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sábado, 13 de julio de 2013

Capitulo 2 (Tercera Temporada)

-Humm… éste está bien. Tiene una vista genial hacia el patio delantero y es más fácil para fugarse.

-La de (name) es más grande –mencionó tratando de molestarme mientras dejaba la última caja en el piso –.Pensé que tenías más cosas, Sascha.

-Entre menos, mejor. Ya sabes, cada tres años es lo mismo –nos sentamos en el colchón descansando tras una larga mudanza. No había dormido desde que dejé que mamá se durmiera en el avión y despertara en cuanto la removí tras aterrizar en un nublado Berlín, el tío Erik se demoró en llegar debido al tráfico, y nos demoramos como una hora en buscar nuestras pertenencias y anunciar nuestra llegada al país, en otras palabras, me sobraban evasivas para estar con un humor de perros. Y a juzgar por mis ojeras, debía parecer una temible bestia –.Mamá debe estar ordenando abajo, ¿verdad?

-De hecho acaba de volver del supermercado.

-Ah… -me eché hacia atrás dejando sólo mis rodillas dobladas fuera de la cama. Ya estaba a un paso de quedarme dormido hasta dos días más.

-¿Sabías que tu madre se hizo un tatuaje?

-Si… a los diecinueve, ¿por?

-¿Nunca le has insistido en que quieres hacerte uno?

-Si tengo su permiso, pero no sé qué hacerme.

-¿El rostro de tu ex?

-Jo! Eso sería caer demasiado bajo... además Lauren era algo extraña.

-¿Era transformista?

-¡No! Jajajajaa… sus cejas eran algo gruesas y grandes.

-¿Enserio? Me imaginaba una verruga o un lunar peludo, yo qué sé.

-Bueno. La verdad es que necesito una buena razón para tatuarme porque no quiero arrepentirme jamás.

-Humm… -se levantó dirigiéndose hacia la puerta con el aire misterioso que siempre solía rodearlo cuando no estaba con la tía Rebbeca o con Bianca, su hija mayor que yo por cuatro meses y mi amiga desde que tengo memoria –Tu padre tenía tatuajes.

-¿Enserio? ¿Era motoquero o un pin up boy?

-No… pero tenía muchos –vale, es como si te dejaran con ganas de más. Mi tío siempre hacía lo mismo y dejaba sus historias inconclusas para agregarle un toque de suspenso.

-¡Eh! ¿Dónde vas? Aún no hemos terminado de hablar –lo seguí hasta el primer piso en donde pude divisar a mi madre en lo que sería nuestra nueva cocina más hogareña que la anterior, guardando alimentos en las despensas y con su armamento sobre la mesa. Daba igual, ya estaba acostumbrado a las armas como si fuesen las plantas de una casa porque siempre las he tenido presentes en toda mi vida, e incluso sé manejarlas debido a un curso que mamá me obligó a tomar en un jodido y caluroso verano.

-Lo demás se lo preguntas a tu madre.

-¿Preguntarme qué, Erik? –preguntó la aludida.

-Ella no me diría nada, nunca lo hace. Y tú lo único que logras es dejarme con más dudas… ¿mamá, mi padre es o era un motoquero empedernido?

-¿Qué…? –miró a mi tío y se carcajeó ante la ridícula pregunta que le lancé hasta lagrimear y teñir sus mejillas de un rosa adorable –Pensé que ya habías concluido que tu tío está para un psiquiátrico con sus historias, cuentos y…

-Lo sé, ma. Pero me dijo que el viejo tenía tatuajes y fue inevitable pensar en un gordo, barbudo y calvo motoquero.

-Créeme que tu madre tiene mejores gustos de lo que piensas –murmuró mi tío riendo como el cómplice de mi madre, sin embargo ésta se había quedado muda y sólo me miraba.

-Pues… debes quedarte tranquilo. No es un motoquero aunque tenga tatuajes, cariño.

-¿Cuántos tiene?

-No lo recuerdo con exactitud… pero recuerdo uno en su antebrazo.

-¿Un dibujo? ¿Un animal? ¿El nombre de su banda favorita?

-Libertad.

-¿Libertad? ¿Qué clase de tatuaje dice eso? Debía ser un reo el viejo ese.

