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viernes, 24 de enero de 2014

Capitulo 39 (Tercera Temporada)


INVASORA


-Como usted bien sabrá, la ciencia ha ido avanzando a pasos enormes en los últimos diez años. Se han creado medicinas y curas para muchas enfermedades, se han prevenido patologías bizarras y muchas cosas más que me demoraría una eternidad en nombrar.

-Prosiga, doctor.

-Te he analizado durante años, (name), tratando de entender tu nivel de razonamiento y el de mi colega que te atendió durante tu adolescencia, según lo que me relatas. Realmente tu caso es complejo debido a la falta de información médica, ya que sólo cuento con lo que me indicas de acuerdo a lo que recuerdas y a los nombres de los medicamentos que has tomado para controlar la neurosis.

-No logro entender con tanto rodeo –me quejé cruzándome de brazos.

-Bueno, tal y como te conté al principio, estoy en Berlín debido a que estoy dirigiendo un doctorado para profesionales y han solicitado de mi ayuda para liderarlo.

-Doctor…

-Déjame explanar correctamente mis ideas porque por muy psiquiatra que sea, también necesito explanarme correctamente –sonrió amablemente enderezándose en el sofá frente a mí.

-Está bien –murmuré tamborileando los dedos.

-No te pongas ansiosa, ese movimiento de dedos podría producirte una futura tendinitis –se burló tomando de su taza de té verde.

-Será mejor que siga con su relato.

-Debido a la complejidad de tu caso, decidí compartirlo con otros colegas para ver si mi conclusión era correcta. Les mostré los videos de nuestras sesiones, los exámenes, y todo lo que respecta a ti. Ellos fueron muy decisivos al respaldar el diagnóstico, por lo que me di la libertad de llevarlo a un hospital psiquiátrico en Núremberg.

-¿Y qué pasó ahí?

-Concluyeron lo mismo que todos los psiquiatras que vieron tu caso detalladamente. Nunca tuviste neurosis, fue un diagnóstico completamente errado.

Me ahogué con el té que acababa de tomar obteniendo una tos asfixiante. Todo este tiempo, todos estos años, todos esos pensamientos ¿y no tengo neurosis?... ¿qué está pasando? Porque era claro que antes no podía ni controlar mis arranques de ira y que me encerraban debido a que era un peligro andante ¡yo misma estaba consciente de lo descontrolada que estaba! En mi cabeza todo estaba mal cuando mataron a mis padres, ninguna pieza encajaba con la otra porque simplemente no había un orden lógico de mis pensamientos. He tomado por años diferentes medicamentos para calmar la ansiedad, asistido miles de veces a ver al doctor Harrison para un control mental que me diga que sigo estando cuerda y ahora…

-¿Está… completamente seguro? –murmuré dejando la taza en la mesita frente a mí.

Los brazos me pesaban, me sentía repentinamente hecha de plomo o algún metal pesado. Nada encajaba, absolutamente nada. ¿Cómo puede ser que diferentes personas hayan llegado a la misma conclusión respecto a mí? Se paró y prendió su televisor, se metió a diferentes carpetas hasta dar con una donde se veían diferentes figuras.

-Quiero que veas cómo actúa una persona que tiene neurosis por más de diez años.

Activó el video y mis ojos no podían creer lo que veían porque me confirmaban las palabras del doctor. Mujeres y hombres, daba igual. Todos tenían aquella especie de paranoia mientras hablaban, limpiaban sus asientos antes de sentarse y sus manos al saludar al doctor frente a mí. Se irritaban cuando pintaban y se salían de los bordes, se irritaban con facilidad, preguntaban detalles mismos de los objetos que habían a su alrededor, ordenaban secuencias con rapidez, facilidad y casi histerismo. ¿Por qué nunca me di cuenta de que no encajaba dentro de este grupo de neuróticos? La lista de acciones seguía; vomitaban, pedían ir al baño, mordían sus uñas, despeinaban y peinaban su cabello, no podían quedarse quietos.

