-¿Sí?
-Soy yo.
-Ah… ¿pasó algo con Cassandra?
-Ella está bien –observé de reojo
a mi hija que dormía plácidamente en el sofá de su casa.
-¿A qué se debe tu llamada entonces?
-¿Estás de turno?
-Estoy en casa –respondió cansada de tanto misterio-. Sólo dime.
-Necesitamos tu ayuda.
-¿Mi ayuda?
Y esta es la parte en donde tiro
todo por la borda sin importar que me odie por la tontería que cometí al
confesarle todo de una vez a mi hermano. Si Andrea no terminaba odiándome de
una vez por todas, creo que es porque éste era el motivo faltante.
-Bill lo sabe todo, llegó al
cumpleaños de Alexander terminando con la fiesta, Sascha lo supo de rebote y
(name) está… no sabría cómo definirlo.
-¿¡Cómo…!? Oh, Thomas realmente eres un idiota. Ni si quiera puedes
tratar con delicadeza las cosas porque es obvio que se enteró por tu parte, ¿no
es así?
Vale, al menos no la tenía frente
a mí o sus palabras no se compararían con la paliza que recibiría
de su parte. Toqueteé como un acto reflejo mi piercing, pero me dolió más que
cuando lo desinfecté. Joder, Bill, la cagaste con no golpearme el otro lado,
ahora me quedarán unas cicatrices terribles.
-Ya sé que empeoré todo, pero me
gustaría tener un poco de ayuda de tu parte. Para empezar, estoy herido por
culpa de Bill y…
-Bien merecido lo tenías -¿Acaso nunca se pondrá de mi lado sólo un
poquito? Por mucho que la amaba, a veces me preguntaba si había un espacio para
mí en su corazón.
-Bueno, (name) está como en un
estado de inconsciencia.
-¿Inconciencia? Descríbelo.
-No está desmayada, pero parece
estar en una especie de trance. No come, no habla y no se mueve casi nada.
-¿Es por Bill?
-Yo creo que es porque Alexander
se fue anoche y no ha vuelto.
-Ok, envíame la dirección a mi teléfono e iré.
-Vale, ¿Andrea?
-¿Qué?
-Gracias.
Corté sin darle tiempo para
responderme con insultos y rencores. Ella era la única que podría ayudar a
(name) y en lo posible, sacarla de ese estado tan depresivo. Caminé hacia la
entrada observando con mayor atención las cosas que había ahí. Definitivamente
Bill estaba en casa ya que no sale sin sus llaves, así que debía estar
encerrado en su cuarto con llave. Mamá había vuelto a su casa en busca de
tranquilidad y la buena compañía de Gordon, con la excusa de extrañar a su
esposo. La verdad es que estaba tan incómoda y angustiada con lo que presenció,
que entendía que quisiera tomarse un respiro de esta casa de locos por primera
vez en su vida.
Había vuelto a casa como a eso de
las seis de la mañana con Cassandra en brazos durmiendo. Todos nos desvelamos
armando un plan de búsqueda que nos permitiera abarcar toda la ciudad y los
posibles lugares en los que estaría Alexander. Rebbeca se quedó con (name),
velando por su sueño y Lily durmió acompañada de Bianca. Sólo quedamos Cass,
Gaspard, Erik y yo en la sala buscando posibles lugares en donde encontrar a
Sascha pero era imposible dar con alguien tan impredecible como él en una
ciudad tan grande y con muchos rincones desconocidos. Hoy seguiría el plan,
pero por ahora lo mejor sería descansar un poco antes de reanudar la búsqueda.
ALEXANDER
-¡Hey chico! Este es un lugar
para adultos, regresa a la guardería.
-¡Bah qué va! Déjalo hombre,
seguro quiere ver por primera vez un buen par de tetas.
-Una corona.
-¿Tu identificación?
Y por primera vez, accedí sin
quejas ni gruñidos a mostrar mi identificación. El que me conociera y me viera,
aplaudiría ante ese hecho tan civilizado que no buscaba golpes ni groserías por
parte del barman. Calculó mi edad con los dedos y me la devolvió poniéndose un
paño húmedo sobre el hombro mientras iba en busca de mi pedido.