-Vivía en un mundo no muy normal a este, por lo que recuerdo –comento nuevamente el tío Erik dejando sus ideas sin mucha claridad.

-Decía Libertad. Eso es todo lo que te diré y no insistas más.

-Vaaaaaaale. Al menos tengo algo que agregar a la información del viejo que aportó el espermatozoide ganador.

Mamá me miraba con su cara de cercano castigo por mencionar tanta estupidez junta además del tema de mi padre biológico. Daba igual, cualquier castigo se cancelaría estando el tío Erik en esta casa ya que prácticamente mi madre tomaba en cuenta sus opiniones y sugerencias, algo que mi tío ha de explicar con un “me debe una muy grande” a lo que mamá responde con un completo silencio semejante al que hace cuando se pone incómoda frente a algún tema determinado.

La labor de reordenar la casa solía hacerla mi madre a pesar de mis insistencias de ayudarla en lo que más podía… era como si amara ver cada cosa en un orden nuevo impuesto por ella. En cierta etapa de mi vida, mamá mencionó que tuvo constantes visitas a un psiquiatra/loquero que la ayudaba a superar la muerte de sus padres… y unas enfermedades que le surgieron tras entrar a la mafia. Ella padece los restos de una neurosis y una depresión, ambas tratadas por medicamentos que la han de acompañar de por vida o hasta que ya no las necesite. Sólo durante mi embarazo las dejó de tomar por indicaciones de un médico… ya me la imaginaba con sus cambios constantes de humos y sus manías a la hiperactividad sin esas píldoras que le ayudaban a sentar cabeza.

Volví a mi cuarto con el único fin de volver a ver esa fotografía que odiaba y amaba al mismo tiempo. Tomé mi billetera con los nuevos euros (cortesía de mi madre) y toqué con mis dedos la textura de aquella fotografía arrugada por las torceduras que la hacían estar escondida entre otras cosas. Me la sabía de memoria y sin embargo, el sólo hecho de verla y tenerla entre mis dedos, me tranquilizaba como nadie lo lograba. Se la había quitado a mamá en uno de mis momentos ociosos, y aunque no era necesario preguntarle quién la persona de aquella foto borrosa, las ansias por curiosear más sobre las amistades pasadas de mamá me ganaban, pero… no quería herirla, no a ella.  Sabía que era un hombre, eso no era necesario investigarlo. Pero la foto estaba tan mal tomada que todo en ella parecía estar en movimiento. Era un hombre sentado enseñando algo con sus manos y… vale, sólo eso sabía. ¿Pero qué tenía esa fotografía que me hacía sentir así de un dos por tres como un acto de magia? Daba igual, porque si se trataba de quien yo pienso, acabaría con ella y la haría mil pedacitos para luego quemarla, o eso creo que haría. La guardé al escuchar pasos provenir de las escaleras y acercándose hasta la puerta abierta de mi habitación, si la veía alguien seguramente terminaría en las manos de mamá y se acabaría mi única manera de olvidarme de mi vida.

-¿Guardando el porno? –vale, este tipo iba y volvía como si nada, ¿acaso estaba loco o bipolar? En fin, daba igual. Al menos era imposible verlo enojado con alguien porque solía ser de lo más relajado y casi pura paz del mundo.

-No necesito de unas revistas para una paja, tío.

-¿Tantas seguidoras tienes? ¡Guau! Creo que Gaspard te enseñó demasiado bien su ex trabajo. Mientras no salgas con una mini versión tuya o una prueba de ADN por paternidad, todo bien.

-Mamá ya se encargó de la charla sexual hace tiempo, eh. Así que ahórrate lo del condón regalado y los ejemplos con las manos –sonreí al recordar la expresión de mi madre al decirle que era activo sexualmente y que no era necesario que me dijera el significado de un orgasmo y todas esas cosas. Fue para matarse de la risa, se los juro.

-Uf!! Me ahorraste unas cuantas explicaciones.

-Oye, tengo diecisiete. Ya no soy un niño de ocho años que sólo piensa en jugar y pasarlo bien. Tengo preocupaciones y un futuro por delante que pienso desarrollar en cuanto me gradúe este semestre que me queda.

-Tu madre me dijo que iniciabas en tres días más.

-Mientras antes mejor, según ella. Aunque ya me da igual… creo que es la costumbre.

