Sonó tan ajeno que no dijera
“nuestro hijo” que creo que eso me dolió más que el hecho de que me gritara.
Alexander era un Kaulitz, era el fruto de nuestro amor y él parecía preferir
omitir esos detalles que para mí eran más que importantes. Pero no era tiempo
de recriminar, sino de responder a sus preguntas y explicarle lo complicado que
fue todo. Apoyé mis manos calientes en la mesa, buscando la frescura del marfil.
-Porque tenía miedo.
Lo miré fijamente a los ojos,
esperando a que un rayo de comprensión cruzara su mirada, pero era muy temprano
para eso, muy temprano para esperar a que me perdonara. Esto ni si quiera parecía
ser el comienzo.
-¿De qué?
-De lo que pasaría.
-¿Por qué no te explicas más? Por
una puta vez en tu vida habla más de cuatro palabras.
-¿¡Qué querías que hiciera Bill!?
–Estallé a punto de alcanzar un nivel de locura que ni yo esperaba-. Estaba
sola y trabajo para un mafioso en cuyo vocabulario no figura la palabra
embarazo, sino que aborto. Y no estaba dispuesta a matar a un niño que ni si
quiera era culpable de nacer. Tenía miedo de mi futuro, de hacerme vulnerable
porque tener un hijo jamás estuvo en mis planes.
-¿¡SOLA, (NAME)!? Siempre te dije
que contabas conmigo para lo que quisieras, sabes que así fue. Siempre estuve
ahí para ti y tú te fuiste como una maldita cobarde.
-No tenía opción, Bill. No tengo
más opción que proteger a Alexander de mi mundo y el tuyo.
-¡TU MUNDO ES UNA MIERDA! –Se
acercó y yo traté de alejarme pero mis pies no me respondían, era como si
tuviera un imán en las botas-. Todos te santifican como si fueras una figura
milagrosa y lo peor es que les crees y caes redondita en lo que te dicen.
-Sé que no soy una santa, Bill.
Mato gente, estafo, robo, miento… ¿acaso no merezco el peor de los infiernos?
Te oculté la verdad, y este es mi castigo en vida.
-También era mi hijo, ¿no es así?
¿Qué tan profundo estaba dañado
su corazón, mi corazón y nuestra relación? Cada vez que nos encontrábamos
salían nuevas heridas a flote y nos heríamos más de lo que dos personas harían
normalmente.
Y cuando trataba de alejarme de él, de alguna u otra manera
terminábamos frente a frente creando nuevas heridas que agravar en un futuro.
No podía seguir recibiendo su mirada dolorosa, porque hería aún más mis
sentimientos y necesitaba decirle, de una vez por todas, la verdad de estos
dieciocho años.
-¿No crees que por algo lleva tu
apellido? –No esperé su respuesta y seguí con las palmas de mis manos húmedas
con el nerviosismo-. No te lo dije porque sabía que no me creerías al decirte
que de repente estaba embarazada cuando ya sabías que era infértil. ¡Ni si
quiera yo entendía el error en mi cuerpo! Estaba asustada, y veía que tu
carrera iba en ascenso y que yo no podría figurar en ella con un hijo en mis
brazos que cuidar.
-¿Y por eso te fuiste? ¿Huiste de
la noche a la mañana sin decirme nada porque estabas embarazada? Todos estos
años he tratado de buscar una explicación lógica para tu desaparición, traté de
contactar a tus malditos amigos, te llamé más de doscientas veces, (name) y nunca
respondiste ni diste la cara. ¡ME SIENTO EL PEOR PADRE DEL MUNDO, LA PERSONA
MÁS MALA DEL PLANETA! ¿¡Y sabes qué es lo peor!? Que ni si quiera es mi culpa.
-No lo entiendes, Bill, yo…
-¿¡ENTONCES EXPLICAME PARA DE UNA
VEZ POR TODAS ENTENDERTE POR UNA PUTA VEZ EN MI VIDA!?
Me paralicé de verdad, él nunca
me había gritado tanto en la vida ni mucho menos maldecido como ahora lo hacía.
Siempre había dulzura en su voz, ese amor que nunca creía merecer… en cambio
ahora sólo escuchaba lo mucho que me odiaba y mi mundo parecía venirse cada vez
más abajo, hundiéndose en el núcleo de la tierra hasta hacerse añicos. Y por
mucho que lo mereciera más que a nadie en este mundo, no quería que fuera así.
