No sé en qué momento el tipo se
fue ni las palabras en alemán que Bill le dirigió al notar que todo iba a
empeorar, pero de repente me vi frente a Bill. Al mismísimo que veía a lo lejos
y que ahora tenía a dos pasos de
distancia. Mi mente aterrizó a penas mis ojos se detuvieron en los lentes que
aún cubrían sus ojos, volví a escuchar la ensordecedora música, las risas y
conversaciones de las mesas más cercanas.
-Gracias, pero no era necesario
–le dije con voz firme recordando la última vez que lo vi.
-No parecías convencida de eso
–sonrió de lado apoyándose en la baranda de lado sin dejar de observarme.
-Pensaba tirarlo de donde mismo
estás –imité su sonrisa y observé la pista de baile para no volver a ver su
rostro.
-Por cómo te dejó el brazo, dudo
que pudieras hacerlo.
Observé mi antebrazo en donde se
podían notar unos dedos marcados en mi piel. Humm… en unos días más
desaparecería pero ¿por qué no noté la fuerza con la que me apretó el brazo? Ni
recordaba sentir dolor hace unos instantes atrás. Y ahora…
-Me duele… -murmuré sobándome
lentamente donde antes había una mano obligándome a ir con él.
-¿Estás sola?
-No. Estoy celebrando mi
reencuentro con Andrea, pero –miré a mí alrededor sin divisar una cabeza rubia
y un cuerpo con un vestido lila-… parece que se olvidó de mí.
-¿Andrea? ¿Andy? ¿Tu amiga de…?
-También fue la tuya –le recordé.
-Humm… discrepo un poco.
-¿Y tú estás solo? –yo sabía que
no lo estaba pero no podía quedarme atrás.
-Vine con Andreas, Tom y unas
amigas.
-Bueno, mejor no te quito más tu
tiempo.
-¡No! –me detuvo tocando donde
antes estuvo la mano del pervertido, tragué una mueca e hice como si no hubiese
pasado nada-. Digo… me gustaría hablar contigo.
-Debo buscar a Andrea y…
-Le diré a Tom que busque a
Andrea.
-No. Tu hermano debe estar
ocupado con la novia que muestra por televisión. No quiero causar más
problemas.
-¿Problemas? –preguntó
pestañeando totalmente impresionado.
-Olvídalo –me giré dándole la
espalda y empezando a buscar a Andy.
-¡Espera! Tu amiga está bailando
en la pista –me giré y vi que apuntaba al centro de la masa de gente bailando.
Andrea estaba ahí, bien sonriente
con un tipo que seguramente sería su nueva conquista nocturna. Saqué mi celular
y marqué su número sin dejar de observarla. Le dijo algo al tipo, abrió su
cartera y sacó su celular.
-¡Aló!
-Andy, ¿estás borracha?
-¿Dónde estás? Desapareciste y me encontré con un alocado caballero –se
rió sin parar de observarlo.
-Si no quieres cometer un error,
piensa en tu hija y el ejemplo que le estás dando.
-¿Mi hija? Oh… Cassie. No te preocupes, está en la casa de su papi
famoso así que…
-Andy –comencé a bajar las
escaleras sin perderla de vista mientras le hablaba-, ¿dónde dejaste las llaves
del auto?
-¿Las llaves? Oh… acá están.
El hombre con el que bailaba era
italiano, y fue una suerte que notara que estaba borracha y nos ayudara a
subirla a los asientos traseros de su coche aguantando todos los gritos y risas
que Andrea emitía cada vez que se le doblaban los pies sin poder mantener su
propio peso. Pensé que Bill se había ido al no obtener mi atención total y
completa para él. No fue así. Debió seguirme al estacionamiento cuando me vio
con Andrea y el extranjero cargándola, pero él fue el último en asegurarse que
Andrea estuviese bien.
-Hey, te seguiré desde atrás en
mi auto –dijo buscando las llaves en los bolsillos de sus pantalones sin
quitarme la mirada.
-No es necesario Bill.
-Lo será si no tienes quien te
lleve a tu casa luego de dejar a Andrea en la suya junto a su auto.
