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sábado, 17 de enero de 2015

Capitulo 62 (Tercera Temporada)

TOM


-Realmente me preocupa tu hermano.

-Bill está bien.

-Pero no ha salido en horas de esa habitación, Tom.

-Es normal. Tiene mucho que hablar con su hijo –me encogí de hombros disfrutando del chocolate caliente entre mis manos.

-¡Pero debería estar en su oficina cerrando negocios y calmando a la prensa!

-No, mamá. Su lugar está aquí con su familia.

-Nosotros somos su familia –recalcó arrugando su frente y abandonando con un estruendo la cuchara en el platillo de porcelana blanca.

-¿Qué te pasa? Tú adorabas a (name) y a Alexander. Es injusto que desees que Bill se mantenga alejado de quienes más quiere.

-Esa mujer lo alejó de mi nieto, ¿por qué no abres los ojos por el amor de Dios? Arriesgó la vida de tu hermano y de Alexander sin pensar en que podían terminar muertos. Ya ves como terminó ese amigo tuyo, Tom, y Bill pudo terminar igual.

-Bill está bien y eso es lo importante.

-¡Una bala le rozo la piel! Eso no es normal Tom… si no fuera porque Alexander es mi nieto, habría denunciado hace mucho tiempo a esa asesina.

-Hágalo.

Ambos nos giramos, ella tan sorprendida como yo, y como Bill. Pero pese a la impresión que nos llevamos, él parecía totalmente relajado y sonriente en esa silla de ruedas como si todo lo que salió de la boca de mi madre hubiese sido una simple broma.

Los nudillos de mi gemelo eran blancos por la presión de sus manos en las manillas de la silla de ruedas. Sentía su molestia como si formara parte de la mía, y miraba a mi madre totalmente herido. Era el lugar y la situación equivocada para pelear, en especial sabiendo que habían personas que nos miraban atentos desde sus lugares.

Aún no conocía el comportamiento de Alexander, por mucho que lo conociera como el amigo de mi Cassie. Tenía padres con temperamentos difíciles de descifrar, y con caracteres totalmente opuestos. ¿Qué podía esperar de él? Ni si quiera yo lo sabía. Sin embargo, lucía tan relajado y en paz, que juraría que no le molestó ni en lo más mínimo las palabras de mi madre.

Miré a Bill en busca de alguna señal, pero el parecía molestarse cada vez más a medida que pasaban los segundos de completo silencio. Quería arreglar las cosas, borrar las sucias palabras de mamá y hacer como si nada hubiese pasado. Pero era tarde y no había palabras en mi boca lo suficientemente buenas como para arreglar esto. El chocolate debió de enfriarse, así que lo dejé a un lado volteándome para ver frente a mí a un sonriente Alexander cuyos ojos no dejaban los de mi petrificada madre.

-Alexander, yo…

-La última persona que lo intentó, no vivió para contarlo –un brillo felino iluminó sus ojos mientras hablaba con total despreocupación-. De hecho creo que mis tíos se encargaron de él.

Eso fue una sorpresa para ella, y aunque intenté disimularlo, también lo fue para mí. No podía estar hablando enserio… ¿o sí? O sea, entiendo que una denuncia a la policía puede traer serios problemas a la vida de (name), pero matar a alguien por ello no creo que fuese lo indicado. Nuevamente se carcajeó y miré a Bill en busca de la misma sorpresa que yo trataba de ocultar, pero seguía igual de serio y ahora con la mirada perdida.

Alexander observó la pulsera con su nombre como si fuera más interesante que cualquier cosa antes de apoyar la cabeza en la palma de su mano y volver a su sonrisa felina, que parecía haber heredado de Bill… ¿o de (name)?

-En todo caso, no se preocupe señora Kaulitz, mi historial puede ser muy sucio pero no pretendo incendiar su casa o hacer algo que dañe la integridad de mi nueva familia. No le pido dinero, fama o amor. Sólo no se vuelva a meter con mi madre nunca más porque ella no está sola. Iré a ver a mi madre.

Ella asintió en silencio, apesadumbrada y apuesto a que arrepentida de haber dicho esas palabras. Alexander me sonrió una última vez antes de tomar el control de la silla de ruedas y girar en dirección a los ascensores. Sabía lo que venía ahora, y no me sentía muy cómodo estando entre mamá y Bill, pero debía hacerlo si queríamos mantener un poco de privacidad entre nosotros.