-Me separé de ti porque la mafia
se empezó a meter en mi vida… y en la tuya. Llegaron amenazas a tu casa cuando
empecé a quedarme en ella tras lo sucedido en el departamento, me deshice de
ellas cada día, pero una era peor que la otra y sabía que esto se pondría cada
vez peor si seguía contigo, Bill. No quería dañarte a ti ni a tu familia por
culpa de mi trabajo, así que decidí desaparecer de tu vida para no ponerlo en
peligro. Ya no podía seguir destruyendo tu vida con mi presencia.
-La dañas aún más con tus
mentiras.
¿Cuánto duele ser lastimada por
la persona que más amas en este mundo? Parece tan indescriptible esta sensación
de pérdida que mis pensamientos se nublan al igual que mis ojos. Es como
construir una torre con tres pilares sabiendo que siempre faltará uno y que
tarde o temprano se caerá.
-Fui a Nueva York porque fue el
primer vuelo que encontré, apagué mi teléfono y decidí no dar vuelta atrás por
mucho que quisiera quedarme a tu lado. No sé cuántas botellas bebí ni cuantas
cajetillas fumé.
-¿Cómo supiste lo del embarazo
entonces?
-Cuando empecé a vomitar lo poco
y nada de comida que ingería. Todos los test que me hice resultaron ser
positivos y me asusté demasiado sabiendo que un hijo terminaría de destruir mi
vida, así que llamé a Gaspard y…
-Un hijo no destruye, (name)… era
también mi hijo. Es mi hijo, y felizmente me habría encantado verlo crecer como
tú lo hiciste.
-Bill…
-No, (name). Me privaste de ser
el padre que Alexander nunca tuvo y eso no te lo perdonaré jamás. ¿Acaso no
pensaste en que tarde o temprano lo sabría? Porque me habría encantado verlo
nacer y oír sus primeras palabras.
-¡Tenías una carrera por delante!
–Mi desesperación no podía ser más, estaba perdiendo al protagonista de mis
sueños y mi vida como si fuera arena entre mis dedos y no veía la salida de
este oscuro túnel-. ¡Un niño arruinaría completamente todo lo que soñaste y lo
tiraría por la borda Bill! ¿De qué forma te explico que esto lo hice por los
dos?
No sé en qué momento se acercó
tanto a mí porque en ningún momento me atreví a mirarlo directamente y soportar
además de sus palabras, el odio y el dolor en su mirada. Tomó mi quijada con
fuerza, sin importarle el daño que me hacía con tal de que lo mirara
directamente a los ojos y absorbiera con intensidad cada palabra. Sus dedos
debieron empaparse de mis propias lágrimas, sin embargo pareció no notarlo a
juzgar por su rostro, o si lo notó prefirió ignorarlo.
-Un hijo no arruina nada.
Alexander habría sido feliz.
Eso me rompió definitivamente,
haciendo trizas lo poco y nada que quedaba de mí. Bill había dado en el centro
de la diana, con un dardo preciso e hiriente. Las imágenes de mi hijo llorando
desde muy temprana edad por las burlas, las palabras insanas y las miradas
venenosas que muchas veces lo hirieron, pero que hicieron que se mantuviera en
pie por muy pequeño que fuera. Hice todo o posible e imposible para rellenar
aquel espacio vacío que dejé en su vida, sin embargo todo me decía que faltaba
la presencia de su padre, de Bill. Todos sus problemas, todos sus
comportamientos, sus actos criminales y otros de rebeldía, no eran más que mi
culpa por mantenerlo cubierto de los ojos de su padre.
Un hijo no arruina nada, es la madre
la que lo arruina todo cegándolo de la verdad y la realidad del mundo. Los
hijos no piden nacer, perfectamente pude haber abortado cuando Pantera me dio
la opción de hacerlo. Pero necesitaba a Alexander porque era lo único que me
quedaba de Bill, y no podía vivir sin amar algo de él. No puedo ahora ni nunca.
-Te amé durante todos estos años
incluso sin saber de ti, Invasora ¿y así es cómo me devuelves la jugada? No sé
si odiarte o sentir lástima de tu egoísmo.
