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viernes, 31 de julio de 2015

Capítulo 64 (Tercera Temporada)

INVASORA


-Ése le queda estupendo –añadió y por primera vez vi mi rostro en el espejo.

A ella le convenía decir eso, supongo que debía ganar una comisión por cada venta. No me importaba su opinión, sin embargo el vestido negro y largo, suelto en la cintura y ajustado en el busto se veía demasiado bien en mí.

…A eso súmale una panza como la que tuviste con Alexander en tu vientre…

Debía haber alguna droga o trago que callara mi subconsciente. Pero tenía razón. De alguna u otra forma estaba en lo cierto y levanté la suave tela creando un vientre falso. Sí, hasta con panza se vería muy bonito.

-A su esposo le encantará, créame con seguridad –volvió a hablar.

Esposo… no. Simplemente no. No es que las cosas hayan terminado terriblemente con Bill, pero primero debíamos ver el tema de la convivencia con nuestro hijo. Alexander podría perfectamente elegir vivir con su padre y sin mí, y yo no me opondría a eso.

-Deme una talla más por favor.

-Pero ese le queda…

-Una. Talla. Más –la miré con seriedad y volvió en busca de uno más grande.

Claro, había olvidado el detalle del busto. Dios, nunca en mi vida había tenido un busto gigante a excepción del embarazo de Alexander. ¿Y por qué pensaba usar esto en nueve meses más? Mmm… supongo que es una especie de antojo estético.

… Así como vas, con tu hábito de tomar y fumar, ese feto no resistirá lo suficiente…

En serio quería callar mis pensamientos y quemarlos como si fueran un simple papel en mis manos. ¿No lo había dicho ese doctor, Samuel? Debía recuperarme y comer sano, no beber y fumar hasta perder el conocimiento. Entregué mi tarjeta bancaria a la dependienta como si estuviera en piloto automático. Ya no podía seguir siendo egoísta, no podía seguir pensando en lo que quiero cuando sé que debo contarle a Bill lo del embarazo y cuidar a la diminuta criatura que duerme en mi vientre.

Mierda, ya son dos semanas sin parar de tomar y fumar… ¿qué estoy haciendo? Ni si quiera alcanzaría a usar ese vestido a este ritmo. Tomé la tarjeta y la bolsa con el vestido ignorando a la dependienta y su sonrisa falsa, saliendo a la mañana cálida en Colmar. Debía poner orden en mi vida, desempolvar de mis recuerdos ese lado maternal y regresar a ser (Name). Estaba en la misión de mi vida y de la vida que habita en mi vientre. ¿Mi objetivo? Cuidarlo a toda costa. ¿El nivel de dificultad? A este paso sería alto.

Pasé la llave y giré la manilla, dejando en vestido junto a la puerta. Tomé aire y sin sonreír empecé a juntar toda la mierda de dos semanas con mis dos manos y el alma hecha pedazos. ¿Seguiría vivo ese pequeño fruto de mi relación con Bill? A medida que seguía limpiando, las cajetillas de cigarrillos, las colillas, las botellas, los corchos con distintos dibujos, los vasos de café de máquina… Dios, tenía una bomba mortal en mi vientre que en cualquier momento detonaría.

…Por favor… sigue ahí lejos de toda esta mierda… no quiero cargar con otra muerte, y menos con la de mi bebé… resiste un poco más…

Me costaba respirar y jadeaba, la habitación me daba vueltas y las lágrimas saltaban de mis ojos. Estaba asustada, aterrorizada al ver las bolsas oscuras llenas de veneno para mi bebé. ¿Qué he hecho? ¡Estoy asesinando a mi propia sangre!


BILL

-¿Francia?

-No es del todo seguro, pero dicen haber visto a una persona con rasgos similares en el aeropuerto de París.

-¿Cuándo?

-Hace dos semanas atrás… no traía consigo ningún equipaje. Estamos tratando de conectarnos con las cámaras del aeropuerto para ver si realmente es ella.

-¿Estás seguro Gaspard?

Me miró por un instante antes de volver la pantalla a la laptop frente a él.

-No… ella es impredecible, Bill. Y siempre lo ha sido. Podemos estar equivocados al buscar en las cámaras de las calles más transitadas o del aeropuerto.

-¿Equivocados? ¿A estas alturas piensas eso? Eres su amigo y…

-¡Pero eso no basta!... Ahora mismo puede estar a la vuelta de la esquina o en otro continente. (Name) es así y fue entrenada para desaparecer en cualquier momento sin dejar rastro.

Las probabilidades de encontrar a una mujer entre millones son casi nulas. Habíamos intentado todo, y ella parecía haber desaparecido del planeta. Cuando encontrábamos a una mujer parecida a ella, resultaba ser una falsa alarma y todas las ilusiones terminaban en cenizas. En dos semanas perfectamente podría estar en el rincón más lejos del mundo y nadie lo sabría.

Estaba preocupado, nervioso y estresado al no ver mayores resultados en nuestra minuciosa búsqueda. Tom se encargaba de la disquera y de mantener una respuesta firme ante los rumores que ya comenzaban a correr tras lo sucedido en el hospital. Agradecía su labor, pero me sentía culpable de dejarle todo el engorroso trabajo de la disquera sólo a él y nuestro equipo.

