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jueves, 16 de enero de 2014

Capitulo 38 (Tercera Temporada)

ALEXANDER

Ya era manía. Nadie me decía nada de lo que pasaba porque temían de mi reacción.  No muerdo, no ladro, no enveneno, no mato. Entonces, ¿por qué no querían decirme nada y hablaban en idiomas desconocidos para mi cabeza? La respuesta era obvia; mamá. Llevaba cinco putos días sin salir, encerrado en casa del tío Erik y sin noticias de ella. Ni si quiera había llamado para saber cómo estaba o para avisarme dónde estaba. Tenía a todos preocupados, el ambiente tenso y casi irrespirable me lo decía sin necesidad de preguntar o ahondar más en el tema.

Bianca era la única que salía y entraba cuando le daba la gana con una sonrisa lastimera porque se sentía culpable de verme acá, bajo siete llaves. No tenía mi guitarra, mis juegos de PlayStation, mi Nintendo… nada. Me lo pasaba en el computador en Bianca descargando películas o juegos y viendo la televisión en busca de alguna película de terror que no haya visto.

Todos los días eran así. Me sentía enfermo y no comía mucho producto de la preocupación. Sé que no soy el único. El tío Erik discute con la tía Rebbeca en otro idioma y luego me miran con tristeza. Sé de lo que hablan porque es más que obvio. Busco como acto reflejo mi teléfono móvil pero no lo tengo, está bajo las manos de mi tío. Ésta mañana llegó el tío Gaspard pero no estoy de ánimo para sus juegos de palabras o preguntas, respondo cortante y me encierro en el cuarto de invitados con un brazo tapándome la vista. ¿Ya dije que me sentía malditamente enfermo? Humm… ni lo recuerdo.

Golpean la puerta, llaman con mi nombre, preguntan algo no sé qué cosa, cierro los ojos y no los vuelvo a abrir. Me sumerjo en un sueño de recuerdos, colores llamativos, risas. Tengo la sensación de que me olvido de algo, que todo lo que quiero está frente a mí pero no lo puedo notar ni ver. Es como si mis ojos se desviaran y censuraran algo que no puedo ignorar… no sé qué es, pero creo que es algo importante.

Abro los ojos en plena oscuridad. Siento mi pulso correr rápidamente y una gota deslizarse por mi sien dejando un leve picor junto a su rastro. La camiseta se pega a mi cuerpo como si fuera un imán. Mi garganta brama por un poco de agua. Me siento en la cama ignorando el repentino mareo, busco en mis pantalones el teléfono. Hum… cinco y treinta de la madrugada. Tengo una llamada perdida de las doce de la noche.

Mamá…

Prendo la lámpara en la mesita de noche, noto que la oscuridad se empieza a disipar en el cielo y rebusco su número dentro de la lista de contactos. Pulso llamar como lo he hecho durante todos estos días en busca de noticias. Siento la música de su celular cerca. Está acá. ¿Enserio está acá? ¿No será un sueño? Abro la puerta de la habitación y vuelvo a sentir la música insistente.

Mierda, está acá. Me pongo unos pantalones y cambio mi camiseta. No hay tiempo para zapatillas. Corro por las escaleras con el pulso aún taladrando bajo mi piel pero ahora de la felicidad. Felicidad que se disiparía a penas hiciera las preguntas correctas y ella se cansara de mí. Escucho voces, sólo hay una luz encendida en toda la estancia y proviene de la sala donde está la chimenea. Su celular sigue sonando, como si todos lo ignorarán hasta que el tío Erik reclama algo en otro idioma y mamá le replica.

Sí, es ella. ¡Es ella por fin!

Cuando me aproximo hasta el marco de la puerta, veo que mamá lee la pantalla diminuta y yo corto. Esas ojeras… Dios, ¿qué había pasado para que estuviese así? Llevaba el cabello húmedo, un gran suéter tejido, unos jeans que me sorprendió de ver en sus piernas ya que nunca usa, y unas botas con cierto aire de vaqueros.