-No vuelvas a decir eso jamás en tu vida, mamá. La próxima vez que escuche de ti algo así, olvida que tienes un hijo.

-Casi te pierdo por su culpa, Bill –se defendió casi al borde de las lágrimas por el trato que mi hermano le estaba dando.

-¿¡Su culpa!? Yo fui quien decidió ir con ella pese a sus advertencias.

-Pero ella fue la que escondió a Alexander de nosotros. ¿Acaso no es un motivo lo suficientemente fuerte para que te olvides de ella?

-¿Has escuchado su versión de la historia? –le pregunté a mamá negándome a guardar silencio.

-Ella me dijo que nos perseguían pero suena tan tonto e irracional que…

-Yo amo a (name), mamá. Sea una persona buena o mala la amaré por el resto de mis días. Así que será mejor que te acostumbres a la idea de tenerla cerca porque no pienso dejarla ir nunca más.

Bill se marchó por donde mismo había desaparecido Alexander, dejándonos nuevamente solos y a mamá totalmente apenada. Debía volver con Andrea a Cass a nuestro nuevo departamento en una hora más, cuando la hora de visitas terminara. Tomé la mano de mi madre entre las mías y esperé a que me mirara antes de volver a hablarle con una sonrisa que esperaba la tranquilizara.

-Vuelve a casa, mamá. Toma un baño caliente y duerme un poco. Gordon te pasará a buscar por la mañana antes de mediodía.

-¿Me dejarás sola?

-No tienes nada que hacer acá. Te llamaré luego.

Deposité un beso en su frente sin sonrisas o bromas graciosas. Mamá se había pasado y no veía el error en sus palabras. Por primera vez, no se mostraba liberal, permisiva y relajada, al contrario parecía una de esas madres criadas a la antigua donde elegían a la pretendiente de sus hijos con fines económicos o sociales. (Name) había arreglado sus problemas con la mafia y creo que hasta se alejará para siempre de ella, pero mamá no confía en eso. Entiendo que mi hermano se enoje con mamá porque es como si estuviera totalmente en desacuerdo con mi relación con Andrea. ¿Acaso no ve que mi relación con Andrea es casi igual a la que conservan Bill y (name)? Claro, a excepción del humor de perros y las discusiones diarias que he presenciado en el último tiempo.

Hace unas horas vi a (name), había olvidado mencionárselo a Bill. No, era mejor no hacerlo porque su aspecto era realmente… extraño. No me refiero a lo físico, sino a lo que transmitió cuando me vio. Era como si pusiera un muro entre nosotros. Sus ojos parecían aterrados al verme, nerviosos y culpables, algo totalmente inexplicable. ¿Y por qué le pidió a la enfermera que cerrara la puerta? ¿le avergonzaba estar en una camilla de hospital o que la vieran sin maquillaje y despeinada?

Las puertas del ascensor se abrieron y entré en la planta de las habitaciones buscando a Bill con la mirada. Andrea estaba con Cass en casa, Rebbeca con Bianca en su casa, y Gaspard con Lily en el departamento de (name). Se supone que sólo quedábamos yo, Bill y Georg porque Gustav se fueron justo cuando bajé con mi madre a la primera planta.

Pero la sorpresiva imagen que se desarrollaba ante mí me dejó a cuadros. Bill no era agresivo por mucho que se pusiera pesado y a veces gritón. Si en estos momentos estaba tomando el delantal del doctor que había atendido a Alexander con ambas manos y ojos amenazadores, debía ser porque lo había sacado de sus casillas. Georg trataba de calmarlo y alejarlo, pero Bill era un saco de huesos lo suficientemente pesado para cualquiera. Corrí posicionando mi mano en el brazo de Bill, tratando de calmarlo y hacer que el doctor se relajara.

-Bill ya cálmate.

-¡No puedo calmarme sabiendo que este hijo de puta me impide ver a (name)!

Ahora lo entendía. Miré al doctor Jones mientras Bill se separaba bruscamente después de empujarlo contra la puerta de la habitación donde había visto a (name). Parecía estar nervioso y hasta asustado con el rostro de Bill escrutando cada paso que él daba como si fuera su presa. Sin que fueran necesarias las preguntas, explicó sin apartar la mirada de Bill los motivos de su decisión.

