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jueves, 5 de diciembre de 2013

Capitulo 33 (Tercera Temporada)

BILL


-Debiste detenerla.

-No habría logrado mucho, ella… cambió.

-¿En qué sentido? Acaso es una bola de gra…

-No, Tom. Ella… le pedí un beso.

-Los besos no se piden, idiota. Se roban.

-¿Acaso le robarías un beso a Andrea si la tuvieras frente a ti luego de no verla durante diecisiete o dieciocho años?

-Quizás… pero ya sabes el motivo de nuestra separación, así que dudo que me deje con vida si la beso –sonrió y pude ver un brillo doloroso en sus ojos, en realidad aún la quiere.

-Pero ella sigue siendo espía.

-¿Enserio? No sé por qué no me sorprende mucho, eh. En fin, ¿qué te respondió?

-Que ya sabía cómo terminarían las cosas si yo la besaba así que se negó y se fue corriendo.

-Debiste amenazarla.

-Eso hice al principio, pero sé que nada resulta con ella.

-Algún punto débil debe tener… quizás eres tú, hermanito.

-No. Eso te lo puedo asegurar porque noté que me odiaba con tan sólo mirarla. Hay algo… noté algo dañado, algo extraño y oscuro en ella como si hubiese pasado algo en su vida que la hizo cambiar.

-¿Su nuevo novio?

-El idiota tiene pintas de nerd… ¿cómo me pudo cambiar por un…? ¡Agh! ¡¿Qué le ve a ese tipo?!

-Ya cálmate, Bill. La gente cambia cuando menos lo esperas, y eso pasó con ella.

-Lo que sea. Pero creo que algo la cambió, la vi más segura, más fría y a la defensiva… como si estuviera protegiendo algo.

-¿Algo como un niño?

-No le pregunté sobre eso, Tom. Cuando estoy frente a ella todo se borra en mi cabeza a excepción de los recuerdos de nosotros juntos.

-Bueno, si la has visto dos veces lo más probable es que la vuelvas a ver así que no te desanimes, Bill.

-No lo estoy, de hecho estoy algo consternado por su conducta… realmente pensé que sería más amable o sociable.

-Es espía, ¿recuerdas? Su trabajo es matar gente, traficar, robar cosas y estafar. No puedes desear que se convierta en un ángel de la noche a la mañana.

-Pero cuanto la vi en el restaurante realmente no lucía como ésta (name). Se veía vulnerable, con miedo y… Dios, te juro que estuve a punto de llevármela conmigo.

-¿Y qué te detuvo?

-Sus lágrimas.

-Vaya… pensé que se había vuelto igual de fría que Andrea.

-Andrea y (name) son muy diferentes, eso lo sabes bien.

-¿No lo entiendes? Según lo que me cuentas, noto que (name) tiene el mismo comportamiento sobreprotector que Andrea tiene con Cass.

-Al menos aclaré una duda.

-¿Cuál?

-Ellas no se han visto desde la misma época que nosotros.

-Entonces Andrea no mintió al decirnos que no sabía nada de ella.

-Exacto. Y me confirmó que estuvo en Nueva York ya que fue el primer vuelo que encontró.

-Hmm… así que Andrea tenía la razón en todo.

-Deberías pedirle disculpas, eh.

-Es difícil sabiendo que me llama asno de vez en cuando por lo que le hice.

-Además de que cada vez lo empeoras más teniendo esa relación estúpida con Ria.

-¿Perdón? –Se puso a mi altura viéndose agredido por mis palabras-. No soy yo el que mantiene esa puta relación falsa con Lena en la que no tienes ni ganas de follar cuando a ves.

-Sabes los motivos, Thomas.

-Y tú también conoces los míos para no estar con Andrea.

-Ella te dejó, no tú a ella.

-¿Sabes qué? Vete a la mierda, porque parece que cada vez que ves a esa mujer lo único que haces es ponerte más estúpido.

-Tiene nombre, ¿sabes? Y por si no lo notas, te pones más estúpido tú cuando ves a Andrea. Te pones cachondo total.

Tomó mi camiseta amenazando con golpearme. Ambos habíamos pasado el límite de cada uno, cruzamos esa delicada línea que separaba nuestro presente de nuestro pasado y ahora nos estábamos enfrentando como cavernícolas por el territorio de cada uno… o quizás lo habríamos hecho si no hubiésemos escuchamos esa voz chillona que me daba jaquecas casi todos los días. Sonrió victorioso y se separó yendo nuevamente a su puesto en el sofá junto a la guitarra acústica.

