INVASORA
-Ése le queda estupendo –añadió y
por primera vez vi mi rostro en el espejo.
A ella le convenía decir eso,
supongo que debía ganar una comisión por cada venta. No me importaba su
opinión, sin embargo el vestido negro y largo, suelto en la cintura y ajustado
en el busto se veía demasiado bien en mí.
…A eso súmale una panza como la que tuviste con Alexander en tu
vientre…
Debía haber alguna droga o trago
que callara mi subconsciente. Pero tenía razón. De alguna u otra forma estaba
en lo cierto y levanté la suave tela creando un vientre falso. Sí, hasta con
panza se vería muy bonito.
-A su esposo le encantará, créame
con seguridad –volvió a hablar.
Esposo… no. Simplemente no. No es que las cosas hayan terminado
terriblemente con Bill, pero primero debíamos ver el tema de la convivencia con
nuestro hijo. Alexander podría perfectamente elegir vivir con su padre y sin
mí, y yo no me opondría a eso.
-Deme una talla más por favor.
-Pero ese le queda…
-Una. Talla. Más –la miré con
seriedad y volvió en busca de uno más grande.
Claro, había olvidado el detalle
del busto. Dios, nunca en mi vida había tenido un busto gigante a excepción del
embarazo de Alexander. ¿Y por qué pensaba usar esto en nueve meses más? Mmm…
supongo que es una especie de antojo estético.
… Así como vas, con tu hábito de tomar y fumar, ese feto no resistirá
lo suficiente…
En serio quería callar mis
pensamientos y quemarlos como si fueran un simple papel en mis manos. ¿No lo
había dicho ese doctor, Samuel? Debía recuperarme y comer sano, no beber y
fumar hasta perder el conocimiento. Entregué mi tarjeta bancaria a la
dependienta como si estuviera en piloto automático. Ya no podía seguir siendo
egoísta, no podía seguir pensando en lo que quiero cuando sé que debo contarle
a Bill lo del embarazo y cuidar a la diminuta criatura que duerme en mi
vientre.
Mierda, ya son dos semanas sin
parar de tomar y fumar… ¿qué estoy haciendo? Ni si quiera alcanzaría a usar ese
vestido a este ritmo. Tomé la tarjeta y la bolsa con el vestido ignorando a la
dependienta y su sonrisa falsa, saliendo a la mañana cálida en Colmar. Debía
poner orden en mi vida, desempolvar de mis recuerdos ese lado maternal y
regresar a ser (Name). Estaba en la misión de mi vida y de la vida que habita
en mi vientre. ¿Mi objetivo? Cuidarlo a toda costa. ¿El nivel de dificultad? A
este paso sería alto.
Pasé la llave y giré la manilla,
dejando en vestido junto a la puerta. Tomé aire y sin sonreír empecé a juntar
toda la mierda de dos semanas con mis dos manos y el alma hecha pedazos.
¿Seguiría vivo ese pequeño fruto de mi relación con Bill? A medida que seguía
limpiando, las cajetillas de cigarrillos, las colillas, las botellas, los
corchos con distintos dibujos, los vasos de café de máquina… Dios, tenía una
bomba mortal en mi vientre que en cualquier momento detonaría.
…Por favor… sigue ahí lejos de toda esta mierda… no quiero cargar con
otra muerte, y menos con la de mi bebé… resiste un poco más…
Me costaba respirar y jadeaba, la
habitación me daba vueltas y las lágrimas saltaban de mis ojos. Estaba asustada,
aterrorizada al ver las bolsas oscuras llenas de veneno para mi bebé. ¿Qué he
hecho? ¡Estoy asesinando a mi propia sangre!
BILL
-¿Francia?
-No es del todo seguro, pero
dicen haber visto a una persona con rasgos similares en el aeropuerto de París.
-¿Cuándo?
-Hace dos semanas atrás… no traía
consigo ningún equipaje. Estamos tratando de conectarnos con las cámaras del
aeropuerto para ver si realmente es ella.
-¿Estás seguro Gaspard?
Me miró por un instante antes de
volver la pantalla a la laptop frente a él.
-No… ella es impredecible, Bill.
Y siempre lo ha sido. Podemos estar equivocados al buscar en las cámaras de las
calles más transitadas o del aeropuerto.
-¿Equivocados? ¿A estas alturas
piensas eso? Eres su amigo y…
-¡Pero eso no basta!... Ahora
mismo puede estar a la vuelta de la esquina o en otro continente. (Name) es así
y fue entrenada para desaparecer en cualquier momento sin dejar rastro.
Las probabilidades de encontrar a
una mujer entre millones son casi nulas. Habíamos intentado todo, y ella
parecía haber desaparecido del planeta. Cuando encontrábamos a una mujer
parecida a ella, resultaba ser una falsa alarma y todas las ilusiones
terminaban en cenizas. En dos semanas perfectamente podría estar en el rincón
más lejos del mundo y nadie lo sabría.
