ANDREA
-Bien, me imagino que quieres
arreglar lo de los horarios de mi hija.
-No. Sabes que nuestros abogados
lo dejaron completamente equitativo a nuestros tiempos libres y que si quisiera
modificarlo habría hablado con ellos.
-¿Y ella? ¿Dónde está?
Algo extraño invadía el ambiente.
Bill frente a mi junto a su hermano Tom… esto era atípico para hablar de
Cassandra, de hecho su hermano menor era el que menos se involucraba en
nuestras discusiones por el simple motivo de que no le correspondía. Dejé la taza
blanca de porcelana en la mesita frente a mí sin apetito ante tanto misterio.
-Fue al cine con un amigo.
-¿Un… amigo? Thomas, no me digas
que volvió con…
-Se llama Alexander –intervino
ante mi reprimenda tras prohibirle a nuestra hija que volviera a salir con el
patán anterior.
Un escalofrío bajó por mi
espalda, los recuerdos de aquella tarde y el impulso de querer dirigirme donde
mi antiguo jefe a por respuestas que sabía que no obtendría. Observé a Thomas
mirarme seriamente igual que su hermano, sus ojos escondían ansias de algo que
realmente no conocía.
“-Mamá, él es Alexander. El chico del que te hablé.
-Hola Alexander.
-Un gusto conocerla, señora…
-Llámame Andrea. Realmente me siento vieja cuando me dicen así… no se
queden ahí parados, pasen”
-¿Entonces para qué me llamaron?
Porque si no es por mi hija, no entiendo qué hago en esta casa.
-Es sobre (name) –habló por
primera vez, Bill.
Sabía cuán duro era este tema
para nosotros, en especial cuando prometimos no mencionar nada a nadie y hacer
como que ella no existió. Observé la quijada de Bill apretarse y un nudo creció
en mi estómago amenazando con sacar la poca comida que había ingerido. Éste era
un tema restringido, por lo que debió pasar algo para que ellos quisieran
indagar en el pasado, y lo único que pedía era que no diesen en el blanco.
-Prometimos no hablar de ella
–les recordé cruzándome de piernas.
-Bueno, una simple excepción no
le hará daño a nuestra promesa –contraatacó Tom con una sonrisa que me habría
encantado borrar de un golpe.
-¿Y qué les hace pensar que
hablaré de ella? Realmente lo saben todo.
-Nunca nos dijiste su paradero
cuando se fue.
-¿Es eso? –Sonreí restándole
importancia, realmente no los entendía-. ¿Y qué sacan ahora sabiéndolo?
-Quizás mucho más de lo que nunca
nos dijiste.
-Saben que ella es como una
nómade… entra y sale de un lugar en cualquier momento. Y si lo quieren saber…
bueno, me enteré meses después que estaba en New York, en un departamento
privado con la mejor de las vistas.
-¿Dónde fue después?
-Ahí sí que no lo sé.
-¿Estás segura? –insistió Tom.
-¿Y qué sacaría si te lo digo
ahora en caso de saberlo? Acabo de decirte que desde que la conozco cambia
constantemente su paradero.
-¿Qué hay de la mafia?
-Me desligué de ella antes de que
(name) se fuera de tu lado, Bill. Y desde ese momento ya no sé nada más.
-¿Entonces cómo supiste dónde
estaba ella?
-Llamé a Gaspard.
-¿No te dijo nada más?
-No y no quise saber más. Sabía que
tenía sus motivos para abandonar a Bill en contra de su propia voluntad.
-Se supone que sabes el por qué.
-Sí, lo sé. Y eso realmente no lo
puedo decir porque prometí llevármelo a la tumba si era necesario. ¿Ya
terminaron con su interrogatorio? Realmente no me sobra mucho el tiempo y
necesito volver a cambiarme de ropa para mi turno.
-¿Qué la obligó a irse? –insistió
con un poco de desesperación Bill.