-¿Nunca has pensado estudiar en tu casa en vez de en un lugar público?

-No. No podría estar encerrado acá, además, las distracciones superan a las de un instituto, reformatorio, lo que sea.

-Ah…

-¿Y Bianca?

- Fue al cine con su… su novio.

-¿¡NOVIO!?... ¿Estás seguro?

-Ya lo presentó a Rebbeca y… van en serio.

-¿Lo conoces? -¡Vaya! Mi querida primita y cómplice de mis travesuras de toda la vida, se enamoró y ya no pertenece al lado oscuro de la fuerza, o sea, al mío. Ya lo veía venir. Ella es de las que anteponen los sentimientos y cursilerías en todo aspecto. Miré a mi tío, quien parecía completamente abatido con la mención de su hija y su nueva conquista amorosa.

-Expansiones, pelirrojo, ojos verdes y un asqueroso piercing en la ceja.

-Si quieres me puedo encargar de hacerlo desaparecer de la faz del planeta –sonreí imaginando volver a usar los contactos que creía olvidados, los compañeros de mamá.

-Es tentadora tu idea, Sascha. Pero dudo que duren mucho, Bianca es…

-Ama manipular a sus chicos hasta que se aburre, ¿eso ibas a decir?

-Exacto. Aunque el chico ese es muy respetuoso y caballero para su edad.

-¿Cuántos tiene?

-18. En fin… mi hija es un cuento a parte que trato de no recordar cuando estoy con ustedes –se paseo por mi cuarto en busca de el único objeto más preciado que tengo y que muchos conocen, hasta dar con él junto al escritorio en donde descansaban mis nuevos textos estudiantiles y mis discos favoritos de bandas como Blink 182, Green Day, AC/DC, Guns and Roses, y otros… -¿Aún la tocas?

-Sólo hasta conseguir una Gibson Les Paul Custom negra.

-Las acústicas aún se usan.

-Lo sé, pero creo que ha sido uno de mis mayores sueños.

-Bueno… algo haremos para Navidad o tu cumpleaños. ¿Aún cantas?

-De vez en cuando, últimamente me ha costado crear nuevas melodías. Es como si tuviera el cerebro en blanco cuando me propongo crear algo nuevo. Además, para mí no es llegar y escribir algo parecido a un reclame televisivo… soy más perfeccionista ¿sabes?

-Lo sé, lo llevas en la sangre.

Creo que componer música era mi pasatiempo más inocente y bueno en comparación con mis actos delictivos. Quizás era por el poder de relajación que obtenía tras escuchar los dulces tonos provenientes de cada nota, o porque en cada canción quedaba plasmado un sentimiento incapaz de mostrarse en mi diario vivir. Cuando le mostraba las canciones a mi madre por petición suya, siempre solía observarme con lágrimas en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja aunque la canción fuera algo… triste. Ella solía felicitarme por mi creatividad y por mi modo tan peculiar de expresar lo que siento, y después de eso… salía al patio a ver las estrellas y tomar aire fresco perdida en sus pensamientos misteriosos en donde no dejaba que entrara a indagar su pasado.

-Si te sirve de algo, en tu nuevo instituto hay un taller de música.

-Eso es para principiantes, tío. Y yo ya dejé de ser uno hace mucho tiempo.

-¿Tanto ego o es el producto de tus admiradoras? –se rió ante mi comentario egocéntrico y narcisista.

-Jajajajajaa…. Da igual, cada tres años las admiradoras cambian y espero que esta vez no sean tan empalagosas como en Seattle.

-Tu madre me mencionó que allá eras lo máximo junto con tu grupo de amigos.

-¡Nah! Un simple guiño, sonrisas, palabras bonitas, poemas, literatura, matemáticas y… ¡voilá! Un chico perfecto.

-Te faltó el toque rebelde.

-Gracias por recordarlo, querido fanático mío –sólo se carcajeó ante mi ego. La verdad es que no era taaaaan egocéntrico como aparento, sino que lo hago para esconder mis defectos. Es una táctica que me enseñó el tío Gaspard una de las últimas veces que lo vi hace dos meses atrás para el cumpleaños de mamá. No fue una fiesta grande o un teléfono lleno de llamadas de distintas partes, al contrario, sólo estaban mis tíos, mis primos y yo, lo que ella llama “su familia”. Pero ahora que tenía a mi tío Erik, quizás fuera mejor quitarme una duda de mi mente antes de que se vaya-. ¿Oye?