Estaba preocupado, nervioso y
estresado al no ver mayores resultados en nuestra minuciosa búsqueda. Tom se
encargaba de la disquera y de mantener una respuesta firme ante los rumores que
ya comenzaban a correr tras lo sucedido en el hospital. Agradecía su labor,
pero me sentía culpable de dejarle todo el engorroso trabajo de la disquera
sólo a él y nuestro equipo.
Y Alexander… Dios, me sentía el
peor de los padres. Por las mañanas, me reunía con Gaspard para encontrar
pistas sobre (name), en la tarde me encontraba en el estudio viendo las nuevas
grabaciones de la banda, y en las noches, cuando lo encontraba despierto,
trataba de suplir el tiempo perdido contándole historias de mi familia y de mi
relación con (name). Pero no dejaba de sentirme fatal por no prestarle
demasiada atención, él lo comprendía, pero yo me sentía el peor del mundo.
-Dios… ¿por qué no podía ser una
simple mesera o una bibliotecaria?
-Seguramente no te habrías fijado
en ella si no fuese la Invasora –sonrió Gaspard marcando su cicatriz.
-Tal vez –me encogí de hombros
imaginando a (name) como una bibliotecaria sexy ofreciéndome un libro… Dios, es
mejor no pensar en ello si no quiero tener erecciones frente a Gaspard-.
¿Quieres un café?
-Que no sea tan cargado, por
favor.
-Deberías traer a Lily y a Erik
–grité desde la cocina mientras buscaba las tazas.
El hijo de Gaspard y Lily, Erik
Gael, había luchado contra todos los riesgos existentes al ser una relación
incestuosa. Los doctores les explicaron que los riesgos eran elevadísimos al
contener ambos el mismo material genético, y el bebé podía nacer con
malformaciones, síndromes o enfermedades mortales que acortarían su tiempo de
vida. Contra todas las advertencias y peligros, el bebé había nacido
milagrosamente sano como si se tratara de un pequeño varón de padres
no-hermanos.
Era tan pequeño cuando lo conocí
que realmente temí que se me cayera de los brazos. Y con él, había traído la
alegría que le faltaba a Rebbeca y Bianca tras la muerte de Erik. Alexander se negó a conocerlo pese a la
insistencia de Bianca y Cass, porque quería esperar a la llegada de (name).
Respeté su decisión, porque no parecía ser un simple capricho de adolescentes.
Yo también quería ver a (name) sosteniendo a un bebé tal y como puedo ver en
los videos de ella y Alexander que me facilitó durante la búsqueda de nuestro
hijo.
-Quiere esperar a (name) –hizo
una mueca como si leyera también mis pensamientos. Claro, quería lo mismo que
Alexander y yo.
-Y tú deberías pasar más tiempo
con ella.
-Lily está bien –sonrió aceptando
la taza con café humeante-. Rebbeca la acompaña durante el día. Acordamos que
las noches serían exclusivamente mías y que yo velaría por el buen dormir de
ella y de nuestro hijo.
-Vaya, todo un papá responsable y
comprometido.
-¿No lo ves así con Alexander?
–Parpadeé sorprendido y me senté junto a él observando la pantalla llena de
cámaras de seguridad de lo que parecía ser un aeropuerto-. Es como si tuvieras
que protegerlo sin importar las consecuencias, como si esa criatura tuviera
parte de tu alma y sin ella estuvieras frito. Como si no te quisieras perder ni
el último pestañeo o expresión en su cara.
-Sí –sonreí pensando en los
primeros días junto a Alexander-. Pese a no estar presente durante todos estos
años, ahora que está conmigo es como si no lo pudiera dejar ir de mi lado.
Quiero saber todo de él, sus manías, ambiciones, sueños y miedos. Quiero
apoyarlo en todo lo que quiera lograr y ser su ejemplo a seguir.
-¡Vaya! Definitivamente la
paternidad te cambió, Bill.
Nos giramos al mismo tiempo,
viendo entrar a Tom con Andrea de la mano. Sí, estaban intentándolo de nuevo y
hasta Cassie parecía estar más feliz que nunca con ello. Ambos sonrieron y se
acercaron a nosotros después de dejar sus abrigos colgados junto a la entrada
de la casa. Gaspard los puso al día en los avances mientras yo escuchaba
atentamente las preguntas de mi gemelo. Su semblante había cambiado tras el
rescate de Alexander, su relación con la prensa era distinta y parecía haber
formado la familia que todo hombre desea tener… era completamente feliz.
-¿Fumas? –le pregunté a mi hijo
cuando salí al patio con un cigarrillo encendido. Estaba quieto y en silencio.