Sinceramente, ni si quiera
dándole la espalda podía odiar a Bill. Thomas y yo teníamos nuestros motivos
para estar divorciados, y éstos no se relacionaban con su hermano. Sabía lo
mucho que había sufrido Bill tras la partida definitiva de su novia y mi mejor
amiga, la Invasora, y me dolió mucho más ocultarle su paradero y los motivos de
su huida. Él había sufrido mucho, más de lo que he visto sufrir a una persona
en toda mi existencia, pero no podía decirle dónde estaba en esa época.
Y ahora, que realmente tenía
serias sospechas sobre la verdadera identidad de Alexander Kaulitz, el amigo de
Cassandra, también me encontraba en la misma situación de Bill al querer dar
con ella y su paradero. Tomé mi bolso evitando la mirada de ellos, en especial
del hermano menor de Tom, porque la de mi ex esposo realmente no me interesaba
mucho… ya nos habíamos hecho demasiado daño para seguir inculcando más dolor.
-Andrea –me llamó Tom.
-Lo siento mucho, Bill. Al igual
que la promesa que nos hicimos cuando ella se fue, ésta tampoco la puedo
romper.
-¡Está en el pasado, Andrea! ¿Qué
no entiendes cuando te digo que…?
-No insistas más, Thomas.
Caminé hacia el pasillo en
dirección a la salida cuando ya me empezaba a sofocar con tantas preguntas que
no podía responder. Necesitaba aire puro y fresco. Necesitaba volver a mi
trabajo y despejar mis pensamientos.
-Ella tuvo un hijo.
Me detuve en seco olvidando tomar
la manilla a último momento cuando escuché la voz de Bill a mis espaldas.
¿Cuánto sabía Bill en comparación con lo que yo intuía? ¿Acaso ya conocía a
Alexander? Lo más seguro era que el amigo de Cassandra ya haya estado antes en
esta casa. Pero ese no era un motivo firme para decirle lo que mis pensamientos
redactaron aquella vez que lo vi en mi departamento. Quizás llevaba tiempo sin
ver a (name), años, pero no podía decirle a Bill algo que realmente no me
correspondía porque no soy quién para decirle lo que pienso y lo que no.
-¿Tuvo un hijo, verdad?
-No la veo desde el día en que se
fue.
-Mientes –murmuró con voz ronca
Thomas.
-No –me giré para afirmar mi
respuesta-. He tratado de saber dónde está, pero ya no tengo contactos que me
guíen a ella. Ni si quiera a Gaspard o Erik. No sé dónde está y creo que ya es
muy tarde para buscarla porque dudo que siga con vida en el trabajo que tiene.
-La vi, Andrea –confesó Bill.
-¿Qué? -¿A éstas alturas me viene
a decir que la vio? Realmente esto confirmaba que me podía esperar cualquier
cosa de los Kaulitz.
-Hace unos días, la vi en una
pizzería del centro de Berlín –observé sus ojos y lo difícil que se le hacía
hablar de ella nuevamente-. Estaba con un hombre, pero ella me vio y huyó de mi
como si estuviera escapando de la misma muerte.
-¿Ahora entiendes todo esto?
-Sí, pero… ¿de qué va si tuvo un
hijo o no? Realmente no entiendo esa parte.
-Hay un chico con el que Cassie
se junta. Se llama Alexander –respondió Bill retomando la compostura.
-Se parece demasiado a Bill,
tiene rasgos idénticos a los de él y a veces habla como si… ocultara cosas, ¿me
entiendes? No tiene padre, y su madre… él dice que trabaja en una agencia de
negocios, y que pasa viajando, pero realmente no le creo.
Demasiadas coincidencias.
-¿Lo conoces? –preguntó Bill.
-Una vez… -tenía que confesarles
que ya lo conocía porque Cassie podía decirles si ellos se lo preguntaban y
notarían mi falacia-. Cassandra llevó a un chico a mi departamento.
-Quizás sea el mismo Alexander
del que estamos hablando ya que últimamente parecen uña y mugre.
-¿Y si son pareja? –preguntó Bill
a su hermano.
-Cassandra me dijo que eran
amigos, ya que él no cumple con las expectativas masculinas que desea en un
chico de su edad.
-¿Y le crees? –Thomas juntó el
entrecejo algo molesto por lo que acababa de decir.
