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jueves, 13 de marzo de 2014

Capitulo 45 (Tercera Temporada)

ALEXANDER

-¿Invitarás a alguien?

-Tal vez.

-¿Ese tal vez nos incluye?

Observé su rostro concentradísimo en las zanahorias que cortaba en cuadros tratando de que fuesen lo más perfectas. ¿Acaso la perfección era lo único que les importaba a los retirados y activos de la mafia? Todo aquel que conocía, profesaba el alcanzarla como si fuera el Cielo o las Puertas de San Pedro. Por suerte, creo que mi madre fue la única que no me obligó a seguir “la regla de oro”, sin embargo no la eliminaba de ese fanatismo por la perfección. De hecho, parecía tener toda la concentración puesta en ese pastel que preparaba con ayuda de la tía Lily.

-Por algo están acá –sonreí haciéndole ver lo obvio de la situación.

-Vale, al menos nos tienes considerados con un trozo de pastel… si es que logra ser comestible –me guiñó un ojo mientras observaba fijamente a mi madre.

-Cállate, Ulliel. O te lo comerás todo –gruñó ella como la peor de las enemigas.

-Agrega los huevos –le interrumpió mi tía.

-Vale.

-Mujeres –murmuró el tío Gaspard encogiéndose de hombros.

-Suerte que no tendrás una, señor Ulliel.

Todos quedamos de una pieza con lo que dijo la tía Lily. Nos habían dicho mediante un correo que esperaban a una niña, y ahora nos decían todo lo contrario. Todos la observamos, ella se ruborizó y el tío Gaspard besó su mejilla con una sonrisa orgullosa en la cara. Bueno, ahora sabía que me tendría que preparar para acompañar al pequeño Ulliel a los partidos de fútbol americano o clásico. Le enseñaría guarradas y las leyes de Alexander Kaulitz para conquistar mujeres por doquier.

-¿Qué pasó con que sería una futura bailarina de ballet? –preguntó Bianca.

Vale, si no lo captaban por completo, toda la familia decidió reunirse el día anterior a mi cumpleaños. Se quedarían a dormir (mamá se puso como loca cuando empezó a organizar la casa para recibir a cinco personas, ya que Ian para mi suerte se excusó con una misión), seguramente nos amaneceríamos y algunos se embriagarían, entre otras cosas.

-En la última ecografía, el doctor dijo que sería niño. Sin errores.

-Bueno, Bianca, quiero mi dinero de vuelta –estiré la mano esperando mis cincuenta euros de regreso.

-¿Por qué no esperamos al nacimiento?

-Porque ya es cien por ciento seguro que será un macho como su tío Alexander.

-¿Ya pensaron en el nombre? –preguntó la tía Rebbeca.

-Pues… -empezó el tío Gaspard.

-Planeamos esperar hasta el nacimiento.

Las mujeres siguieron cocinando, el tío Gaspard se separó dejando el corte de zanahorias a medias con la excusa de tener que hablar con nosotros, pero en realidad sabía que estaba ansioso por jugar con mi nueva consola (un regalo de cumpleaños de parte del tío Erik). Mamá, dejó tres cervezas sobre la mesa frente a nosotros y un plato con maní antes de volver a la cocina.

-Ahora podré comprar alcohol sin identificación.

-Bueno, puedes comprarlo pero no te escaparás de ir a la cárcel si cometes un delito -dijo el tío Erik.

-¿Y tú no piensas en darme un regalo? –codeé a mi tío Gaspard para que supiera que mi pregunta iba dirigida a él, sin despegar los ojos del Volvo que manejaba con los nuevos controles.

-Llegará mañana.

-¿Mañana?

-Mañana.

-¿Por qué no ahora?

-Porque llegará mañana.

-Qué argumentativo –ironicé chocando su auto y tomando la delantera mientras él maldecía-. En fin, será mejor que no te quedes atrás porque por ahora mi tío favorito es Erik.

-No será así.

-¿Tan confiado?

