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jueves, 29 de agosto de 2013

Capitulo 12 (Tercera Temporada)

Hacía frío. No mucho pero lo suficiente como para desear un tazón de café o chocolate caliente y beberla mientras me quemaba la lengua. Por mis piernas recorría un suave hormigueo luego de quedarme dormido sobre un árbol de un parque cerca del instituto. Por suerte nadie rondaba o pensarían que andaba drogado al ver mi cara de zombi, aunque las ramas frondosas me ocultaban entre la oscuridad nocturna. Sentía mi teléfono vibrar de vez en cuando en el bolsillo de mi pantalón, pero lo ignoraba sabiendo que esas llamadas eran de mis tíos y mi madre, ¿quién más tiene mi teléfono en Alemania? Ah… Matt, Fred, Mike, Nick y Robert, pero estaba seguro de que ellos no eran… ¡Ni si quiera sabían de mi fuga improvisada!

Revisé los bolsillos de mis pantalones y por suerte encontré mi billetera con unos cuantos billetes suficientes como para comprar algo que caliente mi cuerpo y no morir de hipotermia. Observé la hora en mi celular ignorando los mensajes y llamadas perdidas. Una y treinta de la madrugada. Vale, llevaba ahí demasiado tiempo. Bajé del árbol de un salto y observé los dos caminos que podía seguir; izquierda o derecha. Chupé la punta de mi dedo índice y lo elevé frente a mí… Hm… el viento se dirigía a la derecha, ¿por qué llevarle la contra al clima? Caminé en el camino de la derecha observando que había poca iluminación y tráfico.

Mamá debe estar preocupada o debe sentirse fatal después de lo que le dije, ya la cagaste de nuevo Alexander, decía mi subconsciente amenazándome con un puño elevado y el entrecejo fruncido de la rabia. No. No me arrepentía de mis palabras por muy hirientes que fueron… ¿de qué forma le explicaba que necesitaba de un padre?... Me había cansado de aparentar que el viejo no importaba en mi vida, porque la verdad es que…

-¡Hey!

Observé la dirección de ese grito alarmante pero sólo pude ver unos focos entre la oscuridad, cegándome y bloqueando el movimiento de mis piernas. Un sonido estridente y una bocina sonar fuertemente frente a mí. Dios. Sabía lo que venía ahora, conocía esas pequeñas estrellas y la oscuridad de mi vista, el cuerpo me pesaba y sólo podía escuchar gritos a mí alrededor… todo sonido cesó al igual que todo el dolor.



INVASORA

Volverá. Siempre lo hace. No importa cuán enojado esté conmigo, por lo menos volverá a su casa. Tomé el último trago de mi sexta copa de vino tinto dejándome a mi lado sobre el escalón de la entrada. No podía evitar mi preocupación de madre, de verlo expuesto a un mundo nocturno solo y sin mí a su lado, lleno de peligros y crímenes por doquier. Por mucho que se tratara de Alemania, el mal se encontraba en todo el mundo sin hacer distinción entre lugares.

-Deberías descansar, (name). Él volverá cuando ya no se sienta mal.

Me giré tomando su mano por un instante y luego volviéndola a poner en mis piernas.

-Y yo estaré ahí cuando vuelva aunque me mande a la mierda –dije con firmeza sin despegar mis ojos de la entrada principal esperando a por algún ruido o movimiento.

-Pues espera bien cómoda porque dudo que regrese pronto.

-No eres adivino, Erik.

-Lo sé. Pero debes reconocer que es algo impulsivo como sus padres.

Oh… vagos recuerdos de la última vez que estuve en la casa de mis padres vinieron a mi mente, pero los deseché al recordar lo que vino después junto a… él.

-Esperaré aquí hasta que llegue.

-Sigues siendo demasiado terca, (name). Él quiere estar sólo en estos momentos. Necesita pensar y enfriar su mente, y cuando lo haga, volverá. Pero para eso tendrá toda la noche.

-Es que… se me hace difícil estar sin Alexander y mucho más si está enojado conmigo.

-Debes estar tranquila y relajada. Gaspard ya se ha dado tres vueltas por los alrededores, y Lily ha decidido quedarse acá esta noche porque también está algo inquieta y eso le hace mal a su bebé.

-¿Rebbeca y Bianca ya se durmieron?

-Sí. Y aunque Bianca no sepa del tema de… él, se siente culpable.

-Ella aún no nacía cuando eso pasó, realmente no es culpable de lo que pasa entre mi hijo y yo.

-Ya sabes cómo es ella con Sascha.