Lena.

Sonreí sin muchas complicaciones como miles de veces había practicado antes de verla. Saludó sacudiendo su cabello lacio y brillante, depositó un beso en mis labios salpicándolos con un asqueroso labial. Dios, alguien debía decirle que cada brillo labial que tenía era vomitivo. Sonrió a Thomas y se sentó frente a él con un montón de bolsas con marcas caras en sus pies. Claro, debía ganar una porrada de dinero hablando de mí y nuestra “relación” en programas de farándula, porque estaba claro que su carrera no surgiría más de lo poco y nada que ganaba con la venta de sus discos.

-Escuché que hablaban de mi –comenzó sin quitar la vista de su teléfono.

-¿De ti?... ¡Ah, sí! Hablábamos de lo puta que eres, ya sabes, lo de siempre –le respondió Tom con una brillante sonrisa de joda.

-¿Puta? –Lo observó por un momento antes de volver la vista a la diminuta pantalla entre sus manos-. Si es porque salgo con un hermanito, pues entonces también le llamas puto a él.

-¿A qué vienes? –interrumpí antes de tener que soportar otra pelea.

La verdad es que la relación entre mi gemelo mayor y Lena siempre ha sido la peor. Si con (name) Tom era el mejor cuñado, con Lena se comportaba como la bestia que fue en su adolescencia con todas las chicas con las que simplemente follaba y desechaba. Y era de esperar que se llevaran mal cuando ella fue la que le insistió a nuestro productor en crear una relación entre nosotros para que supuestamente ambos subiéramos las ventas. Claro, quien subió las ventas discográficas de la compañía fuimos nosotros, nunca ella. Así que su vida se basaba en hacer escándalos semanales e ir a programas de televisión para crear riñas con otras personas. Sí, de lo más bajo.

-¿Acaso no puedo venir a ver a mi novio?

-Estoy a punto de entrar a una reunión importante, así que debes irte.

-En ese caso te esperaré acá, “amorcito” –se burló observando fijamente a Tom.

-Bill –empezó Tom sabiendo que estaba a punto de tirarla por la ventana.

-Vale, Lena… corta el rollo, ¿a qué vienes?

-Humm… parece que ni para mí te puedes dar un tiempo, Billy.

-Lena…

-¡Está bien, está bien!... vine a decirte que cuando fui de compras hoy mi tarjeta apareció sin fondo, ¿debo preguntarme el por qué necesariamente o fue un error humano de la dependienta?

-La anulé –sonreí elevando una ceja.

La verdad es que fue un impulso a penas me enteré que había dicho por televisión mi número telefónico, además del nombre de las casas comerciales con las que mantenía tarjetas bancarias, mostrar imágenes antiguas de mi familia y exhibir un video en el que aparezco desayunando en Miami con resaca y hablando estupideces con Thomas.

Mi gemelo sonrió triunfante a su enemiga pública (todo el mundo sabía que se llevaban mal, realmente no tenían por qué fingirlo delante de las cámaras) mientras a ella le daba un pequeño tic en el ojo. Su celular cayó en algún oscuro lugar de su bolso de piel de animal y se puso frente a mi con los brazos como jarra. Realmente no intimidaba, no había mucho que pudiese hacer con su estatura deplorable para ser mujer… y alemana.

-¿A qué te refieres con anularla Bill Kaulitz?

-Tal y como lo escuchas, Lena. Endéudate con los bolsillos de otros porque el mío está completamente cocido para ti.

-Estaba en el contrato y si lo…

-No te servirán las amenazas. La reunión a la que asistiremos ahora será para aliar a la banda y a nuestra empresa discográfica con una asociación importante en la que realmente no te necesitaremos porque no aportas ningún ingreso con tu música –dijo Tom levantándose y poniéndose a mi lado con todas las pintas de chulo, y claro, dejando en el olvido nuestra pelea de hace menos de diez minutos.

-Estoy hablando con Bill, no contigo –dijo endureciendo su voz.

-Pero era nuestro dinero el que te gastabas.

-Lena, el contrato ya no sigue. Me da igual que reclames o interpongas una demanda en mi contra, porque sabes que ganaré sea como sea.

-Pero hay un porcentaje que me pertenece y tú estás haciendo uso de ello –acusó desesperadamente como un último argumento.

