-¿A esto le llamas vestido?
-¡Joder, (name) te queda
perfecto!
-¡Parezco puta, Andrea!
-¿Puta? Yo veo a la próxima
levanta pollas del club.
-Ya no tengo el cuerpo de antes
–murmuré observando una cicatriz reciente en mi muslo izquierdo que se veía
horrible.
-Yo lo veo mejor que antes, eh.
Tienes más tetas y trasero.
-No pienso ir como una prostituta
–me negué bajando el cierre del vestido.
-¿¡Qué!? Oye, si planeas ir con
tu vestido de monja, enserio me darás vergüenza.
-Pues entonces vuelvo a mi casa,
Andrea –le dije empezando a molestarme mientras buscaba mi ropa.
-¡Hey!... vamos, (name). Nos
acabamos de encontrar tras un milenio y resulta que me quieres aguar la fiesta…
oh, enserio estás cambiada. Estás hecha un vejestorio.
¿UN VEJESTORIO? Ah, no. Ella
definitivamente no sabía lo que acaba de salir por su boca. No me desgasto en
cada misión para que me digan que soy un vejestorio, ni mucho menos obtengo un
cuerpo entrenado para parecer una vieja. Si ella quería hablar de vejestorios
tendría que ver a Pantera, no a mí. Arranqué el vestido que tenía puesto de sus
manos y volví a introducirlo en mi cuerpo para que no me hablara de
vejestorios.
-¿Esto te parece lo
suficientemente viejo? –dije subiendo la última parte del cierre.
-Ésa es mi chica –sonrió
mostrando todos sus dientes.
ALEXANDER
-¿Terminaste el informe de
matemáticas?
-No, mañana me levantaré temprano
a terminarlo.
-Bueno, cualquier duda me hablar.
Ya lo terminé.
-¿Y si me lo das?
-No. Tienes que aprender, Cass.
-Humm…
-Tu casa está muy silenciosa para
ser de noche –le comenté observando la sala vacía y una cocina en silencio.
-Papá y el tío Bill salieron a no
sé qué parte. La abuela está trabajando en la biblioteca y los perros están en
sus casas. Dijeron que volverían tarde y que no los esperara despierta.
-Vale, entiendo. Completo
silencio.
-Exacto. ¿Y tu casa?
-Mamá salió de juerga con tu
mamá.
-Espera. Tú mamá. Mi mamá.
¿Juntas? ¿Desde cuándo?
-Eso mismo pensé y no alcancé a
preguntarles, pero dijeron que volverían tarde.
-¿Y sabes dónde fueron?
-Mencionaron algo del instituto y
luego un club nocturno, ¿debería preocuparme?
-Bueno, creo que no porque ambas
están grandes.
-Ellas se conocían, ¿verdad?
–pregunté sacando a relucir mis más íntimos pensamientos en una corta oración.
Todo ese comportamiento… mamá jamás se comportaba así con extraños y mucho
menos con los padres de mis amigos. ¡Ni si quiera con la madre de mi última
novia fue amigable!
-¿Lo crees?
-Mamá no es de las que conversa
con los tutores de mis colegios e institutos. Con suerte aparece cuando la
llaman por mis actos delictivos.
-Bueno, diría lo mismo pero no sé
si mamá habla en las reuniones.
-Pensé que iba tu padre.
-Papá no puede. Una vez cuando
iba en mi primer año escolar fue a una reunión y terminó siendo acosado por
todas las mujeres. Así que desde ese momento se rehusó a ir y mamá es la
encargada.
-Aún así va cuando lo mandan a
llamar.
-De vez en cuando –afirmó-.
Generalmente sólo cuando son cosas graves, o sino mamá va o el tío Bill.
-Vaya… te sobran tutores por lo
que noto.
-Se podría decir que sí. Oye,
hace unos días vi tu expediente y noté que falta muy poco para tu cumpleaños.
-¿Dónde conseguiste mi
expediente?
-Colándome, claro.
-¡Jo! ¡Pero qué cotilla, eh!
