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jueves, 12 de diciembre de 2013

Capitulo 34 (Tercera Temporada)

ANDREA


-¿Ex espía me dijo?

-Sí, Amatista.

-Vaya… no hay registros del código que me dio ni de su nombre o su apodo, señora.

-¿Está diciendo que no me cree?

-Le sugiero que haga una carta de presentación y la traiga a la casona principal, seguramente podremos hacer algo por usted.

-Conozco muy bien lo que significa eso, ¿cree que soy idiota o qué?

-Señora, éste es el procedimiento que se ha impuesto ante posibles visitantes y…

-Sé el reglamento que hay y estoy consciente que simplemente se quiere deshacer de esta llamada. Hagamos las cosas más fáciles para ambas y simplemente déjeme hablar con la secretaria de Pantera.

-Para eso debe redactar una carta de presentación y…

-¿Tienes algún jefe tuyo que esté de turno?

-Señora..

-Sólo responde –insistí endureciendo la voz.

-S-si…

-Pásame con él o te juro que las cosas empeorarán para ti.

-E-espere por favor.

No. Ya no podía seguir esperando más. Era cuestión de tiempo que todos se enteraran que Alexander era hijo de Bill. Tomé mi bolso y las llaves, un mensaje a Cassandra con el conserje si venía a casa y conduje lo más rápido que me permitían las leyes alemanas. Suponía la ubicación de la mansión de Pantera mucho antes que me enterara de la presencia de (name), siempre enviaban heridos con credenciales falsas al hospital donde atendía normalmente.

Tampoco me sorprendió saber que el rastreo de la llamada que hice resultara nulo, y que realmente me encontrara haciendo esto, una vez más. Porque esto fue lo que hice cuando ella se fue de Los Ángeles, vine donde Pantera en busca de respuestas que nunca me dieron. Ahora, me encontraba frente a una nueva mansión más grande y renovada que la anterior en donde me crié alguna vez.

Al parecer, todavía tenía la misma clave de acceso y mi huella dactilar figuraba en el sistema, porque no tuve problemas para entrar. Perfectamente podría pasar por una casa normal, pero los patios cubrían fácilmente un área lo suficientemente grande como para aterrizar un jet privado.

-¿¡AMATISTA!?

Vi la dirección del grito con mi antiguo nombre de combate.  Jake seguía teniendo ojos infantiles a pesar de que debía ser un poco más joven que yo. Fue uno de mis primeros amigos cuando estuve en la mafia, de esa clase de amigos en los que sabes que puedes confiar cualquier tipo de cosa y que puedes contar con ellos cuando quieras. Lo abracé cuando estuvo frente a mí y sentí que me elevaba del piso por lo que fue inevitable no soltar un chillido. Besó mis mejillas como un saludo amistoso típico de alguien tan británico como él.

-¡Sigues igual Andy! –dijo soltándome en tierra firme pero tomando mis manos.

-Y tú tienes más fuerza que la última vez, eh.

-Bueno, entrenar novatos ayuda a mantenerme saludable… ¡Jesucristo! Realmente me ha impresionado verte… ¿cómo has estado? ¿Qué es de tu vida? ¿Qué hac…?

-Tranquilo, Jake, tengo tiempo suficiente para hablar contigo pero primero debo hablar con Pantera.

-No se encuentra disponible –torció la boca y enredó mi brazo en la parte interior del suyo invitándome a un paseo-. Agradece que esté de turno en la seguridad de la entrada, porque si fuera otro, dudo que te hubiesen dejado entrar.

-¿No disponible? ¿Y cuándo podré hablar con él?

-¿Puedes esperarlo hummm… una hora quizás? Está en un negocio importante con unos húngaros.