Alejé mi cabeza de sus manos
bruscas, pero pareció empeorar más cuando tomó ágilmente mi cabello,
enredándolo entre sus dedos y tirando de él para no perder la cercanía de su
mirada. Tenía buena resistencia para el dolor físico y mental, pero al parecer
en casos personales me convertía en la mujer más débil y anti-yo. Tomé su
antebrazo tratando de alejarlo, pero mientras más me oponía su agarré
continuaba siendo dañino.
-Suéltala.
No pude ver su rostro, pero supe
inmediatamente de quién se trataba. Bill se tensó aún más y tras un leve tirón,
me soltó apoyando ambas manos en la mesa junto a nosotros. Mi cabello
enmarañado, impedía que Alexander viera mi rostro lloroso y seguramente pálido
por lo que no me peiné el desastre que dejó su padre en él.
Era el día esperado, el momento
que tanto había esperado, sabía que había escuchado los gritos y cada palabra
dañina. Quería explicarle todo con más detalles, contarle sobre mi relación con
Bill y eximirme de la culpa que cada vez absorbía más mis pensamientos. Y aquí
estábamos; madre, padre e hijo, reunidos tras dieciocho años. Ahora, mi pequeño
niño de sonrisas reservadas sabía sin preámbulos quién era su padre.
-Si vuelves a tratar así a mi
madre, no responderé por mis actos –su voz sonó fría, amenazante, enfurecida y
contenida, como si quisiera enjaular a la bestia dentro de él con todas sus
fuerzas.
-Ella fue la que te ocultó de mí, Alexander –se justificó y casi pude sentir su dedo apuntándome.
-¿Cómo terminaste con un cantante
famoso, mamá? –Estaba a punto de responderle pero siguió hablando-. No, mejor
ni me lo digas. Debí suponer que el tatuaje “libertad” sólo pertenecería a un
tipo como él.
-Alex…
-Ni me hables –me gruñó.
Arreglé mi cabello y limpié mi
rostro con la tela de mi ropa antes de observarlo. No, no debí hacerlo. Si con
las palabras de Bill ya me sentía como la peor persona, con el rostro de mi
hijo me sentía hecha polvo. Él jamás me había mirado con tanta rabia contenida,
con su mandíbula tan apretada y sus ojos enfurecidos. En una situación
paralela, me habría reído ante la misma cara que tenían padre e hijo.
-Y tú no llores –ordenó, sus
puños de apretaron a cada lado de su cuerpo y prosiguió-. Gracias, ma.
Realmente me diste el mejor regalo de cumpleaños en mi puta vida.
Me dio la espalda y no fue hasta
que escuché que otros decían su nombre que empecé a preocuparme. Cuando llegué
a la sala, todos me observaron tanto adultos como jóvenes, pero me daba igual.
Mi hijo no estaba y me temía lo peor. Salí al ascensor pero todos estaban en
distintas plantas. Tomé uno al primer piso, pero cuando llegué Sascha ya había
arrancado en la motocicleta que recibió por parte de Gaspard.
Alguien chocó contra mí, pero me
dio igual mientras seguía corriendo por la calle tratando sin éxito de seguir a
mi hijo hasta que desapareció entre el tráfico. Alguien tomó mi brazo, yo qué
sé quién fue, ya ni eso importaba. Me sentía muerta en vida, totalmente
invisible y sin alma. Me abrazaron, pero lo único que veía era la dirección por
la que desapareció mi hijo buscando maneras de hallarlo y decirle que volviera
a casa.
TOM
Daba igual, cuántas vueltas diera
por la ciudad, no encontraría el auto de Bill antes de que llegara. Por primera
vez, consideraba a mi hermano como un peligro al volante y me asustaba el sólo
hecho de ver un auto parecido al de él chocado. Mamá se quedó en casa ante
posibles noticias de mi gemelo, pero la verdad era que dudaba que llegara
directamente a casa. Había llamado tantas veces a Cassie, con el corazón a mil,
que después de un momento opté por dejarle un mensaje pidiéndole la dirección.
Estaba aterrorizado. Las personas
más importantes en mi vida estaban en algún lugar que desconocía y ni si quiera
sabía si seguían con vida. No tenía el teléfono de Alexander o (name), ni si
quiera el de Erik, y a medida que pasaban los minutos, tenía la sensación de
que algo andaba mal. Necesitaba saber la ubicación de Bill y mi hija, saber que
estaban bien y que él no había cometido ninguna locura. No, era obvio que iba a
hacer algo.