El lugar era de lo más rancio:
cinco chicas bailaban con el juego de luces y la música aburrida, hombres les
gritaban como perros hambrientos y el aire olía a madera podrida y ron. Era más
asqueroso que un basural, pero por lo menos serviría para distraerme por un
rato. Apestaba, tenía frío y no había pegado un ojo desde que monté mi
motocicleta, de eso ya debían ser casi veinte horas. Tenía un dolor de cabeza
que debía superar a cualquiera que haya tenido antes, y notaba el estómago
vacío. ¿Qué mejor que una cerveza? Ah sí, un café con tostadas y…
-Aquí tienes.
-Vale –hasta mi voz sonaba
disecada. Len pasé un par de billetes y bebí de una el contenido con tal de
humedecer mi garganta.
-Hey, no es por nada pero…
Observé al chico que me sirvió la
cerveza por primera y parecía totalmente inseguro sobre lo que decir pese a ser
mayor que yo. Vale, cualquiera podría ser mayor que yo con tan solo lucir una
barba que a mí me costaría años luz en que salga. Tiré de la capucha para que
cubriera mi estado miserable y volví la vista a la botella.
-¿Estás bien?
-¿Acaso luzco de maravilla?
-Hummm… hey, acaso no eres ese de
ahí.
Vi la dirección que apuntaba y
giré la cabeza para encontrarme el televisor dispuesto en una esquina
estratégica al que no le llegaba el reflejo de las luces multicolores.
Increíble, ahora me podía ver en ese cuadrado sentado frente a Bill, no, mi
padre. Ah… olvidaba que esa noche un montón de fotógrafos acapararon los
ventanales de esa cafetería sólo para obtener la primicia del nuevo “amigo” de
Bill Kaulitz. Claro, mi cara se veía desde antes que Bill advirtiera la
presencia de ellos.
-Vaya, hasta me veo demacrado en
la televisión –murmuré sintiendo el sabor amargo de la corona en mi boca.
Seguramente esto es lo que los piratas llamarían “aliento de capitán”.
-¿Amigo de Kaulitz? –murmuró el
gordo a mi lado mientras reía estruendosamente.
Ojalá fuera tan simple como ser
su amigo y no ser su hijo. Desearía borrar el pasado y dejar en el misterio de
la vida la identidad de mi padre. Vaya, ahora puedo decir que tengo un padre y
que se llama Bill… no, esto es ridículo.
Me sentía fuera de este mundo,
como si de repente fuera ajeno a todo lo que pasara a mi alrededor. No quería
ver a nadie ni hablar con nadie, sólo patear piedras en el cemento y sentir la
velocidad de mi motocicleta con el viento helando mi cara. Es como cuando
insistes tanto en tener una cosa que cansas a los demás con tu quejas y deseos,
y de repente obtienes lo que querías pero no experimentas el sabor de la
victoria.
¿No querías un padre? Pues sí.
Ahora lo tienes, Alexander. No era el que quería.
No todo en la vida será como quieras. Un cantante de rock no puede
ser un padre.
¿Por qué no? Además, nadie elige a sus padres.
¿Qué habrá visto mamá en él? No
entendía nada y la verdad era que no encajaban. Mamá siempre ha vivido oculta
en la mafia, y Bill siempre ha estado en el ojo del huracán siendo observado
por todos. ¿En qué momento dos personas así podrían encajar? Esto era ridículo
por donde se le vieran. En una comparación burda, ellos serías dos imanes que
se repelen y que de alguna u otra forma terminaron juntos.
¿Entonces la foto de mi billetera
era un recuerdo de él? ¿Mis habilidades musicales se las debía a mi padre? Era
extraño pensar que había heredado tanto de ese hombre con sólo saber que era mi
padre. Tenía sus rasgos, sus movimientos y no me pararía a averiguar que
también mi conducta es parecida a la de él, porque yo era un Kaulitz lo
quisiera o no. No obstante, mi cabeza no paraba de darle vueltas a la molestia
que sentía al verlo hiriendo a mi madre y a ella no hacer nada al respecto para
defenderse. Es por eso que no quería ver a nadie, porque si veía a alguno de
ellos no sabría si odiarlo o quererlo como se supone que deba ser. Mis
pensamientos se debatían entre el deber y el querer con un sólido debate que
emparejaba las puntuaciones de ambas posturas.
Las imágenes en el televisor
cambiaron a las de una figura oscura montando una motocicleta a toda velocidad…
ah, era yo saliendo de casa. Y luego mostraron a mamá haciéndole un enfoque
principal a su rostro lleno de lágrimas y a… ¿Tom? Oh, olvidaba que era mi tío.