-Si…

Me sentía devastada, culpable, y la peor mujer del planeta. Si tan sólo lo tuviera en mis brazos en estos momentos, todo sería como antes y quizás le confesaría alguna que otra cosa sobre su padre. Quizás me haría preguntas en busca de más información o empezaría con su adorable sarcasmo adolescente, farfullaría diciendo que no le servía la información que le daba y luego sonreiría derrotado y blanqueando los ojos. Era tan curioso y persistente como su padre biológico, tan creativo y… ¡Madre mía! Se parecía tanto a él.

Llamé nuevamente a su celular hasta que sonó el buzón de voz y me decidí por dejarle un mensaje.

-Cariño… vuelve pronto –murmuré con un nudo en la garganta y corté.

Me sentía inestable sin Alexander, expuesta a los demás y sin fuerzas. Estallé en lágrimas al recordar sus palabras duras y gélidas, y luego… no, el nunca lloraba frente a los demás, ocultaba sus lágrimas en su cuarto y se recomponía rápidamente para no levantar evidencias. Pero ahora lo hizo frente a todos, frente a mí y… Dios, me sentía terrible.



ALEXANDER

-¡Hey! Está despertando.

-Te juro que pensé que lo había matado.

Hice un repaso mental de lo último que vi, lo último que hice y… ¡mierda! Llevaba demasiado tiempo fuera de casa y mamá debía estar a punto de tener un ataque de neurosis. Tenía que regresar a casa si no quería lidiar con la culpa. Sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar… ¡auch! Realmente dolía… toqué a ojos cerrados y sentí la piel sensible como si… Ah, me golpeé con algo. No sentía heridas ni otros dolores que no fuera el de cabeza, sin embargo a mí alrededor podía sentir voces muy cercanas y la textura de algo cómodo o suave debajo de mí.

-Oye, ¿estás bien?

Abrí los ojos parpadeando fuertemente al notar el exceso de luz y una vez que se me acostumbraron, me enderecé de donde sea que estuviera. ¿Un hospital? No, demasiado acogedor. ¿Un hotel? Hm, era más pequeño. ¿Una clínica? No tenía ni pintas. ¿Dónde estaba? ¿Qué era todo este lugar espacioso y con modernos muebles? Observé a quienes me miraban expectante.

Uh-uh… el lugar equivocado.

-¿Puedes hablar? –Observé a mi lado al guitarrista buena onda que me regaló las cuerdas originales de mi Gibson.

Mierda. ¿Cómo llegué hasta acá? ¿Acaso me secuestraron o tomé algún tipo de droga exótica? Vale, después de las luces y mi repentino desmayo no recuerdo nada, pero… vale, el mundo es demasiado pequeño y al parecer está del tamaño de un microbio. Observó nuevamente el lugar y veo a más personas, incluyendo a Cassandra, quien parecía haber visto un fantasma o algo parecido… no, me miraba a mí, ¿acaso de desdoblé que me mira tan feo?

-¿Escuchas? ¿Ves? ¿Te duele algo? –insistió a mi lado.

-¿Qué hago acá? ¿Es mi idea o estoy en tu casa? –le pregunto directamente a Cassandra, quien empezó a parpadear al notar que me dirigía a su persona.

-Pues… no soy la persona que sepa más sobre cómo terminaste aquí. Y estás en mi casa.

-¿Qué hora es?

-Las cuatro a.m. –respondió un tipo de cabello liso y corto y ojos verdes.

-¡Oh, santa mierda estoy frito! –dije enderezando mi cuerpo e ignorando el punzante dolor en la parte trasera de mi cabeza.

Mamá me mataría. No. Mis tíos, Bianca y mi madre me matarían y descuartizarían para darle los restos de mi cuerpo a Aki y el los cagaría en algún parque. Necesitaba llamarlos o aparecer lo antes posible si no quería terminar siendo excremento en la vía pública. Busqué mi teléfono entre los bolsillos pero no lo encontré, luego de levantar la vista lo vi en una mesa de centro frente a mí, pero no me atrevía tomarlo cuando noté la mirada de todos en mí. Recordé las preguntas de Tom.

-Estoy bien. Escucho, respiro, veo y… siento una pequeña molestia en la cabeza pero nada que se solucione con un paracetamol y hielo –dije observando fijamente a Tom quien parecía aliviado al escucharme hablar.

-¡Uff! Por suerte no la cagamos, Tom –dijo el de cabello liso y ojos verdes.

Miré al aludido esperando una explicación de su parte que me dijera qué mierda hacía en su casa a estas horas. Él suspiró y me tendió una pastilla y un vaso con agua.

-Es paracetamol y agua. Tómalo –dijo relajándose y se levantó dejándome a la vista a más personas observándome.

-Bien –murmuré tomando un sorbo y tragando la pastilla –Listo. Ahora quiero saber qué hago acá.