Me salté muchas señales del
tránsito, quizás unos tres semáforos en rojo y unos cinco pasos peatonales
mientras observaba los estacionamientos en las calles y las patentes. No,
ninguna figuraba como la puta patente de Bill. Ya estaba a un paso de perder la
cabeza, a sólo un paso de gritar el nombre de mi hermano cuando el teléfono
vibró con un mensaje. Me detuve en seco, ignorando los gritos furiosos de los
conductores. Era la respuesta que tanto esperaba de Cass y a juzgar por la
dirección, estaba a solo unas cuadras de distancia. Lo que me sorprendió fue su
mensaje final:
“(...) Será mejor que te apresures, papá.
Esto se está poniendo terrible a juzgar por los gritos”
¿Gritos? ¡Oh, mierda! ¿¡Qué hizo
Bill!!? Era evidente que había formado un lío de palabras mayores como para que
Cassandra dijera que se estaba poniendo terrible. Estacioné el vehículo a unas
cuadras, con teléfono en mano y caminé a paso rápido hasta el edificio que veía
a lo lejos. Hacía un frío de esos que calan los huesos y hacen que duela,
incluso llevando un buen abrigo se podía sentir el viento helado recorrer la
espalda. Mucha gente me miró totalmente asombrada, pero ignoré las miradas
mientras buscaba un rostro conocido al cual acercarme.
Y no fue hasta que estuve a sólo
una cuadra cuando divisé una figura delgada, pálida y de vestimentas oscuras
cuando noté que todo iba mal. Muy mal. Mucha gente la observaba con curiosidad,
totalmente petrificada en la calle mirando un punto fijo y sin expresión
alguna. Un hombre entrado en años la pasó a llevar pero no lo notó. Ella no
estaba aquí, estaba en sus pensamientos, en su mundo fuera de las calles de
Berlín.
Nunca había visto a (name) así, a
la espía fuerte, fría y calculadora totalmente frágil en medio de la calle, con
el maquillaje corrido y el cabello enmarañado. Bill debió hacer algo terrible,
y ella era simplemente lo que el huracán dejó en tierra. Tomé su brazo, pero no
fue consciente de ello, y la guié de regreso a su casa. Busqué el número del
edificio hasta dar con él, e ingresé
explicándole al conserje que era amigo de ella. Bueno, más bien ex cuñado. No
fue hasta que el ascensor paró en su piso cuando pareció volver al planeta
Tierra y mirarme con ojos entristecidos y curiosos.
-¿Qué haces acá?
-Protegiéndote del frío.
-No tengo frío –caminó por el
pasillo con ojos vacíos y ninguna expresión.
-(Name)…
-Lo siento, Tom. Ahora no.
Su voz era un susurro como los
que emiten las hojas de un sauce. Realmente Bill debió excederse con ella a
juzgar por su aspecto tan… demacrado.
Dejó la puerta abierta en su
casa, sabiendo que mis insistencias no frenarían pese a su extraña conducta. No
esperaba (o quizás sólo un poco), encontrarme con todos reunidos. Los
compañeros de Cass y los amigos de (name). Sólo faltaban Bill y Alexander. Imaginé
lo peor; Bill secuestrando a su propio hijo, pero Alexander no era tonto. Todos
me miraron, mi hija me observó con ojos llorosos junto a Bianca, la hija de
Erik. Los demás jóvenes cuchicheaban entre ellos con teléfonos en mano y
expresiones serias.
-¿Y Alexander?
Gaspard fue el primero en
acercarse con un leve asentimiento. Vi un obsequio sin abrir en una mesita, y
un plato con un trozo de pastel en otra. Bill no eligió mejor momento que el
cumpleaños de su hijo.
-Nadie sabe dónde está, se fue
tras saber la verdad.
-¿Bill…? –oh, no. Toda la culpa
era mía.
-Tu hermano es el peor imbécil
que he visto, ¿sabes? Es todo un animal –gruñó en voz baja para no asustar a
los demás.
-Todo esto es mi culpa –y
realmente lo era, porque no supe controlar el impulso de callar-, lancé la
verdad de un sopetón sin fijarme en las consecuencias que traerían.