Es raro, pero ella siempre sabe cuándo la observo de principio a fin, sin si quiera verme. Y ésta no fue la excepción. Dejó la taza en la mesa junto a ella y me observó con seriedad, como si procediera a hacer un instructivo de cómo hablar con tu hijo luego de desaparecer por 5 días. Pero yo la necesitaba. Me hizo pasar un puto susto de muerte. Era mi única familia y no podía llegar y enfadarme tan pronto sin si quiera sentir que lo que veía era verdad.

-Alexander –su voz fue un susurro suficiente para los que estaban presentes.

No recuerdo cómo llegué a sus brazos, a esconderme entre sus cabellos húmedos con un dulce olor frutal. Sólo sé que volví a ser el niño que se escondía entre pelo cuando los demás me dañaban o yo necesitaba de ella. Sus manos calmaban las contracciones de mi espalda, acariciaban mi cabello y su boca susurraba palabras dulces. Mis sollozos se hicieron desgarradores, como cuando tienes tres años y te caes de la bicicleta raspándote los codos y rodillas. Joder, realmente no podía parar de llorar como un crío.

Escuché que les decía algo a mis tíos y de repente todo fue silencio a nuestro alrededor. La tía Rebbeca le decía algo mientras mamá alargaba la mano y asentía sonriendo levemente. Me obligó a sentarme junto a ella en el sofá sin despegarme ni un poco de mí. Me ofreció un vaso de agua que mi garganta agradeció con creces. Lo bebí y pude notar el dulzor del azúcar mezclado con ella.

Mamá tarareaba una canción al ritmo de sus caricias mientras descansaba la cabeza en su hombro. Los hipidos y sollozos lentamente se calmaron hasta que pude notar que ya era de día. Debía estar terriblemente cansada a juzgar por sus ojeras, pero en ningún momento despegó los ojos de mí.

-Perdóname por no llamarte. Realmente no podía llamar.

-Te extrañé –confesé  jugando con su pulsera de oro. Un regalo que le hice el año pasado por su cumpleaños.

-Yo también hijo.

-Luces terrible.

-Bueno, hace tiempo que no usaba jeans y…

-No me refiero a eso. Te ves bien tal y como estás. De hecho estás que matas de infarto a quien se te cruce por delante.

-Jajajajajaaaa…

-A lo que me refiero es a tu rostro. ¿Hace cuánto que no duermes?

-Humm… hace tres días atrás.

-Mamá, no puedes seguir con ese hábito terrible de no dormir. Vas a terminar envejeciendo más rápido y…

-Fue necesario, Sascha.

-Humm…

-¿Te portaste bien?

-No soy un crío ma. Y si le llamas portarse bien a no salir a ninguna parte, ni si quiera a comprar al supermercado, bueno, me porté bien.

-Al menos Erik cumplió con su parte.

Me enderecé. Ahora venía la parte jodida de la conversación. Quería respuestas ahora y no estaba dispuesto a sus rodeos maternos de segunda. Algo grave había pasado desde su última llamada y me tenía que enterar.

-Dime qué pasó.

Me observó fijamente y tras sus ojos marrones noté algo terrible e indescifrable. Tomó su taza y la dejó en el centro de la mesa. Estaba ordenando sus pensamientos, lo notaba a leguas. Tomó mis manos y me miró fijamente a los ojos. Al parecer sí me lo diría.

-Quemaron nuestra casa.

Vale. ¿Cómo fui tan tonto para que no se me pasara esa idea por la mente? ¡Por algo estaba aquí! Apostaría a que a mis neuronas les dio por andar de fiesta y no procesar la información que debían. Mierda, nuestra casa, mi guitarra, mis pertenencias, las joyas de mamá, los documentos y… no, por suerte tenía mi billetera conmigo.

-¿Qué pasó con la caja fuerte donde guardabas los documentos importantes y tus joyas?

-Por suerte no la encontraron y no le pasó nada, pero más de la mitad de la casa está totalmente destruida.

-¿Y Aki?

-Lo llevé conmigo. Necesitaba que rastreara pólvora o cualquier cosa que pudo haber iniciado con las llamas.

-¿Dónde está?

-En el patio –sonrió señalando un ventanal frente a nosotros.

-¿Quiénes fueron?

