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jueves, 2 de enero de 2014

Capitulo 37 (Tercera Temporada)

No sé en qué momento el tipo se fue ni las palabras en alemán que Bill le dirigió al notar que todo iba a empeorar, pero de repente me vi frente a Bill. Al mismísimo que veía a lo lejos y que ahora  tenía a dos pasos de distancia. Mi mente aterrizó a penas mis ojos se detuvieron en los lentes que aún cubrían sus ojos, volví a escuchar la ensordecedora música, las risas y conversaciones de las mesas más cercanas.

-Gracias, pero no era necesario –le dije con voz firme recordando la última vez que lo vi.

-No parecías convencida de eso –sonrió de lado apoyándose en la baranda de lado sin dejar de observarme.

-Pensaba tirarlo de donde mismo estás –imité su sonrisa y observé la pista de baile para no volver a ver su rostro.

-Por cómo te dejó el brazo, dudo que pudieras hacerlo.

Observé mi antebrazo en donde se podían notar unos dedos marcados en mi piel. Humm… en unos días más desaparecería pero ¿por qué no noté la fuerza con la que me apretó el brazo? Ni recordaba sentir dolor hace unos instantes atrás. Y ahora…

-Me duele… -murmuré sobándome lentamente donde antes había una mano obligándome a ir con él.

-¿Estás sola?

-No. Estoy celebrando mi reencuentro con Andrea, pero –miré a mí alrededor sin divisar una cabeza rubia y un cuerpo con un vestido lila-… parece que se olvidó de mí.

-¿Andrea? ¿Andy? ¿Tu amiga de…?

-También fue la tuya –le recordé.

-Humm… discrepo un poco.

-¿Y tú estás solo? –yo sabía que no lo estaba pero no podía quedarme atrás.

-Vine con Andreas, Tom y unas amigas.

-Bueno, mejor no te quito más tu tiempo.

-¡No! –me detuvo tocando donde antes estuvo la mano del pervertido, tragué una mueca e hice como si no hubiese pasado nada-. Digo… me gustaría hablar contigo.

-Debo buscar a Andrea y…

-Le diré a Tom que busque a Andrea.

-No. Tu hermano debe estar ocupado con la novia que muestra por televisión. No quiero causar más problemas.

-¿Problemas? –preguntó pestañeando totalmente impresionado.

-Olvídalo –me giré dándole la espalda y empezando a buscar a Andy.

-¡Espera! Tu amiga está bailando en la pista –me giré y vi que apuntaba al centro de la masa de gente bailando.

Andrea estaba ahí, bien sonriente con un tipo que seguramente sería su nueva conquista nocturna. Saqué mi celular y marqué su número sin dejar de observarla. Le dijo algo al tipo, abrió su cartera y sacó su celular.

-¡Aló!

-Andy, ¿estás borracha?

-¿Dónde estás? Desapareciste y me encontré con un alocado caballero –se rió sin parar de observarlo.

-Si no quieres cometer un error, piensa en tu hija y el ejemplo que le estás dando.

-¿Mi hija? Oh… Cassie. No te preocupes, está en la casa de su papi famoso así que…

-Andy –comencé a bajar las escaleras sin perderla de vista mientras le hablaba-, ¿dónde dejaste las llaves del auto?

-¿Las llaves? Oh… acá están.

El hombre con el que bailaba era italiano, y fue una suerte que notara que estaba borracha y nos ayudara a subirla a los asientos traseros de su coche aguantando todos los gritos y risas que Andrea emitía cada vez que se le doblaban los pies sin poder mantener su propio peso. Pensé que Bill se había ido al no obtener mi atención total y completa para él. No fue así. Debió seguirme al estacionamiento cuando me vio con Andrea y el extranjero cargándola, pero él fue el último en asegurarse que Andrea estuviese bien.

-Hey, te seguiré desde atrás en mi auto –dijo buscando las llaves en los bolsillos de sus pantalones sin quitarme la mirada.

-No es necesario Bill.

-Lo será si no tienes quien te lleve a tu casa luego de dejar a Andrea en la suya junto a su auto.

