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viernes, 8 de febrero de 2013

Capitulo 46 (Segunda Temporada)


¿Era té? Hm… no. ¿Manzanilla? Esa es más suave que ésta… Daba igual, el olor era exquisito y lo declaraba culpable de hacer que mi estómago rugiera del hambre. Sentí que había dormido tan bien que me llegaba a dar flojera despegarme de las sábanas y preparar el desay… espera, ¿y ese olor? No recordaba haber dejado algo con ese olor en mi cocina o en… ¡Bill Kaulitz!

Giré mi cuerpo y no lo encontré, ni tampoco estaba su ropa o sus cosas. Mierda, sólo esperaba que no se hubiese ido. Mi subconsciente me reprendía diciendo (gritando para ser honestos) que la dueña de casa era quien debía despertar primero y no el invitado. Pero al sentir ruido proveniente de la cocina, supe que seguramente era Bill quien había provocado ese exquisito aroma en el aire, por lo que me apresuré en bañarme y vestirme para estar presentable para él. Me puse un vestido floreado y corto, dejé mi cabello suelto y mojado caer por mi espalda y caminé descalza por el pasillo sintiendo el imparable hambre en mi estómago.

A penas me asomé, vi su espalda lisa y desnuda a plena luz del día, siendo tocada por los rayos del sol de la ventana aún sin cortinas. Podía ver su cabello desordenado y húmedo, ¿tan profundo me dormí como para no escucharlo bañándose? Dios, me sentía como una simple mortal, no como la espía de la mafia que realmente soy. Por suerte aún tenía sus jeans puestos o realmente me daría un infarto y moriría ante su vista. Avancé con pasos lentos y tímidos al asiento más cercano a su vista observándolo de pies a cabeza frente a la cocina haciendo huevos revueltos en un sartén. Me miró a penas sintió que arrastraba la silla y sonrió dejándome observar su dentadura de comercial.

Yo: Buenos días, señor chef sexy y rockero.

Bill: Buenos días, mi amada Invasora. Luces adorable con ese vestido.

Yo: Es para no morir de calor (me excusé y él sonrió burlón sabiendo que no acostumbraba a recibir halagos por la mañana)… Tú también luces adorablemente follable con sólo pantalones ajustados, Bill.

Bill: ¿”Adorablemente follable”? ¿De dónde sacas esas combinaciones descriptivas, (name)?

Yo: De mí alocada cabeza.

Bill: Toma (dijo alcanzándome un tazón multicolor con café fresco).

Yo: ¡Ah! ¡Con que el café me despertó! (¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes?) Te juro que huele delicioso.

Bill: Gracias. Es una receta de mamá que perfeccioné a los diecisiete.

Yo: ¿Y desde cuándo sabes cocinar?

Bill: Esto lo puede hacer cualquiera, (name). Y aún no sé cocinar, pero sé hacer spaghettis.

Yo: Eso ya es algo.

Se sentó frente a mí, con su rostro fresco y sonriente como queriendo enamorarme nuevamente… bueno, de hecho ya lo logró desde que nos volvimos a ver. Era la primera vez que desayunaba algo tan delicioso (el cereal con leche, o el té con tostadas a veces aburre) y acompañada, pues las  mañanas solían ser silenciosas en mi departamento. Hablamos de todo; desde los tics nerviosos de la mujer que leía las noticias y que las cámaras trataban de ocultar agregando franjas con el tiempo y otras noticias internacionales, hasta de cómo los cines parecían moteles y lugares de reuniones de club de fanáticas por Twilight y The Lord of the Rings, liberando carcajadas con nuestras burlas y cambios de voces ridículos. Sin embargo, no esperaba que tocara el tema de la noche anterior en ningún momento, sino que lo di por olvidado.

Bill: (Name).

Yo: Dime (dije antes de dar un sorbo a mi café).

Bill: Respecto a lo de anoche yo…

Yo: Olvídalo (sugerí para mejor).