-Estuvo a punto de golpear a
(name).
Espera, ¿mi hermano, el
blandengue y dulce Bill, golpeando a (name)? Esto estaba realmente lejos del
alcance de mi conocimiento y parecía sacado de una película dramática. Pero mi
subconsciente decía que todo es posible
en Bill cuando está enojado, desde tirar objetos hasta gruñir como loco. Nunca
imaginé a mi hermano fuera de sus casillas más de lo que conocía.
-¿Dónde está?
-Se fue tras arruinar la fiesta
–dijo Lily, la chica que recordaba haber visto junto a Gaspard. Ahora estaba
embarazada y parecía estar a punto de explotar.
-¿Con Alexander?
-No sabemos –susurró abatida.
-Lily, será mejor que te
recuestes –le sugirió Gaspard tomando su mano-. No le hará bien al bebé que no descanses bien.
-Pero…
-Solucionaremos esto –le dijo
Erik con un intento de sonrisa.
-Ok, gracias. Buenas noches.
Todos se despidieron de ella, y
Gaspard la acompañó desapareciendo ambos por el pasillo oscuro. El ambiente era
tétrico y tenso, como cuando muere alguien y todos se consuelan los unos a los
otros. Pero nadie se atrevía a consolar a la persona más dañada, nadie quería
cruzar la puerta de la cocina y contenerla para que se sintiera más tranquila.
Quizás temían a su reacción, a lo que podría hacer con solo ver a alguien que
no fuera su hijo… Dios, nunca terminaría de entender a las mujeres.
Se escucharon ruidos
estruendosos, de loza quebrándose, cosas cayendo y vidrios rompiéndose. Todos
dieron un salto al mismo tiempo y sus rostros empalidecieron con preocupación,
¿acaso nunca habían visto a (name) fuera de sus casillas? Bill y (name)
parecían estar envueltos en una turbulenta locura que no tenía fin. Quizás debí
preparar más a Bill antes de lanzarle la verdad en la cara, tal vez decirle
poco a poco las cosas, pero Bill sería igual o peor de impulsivo de ser así. ¿Y
si se lo hubiese dicho ella? Seguramente habría escuchado y luego tirado todo a
la borda, pero Alexander seguiría ignorando la verdad. Seguí los pasos de Erik
hasta la cocina con temor ante lo que me encontraría, pero con la seguridad de
tratar de detener a (name).
-¿Andas con tus pastillas,
Rebbeca? –le preguntó a la mujer que debía ser la madre de Bianca a juzgar por
el parecido.
-¿Pastillas? –pregunté totalmente
extrañado.
-Para dormir –explicó la mujer
extendiéndole una tableta de aluminio con pequeñas pastillas blancas.
-No creo que sea la solución
correcta.
Pero los estruendos en la cocina
parecieron asegurar lo contrario a mi opinión. Los amigos de Alexander estaban
espantados, sin saber qué hacer, todos hacían muecas de incomodidad y no fui el
único que lo notó.
-Chicos, ya es tarde y deberían
descansar. Hay un cuarto de huéspedes al fondo. Hay sacos de dormir y camas,
cualquier cosa nos pueden avisar.
-¿No será mejor que nos unamos al
plan de búsqueda? –dijo uno de cabellos rojos desordenados.
-¿Y si llamamos a la policía?
Un escalofrío me recorrió por
completo con la mención de la policía. Podría ser una buena ayuda, pero no
podíamos meterla debido al riesgo que corrían todos por ser testigos y ex
integrantes de la mafia. Y todos debieron pensar lo mismo.
-No será necesario, pedirán un
rango de 48 horas de desaparición, y no podemos esperar demasiado.
-Oh… entonces será mejor que nos
unamos y…
-Chicos –interrumpió Rebbeca con
una sonrisa transparente-. Entiendo que sus intenciones sean honestas, pero
realmente no hay mucho que hacer por ahora. Será mejor que se queden porque
pronto empezará a llover, realmente agradecemos su preocupación.
Todos se resignaron y
desaparecieron frente a nosotros, Rebbeca se quedó con Bianca y Cassandra,
mientras yo y Erik hacíamos nuestra entrada sigilosa en la cocina. Todo era un
desastre de magnitudes, el piso parecía un campo minado lleno de restos rotos
de muchos colores, las puertas de los muebles estaban abiertas y si no fuera
por la pequeña figura oculta junto al horno, habría jurado que esto parecía un
asalto.