-¿Esa es tu excusa o realmente te las das de caballero al rescate? –sonreí de medio lado haciendo girar el llavero alrededor de mi dedo.

-Humm… no creo necesario responder eso.

-Ok.

Era difícil concentrarme entre los gritos de Andrea y el auto de Bill reflejándose en el espejo retrovisor. No, su auto no, sino que su mirada concentradísima, fija y que de vez en cuando lanzaba sonrisas que hacían que aferraran las manos firmemente al volante como novata. Casi me salto un semáforo y me estrello contra otro auto, pero por suerte mis reflejos excelentes. De hecho, pude notar que Bill sonreía cuando me pasó eso, seguramente sabiendo que debí distraerme.

Al llegar al departamento de Andrea, Bill me ayudó a cargarla ya que estaba durmiendo plácidamente en los asientos traseros. Evité mirarlo porque sabía que mi torpeza aumentaría. Por suerte, Amatista no vomitó en ningún momento ni se despertó ni nada. Realmente tenía buen aguante para ser mujer. Abrí la puerta de su departamento y busqué rápidamente su cuarto.

-Es por acá –le indiqué con toda tranquilidad.

Él en silencio, se introdujo en su cuarto y la dejó con mucho cuidado sobre la cama. Busqué alguna manta para taparla y cubrí su cuerpo con cuidado. Noté la mirada de Bill divagar entre la habitación, quizás curioso o aburrido de tener que cargar con alguien con quien ya no se lleva bien. Tomó una fotografía entre sus manos y sonrió observando los rostros. Me acerqué lo suficiente como para observar una foto familiar: Tom, Andrea y Cassandra posaban sonrientes ante la cámara.

-Creo que… se extrañan los gritos en casa.

-¿Gritos?

-Conformaban una familia de locos, prácticamente éramos niños jugando con Cassie, en especial ese par.

-¿Te… gustan los niños? –me sentía incómoda preguntando algo así al padre de mi hijo. Era una pregunta tardía que siempre quise hacerle desde que di a luz a Alexander. Me habría gustado ver el mismo brillo en los ojos que tuvo Erik al tener a Bianca.

El brillo en sus ojos marrones, y esa sonrisa juguetona que parecía perdurar en el tiempo delató su respuesta. Sentí un cosquilleo en mi vientre, unas repentinas ganas de saltar en la cama donde dormía Andy y gritar desde el balcón de pura emoción.

-Sí –respondió en un simple susurro dejando la foto donde estaba-. Siempre quise tener un hijo o hija.

Oh… esto era incómodo. Caminé de vuelta a la entrada escribiendo una nota a Andrea comentándole cómo terminó en su cama. Le dejé mi número de teléfono y firmé con mi nombre sintiendo detrás de mí los pasos de Bill.

-Necesito cambiarme… de ropa -¿por qué de repente se me subía la sangre a las mejillas y me sentía ansiosa e incómoda? -. Esto es de Andrea y…


-¿La tienes acá? –se asomó por la ventana observando las luces de otros edificios.

-Sí.

-Está bien. Te espero.

-O-ok –me giré en dirección al armario de Andrea y pero antes de perderlo de vista me giré nuevamente -. ¿Bill?

-¿Humm?

-Yo… gracias.

No me respondió y no esperé una respuesta de su parte. Me quité los tacones y busqué mi ropa dentro del desorden que había dejado antes de partir a ese club nocturno. A penas terminé de subir el cierre de mi vestido, sentí que volvía a tener 37 años, a ser madre y tener obligaciones. No podía retroceder el tiempo y pedirle que me dejara en la época en donde los brazos de Bill eran el mejor lugar el mundo. Era imposible borrar el pasado.

Me puse mis zapatos, tomé mi bolso revisando si había llamadas perdidas de Alexander o Erik, pero por suerte no habían llamado. Recogí mi cabello en un moño alto y volví donde Bill. Él se giró en la oscuridad donde mismo lo había dejado, sentí su mirada escanearme y sonreír mientras se acercaba. Me sentía a la defensiva, eso provocaba en mí… vulnerabilidad.

-¿Sucede algo? –murmuré.