-No lo sé –murmuró y pude sentir la impotencia de no poder vengarse como quería. Su sangre debía hervir demasiado pero no podía hacer nada mientras no supiera quien fue-. He estado todos estos días dando vueltas por las mafias que conozco para saber sobre operaciones, hablé con mis contactos privados y nadie sabe quién fue. Aún no están en las épocas de venganzas.

-¿Y cómo supiste que fue intencional? ¿Los bomberos te dijeron algo?

-Sí. Revisaron las conexiones eléctricas y el gas. Todo estaba en orden. Y mientras daba vueltas con Aki, encontramos una mini granada.

-¡Mierda! –o mi casa está hecha de algún material demasiado bueno, o la potencia de la mini granada fue muy poca... si no fuera por eso, habría destruido todo el vecindario y ya estaríamos en las noticias -. Espera… ¿y la policía?

-Sólo hicieron un reporte completo y constataron lesiones. Dijeron que investigarían el caso pero la verdad es que sé que no se meterán.

-¿Por qué?

-Porque pagué para quemar los papeles del caso a uno de mis contactos.

-¿Estás loca? Ellos eran la ayuda perfecta y tú…

-No arriesgaré más de lo que ya he arriesgado.

-Estoy bien, ma. Estaba en casa de Cassandra.

-Tu perro estaba ahí.

-Lo sé pero lo entrenaste demasiado bien y…

-No, Alexander. No hay excusas.

Tomó la taza con su contenido ya frío y se levantó. No estaba enojada, ni había pesar en sus ojos… sólo cansancio. Me levanté sin querer dejarla ir por temor a que se fuera de nuevo y me dejara en prisión preventiva en esta casa hasta nuevo aviso. Tomé su muñeca y me observó atenta, sin molestia ni nada.

-Yo…

-¿Qué pasa, Sascha?

-¿Dónde viviremos ahora?

Suspiró sonriendo o quizás burlándose de mi expresión avergonzada. No sabía si era apropiado preguntar eso a estas alturas, pero realmente  me incomodaba toparme con Bianca a cada minuto y ser vigilado incluso cuando tomo un sorbo de café. Tener todos los ojos sobre mí era terrible.

-De eso me encargaré mañana.

-O-ok. Ve a descansar, ma. Luces como la novia de Frankenstein.

-¿Así de terrible?

-Ajá.

-Humm… bueno, espero despertarme en un par de horas más y…

-No. Tú duerme. Descansa por un día y sueña todo lo que no has soñado en no sé cuántos días –besé su frente y la empujé escaleras arriba esperando a que captara mi orden-. Primera puerta de la derecha.

-Vale.

Al menos ahora tenía la consciencia tranquila de que mamá estaba en casa y podría disfrutas un poco de lo que quedaba de mi prisión.



ANDREA

Dicen que el alcohol despierta tus sentidos, tu verdadero yo y aquellas emociones que ocultas bajo siete llaves en un rincón olvidado de tu memoria. Leí la nota de (name) sobre los acontecimientos ocurridos mientras tenía mi mente alcoholizada y adormecida. Realmente sentí que había perdido lo poco y nada de orgullo que me quedaba frente a mi amiga y Bill. En especial este último. ¿Cómo fue eso de que me cargó hasta la cama? ¡Agh! De ahora en adelante pondré todo tipo de bebida alcohólica a cien kilómetros de distancia. Ya bastantes problemas tengo con los Kaulitz como para añadirle que cargaran con una Andrea borracha para todas partes.

Mi cabeza estaba que explotaba con todo lo que bebí, y por la hora que puso en la nota, asumo que sólo he dormido tres horas. Tragué las dos aspirinas que tenía en mi mano y bebí completamente del vaso con agua hasta dar con los cubitos de hielo para triturarlos con mis dientes y sentir unos bienvenidos escalofríos.

Volví a la cama, me puse el pijama y saqué del cajón una antigua foto de mi matrimonio. Yo, completamente de blanco con un vestido bellísimo y delicado, siendo abrazada y sostenida por Thomas, quien vestía un traje negro hecho a su medida y con el que según él se veía como “un tonto retrasado con pintas de gay”, pero un tonto que hasta el día de hoy amo con toda mi alma.