Y Alexander… Dios, me sentía el peor de los padres. Por las mañanas, me reunía con Gaspard para encontrar pistas sobre (name), en la tarde me encontraba en el estudio viendo las nuevas grabaciones de la banda, y en las noches, cuando lo encontraba despierto, trataba de suplir el tiempo perdido contándole historias de mi familia y de mi relación con (name). Pero no dejaba de sentirme fatal por no prestarle demasiada atención, él lo comprendía, pero yo me sentía el peor del mundo.

-Dios… ¿por qué no podía ser una simple mesera o una bibliotecaria?

-Seguramente no te habrías fijado en ella si no fuese la Invasora –sonrió Gaspard marcando su cicatriz.

-Tal vez –me encogí de hombros imaginando a (name) como una bibliotecaria sexy ofreciéndome un libro… Dios, es mejor no pensar en ello si no quiero tener erecciones frente a Gaspard-. ¿Quieres un café?

-Que no sea tan cargado, por favor.

-Deberías traer a Lily y a Erik –grité desde la cocina mientras buscaba las tazas.

El hijo de Gaspard y Lily, Erik Gael, había luchado contra todos los riesgos existentes al ser una relación incestuosa. Los doctores les explicaron que los riesgos eran elevadísimos al contener ambos el mismo material genético, y el bebé podía nacer con malformaciones, síndromes o enfermedades mortales que acortarían su tiempo de vida. Contra todas las advertencias y peligros, el bebé había nacido milagrosamente sano como si se tratara de un pequeño varón de padres no-hermanos.

Era tan pequeño cuando lo conocí que realmente temí que se me cayera de los brazos. Y con él, había traído la alegría que le faltaba a Rebbeca y Bianca tras la muerte de Erik.  Alexander se negó a conocerlo pese a la insistencia de Bianca y Cass, porque quería esperar a la llegada de (name). Respeté su decisión, porque no parecía ser un simple capricho de adolescentes. Yo también quería ver a (name) sosteniendo a un bebé tal y como puedo ver en los videos de ella y Alexander que me facilitó durante la búsqueda de nuestro hijo.

-Quiere esperar a (name) –hizo una mueca como si leyera también mis pensamientos. Claro, quería lo mismo que Alexander y yo.

-Y tú deberías pasar más tiempo con ella.
-Lily está bien –sonrió aceptando la taza con café humeante-. Rebbeca la acompaña durante el día. Acordamos que las noches serían exclusivamente mías y que yo velaría por el buen dormir de ella y de nuestro hijo.

-Vaya, todo un papá responsable y comprometido.

-¿No lo ves así con Alexander? –Parpadeé sorprendido y me senté junto a él observando la pantalla llena de cámaras de seguridad de lo que parecía ser un aeropuerto-. Es como si tuvieras que protegerlo sin importar las consecuencias, como si esa criatura tuviera parte de tu alma y sin ella estuvieras frito. Como si no te quisieras perder ni el último pestañeo o expresión en su cara.

-Sí –sonreí pensando en los primeros días junto a Alexander-. Pese a no estar presente durante todos estos años, ahora que está conmigo es como si no lo pudiera dejar ir de mi lado. Quiero saber todo de él, sus manías, ambiciones, sueños y miedos. Quiero apoyarlo en todo lo que quiera lograr y ser su ejemplo a seguir.

-¡Vaya! Definitivamente la paternidad te cambió, Bill.

Nos giramos al mismo tiempo, viendo entrar a Tom con Andrea de la mano. Sí, estaban intentándolo de nuevo y hasta Cassie parecía estar más feliz que nunca con ello. Ambos sonrieron y se acercaron a nosotros después de dejar sus abrigos colgados junto a la entrada de la casa. Gaspard los puso al día en los avances mientras yo escuchaba atentamente las preguntas de mi gemelo. Su semblante había cambiado tras el rescate de Alexander, su relación con la prensa era distinta y parecía haber formado la familia que todo hombre desea tener… era completamente feliz.

-¿Fumas? –le pregunté a mi hijo cuando salí al patio con un cigarrillo encendido. Estaba quieto y en silencio.

-No fumo ni bebo.

-¿Pero lo has hecho alguna vez?

-He probado lo suficiente como para no morir… incluyendo algunas drogas, pero no le digas a mamá o le dará un ataque –sonrió torcidamente y volvió la mirada al frente.

-No hay problema –di una última calada, pisé la colilla y me senté a su lado-. ¿Cómo es tu relación con ella?

-Buena. Supongo que lo normal entre madre e hijo –claro que lo era, y ansiaba poder presenciar a mi hijo con su madre nuevamente, interactuando con toda normalidad-. Oye… papá…

-¿Sí?

-Gracias por buscar a mamá por todo el mundo. Me hace sentir… que te importamos.

Lo miré fijamente tratando de descifrar lo que me acababa de decir. Estaba sonrojado y miraba seriamente al frente haciéndose el duro. Dios… en eso se parecía a (name). Trataba de no mostrar sus sentimientos, de ser rudo y fuerte, pero en el fondo no era más que un niño preocupado por su mamá.