-Yo que tú, le creo –intervino la tía Lily sentándose a su lado. Su panza, era lo suficientemente grande como para que no viera ni qué zapatos calzaba.

-¿Ya te cansaste? –le preguntó mi tío no favorito.

-No pero se me hincharon los pies –los apoyó en la mesita con cuidado de no derramar el maní de su plato.

-¿Cuánto te falta? –le pregunté poniéndole pausa al ver que ya nadie le prestaba atención.

-Unas semanas.

-¿Entonces lo tendrás acá?

-Sí.

-Bueno, la casa es grande y sólo vivimos yo y mamá, así que no creo que a ella le importe que se queden, de hecho estaría encantada.

-Gracias, Sascha.

-De nada, tía favorita.

-¡Já! Así que yo soy el único punto negro entre tus tíos porque no te he dado tu regalo, ¿verdad? –fingió sentirse dolido mientras ponía una mano sobre la panza donde descansaba su futuro primer hijo.

-Exacto.



INVASORA

-¿No te dijo nada más?

-¿Qué más tendrá que decirme, (name)?

Miré a través del ventanal a mi hijo, que parecía carcajearse junto a Lily y Gaspard sin prestar mucha atención al regalo de Erik y Rebbeca. Me costaba demasiado creer que posiblemente lo perdería dentro de unas semanas, cuando cumpliera mi promesa de decirle que su padre estaba frente a él. ¿De qué otra manera podría reaccionar?

-Que seguramente Bill y Alexander ya se conocen –murmuré volviendo a mirar la vista desde el balcón.

-Mencionaste que es amigo de su prima.

-Sí.

-Bianca me dijo que ella estaba totalmente enamorada de él. Y eso es demasiado peligroso si lo ves del punto de vista sexual.

-¿No crees que Sascha ya me habría dicho que le gusta una chica?

-Es un hombre –dijo como si fuera obvia su reacción.

-¿Y Bianca como se lleva con ella?

-Creo que no se soportan.

-Eso es raro.

-Lo sé. Lo que me preocupa es cuánto sabe Cassandra, Sascha y Bill.

-Tom me prometió que no le diría a su hermano, que yo debía decírselo antes que nadie.

-Todos tiene su límite, y eso lo sabes bien si no mal recuerdo.

Hablar con Erik, era como vaciar todo el aire contenido en mis pulmones, como apoyar la cabeza en el hombro de alguien y descansar mis secretos en él. A diferencia de Gaspard, él era más relajado y no me presionaba con contarle la verdad a Alexander. Es como si me entendiera desde su ángulo de vista. Sabía que podía contar con Lily y Rebbeca, pero de algún extraño modo, me parecía como si estuviera hablando sólo con un punto de vista maternal en vez de uno calculador y objetivo.

-Se parece a Andrea –sonrió y pequeñas arrugas aparecieron en sus ojos.

-¿Quién? ¿Su hija?

-Sí.

-No la conozco. Bueno, una vez la vi pero no le presté atención.

-Tiene los ojos de Tom, pero lo demás es de Andrea.

-Sascha tiene los ojos de Bill, y esa sonrisa encantadora.

-Creo que tu hijo se parece muy poco a ti, eh.

-Oh, no molestes –lo empujé sonriendo.

Sonrió volviendo a beber de su cerveza mientras observaba el paisaje de un Berlín nocturno, donde el movimiento seguía vivo por las calles y las luces iluminaban la ciudad conservando su vida intacta e infinita. A través del cristal, podía observar a mi hijo. Y por primera vez noté que los padres comunes y corrientes no mienten cuando dicen que los hijos crecen rápido. Mi pequeño niño de pocas palabras y reservadas sonrisas, se había convertido en un hombre con todas sus letras. Y quizás fuera la nostalgia de saber que en unas horas más cumpliría la mayoría de edad, pero no podía evitar ver el paso del tiempo a través de mis pensamientos.

-Me alegra saber que se decidió por el camino correcto –murmuré apoyando los antebrazos en la baranda.

-Seguro que Bill también lo estaría.