-Pues… -empezó uno rubio y bajo que usaba lentes. Dios, estos tipos eran realmente raros.

-Estábamos volviendo del estudio y Tom se puso como desesperado por llegar hasta acá porque estaba que se orinaba y…

-¡Geo! –dijo Tom y yo me reí a carcajadas ante el pequeño espectáculo casi infantil.

Los demás abrieron los ojos casi expulsándolos de sus órbitas y se miraron entre ellos. ¿Qué tipo de humor tenían los alemanes? ¿Acaso no reían con nada?

-Vale. Prosigan.

-Iba sobre el límite de velocidad por esa emergencia y tras pasarme un semáforo en rojo no vi que venías caminando debido a la falta de iluminación. Frené demasiado fuerte tratando de llamar tu atención pero parecías estar en otra órbita, y sin querer te empujé un poco al alcanzar a frenar así que… se podría decir que casi te atropellé.

¡Vaya! Lo me que faltaba. Morir en manos de un tío que estaba que se hacía en los pantalones. Era digno de poner en el programa “1000 maneras de morir”

-Ok… -tomé otro sorbo de agua para que ayudara a digerir lo que me decían.

-Cuando de fuimos a ver ya estabas inconsciente y debido a la fama que tenemos no pudimos llevarte a un hospital ya que saldrías en las noticias y te harías famoso como el chico que Tokio Hotel atropelló –finalizó el rubio y bajito.

Bien, al menos no hicieron todo mal porque si salía en las noticias y periódicos… sería el fin de mis tiempos y realmente sería el excremento de Aki.

-Y no hallaron nada mejor que observarme mientras estaba inconsciente en vez de echarme alcohol en los brazos y nariz para así reaccionar y evitar estar casi frito a las cuatro de la madrugada –dije de corrido tomado aire al finalizar.

Dios. Estos tipos son un caso especial, enserio. Masajeé mis sienes tratando de mantener la calma y preparar una buena excusa para mamá; “Lo siento, pero me encontré con unos amigos del instituto y nos quedamos hablando”, “me quedé dando vueltas por la ciudad para pensar mejor las cosas y cuando vi la hora se me hizo tarde”, “me fui a follar”, “hice un grafiti en la muralla de un parque”, “me quedé espiando parejas felices”, fui a la iglesia a hablador con Dios”… no, nada bueno pasaba por mi mente a estas horas.
-Al menos te trajimos a un lugar más cálido que el frío de afuera porque estabas casi con hipotermia, eh –dijo el de ojos verdes.

-Cariño, ve a dormir –dijo Tom a su hija, quién obedientemente  subió las escaleras de mármol que estaban detrás de mí.

-Nos vemos en dirección –le dije y ella se rió a carcajadas sabiendo que ambos solíamos frecuentar lugares no correspondientes al salón de clases.

-¿Dirección? –preguntó su padre.

-Siempre nos mandan a llamar por ser alumnos ejemplares, Tom. Es raro pero logramos cambiar el aire que respiramos en los salones… ya sabes. Nos “aireamos”.

-Oh… Tom, ese chico realmente es igual a…

-¿Igual a quién?

-Él es Georg –mencionó cambiando de tema y señalando al de ojos verdes.

-Un gusto, señor Georg.

-¿Bromeas? Dime Georg o Geo. Aún estoy demasiado joven para las formalidades contigo, jovencito –sonrió acercándose y estrechando mi mano.

-Bueno, Geo –le sonreí cordialmente.

-Y el es Gustav.

-Un gusto, señor Gustav –dije estrechando la mano del rubio.

-Igualmente…

-Alexander –señalé.

-Alexander. Buen nombre, eh. Dime Gustav… aquí odiamos las formalidades.

-Espera ¿no nos conoce, Tom? –preguntó Geo.

-He escuchado de la legendaria banda Tokio Hotel por los pasillos del instituto.

-Pero no nos has escuchado –puntualizó Gustav.

-¿Debería? Lo siento pero con suerte prendo de vez en cuando la TV o mi notebook.

-Algún día nos conocerás en vivo y en directo –rió Tom como si le viera el chiste a esto. Tenían que ser alemanes.

-Ahora si me permiten, necesito llamar a…

-Si quieres te vamos a dejar –ofreció Georg mirando a Tom.

-¿Estoy demasiado lejos de donde me… casi atropellan?

-Como a una media hora –murmuró Gustav tomando las llaves sobre la mesa -.Además, se nota que eres amigo de Cassie, así que es un placer ir a dejarte y es lo mínimo que podemos hacer por ti ¿cierto Tom?
Tom pareció haber salido de un trance en mi dirección y asintió frenéticamente sonriendo.