-¿Esa es tu excusa o realmente te
las das de caballero al rescate? –sonreí de medio lado haciendo girar el
llavero alrededor de mi dedo.
-Humm… no creo necesario
responder eso.
-Ok.
Era difícil concentrarme entre
los gritos de Andrea y el auto de Bill reflejándose en el espejo retrovisor.
No, su auto no, sino que su mirada concentradísima, fija y que de vez en cuando
lanzaba sonrisas que hacían que aferraran las manos firmemente al volante como
novata. Casi me salto un semáforo y me estrello contra otro auto, pero por
suerte mis reflejos excelentes. De hecho, pude notar que Bill sonreía cuando me
pasó eso, seguramente sabiendo que debí distraerme.
Al llegar al departamento de
Andrea, Bill me ayudó a cargarla ya que estaba durmiendo plácidamente en los
asientos traseros. Evité mirarlo porque sabía que mi torpeza aumentaría. Por
suerte, Amatista no vomitó en ningún momento ni se despertó ni nada. Realmente
tenía buen aguante para ser mujer. Abrí la puerta de su departamento y busqué
rápidamente su cuarto.
-Es por acá –le indiqué con toda tranquilidad.
Él en silencio, se introdujo en
su cuarto y la dejó con mucho cuidado sobre la cama. Busqué alguna manta para
taparla y cubrí su cuerpo con cuidado. Noté la mirada de Bill divagar entre la
habitación, quizás curioso o aburrido de tener que cargar con alguien con quien
ya no se lleva bien. Tomó una fotografía entre sus manos y sonrió observando
los rostros. Me acerqué lo suficiente como para observar una foto familiar:
Tom, Andrea y Cassandra posaban sonrientes ante la cámara.
-Creo que… se extrañan los gritos
en casa.
-¿Gritos?
-Conformaban una familia de
locos, prácticamente éramos niños jugando con Cassie, en especial ese par.
-¿Te… gustan los niños? –me
sentía incómoda preguntando algo así al padre de mi hijo. Era una pregunta
tardía que siempre quise hacerle desde que di a luz a Alexander. Me habría
gustado ver el mismo brillo en los ojos que tuvo Erik al tener a Bianca.
El brillo en sus ojos marrones, y
esa sonrisa juguetona que parecía perdurar en el tiempo delató su respuesta.
Sentí un cosquilleo en mi vientre, unas repentinas ganas de saltar en la cama
donde dormía Andy y gritar desde el balcón de pura emoción.
-Sí –respondió en un simple susurro
dejando la foto donde estaba-. Siempre quise tener un hijo o hija.
Oh… esto era incómodo. Caminé de
vuelta a la entrada escribiendo una nota a Andrea comentándole cómo terminó en
su cama. Le dejé mi número de teléfono y firmé con mi nombre sintiendo detrás
de mí los pasos de Bill.
-Necesito cambiarme… de ropa
-¿por qué de repente se me subía la sangre a las mejillas y me sentía ansiosa e
incómoda? -. Esto es de Andrea y…
-¿La tienes acá? –se asomó por la
ventana observando las luces de otros edificios.
-Sí.
-Está bien. Te espero.
-O-ok –me giré en dirección al
armario de Andrea y pero antes de perderlo de vista me giré nuevamente -.
¿Bill?
-¿Humm?
-Yo… gracias.
No me respondió y no esperé una
respuesta de su parte. Me quité los tacones y busqué mi ropa dentro del
desorden que había dejado antes de partir a ese club nocturno. A penas terminé
de subir el cierre de mi vestido, sentí que volvía a tener 37 años, a ser madre
y tener obligaciones. No podía retroceder el tiempo y pedirle que me dejara en
la época en donde los brazos de Bill eran el mejor lugar el mundo. Era
imposible borrar el pasado.
Me puse mis zapatos, tomé mi
bolso revisando si había llamadas perdidas de Alexander o Erik, pero por suerte
no habían llamado. Recogí mi cabello en un moño alto y volví donde Bill. Él se
giró en la oscuridad donde mismo lo había dejado, sentí su mirada escanearme y
sonreír mientras se acercaba. Me sentía a la defensiva, eso provocaba en mí…
vulnerabilidad.
-¿Sucede algo? –murmuré.