Su comentario me dejó de una pieza, fue totalmente inesperado como un balde de agua fría que alejó todo los pensamientos sobre mi hijo y su crecimiento. Lo observé fijamente tratando de descifrar lo que quería decir con eso, pero por mucho que tratara de engañarme a mí misma diciendo que fue un error lingüístico, sabía el mensaje de sus palabras a la perfección.

-Pronto lo sabrá –dije firmemente como un juramento.

-¿No crees que ya es tarde?

-Para mi hijo jamás lo es. Si su padre no quiere reconocerlo como tal, sólo me queda ser el pilar de la vida de Sascha.

-¿Y qué hay de ti? –me encaró como si no quisiera perderse el detalle de mis facciones.

-¿En cuanto a qué?

-¿Es tarde para quererlo como antes?

Nuevamente sentía que mis entrañas se helaban con sus palabras.

-No puedo querer a alguien con quien no he estado por dieciocho años, Erik.

-Has estado con una parte de él por siempre, una cosa es que no lo quieras reconocer frente a mí.

-Mi hijo y él… son amores diferentes.

-¿Qué clase de amor es Bill?

Observé de nuevo a mi Sascha, quien ponía la mano en la panza de Lily con delicadeza, como si tuviera miedo de lo que pudiera pasarle al bebé. Ella, sonreía con ojos calmos y Gaspard murmuraba algo entre dientes.

-Uno doloroso, de esos que queman el pecho dejando heridas difíciles de cicatrizar y borrar.



BILL


-Estuviste callada en la cena.

Me acerqué a ella con toda la calma posible sin querer que se sienta amenazada. Sonrió pero sus ojos se mantuvieron serios, como si la alegría no llegara a ellos. Conocía esa sonrisa como la palma de mi mano, y me indicaba que realmente necesitaba desahogarse con alguien que no fuera Tom, mamá o Andrea.

-Lo siento, tío.

-Sé lo que es tener el corazón lastimado, Cass.

-¿Cómo lo…? –susurró apoyando la sien en sus rodillas recogidas sin dejar de mirarme.

-El amor duele –sonreí enroscando un mechón de su pelo rubio en mis dedos.

-Demasiado.

-¿Le dirás a tu tío consejero?

Me miró por un instante más y luego escondió su rostro entre las rodillas, como si le diera vergüenza. Pero no fue eso. Estaba llorando, botando toda la pena que suele acumular y esconder ante todos con firmeza. Así era mi hermano, y sin querer su hija es igual.

-Estoy tan arrepentida por lo de Sascha que… oh, no sé qué hacer.

Ahí estaba el asunto, tan palpable que casi podía tocarlo. Dejé su pelo caer, y deslicé una manta sobre su cuerpo, para que no le afectara la baja temperatura de aquella noche despejada. Me sentía extraño, inquieto y sin ganas de dormir mientras pensaba en mi último encuentro con (name). No había melodías merodeando por mi mente, por lo que el estudio no me haría mucha compañía esta noche. A cambio de eso, me encontraba en el patio junto a mi sobrina.

-El mundo no es de color rosa –murmuré.

-Lo sé, pero creí que él también sentía lo mismo por mí y… fui egoísta al no tomar en cuenta lo que sentía –levantó el rostro observando fijamente un punto frente a ella.

-Me lo imaginaba –murmuré enderezándome, mientras recordaba la conversación que tuve con Alexander-. Los hombres nos espantamos cuando no sentimos lo mismo que las mujeres, porque ellas son intensas en el ámbito sentimental. Tú lo fuiste al declararte delante de todos ellos, y no pensaste en qué pasaría si las cosas no se dieran como las creías vistas en tu mente.

-¿O sea que no pensé en que me rechazara?

-Ajá.

-Ya veo… pero él debe odiarme.

-Se alejará lo suficiente como para que no te hagas ideas románticas con él. Mantendrá distancia hasta que te acerques y disculpes.

-Pero él debería disculparse por dejarme ahí, tirada en el piso y…

-No creo que sus intenciones fuesen esas, pero realmente se veía afectado, Cassie.