Bill: Simplemente quería decirte que haré todo lo posible para que en unos años más seamos padres. Quizás no ahora debido a que aún somos demasiados jóvenes y tenemos demasiados compromisos laborales… pero me gustaría formar una familia contigo en el futuro y estoy decidido a ello.

Mierda. Eso me dejó helada y con e café a medio terminar. Me conmovía enormemente que siguiera con la idea de la paternidad en la cabeza aún sabiendo que mi estado infértil complicaba las vías naturales y por ende normales. No me imaginaba con un bebé amamantando en mi pecho, pero la idea de ver a Bill con un pequeño humano entre sus brazos siendo balanceado como en las películas, debía ser adorable de ver… no, ¡una delicia para los ojos de cualquiera!

Bill: ¿Dirás algo?

Yo: (Pestañeé retomando mi café casi frío) ¿Algo como qué?

Bill: Refutarme, (name).

Yo: Ah… no lo había pensado.

Bill: ¿Eso quiere decir que aceptas?

Yo: Tarde o temprano terminarás haciendo de las tuyas en mí, señor Kaulitz.

Bill: ¿A sí? (se rió levantando una ceja).

Yo: Siempre logras lo que te propones.

Bill: Querer es poder.

Yo: Eso dicen (le guiñé el ojo pegándole suavemente con mi cuchara fría en el brazo).

Recogí ambas tasas vacías más toda la loza sucia mientras el guardaba el azúcar, la mermelada, etc. Era la primera vez que lo tenía en mi cocina dando vueltas y abriendo y cerrando las despensas preguntando curiosidades como un niño, o simplemente me observaba de lado escrutando cada uno de mis movimientos por más mínimos que fuesen. Al terminar de cerrar la llave, sequé mis manos en su torso desnudo haciendo que encogiera el estómago ante la sorpresa de mis manos frías.

Yo: Será mejor que te vistas si no quieres pescar un resfriado.

Bill: Estoy acostumbrado a L.A.

Yo: ¿Seguro?

Bill: Sí.

Yo: Que conste que te avisé, eh.

Bill: No me enfermaré, (name).

Yo: Ok.

Aún no despegaba las manos de su torso caliente, me sentía como un pedazo de metal atraída a un imán. Bill era mi imán. Delineé el largo y ya extra conocido tatuaje de sus costillas, y pellizqué pequeños pedazos de piel firme y bronceada. Nunca me ha importado el físico en los hombres porque nunca quise estar con uno, y ahora que veía a Bill dejándose toquetear en silencio por mis manos, parecía casi utópico estar con alguien tan perfecto y que me ama. Pienso que las cosas han dado un giro desde que nos conocimos en Las Maldivas, él me cambió y espero haberlo cambiado a él.

Bill: ¿Qué quiere hacer hoy? (susurró acercándose a mi cuerpo y tomando mi cintura).

Yo: (Pestañeé despabilándome de mis pensamientos y apoyé las frente en su pecho)Hm… no sé.

Bill: ¿Quieres salir?

Yo: No.

Bill: ¿Ir al cine?

Yo: No.

Bill: ¿Bailar? ¿Cantar? ¿Gritar? ¿Reír?

Yo: No te gusta bailar, Bill.

Bill: Pero he bailado contigo antes, ¿o no lo recuerdas?

Yo: Si lo recuerdo.

Bill: ¿Entonces qué quieres hacer?

Yo: Quiero hacer nada (dije pisando sus pies largos y descalzos con los míos).

Bill: ¿Nada?

Yo: Quiero “nadar” contigo.

Bill: ¿Nadar de nada? (se rió ante mi ocurrencia lingüística).

Yo: Ajá.

Bill: Vale ¿y cómo se hace eso?

Yo: Se necesita una cama, un televisor, un cantante sexy y alemán sólo con jeans y tatuajes, y… hm… helado.