-No fumo ni bebo.
-¿Pero lo has hecho alguna vez?
-He probado lo suficiente como
para no morir… incluyendo algunas drogas, pero no le digas a mamá o le dará un
ataque –sonrió torcidamente y volvió la mirada al frente.
-No hay problema –di una última
calada, pisé la colilla y me senté a su lado-. ¿Cómo es tu relación con ella?
-Buena. Supongo que lo normal
entre madre e hijo –claro que lo era, y ansiaba poder presenciar a mi hijo con
su madre nuevamente, interactuando con toda normalidad-. Oye… papá…
-¿Sí?
-Gracias por buscar a mamá por
todo el mundo. Me hace sentir… que te importamos.
Lo miré fijamente tratando de
descifrar lo que me acababa de decir. Estaba sonrojado y miraba seriamente al
frente haciéndose el duro. Dios… en eso se parecía a (name). Trataba de no
mostrar sus sentimientos, de ser rudo y fuerte, pero en el fondo no era más que
un niño preocupado por su mamá.
Lo acerqué a mí, sin importarme
cuan brusco debió ser y lo abracé como si fuera lo que más amo en esta vida… y
lo era. Sentí su cabello rozar mi barbilla y besé su cabeza sin soltarlo ni por
un momento. Él también me abrazó tan fuerte que casi podía sentir nuestros
huesos chocando. Mi hijo, aquel muchacho que creció sin yo saber de él y que
ahora el destino me había puesto por delante, me mostraba sus sentimientos y me
expresaba el cariño que todos estos años ninguno de los dos pudo.
-Claro que me importas tú y
(name), hijo. Son mi vida y mi razón de vivir cada día. Los amo, Alexander. A
ti y a tu madre.
Sentí su abrazo debilitándose, y
su cabeza esconderse aún más en mi pecho. Estaba llorando… mi hijo estaba
llorando porque sabe que lo amo a él y a su madre. Y los sollozos cada vez más
fuertes y roncos confirmaron mis sospechas. Lo abracé con más fuerza, como
queriendo evitar que hasta el viento lo tocara. Sentía una emoción muy paternal
y sobreprotectora creciendo en mi alma a pasos agigantados. Besé su cabeza y
comencé a cantar una canción antigua de la banda para calmarlo… “By Your Side”.
-Esa… canción –murmuró en mi
pecho.
-¿La conoces? –sonreí recordando
el video donde (name) y un bebé bailaban la canción mientras ella lo hacía dormir.
-Mamá… mamá solía cantarla cuando
era niño y tenía miedo en las noches.
-Es de Tokio Hotel, hijo.
Se separó sin importar que viera
sus lágrimas y sus ojos denotaron tanta sorpresa que creí que se saldrían.
Estaba impresionado de eso, y parecía haber sido una buena noticia para él. Yo,
estaba contento de que recordara la canción.
-Todo este tiempo…
-La hice con Tom. ¿Ves? Nunca he
estado realmente lejos de tu vida –lo abracé de nuevo sólo que más suave-.
Dentro de los videos que (name) me pasó, habían algunos donde ella ponía mi
música y tú te calmabas, como si supieras que yo era tu padre.
-Ella… nunca me dijo qué banda
era y yo le resté importancia con el tiempo… perdóname papá.
-No tengo nada que perdonarte.
-¿Te puedo pedir un favor?
-Lo que sea.
-Encuentra a mamá y tráela, papá.
Quiero que estemos los tres juntos de una vez por todas.
Estaba a punto de contestarle
cuando el ventanal se abrió y una silueta salió al patio. Alexander se separó
avergonzado pero dejé mi mano en su hombro. Gaspard, totalmente agitado y fuera
de sí nos buscó con la mirada hasta dar con nosotros. Sonrió con júbilo y supe
inmediatamente que tenía la respuesta al deseo de mi hijo.
-La encontramos. Está en Francia.
INVASORA
-¿Entonces…?
La pequeña señora de unos sesenta
años me miró sobre sus lentes e ignoró mi pregunta. Su boca estaba fruncida y
el labial fucsia parecía introducirse en las pequeñas arrugas a medida que
releía los exámenes y anotaba no sé qué cosas en el computador. Sus ojos verdes
y serenos ignoraron mi presencia y se movían a medida que releía todo.
Preferí concentrarme en su collar
de pequeñas perlas blancas con un diamante falso en forma de gota en el centro.
Sus dedos rápidos y arrugados tecleaban números y palabras a una velocidad
impresionante. De repente, depositó sus lentes en el escritorio y me miró con
seriedad. Dios…
-Tienes casi un mes, cariño –dijo con voz neutra.
-Pero… ¿está todo bien? ¿Viene
con problemas? ¿Está todo en buen estado ahí dentro?