-Hummm… tal vez tienes razón.

-¿Tal vez? Soy hombre, por si no lo notaste y he pasado por mierdas aún más dolorosas que un rechazo.

-¿Mierdas como qué? –inquirió.

-Como que te dejen sin motivo alguno.

-¿Te refieres a la mujer de la que siempre hablas, verdad?

-Sí –asentí con una sonrisa triste.

-Debiste quererla demasiado, tío Bill.

-Así es, por eso te digo que a veces el amor puede destruir en un segundo lo que demoró años en formarse.

-Vaya… qué profundo.

-Mejor anímate y quita esa cara tan triste.

-Hay otra cosa más –susurró tomando mi mano al ver que ya me iba.

Me volví hacia ella esperando lo que sea que tuviera que decirme. Pensaba en ir en busca de una cerveza o algo por el estilo, algo que me hiciera perder el tiempo mientras esperaba a tener sueño. Quizás un rato en la internet viendo alguna película aburrida, me hiciera pasar más rápido el tiempo.

-Yo… ¿me puedes hacer un favor? Es sobre Alexander.

-Claro –olvidé mencionarle lo de nuestra pequeña conversación de madrugada, pero seguramente se enteraría cuando las imágenes salieran dentro de unos días en los periódicos sensacionalistas y en los programas de espectáculo.

-Su cumpleaños es mañana y… bueno…

-Quieres ir.

-Me gustaría aclarar las cosas y felicitarlo, ya sabes, matar dos pájaros de un tiro.

-Humm… ¿y tu padre?

-Papá lo sabe y creo que no pone ataduras porque no me ha dicho nada malo.

-¿Andrea?

-Es mi semana con papá.

-¿Está de turno?

-Ajá. Así que sus abogados acordaron intercambiar semanas.

Y también olvidaba el detalle de que Tom besó a Andrea y las cosas se complicaron un poco más de lo normal para mi hermano. Bueno, eso le pasa por estar con Ria sin haber olvidado del todo a su ex esposa.

-¿Entonces cuál es el problema?

-Quería saber si me puedes llevar… sólo me vas a dejar y listo.

-¿Quieres que sea tu chofer?

-Bueno, yo no usaría esa palabra cuando se trata de ti, querido tío –sonrió de oreja a oreja dejando un hoyuelo en cada mejilla de esos que le dan un aspecto inocente.

-Ok, está bien. Seré tu chofer por una noche.


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Bueno, esta semana entré de nuevo a clases por lo que trataré de ser lo más puntual posible con los capítulos. Muchas gracias por sus comentarios, porque sin ellos, créanme que no seguiría escrbiendo el fic y lo daría por perdido.

Ah! yo si fuera ustedes, me prepararía mentalmente para los capítulos que vienen ;-)   alisten sus almohadas para morderlas y sus uñas para rasguñar porque esto se pone cada vez mejor.

Saludos!

4 comentarios:

  1. Me encantooo, huyyy osea q los caps q vienen estarán super buenos bueh espero leer el cap q tanto he esperado q es en donde Bill y Alexander se enteren q son Padre e Hijo.. quiero ver sus reacciones, q hará La Invasora?? sube pronto please ya estoy muy intrigada x saber lo q pasara en los próximos caps..!!!! amo tu fic.. pásate x mi fic darknesslight-fanfic.blogspot.com es sobre lobos!!!

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  2. ayyyyy por dios esot me mata pero me encanta espero ansiosa lo que viene un beso

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  3. POR DIOS! me matas eres

    P E R F E C T A - escribiendo Nina & estan buenos, que va buenisimos los capitulos!
    ahhhh!! ----------- Alexander & Bill ya pronto sabran :D jejejeje espero que subas pronto.
    Saludos que estes bien :D

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  4. SI CON CADA CAP ESTOY QUE ME MUERO, YA ME IMAGINO CON LOS QUE VIENEN!!
    omg gracias por subir Nina y por no dejar la fic u.u espero que te vaya bien en tus clases :*

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