-Sólo en un video te mostraste nerviosa, pero fue porque tu hijo se empezaba a dar cuenta de lo que eres en realidad –detuvo el video en la imagen de una mujer de ojos muy abiertos-. Así estarías tú si realmente padecieras de neurosis. Si bien no la catalogan como una enfermedad mental, puede terminar como una, y tú estás lejos de ello.

-Entonces… Dios, realmente estoy confundida.

-Es normal. Cualquiera lo estaría si se da cuenta de esto.

-Tengo un hijo cuando me dijeron que soy infértil, y ahora me entero de que la neurosis que me diagnosticaron no era eso… ¡esto es una locura!

-Lo sé.

-¿Y qué pasa con lo que me sucedió en la adolescencia luego de que mataran a mis padres?

-Se llama depresión.

-¿Qué? –de un cuadro clínico a otro, ¡este era mi día de suerte!

-No todos reaccionan de la misma manera cuando se enfrentan a una condición tan dolorosa como la pérdida de los padres. A eso debes sumarle que fuiste raptada y obligada a vivir en un régimen donde el más fuerte sobrevive. Tu reacción fue una mezcla de desesperación, angustia y depresión. No hay más.

-¿Eso quiere decir que…?

-Eres normal. Estás sana y n debes tomar nada. Si te dan ataques de ansiedad, es normal, a todo el mundo le da. Y lo que tuviste cuando viste a un ex novio fue eso, estabas tan ansiosa que reaccionaste de forma alterada y a la defensiva.

-¿Y qué paso con esa depresión que usted dice?

-¿Qué pasó para que volvieras a sonreír y olvidarte de la muerte de tus padres?

-Yo…

Bill, apareciste en mi vida… Oprimí una sonrisa ante el simple pensamiento.

-Las distracciones ayudan más que los antidepresivos –me guiñó un ojo y apagó la televisión.

-Entonces no debo tomar más pastillas.

-Te recomendaría que mañana te tomes la mitad de una, al día siguiente un cuarto, y luego no la tomes nunca más. Así el cambio no será tan drástico –nos levantamos al mismo tiempo dando por terminada la sesión, tomé mi bolso y lo colgué de mi hombro derecho-. Ya tienes mi número si deseas contactarme en caso de problemas o dudas.

-¿No más sesiones?

-No lo veo necesario –se encogió de hombros abriéndome la puerta mientras se subía los lentes.

Ya en mi auto, ignoré todo a mi alrededor mientras recordaba las palabras del doctos Harrison. Sentía que estaba en un punto muerto donde no había palabras correctas. Debería estar feliz, pero me sentía jodidamente confundida. ¿Diagnóstico erróneo? ¿Cómo se supone que debo asimilar un error médico que he llevado durante mi vida? Dios… insisto en que debería estar feliz pero estoy mal.

Y sin quererlo comencé a llorar como una niña descontrolada. Y afuera… afuera comenzó a llover. Quizás el destino se había puesto de acuerdo conmigo a modo de burla, pero yo no le veía la gracia. Tenía una llamada perdida de Gaspard que ignoré junto con la de Andrea. Alexander se encontraba en el instituto por lo que tendría tiempo suficiente para descargar lágrimas en nuestro departamento nuevo, ni si quiera tendría a Aki ya que ahora estaba con Erik.

Encendí el auto, activé el limpia parabrisas y me dirigí rumbo a la autopista central. El doctor dijo que las distracciones habían cambiado el rumbo de la depresión, que algo había cambiado mi manera de pensar haciendo que quedara en el olvido la muerte de mis padres. Durante todos los años de entrenamiento estuve pensando en ser la mejor, en hacerme fuerte a base del dolor que sentía. Y luego conocí a Bill y todo lo que me importó fue protegerlo de lo que era y de mi mundo. Bill fue quien me cambió, entonces. Su manera de ver la vida, sus besos, sus palabras, su risa… la forma en la que me llamaba… todo él me cambió. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más puedo agradecer? Y luego llegó Alexander para reemplazar el lugar de su padre y curar las heridas. Ambos me ayudaron a sanar. Bill y Alexander. Padre e hijo.