Lo acerqué a mí, sin importarme cuan brusco debió ser y lo abracé como si fuera lo que más amo en esta vida… y lo era. Sentí su cabello rozar mi barbilla y besé su cabeza sin soltarlo ni por un momento. Él también me abrazó tan fuerte que casi podía sentir nuestros huesos chocando. Mi hijo, aquel muchacho que creció sin yo saber de él y que ahora el destino me había puesto por delante, me mostraba sus sentimientos y me expresaba el cariño que todos estos años ninguno de los dos pudo.

-Claro que me importas tú y (name), hijo. Son mi vida y mi razón de vivir cada día. Los amo, Alexander. A ti y a tu madre.

Sentí su abrazo debilitándose, y su cabeza esconderse aún más en mi pecho. Estaba llorando… mi hijo estaba llorando porque sabe que lo amo a él y a su madre. Y los sollozos cada vez más fuertes y roncos confirmaron mis sospechas. Lo abracé con más fuerza, como queriendo evitar que hasta el viento lo tocara. Sentía una emoción muy paternal y sobreprotectora creciendo en mi alma a pasos agigantados. Besé su cabeza y comencé a cantar una canción antigua de la banda para calmarlo… “By Your Side”.

-Esa… canción –murmuró en mi pecho.

-¿La conoces? –sonreí recordando el video donde (name) y un bebé bailaban la canción mientras ella lo hacía dormir.

-Mamá… mamá solía cantarla cuando era niño y tenía miedo en las noches.
-Es de Tokio Hotel, hijo.

Se separó sin importar que viera sus lágrimas y sus ojos denotaron tanta sorpresa que creí que se saldrían. Estaba impresionado de eso, y parecía haber sido una buena noticia para él. Yo, estaba contento de que recordara la canción.

-Todo este tiempo…

-La hice con Tom. ¿Ves? Nunca he estado realmente lejos de tu vida –lo abracé de nuevo sólo que más suave-. Dentro de los videos que (name) me pasó, habían algunos donde ella ponía mi música y tú te calmabas, como si supieras que yo era tu padre.

-Ella… nunca me dijo qué banda era y yo le resté importancia con el tiempo… perdóname papá.

-No tengo nada que perdonarte.

-¿Te puedo pedir un favor?

-Lo que sea.

-Encuentra a mamá y tráela, papá. Quiero que estemos los tres juntos de una vez por todas.

Estaba a punto de contestarle cuando el ventanal se abrió y una silueta salió al patio. Alexander se separó avergonzado pero dejé mi mano en su hombro. Gaspard, totalmente agitado y fuera de sí nos buscó con la mirada hasta dar con nosotros. Sonrió con júbilo y supe inmediatamente que tenía la respuesta al deseo de mi hijo.

-La encontramos. Está en Francia.


INVASORA

-¿Entonces…?

La pequeña señora de unos sesenta años me miró sobre sus lentes e ignoró mi pregunta. Su boca estaba fruncida y el labial fucsia parecía introducirse en las pequeñas arrugas a medida que releía los exámenes y anotaba no sé qué cosas en el computador. Sus ojos verdes y serenos ignoraron mi presencia y se movían a medida que releía todo.

Preferí concentrarme en su collar de pequeñas perlas blancas con un diamante falso en forma de gota en el centro. Sus dedos rápidos y arrugados tecleaban números y palabras a una velocidad impresionante. De repente, depositó sus lentes en el escritorio y me miró con seriedad. Dios…

-Tienes casi un mes,  cariño –dijo con voz neutra.

-Pero… ¿está todo bien? ¿Viene con problemas? ¿Está todo en buen estado ahí dentro?

-Por ahora todo va bien, sólo… procura no hacer deportes agresivos para no aumentar la probabilidad de tener un aborto espontáneo.

-¿O sea que aún…?

-El bebé es más pequeño de lo que crees, pero eso no lo hace menos frágil. Muchas mujeres confunden su menstruación con un aborto espontáneo por lo que ni se dan cuentas que están embarazadas.

-Eso quiere decir que es común tener un aborto…

-No es común, pero si deseas evitarlo estás a tiempo para cuidar al renacuajo dentro de tu vientre. Evita fumar, las drogas, el alcohol, movimientos bruscos, levantar cosas muy pesadas, realizar deportes agresivos, y comer golosinas. Es importante que no pases por momentos de estrés o cambiar drásticamente de emociones.

-Está bien –accedí y sólo me faltó poner mi mano derecha sobre mi corazón y jurar lealtad a la reina de Inglaterra.

-¿Es tu primer hijo?

-¿En dieciocho años? Sí.

-¿El padre está al tanto del embarazo? Porque esta etapa también es fundamental que la vivas con tu pareja y que lo hagas partícipe de esto.

-Bueno, por ahora no lo sabe… pero no tardaré en decirle –juré nuevamente.

-En cuanto a tu hijo, deberías explicarle que tendrá un hermano y que también deberá cuidarlo. ¿Me dijiste que vives en Alemania?

-Sí.

-Bueno, te derivaré a un doctor amigo que pueda seguir tu embarazo y tu posterior recuperación.

-Gracias.

-Por último, te recomiendo que cuentes la noticia a tu familia y pares cuando tengas tres meses de embarazo y el bebé se haya fortalecido en tu vientre.

