¿Era té? Hm… no. ¿Manzanilla? Esa
es más suave que ésta… Daba igual, el olor era exquisito y lo declaraba
culpable de hacer que mi estómago rugiera del hambre. Sentí que había dormido
tan bien que me llegaba a dar flojera despegarme de las sábanas y preparar el
desay… espera, ¿y ese olor? No recordaba haber dejado algo con ese olor en mi
cocina o en… ¡Bill Kaulitz!
Giré mi cuerpo y no lo encontré,
ni tampoco estaba su ropa o sus cosas. Mierda, sólo esperaba que no se hubiese
ido. Mi subconsciente me reprendía diciendo (gritando para ser honestos) que la
dueña de casa era quien debía despertar primero y no el invitado. Pero al
sentir ruido proveniente de la cocina, supe que seguramente era Bill quien
había provocado ese exquisito aroma en el aire, por lo que me apresuré en
bañarme y vestirme para estar presentable para él. Me puse un vestido floreado
y corto, dejé mi cabello suelto y mojado caer por mi espalda y caminé descalza
por el pasillo sintiendo el imparable hambre en mi estómago.
A penas me asomé, vi su espalda
lisa y desnuda a plena luz del día, siendo tocada por los rayos del sol de la
ventana aún sin cortinas. Podía ver su cabello desordenado y húmedo, ¿tan
profundo me dormí como para no escucharlo bañándose? Dios, me sentía como una
simple mortal, no como la espía de la mafia que realmente soy. Por suerte aún
tenía sus jeans puestos o realmente me daría un infarto y moriría ante su
vista. Avancé con pasos lentos y tímidos al asiento más cercano a su vista
observándolo de pies a cabeza frente a la cocina haciendo huevos revueltos en
un sartén. Me miró a penas sintió que arrastraba la silla y sonrió dejándome
observar su dentadura de comercial.
Yo: Buenos días, señor chef sexy
y rockero.
Bill: Buenos días, mi amada
Invasora. Luces adorable con ese vestido.
Yo: Es para no morir de calor (me
excusé y él sonrió burlón sabiendo que no acostumbraba a recibir halagos por la
mañana)… Tú también luces adorablemente follable con sólo pantalones ajustados,
Bill.
Bill: ¿”Adorablemente follable”?
¿De dónde sacas esas combinaciones descriptivas, (name)?
Yo: De mí alocada cabeza.
Bill: Toma (dijo alcanzándome un
tazón multicolor con café fresco).
Yo: ¡Ah! ¡Con que el café me
despertó! (¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes?) Te juro que huele delicioso.
Bill: Gracias. Es una receta de
mamá que perfeccioné a los diecisiete.
Yo: ¿Y desde cuándo sabes
cocinar?
Bill: Esto lo puede hacer
cualquiera, (name). Y aún no sé cocinar, pero sé hacer spaghettis.
Yo: Eso ya es algo.
Se sentó frente a mí, con su
rostro fresco y sonriente como queriendo enamorarme nuevamente… bueno, de hecho
ya lo logró desde que nos volvimos a ver. Era la primera vez que desayunaba
algo tan delicioso (el cereal con leche, o el té con tostadas a veces aburre) y
acompañada, pues las mañanas solían ser
silenciosas en mi departamento. Hablamos de todo; desde los tics nerviosos de
la mujer que leía las noticias y que las cámaras trataban de ocultar agregando
franjas con el tiempo y otras noticias internacionales, hasta de cómo los cines
parecían moteles y lugares de reuniones de club de fanáticas por Twilight y The
Lord of the Rings, liberando carcajadas con nuestras burlas y cambios de voces
ridículos. Sin embargo, no esperaba que tocara el tema de la noche anterior en
ningún momento, sino que lo di por olvidado.
Bill: (Name).
Yo: Dime (dije antes de dar un
sorbo a mi café).
Bill: Respecto a lo de anoche yo…
Yo: Olvídalo (sugerí para mejor).
