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jueves, 30 de enero de 2014

Capitulo 40 (Tercera Temporada)

-Realmente no entiendo las intenciones de tu hermano de querer unirnos a tantos.

-Sabe lo que pienso, así que sabe también lo que quiero.

Aumentó la calefacción del auto mientras salíamos de su calle. Había insistido en tomar un taxi tras verlo, pero incluso la mirada amenazante de Tom me dijo que era mejor que acatara las órdenes de Bill.

Traía incluso la casaca de Bill, cuyo olor me derretía y me hacía pensar en mil motivos para escapar de su lado. A penas me vio empapada y con la ropa interior marcada por todos lados, sonrió juguetonamente mientras me ofrecía su abrigo seco y caliente a cambio del de su gemelo frío y húmedo. Ni tonta, acepté su propuesta cambiándomelo frente a sus ojos y los de su hermano. Traté de olvidar su mirada en mi cuerpo, concentrarme en que llegaría pronto a casa y en que seguramente Tom lanzaría indirectas que por suerte nunca llegaron.

-Perdóname por lo de la otra noche –dijo de repente mientras adelantaba a un escarabajo.

Lo observé detenidamente aprovechando que tenía realmente una justificación para mirarlo. Andrea tenía razón al decir que estaba realmente atractivo. Podía ver algunas gotitas de agua que se deslizaban de su cabello hasta su cuello, ver la nuez de su cuello desplazarse lentamente y sus labios apretarse debido a la concentración. Mierda, realmente revolucionaba hasta mis neuronas.

-¿(Name)? –preguntó al ver que no respondía por lo que rápidamente me enderecé y traté de no verlo. Pero Bill no era tonto y sonrió al ver que lo observaba.

-E-em… vale.

-¿Pasa algo? –inquirió volviendo la vista a la carretera pero más seguro.

-¿Contigo? Nada.

¡Jo! Qué mala.

-No me refería a mí –sonrió aguantando una risita, disminuyó la velocidad en un semáforo quedando junto a otro auto-. Pero si tu estado anímico se relaciona conmigo, me gustaría saberlo.

-Sólo… avanza y da la vuelta al parque.

Cero gente por las calles, todo igual de vacío como si huyeran del agua, el frío y la lluvia. No los culpaba, de hecho haría lo mismo que ellos. Por suerte Alexander estaba con Gaspard en una “salida de hombres” cuyo significado prefería no entender. Así que… la casa estaría vacía. Hum… no es como si quisiera que pasara algo entre él y yo, de hecho, preferiría que no. Así me evito dañarlo a él y a Ian.

-Aquí es –señalé los números dorados en la entrada y la gran reja con un guardia junto al recepcionista.

-¡Menudo lugar! –exclamó tras silbar.

-Prefiero no presumir.

Tras bajarnos, saludé cortésmente al recepcionista y el guardia, quienes parecían impresionados de ver al mismísimo Bill Kaulitz siguiéndome los pasos. Claro, no era común ver a alguien tan conocido ingresar a un edificio tan reservado como éste. No dije ni una palabra, pero me alivió estar en casa por mucho que tuviera una compañía agridulce.

Piso veinte, penúltimo departamento. El único con triple cerradura más un teclado numérico cuya clave digité frente a los ojos de Bill en caso de alguna emergencia. La puerta se abrió, entré en la casa siendo seguido por Bill. Activé la calefacción y cerré la puerta a mis espaldas activando los seguros.

-Siéntete como en tu casa –le dije mientras sacaba dos copas de vino y una botella cuya etiqueta decía “reserva”.

-Gracias.

Me saqué la casaca de Bill colgándola en una silla, observé que no había rastros de mi hijo, por lo que debía seguir en su día con Gaspard. Por suerte, había no habían fotografías mías y de mi hijo debido a que muchas de ellas terminaron en las cenizas del incendio. Todo el mobiliario era nuevo, los sillones negros de cuero, la vajilla de porcelana, la alfombre persa, los paisajes retratados en las paredes, incluyendo el bambú junto a la ventana. Un gran trabajo decorativo hecho en dos días y medio.

-¿A qué se debe tanta seguridad? –gritó para que lo oyera desde la cocina, mientras preparaba unos cafés.