Bill: ¿Helado? Me encantó la parte en la que tomo participación de algo importante como hacer nada, pero… ¿helado? Ya desayunaste, (name).

Yo: Me gusta ver películas con helado (sonreí o más bien hice una mueca).

Resignado ante mi extraña mezcla, sacó un bol lleno de helado y dos cucharas mientras yo los seguía de vuelta a mi cama. Ordené las sábanas a la rápida, abrí el ventanal para ventilar el cuarto pero dejando las cortinas cerradas y encendí el televisor indicándole dónde estaban las películas. Lo observé sentada desde el centro de la cama esperando su decisión y viendo las muecas extrañas que hacía ante cada película.

Bill: ¿Moulin Rouge?

Yo: Odio el final, siempre me lo salto. Pero es genial la película y sus musicales.

Bill: ¿Búsqueda Implacable?

Yo: Es muy parecida a las cosas que veo en las misiones y aporta ideas.

Bill: ¿Hairspray? Eso no aporta ideas.

Yo: Pero es mejor que High School Musical.

Bill: Cierto… ¿X-men? ¿Te gustan los superhéroes?

Yo: Si.

Bill: ¿Si pudieras tener un poder, cuál sería?

Yo: Creo que controlar el tiempo o leer mentes… ¿tú?

Bill: Volar. Así evitas el tráfico.

Yo: Ése debe ser genial (concordé con él sonriéndole a lo grande).

Bill: Ajá… ¿Piratas del Caribe?

Yo: Amo a Jack Sparrow.

Bill: ¡Agh! Chicas… espera, ¿Transformers? Creo que en esa  coincidimos.

Yo: Es muy buena, y las canciones de Linkin Park son intensas.

Bill: Una vez hablé con ellos.

Yo: ¡Pf! Ventajas de ser famoso.

Bill: Sí, y la verdad es que son muy amistosos y divertidos. El cantante, Chester, me contó que se tatuó su anillo de matrimonio porque en esa época no tenían dinero suficiente para uno de oro o plata.

Yo: Todo un rockero, eh.

Bill: Yo también lo haría si no tuviera suficiente dinero, (name). Y más si es por el amor de mi vida.

Auch, ésa fue una indirecta. ¡Ni si quiera he pensado en el matrimonio! ¡Por Dios, que tengo veinte años recién cumplidos hace medio año! No pretendía casarme tan pronto y pasar de señorita (tu apellido) a señora Kaulitz. Acabábamos de volver y ya hablábamos de lujos y matrimonio… ¡mierda!

Yo: Mañana iré a cortar mi cabello (dije sin pensarlo y observé mis puntas algo quemadas).

Bill: ¿Quieres que te acompañe?

Yo: ¿Te gustaría?

Bill: Conozco buenos peluqueros en L.A.

Yo: Me interesa uno que quite todo el cabello quemado que tenga.

Bill: Ok. Mañana iremos (sentenció un CD en el DVD).

Se recostó a mi lado derecho con el control listo para la selección del menú de la película. Pensé que sería terriblemente difícil cambiar de tema ante su confesión, sin embargo pareció no importarle demasiado. Inesperadamente me sacó del hilo de mis pensamientos mordiendo mi rodilla y haciéndome dar un saltito de la sorpresa, lo miré y sonrió alzando ambas cejas.

Bill: Respetaré tu decisión frente a casarnos, pero no te dejaré ir tan fácilmente (dijo con su inglés perfecto lamiendo sus labios y depositando un beso en donde antes mordió con ganas). No soy de los que dan el brazo a torcer frente a sus deseos.

Yo: Tengo una duda, señor decidido a todo (dije poniéndome sobre él con una pierna a cada lado. Oh…  esperaba no despertar aún a su miembro).

Bill: (Tomó mis caderas dando por olvidada la película) ¿Sobre qué? Porque si es algo sin sentido tú pagarás las consecuencias de sentarte sobre mí en el lugar equivocado.