El semáforo cambió a rojo, el auto frente a mí paró en seco y rápidamente calculé el tiempo con la distancia. Sólo pude aminorar el resultado.

-¡MIERDA! –sentí el impacto del metal chocando contra el metal, el airbag se accionó y estampó mi cabeza contra el asiento.

¡Qué tonta! ¡Lo que más piden es concentración y yo acabo chocando a un tipo en pleno semáforo! Escuché gritos junto a la lluvia, una sobra acercarse mientras yo quitaba de mi rostro la puta bolsa con aire. Era excelente conductora, ¿y la primera vez que fallo es en un semáforo? ¡Qué patético! ¡Y más a mi edad!

-Puto auto –maldije logrando hacer a un lado la bolsa y quitarme el cinturón de seguridad.

El tipo de afuera llamaba con su teléfono a alguien mientras esperaba a que saliera del auto. Lo que menos quería escuchar eran puteadas de otros. Al menos sabía que mi cuenta tenía demasiados ceros para comprarle el mismo auto en un modelo nuevo, por lo que no me preocupaba lo de sus condiciones, seguro, etcétera. Simplemente quería que las cosas fueran tranquilas y no me dijera algo como “¿¡Dónde mierda tienes los ojos!?”. Suspiré y abrí la puerta saliendo a la lluvia con solo uno vestido blanco, tacones y mi dignidad.

-Mira, lo siento –empecé mientras cerraba la puerta del auto y veía que la punta de mi auto estaba prácticamente incrustada en el culo del suyo lo que me pareció algo gracioso-.  Frenaste rápido y mi auto no alcanzó a frenar a una buena distancia y bueno, yo…

-¿(Name)?

Su voz, ¿por qué se me hacía tan conocida? Joder, entre la lluvia,  la cortina de cabello mojado que me tapaba la vista y el frio, no tenía mucha elección para pensar con claridad el origen de la voz. Volteé la cabeza encontrándome con aquel piercing en el labio, las mismas cejas, un lunar en su mejilla y esa sonrisa que creía olvidada. ¿No debería odiarme por ser uno de los motivos por el cual terminó con Andrea? ¿Por qué de repente sonreí de oreja a oreja ignorando que su auto estaba destrozado?

-Hola –traté de sonreír, traté.

-¿No nos vemos hace años y tú lo único que dices es “hola”? ¡Ven acá! –me empujó hacia su cuerpo y me abrazó mientras reía.

Realmente no le veía la gracia a esto. ¡Choqué su auto! Hay que tener dos dedos de frente para abrazarme cuando en realidad debería odiarme por arruinar su auto. Pero ahí estaba él, cubriéndome con sus brazos. Sentía mi pelo gotear y el agua meterse en las partes más increíbles de mi cuerpo. ¿Por qué me puse un vestido? Ah, amaneció soleado. Me separó observándome de pies a cabeza y luego me facilitó su casaca sin decir nada.

-No creo que a Bill le guste que se exhiba tu ropa interior –sonrió aguantando la risa.

Observé mi vestido que ahora resultaba ser una perfecta transparencia pegada a mi piel, por lo que cubrí todo lo que pude con su prenda. Me sentí avergonzada y sin palabras mientras observaba a ambos autos con abolladuras gigantes.

-¿Estás bien? –me preguntó-. Te noto muy callada.

-¿Será porque no nos vemos hace unos dieciocho años y que acabo de chocar tu auto?

-Ah… lo olvidaba –observó nuestros autos y a la gente alrededor de nosotros señalando al guitarrista famoso y a la mujer cuya ropa interior quedó descubierta-. Bueno, da igual.

-¿¡Qué!? ¿Estás loco? ¡Acabo de arruinar a tu auto!

-¡Bah! Lo material da igual, me importa que tú estés bien.

-Estoy bien –afirmé.

-Bueno, ya llamé a una grúa para que se lleven tu auto y el mío. Sólo tenemos que esperar –miró de nuevo a su alrededor y sonrió-. Te invito a un café.

¿Qué tienen en la cabeza los Kaulitz? Cada uno con su rollo. Incluyendo a mi hijo, por supuesto.

