TOM
-Realmente me preocupa tu
hermano.
-Bill está bien.
-Pero no ha salido en horas de
esa habitación, Tom.
-Es normal. Tiene mucho que
hablar con su hijo –me encogí de hombros disfrutando del chocolate caliente
entre mis manos.
-¡Pero debería estar en su
oficina cerrando negocios y calmando a la prensa!
-No, mamá. Su lugar está aquí con
su familia.
-Nosotros somos su familia
–recalcó arrugando su frente y abandonando con un estruendo la cuchara en el
platillo de porcelana blanca.
-¿Qué te pasa? Tú adorabas a
(name) y a Alexander. Es injusto que desees que Bill se mantenga alejado de
quienes más quiere.
-Esa mujer lo alejó de mi nieto,
¿por qué no abres los ojos por el amor de Dios? Arriesgó la vida de tu hermano
y de Alexander sin pensar en que podían terminar muertos. Ya ves como terminó
ese amigo tuyo, Tom, y Bill pudo terminar igual.
-Bill está bien y eso es lo
importante.
-¡Una bala le rozo la piel! Eso
no es normal Tom… si no fuera porque Alexander es mi nieto, habría denunciado
hace mucho tiempo a esa asesina.
-Hágalo.
Ambos nos giramos, ella tan
sorprendida como yo, y como Bill. Pero pese a la impresión que nos llevamos, él
parecía totalmente relajado y sonriente en esa silla de ruedas como si todo lo
que salió de la boca de mi madre hubiese sido una simple broma.
Los nudillos de mi gemelo eran
blancos por la presión de sus manos en las manillas de la silla de ruedas.
Sentía su molestia como si formara parte de la mía, y miraba a mi madre
totalmente herido. Era el lugar y la situación equivocada para pelear, en
especial sabiendo que habían personas que nos miraban atentos desde sus
lugares.
Aún no conocía el comportamiento
de Alexander, por mucho que lo conociera como el amigo de mi Cassie. Tenía
padres con temperamentos difíciles de descifrar, y con caracteres totalmente
opuestos. ¿Qué podía esperar de él? Ni si quiera yo lo sabía. Sin embargo,
lucía tan relajado y en paz, que juraría que no le molestó ni en lo más mínimo
las palabras de mi madre.
Miré a Bill en busca de alguna
señal, pero el parecía molestarse cada vez más a medida que pasaban los
segundos de completo silencio. Quería arreglar las cosas, borrar las sucias
palabras de mamá y hacer como si nada hubiese pasado. Pero era tarde y no había
palabras en mi boca lo suficientemente buenas como para arreglar esto. El
chocolate debió de enfriarse, así que lo dejé a un lado volteándome para ver
frente a mí a un sonriente Alexander cuyos ojos no dejaban los de mi
petrificada madre.
-Alexander, yo…
-La última persona que lo
intentó, no vivió para contarlo –un brillo felino iluminó sus ojos mientras
hablaba con total despreocupación-. De hecho creo que mis tíos se encargaron de
él.
Eso fue una sorpresa para ella, y
aunque intenté disimularlo, también lo fue para mí. No podía estar hablando
enserio… ¿o sí? O sea, entiendo que una denuncia a la policía puede traer
serios problemas a la vida de (name), pero matar a alguien por ello no creo que
fuese lo indicado. Nuevamente se carcajeó y miré a Bill en busca de la misma
sorpresa que yo trataba de ocultar, pero seguía igual de serio y ahora con la
mirada perdida.
Alexander observó la pulsera con
su nombre como si fuera más interesante que cualquier cosa antes de apoyar la
cabeza en la palma de su mano y volver a su sonrisa felina, que parecía haber
heredado de Bill… ¿o de (name)?
-En todo caso, no se preocupe
señora Kaulitz, mi historial puede ser muy sucio pero no pretendo incendiar su
casa o hacer algo que dañe la integridad de mi nueva familia. No le pido
dinero, fama o amor. Sólo no se vuelva a meter con mi madre nunca más porque
ella no está sola. Iré a ver a mi madre.