Yo: Si tiene sentido (sonreí al observar cómo tragaba saliva y paseaba su mirada por mi cuerpo escaneándolo).

Bill: Entonces habla.

Yo: Bueno (comencé bajándome de su cuerpo y recostándome a su lado sin dejar de mirarlo), nunca hemos hablado directamente de lo que somos, y la verdad es que…

Bill: ¿Acaso no es obvio? Nos queremos, Invasora.

Yo: Los amigos también se quieren y no follan (puntualicé sonriéndole aún más).

Bill: ¿Tú me amas?

Yo: Si.

Bill: Y yo más, así que no somos amigos.

Yo: Pero tampoco e has preguntado si…

Bill: Para mí ya lo eres y los has sido desde que nos besamos por primera vez.

Yo: ¿Y qué pasó con las formalidades? 

Bill: No hacen falta cuando ya todos saben que somos más que amigos. Incluso los que fueron a la fiesta de ayer ya lo sabían.

 Yo: ¿Tan obvio somos?

Bill: Según Andy, mamá, Gus y Georg, somos demasiado obvios.

Yo: ¡Pero si ni si quiera nos han visto tomados de la mano!

Bill: La experiencia hace al maestro.

Yo: Eso lo que deberían decir Tom y Andy, no tú.

Bill: Pues cuando ya te has enamorado sabes distinguir el mismo brillo de tus ojos en otros.

Yo: ¿Ya lo sabes distinguir?

Bill: Ajá. Y tú también.

Yo: ¿Yo? Pues… (Recordé la mirada de Andy y Tom en la fiesta llena de sonrisas y oídos sordos) oh, verdad. Jamás lo noté.

Incluso estudiando psicología debería notar las facciones y conductas de una persona enamorada. Como mi conducta con Bill era demasiado natural y sin cerraduras de mi parte, supuse que en mí también debía haber rasgos propios de personas enamoradas, aunque no lo notara yo misma. Y aún más cegada por los encantos de Bill, no noté el cambio de sus ojos y el brillo característico de ellos cuando se está enamorado, quizás es porque yo estoy cegada ante su amor.

Bill: Tus ojos están brillando hermosamente, Invasora (susurró olvidando el control del DVD a un lado de la cama y subiéndome el vestido yendo por mis cuadros, gemí inconscientemente viendo su lengua deslizarse por sus dientes mientras hablaba). Realmente luces encantadora cuando te sonrojas por mí y para mí… te ves como una diosa en persona.

Yo: La película… (Murmuré recordando el plan inicial pero sin tener ganas de ejecutarlo).

Bill: Estamos en nuestro propio filme, (name). Y ésta es la parte en donde los amantes demuestras su amor uniéndose en una danza de embestidas.

Lo subió totalmente hasta removerlo por mis brazos y cabeza dejándome a su merced en ropa interior. Sus anos suaves y tibias jugaron con mi piel conquistando cada parte de ella y haciéndome suspirar. Podía sentir el calor invadirme descontroladamente sólo con su tacto, podía sentir mi garganta seca con mis jadeos imparables al sentir sus manos maestras ir por más de lo que esperaba. Se puso sobre mí sin recargar totalmente su cuerpo en el mío. Sentí la hebilla de su cinturón tan fría que me puso la piel de gallina causando que contrajera los músculos de mi vientre.

Bill: Estás despertando, mi querida diosa (murmuró delineando sus labios con su lengua traviesa).

Yo: B-bill… Ah… (Jadeé incoherentemente entrecerrando mis ojos ante las lenguas de placer que azotaban mi cuerpo.

Bill: Humm… quiero jugar contigo, (name)

Yo: ¿Ahora? (gemí cuando rasguñó con uno de sus dedos mi vientre).

Bill: Sí, debo aprovechar que el helado de fresa aún no se derrite (sonrió dejando ver un brillo astuto y singular en su mirada).

Lección número cinco: Bill es creativo en todos los ámbitos.