Nos acercamos sigilosamente
tratando de no alterar a (name). Parecía absorta en sus pensamientos, sus
mejillas húmedas y sus manos ensangrentadas. Era una imagen onírica, como si
fuera un mundo paralelo, porque (name) nunca lloraba ni se comportaba así. Erik
tomó un vaso que milagrosamente salió ileso, depositó agua en él y se puso a la
altura de ella.
-Necesito que tomes esto –le
susurró con un cuidado sin igual.
Ella pestañeó como si hubiese
salido en un trance, lo miró con ojos suplicantes y más lágrimas salieron de
ellos. ¿De dónde salía tanta pena? Era como si estuviera bloqueada. Erik
introdujo la pastilla dentro del agua y se lo tendió a (name) en los labios
para que no moviera sus manos dañadas.
-Mi hijo… necesito encontrarlo –balbuceó
hipando.
-Bebe el agua, (name) –acarició
su cabello mientras ella le hacía caso como una niña perdida-. Todo irá bien…
Sascha aparecerá y todo volverá a ser como antes.
Él siguió repitiendo esas
palabras luego de que (name) bebiera todo el contenido, incluyendo la pastilla.
La abrazó con cuidado sin detener el mantra, hasta lentamente el cuerpo de la
Invasora empezó a ceder, poniéndose lánguido y con sólo balbuceos adormilados
saliendo de su boca. Ahora entendía cuán necesario era que (name) descansara,
durmiera y controlara la agonía que la invadía. Era una madre desconsolada, que
prefería morir antes de ganarse el odio de su hijo, y lo entendía perfectamente
desde mi rol de padre.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Muchas gracias a todas las que se preocuparon por mí debido al terremoto que hubo en el norte de mi país. Por suerte, vivo en la capital y aquí no se sintió nada, en especial en un piso 16.
Disfruten el capítulo y comenten!!
ay dios mio ¿que pasara? espero que subas pronto y que bueno que no te paso nada te mando un abrazo
ResponderEliminardios, no imagine que Bill fuera a ser tan impulsivo y agresivo. Pero me encanto el capitulo Nina. Que bien que vos estas bien y no paso nada, :* espero el proximo
ResponderEliminarque bien que no te paso nasa nina.me encanta sigue hay por dios bill que pasa cuando podran la invasora y bill actuar normal?
ResponderEliminar:O no me imagine q Bill fuera tan impulsivo y agresivo intento golpear a La Invasora :S, me encantoooo el cap y quiero saber q pasara con Alexander q huyo en su motocicleta pobre se entero de la verdad el dia de su cumpleaños y todo xq Tom le soltó la verdad a Bill bueeh yo me moría x leer ese cap amoo tu fic nina, sube pronto please quiero saber q pasara ahora entre Bill y Alexander osea Padre e Hijo.. Menos mal q no te paso nada Nina gracias a dios q estas bien y me alegro mucho x eso!!!
ResponderEliminarMuy, muy pero muy bueno e intenso, Nina !
ResponderEliminarQue bueno que no te haya pasado nada, espero con muchas ansias el próximo, como siempre, besos !
fiuuu en buena hora que no vives al norte de Chile porque si no aqui en el sur de Perú si que se sintio fue horrible pero supongo que halla fue peor.
ResponderEliminarMOTHER OF GOD!! MOTHER OF GOD!!!! no puede ser no puedo creerlo en verdad que no puedo creerlo
este cap definitivamente estuvo IMPACTANTE en serio estuvo demasiado pero en serio DEMASIADO INCREIBLE!!
finalmente la verdad salio a la luz y estoy shockeada por eso !
dios cada semana espero con muchisimas ansias el jueves para que tu subas y creeme que esa espera vale la pena
pobre invasora lo que le toco y pobre alexander y dios bill que agresivo pero bueno el cap estuvo super super hermoso tienes que seguirla porque si no no se que va a pasar y quiero saber porque creeme que estoy con una intriga gigantesca
porfavorsito siguela el jueves que lo espero con ansias
SIGUELA!
cuidate bye :)
OMG !!
ResponderEliminarno puedo creerlo sigueee