-Dime.

-¿Te puedo preguntar algo?

-Humm… ¿acaso no es ya algo común que preguntes cualquier cosa?

-No le pregunto a cualquiera, tío. Así que siéntete halagado.

-Ok. Pregunta.

-Cuando elegí venir a Alemania, pude ver en mamá cierta incomodidad preguntándome si de verdad quería venir hasta acá.

-¿Pasa algo con eso? –pensé que era más rápido en captar indirectas.

-Quiero saber si hay algo acá que mamá no quiera ver.

-Eso no es una pregunta, Alexander.

-¿Qué me esconde mamá? ¿Qué tanto teme acá? ¿Qué hay en Alemania? Porque si se trata de Pantera, no creo que debería…

-No dejes que la curiosidad te mate, Sascha –guau. Más serio que ahora, jamás lo había visto. Él también parecía saber demasiado.

-La ignorancia es peor.

-¿Nunca te has preguntado por qué tu madre te enseñó alemán?

-Ley de transparencia entre nosotros. Sé todos los idiomas que ella habla menos el ruso.

-¿Nunca has dudado de eso?

-¿A qué te refieres? –Se acercó hasta que ambos nos quedamos observándonos seriamente intentando hacer perder al otro.

-Tienes doble nacionalidad. Debes ver cuán evidente es todo esto.

-¿Qué es todo esto? No soy un adivino.

-Lo sabrás si lo piensas detenidamente. Por ahora, debo llamar a Rebbeca.

-¡Hey! ¿¡De nuevo!?...

Si. De nuevo caí en la misma trampa de siempre. Era como un campo minado en donde no sabía donde pisar para estar a salvo. Sabía lo de la doble nacionalidad, mamá me lo ha explicado desde que tengo memoria. Era un Kaulitz y ese apellido es ciertamente de estas zonas europeas según internet y uno que otro libro, por lo que el tío Erik tenía razón al decirme lo evidente que era esto. Mamá no palideció porque se sentía mal, sino porque sabía quién estaría por acá. Sabía que se estaba acercando a mi padre biológico obedeciendo a mi decisión, y que si me lo decía, mi decisión de venir hasta acá habría aumentado considerablemente sin nadie que me haga cambiar de opinión, ni si quiera ella misma. Ahora con más calma lo entendía.


Mi padre estaba cerca. Y quizás incluso fuera mi vecino o el tipo del camión de la mudanza. Simplemente debía observar con detenimiento cada expresión facial de mi madre para saber ante quién me encontraba, porque si lo veía de nuevo, seguramente volvería a estar pálida como cuando le dije que viniéramos a Alemania.

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Hallo Gurls! La verdad es que me llegaron muchas preguntas de parte de algunas lectoras del fic en mi correo. Pero elegí 5 que me llamaron la atención.

1.¿De dónde sacaste la idea de una chica de la mafia enamorada de Bill?
La idea surgió luego de jugar Tomb Raider y ver películas como Millenium, Salt, y otras que no recuerdo.

2. ¿Qué opinas del Twincest, conoces Muñeco de Sarae?
¡Me encanta Muñeco!... la verdad es que soy super abierta de mente con temas homosexuales, y no me aborrece leer twincest.

3. ¿Haz hecho alguna locura? 
Si, una vez con unas amigas chocamos un auto, un tipo nos vio y llamó a la policía pero nosotras huimos.

4. ¿Qué música escuchas?
Uf! de todo un poco. Aunque nada en español porque no soy fanática ni si quiera de los artistas de mi país. Escucho cantos gregorianos, hip hop, j-rock, funk, house, rock, metal, etc.

5. ¿Tienes un final listo para la tercera temporada?
La verdad es que lo tengo en mente pero para eso deben pasar algunas cosas en el fic. No quiero que sea un "felices para siempre" como pasa en la mayoría de los fics que he leído, sino que quiero algo... diferente.

1 comentario:

  1. ME ENCANTA ESTO POR DIOS ESTA GENIAL LA HISTORIA Y ESPERO ANSIOSA EL SIGUIENTE CUIDATE UN BESO

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