-Ella despertó ayer y aún no sana completamente la herida de bala que recibió. Está siendo medicada con pastillas que le producen somnolencia, pero que ayudan a calmar los dolores.

-Eso es entendible –razoné viendo que Bill no parecía tranquilo con su explicación. Atrás de mí podía percibir la presencia de los guardias esperando un nuevo ataque de Bill, pero mi hermano estaba más concentrado en lo que salía de la boca del doctor.

-Planeo darle el alta dentro de dos días con control médico.

-¡Díselo! –gruñó Bill y Georg tomó su hombro susurrándole algo que él pareció ignorar. El doctor dio un salto en su lugar sin perder el miedo a Bill.

-Ella…

-¿Pasa algo?

-Ella pidió explícitamente suspender el horario de visitas.

Vaya… creo que no me sorprendía tanto como a Bill, pero ahora entendía el punto central del asunto. 

Bill quería verla, pero ella no a él… ni a nadie. ¿Se relacionaba su decisión con el hecho de verla hace unas horas con miedo en sus ojos? ¿Miedo a qué? Nosotros no la juzgaríamos si es eso lo que ella piensa. ¿De qué se esconde?

-La política del hospital incluye el respeto a las decisiones de los pacientes en relación con los horarios de visitas y todo lo relacionado con su confort. Es por ello que no puedo negar su petición y eso es lo que el señor Kaulitz no entiende.

-¡Quiero que ella me lo diga en persona! –gritó.

-Señor Kaulitz recuerde que está en un hospital y hay más pacientes –intervino un guardia sin si quiera intentar tocar a Bill.

-¿Dónde está Alexander? –le pregunté a Georg.

-En su habitación –respondió con ojos serios y preocupados-. Bill si no te calmas, te negarán el ingreso para ver a Alexander.

Y por primera vez, razonó en que el hospital tenía una política que él no podía controlar. Sentí su orgullo destrozado y la derrota en sus pensamientos. La decisión de (name) había hecho polvo todas las ganas que él tenía de verla y hablar con ella. Asintió una última vez antes de sentarse en la sala de espera con el rostro oculto entre las manos.

Me giré hacia el doctor en cuanto los guardias se fueron tras terminado el escándalo que los atrajo. Parecía un poco más tranquilo, pero seguía tenso con sólo mirar a Bill a unos metros de distancia. Llevaba una carpeta celeste bajo su brazo y el pelo medio cano se le había despeinado con el zamarreo de Bill.

-¿Cómo está ella? –murmuré para que Bill no escuchara.

-Pues… -vi la duda en su cara pero contestó rápidamente- no está  muy animada. He tenido que consentir su decisión de no tener visitas con la condición de que coma aunque sea un poco.

-¿Tampoco quiere ver a su hijo?

-Creo que no.

-Vaya…

-No sé qué habrá conversado con esa señora pero realmente su actitud cambió después de hablar con ella.

-¿Con quién? –preguntamos al mismo tiempo Bill, Georg y yo, al parecer estaban pendientes.

-Una señora de edad con cabellos rojos, vestimenta simple y lentes ópticos. Pasó la noche con ella antes de que despertara y las dejé hablando a solas.

Miré a Bill sin que las palabras atravesaran nuestras bocas y sólo con nuestros ojos conectados. Mamá había pasado la noche anterior en el hospital para que Bill pudiera cambiarse de ropa y traer algunas cosas para Alexander y (name). ¿Qué le dijo? ¿Qué hizo para que (name) no quisiera vernos? Al parecer, mamá no había guardado su opinión exclusivamente para nosotros, o quizás había amenazado a (name).

-Será mejor que vuelva a mi oficina. Hay exámenes que debo revisar.

-Gracias, doctor Jones.

-Mi nombre es Samuel –sonrió desapareciendo entre enfermeras y puertas.

-Vaya, o te estaba coqueteando o quiere ser tu amigo –comentó Georg.

-Prefiero la segunda opción.

-Tenemos que hablar con mamá, Tom.

-No es el momento. Esperemos a que las cosas se calmen un poco. Acabas de discutir con ella y no creo que sea muy saludable que vuelvas a hacerlo.

-¿Y cuándo será el momento indicado? Ya me cansé de esperar a que todo se arregle entre (name) y yo, así que tomaré el control de esto.