Me besó acallando un gemido, devorando e invadiendo mi boca con su dulce saliva en cada rincón existente. Traté de seguirle el paso mientras sus manos aprisionaban fuertemente las mías sobre mi cabeza. En un intento de acariciar su lengua con la mía, él la mordió y siguió besándome y comiéndome la boca sin dejarme devolverle el beso del todo, si es que se le podía llamar beso a su salvajismo excitante. Mordió fuertemente mi labio inferior dejándome una sensación de estar entre el límite del placer y el dolor, mis caderas se arquearon solas al igual que mi espalda buscando un contacto que aún no llegaba.

No entendía a mi cuerpo, Bill a penas me ha besado y tocado y ya quiere más de él. Me sentía confundida ante las aceleradas reacciones del placer que me inundaban sin que realmente pasara algo intenso como acostumbraba ser. Se separó de mi poniendo sus rodillas a cada lado de mi cuerpo y soltó mis manos. Tomó el colorido envase con helado de fresa y lo destapó al tiempo que enterraba una cuchara en el contenido.

Bill: Siempre quise hacer esto, solo que no en cualquier mujer… realmente te encantará, Invasora. Lo amarás jodidamente.

Así que Bill también tenía fantasías, eh. La mención de sus últimas palabras me hizo sonreír deslizando mis brazos a cada lado de mi cuerpo dándole un pase libre para que hiciera conmigo lo que quisiera. Cerré los ojos y me mordí el casi adolorido labio inferior tratando de controlar las oleadas de placer que me producía la situación. No me dejé llevar por mi audición, sino por lo que esperaba sentir sin importar si dolía o quemaba… confiaba demasiado en Bill. Sin embargo mi primera reacción al sentir el metal frío recorrer mi pecho fue soltar un chillido casi inaudible ante la sorpresa, Bill se rió sobre mí a carcajadas limpias retirando la cuchara.

Yo: ¡Bill! (chillé abriendo los ojos enormemente).

Volví a cerrar los ojos por petición suya y me dejé caer a su merced. Pasó la yema de sus dedos por mi torso en forma circular haciéndome suspirar y olvidar sus anteriores carcajadas. Dios mío. Sentí el contacto frío de su lengua lamiendo y mordiendo cada cierta distancia dejando un pequeño rastro  hasta acercarse a mi corpiño, lo bajó exponiendo mis pechos a su vista junto con el movimiento de mi respiración acelerada y deseosa de más.

Bill: Hermosos y perfectos (susurró haciendo que mi sangre subiera a mi cabeza y que cerrara con más fuerza mis ojos).

Gemí y contraje los músculos de mi vientre al sentir algo frío cubriendo mis pezones y endureciéndolos al instante. No era su lengua, ni sus manos o dientes… era helado. Helado rosa con sabor a fresas. Puso más en mi ombligo y entre mis costillas, haciéndome jadear de las puras ganas que tenía de sentirlo en mi interior. Si con  agua se apagaba un incendio, en mi caso las llamas parecían aumentar su ferocidad y derrotar al agua, si es que había en alguna parte de mí algo parecido a ésta. Podía escuchar su risita e imaginar su sonrisa entusiasmada ante mis reacciones físicas inhibidas con su juego, y temía derramar  helado de mi cuerpo con la temperatura corporal casi por los cuarenta grados por culpa de Bill.

Se movía de entre mis piernas y abrió mis rodillas y las dobló dándole una vista en primera fila de mi culo completo. Paseó su nariz por la parte interior de mis muslos rozando también su barba de días. Gemí alto tomando un puñado de sábanas para que mi excitación no fuera tan bestial. Hizo mis bragas a un lado y me penetró de golpe mientras con el dedo pulgar acariciaba en círculos mi clítoris. Esto era demasiado, debía estar a un paso de evaporarme con tantas olas de calor recorriendo mi cuerpo una y otra vez de manera simultánea. Mis caderas se movían involuntariamente en busca de más contacto con sus manos expertas sin importarle el helado depositado en mi vientre y senos, mi cuerpo simplemente quería saciar su necesidad de goce.