-Es sólo que –corrió un mechón de
mi cabello suelto y sonrió aún más cuando retrocedí ante su tacto-… olvidaba
que ya no tenemos veinte.
-Mejor vámonos.
A penas me senté en los asientos de cuero en
su auto noté su olor impregnando mi nariz. Su auto olía al dueño con
intensidad. Era enfermizo y adictivo a la vez, una mezcla vertiginosa que
nublaba mis pensamientos y dormía mi cordura. Ya a mi lado, encendió el motor,
activó la calefacción y le bajó el volumen a la radio. He aquí la parte en
donde tus pensamientos buscan temas para iniciar una conversación sin
compromisos ni peleas… pero ver a Bill luego de aquella vez en el parque no
arreglaba el hecho de que habíamos quedado mal.
Apoyé mi cabeza en el vidrio
buscando un poco de descanso antes de volver a la batalla con sus preguntas o
no sé qué cosa. Notaba su mirada en mí, la sentía prácticamente quemando mi
piel y causando escalofríos. Comenzó a tararear una canción lenta y luego…
Dios, era imposible ignorarlo cuando todo me gritaba que lo observara.
-¿Dónde vives?
-¿Eh? -¡despabílate!
-Te pregunte donde vives –sonrió
con una leve burla y supe que ya veía el rumbo de mis pensamientos.
-No es necesario que…
-¿Es enserio? Estamos en pleno
semáforo en verde (name), y no me moveré hasta que me digas qué dirección
seguir.
-Pueden multarte por…
-¿Y?
-Bill, esto es estúpido. Tomaré
el transporte público o un taxi.
-No lo harás –aseguró el auto
bloqueando las puertas. Sería un asno.
-¿Estás secuestrándome?
-Puede ser –las bocinas de los
vehículos retumbaban y escuchaba gritos pidiendo que Bill avanzara. Pero él
esperaba por mi respuesta… mierda-. Estoy esperando, (name). Tengo
tooooooooooda la noche por delante.
-Te pasarán una infracción por
obstaculizar el…
-Te dije que tengo tooooda la
noche por delante –giró las llaves del auto logrando dejarnos en silencio y con
el motor totalmente detenido… no bromeaba, hablaba tan enserio que cuando iba a
sacar las llaves ante mi silencio, lo detuve obteniendo su mirada-. ¿Sí? ¿Ya te
decidiste?
-Gira a la derecha y toma la
autopista –murmuré y puso el auto en marcha justo cuando volvió la luz verde
del semáforo frente a nosotros.
Sonrió victorioso a penas puso en
marcha el vehículo. ¿Qué pretendía? No me gustaba su jueguito de si no haces lo
que te pido no nos moveremos, era ridículo. Me sentía atada al asiento de su
lado y odiaba admitirlo, pero debía admitir que me gustaba el repentino control
que ejercía sobre mí. A penas divisé una de las calles más cercanas a mi casa,
le dije que se detuviera junto a una librería que estaba cerrada como los demás
espacios comerciales del sector debido a la hora.
-¿Vives acá? –indicó un edificio
lleno de árboles en la entrada.
-No. Pero por tu seguridad será
mejor que me dejes por acá.
-¿Ya empezamos de nuevo con eso
de mi seguridad?
-Vale, si quieres ser disparado
por la espalda o la nuca no es mi problema. Pero trato de hacer el bien por lo
menos para sentirme bien conmigo misma.
-¿Qué tan lejos está tu casa?
-A unas cuadras de acá.
-Te pueden asaltar.
-No lo harán. Es un barrio muy
seguro aunque no lo parezca.
-Humm… creo que hasta el mío se
ve mejor.
-¡Bah! Debes vivir en una mansión
donde tu vecino más cercano queda a medio kilómetro.
-No me mal interpretes, yo no…
-Olvídalo.
No quería enojarme con él, ni
pretendía hacerlo tampoco. Pero el sólo hecho de tenerlo tan cerca me ponía
nerviosa y me hacía querer huir de su lado para evitar cometer locuras. Tomé mi
bolso y abrí la puerta lista para terminar con esta dolorosa tortura de tenerlo
a mi lado sin poder sentirlo ni tocarlo.