-Considerando todo el dinero que has gastado y que pertenece a Tokio Hotel, realmente lo perdiste hace mucho rato.

-¿Qué…? No me puedes dejar así, Bill.

-Habla con Jost, él te dará las últimas indicaciones y aclarará cuentas contigo. Vamos Tom.

A pesar de sus gritos insistentes no volteé a verla. Quizás fue una decisión apresurada e impulsiva, pero no podía dejar que siguiera destruyendo mi privacidad ahora que (name) parecía volver a mis pensamientos como la constante en mi vida que creía olvidada. Todo esto lo había decido en día anterior, lo había hablado con Thomas y la banda, y justo ahora firmaría su despido además de invalidar el acuerdo que hice con su manager, quien pensó que estaba drogado.

Quizás partió con las palabras de Alexander, el amigo de Cass. Me había ayudado a abrir los ojos y ver que todo esto era una locura sin sentido, que me estaba dejando manipular inconscientemente por las personas que trabajaban para mí. Ahora, me sentía un hombre libre y por muy dolorosa que fuese la conversación que tuve con mi Invasora, me sentía feliz. De hecho, tenía ganas de salir a celebrar con Tom y los chicos, quizás embriagarnos hasta quedar fritos a la mañana siguiente.

-¿Estás seguro? –preguntó por quinta vez Jost.

-Lo estoy.

-¿Enserio?

-Sí –gruñí impaciente.

Tomé el bolígrafo, leí palabra por palabra el documento que aseguraba el desligue total de Lena en la discográfica y en mi vida, y firmé con seguridad las líneas que indicaban mi nombre. Le pasé el documento a mi gemelo y él hizo lo mismo ignorando las preguntas de Jost.

-Miranda, déjame dos copias en mi oficina, una en mi correo privado y otra en tu correo por favor –le pedí a mi secretaria.

-Sí, señor ¿algo más?

-Emm… tómate la tarde libre luego de que termines de hacer lo que te dije.

-¿Se-seguro?

-Sí –sonreí para asegurarle que no mentía.

-Gracias, señor Kaulitz.

-¡Ah! Y mándale saludos a tu hijo.

-Con gusto lo haré.

Bien, por fin era un hombre libre. Sonreí al apenado mánager de Lena, bueno, realmente no tenía de qué quejarse porque trabajaba para otros artistas además de ella así que no significaba mucho su despido. Tomé mi abrigo, las llaves, mis lentes y mi teléfono, salí junto con Thomas al estacionamiento y cuando ya nos encontrábamos en el tráfico de Berlín ambos suspiramos a la vez como una conexión telepática.

-Al fin, Bill.

-Lo sé…

-¿Los llamarás?

-Hay que celebrar, Tom –sonreí en su dirección mientras él doblaba entre las calles.

-Te juro que tenías los cuernos más grandes del mundo, Bill. Esto hará que tu reputación de chico malo aumente.

-Sólo hay una mujer en mi corazón y eso lo sabes mejor que nadie.

-Bueno, creo que debes empezar a planear tus estrategias si la quieres nuevamente junto a ti porque hoy te la puso bien difícil, eh.

-Humm… tienes razón.

Y esta vez no planeaba rendirme y dejarla ir tan fácilmente.



ALEXANDER


-¡Ya llegué! –grité cerrando la puerta a mis espaldas y dejando las llaves sobre la mesa de arrimo.

Todo estaba en silencio como si no existiese la vida en esta casa. Pero el auto de mamá estaba acá, sus llaves también y su teléfono estaba sobre la mesa de la cocina. Ella estaba acá, ¿pero por qué tan callada? Ni si quiera cuando tiene trabajo que hacer está en completo silencio, sino que pone alguna canción lenta y relajante que ya habría notado. Debía estar durmiendo en su cuarto.

Fui a por una manzana a la cocina y escuché los ladridos de Aki provenir del jardín, abrí la ventana para que entrara como desesperado corriendo de un lado a otro hasta que subió al segundo piso. Prendí la televisión y subí a saludar a mamá y comentarle mis nuevas calificaciones.

-¿Mamá? –la llamé desde las escaleras.