Bill: Amo el helado derretido… en especial si es en tu cuerpo, (name). Mi queridísima Invasora.

Mientras seguía con la intrusión de sus dedos en mi cuerpo, lamía mi vientre pegajoso con helado derretido, lo que hacía aún más excitante cada una de sus falsas embestidas. Tenía la extraña sensación de que en cada lamida mi piel se purificaba completamente como si se tratara de agua bendita bañándome… ¿cómo mezclo la religión con el sexo? ¿Acaso es legal hacer eso? Cuando fue a por mis pechos, mis manos se movieron automáticamente a su cabello, masajeándolo y tirando de él casi al ritmo en el que mis caderas se movían involuntariamente rozando su miembro con mi femineidad. Oh, mi Dios, cuánto amaba a este hombre y cómo lo deseaba cerca de mí en todo momento. Me sentía poseída por él y su sonrisa maravillosa, me sentía engatusada por sus ojos castaños profundos en los que siempre me perdía.

Bill: (Name)… te amo más que a nadie (dijo deteniéndose y mirándome encendidamente a mis ojos entrecerrados).

Sólo sonreí extasiada con los látigos de placer que mi cuerpo soltaba de vez en cuando con solo sentirlo sobre mí bajo su merced. Quitó mis bragas sin despegar sus labios de los míos y devorarlos a su manera. Bajó sus pantalones lo suficiente como para sacar su miembro y puso mi mano en sus bóxers, a lo que yo respondí aliviando su erección. Gimió liberando mis labios y yendo a por mí cuello. Podría jurar que entre besos me hizo un chupón, pero lo dejé pasa ya que el placer de ambos era mi prioridad al igual que la de él. Abrí las piernas enredándolas en él no sin antes bajar sus bóxers negros y ahuecar su miembro en mi mano. Ahora que lo veía con claridad… ¡guau! Era jodidamente grande. Lo demás fue acto de él. Tomó la parte baja de mi espalda y me penetró fuerte, rudo y duro, haciéndome soltar un grito y cerrar los ojos de golpe… ¡Ah, fue tan intenso!

Bill: ¿Estás bien?

Yo: ¿Bromeas? Eso fue… ¡wow! Repítelo.

Me sonrió divertido mientras salía de mí y luego volvió a embestirme brutalmente obligando a que me aferre aún más a las sábanas. La sensación al no usar un preservativo era definitivamente más cálida e intensa, y como Bill parecía ya un experto en el arte de los polvos, todo parecía ir perfecto en nuestro nidito exclusivo de amor. Mis caderas se levantaban para recibir su embestida, mis pechos aún sobresalientes del corpiño rozaban su pecho y mis piernas se aferraban a él. Todo mi cuerpo estaba bajo su poder, todo mi cuerpo necesitaba de él como su fuera oxígeno o agua. Mis ojos lo observaban obligándose a no ser cerrados por las olas de lujuria… sus ojos eran tan profundos que aunque lo que hacíamos no era tan cursi como otras veces, sabía los sentimientos que irradiaba con ellos sin que los mencionara con su propia voz.

La exquisita sensación bajo mi vientre fue expandiéndose lentamente por todo mi cuerpo. Tomé los hombros de Bill hundiendo mis uñas en ellos y creo que con sólo ver mi expresión, supo que se trataba del final más exquisito… mi orgasmo. Madre mía. Esta vez fue demasiado fuerte e intenso, que no podía compararlo con polvos anteriores. Miles de corrientes se propagaban por todo mi cuerpo, poniendo mi mente en blanco y silenciando por un momento todo sonido que me rodeaba. Fue único, el mejor de todos. Bill se vino dentro de mí y sentí como una sustancia cálida bañaba mi interior, inundándolo todo y haciendo que me sintiera sobre las nubes. Arreglándose los bóxer y pantalones, se recostó a mi lado, y puso mi sostén en su lugar. Apoyó su cabeza en mi pecho y yo sólo atiné a quedarme quieta ya que aún sentía las últimas réplicas del orgasmo.