Quien atacó primero nuestra relación fui yo.


“-¿No entiendes? (Name) no volverá –exploté frente a ambos. Observé a Bill con los ojos abiertos y tapé mi boca a penas solté las palabras. Mierda, fui muy lejos.

Me levanté del sofá, lista para ir a la cocina a preparar el almuerzo de Cassie. Sentí pasos tras de mí que no me dejarían en paz. Yo y mi boca, siempre cagándolas desde el comienzo de mis tiempos. Pero fue inevitable. Estaba totalmente cansada de ver a Bill ahogándose en sus pensamientos autodestructivos, afianzándose de una vida imaginaria junta a (name) basada en preguntas  del tipo ¿habríamos tenido un varón a una nena? ¿Cómo habría reaccionado si le hubiese propuesto matrimonio, me habría dejado ahí? ¿Habríamos adoptado una hermosa niña asiática de ojos rasgados o ni pequeño africano de piel bella y oscura? ¿Qué color habría usado en su vestido de bodas? Realmente era terrible ver a Bill en un estado mental tan depresivo y contagioso.

-¿Qué sabes tú? –insistió apretando mi muñeca fuertemente sin dejarme escapar.

-Me haces daño Tom –gemí retorciendo mi muñeca, pero él no aflojaba.

-Andrea, dinos qué sabes –murmuró Bill desde el marco de la puerta sin querer acercarse más. Podía notar sus ojos atentos y grandes mirarme, como queriendo captar cada expresión mía.

-¡Joder, Thomas me haces daño! –chillé observando a nuestra hija a través de la ventana jugando en la hierba.

-Suéltalo entonces. Suelta todo lo que has guardado durante todos estos putos años –gruñó apretando aún más.

-¡Ah! –grité soltando algunas lágrimas del puro dolor.

-¡TOM! –gritó Bill haciendo que su hermano por fin me soltara de su tortuoso agarre.

-Habla –me ordenó.

-No hay nada más que decir –dije retrocediendo lo suficiente para que Tom no me alcanzara.

-¿Cómo que no hay nada más que decir? Acabas de soltar una mierda que en todos estos putos años no has dicho. Sabes cuán importante  y delicado es el tema de (name) y tú nos ocultas cosas.

Tiró un vaso que había sobre la mesa contra la pared a su lado. Vi el cristal esparciéndose por todo el suelo a nuestros pies. Sentí a nuestra hija llamándome, pero Bill acudió a su llamado dejándonos completamente solos. Bill era su compañero de juegos, así que probablemente prefiera su compañía a la mía. Me acerqué a la ventana cuando vi a Bill junto a Cassandra. ¿Cuánto daño le habría ocasionado a Bill el retomar el tema? Sin embargo sonreía, sonreía por Cassie, quien sonreía a la vez por Bill. Su risa era un encanto, Bill la tomó entre sus brazos y a dirigió al árbol más cercano haciendo rozar las hojas por en cabecita llena de risos rubios.

-Por favor Andrea –murmuró Tom a mi lado observando el mismo panorama que yo-. Hazlo por Bill.
Por Bill… por el compañero de juegos de mi querida niña. Por aquella sonrisa que ya no mostrada a excepción de la presencia de Cass. Por aquel corazón destruido con su repentina marcha.

-Ella no quería irse, pero se vio obligada.

-¿Por quién?

-No lo sé.

-Andrea no…

-¡Que no lo sé Tom! –Le encaré viendo directamente a sus ojos-. Sé lo mismo que ustedes, sólo que los motivos… no los puedo decir.

-¿Por qué?

-No insistas, simplemente no puedo. Es por el bien de nuestra hija, el de ustedes y el de la banda.

-La banda está bien, todos estamos bien. No exageres las cosas después de años desde su partida.

-No las exagero. Es la grave e importante que no estoy dispuesta a revelar.

-Imagino que también sabes donde se fue.

-¿De qué te servirá? Sabes que ya no está ahí. De hecho, ya no sé ni donde está.

-Y ese mafioso…

-Pantera.

-Pantera debe saber.

-Ya no soy bienvenida ahí.