El título decía “misteriosa mujer es consolada por Kaulitz”, y podía escuchar
las voces chillonas que hablaban de ella como si fuera la princesa de Jordania.
-¡Eh chiquillo!
No sé de dónde saqué fuerzas para
esquivar la botella vacía que iba directo a mi cabeza, sin embargo, la caída
dolió más cuando me clavé en la mano los pedazos rotos de vidrio. ¿Qué me
pasaba que estaba tan torpe?
-¿Estás… contra el pi… so?
Oh, ¿qué mierda bebí que hasta
escuchaba a medias? Miré mi mano tratando de enfocar la vista en las heridas de
la palma, pero era imposible ver con claridad. Insistí pestañeando con fuerza,
pero a medida que más lo intentaba se ponía peor.
-¡Eh… haces!
-¡Déj… ahí!
-¡Hey, chic…!
Oh, mierda. Mis oídos zumbaban
como si tuviera un enjambre en cada oreja. Me sentía mareado y las piernas no
me respondían. Pequeños puntos negros invadieron mi visión y me sentí caer
mientras una oración religiosa invadió mi mente…oh, la Invasora… mamá. ¿Acaso
es ella quién me hace flotar? Porque eso es lo que siento. Es como si nadara
entre las nubes del cielo y… mamá.
INVASORA
-¿Esos niños han vuelto a decirte algo?
-No, mamá.
-¿Te han pegado?
-No.
-¿Te hicieron algo?
Y por primera vez me observó con sus brillantes ojos claros que
parecían querer observar el mundo entero si pudieran. Mi pequeño había esperado
pacientemente a mi llegada a casa, y ahora que estábamos en nuestro patio
sentados en la banca rodeada de flores, sus cuadernos y lápices de colores.
Estaba triste, lo sentía en el fondo de mi alma como un dolor punzante.
-Mami, nadie quiere ser mi amigo.
Oh… quería llorar por él, ser yo quien viviera todas esas cosas
malas y librarlo de esa soledad que lo
tenía triste. Lo senté en mis faldas, acaricié su cabello brillante y un poco
largo pero adorable. Sus mejillas sonrosadas por el sol fueron suaves al tacto
de mis labios y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
-Sascha, hay niños que son malos y otros que te tienen miedo.
-¿Miedo? Yo no soy un monstruo.
-No, no lo eres. Tú eres un valiente caballero con su espada.
-Esos no existen, mamá.
-¿Quién dijo que no? –A sus cinco años, realmente me impresionaba su
carácter tan madura-. Yo creo en ellos y en los dragones. Esos niños no ven lo
que realmente eres porque están ciegos, cariño.
-Pero ellos ven.
-Pero no lo suficiente. Es por eso que debes mostrarles el mundo y tu
verdadera identidad, así ellos se acercarán a ti y querrán imitar tus actos.
-¿Resultará? –sus ojos brillaron con mayor intensidad producto de la
ilusión que eso le hacía.
-Al patito feo le resultó mostrar quién era realmente.
-Pero yo no soy un patito feo, mami.
-No, tú eres el valiente Alexander.
Una mano demasiado fría toco la
mía rompiendo el hilo de mis recuerdos, mis pensamientos y mis rezos. Sin
querer boté el pequeño denario de mi mano y por primera vez pude ver el mundo
que había dejado atrás durante un tiempo. La misma mano me detuvo antes de
recoger la pequeña joya religiosa y reparé en su dueña. Vi una sonrisa que no
pude corresponder, unos ojos tristes de pestañas largas y una cabellera que
muchas veces quise tener.
-Andy…
Mi voz sonó como el primer trueno
de una noche oscura reventando el silencio y convirtiéndolo en bullicio. Era
consciente de no haber pronunciado palabra alguna durante horas producto del
sedante que me administraba Rebbeca para calmar mis nervios. Pero ahora que
veía a mi amiga de años, a quien realmente podría consolar tanto dolor, mis
ojos reventaron en lágrimas y sollozos que venían desde lo más profundo de mi
corazón, como si no fuera suficiente haber llorado por todo este tiempo.
-(Name)… está bien, todo estará
bien.
-No está, Andy –fue todo lo que
salía de mi boca para demostrar la angustia de mis pensamientos.
-Lo encontraremos, no te preocupes… además, él
sabe cuidarse muy bien gracias a ti.
-¿Y si está mal o enfermo o herido?