La tensión de mis hombros y el dolor de estómago, desapareció apenas salí de ese espantoso hospital. ¿Cómo era posible que la tecnología de estos tiempos pudiera detectar un embarazo con apenas un mes? Al menos esto me servía para saber los cuidados que debía tomar. Si tenía un mes, eso quería decir que llevaba un mes alimentando a un bebé con nicotina, cafeína y alcohol. Qué gran mezcla. ¿No había hecho lo mismo cuando estuve embarazada de Alexander? Sola y deprimida…

¿Era tiempo de volver con Bill y Alexander? La única alegría que sentía se encontraba con ellos, y esperaba que amaran la noticia de recibir un nuevo miembro. Pero de forma paralela a la emoción que me producía el imaginar sus rostros al darles la buena nueva, también cabía la posibilidad de que se molestaran por haberme ausentado tanto tiempo. Supongo que lo comprenderían, pero que se preocuparían de igual forma porque no han sabido nada de mí.

Había destruido mi teléfono, pero eso no era obstáculo para llamar a Gaspard o Rebbeca. En resumidas cuentas, mi siguiente destino fue una oficina de llamadas. Ingresé a la estrecha cabina transparente e ingresé el código de llamada para Alemania. Recordé el número de la casa de Rebbeca rezando para que por favor estuviera en casa.

-… ¿Aló?

-¿Rebbeca? soy yo, (Name).

-¡Oh Dios mío! –Parecía estar más impresionada de lo normal con la llamada, y eso me liberó una sonrisa-. No sabes cuán preocupados nos tienes a todos, tonta. Dime dónde estás o te juro que…

-Oye estoy bien, tranquila. ¿Cómo está Alexander?

-Preocupado. Está en casa de Bill, y la verdad es que luce bastante inquieto ahora que su madre no está con él. Realmente te extraña y te necesita mucho.

-Yo también lo extraño –suspiré tratando de aguantar las lágrimas-. ¿Y Lily y Gaspard? ¿Están bien? ¿Están todos bien, Rebbie?

-Bueno, ya somos tías, querida. Y realmente esta pequeña personita está esperando anciosamente a conocerte, así que será mejor que vengas lo más pronto posible.

Dios… el bebé de Lily y Gaspard.

-Yo…

-Bill te está buscando por cielo, mar y tierra. No ha descansado con tal de que vuelvas con ellos. Nos tienes preocupados, ¿estás bien?

-Volveré lo más pronto posible, en lo posible trataré de tomar un vuelo mañana y volver a casa con ustedes.

-Avísame cuando llegues para ir a buscarte al aeropuerto.

-Por favor, no les digas que llamé. Quiero simplemente aparecer y dar las explicaciones pertinentes. No quiero que me esperen o…

-No te preocupes, ellos no sabrán nada. Cuídate por favor, (name). No quiero perder a otro compañero.


-Te prometo que lo haré. Adieu Rebbeca.

jueves, 16 de julio de 2015

Capitulo 63 (Tercera Temporada)

BILL


-¿¡CÓMO QUE SE FUE!?

-El doctor le dio el alta hace un par de horas y ella se marchó sola, incluso cuando le pedimos que esperara a que llegara su esposo.

-¡QUE NO TIENE ESPOSO!... ¡YO SOY SU PAREJA!

-Bill cálmate.

-No hasta encontrarla –le advertí a Andrea y me volví de nuevo hacia la enfermera-. Me aseguraré de que gente como usted no siga en este hospital. ¿Cómo se atreve a dejar a alguien con herida de bala salir tan fácilmente? ¡Hay protocolos que seguir!

-Ella insistió y…

-Será mejor que cuide su puto trasero si no quiere terminar despedida –amenacé apuntando con mi dedo a la pelirroja detrás del mesón.

Pasé de Andrea sintiendo el repiqueteo de sus botas en la cerámica de porcelana. Apreté el botón del ascensor y evité todo contacto de miradas que identificaron mi identidad con unos lentes oscuros y mi gorra.

-¿Dónde vas? –murmuró ella.

-Por Sascha. Le darán el alta en una hora.

Al menos algo resultaba bien de todo esto. Tendría a mi hijo de vuelta conmigo y disfrutaría del tiempo perdido que tanto he soñado.

Pero (name)… Dios, ¿qué pasa por la cabeza de esa mujer? Pensé que todo estaba bien entre nosotros independiente de lo que mamá dijera de ella. ¿No era que lo único que importa es que nos amamos y listo? Ansiaba este momento más que ningún otro. ¿Qué pasa por su mente? ¡Hasta dejó a Alexander acá!

Salí del ascensor a toda prisa sin saludar a la recepcionista e ignorando al puto médico de (name). Andrea se quedó con él, yo sólo quería ver a mi hijo. Abrí la puerta borrando mi cara de mil demonios y guardé mis lentes en el bolsillo de mi abrigo.

-Buenos días –deposité el enorme bolso con cosas para Alexander en el sofá y me acerqué al adolescente lleno de cables en los brazos y ojos idénticos a los míos. Sonrió totalmente despreocupado y levantó su taza de leche haciendo un gesto de asco.

-Empiezo a creer que vomitaré en cualquier momento.

-Eso es una buena señal –sonreí despeinando sus cabellos y sentándome junto a él en la camilla-. ¿Cómo va el día?

-Normal. Las enfermeras rebotan sus tetas a cada rato en mi cara, me sonríen con complicidad y me llenan de comida tóxicamente sana. Ni si quiera la televisión parece ser lo suficientemente buena por estos días.