-Mierda… -se dio la vuelta empezando a caminar por la cocina hasta apoyarse contra la mesa principal de mármol.

-Lo siento Tom, yo…

-No, Andrea. No puedo perdonarte algo tan grave. –su voz fue ronca, ajena al cariño que siempre exponía con sus palabras. Me observó con ojos dolidos que rompieron algo en mí, o en nosotros-.Estoy decepcionado, ¿sabes? Durante todos estos años he creído que nuestra relación está basada en la  honestidad y ahora sales con esto. ¿Sabes el daño que has ocasionado en Bill, Andrea? ¿Realmente lo sabes?

-Thomas, no quise…

-No, tú nunca quieres dañar. Pero de repente explotas y eres peor que una puta bomba nuclear. Quizás cuántas cosas más has ocultado, cuántas cosas que yo y Bill deberíamos saber. Y tú… ¡Ni si quiera tomaste en cuenta los sentimientos de Bill!

-Sabes que siempre…

-No, Andrea. Ya no sé qué pensar de ti.”



Y luego, fue él quien dio el golpe final y destructivo. Aquel que mató todo lo que hemos construido a lo largo de los años, nuestra pequeña familia, la poca confianza recuperada luego del primer impacto. Y… ya todo está dañado.



“-¡Ya volví! –avisé terminando de cerrar la puerta.

Había sido un día terriblemente jodido en el hospital. Hubo una balacera por los barrios bajos y enviaron a los heridos más graves a nuestras instalaciones, por lo que no pude rechazar el turno debido a la falta de personal. Sentí las manos acalambradas con tanto trabajo. Atendí fácilmente a unas veinticinco personas en todas las catorce horas que estuve en el área de emergencias y cuidados intensivos.

Rogaba por un tiempo para mí en la bañera de nuestro cuarto, cubierta de aceites y burbujas, una copa de vino y un marido que me hiciera sonreír con sus besos. Pero la casa estaba en silencio, en uno ensordecedor que realmente me parecía de lo más extraño ya que siempre estaba llena de bulla.

Me quité los tacones y los sostuve con una mano mientras con la otra marcaba al celular de Tom. Seguramente Cassandra se metió en problemas y él tuvo que responder por ella. No me sorprendería. ¿Y Bill? Bueno, debía estar en el estudio o con su nueva novia de nombre extraño y hoyuelos en las mejillas. Escuché al terrible rapero de su tono de timbre rapear desde la segunda planta. Humm… debía estar en nuestro cuarto. Sonreí ante la imagen de mi esposo sonriéndome desde la cama e insinuándome cosas perversas ¡qué guarro sería!

Fui a por una copa de vino observando una nota en uno de los muebles de la cocina que indicaba que Cassandra llegaría más tarde ya que tenía práctica deportiva. Bueno, mientras llegara a cenar con hambre, todo bien. Subí las escaleras, pero a mitad de camino escuché un gemido ronco provenir de nuestro cuarto. ¿Acaso se estaba tocando? Oh, eso sí que sería una sorpresa ideal para cambiar el rumbo de mis pensamientos.

Continué a paso lento oyendo que la cama crujía demasiado como para ser una simple masturbación masculina. Thomas no era tan salvaje a no ser que… no, me prometió ser fiel y realmente dudo que rompa una promesa eterna como lo es ésta.

Él no sería capaz de algo así, me ama tanto como yo a él y… no. Ese gemido agudo y tan femenino no podía ser de él. Caminé más rápido hasta nuestra habitación. ¿Estás segura de esto, Andrea? No lo sé ¿Realmente quieres ver algo que no sabes si es bueno o malo? Hay que ver para saber ¿Y si fuera simplemente la televisión? Lo sabría y no me matarían los putos nervios ¿Realmente estás segura, de verdad lo crees? ¿Estás completamente segurísima? Ya joder!

Tomé el picaporte y lo giré abriendo la puerta completamente.

Algo en mí se rompió. Algo crujió dentro de mí y se hizo trizas. Sentí dolor, uno estremecedor y terrible que recorría mis venas y me calaba los huesos. Todos estos años de matrimonio, de completa fidelidad, amor y confianza… todo estaba completamente destruido. El anillo de bodas picaba y pesaba en mi dedo, seguramente ya sabía que no sería mío.