-Es sólo que –corrió un mechón de mi cabello suelto y sonrió aún más cuando retrocedí ante su tacto-… olvidaba que ya no tenemos veinte.

-Mejor vámonos.

 A penas me senté en los asientos de cuero en su auto noté su olor impregnando mi nariz. Su auto olía al dueño con intensidad. Era enfermizo y adictivo a la vez, una mezcla vertiginosa que nublaba mis pensamientos y dormía mi cordura. Ya a mi lado, encendió el motor, activó la calefacción y le bajó el volumen a la radio. He aquí la parte en donde tus pensamientos buscan temas para iniciar una conversación sin compromisos ni peleas… pero ver a Bill luego de aquella vez en el parque no arreglaba el hecho de que habíamos quedado mal.

Apoyé mi cabeza en el vidrio buscando un poco de descanso antes de volver a la batalla con sus preguntas o no sé qué cosa. Notaba su mirada en mí, la sentía prácticamente quemando mi piel y causando escalofríos. Comenzó a tararear una canción lenta y luego… Dios, era imposible ignorarlo cuando todo me gritaba que lo observara.

-¿Dónde vives?

-¿Eh? -¡despabílate!

-Te pregunte donde vives –sonrió con una leve burla y supe que ya veía el rumbo de mis pensamientos.

-No es necesario que…

-¿Es enserio? Estamos en pleno semáforo en verde (name), y no me moveré hasta que me digas qué dirección seguir.

-Pueden multarte por…

-¿Y?

-Bill, esto es estúpido. Tomaré el transporte público o un taxi.

-No lo harás –aseguró el auto bloqueando las puertas. Sería un asno.

-¿Estás secuestrándome?

-Puede ser –las bocinas de los vehículos retumbaban y escuchaba gritos pidiendo que Bill avanzara. Pero él esperaba por mi respuesta… mierda-. Estoy esperando, (name). Tengo tooooooooooda la noche por delante.

-Te pasarán una infracción por obstaculizar el…

-Te dije que tengo tooooda la noche por delante –giró las llaves del auto logrando dejarnos en silencio y con el motor totalmente detenido… no bromeaba, hablaba tan enserio que cuando iba a sacar las llaves ante mi silencio, lo detuve obteniendo su mirada-. ¿Sí? ¿Ya te decidiste?

-Gira a la derecha y toma la autopista –murmuré y puso el auto en marcha justo cuando volvió la luz verde del semáforo frente a nosotros.

Sonrió victorioso a penas puso en marcha el vehículo. ¿Qué pretendía? No me gustaba su jueguito de si no haces lo que te pido no nos moveremos, era ridículo. Me sentía atada al asiento de su lado y odiaba admitirlo, pero debía admitir que me gustaba el repentino control que ejercía sobre mí. A penas divisé una de las calles más cercanas a mi casa, le dije que se detuviera junto a una librería que estaba cerrada como los demás espacios comerciales del sector debido a la hora.

-¿Vives acá? –indicó un edificio lleno de árboles en la entrada.

-No. Pero por tu seguridad será mejor que me dejes por acá.

-¿Ya empezamos de nuevo con eso de mi seguridad?

-Vale, si quieres ser disparado por la espalda o la nuca no es mi problema. Pero trato de hacer el bien por lo menos para sentirme bien conmigo misma.

-¿Qué tan lejos está tu casa?

-A unas cuadras de acá.

-Te pueden asaltar.

-No lo harán. Es un barrio muy seguro aunque no lo parezca.

-Humm… creo que hasta el mío se ve mejor.

-¡Bah! Debes vivir en una mansión donde tu vecino más cercano queda a medio kilómetro.

-No me mal interpretes, yo no…

-Olvídalo.

No quería enojarme con él, ni pretendía hacerlo tampoco. Pero el sólo hecho de tenerlo tan cerca me ponía nerviosa y me hacía querer huir de su lado para evitar cometer locuras. Tomé mi bolso y abrí la puerta lista para terminar con esta dolorosa tortura de tenerlo a mi lado sin poder sentirlo ni tocarlo.

-Adiós, Bill.