Le di un corto resumen de lo que ha sido mi vida durante estos años por insistencia suya. Él me explicó que todo se había puesto más riguroso y que la C.M.T.I. tenía en la mira Pantera por incumplimiento de algunas normas. Recordamos viejos tiempos en los que éramos novatos en el manejo de armas, en donde nos asustábamos cada vez que veíamos a uno de nosotros con heridas propias de misiones y cuando celebrábamos nuestras victorias con salidas a pubs o filtrando botellas de alcohol a las habitaciones. Pero no podía ser perdiendo el tiempo cuando se me había presentado un comodín como Jake, él podía brindarme datos que los demás se negarían a darme.

-¿Y qué hay de la Invasora, sabes algo de ella?

-Aún está en servicio activo.

-¿Enserio?

-¿No es que era uña y mugre?

-Bueno, cada una siguió por su lado y… un poco antes de saber de mi embarazo ella se fue.

-Ah… bueno, sigue en misiones. De hecho creo que hace unos días atrás volvió de una en Asís con Ian Neville.

-¿Ian Neville? ¿Quién es él?

-Bueno, es un tipo de informática… inteligente, algo nerd, poco sociable pero muy astuto. Creo que están juntos, y de vez en cuando tienen misiones juntos.

-¿Pantera permitió esa relación?

-Sería una  decisión estúpida no autorizarla cuando realmente forman una pareja dinámica.

-Ya veo…

-Además, Pantera la está instruyendo para hacerse cargo de la mafia en unos años más cuando decida retirarse. Así que paulatinamente se hace notar su autoridad, en especial en los novatos.

-¿Por qué en ellos?

-Ella es la encargada de instruirlos mentalmente. Creo que estudió psicología y ahora los tiene a todos lloriqueando con la presión mental que les hace.

-¿Eso es posible?

-Bueno, sé que usa métodos prácticos como amenazas y la imaginación destructiva. Pero de vez en cuando se pone sádica y les recuerda el asesinato de sus padres o los motivos por los que están acá. Muchos se refugian en nosotros, los más antiguos, menos en ella.

-¿Y qué pasó para que fuera así?

-No lo sé… se ausentó por muchos años, y cuando volvió lo hizo con su hijo y realmente le dio más forma a esta mafia.

-¿Su hijo? –acá estaba el punto interesante.

-Sí, se llama Alexander y Pantera quiere que en unos meses más sea el sucesor de la Invasora.

-¿Él… quiere?

-La última vez que lo vi se estaba burlando de Pantera, pero realmente no lo veo acá. De hecho, cuando era niño solía tenernos como sus niñeras y como siempre se perdía de vista, nos tenía a todo el departamento de seguridad buscándolo por los lugares más increíbles.

Alexander… ¿será el mismo? Sí, es el mismo que conoces ahora. El mismo que se junta con Cassie y que busca desesperadamente a su padre, a Bill.

-¿Sabes dónde puedo ubicarla? Realmente me gustaría verla y ponernos al día sobre todos estos años.

-Humm… no sé donde vive, Andy. Nadie lo sabe, sólo Pantera y tal vez Ian. Y no viene muy seguido ni ciertos días de cada mes, así que…

-¿Amatista?

Me giré de la banca donde estábamos sentados observando unas rutinas de entrenamiento de las nuevas generaciones de espía. Ahí estaba él, imponente, de blanco, y una contextura física que parecía gritar un descanso de años. Me puse frente a él y sonreí como pude para brindarle confianza. El sonrió también y me estrechó entre sus brazos dejando su bastón con su guardaespaldas personal.

-¡Qué alegría verte, hija mía!

-Igualmente, Pantera.

Los seguí hasta una amplia oficina con decoración extravagante que fácilmente identificaría como suya. Esto era un circo y siempre lo ha sido. Él es el presentador del desfile de frikis, que en este caso serían sus seguidores y entre ellos seguía la Invasora. Tomé asiento cuando me lo permitió además de ofrecerme bebestibles que rechacé como siempre lo he hecho. Es raro, pero la única que le acepta algo para comer o tomar es (name), de hecho, nunca rechazó sus invitaciones.

-Realmente no han pasado los años en ti, querida.