Bill: Simplemente quería decirte
que haré todo lo posible para que en unos años más seamos padres. Quizás no
ahora debido a que aún somos demasiados jóvenes y tenemos demasiados
compromisos laborales… pero me gustaría formar una familia contigo en el futuro
y estoy decidido a ello.
Mierda. Eso me dejó helada y con
e café a medio terminar. Me conmovía enormemente que siguiera con la idea de la
paternidad en la cabeza aún sabiendo que mi estado infértil complicaba las vías
naturales y por ende normales. No me imaginaba con un bebé amamantando en mi
pecho, pero la idea de ver a Bill con un pequeño humano entre sus brazos siendo
balanceado como en las películas, debía ser adorable de ver… no, ¡una delicia
para los ojos de cualquiera!
Bill: ¿Dirás algo?
Yo: (Pestañeé retomando mi café
casi frío) ¿Algo como qué?
Bill: Refutarme, (name).
Yo: Ah… no lo había pensado.
Bill: ¿Eso quiere decir que
aceptas?
Yo: Tarde o temprano terminarás
haciendo de las tuyas en mí, señor Kaulitz.
Bill: ¿A sí? (se rió levantando
una ceja).
Yo: Siempre logras lo que te
propones.
Bill: Querer es poder.
Yo: Eso dicen (le guiñé el ojo
pegándole suavemente con mi cuchara fría en el brazo).
Recogí ambas tasas vacías más
toda la loza sucia mientras el guardaba el azúcar, la mermelada, etc. Era la
primera vez que lo tenía en mi cocina dando vueltas y abriendo y cerrando las
despensas preguntando curiosidades como un niño, o simplemente me observaba de
lado escrutando cada uno de mis movimientos por más mínimos que fuesen. Al
terminar de cerrar la llave, sequé mis manos en su torso desnudo haciendo que
encogiera el estómago ante la sorpresa de mis manos frías.
Yo: Será mejor que te vistas si
no quieres pescar un resfriado.
Bill: Estoy acostumbrado a L.A.
Yo: ¿Seguro?
Bill: Sí.
Yo: Que conste que te avisé, eh.
Bill: No me enfermaré, (name).
Yo: Ok.
Aún no despegaba las manos de su
torso caliente, me sentía como un pedazo de metal atraída a un imán. Bill era
mi imán. Delineé el largo y ya extra conocido tatuaje de sus costillas, y
pellizqué pequeños pedazos de piel firme y bronceada. Nunca me ha importado el
físico en los hombres porque nunca quise estar con uno, y ahora que veía a Bill
dejándose toquetear en silencio por mis manos, parecía casi utópico estar con
alguien tan perfecto y que me ama. Pienso que las cosas han dado un giro desde
que nos conocimos en Las Maldivas, él me cambió y espero haberlo cambiado a él.
Bill: ¿Qué quiere hacer hoy?
(susurró acercándose a mi cuerpo y tomando mi cintura).
Yo: (Pestañeé despabilándome de
mis pensamientos y apoyé las frente en su pecho)Hm… no sé.
Bill: ¿Quieres salir?
Yo: No.
Bill: ¿Ir al cine?
Yo: No.
Bill: ¿Bailar? ¿Cantar? ¿Gritar?
¿Reír?
Yo: No te gusta bailar, Bill.
Bill: Pero he bailado contigo
antes, ¿o no lo recuerdas?
Yo: Si lo recuerdo.
Bill: ¿Entonces qué quieres
hacer?
Yo: Quiero hacer nada (dije
pisando sus pies largos y descalzos con los míos).
Bill: ¿Nada?
Yo: Quiero “nadar” contigo.
Bill: ¿Nadar de nada? (se rió
ante mi ocurrencia lingüística).
Yo: Ajá.
Bill: Vale ¿y cómo se hace eso?
Yo: Se necesita una cama, un
televisor, un cantante sexy y alemán sólo con jeans y tatuajes, y… hm… helado.
Bill: ¿Helado? Me encantó la
parte en la que tomo participación de algo importante como hacer nada, pero…
¿helado? Ya desayunaste, (name).