-Si no aceptas, realmente me sentiré ofendido. Y hace frío… y llueve mucho.

-Está bien –murmuré caminando detrás de él con la cabeza agachada ante los espectadores.

Al parecer, al entrar en la cafetería, le hicimos el día (o Tom se lo hizo) a la dueña, quien nos atendió personalmente cerrando las puertas para que no entrara más gente al local. Nos sentamos en la mesa más apartada por petición de Tom, quien además pidió chocolate caliente para ambos.

-Sigues igual –dijo sin parar de observarme mientras revolvía su taza.

-Me gustaría poder decir lo mismo de ti –sonreí a medias mientras miraba su apariencia y sus brazos con tatuajes.

-Bueno, a veces Bill influencia demasiado –se rió mientras giraba los brazos para una perspectiva mejorada.

-Hmm…

-¿Pasa algo? Tú nunca has sido totalmente callada o seria, más bien…

-¿Por qué me hablas? Fui yo la culpable de que tu matrimonio con Andrea no resultara, Tom. Huí de tu hermano y le ocasioné mucho daño a tu familia, ¿cómo puedes hablarme sabiendo eso?

Pestañeó rápido sorprendido de mis palabras. Observé avergonzada mi taza con chocolate humeante. Definitivamente este era uno de esos días que preferiría olvidar y enterrar en un hoyo muy hondo. Le oí suspirar con pesadez, como si se hubiese estado guardando todo este tiempo detrás de esa sonrisa.

-Yo fui quien hizo que nos separáramos. Fui el factor detonante, y ella lo sabe.

-Pero ella me dijo que…

-Tú no tienes la culpa de eso. De otras cosas sí, pero de esto no.

Lo observé fijamente, sintiéndome podridamente culpable por dentro porque sabía que decía eso sólo para hacerme sentir mejor. Tomó mi mano, deteniendo el rumbo destructivo de mis pensamientos como si me conociera lo suficiente. Sonrió, pero la sonrisa no tocó sus ojos tristes que parecían guardar una pena inmensa en ellos.

-Lo que sea que te haya dicho ella o mi hermano es mentira. Realmente yo jodí nuestra relación.

-¿Por qué?
-Calentura –dijo encogiéndose de hombros. Guau, realmente lo tenía asumido-. Me metí con mi novia actual estando ya casado con Andrea. Me sentía presionado con el sólo hecho de portar un anillo de bodas en mi dedo y tener que ser un padre responsable. Me sentía… anti yo.

-Y te metiste con Ria.

-Sí. Al principio no le tomé mucha importancia porque éramos como “follamigos”, ¿entiendes? Pero al final creí enamorarme de ella y por eso sigo con Ria.

-Espera, ¿”creíste”? ¿Acaso ya no?

-Tengo al fiel retrato de ella en mi casa –sonrió levantando las manos-. Mi hija Cassandra es la viva imagen de ella, y cuando la veo siento la necesidad de pelear con ella y discutir por cualquier tontería.

-Aún la amas –sonreí notando que sus mejillas se ruborizaban-. ¿Y qué hay de Ria? ¿Aprendiste a quererla un poco?

-Yo… no creo poder querer a alguien que no quiera a los demás –murmuró con su voz gruesa, más que la de su gemelo.

-Pero llevas años con ella.

-Lo sé –suspiró algo hastiado de la conversación por lo que me obligué a callar.
Tenía hambre, y sólo lo pude notar cuando pedí una segunda taza de chocolate caliente. Tom me hablaba sobre todas las cosas que han pasado con la banda en los últimos años, y en cómo su hija se codeaba amistosamente con otros adolescentes famosos además de imponer moda en las chicas de su edad. La grúa que se llevó ambos vehículos llegó a la media hora después, firmamos unos documentos y Tom se rehusó a que pagara por arreglar su auto.

-Qué curiosa la forma en que lo chocaste –se rió y levantó las cejas en juego.

-Quedaron incrustados –me avergoncé mordiendo mi labio inferior para contener la risa.

-Esto lo tiene que ver Bill –sacó su teléfono del bolsillo y fotografió en distintos ángulos el choque-. Se va a matar de la risa cuando vea las fotos.