-Me gustaría decir lo mismo pero estaría mintiendo.

-Es lo que va quedando de un viejo –sonrió intensificando las arrugas de su cara-. ¿Bueno, en qué puedo ayudarte?

Siempre al punto específico sin rodeos… jamás cambias, eh.

-Es sobre (name).

-¿Sucede algo con ella?

-Bueno, planeaba celebrar mi cumpleaños y quería invitarla… si es que aún sigue acá.

-Jake te debió decir que sigue acá.

-Lo hizo y la verdad es que no me sorprende mucho porque siempre le gustó trabajar para ti–sonreí siguiendo con un juego peligroso.

-Es verdad, pero temo que no podré servirte como señuelo para llegar a ella.

-¿Enserio te consideras un cebo? La verdad es ésa. Quiero verla y saber cómo está, es así de simple.

-Sé que la llevarás con…

-Estoy divorciada, no mantengo contacto directo con los Kaulitz sino que a través de nuestros abogados, ¿feliz? Porque realmente no vale la pena que pongas obstáculos en esto.

-Así que te casaste…

-Sí.

-¿Y qué los separó?

-La monotonía, ¿me lo dirás, sí o no?

-No sé donde vive, Andrea. Nadie lo sabe y por contrato nadie puede averiguarlo o acabará sin vida. Yo no insisto en saber porque realmente prefiero que cumpla con las misiones y éste es un insignificante precio a pagar.

-¿Cuándo fue la última vez que vino?

-Hummm… ¿hace unos días? Sí, hace poco.

-Bueno, será mejor que me retire –observé la hora en mi reloj pulsera.

-¿Tan pronto?

-Debo trabajar –me excusé sin dejar rastros de la mentira que acababa de decir.

-¿En qué trabajas?

-Ayudando a salvar vidas inocentes.

-Muy aplicable a tu ideal de vida –sonrió dejando ver arrugas en sus ojos.

-Fue un placer verte de nuevo, Solarin.

-El placer es mío, Andrea… ¡Ah! Olvidaba mencionarte algo.

-¿Qué cosa?

Su rostro se tornó serio, frío y calculador dejando entrever una advertencia visual.

-Ella cambió. Ya no es la misma de antes por si alguna vez lo pensaste. Realmente trataría de pensarlo dos veces antes de encontrarla… es peligrosa, Amatista.

-¿Acaso no fue peligrosa antes?

-Pero antes no tenía el espíritu de este viejo impregnado en su sangre.

-¿A qué…?

-Me sustituirá cuando jubile, la he entrenado y ya casi está lista para tomar el mando. ¿Realmente crees que será la misma dulce y sonriente (name)? Yo no lo creo, hija mía. Las cosas han cambiado para mejor y ella es el precio a pagar.

-Así que la convertiste en una más de tus máquinas.

Se encogió de hombros como si realmente no le importase cuan grave era lo que acababa de confesar. No, sí estaba consciente de lo que hacía pero sus intereses estaban en primer lugar como siempre ha sido.

-Qué decepcionante es saber que sigues igual de decrépito y egoísta, Pantera. Espero que sigas con vida cuando te vuelva a ver si decido venir de nuevo.

-Las puertas siempre estarán abiertas para una de mis hijas, Andrea.

Sus guardias me guiaron hasta la salida, sin mencionar palabra alguna por respeto o miedo de ser oídos y golpeados. Se despidieron de mí con una leve reverencia formal y a lo lejos sacudí mi mano al divisar a Jake entrenando novatos. No extrañaba esa vida llena de crímenes, venganza y frialdad… quizás a los amigos que hice ahí a lo largo de mi “encierro”, pero no podía añorar una vida donde la libertad era un sueño utópico.

Prendí la radio escuchando canciones lentas mientras conducía con toda la calma del mundo por las calles de Berlín. No tenía prisa a pesar de haberle dicho a mi ex jefe que debía trabajar, era mi día libre y tenía todo el tiempo del mundo para pensar en cada palabra llena de información que acababa de obtener.  Cassandra debía seguir en el instituto o en casa de Thomas.