Yo: Me gusta ver películas con
helado (sonreí o más bien hice una mueca).
Resignado ante mi extraña mezcla,
sacó un bol lleno de helado y dos cucharas mientras yo los seguía de vuelta a
mi cama. Ordené las sábanas a la rápida, abrí el ventanal para ventilar el
cuarto pero dejando las cortinas cerradas y encendí el televisor indicándole
dónde estaban las películas. Lo observé sentada desde el centro de la cama
esperando su decisión y viendo las muecas extrañas que hacía ante cada
película.
Bill: ¿Moulin Rouge?
Yo: Odio el final, siempre me lo
salto. Pero es genial la película y sus musicales.
Bill: ¿Búsqueda Implacable?
Yo: Es muy parecida a las cosas
que veo en las misiones y aporta ideas.
Bill: ¿Hairspray? Eso no aporta
ideas.
Yo: Pero es mejor que High School
Musical.
Bill: Cierto… ¿X-men? ¿Te gustan
los superhéroes?
Yo: Si.
Bill: ¿Si pudieras tener un
poder, cuál sería?
Yo: Creo que controlar el tiempo
o leer mentes… ¿tú?
Bill: Volar. Así evitas el
tráfico.
Yo: Ése debe ser genial (concordé
con él sonriéndole a lo grande).
Bill: Ajá… ¿Piratas del Caribe?
Yo: Amo a Jack Sparrow.
Bill: ¡Agh! Chicas… espera,
¿Transformers? Creo que en esa
coincidimos.
Yo: Es muy buena, y las canciones
de Linkin Park son intensas.
Bill: Una vez hablé con ellos.
Yo: ¡Pf! Ventajas de ser famoso.
Bill: Sí, y la verdad es que son
muy amistosos y divertidos. El cantante, Chester, me contó que se tatuó su
anillo de matrimonio porque en esa época no tenían dinero suficiente para uno
de oro o plata.
Yo: Todo un rockero, eh.
Bill: Yo también lo haría si no
tuviera suficiente dinero, (name). Y más si es por el amor de mi vida.
Auch, ésa fue una indirecta. ¡Ni
si quiera he pensado en el matrimonio! ¡Por Dios, que tengo veinte años recién
cumplidos hace medio año! No pretendía casarme tan pronto y pasar de señorita
(tu apellido) a señora Kaulitz. Acabábamos de volver y ya hablábamos de lujos y
matrimonio… ¡mierda!
Yo: Mañana iré a cortar mi
cabello (dije sin pensarlo y observé mis puntas algo quemadas).
Bill: ¿Quieres que te acompañe?
Yo: ¿Te gustaría?
Bill: Conozco buenos peluqueros
en L.A.
Yo: Me interesa uno que quite
todo el cabello quemado que tenga.
Bill: Ok. Mañana iremos
(sentenció un CD en el DVD).
Se recostó a mi lado derecho con
el control listo para la selección del menú de la película. Pensé que sería
terriblemente difícil cambiar de tema ante su confesión, sin embargo pareció no
importarle demasiado. Inesperadamente me sacó del hilo de mis pensamientos
mordiendo mi rodilla y haciéndome dar un saltito de la sorpresa, lo miré y
sonrió alzando ambas cejas.
Bill: Respetaré tu decisión
frente a casarnos, pero no te dejaré ir tan fácilmente (dijo con su inglés
perfecto lamiendo sus labios y depositando un beso en donde antes mordió con
ganas). No soy de los que dan el brazo a torcer frente a sus deseos.
Yo: Tengo una duda, señor
decidido a todo (dije poniéndome sobre él con una pierna a cada lado. Oh… esperaba no despertar aún a su miembro).
Bill: (Tomó mis caderas dando por
olvidada la película) ¿Sobre qué? Porque si es algo sin sentido tú pagarás las
consecuencias de sentarte sobre mí en el lugar equivocado.