El conductor y el corredor del seguro automotriz preguntaron por los últimos detalles de la compra de ambos vehículos y se fueron junto a la grúa. No me serviría esperar a que el auto esté completamente arreglado cuando el daño había influido en el motor, por lo que lo mejor sería venderlo y comprar uno nuevo que sólo se demoraría un día en llegar a mis manos. Saqué mi billetera viendo si venía algún taxi para llegar a casa, pero al parecer la lluvia les producía alergia a los choferes.

-¡Eh! –Me llamó Tom desde la entrada de la cafetería- no te preocupes por un taxi, ya llamé a mi chofer privado.

-No es necesario, Tom. Creo que ya has hecho suficiente por mí.

-Bueno, yo creo que aún tenemos una conversación pendiente y que no estoy dispuesto a dejar pasar, así que te conviene no tomar ningún taxi y esperar conmigo. Además, está lloviendo más fuerte y pescarás un resfriado.

-No tenemos ningún tema pendiente.

-¿Ah no? Creo que tu memoria está fallando. Mejor entremos y resolvemos esto, a fin de cuentas, me debes un favor muy grande por no cobrarte nada por mi auto –tomó mi mano y me introdujo de nuevo dentro del local.

Ésta vez, nos sentamos juntos, no frente a frente, así nadie nos escucharía o eso pensé por su repentina cercanía. La yemas de mis dedos estaban húmedas, sentía las gotitas de agua deslizarse de mi cabello a mi piel produciéndome ligeros escalofríos. La seriedad apareció en sus ojos, lució menos joven y realmente me sentí pequeña ante su mirada por lo que la esquivé observando mis dedos.

-Ya sé que tienes pareja pero… está Bill.

Bill, Bill, Bill…

-Tu hermano tiene una manera demasiado insistente de encontrarme.

-Ustedes siempre coinciden, y ya es hora de…

-Me casaré, Tom.

Me arrepentí a penas lo dije. No era cierto, pero tampoco era mentira. Ian quería que nos casáramos y le pedí tiempo para pensar sin separarnos el uno del otro. Tom se lo diría a Bill, Bill me buscaría y me encararía, y luego me arrepentiría de haber dicho esto. Observé de reojo a Tom, quien me miraba con la boca abierta totalmente sorprendido.

-Mierda –murmuró cubriendo sus ojos con una mano.

-Bueno, en realidad estoy a un paso de comprometerme con Ian, sólo falta mi respuesta y…

-Y lo tuyo con Bill quedará por siempre en el olvido, ya entiendo.

-Tom…

-Dime una cosa, ¿aún sientes aunque sea algo pequeño por él?

-Claro que sí. O sea no. Bueno, sí. En realidad…

-Vale, con la primera respuesta está bien –sonrió un poco medio burlándose de mi indecisión-. Y esa es la razón por la que no deberías olvidar lo tuyo con él. Sé que a veces Bill se pone medio obseso por ti, pero en realidad te ama.

-Estoy con Ian.

-¿Acaso lo tuyo con él tiene la misma intensidad que lo tuyo con Bill? No me respondas, sólo piénsalo.

-No me hagas esto Tom –apoyé la frente en la mesa frente a mí, cerrando los ojos.

-Bueno, me bastan mis propias conclusiones –soltó una carcajada y despeinó aún más mi cabello mojado.

-¿Algo más que se te ocurra antes de salir a por un taxi?

-Te dije que mi chofer vendría por nosotros.

-Estoy cansada de esperar –gemí levantando la cabeza-. Tengo sueño y tengo cosas que hacer.

-Aún no termino.

-¿Desde cuándo esto es un interrogatorio?

-¿Por qué no nos dijiste que tenías un hijo?

Observé sus ojos viendo el pánico de los míos reflejados en ellos. ¿Cómo lo supo? Ah… mi hijo va a su casa siempre, casi olvidaba ese estúpido detalle. Seguramente Alexander dijo algo sobre las pistas que le he dado durante estos años y Tom unió todo. Debí observas más a Sascha y quizás así habría evitado llegar a este momento o aplazarlo lo necesario hasta que a mi hijo ya no le importe quien es su progenitor.