-Creo que está demás responder –caminé de vuelta a la sala notando que observaba el paisaje gris de un día lluvioso.

-Pero llamarías más la atención.

-Es algo que debo arriesgar –vaya, muy observador de su parte-. Iré a bañarme y…

-¿Quieres compañía?

Me miró con una sonrisa en sus labios, de esas que te hacen querer gritar, caminar por las paredes y morder almohadas. ¿Desde cuándo habíamos terminado con las formalidades? Daba por sentado que aún no sacábamos los límites de respeto. Realmente me dejó impresionada. Espera, ¿impresionada? Bueno, en parte lo estaba pero realmente había encendido una llama en mí que creía extinta. Sentía mis mejillas arder mientras me miraba de pies a cabeza con la copa de vino frente a su boca con el borde paseando por su labio inferior.

-¿Desde cuándo tan osado? –puse una mano en mi cadera disimulado el repentino ataque de timidez.

-Bueno, cualquiera se atrevería a decir eso si te viera en esas pintas.

¡Joder Bill! Mejor ni me sigas mirando así o sino yo…

-Ya vuelvo –resolví volteándome e ignorando su risa ronca.

Estaba nerviosa, necesitaba recuperar un poco de confianza en mí y aún estaba pendiente el tema de mi neurosis y mi auto. A eso, debía agregar que Bill estaba en mi casa, sí, el mismísimo que me ha puesto a llorar mil veces con su sólo recuerdo. Y ahora… no, lo nuestro sólo eran recuerdos y yo había seguido con mi vida al igual que él había hecho.

Me sumergí en el agua caliente soltando suspiros de alivio. Por fin en casa, por fin algo caliente rozaba mi cuerpo y derretía aquel hielo que lo congelaba agresivamente. Todo a mi alrededor estaba completamente blanco, el vapor lo llenaba todo como pidiéndome que abandonara todas mis preocupaciones mientras estuvieran bajo la posesión del agua caliente deslizándose por cada rincón de mi cuerpo. Mi mente, sin embargo, seguía funcionando a una velocidad que me asustaba; creaba imágenes de manos y brazos tatuados deslizándose por mi cuerpo a una lentitud abrumadora, imaginaba sus labios recorriendo mi cuello de un lado a otro hasta tomar presa mi boca en un ahogado suspiro.

-Basta –susurré golpeando la pared fría de cerámicas a mi lado.

No podía seguir con esto. ¡Estoy con Ian no con Bill! Ian, no Bill. Ian, no Bill. Ian, no Bill. Neville, no Kaulitz. Malditos pensamientos, maldito cuerpo, maldita (name).

Busqué la bata, corté el agua y me la puse apresurándome para que el calor no se escapara de mi cuerpo. Cepillé mi cabello y lo envolví en una toalla. Salí del baño y fui a mi pieza asegurándome de cerrar con pestillo la puerta para que Bill no observara o se colara. Me puse el buzo blanco con el que suelo entrenar en la mansión de Pantera, sequé un poco mi pelo con la toalla y volví donde Bill.

-¿Bill? -¿dónde se había metido?

-¡En tu cocina!

Caminé despacio, notando que hasta el piso estaba tibio con la calefacción. Me detuve en el marco de la puerta sin saber si avanzar o no. Sus ojos me observaban como si fuera una presa. Sólo nos separaba una mesa y unos cuantos pasos. Tomaba un café, y su copa vacía yacía en el fregadero.

-¿Quieres café o vino?

-Pensé que la dueña de esta casa era yo.

-Bueno, me tomé la libertad de prepararme un café porque hace un frío de puta madre.

-Está bien, no quiero que mueras de hipotermia en mi casa.

Nuevamente silencio. ¿Por qué siempre nos quedábamos sin palabras cuando estábamos frente al otro? No eran incómodos, y eso realmente me preocupaba porque sabía lo que significaba. Era un sentimiento prohibido. Derramé un poco de vino en la copa, con sus ojos atentos al movimiento de mis manos. Olí el líquido rojo oscuro, una mezcla entre madera y frutos silvestres.

