rápido en captar indirectas.
-Quiero saber si hay algo acá que
mamá no quiera ver.
-Eso no es una pregunta,
Alexander.
-¿Qué me esconde mamá? ¿Qué tanto
teme acá? ¿Qué hay en Alemania? Porque si se trata de Pantera, no creo que
debería…
-No dejes que la curiosidad te
mate, Sascha –guau. Más serio que ahora, jamás lo había visto. Él también
parecía saber demasiado.
-La ignorancia es peor.
-¿Nunca te has preguntado por qué
tu madre te enseñó alemán?
-Ley de transparencia entre
nosotros. Sé todos los idiomas que ella habla menos el ruso.
-¿Nunca has dudado de eso?
-¿A qué te refieres? –Se acercó
hasta que ambos nos quedamos observándonos seriamente intentando hacer perder
al otro.
-Tienes doble nacionalidad. Debes
ver cuán evidente es todo esto.
-¿Qué es todo esto? No soy un
adivino.
-Lo sabrás si lo piensas
detenidamente. Por ahora, debo llamar a Rebbeca.
-¡Hey! ¿¡De nuevo!?...
Si. De nuevo caí en la misma
trampa de siempre. Era como un campo minado en donde no sabía donde pisar para
estar a salvo. Sabía lo de la doble nacionalidad, mamá me lo ha explicado desde
que tengo memoria. Era un Kaulitz y ese apellido es ciertamente de estas zonas
europeas según internet y uno que otro libro, por lo que el tío Erik tenía
razón al decirme lo evidente que era esto. Mamá no palideció porque se sentía
mal, sino porque sabía quién estaría por acá. Sabía que se estaba acercando a
mi padre biológico obedeciendo a mi decisión, y que si me lo decía, mi decisión
de venir hasta acá habría aumentado considerablemente sin nadie que me haga
cambiar de opinión, ni si quiera ella misma. Ahora con más calma lo entendía.
Mi padre estaba cerca. Y quizás
incluso fuera mi vecino o el tipo del camión de la mudanza. Simplemente debía
observar con detenimiento cada expresión facial de mi madre para saber ante
quién me encontraba, porque si lo veía de nuevo, seguramente volvería a estar
pálida como cuando le dije que viniéramos a Alemania.
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Hallo Gurls! La verdad es que me llegaron muchas preguntas de parte de algunas lectoras del fic en mi correo. Pero elegí 5 que me llamaron la atención.
1.¿De dónde sacaste la idea de una chica de la mafia enamorada de Bill?
La idea surgió luego de jugar Tomb Raider y ver películas como Millenium, Salt, y otras que no recuerdo.
2. ¿Qué opinas del Twincest, conoces Muñeco de Sarae?
¡Me encanta Muñeco!... la verdad es que soy super abierta de mente con temas homosexuales, y no me aborrece leer twincest.
3. ¿Haz hecho alguna locura?
Si, una vez con unas amigas chocamos un auto, un tipo nos vio y llamó a la policía pero nosotras huimos.
4. ¿Qué música escuchas?
Uf! de todo un poco. Aunque nada en español porque no soy fanática ni si quiera de los artistas de mi país. Escucho cantos gregorianos, hip hop, j-rock, funk, house, rock, metal, etc.
5. ¿Tienes un final listo para la tercera temporada?
La verdad es que lo tengo en mente pero para eso deben pasar algunas cosas en el fic. No quiero que sea un "felices para siempre" como pasa en la mayoría de los fics que he leído, sino que quiero algo... diferente.
ME ENCANTA ESTO POR DIOS ESTA GENIAL LA HISTORIA Y ESPERO ANSIOSA EL SIGUIENTE CUIDATE UN BESO
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