¿Qué sacaba mintiendo? Seguramente le preguntaría a Andrea y ella confirmaría todo. Sólo un poco de persuasión bastaría para que abriera la boca lo justo y necesario. ¿Y ahora qué entonces? Ir con la verdad era tentador, pero las consecuencias son desconocidas. Sentí su mano en mi brazo con una orden ni mencionada y presente en su mirada.

Vamos… dilo. Nada puede ser tan malo.

Claro que podía ser malo. Bill se enteraría, me haría trizas y luego pelearía por la custodia de mi hijo y se ganaría su cariño. A cambio, obtendría el odio de Sascha por no decirle que su padre al parecer está frente a sus narices. Espera, si Bill y Alexander ya se han visto, ¿cómo es que Sascha no ha notado el tatuaje de Bill siendo tan observador? ¿Realmente se han visto entonces? Dios, si no obtenía una aspirina en estos instantes, mi cabeza reventaría de tantas preguntas y dudas. ¡Y lo peor era que no podía preguntarle sobre esto a Alexander! Si le hacía la más mínima pregunta, uniría los cabos sueltos y sabría la verdad.

-(Name) –insistió Tom sacudiendo mi brazo.

Por algo te lo pregunta… aún no saben.

-Sólo dilo. Si quieres, guardaré el secreto y no le diré nada a Bill –prometió con una mirada de lo más sincera y limpia.

Ojalá fuera tan fácil. ¡Vamos! Abre la boca, encuentra tu voz, modula y listo. Así de fácil como se dice.  

Tomé su mano entre las mías observando mis dedos fríos en contacto con su piel morena y tibia. Si lo guardaba, lo aplazaría más y todo iría peor. De eso estaba segura. Y si Tom me lo confiaba como un secreto, realmente sentiría que ya no miraría con otros ojos a Alexander, sino que ayudaría en su protección. Todo es por el bien de mi hijo, todo lo que hago es por su bien.

-Sí –asentí en un débil susurro que fue todo lo que mi voz soltó.

-¿Sí qué? –preguntó tras una pausa seguramente procesando las palabras.

-Tengo un hijo –mi voz aumentó a un leve murmullo.

Quitó su mano entre las mías, como si de repente le repeliera mi tacto. Observé su rostro realmente atónito y pálido, como si hubiese visto un fantasma. Ya, ya estaba. Lo había confesado y ahora lo sabía de mi propia boca. Sólo quedaba esperar a que no le dijera nada a Bill, porque perdería a Sascha para siempre, eso estaba más que claro. Pedí un trozo de tarta de fresas mientras esperaba su reacción, para evitar ver su rostro y aprovechar de ordenas mis ideas.

-Así que…

-¿Qué?

-¿Cuántos años tiene?

Lo observé con toda la seguridad del mundo dejando el tenedor a un lado con una fresa pequeña atrapada en los dientes. ¿Por qué preguntaba tal estupidez? Él sabe perfectamente que nos referimos a la misma persona y aún así insiste en darle vuelta al asunto como si no conociera nada. Puse el plato en el centro de la mesa, alejándolo completamente de mí ya que había perdido el apetito.

Había mucho en qué pensar, desde mi enfermedad hasta mi hijo. Y ahora estaba envuelta en una conversación que esperé no tener tan pronto, pero que desde que Alexander decidió venir supe que llegaría. Estaba completamente empapada, con mi ropa interior a la vista de quien quisiera mirarla, y tenía frío. ¿Qué más podía agregar? ¡Ah! No tengo auto y está lloviendo. Solo a mí me pasan estas cosas.

-Ya basta Tom –exploté parándome repentinamente hastiada-, ¿Para qué preguntas si ya sabes la respuesta?

-Pensé que lo negarías –sonrió socarronamente.

-No.

-¿Alexander, verdad?

-¿Algo más que te falte por saber?

-¿Tiene nuestro apellido? –se puso a mi altura totalmente serio.