Yo: Si tiene sentido (sonreí al
observar cómo tragaba saliva y paseaba su mirada por mi cuerpo escaneándolo).
Bill: Entonces habla.
Yo: Bueno (comencé bajándome de
su cuerpo y recostándome a su lado sin dejar de mirarlo), nunca hemos hablado
directamente de lo que somos, y la verdad es que…
Bill: ¿Acaso no es obvio? Nos
queremos, Invasora.
Yo: Los amigos también se quieren
y no follan (puntualicé sonriéndole aún más).
Bill: ¿Tú me amas?
Yo: Si.
Bill: Y yo más, así que no somos
amigos.
Yo: Pero tampoco e has preguntado
si…
Bill: Para mí ya lo eres y los
has sido desde que nos besamos por primera vez.
Yo: ¿Y qué pasó con las
formalidades?
Bill: No hacen falta cuando ya
todos saben que somos más que amigos. Incluso los que fueron a la fiesta de
ayer ya lo sabían.
Yo: ¿Tan obvio somos?
Bill: Según Andy, mamá, Gus y
Georg, somos demasiado obvios.
Yo: ¡Pero si ni si quiera nos han
visto tomados de la mano!
Bill: La experiencia hace al
maestro.
Yo: Eso lo que deberían decir Tom
y Andy, no tú.
Bill: Pues cuando ya te has
enamorado sabes distinguir el mismo brillo de tus ojos en otros.
Yo: ¿Ya lo sabes distinguir?
Bill: Ajá. Y tú también.
Yo: ¿Yo? Pues… (Recordé la mirada
de Andy y Tom en la fiesta llena de sonrisas y oídos sordos) oh, verdad. Jamás
lo noté.
Incluso estudiando psicología
debería notar las facciones y conductas de una persona enamorada. Como mi
conducta con Bill era demasiado natural y sin cerraduras de mi parte, supuse
que en mí también debía haber rasgos propios de personas enamoradas, aunque no
lo notara yo misma. Y aún más cegada por los encantos de Bill, no noté el
cambio de sus ojos y el brillo característico de ellos cuando se está
enamorado, quizás es porque yo estoy cegada ante su amor.
Bill: Tus ojos están brillando
hermosamente, Invasora (susurró olvidando el control del DVD a un lado de la
cama y subiéndome el vestido yendo por mis cuadros, gemí inconscientemente
viendo su lengua deslizarse por sus dientes mientras hablaba). Realmente luces
encantadora cuando te sonrojas por mí y para mí… te ves como una diosa en
persona.
Yo: La película… (Murmuré
recordando el plan inicial pero sin tener ganas de ejecutarlo).
Bill: Estamos en nuestro propio
filme, (name). Y ésta es la parte en donde los amantes demuestras su amor
uniéndose en una danza de embestidas.
Lo subió totalmente hasta
removerlo por mis brazos y cabeza dejándome a su merced en ropa interior. Sus
anos suaves y tibias jugaron con mi piel conquistando cada parte de ella y
haciéndome suspirar. Podía sentir el calor invadirme descontroladamente sólo
con su tacto, podía sentir mi garganta seca con mis jadeos imparables al sentir
sus manos maestras ir por más de lo que esperaba. Se puso sobre mí sin recargar
totalmente su cuerpo en el mío. Sentí la hebilla de su cinturón tan fría que me
puso la piel de gallina causando que contrajera los músculos de mi vientre.
Bill: Estás despertando, mi
querida diosa (murmuró delineando sus labios con su lengua traviesa).
Yo: B-bill… Ah… (Jadeé
incoherentemente entrecerrando mis ojos ante las lenguas de placer que azotaban
mi cuerpo.
Bill: Humm… quiero jugar contigo,
(name)
Yo: ¿Ahora? (gemí cuando rasguñó
con uno de sus dedos mi vientre).
Bill: Sí, debo aprovechar que el
helado de fresa aún no se derrite (sonrió dejando ver un brillo astuto y
singular en su mirada).
Lección número cinco: Bill es
creativo en todos los ámbitos.