Dejó todo aquí y…
-Oye, cuentas con un grupo de
personas que no han parado de buscar a Alexander durante todo el día y…
-¿Todo el día? -¿cuánto había
dormido? Dios, se me había hecho como un abrir y cerrar de ojos.
-Está a punto de atardecer
–murmuró y pude notar el cuidado en su tono de voz.
No, esto estaba mal. No podía
dejar a los demás iniciar con una tarea que me correspondía a mí como la madre
de Alexander. Mientras yo seguía ciega y ahogándome en un mar de lágrimas, los
demás se preocupaban por mi hijo y cubrían lo que yo debería estar haciendo. No
podía seguir así.
-¿Adónde vas? –me preguntó cuando
volví a calzarme las botas.
-¿Dónde están los amigos de
Alexander?
-Se fueron tras almorzar. Erik
los fue a dejar a sus casas y les hizo jurar que no comentarían esto a nadie o les iría mal.
-Suena a amenaza.
-Bueno, entonces es una.
-¿Y los demás? ¿Tu hija y Tom?
-Tom y Cass están en su casa. Se
fueron esta mañana luego de pasar la noche despiertos ante cualquier señal. Los
demás están verificando las cámaras de seguridad de algunos sitios.
-¿Qué?
-Bueno, hay hackers de las mafias
que facilitaron sus equipos de vigilancia porque le debían favores a Gaspard y
Lily.
-Vaya…
Realmente me sorprendía saber que
no se quedaron quietos mientras yo lo hacía. Estaba completamente avergonzada
por mi actitud, porque con años de experiencia, debí ser más metódica y no
cerrarme en mis sentimientos depresivos y ciegos por la fuga de mi hijo y la
pérdida de Bill. Oh… ya casi olvidaba lo que había pasado la noche anterior, y
si no fuera porque con sólo decir su nombre toqué mi rostro en la parte donde
antes presionaron sus dedos, seguramente seguiría pensando que todo fue un
terrible sueño.
-Thomas… él me contó lo de Bill.
-Lo merecía, Andy. Era lo mínimo
que obtendría por ocultarle todo.
-No lo es. Bill es impulsivo por
naturaleza y lo que hizo en injustificable.
-No me golpeó, Andrea, enserio.
-Pero dejó sus dedos marcados en
tu cara como si fuera tinta, lo que también cuenta como violencia por si no te
habías dado cuenta.
-¿Acaso no quisiste golpear a
Thomas cuando supiste que te engañaba?
-Para de justificarlo, (name).
Ambas sabemos que fue un error ocultarle la verdad a Bill, pero no es motivo
suficiente para que lo domine la violencia.
Con Andrea no podía ahondar
demasiado en este tema, en especial porque no entendía la rabia que surgió de
Bill cuando llego la noche anterior hasta acá. No valía la pena desgastar las
pocas energías de mi cuerpo en una discusión en vez de buscar a mi hijo.
Caminé por el pasillo siendo
seguida por mi amiga mientras refunfuñaba algo en voz baja sobre mí que
realmente no me importó. Los demás estaban sentados, frente a dos computadoras
portátiles, teléfonos en mano, tazas de café dispersas en la mesita frente al sofá
y papeles revueltos. Quizás no notaron mi presencia mientras observaba las
sobras bajo sus ojos, sus rostros serios y más viejos de lo normal. Seguían con
los mismos atuendos y sus cuerpos parecían reclamar por un poco de agua
caliente para destensar los músculos y eliminar esa posición tan rígida que
tenían. La única que parecía más despierta era Lily, quien dormitaba en un sofá
con una camiseta gruesa y grande que disminuía el volumen de su panza.
-Descansa –dijo Erik.
Observé su rostro cansado, con
una sonrisa directa que parecía amenazar con desaparecer. No se la pude
devolver porque ya no había lugar para ellas en mis pensamientos. Me senté
junto a él ignorando los remilgos repetidos de Andrea.
-No hasta dar con Alexander.
Rebbeca, Gaspard y Erik se giraron
hacia mí con sorpresa, como si esperaran cualquier otra palabra de obediencia.
En las pantallas, había seis imágenes con movimientos acelerados. En los
papeles sobre la mesa, había un listado de nombres donde algunos estaban
tachados y otros con un asterisco, las tazas con café estaban vacías.
-¿De qué lugares son esas
cámaras?
Los tres se giraron como si
estuvieran avergonzados, me hicieron un espacio en el sofá y me enseñaron las
cámaras, en donde se registraban personas en distintos puntos de la ciudad.