Si yo fuera ella, ¿dónde viviría?... hummm… Berlín es muy grande.

Las zonas residenciales eran muy variadas, pero si realmente quería dar con ella debía pensar como alguien que trabajaba en la mafia y no quería ser encontrada. La zona en donde vivo está plagada de cámaras de vigilancia por lo que no sería muy adecuado para alguien que siempre está en la mira. Debía ser algo más familiar, un sector privado o algo así, un lugar donde no levantara sospechas y donde tener un hijo adolescente no fuera problemático. Mi teléfono empezó a sonar y lo puse en altavoz.

-¿Aló?

-¿Dónde estás? Se supone que es nuestro día juntas.

-¿Te llamó el conserje?

-Sí, así que llegaré a casa de papá.

-Lo siento mucho cariño, pero estoy en el banco y hay una fila tremenda frente a mí.

-Ah… bueno, avísame cuando llegues a casa para estar contigo, ¿vale?

-Por supuesto, cariño. ¿Te puedo hacer una pregunta, Cass?

-Claro, dime.

-¿Por dónde vive tu amigo Alexander? Es que ayer me pareció verlo a muy altas horas de la noche y creo que sería bueno informarle a su madre o algo así.

-Debió salir con sus amigos del instituto, siempre salen a andar en skate por las calles. Pero si te interesa hablar con su madre, te mando la dirección por mensaje.

-Ok, gracias cariño. No es por ser mala, pero creo que es bueno que su madre sepa que es peligroso que ande hasta tarde por la calle.

-¡Ma, te parece si hablamos después? La profesora me está mirando feo y…

-Vale, te quiero hija. Cuídate y no hagas rabiar a tu padre, eh.

El mensaje de texto con la dirección de Alexander me llegó unos minutos después cuando estaba a punto de ingresar a la autopista principal. Mis manos sudaban al volante pensando en que volvería a ver a mi amiga de la adolescencia, en que sabría por su boca lo que ha pasado todos estos años. La tendría frente a mí. Pisé el acelerador y zigzagueé entre los autos mientras el GPS me daba las instrucciones necesarias para llegar a la casa de la Invasora.

Y cuando terminé de estacionar el auto frente a un portón que no dejaba mucho a la vista, sentí que mi pulso se aceleraba de las ansias. Se podía divisar un jardín hermoso, lleno de flores y bien cuidado. Un perro echado en la hierba y una gran casa de dos pisos blanca y muy hogareña. ¿Enserio vivía acá? Realmente era muy diferente al plano que mi cabeza creó. Activé la alarma del auto y me acerqué hasta la puerta de entrada principal notando cámaras, un teclado numérico y un dispositivo de seguridad con tarjeta. Presioné el botón metálico más grande bajo el número de la casa y tras escuchar unas campanas esperé.

El perro ladró acercándose a la puerta, debía tener unos meses a juzgar por su estatura y su ladrido jovial. Pulsé de nuevo el timbre para que sonara de nuevo hasta que estuché un leve crujido provenir del intercomunicador.

-¿Si?

Era ella, era su voz. Seguía igual.

-¿(Name)? ¿Eres tú?

-¿Disculpe, con quién hablo?

-Soy yo, Amatista, (name).



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Se aproximan mis vacaciones, y con ellas más tiempo par subirles (o eso espero). Disfruten el capítulo ;-)

3 comentarios:

  1. Matame o lo hago yo, pero esto esta muy interesante necesito otro capítulo nina jajajaja necesito saber como va a acabar esta historia :) besos

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  2. Necesito otro capítulo TwT
    dios cada vez está mejor
    está temporada me tiene con taquicardias xD
    Espero suba pronto
    cuídate y un abrazo

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  3. OMG! Se encontraran? sube en cuanto puedas por favor un beso

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