-Adiós, Bill.
-¡Espera! –Tomó mi mano haciendo
que súbitamente volviera a sentarme por la fuerza con la que tiró de mí-.
Olvidé mencionar algo.
Giré mi rostro para encararlo
pero fue como caer en la trampa de un ratón. No tuve tiempo para detenerlo
porque en realidad no pasó por mi mente que hiciera esto en ningún momento. No
es que fuera adivina, ni que Bill fuera tan predecible como mis pensamientos
querían creer. No, mis pensamientos estaban nublados, así que no podía creer
nada. ¡Ni si quiera podía reaccionar!
Sus labios… la perdición de mi
vida. Era tan dañinos para mi corazón pero tan buenos para mis pensamientos.
Eran como el brebaje perfecto para una mujer adicta a él. Estaban ásperos y
duros contra mis labios, ejerciendo una presión que me hizo recordar los
momentos en que nos hacíamos uno. Era una presión que movía partes de mí que
creía muertas con el tiempo, revolucionaba mis hormonas y me hacían
rejuvenecer.
Sus manos afirmaron mi rostro y
lo ladearon buscando profundidad. Dios, ¿cómo me podía negar a él? ¿Negar esas
sensaciones que me hacían flotar bajo sus besos? No aguanté más, me faltaba la
respiración y mi nariz no parecía estar del todo dispuesta a proporcionarme el
oxígeno faltante. Abrí mi boca y su lengua penetró en ella buscando la mía,
esparciendo su saliva dentro de mi cavidad arrebatándome la mía como un
perfecto ladrón. Todo en mí pedía más de
él, más de lo que estaba dispuesta a tolerar con un beso enloquecedor como
éste. Era como caer de nuevo en la adicción tras muchos años de rehabilitación.
Necesitaba de él pero no era esta
la forma. No así, no repentinamente. Saqué fuerzas de donde ya no había y separé sus manos de mi rostro, impulsando
también a su rostro a retroceder. Mordió mi labio inferior antes de separarse
completamente y una sonrisa extensa se elevó por su rostro sin rastros de
culpabilidad.
-No lo vuelvas a hacer –murmuré
más para mí que para él.
-No parecías disgustada con el
beso.
-Tengo pareja –lo observé directamente
sintiendo molestia por haberle seguido el juego-. Estoy con Ian y tú lo sabes
bien.
-No lo veo por ninguna parte,
(name), así que nuestro secreto está a salvo.
Mi mano voló hacia su mejilla
fuerte, rápida y agresiva llegando a voltearle la cara. Había tomado el control
de la situación luego de dejarme llevar por mis instintos. Mi razón gobernaba
entre Bill y yo. Casi podía ver el rostro de Ian frente a nosotros observando
cómo lo engañaba con mi ex pareja. El rostro de Bill se oscureció pero su sonrisa
seguía fija en sus labios, era casi un macabro resultado luego de una bofetada.
Su mejilla se veía roja a la luz de las farolas y debía estar hormigueándole
con lo fuerte que había impactado mi mano sobre su piel.
-No lo hagas nunca más.
Bajé del auto sin ser llamada por
él ni nada. Di vuelta la esquina respirando rápido y con pasos acelerados en
donde sólo podía sentir mis jadeos y los tacones sobre la calle. Todo era
silencio hasta que un motor rugió y paso por mi lado. Era él. Y a juzgar por la
velocidad con la que pasó por mi lado, debía estar furioso. Suspiré botando
todo el aire que contuve cuando vi el lujoso auto pasar por mi lado.
Ésta debía ser una de las noches
más agitadas luego de la noche en que Sascha nació. Sentí el sudor en mi
cuello, justo detrás de mis orejas. Necesitaba un baño, una copa de vino y una
pastilla para dormir porque dudaba poder conciliar el sueño con el beso que
Bill me dio. Volver a sentir sus labios, fue como acabar con el triste invierno
e iniciar una florecida primavera. Debía admitir que se sintió jodidamente bien
volver a ser besada por él, sentir su lengua acariciando la mía y respirar del
aire que él respiraba. Más que suficiente para mi corazón.