-¿Cómo fue que chocaste el auto de Tom? –preguntó corriendo su silla hasta mi lado, como si habláramos de secretos en una casa llena de gente.

¿Se lo digo o no se lo digo? Humm… será mejor que se entere por mí antes de su jodido hermano que me tiene colgando por las bolas. Claro, no en un sentido literal.

-Estaba distraída –le confesé sin observarlo.

Porque si lo miraba por un momento aunque sea, todo empeoraría. El dolor se expandiría por el agujero que hay en mi pecho, y luego se convertiría en un placer casi masoquista. No quería sentir eso. Quería que esto fuese una simple conversación de adultos aburridos, después dejarlo ir, y avisar en portería que si lo veían alguna vez entrar, avisaran previamente. Así de simple. Algo formal.

-¿Distraída?

-Sí.

-¿Algún motivo en especial?

-Humm…

-¿Sí?

-Sí.

-Ok… emmm, ¿puedo saber el por qué?

-Creo que sí.

-Bueno, comienza. Te escucho atentamente.

Sabía cómo empezar, le diría dónde fui y lo que me dijeron. Simplemente debía abrir la boca. ¿Por qué me da por callar tan fácilmente? ¿Qué pasa por mi mente? Estoy segura de que tendré que ir de nuevo donde el doctor Harrison, ésta vez por consejos. O si no, tendría que hablar con Lily o Rebbeca. Seguramente ellas entienden más cosas de chicas de las que yo he logrado entender a lo largo de mi vida. Las manos de sudaban, algo muy raro que sólo me pasa de vez en cuando. Las sequé en los pantalones sin dejar de mirar la copa. Tenía que unir las palabras y dejar que fluyeran pero… joder.

-Hey –dijo en voz baja.

Puso sus manos sobre las mías, y por ende, sobre mis muslos. El movimiento de ellas de detuvo, y me pude dar el lujo de observar los tatuajes en sus dedos. Sus manos eran cálidas y suaves, podía notar pequeñas cicatrices en sus nudillos, como de peleas. Mi mente pedía que tocara más, que tocara mis mejillas, mis brazos, mi cabello húmedo.

-Puedes decirme lo que quieras, (name) –murmuró con voz gruesa y profunda.

Observé su rostro como efecto de sus palabras. No estaba cerca, pero podía verme reflejada en sus ojos, ver aquel líquido café de ellos moviéndose para hacer el espacio a mi imagen. Su boca estaba seria, y todo él me indicaba que lo que decía era verdad.

-Nunca tuve neurosis –confesé volviendo a observar nuestras manos.

Las separé levantando las suyas de las mías. Seguramente pensaría que ahora realmente toda mi vida era una mentira, que con suerte mi nombre era verdadero. Pero sus manos siguieron estáticas en mis rodillas, como si realmente estuvieran descansando allí. Observé su rostro, cuyas cejas estaban alzabas, su boca medio abierta y sus ojos abiertos cómicamente, estaba para sacarle una foto. Sentí mis mejillas arder al sentirme tan observada por él y desvié la vista hacia la ventana de la cocina.

-Así que…

-Ajá.

-¿Y cómo supiste?

-Tengo controles con un psiquiatra cada cierto tiempo. Como sabes, el de mi adolescencia murió dejando el tratamiento sin terminar y quemé mis fichas médicas. Así que… bueno, tras irme de tu casa, tuve que retomar el tratamiento con otro doctor.

-¿Y tanto demoró en saberlo?

Fruncí el entrecejo por un momento mientras elegía bien las palabras para no dejar en evidencia que decidí cambiar por Alexander, mi hijo. No, nuestro hijo.

-Bueno, nuestros horarios no siempre coincidían, yo estaba ocupada con… mi trabajo y mi vida, y él trabajaba en otro país, por lo que viajar se me hacía complicado.

-Entonces... ¿ahora recién supiste?

-Humm… sí. Coincidimos ya que se encuentra realizando unos doctorados entre otras cosas cuyos nombres no recuerdo, así que aprovechó de dar a conocer con sus colegas mi ficha médica y todos llegaron a la conclusión de que nunca hubo neurosis.

-Pero no podías vivir sin tus medicamentos y…

-Me hice dependiente o algo así como drogadicta. Pero con la diferencia de que todo era un error.