–levanté une ceja con seriedad fingida. La verdad es que me daba igual si
buscaba algo en mi expediente… sólo podría ver mi historial delictivo y mis
excelentes calificaciones.
-Es algo que va con la naturaleza
femenina. El punto es que…
-Faltan tres semanas para agosto
–le mencioné sin hallar la importancia que podía significar una jodida fecha
para ella.
-Bueno, muy poco considerando que
los días pasan rápido en Alemania.
-¿Y qué tiene que ver mi
cumpleaños?
-Pensé que podríamos organizar
una fiesta o algo así. Si quieres lo hacemos acá, mi padre aceptaría con gusto.
Podríamos invitar a los del instituto, compraríamos cajas de cerveza,
contrataríamos un DJ y un servicio de luces multicolores, rentaríamos parlantes
y…
-Espera, Cassie. Bájate de tu
nube y aterriza al planeta Tierra, ¿vale? No me gusta celebrar mi cumpleaños en
grande, no quiero celebrarlo.
-¿Por qué? Es una fecha
importante y…
-A mí no me importa. Cumplo un
año más de vida… ni que fuera el 14 de julio estadounidense o el 9 de noviembre
alemán. Es sólo un día más.
-¿Los has celebrado alguna vez en
tu vida?
-Claro que sí, pero hace nueve
años atrás que ya no lo celebro. Quizás me vaya a alguna disco en donde me den
tragos gratis por ser mi día y follaría hasta que no se me pare.
-¡Qué cerdo! ¿Por qué no
celebrarlo acá?
-Celebra el tuyo, el mío es un
día como cualquier otro. Y no insistas o enserio te quedarás sola en un mansión
pija.
-Pero acá tienes a Bianca, tu
familia y tus amigos… ¡tienes hasta a mi familia, Sascha! ¿por qué no celebrar
un día tan… ?
-No insistas –una última mirada
de advertencia. Ella opinaba y parloteaba hasta por los codos. Ése es su
maldito problema. ¿Acaso no sabe leer entrelíneas? ¿No entiende que no es fácil
celebrar un cumpleaños cuando sientes que falta alguien a tu lado y…? Dios,
hasta la cabeza empezaba a dolerme con tanta mierda dando vueltas en ella.
-…Vale –murmuró escrutándome de
reojo, como preguntando tardíamente el por qué de mi decisión.
INVASORA
-Dos vodkas por favor –el tipo de
la barra me escrutó con la mirada y finalmente sonrió lascivamente antes de
voltearse a por mí pedido.
Apostaría lo poco y nada que
llevo de ropa a que lo primero que pensó fue en mis tetas. Dios, debí
retractarme cuando tuve la oportunidad de no usar este vestido…
La música estaba para reventar
los tímpanos de cada uno de los presentes, las luces estaban preparadas para
producir un ataque de epilepsia en cualquier momento a cualquiera que se
quedara alelado en la pista de baile. Los adolescentes disfrazados de grandes
bailaban con movimientos eróticos restregando sus traseros entre ellos.
Realmente era una puta orgía.
Volví a apoyarme en la barandilla
junto a Andrea, viendo la pista de baile desde lo alto y moviendo la cabeza al
compás de la música.
-Pareces estar buscando a alguien
–le dije.
-¿Qué?
-Que pareces estar buscando a
alguien –le dije cerca de su oído subiendo el tono de mi voz.
-Humm… deberías ver más allá de
tu trago –señaló la pista de baile repleta de gente, dibujando en sus labios
una sonrisa maliciosa.
-No soy fanática de las orgías.
-¡Bah! No me refiero a eso,
(name). Observa la zona de fumadores.
-¿Qué? ¿Estás buscando un porro o
un canuto de los grandes?
-Podría ser.
Observé la dirección de su
mirada, viendo mucha gente arremolinándose en una atmósfera insana en donde
podría jurar ver una neblina de humo de los cigarrillos sobre sus cabezas. Ahí
eran muy pocos los que bailaban, de hecho juraría que esos estaban volados con
alguna mierda barata. No había distinciones por clases sociales pero sí por
edades. Hasta las plantas decorativas parecían querer renunciar a ese lugar tan
congestionado y lleno de fumadores o adictos. Dios, sus pulmones debían estar
más negros que el carbón.