-La prensa está afuera, así que será mejor que cubras tu rostro si quieres seguir en el anonimato.

-¿Sabes algo de mamá?

Vaya… no esperaba tratar con esto tan pronto pero le diré la verdad.

-No está en el hospital. A penas le dieron el alta médica se largó a no sé qué parte. No responde el teléfono, su localizador está apagado y su última imagen es abordando un taxi en la entrada.

-Lo sé.

-¿Te lo dijo el doctor? –me sorprendí.

-No. Me lo escribió ella.

Sacó de entre las sábanas un trozo de papel doblado que luego tendió para mí con cuidado de no mover las agujas en su piel y los cables que parecían atarlo a la camilla. Era su letra, firme, delicada y fluida, con trazos elegantes que sólo ella usaría.


“Alexander, realmente quisiera estar contigo en estos momentos, pero necesito una semana sola.
Volveré cuanto antes, lo juro. Tengo que aclarar mi cabeza si quiero estar bien. Además, debes aprovechar todo el tiempo perdido con tu padre. Cuídate y cuídalo.
Mamá.”

-¿Tienes alguna idea de su paradero?

-Puede estar cruzando la calle o cruzando el universo –se encogió de hombros-. Mamá es así. Viene y va cuando siente que debe aclarar su mente. Siempre es una semana y luego vuelve totalmente refrescada.

-¿Y te deja solo?

-Tengo tíos… y bueno, según esa nota ahora tienes que hacerte cargo de mí.

No lo consideré un acto del todo irresponsable. Ella había cuidado de nuestro hijo por años, y ahora era mi deber hacerlo cuando ella no estuviera. Sonreí feliz de pasar un tiempo con Alexander, e imaginé todas las cosas que podríamos hacer en solo un par de segundos. Lo vi también en sus ojos, a él le agradaba la idea de estar conmigo.

Respecto a (name), la esperaría solo una semana, tiempo que parecía ser razonable, y si no volvía iría a buscarla donde sea que esté metida. Sin embargo, no planeaba quedarme de brazos cruzados sin intentar dar con ella. Sentía que había un lado que desconocía de ella, y que debía encontrar pronto.


INVASORA

Me sentía una mala madre, de esas que abandonan a sus hijos al amparo de cualquiera. Mi niño… ni si quiera puedo saber si está bien, si se alimenta o toma sus medicamentos. Sé que es injusta la decisión que tomé tras no verlo en mucho tiempo y ver que su estado de salud no ha sido el más óptimo. Pero debía arreglarme, debía pagar por mis errores y perdonarme, recomponiendo a mi ser interior luego de presenciar la muerte de Erik, Pantera, Ian, y todos aquellos que participaron en esta improvisada misión suicida.

Sé que Alexander queda en buenas manos con los Kaulitz y con Gaspard, y eso es lo único que me tranquiliza en estos momentos. Porque a diferencia de mí, el jamás estará solo.

Caminé en silencio, con mi abrigo oscuro y una bufanda roja tapando mi rostro del frío. Colmar podía lucir hermosa con el amanecer, pero las temperaturas invernales calaban mis huesos. Era el lugar perfecto para ser una simple turista y estar tranquila con mis pensamientos, pero no me quedaría mucho tiempo.

Mi teléfono comenzó a sonar. Dudé como todas estas veces, e imaginé lo peor. Miré la pantalla entre mis dedos y observé extrañada el número.

-¿Pasa algo? –respondí sin saludar.

-Soy Abel.

-Ah…

-A nombre de todo el equipo, queríamos agradecerte por la misión. Creemos que ustedes fueron de gran ayuda con esto.

-No es a mí a quien deben agradecer, es a Uranio.

-Ya lo hicimos, y fue él quien nos dijo que te contactáramos. Tambien lamentamos la pérdida de Erik.

-¿Algo más? –grazné parpadeando fuertemente ante el recuerdo de mi compañero y amigo.

-Lamentamos que no hayas aceptado unirte con nosotros porque eres buena con las armas y…

-Debo cortar. Estoy ocupada.

-Ningún problema. Nuevamente le agradezco a nombre de mi equipo.

Corté sin más y tiré el teléfono a la primera fuente de agua que se cruzó por mi camino. No quería saber más de ese mundo ni del otro, porque ahora mismo sentía que ambos eran letales para mí. Quería ser simplemente yo, nadie más. Sólo (Name), una desconocida para todos y una sombra más entre un millón. No me interesaba hacer amigos, entablar conversaciones con franceses pícaros o buscar consejos entre humildes y generosos vendedores.

Tiré el porro de marihuana entre mis labios a una poza de agua, y observé los rayos del Sol avanzando y reflejándose en las ventanas de cada casa hasta tener manchas en mi visión. Los porros me relajaban, pero debía dejarlos por el bien del feto. ¿Feto? No, un bebé.

Volví a la pequeña residencia donde arrendaba una habitación, tenía el cuerpo frío y rogaba por una copa de vino en una bañera. Me desnudé viendo avanzar la luz de un nuevo día, por el desastre de habitación lleno de botellas, cigarrillos y vasos de cartón de café por todas partes. Ya lo limpiaría. Ahora sólo tenía ganas de vino y agua caliente.