Ella asintió en silencio, apesadumbrada
y apuesto a que arrepentida de haber dicho esas palabras. Alexander me sonrió
una última vez antes de tomar el control de la silla de ruedas y girar en
dirección a los ascensores. Sabía lo que venía ahora, y no me sentía muy cómodo
estando entre mamá y Bill, pero debía hacerlo si queríamos mantener un poco de
privacidad entre nosotros.
-No vuelvas a decir eso jamás en
tu vida, mamá. La próxima vez que escuche de ti algo así, olvida que tienes un
hijo.
-Casi te pierdo por su culpa,
Bill –se defendió casi al borde de las lágrimas por el trato que mi hermano le
estaba dando.
-¿¡Su culpa!? Yo fui quien
decidió ir con ella pese a sus advertencias.
-Pero ella fue la que escondió a
Alexander de nosotros. ¿Acaso no es un motivo lo suficientemente fuerte para que
te olvides de ella?
-¿Has escuchado su versión de la
historia? –le pregunté a mamá negándome a guardar silencio.
-Ella me dijo que nos perseguían
pero suena tan tonto e irracional que…
-Yo amo a (name), mamá. Sea una
persona buena o mala la amaré por el resto de mis días. Así que será mejor que
te acostumbres a la idea de tenerla cerca porque no pienso dejarla ir nunca
más.
Bill se marchó por donde mismo
había desaparecido Alexander, dejándonos nuevamente solos y a mamá totalmente
apenada. Debía volver con Andrea a Cass a nuestro nuevo departamento en una
hora más, cuando la hora de visitas terminara. Tomé la mano de mi madre entre
las mías y esperé a que me mirara antes de volver a hablarle con una sonrisa
que esperaba la tranquilizara.
-Vuelve a casa, mamá. Toma un
baño caliente y duerme un poco. Gordon te pasará a buscar por la mañana antes
de mediodía.
-¿Me dejarás sola?
-No tienes nada que hacer acá. Te
llamaré luego.
Deposité un beso en su frente sin
sonrisas o bromas graciosas. Mamá se había pasado y no veía el error en sus
palabras. Por primera vez, no se mostraba liberal, permisiva y relajada, al
contrario parecía una de esas madres criadas a la antigua donde elegían a la
pretendiente de sus hijos con fines económicos o sociales. (Name) había
arreglado sus problemas con la mafia y creo que hasta se alejará para siempre
de ella, pero mamá no confía en eso. Entiendo que mi hermano se enoje con mamá
porque es como si estuviera totalmente en desacuerdo con mi relación con
Andrea. ¿Acaso no ve que mi relación con Andrea es casi igual a la que
conservan Bill y (name)? Claro, a excepción del humor de perros y las
discusiones diarias que he presenciado en el último tiempo.
Hace unas horas vi a (name),
había olvidado mencionárselo a Bill. No, era mejor no hacerlo porque su aspecto
era realmente… extraño. No me refiero a lo físico, sino a lo que transmitió
cuando me vio. Era como si pusiera un muro entre nosotros. Sus ojos parecían
aterrados al verme, nerviosos y culpables, algo totalmente inexplicable. ¿Y por
qué le pidió a la enfermera que cerrara la puerta? ¿le avergonzaba estar en una
camilla de hospital o que la vieran sin maquillaje y despeinada?
Las puertas del ascensor se
abrieron y entré en la planta de las habitaciones buscando a Bill con la mirada.
Andrea estaba con Cass en casa, Rebbeca con Bianca en su casa, y Gaspard con
Lily en el departamento de (name). Se supone que sólo quedábamos yo, Bill y
Georg porque Gustav se fueron justo cuando bajé con mi madre a la primera
planta.
Pero la sorpresiva imagen que se
desarrollaba ante mí me dejó a cuadros. Bill no era agresivo por mucho que se
pusiera pesado y a veces gritón. Si en estos momentos estaba tomando el
delantal del doctor que había atendido a Alexander con ambas manos y ojos
amenazadores, debía ser porque lo había sacado de sus casillas. Georg trataba
de calmarlo y alejarlo, pero Bill era un saco de huesos lo suficientemente
pesado para cualquiera. Corrí posicionando mi mano en el brazo de Bill,
tratando de calmarlo y hacer que el doctor se relajara.