-¡Espera! –Tomó mi mano haciendo que súbitamente volviera a sentarme por la fuerza con la que tiró de mí-. Olvidé mencionar algo.

Giré mi rostro para encararlo pero fue como caer en la trampa de un ratón. No tuve tiempo para detenerlo porque en realidad no pasó por mi mente que hiciera esto en ningún momento. No es que fuera adivina, ni que Bill fuera tan predecible como mis pensamientos querían creer. No, mis pensamientos estaban nublados, así que no podía creer nada. ¡Ni si quiera podía reaccionar!

Sus labios… la perdición de mi vida. Era tan dañinos para mi corazón pero tan buenos para mis pensamientos. Eran como el brebaje perfecto para una mujer adicta a él. Estaban ásperos y duros contra mis labios, ejerciendo una presión que me hizo recordar los momentos en que nos hacíamos uno. Era una presión que movía partes de mí que creía muertas con el tiempo, revolucionaba mis hormonas y me hacían rejuvenecer.

Sus manos afirmaron mi rostro y lo ladearon buscando profundidad. Dios, ¿cómo me podía negar a él? ¿Negar esas sensaciones que me hacían flotar bajo sus besos? No aguanté más, me faltaba la respiración y mi nariz no parecía estar del todo dispuesta a proporcionarme el oxígeno faltante. Abrí mi boca y su lengua penetró en ella buscando la mía, esparciendo su saliva dentro de mi cavidad arrebatándome la mía como un perfecto ladrón.  Todo en mí pedía más de él, más de lo que estaba dispuesta a tolerar con un beso enloquecedor como éste. Era como caer de nuevo en la adicción tras muchos años de rehabilitación.

Necesitaba de él pero no era esta la forma. No así, no repentinamente. Saqué fuerzas de donde ya no había y separé sus manos de mi rostro, impulsando también a su rostro a retroceder. Mordió mi labio inferior antes de separarse completamente y una sonrisa extensa se elevó por su rostro sin rastros de culpabilidad.

-No lo vuelvas a hacer –murmuré más para mí que para él.

-No parecías disgustada con el beso.

-Tengo pareja –lo observé directamente sintiendo molestia por haberle seguido el juego-. Estoy con Ian y tú lo sabes bien.

-No lo veo por ninguna parte, (name), así que nuestro secreto está a salvo.

Mi mano voló hacia su mejilla fuerte, rápida y agresiva llegando a voltearle la cara. Había tomado el control de la situación luego de dejarme llevar por mis instintos. Mi razón gobernaba entre Bill y yo. Casi podía ver el rostro de Ian frente a nosotros observando cómo lo engañaba con mi ex pareja. El rostro de Bill se oscureció pero su sonrisa seguía fija en sus labios, era casi un macabro resultado luego de una bofetada. Su mejilla se veía roja a la luz de las farolas y debía estar hormigueándole con lo fuerte que había impactado mi mano sobre su piel.

-No lo hagas nunca más.

Bajé del auto sin ser llamada por él ni nada. Di vuelta la esquina respirando rápido y con pasos acelerados en donde sólo podía sentir mis jadeos y los tacones sobre la calle. Todo era silencio hasta que un motor rugió y paso por mi lado. Era él. Y a juzgar por la velocidad con la que pasó por mi lado, debía estar furioso. Suspiré botando todo el aire que contuve cuando vi el lujoso auto pasar por mi lado.

Ésta debía ser una de las noches más agitadas luego de la noche en que Sascha nació. Sentí el sudor en mi cuello, justo detrás de mis orejas. Necesitaba un baño, una copa de vino y una pastilla para dormir porque dudaba poder conciliar el sueño con el beso que Bill me dio. Volver a sentir sus labios, fue como acabar con el triste invierno e iniciar una florecida primavera. Debía admitir que se sintió jodidamente bien volver a ser besada por él, sentir su lengua acariciando la mía y respirar del aire que él respiraba. Más que suficiente para mi corazón.