Cuando la bañera ya estaba lista, me sumergí en el agua ignorando el chapoteo en las cerámicas. Cerré los ojos y extendí mis piernas mientras mis pensamientos fluían. Qué delicia. Llevaba una semana acá y seguía sin aburrirme de la sensación de mi cuerpo frío con el agua caliente. Destapé la botella de vino de repostería francés y me llevé la boca a los labios esperando aquella ardiente sensación del alcohol en mi garganta.

Había elegido Francia porque amaba el acento acelerado de ellos y los bellos paisajes. No, mentira, fue el primer vuelo más próximo a mi fuga del hospital. El primer día fue el peor. Sólo me dediqué a llorar entre las sábanas hasta quedarme dormida… luego despertaba y seguía llorando mientras pensaba en Erik y en mi hijo. Me sentía lo peor del mundo.

Ahora ya era más soportable, sosteniendo una rutina extraña donde dormía por el día y salía por las noches. La dueña de la residencial no entrometió mucho su nariz en mis asuntos cuando vio que en mi abrigo portaba un arma. No fue mi intención asustarla, de verdad, pero necesitaba de algo que me hiciera sentir segura si se presentaba una mala compañía.

Ya con más de la mitad del vino recorriendo mis venas, toqueteé mis partes íntimas en busca de un consuelo que sólo era efectivo cuando volvía al recuerdo de Bill. ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquella última vez que estuvimos juntos? Ah, sí. Antes de encontrar a Sascha, en su casa. Esa noche, había notado mis cicatrices, cada una de ellas como si fueran una especie de tatuaje en mi piel, y por primera vez había dicho las palabras más sanadoras de mi mundo: Nuestro hijo. Había soñado tantas veces con ese contacto, rogado al Cielo que por favor volviera a sentirlo aunque fuese sólo una vez más, que casi me pareció irreal aquel momento. Todo fue perfecto y sin distracciones. Sólo éramos nosotros dos siendo iluminados por una tormenta eléctrica. ¿Cuán idóneo podía ser aquello?

Mi respiración empezó a entrecortarse cuando mis pensamientos se volvieron más oscuros e íntimos. El sabor salado de su piel, sus manos ásperas dirigiendo mis caderas a un ritmo vertiginoso, su lengua fría con sus jadeos y gemidos, sus ojos penetrantes buscando a los míos con ese instinto casi primitivo, su miembro llenando todo espacio vacío de mi cuerpo y conectándonos más allá de lo físico. Mierda,  no podía acabar tan fácilmente, ni si quiera con mis dedos jugueteando. Esto es frustrante, y lo peor es que sólo él puede inducirme a un orgasmo o un puto clímax. Era la tercera vez que lo intentaba y ya empezaba a aburrirme de no conseguirlo. Me terminé la botella y la dejé junto a las demás en el piso antes de salir de la bañera y envolverme en una bata gruesa y blanca.

Prendí la TV buscando alguna noticia que me llevara a la mansión o a Bill, pero al parecer las noticias de Alemania sólo se quedaban allá. La apagué. Tiré de las sábanas y me recosté cerrando los ojos con la voz de Bill en mis pensamientos siendo opacada por la de Simone.

Soy un monstruo, ella lo dijo y yo lo repito. Un monstruo que ahora mismo quiere volver a ser humana en la soledad de Francia.

ALEXANDER


-¿Tampoco puedes dormir?

Me giré asombrándome con esa sonrisa a la que todavía me acostumbraba y con un tazón de lo que parecía ser té en cada mano. Se sentó a mi lado en el sofá más alejado de toda esa gran casa. Su pelo rubio ya casi alcanzaba sus caderas y parecían hilos plateados con la luz de la luna. Acepté una de los tazones y calenté mis manos mientras esperaba a que se enfriara un poco.

No. Ya había pasado una semana y sentía que esta vez ella realmente estaba mal. Nadie sabe dónde está, y esta vez no se trata de una misión. No, ya no hay misiones. Ella simplemente no está acá porque no quiere. Algo me decía que el tiempo que mamá se había dado para ella sola, se prolongaría más de lo habitual.

Me habría gustado hablar con ella, aclarar las preguntas en mi cabeza y reconfortarla cada vez que se sintiera triste. La extrañaba porque no sabía muy bien cómo estaba.

No es que estuviera incómodo o pasándolo mal en la casa de papá, al contrario, conocía más sobre mi familia, los gustos y el carácter de mi padre, además de la relación que tenía con Tom, no, el tío Tom. Era divertido ver cómo peleaban en la cena y cómo ambos parecían coordinar sus movimientos y pensamientos cuando estaban en el estudio. Papá me contaba historias de mamá, de sus encuentros y desencuentros, además de escuchar cómo dieron conmigo. Dijo que eso los unió más, que mi secuestro les sirvió a ambos para retomar lo que creían perdido y fortalecerlo para encontrarme en cuanto antes.

Él trataba de no mostrar su preocupación, pero a veces se quedaba pegado mirando al vacío con la frente arrugada. Cuando el tío Gaspard venía a visitarme, porque claramente aún no podía salir debido a mi estado de salud, siempre le preguntaba si sabía algo nuevo y mi tío negaba con la cabeza con total incomodidad por no saber nada nuevo de ella.

La tía Lily había dado a luz a un varón, contra todos los pronósticos de que fuera una niña. Se llamaba Erik Gael, y la tía Rebbeca no puso ninguna oposición de ser la madrina del bebé. Aún no lo conozco, porque quiera esperar a la llegada de mamá para hacerlo.