-SÍ. Iré a avisarle a mi hermano que saldré por un momento.

-Ok.

Caminó por un pasillo y abrió una puerta que liberó música proveniente de esa habitación y que fue cortada a penas Tom murmuró algo. No escuché nada provenir de adentro, pero vi como Tom daba la media vuelta y volvía con nosotros al salón con el rostro pensativo.

-¿Estás bien, Tom? –pregunté confianzudamente al notar cierta melancolía.

-Sí, Alexander.

-Hm… ok.

Tomé mis cosas de la mesita de centro y los seguí a los tres hasta un estacionamiento. A penas Tom desactivó la alarma, unos perros se abalanzaron hacia él y los muchachos, tratando de jugar con ellos. Tom se quitó a uno de encima entre risas y logró abrir la puerta y encender el motor.

-No los toques, Alexander. Suelen morder a extraños o…

Pero apenas me agaché a la altura de los caninos empezaron a darme lametazos en la cara y agitar sus colas. Seguramente sintieron el olor de Aki en mis ropas. Empecé a reír dejando nuevamente a Geo, Gustav y Tom boquiabiertos ¿qué tenía mi risa? Era normal.

-Pensé que te convertirían en comida para perros –murmuró sorprendido Tom.

-Seguramente sintieron el olor de mi perro –me encogí de hombros parándome y acercándome a la puerta abierta de un Audi en donde ellos me esperaban.

-¿Tienes un perro?

-Sí, se llama Aki. Es un cachorro Akita Inu.

- ¿Dijiste… Akita Inu? –murmuró Tom retrocediendo lo suficiente y saliendo en dirección al portón eléctrico que se abrió lo suficiente como para que el auto saliera. Claro, observé todo desde el asiento trasero junto a Georg.

-Sí. Es algo así como una herencia familiar… y es el nieto del primero de la familia.

-¿El nieto del primero?

-Sí, de Milo y Lena. Los perros de mis tíos.

Detuvo el auto en seco y luego volvió a conducir como si nada hubiese pasado, ¿enserio estaba bien de la cabeza este tío?

-A nosotros nos gustan los animales y de vez en cuando rescatamos a algunos de los refugios.

-Ah… ya veo –no estaba tan mal de la cabeza a fin de cuentas.

Cuando llegamos al lugar en donde pasó todo, los guié hasta mi casa dándoles indicaciones inmediatas como “gira a la derecha” o “en la próxima dobla a la izquierda”. Ellos no mencionaron mucho de sus vidas, tenían sus familias pero su verdadero amor era la música y actualmente estaban preparando un nuevo material para volver a las giras europeas con sonidos renovados y viejos éxitos.

-Ésta es –indiqué la casa blanca con frondosos arbustos y flores multicolores, la entretención de mamá en su tiempo libre.

-Guau. Realmente es bellísima –comentó Geo.

-Bueno, no es una mansión que queda a treinta minutos del centro o algo así, pero es lo suficientemente grande como para recibir visitas y vagar por los pasillos –sonreí abriendo la puerta para salir.

-Es encantadora –confirmó Gustav.

-Bien… gracias por traerme, Tom, Gustav y Georg. Sé que no me salvaré del castigo pero al menos no llegué a la hora del amanecer.

-Dile a tu padre que estuviste con nosotros y así no tendrás problemas, seguramente él ya nos conoce –sugirió Tom guiñándome un ojo.

Padre. Me giré en su dirección recordando que aún estaba metido en la burbuja en la que me criaron mis tíos.

-No tengo padre –murmuré.

-Oh… lo siento, yo no quise…

-Está bien –lo detuve dando por acabado el tema -.Gracias por traerme.

-Cualquier cosa, nos avisas con Cassie en el instituto y nosotros te ayudamos.

-Ok. Gracias.

Me podía defender solo. Daba igual si acababa destruido. Vi al Audi alejarse y me acerqué a la puerta principal ya cerrada. Las cortinas y ventanas estaban cerradas, sin embargo pude ver luz en mi cuarto. Llamé a mi tío Gaspard dando por sentado que aún estaba aquí.

-¿Aló?

-Soy yo –murmuré.

-¿Dónde estás? Nos tenías preocupados, Sascha.

-Estoy frente a la puerta de entrada… olvidé mis llaves.

-Espérame un segundo.

Conté hasta diez y la puerta se abrió revelando a un somnoliento y ojeroso tío Gaspard acompañado de mi tío Erik. Me encogí al ver sus rostros serios y fríos observándome y esperando por una explicación razonable, pero no tenía excusas.

-Lo siento –murmuré dejando el orgullo de lado.