-Bueno, de mujer a mujer tenemos
códigos y sé que no me miente cuando dice eso. Tú también deberías creerle
porque es nuestra hija, Thomas. Y si no le crees…
-Si no le creo es porque salió
idéntica a mí en el sentido de los ligues. No quiero que mi hija termine con
sida en cualquier momento.
-¡Por la mierda Thomas! Entiende
que no son nada. ¿Acaso no los ves cuando están juntos? ¡Son como hermanos!
-¡Ya basta! –intervino Bill
poniéndose entre nosotros-. Jesús, ustedes están peores que niños, eh. Si van a
discutir sobre su hija deberían hacerlo frente a sus abogados, un juez y un
mediador. Realmente no entienden el concepto de hablar tranquilos.
Observé a Thomas y supe que
estaba tan dolido y avergonzado como yo. Nunca medíamos nuestras palabras, ni
si quiera cuando nos divorciamos y peleamos por la custodia de Cassandra. Sé
que antes, cuando nos amábamos y educábamos a nuestra hija en un entorno feliz,
no era así. Pero las mentiras de su parte y de la mía arruinaron nuestra
relación.
Mis mentiras estuvieron basadas
en proteger el pellejo de (name) cuando Bill intentaba desesperadamente
buscarla por el mundo entero. Sus mentiras se relacionaron con su actual
pareja, con Ria. Y si no fuese porque los encontré follando en el estudio de
música, seguramente aún seguiría con los cuernos más grandes del mundo. Abrí la
puerta y me puse los lentes antes de que vieran mis ojos llorosos por los
horribles recuerdos de dos cuerpos unidos sobre el sofá de cuero negro.
-Ya sabes dónde contactarme,
Kaulitz –sí, esa fue mi despedida.
INVASORA
-¿Estás segura de esto?
-Sí. Es la única forma de
asegurar que quede bien muerto.
-Notarán el fuego y vendrán a
ver.
-Para cuando lo noten estará
completamente calcinado, Ian.
-¿Tan grande es tu sed de
venganza?
¿Qué clase de pregunta era esa?
Todos saben cuan maquiavélica puedo llegar a ser, así que no entiendo por qué
se sorprende. He decapitado, descuartizado, destripado, empalado… ¿acaso no le
parece que incinerar a un enemigo del pasado es lo más elegante dentro de las
maneras de morir? Me apoyé en un árbol cercano ya que mis piernas no podían
seguir soportando mi peso por mucho tiempo más. Seguramente tendría un esguince
en el pie derecho y tendría que vendarlo por unas semanas además de caminar lo
menos posible.
-No hay sed de venganza en mí.
-¿Entonces a qué se debe esto?
-Ya te lo dije, debo asegurarme
de su muerte.
-¡Dios, huele asqueroso!
-Carne quemada –murmuré cerrando
los ojos.
Esto era lo que no quería que mi
hijo viera si quería unirse a la mafia. No deseo ver a Alexander matando a
personas que no conoce y que no le han hecho daño a él, sino que a su jefe. Por
eso prefería que se quedara en hoteles antes de acompañarme. Además, nadie
podía saber de su existencia o sería a quien primero matarían bajo la ley del
“ojo por ojo, diente por diente”. Él era mi punto débil, y debía alejarlo de la
visión del enemigo.
Este tipo, Rick, realmente se
había convertido en un problema personal más que laboral; me había visto hace
unos años atrás con Alexander en mis brazos cuando éste debía tener unos tres
años. Había evadido los impuestos que la C.T.M.I había establecido con tal de
crear un orden a nivel mundial de las mafias más importantes, y ahora que lo
encontraba, incinerarlo era lo más justo para alguien que pudo poner en peligro
la vida de mi hijo. Claro, sus seguidores me aseguré dispararles en el lugar
correcto sin lugar a errores debido a la escacez de balas que me enviaron para
completar la misión.
-¿Estás bien? Tu pie se ve bien
feo, eh.
Sí, estaba descalza rogando por
un baño caliente a la luz de las velas y una cama con sábanas suaves para
dormir luego de veintiséis horas de seguimiento preventivo. Guardé el
encendedor de plata en uno de los bolsillos de mis pantalones, tomé mis botas y
caminé lentamente hacia la camioneta robada.