-Bill ya cálmate.
-¡No puedo calmarme sabiendo que
este hijo de puta me impide ver a (name)!
Ahora lo entendía. Miré al doctor
Jones mientras Bill se separaba bruscamente después de empujarlo contra la
puerta de la habitación donde había visto a (name). Parecía estar nervioso y
hasta asustado con el rostro de Bill escrutando cada paso que él daba como si
fuera su presa. Sin que fueran necesarias las preguntas, explicó sin apartar la
mirada de Bill los motivos de su decisión.
-Ella despertó ayer y aún no sana
completamente la herida de bala que recibió. Está siendo medicada con pastillas
que le producen somnolencia, pero que ayudan a calmar los dolores.
-Eso es entendible –razoné viendo
que Bill no parecía tranquilo con su explicación. Atrás de mí podía percibir la
presencia de los guardias esperando un nuevo ataque de Bill, pero mi hermano
estaba más concentrado en lo que salía de la boca del doctor.
-Planeo darle el alta dentro de
dos días con control médico.
-¡Díselo! –gruñó Bill y Georg
tomó su hombro susurrándole algo que él pareció ignorar. El doctor dio un salto
en su lugar sin perder el miedo a Bill.
-Ella…
-¿Pasa algo?
-Ella pidió explícitamente
suspender el horario de visitas.
Vaya… creo que no me sorprendía
tanto como a Bill, pero ahora entendía el punto central del asunto.
Bill quería
verla, pero ella no a él… ni a nadie. ¿Se relacionaba su decisión con el hecho
de verla hace unas horas con miedo en sus ojos? ¿Miedo a qué? Nosotros no la
juzgaríamos si es eso lo que ella piensa. ¿De qué se esconde?
-La política del hospital incluye
el respeto a las decisiones de los pacientes en relación con los horarios de
visitas y todo lo relacionado con su confort. Es por ello que no puedo negar su
petición y eso es lo que el señor Kaulitz no entiende.
-¡Quiero que ella me lo diga en
persona! –gritó.
-Señor Kaulitz recuerde que está
en un hospital y hay más pacientes –intervino un guardia sin si quiera intentar
tocar a Bill.
-¿Dónde está Alexander? –le
pregunté a Georg.
-En su habitación –respondió con
ojos serios y preocupados-. Bill si no te calmas, te negarán el ingreso para
ver a Alexander.
Y por primera vez, razonó en que
el hospital tenía una política que él no podía controlar. Sentí su orgullo
destrozado y la derrota en sus pensamientos. La decisión de (name) había hecho
polvo todas las ganas que él tenía de verla y hablar con ella. Asintió una
última vez antes de sentarse en la sala de espera con el rostro oculto entre
las manos.
Me giré hacia el doctor en cuanto
los guardias se fueron tras terminado el escándalo que los atrajo. Parecía un
poco más tranquilo, pero seguía tenso con sólo mirar a Bill a unos metros de
distancia. Llevaba una carpeta celeste bajo su brazo y el pelo medio cano se le
había despeinado con el zamarreo de Bill.
-¿Cómo está ella? –murmuré para
que Bill no escuchara.
-Pues… -vi la duda en su cara
pero contestó rápidamente- no está muy
animada. He tenido que consentir su decisión de no tener visitas con la
condición de que coma aunque sea un poco.
-¿Tampoco quiere ver a su hijo?
-Creo que no.
-Vaya…
-No sé qué habrá conversado con
esa señora pero realmente su actitud cambió después de hablar con ella.
-¿Con quién? –preguntamos al
mismo tiempo Bill, Georg y yo, al parecer estaban pendientes.
-Una señora de edad con cabellos
rojos, vestimenta simple y lentes ópticos. Pasó la noche con ella antes de que
despertara y las dejé hablando a solas.