Me besó acallando un gemido,
devorando e invadiendo mi boca con su dulce saliva en cada rincón existente.
Traté de seguirle el paso mientras sus manos aprisionaban fuertemente las mías
sobre mi cabeza. En un intento de acariciar su lengua con la mía, él la mordió
y siguió besándome y comiéndome la boca sin dejarme devolverle el beso del
todo, si es que se le podía llamar beso a su salvajismo excitante. Mordió
fuertemente mi labio inferior dejándome una sensación de estar entre el límite
del placer y el dolor, mis caderas se arquearon solas al igual que mi espalda
buscando un contacto que aún no llegaba.
No entendía a mi cuerpo, Bill a
penas me ha besado y tocado y ya quiere más de él. Me sentía confundida ante
las aceleradas reacciones del placer que me inundaban sin que realmente pasara
algo intenso como acostumbraba ser. Se separó de mi poniendo sus rodillas a
cada lado de mi cuerpo y soltó mis manos. Tomó el colorido envase con helado de
fresa y lo destapó al tiempo que enterraba una cuchara en el contenido.
Bill: Siempre quise hacer esto,
solo que no en cualquier mujer… realmente te encantará, Invasora. Lo amarás
jodidamente.
Así que Bill también tenía
fantasías, eh. La mención de sus últimas palabras me hizo sonreír deslizando
mis brazos a cada lado de mi cuerpo dándole un pase libre para que hiciera
conmigo lo que quisiera. Cerré los ojos y me mordí el casi adolorido labio
inferior tratando de controlar las oleadas de placer que me producía la
situación. No me dejé llevar por mi audición, sino por lo que esperaba sentir
sin importar si dolía o quemaba… confiaba demasiado en Bill. Sin embargo mi
primera reacción al sentir el metal frío recorrer mi pecho fue soltar un
chillido casi inaudible ante la sorpresa, Bill se rió sobre mí a carcajadas
limpias retirando la cuchara.
Yo: ¡Bill! (chillé abriendo los
ojos enormemente).
Volví a cerrar los ojos por
petición suya y me dejé caer a su merced. Pasó la yema de sus dedos por mi
torso en forma circular haciéndome suspirar y olvidar sus anteriores
carcajadas. Dios mío. Sentí el contacto frío de su lengua lamiendo y mordiendo
cada cierta distancia dejando un pequeño rastro
hasta acercarse a mi corpiño, lo bajó exponiendo mis pechos a su vista
junto con el movimiento de mi respiración acelerada y deseosa de más.
Bill: Hermosos y perfectos
(susurró haciendo que mi sangre subiera a mi cabeza y que cerrara con más
fuerza mis ojos).
Gemí y contraje los músculos de
mi vientre al sentir algo frío cubriendo mis pezones y endureciéndolos al
instante. No era su lengua, ni sus manos o dientes… era helado. Helado rosa con
sabor a fresas. Puso más en mi ombligo y entre mis costillas, haciéndome jadear
de las puras ganas que tenía de sentirlo en mi interior. Si con agua se apagaba un incendio, en mi caso las
llamas parecían aumentar su ferocidad y derrotar al agua, si es que había en
alguna parte de mí algo parecido a ésta. Podía escuchar su risita e imaginar su
sonrisa entusiasmada ante mis reacciones físicas inhibidas con su juego, y
temía derramar helado de mi cuerpo con
la temperatura corporal casi por los cuarenta grados por culpa de Bill.
Se movía de entre mis piernas y
abrió mis rodillas y las dobló dándole una vista en primera fila de mi culo
completo. Paseó su nariz por la parte interior de mis muslos rozando también su
barba de días. Gemí alto tomando un puñado de sábanas para que mi excitación no
fuera tan bestial. Hizo mis bragas a un lado y me penetró de golpe mientras con
el dedo pulgar acariciaba en círculos mi clítoris. Esto era demasiado, debía
estar a un paso de evaporarme con tantas olas de calor recorriendo mi cuerpo
una y otra vez de manera simultánea. Mis caderas se movían involuntariamente en
busca de más contacto con sus manos expertas sin importarle el helado depositado
en mi vientre y senos, mi cuerpo simplemente quería saciar su necesidad de
goce.