¿Qué pasaba? No sentía a Aki ladrar pero lo oía gemir suavemente. Dejé mi bolso en los escalones y agarré una navaja que siempre llevaba conmigo. Agudicé mis sentidos pero sólo oía a mi perro llorar desde el cuarto de mi madre. Calmé mi respiración recordando el entrenamiento que tuve desde mi niñez y cómo actuar ante cualquier ataque sorpresa. Caminé sin prisa observando habitación por habitación si había algo fuera de lo normal, pero todo seguía tal y como lo manteníamos yo y mamá.

Me dirigí a su cuarto desde donde podía escuchar hasta la respiración de Aki. Me asomé lentamente y escaneé completamente la habitación hasta dar con que mamá estaba sobre la cama recostada y… ¡Jesucristo! Estaba inconsciente. Puse la navaja en los bolsillos de mi pantalón y me acerqué a ella notando que no estaba muerta ni herida.

-Mamá –dije con voz fuerte a medida que sentía mi corazón agitadísimo-. Oye… mamá.

Palmeé su cara y noté los débiles pulsos vitales además de su piel fría. Tomé el teléfono de la mesita de noche y marqué al tío Erik, mi 911 privado. Cortó y pude oír que desactivaba la alarma de su auto. Tomé un algodón y derramé un poco de alcohol en él, masajeé sus brazos con él y puse un montón de cojines bajo sus piernas para elevarlas. ¿Por qué su presión había bajado tanto repentinamente?

Oh… sus remedios. Noté el frasquito transparente entre sus manos y deduje que los tomó a una hora incorrecta. Era la segunda vez que le pasaba en lo que yo llevaba de vida junto a ella, lo bueno es que no es tan terrible como para que muera. Seguí masajeando sus brazos con el algodón con alcohol, y llamándola para que despertara, mi perro seguía inquieto paseando por la habitación y ya podía sentir que se quejaba por ser un animal y no un humano.

Le puse el algodón bajo la nariz para que sintiera el olor más fuerte y para mi suerte pude notar cierto movimiento bajo sus párpados… ya casi estaba reaccionando, sólo un poco más y no volvería a dormir hasta la hora correspondiente.

Oí la puerta abrirse (sí, él tenía su propia llave en caso de emergencias relacionadas con un adolescente problemático para la sociedad) y en menos de tres segundos estuvo sentado en la cama junto a mamá. Podía notar el pánico en su mirada, ver la inquietud en sus pupilas asustadas, y notar sus piernas temblorosas debido a la tensión. Tomó su presión manualmente indicando que ya casi volvía a la normalidad, le conté todo desde el momento en que crucé el umbral de la puerta.

-… así que supongo que se tomó a deshora su pastilla –concluí poniendo una manta sobre sus piernas.

-Qué raro… algo debió pasarle para olvidarlas.

-¿Qué le pasó la primera vez?

-El tío Gaspard dijo que fue por exceso de trabajo.

-¿No estabas ahí?

-Tenía tres años y sólo pensaba en jugar con perros y pelotas, ¿qué hacemos?

-En unos minutos más despertará así que sólo podemos esperar a eso si no queremos llevarla al hospital.


Esperar… sólo debía dejar que los minutos pasaran así que me recosté por orden del tío Erik en mi cama a descansar luego de un día de instituto y él me llamaría a penas mamá despertara. ¿Por qué le pasó esto? ¿Qué paso con ella? ¿Fue Pantera quien provocó alguna nueva preocupación en mamá? Debió estar muy metida en sus pensamientos para llegar a olvidar la píldora que controlaba su neurosis. Mis ojos empezaron a pesar como cuando estás en una sesión de hipnosis. Sentía la respiración lenta de Aki bajo mi brazo y el silencio envolvía la habitación. Todos los ruidos cesaron y se cambiaron por las melodías de los recuerdos, los sueños y las voces dentro de mi cabeza que me repetían que mamá estaría bien… que yo estaría bien.


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Capitulo aburrido -.-  no se preocupen porque recién comienza lo mejor ;)

4 comentarios:

  1. PARA NADA ABURRIDO POR DIOS ESTO CADA VEZ SE PONE MEJOR ME ENCANTA TU HISTORIA UN BESO

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  2. No lo puedo evitar j**** me encanta este fic
    sigueeee me arrodillo y te suplico para que acabe como yo espero Nina :)
    Espero el siguiente con ansias besoos ;D

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  3. lo ameeeeeeeeeeee *o*
    por fin Bill se deshizo de la bitch
    Sube pronto :D

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  4. Dios! me muero por leer el proximo! y no fue para nada aburrido el cap.! nunca son!
    gracias por subir Nina<3

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