-¿Y qué tenías?

-Mencionó algo de depresión y no sé que más, pero se debía a una forma de tomar la muerte de mis padres.

-Vaya, realmente es un motivo para llegar a distraerte y chocar con el auto de Tom –sonrió lanzando una pequeña carcajada sin rastros de maldad o molestia.

-No quise hacerlo.

-Lo sé.

-Al menos ahora sabes el fin de la historia de mi supuesta enfermedad.

-Seré sincero contigo, (name). Me has sorprendido totalmente con tu declaración y es bueno, realmente bueno, saber que no tienes nada.

Observé su rostro sonriente y lleno de alegría. Una alegría contagiosa que se adhirió a la comisura de mis labios y las elevó, devolviéndole una sonrisa totalmente sincera. Creo que me ayuda hablar con Bill, porque me hace ver el mejor lado de las cosas. Me escucha atentamente, me mira como si no hubiese nadie más en el mundo que capte su atención y me brinda una confianza que llega a doler en el fondo de mi corazón. Sí, duele porque sé que cuanto Tom o Andrea abran la boca y digan la verdad, se quebrantará con un chasquido que dolerá más que la misma separación a la fuerza aquella vez en Los Ángeles.

-Gracias Bill.

-¿Por qué?

-Sólo… gracias.

Acerqué mi asiento al suyo hasta que sus rodillas chocaron con las mías obligando de abrirlas. Sus manos tomaron las mías, armando un nudo de dedos enredados entre ellos en un orden sin sentido. Sentía el agujero de mi pecho doliendo más que nunca, ardiendo de tanto pedir un poco de su tacto, unas palabras bonitas y un beso que seguramente no llegaría jamás. Sentía su aroma intenso, una mezcla entre menta, cigarrillos y cuero. Si no me controlaba, hasta mis ojos se blanquearían, pero debía estar cerca de él. Un poco quizás, o mucho.

-(Name)… -suspiró enredando un mechón de mi cabello en sus dedos.

Estaba yendo demasiado lejos, más de lo que realmente podía estar. Estaba expandiendo los límites como si fueran de goma de marcar, pero no me podía separar de ellos. Solté un suspiró sin ver sus ojos, que debían ser la mejor de las perdiciones, y sólo apoyé la frente en su hombro izquierdo, dándome por vencida ante las emociones arremolinadas en mi mente.

Pude notar que sus manos vacilaban un instante, debatiéndose entre tocar y no tocar. Un quejido brotó de lo más profundo de su garganta y finalmente enredó una de sus manos en mi cabello húmedo, mientras la otra contenía mi espalda.

Requería de esto hace años, un simple hombro donde apoyarme y descansar de mis problemas y ataduras mentales. Necesitaba respirar su aroma, saber que todo iría bien y que sólo debía dejar que todo siguiera su rumbo. Todo mi ser lo demandaba, a él y a nadie más. Inhalé su aroma, queriendo aspirarlo completamente y guardarlo por siempre, sin importar que el dolor de mi pecho se hiciera más agudo junto a Bill. Expulsé el aire contenido y cerré los ojos, imaginando que todo estaba bien entre nosotros, que él sabía toda la verdad y que aún así me amaba…una especie de paraíso personal.

-Y así es como cedes a mis encantos –repuso y casi pude ver una sonrisa contenida en sus labios.

-Sueña –golpeé suavemente su pierna dejando que se deslizara una nueva sonrisa por mi boca.

-¡Pff! Sé lo que digo, y créeme cuando te digo que no serías capaz de resistirte ante este galán. Si no lo hiciste antes, ahora tampoco lo harás.

-¿Qué? –Solté una carcajada ante sus palabras llenas de seguridad- Tú fuiste quien se acercó primero de los dos. Así que quien no se resistió fuiste tú.

-¿Y la segunda vez? ¿Qué me dices de ella, eh? Tú llegaste a mi casa, no al revés. Me acompañaste incluso cuando enfermé y ahí sí que no fui yo quien llegó a tu casa.

Me separé de su hombro sin borrar la sonrisa de mis labios y lo observé fijamente. Él también sonreía. Era como bromear sobre algo que realmente dolía en nuestro interior.