Me dejaron pasar observándome de pies a cabeza haciéndome un escaneo completo. Tomé un vaso de agua de la cocina y vi a mi tío Gaspard subir por las escaleras mientras mi otro tío me observaba desde el marco de la cocina.

-¿Qué te pasó en la cabeza?

-Me caí –mentí.

-¿Seguro? –mierda.

No. Me casi atropella una estrella de rock alemana pero estoy bien.

-Sí. Estaba en un árbol de un parque y cuando quise bajar me caí.

-Ok.

Tras un par de preguntas más sobre mi estado anímico, me dejó dirigirme a mi cuarto en busca de tranquilidad. Subí los escalones sintiendo cómo mi cuerpo pesaba debido a las pocas horas de sueño. Abrí la puerta de mi cuarto y vi a mamá en mi cama recostada aún con su ropa negra puesta. Me acerqué tranquilo de encontrarla sin ataques de nervios ni nada por el estilo, simplemente tenía un rosario religioso en sus manos y en parte el maquillaje de sus ojos corrido. Mierda. La hice llorar.


Me saqué las zapatillas y la tapé con una manta tratando de no alterar su sueño. Me recosté a su lado sintiendo que volvía a ser el niño que se ocultaba bajo sus sábanas en las noches de tormentas eléctricas o de pesadillas con monstruos. Quería ser niño por una noche, sentir su calor de madre y sentirme en casa. Cerré los ojos y me sumergí en un sueño con risas, colores y alegrías.

viernes, 23 de agosto de 2013

Capitulo 11 (Tercera Temporada)

-Yo le dije a Gaspard que no se abrigara tanto al venir, pero ya ven que ni hizo caso –dijo tía Lily señalando a su hermano/esposo totalmente acalorado junto al aire acondicionado y con un vaso con más hielo que agua.

-Se nota que no ha cambiado en lo tacaño –se rió mamá con esas carcajadas suaves que suelen salir de su boca en intenciones de burlarse de nadie.

-¿Al menos empacaste ropa más… delgada y ligera? –preguntó mi tío Erik, primo de mi tío ruso/francés.

-Puede que viva en Moscú pero aún recuerdo cómo es el clima por estos lados, eh –se defendió tomando un sorbo más de agua.

-Pero no por eso tenías que venir tan abrigado, cariño.

-Prefiero asarme de calor a que morir de frío en el aeropuerto internacional de Moscú.

-El frío se puede pasar tomando vodka o café, en cambio el calor sólo con agua helada y ventilación, así que no coincido contigo, Gaspard –dijo mamá defendiendo lo razonable que sonaba su argumento.

-¡Agh! ¡Qué más da!...

Me sentía en familia, cómodo y relajado frente a quienes me han visto crecer y conocen a mi madre desde sus inicios junto a Alphonse Solarin, o sea Pantera. La llegada de mis tíos a casa definitivamente había iluminado el rostro de mi madre y el mío… ellos fueron quienes me vieron desde mis primeros segundos de recién nacido por lo que los considero mis padres adoptivos o tutores en caso de que mi madre muera en alguna misión. Mamá no paraba de sonreír y sus ojos brillaban de alegría como cuando me escuchaba cantar o cuando llegaba con bunas noticias a casa, y creo que prefería verla así a que ver su estado casi de momia por la vida.

Claro, no éramos los únicos felices de la llegada tan repentina de mis tíos. Bianca, quien no paraba de abrazar a mi tía Lily parecía un perro expectante a la llegada de su dueño y de hecho no paró de vomitar palabras por todo el instituto. Por otra parte, mi tío Erik y mi tía Rebbeca parecían felices de volver a ver a la pareja de hermanos, de hecho parecía querer impedir su partida cuando ésta llegase.

Ésta era mi familia. Aquella que me conoce mejor que nadie y que me ha visto crecer con mis errores y aciertos. Quizás no había vínculo alguno entre ellos y yo, pero sabía que para mi madre existía una conexión más allá de la sangre con ellos. Todos ellos, sin excepción alguna, fueron espías que trabajaron para Pantera, con la diferencia de que mi madre es la única funcionaria activa en la mafia. Tal vez nadie creería que una peligrosa y buscada asociación pudiera unir personas, pero yo sabía perfectamente bien que todos ellos habían arriesgado sus vidas por el otro.

-¿Tan callado? Tú no eres así –me giré y quité la mirada de mi perro a penas escuché la intromisión del tío Gaspard al jardín. Me ofreció una cerveza, sin embargo negué con la cabeza.

-No tomo.

-¿Tan sano?

-No tomo, no me drogo o fumo. Quiero vivir por lo menos cien años más.