Aquellos cuerpos unidos y entrelazados en una danza que creía propia de Tom y yo. Él la besaba y aplastaba su cuerpo acariciándola y acallando sus gemidos contra su boca. Ella, se un pelo rojo, liso y largo enredaba sus dedos en sus cabellos y rasguñaba su espalda. Me sentía como una intrusa, no, era una intrusa en un mundo que ya no me pertenecía. Todo lo que quedaba se nuestra relación se había roto para siempre, por mucho que me doliera.

La copa de cristal se deslizó entre mis dedos y se rompió derramando su contenido en el piso. Ambos me observaron repentinamente asustados, temblorosos y sorprendidos. ¿Quién era aquel hombre sobre esa mujer? ¿Qué había hecho con mi esposo? ¿De dónde salió ese monstruo que de un segundo a otro destrozó mi vida?

-Andrea…

No, ya no quería oír nada. No quería escuchar mi nombre en sus labios porque me romperían más de lo que ya estaba. Ella cubrió su cuerpo con las mismas sábanas en donde nos uníamos y nos entregábamos al máximo, demostrándonos un amor cuya existencia empiezo a dudar. Él se levantó, se puso unos pantalones a la rápida murmurando algunas cosas a Ria. Sí, la conocía de antes. De hecho, él me la presentó en una fiesta de algunos de sus amigos. Ahora entiendo que todo esto empezó desde hace años.

No quise ver más, no era necesario. Si lloraba sería lejos de sus ojos, lejos de su mirada y sus excusas. Bajé las escaleras lo más rápido que pude ignorando una pequeña herida en mi pie tras pisar el cristal roto. Tomé las llaves del auto, mi bolso y cuando iba a cubrir mis pies sentí su brazo ayudándome a mantener el equilibrio.

-Puedo explicarlo, Andrea –murmuró con la voz agitada y ronca.

Rehuí de su tacto, ¿qué cosas habrá tocado en ella con las mismas manos? No quería ni pensarlo. Cuando logré encajar el segundo tacón, tomé los lentes de sol y salí ignorando sus llamados insistentes. Desactivé la alarma del todoterreno, dejé mis cosas en el asiento del copiloto y cuando iba a por la otra puerta me aprisionó contra el capó del auto.

-Escúchame –gruñó tomando mis muñecas como años atrás había hecho.

-¿Qué quieres que escuche Tom? ¿Qué mientras yo trabajo fuera de casa llega tu amiga o amante o lo que sea a ocupar mi lugar? ¿Qué sólo la quieres para saciar tus necesidades fisiológicas? ¿Qué no la amas?

-Andy…

-¡Que no me llames Andy! –le grité tironeando de mis muñecas para liberarlas.

-¡Pues escúchame de una puta vez! –Gritó aumentando la presión en mis muñecas, me quedé callada cediendo a su petición mientras calmaba mi respiración-. Siento que hayas visto esto in antes explicártelo porque realmente quería hacerlo. Hace tiempo lo nuestro no va bien, específicamente desde lo que nos contaste de (Name). Estoy confundido, Andrea… no sé si amarte u odiarte. Y de repente conocí a Ria y siento que todo es más claro porque no tengo que lidiar con el hecho de estar casado y atado a ti. Quería decírtelo pero nunca encontré el momento apropiado para dejar claro que no podemos seguir así. Te quiero, Andrea. De eso estoy seguro pero…

Mi mano fue más rápida que su propia lengua. Mientras hablaba me había soltado de su doloroso agarre. Un dolor de mi pecho se expandía por todo mi cuerpo, un dolor que jamás sentí en toda mi vida. El dolor de un corazón roto y de un amor destrozado. Mis manos temblaban y mis uñas se enterraban en las palmas produciéndome un daño sordo que realmente no sentí. Sus ojos me miraron fijamente con la sorpresa plasmada en ellos. Jamás le había pegado en todos estos años, ni si quiera abofeteado como ahora, y creo que él también lo notó.