-Estamos buscando en distintos
puntos de la ciudad. Pubs, discos, bares… lugares que frecuentan chicos como
Sascha.
-¿Consiguieron el registro del
perímetro?
-En eso estamos –dijo Rebbeca-.
Uno de los cerebritos de la mafia de Pantera se ha ofrecido a buscar a
Alexander a través de los videos de las cámaras de seguridad, registro de
internet, chats, teléfonos, y no sé qué mas dijo.
-¿Ian?
Gaspard lanzó una carcajada al
aire como si fuera de lo más graciosa la pregunta, y casi pude esperar una
broma de su parte, pero su rostro fue suficiente como para decirme que tenía un
humor de perros.
-¿Tu novio no se ha manifestado
ni en espíritu y piensas que es él? Qué ingenua.
-Gaspard… -le codeó Rebbeca.
-¡Pero si es la verdad! Si
hubiese estado acá al menos de habría dado una paliza a Kaulitz y no tendrías
esa marca en la cara.
Vaya… él nunca me había hablado
con tanta furia. Pero prefería atribuírsela al hecho de no haber pegado un ojo
en todo el día. En cambio Erik parecía demasiado concentrado en las imágenes,
sin pestañear y creo que sin respirar.
-¿Cuál es el nombre del club que
tiene una media luna caricaturizada? –habló de repente.
-“7 Lunas” –respondí -¿está ahí?
-No cantes victoria –dijo.
-¿Entonces…?
-Identifiqué su patente en la
calle paralela.
-Oh…
-Y el GPS aún no se ha encendido,
así que supongo que no ha parado en ninguna parte de reponer el estanque.
-¿Instalaste un GPS? –preguntó
Rebbeca por mí.
-En la motocicleta por si alguna
vez se la robaban. No tuve tiempo para mencionarle esos detalles pero aún tengo
el código del GPS y la moto anclado a mi teléfono móvil.
-¿No se puede activar a larga
distancia?
-No estamos en un perímetro
cercano y tardaríamos seguramente un par de semana en dar con la moto.
-Se fue en dirección sur
–concluyó Erik pausando las 6 imágenes de la pantallas en la misma persona
sobre la moto sin el casco.
-¿Podemos rescatar las imágenes
de las autopistas?
-Llamaré a Sang para ver si
puede.
-¿Sang? –no me sonaba ni de
rebote el nombre.
-El chico hacker que nos está
ayudando.
-Oh… vale.
-Lo ideal sería que pensaras en
qué lugares suele frecuentar Sascha.
-Si no es la casa de sus amigos,
es alguna disco o pub –y de eso estaba más segura que nadie-, incluso algún
parque puede llegar a servir.
-Ok, iré a buscar a Aki y hacer un
rastreo general. Necesito una prenda de Alexander –se levantó estirando los
brazos y enrollando una bufanda en su cuello.
-Su casaca y su gorro están
colgados junto a la puerta.
-Ok, necesito que te quedes acá y
veas los videos que siguen de las cámaras de seguridad. Cuando vuelva
conseguiré los registros del transporte público, hospitales y tiendas.
-Gracias Erik. Realmente aprecio
mucho que busques a mi hijo. Igual que a todos ustedes.
-Todavía no agradezcas –gruñó
Gaspard-. Aún no lo encontramos.
¿Cómo puedo encontrar a mi hijo
sin contar con señales de él? Era como buscar una hormiga en medio de tantos
pies. Y debía utilizar todos los medios que tuviera en mis manos para dar con
él. Derrumbaría rascacielos si era necesario dar con el paradero de Alexander
Kaulitz.
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Drama, drama y más drama ;-)
COMENTEEEEEEEEEN!!!
como siempre me encanto!!!!
ResponderEliminar:O Me encantooooo ninaaaa, huyy q le habrá pasado a Sascha pobresito ojala lo encuentren rápido vale para q La Invasora no este tan preocupada y para q el no este solo x hay xq es muy peligroso.. Ojala Bill se de cuenta de q se porto mal y en plena fiesta de su hijo ojala se arrepienta y vaya a la casa de La Invasora a ayudar a buscar a su hijo xq también es un deber de el como padre no solo de La Invasora y ps a ver q pasa de auqi en adelante entre La Invasora, Sascha y Bill.. hay q La invasora termine con ese tal Lan q me cae mal!!!!
ResponderEliminardios que fuerte pero estuvo genial espero que subas pronto un beso
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