Miré a Bill sin que las palabras
atravesaran nuestras bocas y sólo con nuestros ojos conectados. Mamá había
pasado la noche anterior en el hospital para que Bill pudiera cambiarse de ropa
y traer algunas cosas para Alexander y (name). ¿Qué le dijo? ¿Qué hizo para que
(name) no quisiera vernos? Al parecer, mamá no había guardado su opinión
exclusivamente para nosotros, o quizás había amenazado a (name).
-Será mejor que vuelva a mi
oficina. Hay exámenes que debo revisar.
-Gracias, doctor Jones.
-Mi nombre es Samuel –sonrió
desapareciendo entre enfermeras y puertas.
-Vaya, o te estaba coqueteando o
quiere ser tu amigo –comentó Georg.
-Prefiero la segunda opción.
-Tenemos que hablar con mamá,
Tom.
-No es el momento. Esperemos a
que las cosas se calmen un poco. Acabas de discutir con ella y no creo que sea
muy saludable que vuelvas a hacerlo.
-¿Y cuándo será el momento
indicado? Ya me cansé de esperar a que todo se arregle entre (name) y yo, así
que tomaré el control de esto.
-Tampoco es necesario que
recurras a la violencia, Bill. Recuerda que es tu madre –advirtió Georg
totalmente serio.
-Quédate con Alexander esta
noche, Tom –tomó sus cosas y llamó al ascensor.
-Te acompañaré Bill y no jodas
con que debes hacer esto solo porque no te creeré ni un pelo.
-Georg, me tienes por violento y
no lo soy.
-Eres impulsivo –dijimos al mismo
tiempo y sonreímos al coincidir.
-Te llamaré si al tonto de tu
hermano se le escapa el cerebro de la cabeza.
-Cuídalo.
Desaparecieron en el ascensor e
ingrese a la habitación de Alexander. Estaba preparando las palabras para
explicarle lo ocurrido en el pasillo, imaginándome una reacción tan impulsiva
como la que solían tener (name) y Bill, pero él estaba dormido con un enredo de
cables en un brazo y el otro sobre el estómago.
Y así se me ocurrió una idea que
esperaba que animara a Bill. Saqué mi teléfono de los pantalones y apunté
directamente a la camilla frente a mí. Seleccioné el número de mi hermano y
(name), esperando que se animaran al ver a su hijo dormir plácidamente.
“Papis, ni se les ocurra joder mis sueños o el tío Tom se pondrá como
Hulk. A. “
Pulsé enviar y cerré las cortinas
para que no le molestara la luz. Me acomodé en el sofá y saqué una de las
revistas de la mesita de madera frente a mí que seguramente Andrea o Cass
compraron. Esperaba que el resto del día se desarrollara con tranquilidad, sin
gritos, mentiras u odios que pudieran irrumpir la paz del hospital y, más
importante, de Alexander.
INVASORA
-Ahora con mayor razón deberías
comer bien.
Ignoré lo que veían mis ojos en
el papel con los resultados de los exámenes. Ya tendría suficiente tiempo para
pensar en ello. Volví a guardar en el sobre los papeles que decían de mil
formas lo mismo, y me centré en el rostro del doctor Jones.
-¿Qué pasó ahí afuera?
La habitación estaba en completo
silencio, y si no fuera por las marcas en su delantal, ni me habría enterado
que Bill fue violento. No era completamente trágica si reacción, sino que en
parte me hacía sonreír tal y como lo hacía ahora. Me entretiene que Bill sea
sobreprotector conmigo y con quienes más quiere, hacía que sintiera de nuevo
esas mariposas en mi interior.
-Cumplí con mi parte del acuerdo
y me llevé la peor parte.
-Algo oí –sonreí aún más
recordando los gritos de Bill, después de tantos días sin escuchar su voz.
-La recepcionista llamó a
seguridad cuando me vio siendo zamarreado.
Bueno, una vez más comprobaba que
Bill tenía un lado agresivo y completamente desconocido ante mis ojos. Quizás
tenía mi lado medio morbo, porque me habría gustado ver la mirada de Bill como
si fuera un depredador frente a su presa, o quizás eran los medicamentos lo que
me tenían comparando al padre de mi hijo con un elegante felino.