Bill: Amo el helado derretido… en
especial si es en tu cuerpo, (name). Mi queridísima Invasora.
Mientras seguía con la intrusión
de sus dedos en mi cuerpo, lamía mi vientre pegajoso con helado derretido, lo
que hacía aún más excitante cada una de sus falsas embestidas. Tenía la extraña
sensación de que en cada lamida mi piel se purificaba completamente como si se
tratara de agua bendita bañándome… ¿cómo mezclo la religión con el sexo? ¿Acaso
es legal hacer eso? Cuando fue a por mis pechos, mis manos se movieron
automáticamente a su cabello, masajeándolo y tirando de él casi al ritmo en el
que mis caderas se movían involuntariamente rozando su miembro con mi
femineidad. Oh, mi Dios, cuánto amaba a este hombre y cómo lo deseaba cerca de
mí en todo momento. Me sentía poseída por él y su sonrisa maravillosa, me
sentía engatusada por sus ojos castaños profundos en los que siempre me perdía.
Bill: (Name)… te amo más que a
nadie (dijo deteniéndose y mirándome encendidamente a mis ojos entrecerrados).
Sólo sonreí extasiada con los
látigos de placer que mi cuerpo soltaba de vez en cuando con solo sentirlo
sobre mí bajo su merced. Quitó mis bragas sin despegar sus labios de los míos y
devorarlos a su manera. Bajó sus pantalones lo suficiente como para sacar su
miembro y puso mi mano en sus bóxers, a lo que yo respondí aliviando su
erección. Gimió liberando mis labios y yendo a por mí cuello. Podría jurar que
entre besos me hizo un chupón, pero lo dejé pasa ya que el placer de ambos era
mi prioridad al igual que la de él. Abrí las piernas enredándolas en él no sin
antes bajar sus bóxers negros y ahuecar su miembro en mi mano. Ahora que lo
veía con claridad… ¡guau! Era jodidamente grande. Lo demás fue acto de él. Tomó
la parte baja de mi espalda y me penetró fuerte, rudo y duro, haciéndome soltar
un grito y cerrar los ojos de golpe… ¡Ah, fue tan intenso!
Bill: ¿Estás bien?
Yo: ¿Bromeas? Eso fue… ¡wow! Repítelo.
Me sonrió divertido mientras
salía de mí y luego volvió a embestirme brutalmente obligando a que me aferre
aún más a las sábanas. La sensación al no usar un preservativo era
definitivamente más cálida e intensa, y como Bill parecía ya un experto en el
arte de los polvos, todo parecía ir perfecto en nuestro nidito exclusivo de
amor. Mis caderas se levantaban para recibir su embestida, mis pechos aún
sobresalientes del corpiño rozaban su pecho y mis piernas se aferraban a él.
Todo mi cuerpo estaba bajo su poder, todo mi cuerpo necesitaba de él como su
fuera oxígeno o agua. Mis ojos lo observaban obligándose a no ser cerrados por
las olas de lujuria… sus ojos eran tan profundos que aunque lo que hacíamos no
era tan cursi como otras veces, sabía los sentimientos que irradiaba con ellos
sin que los mencionara con su propia voz.
La exquisita sensación bajo mi
vientre fue expandiéndose lentamente por todo mi cuerpo. Tomé los hombros de
Bill hundiendo mis uñas en ellos y creo que con sólo ver mi expresión, supo que
se trataba del final más exquisito… mi orgasmo. Madre mía. Esta vez fue
demasiado fuerte e intenso, que no podía compararlo con polvos anteriores.