-¿Estás enojada?
Lo observé detenidamente mientras
me sentaba en el copiloto. Mi cuerpo pesaba millones de libras, o eso sentía.
-No. Sólo quiero llegar y
quitarme esto de una vez por todas.
-Lo hiciste excelente, amor.
Realmente nunca fallas con tus tácticas.
-Gracias, Ian. En realidad son
años de entrenamiento –sonreí o traté de hacer mientras nos poníamos en marcha
hacia nuestro auto rentado y de ahí al hotel.
-Lo sé. Todos conocen tu historia
de cómo empezaste hasta tus días actuales.
-¿Enserio? Trataré de ser más
precavida entonces.
-¡Bah! Sólo conocen tu desempeño
como espía, cariño. No me refería a…
-¿Mañana volvemos a Berlín,
verdad?
-Sí, ¿por qué lo preguntas?
-Porque extraño a Sascha.
-Ah… ¿y si lo llamas?
-No… no quiero. Necesito verlo en
vivo y en directo.
-Está bien, créeme. Ya es grande
y sabe cuidarse solo.
-Humm… a veces te imagino con la
panza abultada. Realmente debiste lucir hermosa cuando estabas embarazada de
él.
-Erik y Gaspard tienen fotos de
mí así. Si quieres se las puedes pedir.
-Creo que lo haré. Si ahora eres
hermosa, debiste de serlo también durante el embarazo.
-Recuerdo que lo peor del
embarazo eran los antojos de comer estupideces en la madrugada y tener los pies
hinchados.
-Pero Gaspard y su esposa
estuvieron contigo.
-Sí.
-¿Y tienen video de ti?
-Por supuesto. Tenían cierto
fanatismo por grabar el crecimiento de mi barriga a medida que pasaban los
meses, así que me resigné a seguirles el juego.
-¿Entonces nunca le faltó un
padre a Alexander?
-No. Pero siempre estará
pendiente en su vida la figura que él desea.
¿Cómo explicarle a tu propio hijo
que su padre es una estrella de rock alemana llamada Bill Kauliz? Alexander es
capaz de cualquier cosa con tal que él sepa de su existencia, pero no quería
dañarlo en el intento. El mundo de las cámaras puede ser cruel cuando hay miles
de guardias de seguridad y guarda espaldas que serían capaces de matarlo con
tal de que no se acerque a conocer a su padre. Porque así de agitada era
Alemania, y así de cruel podía ser Berlín.
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Disculpen la demora por no subirles un capítulo pero a medida que se acerca fin de año, la presión aumenta y no he parado de hacer informes. Les juro que cuando tenga tiempo volveré a subirles otro.
Ah! Muchas gracias a todas las que me saludaron por mi cumpleaños. Valoro mucho cada palabra que redactaron por mensajes en facebook, mi muro y mi correo :)
Nos gustaría conocer mas la historia sobre Andrea y Tom, mas acerca de la infidelidad.. "maldito y puto Tom" -.-
ResponderEliminarAsí qué tal vez puedas hacer como un flash black, como se lo tomo Andrea y como Tom después de todo que hizo? , para ese entonces se amaban? ¿ahora se siguen amando? ¿hay esa chispa?, ¡qué se yo! ..POR FAVOR considéralo nos gustaría saber mas.
Chau chau, gracias.
Bye bye.
Estoy con vos Stefany, me encantaria saber la historia de Andrea y Tom que paso???????
EliminarMe encanto el cap.
No tardes tanto en subir porque casi me muero esperando ajajajajajaa sigue esta MUY bien la historia
ResponderEliminarA mi también me gustaría saber más sobre Tom y Andrea TwT
ResponderEliminarme encanta... Estoy con ansias de leer más... Espero subas pronto...
Y entiendo que estés muy atareada
Cuídate y un abrazo :)
ahhhh que cosa apenas lo lei pero me encanto como siempre y no te preocupes yo te entiendo espero que todo te salga bien en la escuela un beso
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