-Pensé que también fumarías. Por suerte tu madre dejó de fumar a penas supo que venías en camino.

-Lo sé. Su teoría es que odio la nicotina porque su cuerpo estaba lleno de ésta antes de que me tuviera.

-Suena lógico, pero no soy experto en el tema como para decir si es verdad o no lo que (name) dice.

-Lo sé.

-Sé que lo sabes, Sascha –se sentó a mi lado y Aki se le acercó inmediatamente tras reconocer (seguramente por ley de vida) el olor de su madre impregnado en sus ropas, mi tío sonrió y lo acarició tomándolo entre sus brazos-. Se nota que lo has cuidado bien, su madre debe estar orgullosa de su pequeño hijo.

-¿Qué pasó con los demás cachorros? Nunca me lo dijiste.

-La última vez que te vi te interesaba más follar con chicas que conocer la historia de la madre de Aki –puntualizó sabiendo que estaba en lo cierto.

-No lo niego.

-Como bien sabes, murió a penas nació el último de la camada, Aki. Nacieron cinco perros, y los primeros cuatro no resistieron mucho debido al frío ruso. Todos aquellos a quienes regalamos los cachorros nos dijeron que no resistieron más de dos semanas.

-Entonces, Aki es el afortunado.

-Ajá.

Guau. Definitivamente valoraría más de lo que ya amo a mi perro. Es un sobreviviente, un luchador de la vida. Seguramente esta bola de pelos blanca a pesar de ser chistosa,  debía tener una vida bastante afortunada al estar conmigo y mamá.

-¿Y el padre?

-A Adi lo dejé con nuestra vecina y que no alcancé a ponerle las vacunas necesarias además de tener su documentación al día.

-¡Pero qué mal dueño!

-Con Lily embarazada es imposible no parar de cocinar e ir de compras. Te juro que lo único que quiero es que nazca luego ese bebé o lo sacaré a la fuerza.

-¿Cuánto le falta?

-Cuatro meses. Cuatro putos e infernales meses más y no pasaré cocinando más.

-¡Guau! ¿Enserio tiene tanta hambre?

-Sí. Por suerte tu madre no tuvo tantos antojos como Lily o sino ya tendría canas verdes.

-¿Cómo fue el embarazo de mamá?

Vaya, empezamos hablando de Aki y terminamos hablando de mamá, ¿por qué todo siempre se resumía en ella o su pasado? Al menos tenía la esperanza de que mi tío abriera más la boca que mamá o el tío Erik, seguramente al vivir por una temporada con mamá durante mi desarrollo humano conocía más sobre mamá. Mi cachorro se removió en los brazos del tío Ulliel y saltó hacia el interior de la casa donde se encontraban los demás riendo a carcajadas en la sala de estar.

-Pues… se le hizo difícil sabiendo que estaba sola y sin… tu padre biológico. En esa época ella se encontraba desequilibrada emocionalmente debido a… espera, ¿tú madre no te ha contado nada de esto? –Ahí va el “stop” que hacen todos para dejarme seguir con mi ignorancia.

-Por algo te pregunto –farfullé algo molesto por saber que seguramente se rehusaría a mencionar algo sobre esa época.

-Entonces no debería decirte nada de esto, es su vida y…

-Y me involucra también al ser su hijo y no tener ni puta idea de parte de su vida. Me da igual lo de mi padre, simplemente quiero saber cómo fue su embarazo.

-Ah… ya que lo pones así, creo que podré mencionar una que otra cosa.

¡BINGO! Ulliel podrá abrir la boca sin pedir permisos a mi madre sobre lo que debo saber o no. Al menos lucía más empático al notar mi ignorancia y mis ganas de saber más sobre quienes me rodean. Cerró el ventanal con el fin de que mi madre no escuchara y lo detuviera y se situó a mi lado derecho.

-Al principio no se encontraba lo suficientemente bien, ¿sabes? Fue como regresar a la época de entrenamiento que llevamos en la casa de tus abuelos, sin embargo sabía que ésta vez había algo diferente y no había rabia en ella, sino que demasiada tristeza.

-¿Había terminado con el viejo por esa época?

-Hm… tu padre no es viejo, Alexander. De hecho es menor que yo.

-¿Enserio?

-Ajá –vale, un dato menos de lo que preocuparme.

-Tu madre se encontraba entre la espada y la pared por lo que decidió proteger a quienes más quería y la rodeaban. Se alejó de todos y volvió a vivir en la mansión de Pantera por un tiempo hasta que supo que estaba embarazada y nos llamó a nosotros para cuidarla.

-¿Pero por qué era triste, tío? –sé que no me contaría demasiados detalles, pero al menos me enteraría de cosas que se asemejaran a lo que le pasaba a mamá.