Tú también fumas, me reprochó la voz de mi cabeza.
Si, fumo. Pero no tan seguido.
Y ahí vi a quien Andrea se
refería. ¿Es que últimamente me salía hasta en la sopa? Estaba ahí pero no
estaba fumando, de hecho juraría que ni si quiera era consciente de donde
estaba. Observaba la pista de baile sin interés aparente. ¿Estaba solo? No. Su
hermano hablaba un poco más atrás con una tipa cuyo rostro no pude ver. Parecía
realmente interesado en la conversación y hasta se unió otro tipo… espera,
¿Andreas? ¿El mismo tipo rubio y alto? Dios… no habría cambiado mucho de no ser
por su camisa y la corbata que sobresalía de sus pantalones oscuros. Todo un
ejecutivo, eh.
Me volví hacia Andrea esperando a
verla coquetear con algún tipo con intensiones de follar en los baños o en el
estacionamiento, pero seguía ahí a mi lado observando lo mismo que yo. Notaba
la nostalgia de su mirada, una pena de años que indagaba su pensamiento y… sí,
ella seguía queriendo a Tom pero ahora desde la distancia.
-Nunca quise separarme de él
–murmuró y sólo pude leerle los labios. Se bebió todo el alcohol de una y se
acercó a la barra más cercana.
La seguí en silencio sabiendo que
ella quería desahogarse y liberar con alguien sus penas. Nos sentamos en
silencio frente al barman que hacía trucos con las botellas ocasionando risas
en los más cercanos.
-Solíamos ser una familia
perfecta. ¡Teníamos nuestro “felices por siempre”! Nos casamos frente al mar en
una isla privada con pocos invitados. Deseé que estuvieras ahí y noté que Bill
también pero él no dijo nada. Fue todo hermoso, (name). Y acabo mal.
-Pero aún tienen a Cassandra.
-Obtuvimos por acuerdo judicial
la custodia compartida, aunque juraría que prefiere las distracciones de la
casa de su padre antes que estar en la mía.
-No lo veas de esa manera, Andy.
¿Acaso le has preguntado a tu hija lo que opina?
-Sólo después de lo del divorcio,
pero la verdad es que no le tomó mucha importancia. ¡Eh! ¡Tú eres la psicóloga!
Deberías saber cómo reaccionaría mi hija.
-Bueno, mi opinión es que le
restó importancia para que no se preocuparan por ella.
-Humm… ¡Y la muy puta de Ria
quiso adoptarla!
-Aunque quiera no puede porque tú
eres su madre biológica y dudo que tu hija quiere.
-Cass odia a Ria, pero sabe que
no me puedo meter entre Tom y ella.
-Humm…
La verdad era que no podía opinar
mucho respecto a la relación entre Tom, Andrea y Cassandra. No después de
muchos años sin ver a Tom y poder estimar correctamente la interacción con
Andy. Bebimos whisky, ella más que yo mientras me contaba sus dramas y yo
asentía en silencio observándola. Sólo observándola sin ver más allá, porque mi
cabeza quería que miraba en la dirección opuesta y viera a solitario hombre en
la zona de fumadores.
Hasta que no pude aguantar más.
La música en alto no me molestaba y la vista se me había acostumbrado a las
luces parpadeantes. Sentí que volvía a tener diecisiete o dieciocho años menos.
Por suerte un tipo invitó a bailar a Andrea y ella aceptó guiñándome un ojo. La
seguí con la mirada y cuando ya estuvo en la pista de baile, volví a apoyarme
en una de las barandas buscando con la mirada a Bill. Seguía donde mismo con
una copa entre sus manos. Lo vi tomar un sorbo y sin darme cuenta se me hizo
agua la boca… sus labios deslizándose por el cristal suavemente… el movimiento
de su nuez al tragar… sus ojos entrecerrados bajo la espesa sobra de sus
pestañas…
Dios... o el alcohol me estaba
emborrachando o de verdad sentía una fuerte sed con solo verlo.