Bill: ¿Estás bien? (susurró después de un rato).

Yo: Hm (claro, debo agregar los efectos somníferos que me produjeron).

Bill: Fue realmente el mejor, (name).

Yo: Hm.

Bill: ¿No tienes algo que decir?

Yo: Hm.

Bill: ¡Vaya! Interesantes palabras (se burló a lo que contesté con una risita tonta).

Yo: Las palabras sobran. Bill.

Bill: ¡Ah! Tenías boca, lengua y voz, eh.

Yo: Fue… el mejor de todos.

Bill: También para mí, Invasora. Y aún más si fue contigo.

Luego de una serie de manoseos, cariños, besos, cosquillas y bromas, me bañé de nuevo y me puse unos jeans ajustados y gastados, una camisa a cuadros con una camiseta abajo, y unas botas estilo militar. Claro, Bill escogió el conjunto agregando que así me veía ruda y demasiado ardiente para él. Por su parte, Bill también se bañó y se puso la ropa del día anterior. Después de vestirnos, nos quedamos viendo televisión en la sala acompañados por una pizza tamaño familiar que prácticamente nos devoramos.

Bill: Nunca me ha gustado “el niño del pijama a rayas” (comentó cuando me detuve en un canal y la estaban dando, a penas lo dijo, seguí viendo la programación de otros canales).

Yo: ¿Por los alemanes?

Bill: Quizá. Pero creo que es porque fue una de las peores épocas del  mundo, y a decir verdad, nunca me ha gustado que relacionen a todos los alemanes con Hitler.

Yo: ¿Tu… familia…?

Bill: No lo sé, nunca ha salido el tema debido a los debates que trae. Es como hablar de deportes, política o religiones… es un tema conflictivo que genera peleas y discusiones

Yo: Ah…

Bill: ¿Sentiste eso? (dijo parándose y mirando en todas direcciones).

Yo: ¿Qué…?

Luego lo sentí. Conocía ese ruido mejor que nadie. Observé el ventanal viendo cómo poco a poco se trisaba y observé la dirección de la bala. Frente a mí, tres hombres camuflados apuntaban en mi dirección. Todo ruido se silenció a penas el vidrio se desplomó frente a mí. Tomé las llaves de su auto y de mi moto, mis documentos y la mano de Bill, sintiendo cómo mi pulso se aceleraba y una sensación de pánico recorría mis venas. Todo pasó en segundos, ni si quiera lentamente. Mi prioridad era cuidar a Bill y mantenerlo con vida, porque si le hacían algo yo…

Yo: ¡CORRE BILL!

6 comentarios:

  1. santa madre de dios ¿que paso? espero que subas pronto no me dejes asi besos

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  2. jshbkjnsjkf me encantó este capítulo tuvo de todo un poco ♥
    Sigue pronto, saludos!

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  3. O_O lo dejastes en la mejor parte!! waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    Que emocionante!! me encanta tu fic y me alegra q estas subiendo mas frecuentemente!!!

    Espero la otra con ancias!! wiiiiiiiii

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  4. WOW, fue muy intenso el cap. & más que nada en el final, me quedé como :O Ay, qué pasará? Espero que no tardes en subir & menos con ese final !
    Saludos!

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  5. :O
    ¿por qué lo dejas así?
    Te gusta hacernos sufrir xD
    sube pronto
    muero por saber que pasará
    cuídate y un abrazo :D

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  6. D= eres cruel! te gusta hacerme sufrir? tegusta dejarnos en suspenso
    no nonno D= SIGUEEE!!! T.T
    sube pronto :3 cada vez se pone mejor!!!

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