Miles de corrientes se propagaban por todo mi cuerpo, poniendo mi mente en
blanco y silenciando por un momento todo sonido que me rodeaba. Fue único, el
mejor de todos. Bill se vino dentro de mí y sentí como una sustancia cálida
bañaba mi interior, inundándolo todo y haciendo que me sintiera sobre las
nubes. Arreglándose los bóxer y pantalones, se recostó a mi lado, y puso mi
sostén en su lugar. Apoyó su cabeza en mi pecho y yo sólo atiné a quedarme
quieta ya que aún sentía las últimas réplicas del orgasmo.
Bill: ¿Estás bien? (susurró
después de un rato).
Yo: Hm (claro, debo agregar los
efectos somníferos que me produjeron).
Bill: Fue realmente el mejor,
(name).
Yo: Hm.
Bill: ¿No tienes algo que decir?
Yo: Hm.
Bill: ¡Vaya! Interesantes palabras
(se burló a lo que contesté con una risita tonta).
Yo: Las palabras sobran. Bill.
Bill: ¡Ah! Tenías boca, lengua y
voz, eh.
Yo: Fue… el mejor de todos.
Bill: También para mí, Invasora.
Y aún más si fue contigo.
Luego de una serie de manoseos,
cariños, besos, cosquillas y bromas, me bañé de nuevo y me puse unos jeans
ajustados y gastados, una camisa a cuadros con una camiseta abajo, y unas botas
estilo militar. Claro, Bill escogió el conjunto agregando que así me veía ruda
y demasiado ardiente para él. Por su parte, Bill también se bañó y se puso la
ropa del día anterior. Después de vestirnos, nos quedamos viendo televisión en
la sala acompañados por una pizza tamaño familiar que prácticamente nos
devoramos.
Bill: Nunca me ha gustado “el
niño del pijama a rayas” (comentó cuando me detuve en un canal y la estaban
dando, a penas lo dijo, seguí viendo la programación de otros canales).
Yo: ¿Por los alemanes?
Bill: Quizá. Pero creo que es
porque fue una de las peores épocas del
mundo, y a decir verdad, nunca me ha gustado que relacionen a todos los
alemanes con Hitler.
Yo: ¿Tu… familia…?
Bill: No lo sé, nunca ha salido
el tema debido a los debates que trae. Es como hablar de deportes, política o religiones…
es un tema conflictivo que genera peleas y discusiones
Yo: Ah…
Bill: ¿Sentiste eso? (dijo
parándose y mirando en todas direcciones).
Yo: ¿Qué…?
Luego lo sentí. Conocía ese ruido
mejor que nadie. Observé el ventanal viendo cómo poco a poco se trisaba y
observé la dirección de la bala. Frente a mí, tres hombres camuflados apuntaban
en mi dirección. Todo ruido se silenció a penas el vidrio se desplomó frente a
mí. Tomé las llaves de su auto y de mi moto, mis documentos y la mano de Bill,
sintiendo cómo mi pulso se aceleraba y una sensación de pánico recorría mis
venas. Todo pasó en segundos, ni si quiera lentamente. Mi prioridad era cuidar
a Bill y mantenerlo con vida, porque si le hacían algo yo…
Yo: ¡CORRE BILL!
santa madre de dios ¿que paso? espero que subas pronto no me dejes asi besos
ResponderEliminarjshbkjnsjkf me encantó este capítulo tuvo de todo un poco ♥
ResponderEliminarSigue pronto, saludos!
O_O lo dejastes en la mejor parte!! waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarQue emocionante!! me encanta tu fic y me alegra q estas subiendo mas frecuentemente!!!
Espero la otra con ancias!! wiiiiiiiii
WOW, fue muy intenso el cap. & más que nada en el final, me quedé como :O Ay, qué pasará? Espero que no tardes en subir & menos con ese final !
ResponderEliminarSaludos!
:O
ResponderEliminar¿por qué lo dejas así?
Te gusta hacernos sufrir xD
sube pronto
muero por saber que pasará
cuídate y un abrazo :D
D= eres cruel! te gusta hacerme sufrir? tegusta dejarnos en suspenso
ResponderEliminarno nonno D= SIGUEEE!!! T.T
sube pronto :3 cada vez se pone mejor!!!