-¿Y qué me dices de ahora? Tú me buscaste, yo estaba bien solita y tú caíste en mis encantos naturales.
Parpadeó sorprendido sin parar de mirarme. Su sonrisa se borró un instante y luego volvió a lucir su dentadura perfecta. Puso un mechón de cabello tras mi oreja y acarició mi mejilla con el dorso de mi mano.

-La verdad es que te necesité siempre –confesó dejando caer su mano con un suspiro.

-Bill…

-Tengo que irme. Se supone que debería estar en el estudio regrabando algunas canciones que no me gustaron y arreglando cosas con la banda.

Ambos parecíamos avergonzados de lo que hicimos, pero algo que creía olvidado empezó a crecer en mi interior. Quizás, la alegría de poder estar con él sin pelear. Sí, eso era gratificante porque me servía para evitar la gran pelea que seguramente se generaría cuando el supiera la verdad. Por suerte, con la calefacción al máximo, su casaca se alcanzó a secar y calentar sin problema alguno por lo que debió ser un verdadero alivio para él ponerse algo caliente y seco sobre su cuerpo.

Sus cabellos estaban despeinados, algunos cayeron por sus ojos cuando ajustaba el cierre y lo subía hasta el pecho, y sentí las ganas de sujetarlo entre mis dedos y correrlo hacia atrás. Observó por última vez a vista desde las alturas y se volvió hacía mi totalmente serio.

-Espero que nos volvamos a ver.

-¿Sabes? Empiezo a creer que no importa donde esté, siempre me encontraré contigo.

-¿Ah, sí?


-Las Maldivas, París, Los Ángeles, Alemania… la lista es larga si te digo todo con más detalle.

-Bueno, o tú me sigues o yo te sigo.

-¿Yo? ¿A ti? Jamás –sonreí arrogante cruzándome de brazos frente a él.

-Algún día me buscarás, (name). Me seguirás tal y como lo hice en el parque.

-Estoy ocupada con Ian, así que… oh, verdad que tú tienes a Lena.

Sonrió soltando una risita y se acercó lo suficiente como para que mis brazos cruzados rozaran la tela tibia de su abrigo.

-Ya no estoy con Lena.

-Bueno, eso no es lo que dicen los programas de chismes –murmuré evitando su mirada.

-¿Los ves? –se rió soltando carcajadas juveniles y estridentes que mi hicieron morderme los labios para evitar una sonrisa o algo más-. Pensé que no veías televisión.

-Bueno, a veces hay días de lluvia y tiempo libre sin querer hacer algo. Así que veo televisión.

-Programas de cotilleo barato en específico –se burló con una sonrisa torcida que me dieron ganas de borrar como fuese.

-¿Y qué si a veces veo eso? –le reté empezando a molestarme. Al principio todo iba bien y ahora… el día en que no peleemos lloverá con mayor intensidad que ahora.

-Bueno, da igual. Pero ahora sabes de fuente directa y oficial que estoy disponible. Lena ya no existe para mí porque lo nuestro fue un simple acuerdo entre discográficas.

-¿Acuerdo?

-Sí. Ella se hacía famosa, vendía discos y su música, sólo si salía con Bill Kaulitz frente a todos. Y no terminó como ella creía ya que sólo las ventas de Tokio Hotel se alzaron.

-¿Es enserio? ¿Cómo fue que caíste tan bajo para tener una relación falsa y plástica con ella?

-Bueno, no fue tan plástica. Follamos unas cuantas veces, alguno que otro morreo en público y…

-¿¡Morreos públicos!? Bill… tú no eres así –pasé mi mano por mis cabellos casi secos y me alejé de él sintiéndome repentinamente contaminada, sucia y con mucho que pensar.

-Tú tampoco eras así –respondió con voz clara, firme y un deje de burla.

-¿Qué? –me volteé para observarlo fijamente viendo una nueva sonrisa deslizarse por su boca, una con maldad y diversión.