¿A quién engañaba? Ni si quiera Ian había logrado despertar la mitad se esas sensaciones que Bill encendía con solo mirarme. Dios… no podía hacerle esto a Ian, lo quiero demasiado como para engañarlo con Bill. ¿En qué pienso? No podemos ser amantes. ¡Tengo un hijo de él! Pero se siente tan mal volver a pisar con la misma piedra por tercera vez.

Una bola blanca se enredó entre mis piernas, una que conocía bastante bien a juzgar por los chillidos y ladridos que emitía con desesperación. Lo tomé en brazos para calmar su miedo. ¿Cómo se había soltado? Recordaba haber cerrado muy bien la puerta del patio y de casa.

-Ssshhh… tranquilo, Aki.

Una vez más meloso y tranquilo, lo deposité en el suelo sin parar de acariciarle el lomo. Algo había pasado. Mis instintos me lo decían junto con la forma tan frenética de mover la cola de Aki. Chasqueé los dedos y se sentó mirándome fijamente tal y como le había enseñado.

-Guíame –le hice una señal con las manos que captó inmediatamente.

Corrió frente a mí y yo me uní al cachorro saltándome semáforos sin autos y muchas calles. Iba a casa, y lo primero que pasó por mi mente fue que algo había pasado con Alexander. Llamé a su teléfono cuando sólo estábamos a unas cuadras de mi casa.

-¿Pasó algo ma?

-¿DÓNDE ESTÁS?

-Sigo con Cassie, ¿ocurre algo? Te noto agitada y…

-Necesito que vayas donde Erik. Ahora.

-Pero recién…

-Por una puta vez en la vida obedece, Alexander. Te necesito allá en veinte minutos.

Corté sin darle más explicaciones. Observé las calles. Seguían más vacías de lo normal ya que era de madrugada. Un carro de bomberos pasó junto a mí y Aki ladró aumentando la velocidad. Mis ideas no se liaron hasta que lo tuve frente a mí.

Mi casa.

Destruida.

Incendiada.

Totalmente calcinada.



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Halo Gurls!! ¡FELIZ AÑO NUEVO!  Espero que este año cumplan todas las metas que se propongan, que sea un año lleno de cosas positivas, éxito y alegrías para cada una ;-)

Les deseo a cada una lo mejor y nos veremos durante un buen rato mientras el fan-fic continúe vivo.



7 comentarios:

  1. Mierda
    No puede ser.
    Bill la beso al fin<3 !!
    Quien hizo eso?! A la casa? Por que?! Ahh! Porfa Nina sube el otro prontooo :3
    Espero que este año sea excelente para vos! Besos!

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  2. Joder que p*tas pasó?!!! :O
    hjsagha sigue ya quiero leer...
    Un abrazo y Feliz año :D

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  3. Vaya Pasada Jodeeeeeeeer!! Mi año acaba de empezar a ser todavia mejor sube pronto por favor que tengo una intriga que me mataaaa!!:) y Feliz 2014 :))

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  4. Santo Cristo! que va a pasar sube pronto y todo lo mejor para ti tambien un beso

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  5. ESTAS JODIENDOME!!!
    sisisiisisi SE BESARON SE BESARON SE BESARONNNN me muiiiiiiiiiiiiiirooooo
    aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    estuvo I-N-C.-R-E-I-B-L-E no me lo creooo
    uyyy en buena hora alexander no estaba en casa porque sinoooo
    que miedo quemaron su casa hayyyy
    estoy en shock
    porfis siguela super prontoooo porfiss
    espero que la hayas pasado bien y que este año 2014 se muchisimo mejor que el pasado y todo te salga muuuy bien :D
    SIGUELA!!!!!

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  6. pero que coño O-o
    ese capotulo estuvo realmente excelente porque eres asi con nocotras y nos dejas esperando...
    me encanta esta fic la adoro escribes super bueno haces que queramos mas en cada capitulo
    espero que lasd cosas no sean tan graves
    espero con muchas ganas el proximo capitulo :D
    cuidate <3

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  7. Ahhhhhhh estoy muriendoooooo!!!!!! Quiero el otro capítulo porfaaaa :D, esta es mi fanfic favorita! Tan diferente a los demás :3 amo como escribes!

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