-Oye…

Abrí los ojos, volviendo al presente y probando un sorbo del té negro y dulce. Estaba delicioso. Miré a Cassie esperando a que continuara.

-Tu mamá es la persona más fuerte que he conocido en mi vida.

-Lo sé.

Nuestra relación era un poco incómoda. En el hospital, habíamos acordado no hablar sobre el beso porque claramente había sido un error. Sería como una especie de borrón y cuenta nueva. Sin embargo, no sabía muy bien cómo tratarla sin que se sintiera nerviosa o se ruborizaba. Y no quería molestar a Bianca con estos asuntos porque no sabía cómo reaccionaría. No, no he hablado mucho con ella porque trata de cuidar a su mamá y llenar todos los espacios vacíos que han salido a la luz con la muerte del tío Erik, pese a que la tía Rebbeca intentaba animarla para que volviera a su vida normal.

-Creo que ella necesita estar sola un tiempo… ya sabes, estar en paz con ella misma totalmente alejada de todo.

-Sí.

-Admiro la fortaleza de ella cuando todos te estaban buscando. Ella jamás se rindió, Alexander. Admiro su valentía porque…

-Cassie, deberías ir a dormir.

-Y tú también, pero estás acá igual que el tío Bill –se levantó molesta-. Ambos son más tercos que una mula y…

-¿Papá? Pensé que se había quedado en la disquera.

-Tonto, llegó mientras dormías en la tarde.

-Ve, tienes que dormir un poco –le ordené-. Yo estaré bien.

-Sas…

-Cass, por favor –le rogué ya hastiado de su terquedad.

-Buenas noches –susurró llevándose ambos tazones ya vacíos.

En el silencio de la noche, sólo se escucharon las pisadas de Cassie por las escaleras. Yo estaba usando uno de los cuartos de invitados por mucho que papá insistiera en que me quedara con su habitación. No quería interferir en el orden o rutina que tenían antes de mi llegada. Mientras Cassie compartía con los que alguna vez fueron mis amigos en el instituto, yo aún seguía con licencia médica por supuestas “secuelas traumatizantes” ocasionadas por… bueno, el secuestro. Tampoco era como que me animara verlos, porque harían preguntas hasta quedarse sin saliva y no quería responder a nada ni a nadie.

Papá estaba en lo que parecía ser una pequeña biblioteca llena de libros, sofás y un gran televisor. Estaba en su laptop y me daba la espalda. Me acerqué sigilosamente para no interrumpir su concentración. En la pantalla se veía a mamá embarazada de mí, sonriente y con una flor entre sus manos. Usaba una especie de vestido blanco que no la ayudaba a disimular la panza pero que la hacía resaltar entre lo que parecía ser un jardín de flores.

No me dolió ver el rostro de mamá, sino que la voz de quien grababa. Tío Erik. Su pérdida me había golpeado en el peor momento, y no paraba de sentirme culpable por su muerte; Si no hubiese huido, si no hubiese escuchado esa conversación de mis padres, nada de esto habría pasado. Bianca seguiría su vida y la tía Rebbeca volvería a estar tan sonriente como siempre… mamá estaría acá y yo estaría con ella.

-Incluso embarazada es hermosa, ¿no lo crees?

Parpadeé sorprendido. ¿Había hecho ruido? No, simplemente había caminado sobre la alfombra acercándome un poco entre las sombras. Uno de los perros a su lado me miró como diciendo “niñato tonto, a mi amo no se las haces tan fácil”. Dejó la laptop en la mesita frente a él con la imagen sonriente de mamá congelada. Me acerqué al sofá  y me senté a su lado sin mirarle a los ojos. Odiaba no pasar desapercibido.

-Te vi en el salón y sentí tu respiración mientras te acercabas –confesó sonriéndome.

-Luces cansado.

-Lo estoy. ¿No podías dormir?

-Yo… -no quería reconocerlo, pero él es mi papá y no quiero ocultarle lo que siento-. Extraño a mamá. Estoy preocupado porque no sé dónde está o qué estará haciendo.

-Yo también la extraño, hijo.
Hijo. Seguía sin acostumbrarme a esa palabra, pero me gustaba oírla. Me hacía sentir querido y llenaba el vacío que alguna vez sentí en mi corazón por la ausencia de mi padre.

-¿Dónde conseguiste ese video?

-(Name) me los trajo cuando estábamos buscándote. Trajo un montón de fotos, documentos y videos tuyos. Los he visto todos y cada uno de ellos me ha emocionado.

-¿Ella… vino?

-Sí. Porque yo seguía molesto con ella, y ella quiso recompensar mi furia regalándome todos los momentos importantes para ella y para ti –había tristeza en su voz, pero más allá de eso, había cierta añoranza en ella-. Quisiera haber estado en tu nacimiento, Alexander.

-No es tu culpa –me encogí de hombros restándole importancia-. Tú no lo sabías y…

-Algo me decía que ella tenía algo de mí, Sascha. Sentía que algo me faltaba y que sólo ella lo tenía. Al principio pensé que era porque la extrañaba y me había sorprendido que ya no estuviera conmigo.

-¿Cómo?