-Por ahora todo va bien, sólo…
procura no hacer deportes agresivos para no aumentar la probabilidad de tener
un aborto espontáneo.
-¿O sea que aún…?
-El bebé es más pequeño de lo que
crees, pero eso no lo hace menos frágil. Muchas mujeres confunden su
menstruación con un aborto espontáneo por lo que ni se dan cuentas que están
embarazadas.
-Eso quiere decir que es común
tener un aborto…
-No es común, pero si deseas
evitarlo estás a tiempo para cuidar al renacuajo dentro de tu vientre. Evita
fumar, las drogas, el alcohol, movimientos bruscos, levantar cosas muy pesadas,
realizar deportes agresivos, y comer golosinas. Es importante que no pases por
momentos de estrés o cambiar drásticamente de emociones.
-Está bien –accedí y sólo me
faltó poner mi mano derecha sobre mi corazón y jurar lealtad a la reina de Inglaterra.
-¿Es tu primer hijo?
-¿En dieciocho años? Sí.
-¿El padre está al tanto del
embarazo? Porque esta etapa también es fundamental que la vivas con tu pareja y
que lo hagas partícipe de esto.
-Bueno, por ahora no lo sabe…
pero no tardaré en decirle –juré nuevamente.
-En cuanto a tu hijo, deberías
explicarle que tendrá un hermano y que también deberá cuidarlo. ¿Me dijiste que
vives en Alemania?
-Sí.
-Bueno, te derivaré a un doctor
amigo que pueda seguir tu embarazo y tu posterior recuperación.
-Gracias.
-Por último, te recomiendo que
cuentes la noticia a tu familia y pares cuando tengas tres meses de embarazo y
el bebé se haya fortalecido en tu vientre.
La tensión de mis hombros y el
dolor de estómago, desapareció apenas salí de ese espantoso hospital. ¿Cómo era
posible que la tecnología de estos tiempos pudiera detectar un embarazo con
apenas un mes? Al menos esto me servía para saber los cuidados que debía tomar.
Si tenía un mes, eso quería decir que llevaba un mes alimentando a un bebé con
nicotina, cafeína y alcohol. Qué gran mezcla. ¿No había hecho lo mismo cuando
estuve embarazada de Alexander? Sola y deprimida…
¿Era tiempo de volver con Bill y
Alexander? La única alegría que sentía se encontraba con ellos, y esperaba que
amaran la noticia de recibir un nuevo miembro. Pero de forma paralela a la
emoción que me producía el imaginar sus rostros al darles la buena nueva,
también cabía la posibilidad de que se molestaran por haberme ausentado tanto
tiempo. Supongo que lo comprenderían, pero que se preocuparían de igual forma
porque no han sabido nada de mí.
Había destruido mi teléfono, pero
eso no era obstáculo para llamar a Gaspard o Rebbeca. En resumidas cuentas, mi
siguiente destino fue una oficina de llamadas. Ingresé a la estrecha cabina
transparente e ingresé el código de llamada para Alemania. Recordé el número de
la casa de Rebbeca rezando para que por favor estuviera en casa.
-… ¿Aló?
-¿Rebbeca? soy yo, (Name).
-¡Oh Dios mío! –Parecía estar más impresionada de lo normal con la
llamada, y eso me liberó una sonrisa-. No
sabes cuán preocupados nos tienes a todos, tonta. Dime dónde estás o te juro
que…
-Oye estoy bien, tranquila. ¿Cómo
está Alexander?
-Preocupado. Está en casa de Bill, y la verdad es que luce bastante
inquieto ahora que su madre no está con él. Realmente te extraña y te necesita
mucho.
-Yo también lo extraño –suspiré
tratando de aguantar las lágrimas-. ¿Y Lily y Gaspard? ¿Están bien? ¿Están
todos bien, Rebbie?
-Bueno, ya somos tías, querida. Y realmente esta pequeña personita está
esperando anciosamente a conocerte, así que será mejor que vengas lo más pronto
posible.
Dios… el bebé de Lily y Gaspard.
-Yo…
-Bill te está buscando por cielo, mar y tierra. No ha descansado con
tal de que vuelvas con ellos. Nos tienes preocupados, ¿estás bien?
-Volveré lo más pronto posible,
en lo posible trataré de tomar un vuelo mañana y volver a casa con ustedes.
-Avísame cuando llegues para ir a buscarte al aeropuerto.
-Por favor, no les digas que
llamé. Quiero simplemente aparecer y dar las explicaciones pertinentes. No
quiero que me esperen o…
-No te preocupes, ellos no sabrán nada. Cuídate por favor, (name). No
quiero perder a otro compañero.
-Te prometo que lo haré. Adieu Rebbeca.