-Humm… chiquillo astuto –murmuró sonriendo al ver el giro de nuestra conversación-. Tu madre quería ser normal, llevar una vida como cualquier otra mujer a su edad, sin embargo cuando menos lo esperaba todo acababa y volvía al principio.

-¿El principio? ¿Cuál?

-La Mafia.

-Ok.

-Los primeros meses fueron difíciles para ella ya que los constantes vómitos, mareos y antojos la tenían completamente agotada. Lily se encargó de ser su sombra mientras ambos la acompañábamos al médico para sus controles mensuales. Luego, cuando llegó el momento de ver la ecografía más nítida de ti, tu madre decidió cambiar su mentalidad y luchar por no perderte. Fuiste su pilar y lo sigues siendo. Eres su punto débil y a la vez su mayor alegría.

-¿Tan dramático fue para ella?

-No diría “dramático”, sino que complejo. Tenía veinte y casi veintiún años durante los nueve meses, aún era joven y no planeaba tenerte aún. Ni si quiera sabía que podía tener hijos.

-Pero ella mencionó que era infértil... ¿acaso me adoptó?

Mierda. Jamás he encontrado un certificado de adopción o algo así, sin embargo hay fotos mías de cuando tenía meses de vida. ¿Cómo pudo tenerme si no sabía que podía tener hijos? Debió someterse a algún tratamiento genético o ginecológico que le permitiera ser fértil o…

-No te adopté.

Al decir que las madres son brujas, tienen la razón. ¿En qué momento se sentó al lado del tío Gaspard? Claro, donde era espía sabía ser silenciosa con sus movimientos y ser invisible en la oscuridad, más aún si vestía de negro. Mi tío apoyó la espalda en un pilar de madera para dejarme ver a la protagonista de nuestra conversación, quién sonreía divertida con su copa de vino tinto en la mano.

-Pero no podías tener hijos.

-Se supone que no podía, un ginecólogo alemán con el cual me traté después de una misión me lo dijo.

-¿Entonces…?

-Simplemente te tuve. No sé cómo pasó ni qué hice pa…

-Está claro que follaste con…

-¡ALEXANDER KAULITZ! LA PRÓXIMA VEZ QUE DIGAS ALGO ASÍ, QUEDARSE SIN INTERNET SERÁ POCO –Gritó sin importar que el tío oyera los retos ni viera su cara de ogro. Blanqueé los ojos y suspiré sin ganas de responderle algo.

-Ok, vale. Simplemente estaba con el Kaulitz viejo y pasó lo que tenía que pasar.

-¡Sascha! Jajajajaaa… tu sí que puedes conmigo –se rió mi tío a carcajadas sin importarle el rostro de mi madre.

-¡Bah! Ni que fuera un payaso –murmuré sonriendo y viendo a mi perro corretear de un lado a otro.

-Y tú le sigues el chiste, eh –acusó a mi tío.

-¡Pero si se supone que no estabas acá escuchando mi conversación con Alexander!

-Es verdad, mamá. Simplemente le pregunté al tío cómo fue tu embarazo.

-Bueno, ya sabes que prácticamente fuiste un milagro sabiendo que yo era infértil y que no planificaba tenerte tan temprano –dijo dando por concluido el tema mientras jugaba con su collar de perlas.

-Ve el lado positivo, ma. Tienes fans en mi instituto y debes ser la mamá más ardiente que cualquiera ha visto.

-¡Una más y despídete de tu guitarra!

-¿¡Enserio!? –preguntó con diversión mi tío ignorando la reacción demasiado alharaca de mamá.

-¡Gaspard! –lo reprochó por no sé qué cosa.

-¡Pero si es la verdad! Además, el tío tiene razón. Se suponía que era una conversación de tío a sobrino, o sea que tú no cuentas, ¿vale? Así que no deberías reclamar tanto por lo que mencionamos o no, al fin y al cabo somos hombres y por genética decimos cosas menos finas que las mujeres.

Gracias, gracias. Agradezco sus aplausos por defender la raza humano-masculina de las quejas de mi madre, quien constantemente parece consternada por mis opiniones personales y jerga juvenil. Claro, sé que no ganaría la lucha pero me conformaba con un round victorioso. Salvada por los gritos de mi tía Rebbeca a mamá, se levantó mirando con su típica cara de “esto no se ha terminado aún” (al final se le olvida y me deja tranquilo) y nos dejó solos en la oscuridad del jardín. Vi a Aki seguirla como desesperado mientras ladraba su nombre en lenguaje perruno hasta que ella lo tomó en sus brazos y siguió su camino a la sala de estar.