Cerré los ojos imaginando su boca
sobre la mía en una simple unión con ganas de más. Recordé el roce áspero de
sus labios sobre los míos, las noches en vela donde nos observábamos en
silencio, el contacto de su piel con la mía, mis dedos tironeando de su
cabello, su lengua jugando con la mía, sus susurros… Para. Esto tiene que
parar. ¿Qué mierdas pienso? ¿Qué pasa por mi mente desequilibrada?
Él me odia. Y yo a él. Así debe
ser.
Abrí los ojos y sentí mis dedos
tensos presionando la barandilla. Volví a mirarlo pero ya no estaba ahí. ¿Dónde
se había metido? Lo busqué con la mirada y no, no lo veía por ninguna parte.
Sólo veía cuerpos bailando y luces multicolores abarcar todo.
¿Y si…?
-¿Divirtiéndote?
Su mano aprisionó la mía. No, no
era él. Su tacto era muy áspero y grueso. Era incómodo. Sonreí al hombre de
barba que me observaba. No, no lo conocía de ninguna parte y nunca había visto
su rostro. ¡Argh! Esto apesta.
-Espero a mi novio –forcé una
sonrisa en mis comisuras y alejé su mano de la mía.
El tipo parecía divertirse y
soltó una risa que no pude escuchar con la música.
-Conozco esa respuesta más que la
palma de mi mano. Te vi con una chica así que realmente…
-¿No escuchaste? –sonreí
amenazante y lista para defenderme-. Espero a mi novio.
-Pues aún no llega y es de mala
educación dejar a una dama esperando –insistió rosando mi mejilla con el dorso
de su mano, me alejé instintivamente.
-Peor es que te metas conmigo
–sonreí mostrando los dientes. Bueno, habían unos nueve metros que nos
separaban de la primera planta, ¿por qué no acelerar la caída?
-No creo que seas tan terrible,
nena. Además, dudo que tu novio pueda hacer mucho si yo estoy contigo. ¿Qué
pasaría si estuviera con otra mujer ahora mismo? –apretó mi brazo y sentí una
alarma activarse en mi cabeza lista para tirarlo por las barandas.
-¿Por qué no…?
-¿Pasa algo?
Todo el bello de mi piel se
erizó. Su mano aprisionó mi cintura de una forma protectora y mi equilibrio
falló por un instante. Las alarmas en mi mente habían cesado su ensordecedor
ruido y todo pareció marchar en una sinfonía armoniosa. Sentía la presión de
sus dedos en mi cintura, su brazo por la espalda y su zapato rozar el mío.
Podía sentirlo todo, su cercanía, su aroma imperdible pese a estar en la zona
de fumadores hace unos minutos y apostaría a que hasta su pulso percibía.
Observé su rostro y vi una ceja
levantada. Las luces se reflejaban en sus lentes oscuros y una sonrisa
atractiva se alzaba en sus labios. No me miraba, miraba al tipo que ya no
presionaba mi brazo ante la presencia de Bill.
-Lo siento, amigo. No pensé que
estaba acompañada.
-No es conmigo con quien debes
disculparte, es con ella. Le hiciste pasar un mal rato en nuestra cita.
“Nuestra cita”… ¿qué podía decir al respecto? Nunca había visto a
Bill de esta forma. El tipo de ojos claros me observó y percibí su propia
molestia por equivocarse de persona. En mi mente no pasaban palabras para
transcribir en mis labios, estaba en blanco y atónita por lo que pasaba frente
a mí.
-Fuiste tú quien se descuidó –le
culpó el hombre con una sonrisa burlona. Bill soltó una carcajada sonora y
soltó mi cintura para posicionarme detrás de él.
-¿¡Estás culpándome!? –se rió en
su cara y el hombre retrocedió un poco ¿qué vio en su mirada para que sintiera
miedo?-. Eso es caer muy bajo, eh. Suerte que observé todo desde que la viste
como carnada. Ahora, desaparece si no quieres que llame a los guardias o te
rompa la nariz.
Guau.