Las lágrimas se empezaron a acumular nublando mi vista, su mano tocó mi mejilla y yo la aparté de un solo manotazo. Ya no quería su afecto falso. Me separé de él, limpié mi rostro con mi antebrazo sin importarme el maquillaje corrido y abrí la puerta del auto.

-Espera, no puedes conducir en ese estado.

-Mejor para ti –mi voz sonó quebradiza y agresiva.

-¡Por la mierda, Andrea, puedes tener un accidente y…!

-Y te quedarás con tu amante ¿verdad? Tan simple como eso. Te quedarás con Cassandra y la mujer que no te mantiene atada a la que amas.

-No lo veas…

-Da igual, Tom. Dejaste bien claro que lo nuestro murió.

-Pero yo aún…

-¡Te odio Tom! ¡Te odio desde mi alma por arruinarme la vida!

Puse en marcha el vehículo, la portón eléctrico me dio el paso y a pesar de los gritos insistentes de Tom a mis espaldas, eché a correr hasta la calle principal saltándome señalizaciones y semáforos. Manejé sin rumbo por la autopista principal ignorando las llamadas entrantes de mi celular, simplemente estaba asimilando el orden caótico de las cosas. Los mío con Tom, lo nuestro, había terminado para siempre. Una simple familia rota, una más en el mundo.

Cuando las lágrimas nublaron mis pensamientos, estacioné a la orilla activando el freno de manos y dejando la llave en el nivel de contacto. Era la primera vez que lloraba como nunca, que mi garganta se desgarraba con los sonidos lastimeros que acompañaban mi respiración discontinua y los hipidos. Apoyé la cabeza al volante, dejé mis brazos colgar y a mi mente rememorar las palabras de Tom y la escena que me abrió los ojos ante los verdaderos sentimientos de quien alguna vez creí que sería mi esposo de por vida.
Todo había terminado… todo.”

Éramos dos monstruos que se destruyeron entre ellos. Él me odiaba y yo… ¿para qué seguir mintiéndome entre las paredes de mi departamento? Yo lo seguía amando pese a que no me correspondía en lo absoluto. Ria era su mujer, y yo simplemente significaba un estorbo para él. Cassandra era la única que nos unía tras nuestro divorcio. La preocupación por la niña que criamos. Y cuando Cassandra sea independiente o vaya a la universidad, ya no habrá motivos que nos unan. Sólo me queda un tiempo para verlo y luego… adiós para siempre, Thomas. Adiós para siempre.


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Bueno, ahora ya saben lo que pasó entre Andrea y Tom. Disfruten el capítulo y espero que les guste ;-)

6 comentarios:

  1. ay por dios casi lloro que capitulo estuvo maravilloso y espero que subas pronto pinche ria LA ODIO JAJAJAJ un beso

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  2. Sigo en shock, no esperaba un capítulo así. Nos dejas unas semanas y luego vuelves con esto, increíble, Nina. He disfrutado mucho este capítulo, definitivamente uno de mis favoritos, no sé me gusta el drama :)

    Saludos y disfruta de las vacaciones!

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  3. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
    me muero muerta por dios nono pobre andy :( que horrible que horrible nono me he puesto a llorar se supone tenian que estar juntos pero no :( pobresita
    que problema donde viviran? que ,miedo quien habra sido el culpable QUE INTRIGAAAAAAAAA
    que bien que la hayas seguido estaba depresiva porque no subias cap jajjaa pero espero que subas pronto porfis u.u
    el cap estuvo increiblosooo enserio que lo ame pero me dio pena :'(
    ya que espero que la sigas pero ya :) SIGUELA!!
    cuidate ;)

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  4. ahhh llore a mares siguela pronto por favor

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  5. Quiero que describas mas la historia de Andrés y Tom, Tom siente lo mismo o que fue lo que pensaba Tom cuando la engaño?, y que paso después con el Obvio, Cass sabe la verdad de la destrucción de su casamiento? Sigue !!

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  6. D= gooott no puedes dejarnos asi!!! waaaa D= que paso con TOM!? :c Cassy sabe?? T.T que hizo Bill luego de dejar a Tn D= vio el incendio AMAS DEJARNOS CON INTRIGA!

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