-Esa mujer realmente te cuida, eh.

-Es algo mutuo, aunque a veces ella es la que se sobrepasa.

-Normal. Eres su hijo y única familia viva… en cuanto a sangre.

-Lo sé –suspiré estirando las piernas y apoyándome en la palma de mis manos.

Nos quedamos en silencio, escuchando la nada misma en medio de una noche despejada. Por muy gay que suene, necesitaba estar con mi tío Gaspard… quizás por ser el más joven de mis tíos, podía comprenderme más que el tío Erik y que mi madre. Seguramente es porque ha estado con mamá en sus momentos más difíciles, o porque al principio la odiaba y terminaron siendo amigos y parte de una familia llena de disfuncionalidad. Oh… ¡pistas! Quizás él…

-¿Tío?

-¿Hm?

-Sé que mamá les ha obligado a no mencionar nada sobre… ya sabes quién. Pero últimamente le he dado demasiadas vueltas al tema y la verdad es que necesito que me aclares ciertas cosas.

-Suena como el clásico Lord Voldemort cuando lo nombras así –se rio un instante y luego observó el gran ventanal que nos distanciaba de mi madre y su control.

-Por favor…

-Bien, trataré. Pero no te diré quién es. Espera, ¿qué sabes? –susurró para no arriesgarnos a ser escuchados.

-Está en Alemania, tiene un tatuaje en su brazo que dice “Libertad”.

-O sea, de 100 sabes… un 9 u 8.

-Lo sé y eso me frustra demasiado porque se supone que es mí… padre.

-La última vez que supe de él, vivía en Los Ángeles, California.

-¿Enserio? ¿Y sabes en qué trabaja?

-Tu madre me castraría si te lo digo y la verdad es que aún no quiero terminar con mi vida sexual.

-Ok… vamos por otra parte. ¿Tiene familia?

-Tiene a su madre y padrastro. Y claro, a su hermano.

-¿Tengo un tío? –susurré emocionadísimo frotando mis manos.

-Sí, y es simpático. Cuando lo conocí tenía veinte y algo. Así que ahora debe tener unos… treinta y algo.

-Es menor que tú.

-Ajá.

-Vale. Cuéntame más.

-No sé qué más contarte… pero te puedo asegurar algo.

-¿Qué cosa?

-Tu madre lo amó como a nadie en el mundo entero. Claro, antes de que nacieras.

Nunca creí en el amor, ni creo en el por lo de mis padres. Sin embargo mamá amó al portador de espermatozoides. Guau, si hasta me lo dice el tío Gaspard. Mierdaaaaaaa… ¿quién era? ¿Quién podría ser él? ¿Qué tenía que enamoró tanto a mamá? ¿Qué tanto provocó en ella?

-¿Él… la quiso como ella a él?

-Sinceramente creo que sí.

-¿Entonces por qué terminaron? ¿Por qué no lo conozco? ¿Por qué nadie puede mencionar algo sobre él? ¿Por qué es un innombrable acá y en todas partes?

-Alexander –levantó la voz al ver que me alteraba.

-¿¡POR QUÉ NO SÉ NI SU PUTO NOMBRE!? –grité ya cansado de tantos misterios. Me levanté observando el ventanal en donde veía a mamá como piedra con su copa en la mano y rostro inmutable -. ¿POR QUÉ NO PUEDO CONOCERLO NI SABER SI ESTÁ CERCA O NO? LO NECESITO MÁS QUE NADIE POR MUCHO QUE LO QUIERA NEGAR… Y TÚ ME LO ESTÁS NEGANDO DE POR VIDA.

Nadie respondió, ni nadie reaccionó cuando a mamá se le cayó la copa de las manos. Podía verlos a todos atentos observándome o mirando un punto fijo sobre la alfombra. No esperaba rebalsar el vaso de mis rabias tan pronto, ni mucho menos con la llegada de mis tíos. Estaba arto de vivir en una burbuja creada por mis tíos… sin embargo me sentía culpable de arruinarles la velada con mis amarguras. A penas una corriente de viento tocó mi rostro, supe que estaba llorando y que las gotas resbalaban hasta mi cuello. Mamá también lo notó y fue la primera que rompió el silencio gritando mi nombre a penas me vio salir y dirigirme a la salida trasera del patio.

Mi tío Gaspard trató de detenerme pero yo era más rápido que él y se detuvo en la segunda cuadra. No sé cuánto corrí. Las preguntas que me han atormentado desde que tengo memoria parecían rondar mi cabeza como una canción distorsionada sobre otra y así sucesivamente.


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Hallo Gurls!!...  lentamente el juego vuelve a comenzar así que estén atentas al próximo capítulo ;)