-¿No se supone que tu hijo es de
apellido Ulliel al igual que tú?
-¿Qué pasa con ello?
-¿Qué sigue haciendo aquí Bill
Kaulitz y su banda?
-¿Y por qué debería saberlo yo?
-Porque debe ser esa la razón por
la que cancelaste las visitas.
-Bueno, sinceramente no fue de mi
agrado despertar siendo agredida por una mujer.
-Algo feo debiste hacer para que
la madre de los Kaulitz hiciera eso.
-Así que la conoces.
-Bueno, mi hermana pequeña era
fanática de ellos… era, ya no.
-Oh… vale.
-¿Y el padre de Gaspard?
-Mira, está bien que te preocupes
por tus pacientes y seas el mejor doctor del mundo. Pero hay temas que no te
incumben y este es precisamente uno de ellos. Agradecería que no siguieras
preguntando más.
-Está bien. Le pediré a la
enfermera que traiga tu comida y vendré más tarde.
-¿No tienes hijos?
Me miró sorprendido por la
pregunta y con un deje de diversión al ver que estaba interesada en su vida
privada. El brillo de sus ojos grises aumentó un poco y jugueteó con algo en
los bolsillos del delantal blanco.
-Sólo viven conmigo los fines de
semana porque el juzgado lo dispuso así.
-Realmente lo siento, doctor
Jones.
-Samuel, ese es mi nombre. Y no
debes sentirlo porque fui yo quien echó este matrimonio al infierno.
Hablamos
luego (name).
Cerró la puerta y me dejó por
primera vez impresiona. Miré el sobre entre mis manos, pensando en lo que se
vendría ahora. Se supone que debería estar feliz y saltando en un pie, e
incluso salir al pasillo y gritar, pero me encontraba un poco confundida debido
a las distintas emociones.
No obstante una calma que nunca
antes había sentido empezaba a cubrir el peso que he cargado a lo largo de mi
vida. Guardaría el sobre, y cuando me sintiera más segura se lo mostraría. Por
ahora debía tener mis pensamientos en orden de prioridad.
BILL
-¡Esa mujer en un monstruo hijo!
-Es la madre de mi hijo y el amor
de mi vida. Respétala.
-¡Todo lo malo que nos ha pasado
es culpa de esa mujer y tú la defiendes!
-Nadie elige su vida, mamá.
-Pero pudo cambiar.
-¿Acaso salir de las drogas o el
alcohol es fácil para un adicto? ¡Es la mafia! El que sale, muere.
-Con mayor razón debiste alejarte
de ella cuando tuviste la oportunidad.
-No sabes lo que dices mamá –iba a
responder pero yo fui más rápido-. Nos educaste en base a la búsqueda de
nuestra propia felicidad. Nos hiciste creer que el amor existía y que tarde o
temprano llegaría. Pero cuando por fin lo tengo en mis manos, quieres de los
deseche porque no te gusta.
-Ella no es para ti, Bill. Roba
cosas, mata personas y quizás qué otras fechorías.
-Tú eres la verdadera egoísta en
esto, mamá. Y realmente me apena saber que por tú culpa ella no quiera ver ni a
su hijo porque está avergonzada de las cosas que tú le dijiste.
-¡Ella no siente vergüenza de
nada!
-Cuánto desconoces, mamá.
Tomé mis llaves, mi bolso con
ropa dentro y un abrigo, antes de volver a girarme y verla. Ella, la madre que
se esforzó por hacernos felices y llenar el vacío que dejó la separación de mis
padres, parecía ser otra persona completamente distinta a la que alguna vez
quiso a (Name) como a su propia hija. Qué lamentable que mi padrastro tuviera
que presenciar todo esto.
-La seguiré amando te guste o no.
Cerré la puerta, listo para dar
un nuevo giro a mi vida sin dar marcha atrás. Yo no haría nada más por
acercarme a ella, esperaba que si realmente se arrepentía lo dijera frente a
(name).
Encendí el motor ignorando la ola
de periodistas afuera y pisé el acelerador ignorando las cámaras apuntando mi
rostro cansado.