-Tu madre desapareció de mi vida de la noche a la mañana sin si quiera despedirse de mí o de mi familia. Nadie supo nada de ella por un buen tiempo. Y cuando supe dónde se había ido, ya era tarde porque no estaba ahí.

-Pensé que habían terminado o peleado.

-No, ella se fue. Y más tarde comprendí que mi familia había recibido amenazas por parte de su mafia, y que ella sólo se había alejado para protegernos.

-Pero ahora… ustedes… ya sabes, ¿están juntos?

-Yo amo a tu madre, hijo. Nunca la dejé de querer en todos estos años.

-Y yo creo que ella a ti, porque nunca quiso rehacer completamente su vida. No ha tenido parejas ni nada de eso.

-Pero Ian fue su pareja… ¿o no?

-Ya ves como terminaron las cosas con él –sonreí recordando al tío Gaspard diciéndome que al menos no se arrepentía de una muerte que realmente valía la pena.

-¿Te puedo preguntar algo?

-Todo lo que quieras –sonrió encantado de lo que parecía ser nuestra primera conversación tan profunda de padre a hijo y viceversa.

-¿Cómo se conocieron?

Pareció sorprendido ante la pregunta, pero su sonrisa volvió ante lo que parecían ser sus recuerdos de algo que debió causarle mucha gracia. Mamá nunca lo dijo, y realmente quería oír la versión de papá.

-Tom y yo estábamos de vacaciones en Las Maldivas, una cadena de islas tropicales realmente hermosas donde puedes olvidarte de todo el mundo. Habíamos decidido ir ya que nos habían recomendado el clima y las condiciones climáticas en esa época del año. Tom y yo tomábamos el sol, cada uno en su mundo hasta que Andrea, la mamá de Cassie, tropezó intencionalmente con el pie de Tom.

-Espera, ¿qué tiene que ver en esto la mamá de Cassandra?

-Ella y (name) se conocieron en la mafia y han sido amigas desde mucho antes que yo conociera a tu madre.

Mierda… ¿de tanto me he perdido?

-Tom se enfureció, pero quedó colado inmediatamente de Andrea porque tenía una actitud extrovertida que a él le encantó… ¡ni si quiera fue necesario que me lo dijera! Yo en cambio, vi a tu madre como la chica más hermosa en toda la playa. Había una especie de misterio en ella que me atraía, y realmente me enloqueció desde el momento en que la vi.

-Pero no sabías que ella…

-No, lo supe mucho después –se volvió a acomodar entre los cojines y se perdió en el tiempo y en el espacio -. Había una chica, Lisbeth, ella me dijo delante de (name) que trabajaba para la mafia, que era una asesina y que sólo jugaba conmigo.

-Supongo que no le creíste.

-Le creí, me enfurecí con tu madre y cometí demasiados errores cuando ella sólo quería protegerme y sentirse normal. Entonces la perdí.

-¿Se separaron?

-Sí. Pero la volví a ver en Los Ángeles.

-Espera, ¿Estados Unidos? ¿Viviste ahí?

-Tom y yo necesitábamos sentirnos normales y estar fuera de las cámaras. En Estados Unidos no éramos conocidos del todo, y en Los Ángeles podíamos ser personas normales.

-Ah… es contradictorio ya que ahí vive toda la gente famosa.

-Sí, pero milagrosamente resultó. La volví a ver y pude entenderlo todo. Volvimos a estar juntos sabiendo de sus misiones y de su arriesgado trabajo. Además, estudiaba psicología. Recuerdo que una vez llegó muy herida de una misión, y me molestó verla así, pero me agradó sanarle las heridas y saber que a pesar de todo sigue siendo vulnerable y… un ser humano común y corriente.

-Desde niño he limpiado heridas de sus misiones, así que comprendo cómo te sientes.

-Supongo que debes estar acostumbrado a que (name) esté herida.

-No, nunca me acostumbraría a ver a mamá así. La mayoría de las veces trataba de acompañarla a los lugares donde debía… ir de caza. Ella siempre me dejaba en hoteles con chucherías y alguien haciéndome compañía. Después de los diez años, me quedaba solo y asistía a mi madre cuando necesitaba limpiar heridas. Pero siempre me ha asustado la idea de perderla para siempre.

-No quiero que estés preocupado por ella, Alexander. Tu madre jamás se olvidaría de nosotros y sé que va a volver muy pronto porque ya debe estar extrañándonos.

-Mamá es terca y…

-Lo sé, pero debemos ser pacientes y tú te debes recuperar bien, muchacho.

-Entonces tampoco te preocupes, papá. Y debería tratar de dormir porque tienes unas ojeras de puta madre –sonreí y él también.


Se sentía bien estar con papá, hablar con él como si no hubiésemos pasado toda una vida separados. Me sentía en casa cuando estaba con él, pero mamá… ella era la única que podía llenar este vacío que yo y papá sentíamos sin su compañía. ¿Dónde estás mamá? 


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Hola! Bien, lo prometido es deuda y creo que con este capítulo reanudó mi vuelta al fic. Sí, sigo viva y trato de escribir lo que más puedo para recompensar le tiempo perdido. Espero que les guste el cap. y que me perdonen si hay algo que se repite o si hay errores de redacción. Tuve que releer mi fic (que vergüenza!!!) para poder escribir todo bien y volver a recordar todo.  Saludos y comenten si siguen vivas!!