-Tú tampoco eras tan mojigata como ahora, (name). Que yo recuerde, tuvimos relaciones sexuales hasta en los probadores de tiendas cuyos nombres no importan. ¿Ya no lo recuerdas? El auto, los probadores, camas, creo que hasta baños…

-Ya no tengo veinte años, Bill. Mis responsabilidades han cambiado a unas mucho mayores que las de una estrella de rock.

-¿Y eso te hizo perderte? Te conocí como la Invasora y ahora… ahora no eres más que una simple réplica falsa de ella.

Abrió la puerta del departamento, su rostro totalmente serio y con dos arrugas pronunciadas entre sus cejas que indicaban su molestia frente a mí. ¿Cómo había terminado todo así, un momento dulce y agradable en uno agrio e incómodo? Por vez que nos veíamos terminábamos odiándonos y sacando a flote las heridas que creía olvidadas en el pasado. Con Bill es difícil olvidar, porque todo él me recuerda a aquella época en la que mi vida dio un giro absoluto y creí en el amor tras la muerte de mis padres.

-Y por si no lo sabías, terminé con Lena porque tú volviste a mi vida, (name). Porque a penas te vi me sentí completamente vivo como en los viejos tiempos.

Cerró la puerta, dejando sus palabras flotando por cada rincón y cada ácaro en el aire. Me encontré con las manos en el piso, las yemas de los dedos acariciando el frío suelo mientras el eco de sus palabras revolvía cada minúsculo pensamiento creado de Bill. Sentí el agujero en mi echo arder por los bordes, quemando con rapidez mis sentimientos y protegiéndome del frío y lúgubre abismo. Bill había terminado con Lena por 
mí, y yo… yo le había dicho a su hermano que estaba comprometida con Ian. ¿Qué podía ser peor en estos momentos? Ahora todo era silencio en esta casa, y yo sólo quería escuchar bulla, ruidos ensordecedores que cesaran el rumbo de mis lágrimas mojando mi cuello. Encendí la televisión y el rostro de Bill con una sonrisa brillante apareció ante mis ojos.

-“…sí, tal y como la ha confirmado su hermano, la relación de Bill Kaulitz con la cantante Lena ha llegado a su fin, señoras y señores.

-¿Alguien explicó los motivos, o aún quedan por confirmar?

-En su Twitter, Lena explicó que se debían a desacuerdos de opiniones.

-Según la entrevista que le hizo la revista Vogue hace unos días, la relación no dio para más debido al carácter intenso del cantante y…”


Bill lo dijo, había terminado con su falsa novia por mí. Y yo… yo aún le amaba con el dolor de mi alma.


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Disfruten el capitulo! ;-)

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Instagram: little_airplanes

Para quienes quieren psicopatearme por todas partes!

4 comentarios:

  1. Ay Nina! no sabes cuánto me encanta leer tu fic<3 Imaginate desde 2010! Que rapido pasa el tiempo, en fin este capitulo a estado perfecto como todos los anteriores (que desgraciademente no he podido comentar por mi internet basura)
    Lo que mas me gusta es que la Invasora todavía no vuelve con Bill, sí me gustan las cosas lentas.. haha Espero el próximo ;-)
    Por cierto ya te sigo en Instagram, ahora si te stalkeo completamente haha
    küsse

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  2. OMG! Eso estuvo de infarto lo ame y espero que en el proximo si haya algo mas de accion jajajaj un beso

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  3. Me encantooo el cap nina :O estuvieron a punto de besarse pero entiendo q las cosas deben ser lentas.. pero quiero q haya accion entre ellos muy prontoo y q xfiiiiis se entere de una vez x todas q Alexander es su hijo amo tu fiiic y q La Invasora termine con Lan y vuelva con Bill y quiero ver la reaccion de Bill cuando se entere q Alexander es su hijo!!!!

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  4. Hola nina estuvo super bueno el cap me encantoo ojala Bill descubra de una buena vez q Alexander es su hijo y ps ojala el y La Invasora queden juntos.. Tengo 2 cuentas de google pero en esta cuenta en donde me puedo conectar para poder subir caps a mi blog nuevo es el primero q escribo es sobre lobos, y me gustaria mucho q me siguieras Xfiis pasate x mi blog http://darknesslight-fanfic.blogspot.com/ y lo recomiendas pleaseee!!! sube pronto esta super buena la fic!!!

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