-Es un Kaulitz, no se lo negaría por mucho que ni su padre lo sepa.

-¿Por eso te fuiste, verdad? Estabas embarazada y como se te hace difícil manejar tu vida privada con tu vida laboral, decidiste huir.

-¿Acaso no te lo dijo Andrea?

-¿Decirme qué? –levantó una ceja y me aseguré de que nadie nos observara, pero podía ver que la dueña de la cafetería nos seguía observando con sus ojos depredadores.

-Olvídalo, Tom –suspiré observando que cerca de nosotros, un auto estacionaba.

-¡Bah! ¿Ya te retractas? ¿Tan pronto? Recuerda que me lo…

-No te debo nada. Ya sabes que tienes un sobrino del que debes impedir que se enamore de tu hija.

-No me digas que…

-Por suerte no. He hablado con Andrea e indirectamente con él y no hay nada entre ellos, pero eso no significa que no pueda ocurrir. Y más te vale que no le digas a Bill ¿entiendes?

-¿Por qué? Él tiene que saberlo, no puede andar por la vida sin saber que tiene un hijo.

-Aún no es tiempo, Tom.

-¿Y cuándo será, eh? ¿Cuando cumpla la mayoría de edad o entre en la universidad? ¿Cuándo tenga hijos o nietos? ¿Cuándo estemos muertos?

-Se lo diré pronto, pero tú debes callar –sentencié observando a quien abría la puerta del café de repente, con una chaqueta abrigadora-. No me dijiste que él era tu chofer.

Observó la dirección de mi mirada y esbozó una sonrisa lobuna, de esas peligrosas de las que debes cuidarte si no quieres terminar como la abuela de la Caperucita Roja. Una sonrisa llena de maldad. Reaccioné pegándole un puntapié con mi zapato, a lo que él gimió mientras le hacía señas a Bill.

Nuevamente nos encontrábamos. Y el juego se ponía peligroso.






6 comentarios:

  1. Joder!! esta buenísimo el capítulo!! ♥
    Gracias por subir :)

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  2. ¡santo cristo! esto se pondra mejor estuvo genial el capitulo espero con ansias el siguiente un beso

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  3. :O diooos estuvo genial el cap jajajaj xfiiiiiiiiiin se descubrira q Alexander es hijo de Bill ya era hora desde hace tiempo estaba esperando este cap ojala q en el siguiente cap Bill descubra q Alexander es su hijoo amoooo tu fiiic es super buena y genial..

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  4. y otra cosa q la Invasora no se case con ese Lan pleaseee ojala ella y Bill se reconcilien :( seria muy triste q no quedaran juntos y ps q Bill la persone x haberle ocultado la verdad sobre Alexander y x haberse idooo q se reconcilien pleaseeee aunque ahorita no creo q pase eso pero en los siguientes caps si subee prontooooo amo tu fiiic..

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  5. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA POR LA PUGTA MADREE ESTUVO INCREIBLEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
    disculpa la groseria pero es que es tuvo de la ptm demasiado genial
    me muero me muero por el amor al gato estuvo wuau me he quedado con los ojos abierto de tanta impresion y mas cuando entro BILL aaaaaaaaaaa sera que ya se acerca el momento de la verdad
    DIOS NINA TIENES QUE SEGUIRLA PRONTISIMO SI NO QUIERES QUE MUERA DE DEPRESION POR QUE NO SUBES UN CAP aaaaaaaaaaaaaaaaa
    me muero por saber que va a ocurrir porfis te pido la siguas pronto
    este cap estuvo de infarto lo ame reame enserio
    espero que este bien y la sigas prontisimo
    cuidate :)
    ps: TE DIJE QUE ESTA ES UNA DE MIS FICS FAVORITAS? SINO AHORA LO SABES ;)

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  6. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! nooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!! porque nos dejas con tanta inquietuuuud!? que malaaaa! jajajajaja :3 estuvo genial el cap! espero puedas subir el proximo prontoooo! cuidatee muchooo! porfiiiiisssss haz que se reconciliennnnnn!!!! jajajaja no queremos que se case con ian! :S sube prontoooooo! saludos!

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