¿A quién engañaba? Ni si quiera
Ian había logrado despertar la mitad se esas sensaciones que Bill encendía con
solo mirarme. Dios… no podía hacerle esto a Ian, lo quiero demasiado como para
engañarlo con Bill. ¿En qué pienso? No podemos ser amantes. ¡Tengo un hijo de
él! Pero se siente tan mal volver a pisar con la misma piedra por tercera vez.
Una bola blanca se enredó entre
mis piernas, una que conocía bastante bien a juzgar por los chillidos y
ladridos que emitía con desesperación. Lo tomé en brazos para calmar su miedo.
¿Cómo se había soltado? Recordaba haber cerrado muy bien la puerta del patio y
de casa.
-Ssshhh… tranquilo, Aki.
Una vez más meloso y tranquilo,
lo deposité en el suelo sin parar de acariciarle el lomo. Algo había pasado.
Mis instintos me lo decían junto con la forma tan frenética de mover la cola de
Aki. Chasqueé los dedos y se sentó mirándome fijamente tal y como le había
enseñado.
-Guíame –le hice una señal con
las manos que captó inmediatamente.
Corrió frente a mí y yo me uní al
cachorro saltándome semáforos sin autos y muchas calles. Iba a casa, y lo
primero que pasó por mi mente fue que algo había pasado con Alexander. Llamé a
su teléfono cuando sólo estábamos a unas cuadras de mi casa.
-¿Pasó algo ma?
-¿DÓNDE ESTÁS?
-Sigo con Cassie, ¿ocurre algo? Te noto agitada y…
-Necesito que vayas donde Erik.
Ahora.
-Pero recién…
-Por una puta vez en la vida
obedece, Alexander. Te necesito allá en veinte minutos.
Corté sin darle más
explicaciones. Observé las calles. Seguían más vacías de lo normal ya que era
de madrugada. Un carro de bomberos pasó junto a mí y Aki ladró aumentando la
velocidad. Mis ideas no se liaron hasta que lo tuve frente a mí.
Mi casa.
Destruida.
Incendiada.
Totalmente calcinada.
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Halo Gurls!! ¡FELIZ AÑO NUEVO! Espero que este año cumplan todas las metas que se propongan, que sea un año lleno de cosas positivas, éxito y alegrías para cada una ;-)
Les deseo a cada una lo mejor y nos veremos durante un buen rato mientras el fan-fic continúe vivo.
Mierda
ResponderEliminarNo puede ser.
Bill la beso al fin<3 !!
Quien hizo eso?! A la casa? Por que?! Ahh! Porfa Nina sube el otro prontooo :3
Espero que este año sea excelente para vos! Besos!
Joder que p*tas pasó?!!! :O
ResponderEliminarhjsagha sigue ya quiero leer...
Un abrazo y Feliz año :D
Vaya Pasada Jodeeeeeeeer!! Mi año acaba de empezar a ser todavia mejor sube pronto por favor que tengo una intriga que me mataaaa!!:) y Feliz 2014 :))
ResponderEliminarSanto Cristo! que va a pasar sube pronto y todo lo mejor para ti tambien un beso
ResponderEliminarESTAS JODIENDOME!!!
ResponderEliminarsisisiisisi SE BESARON SE BESARON SE BESARONNNN me muiiiiiiiiiiiiiirooooo
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
estuvo I-N-C.-R-E-I-B-L-E no me lo creooo
uyyy en buena hora alexander no estaba en casa porque sinoooo
que miedo quemaron su casa hayyyy
estoy en shock
porfis siguela super prontoooo porfiss
espero que la hayas pasado bien y que este año 2014 se muchisimo mejor que el pasado y todo te salga muuuy bien :D
SIGUELA!!!!!
pero que coño O-o
ResponderEliminarese capotulo estuvo realmente excelente porque eres asi con nocotras y nos dejas esperando...
me encanta esta fic la adoro escribes super bueno haces que queramos mas en cada capitulo
espero que lasd cosas no sean tan graves
espero con muchas ganas el proximo capitulo :D
cuidate <3
Ahhhhhhh estoy muriendoooooo!!!!!! Quiero el otro capítulo porfaaaa :D, esta es mi fanfic favorita! Tan diferente a los demás :3 amo como escribes!
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