-Tampoco es necesario que recurras a la violencia, Bill. Recuerda que es tu madre –advirtió Georg totalmente serio.

-Quédate con Alexander esta noche, Tom –tomó sus cosas y llamó al ascensor.

-Te acompañaré Bill y no jodas con que debes hacer esto solo porque no te creeré ni un pelo.

-Georg, me tienes por violento y no lo soy.

-Eres impulsivo –dijimos al mismo tiempo y sonreímos al coincidir.

-Te llamaré si al tonto de tu hermano se le escapa el cerebro de la cabeza.

-Cuídalo.

Desaparecieron en el ascensor e ingrese a la habitación de Alexander. Estaba preparando las palabras para explicarle lo ocurrido en el pasillo, imaginándome una reacción tan impulsiva como la que solían tener (name) y Bill, pero él estaba dormido con un enredo de cables en un brazo y el otro sobre el estómago.

Y así se me ocurrió una idea que esperaba que animara a Bill. Saqué mi teléfono de los pantalones y apunté directamente a la camilla frente a mí. Seleccioné el número de mi hermano y (name), esperando que se animaran al ver a su hijo dormir plácidamente.

“Papis, ni se les ocurra joder mis sueños o el tío Tom se pondrá como Hulk. A. “

Pulsé enviar y cerré las cortinas para que no le molestara la luz. Me acomodé en el sofá y saqué una de las revistas de la mesita de madera frente a mí que seguramente Andrea o Cass compraron. Esperaba que el resto del día se desarrollara con tranquilidad, sin gritos, mentiras u odios que pudieran irrumpir la paz del hospital y, más importante, de Alexander.



INVASORA

-Ahora con mayor razón deberías comer bien.

Ignoré lo que veían mis ojos en el papel con los resultados de los exámenes. Ya tendría suficiente tiempo para pensar en ello. Volví a guardar en el sobre los papeles que decían de mil formas lo mismo, y me centré en el rostro del doctor Jones.

-¿Qué pasó ahí afuera?

La habitación estaba en completo silencio, y si no fuera por las marcas en su delantal, ni me habría enterado que Bill fue violento. No era completamente trágica si reacción, sino que en parte me hacía sonreír tal y como lo hacía ahora. Me entretiene que Bill sea sobreprotector conmigo y con quienes más quiere, hacía que sintiera de nuevo esas mariposas en mi interior.

-Cumplí con mi parte del acuerdo y me llevé la peor parte.

-Algo oí –sonreí aún más recordando los gritos de Bill, después de tantos días sin escuchar su voz.

-La recepcionista llamó a seguridad cuando me vio siendo zamarreado.

Bueno, una vez más comprobaba que Bill tenía un lado agresivo y completamente desconocido ante mis ojos. Quizás tenía mi lado medio morbo, porque me habría gustado ver la mirada de Bill como si fuera un depredador frente a su presa, o quizás eran los medicamentos lo que me tenían comparando al padre de mi hijo con un elegante felino.

-¿No se supone que tu hijo es de apellido Ulliel al igual que tú?

-¿Qué pasa con ello?

-¿Qué sigue haciendo aquí Bill Kaulitz y su banda?

-¿Y por qué debería saberlo yo?

-Porque debe ser esa la razón por la que cancelaste las visitas.

-Bueno, sinceramente no fue de mi agrado despertar siendo agredida por una mujer.

-Algo feo debiste hacer para que la madre de los Kaulitz hiciera eso.

-Así que la conoces.

-Bueno, mi hermana pequeña era fanática de ellos… era, ya no.

-Oh… vale.

-¿Y el padre de Gaspard?

-Mira, está bien que te preocupes por tus pacientes y seas el mejor doctor del mundo. Pero hay temas que no te incumben y este es precisamente uno de ellos. Agradecería que no siguieras preguntando más.

-Está bien. Le pediré a la enfermera que traiga tu comida y vendré más tarde.

-¿No tienes hijos?

Me miró sorprendido por la pregunta y con un deje de diversión al ver que estaba interesada en su vida privada. El brillo de sus ojos grises aumentó un poco y jugueteó con algo en los bolsillos del delantal blanco.

-Sólo viven conmigo los fines de semana porque el juzgado lo dispuso así.

-Realmente lo siento, doctor Jones.

-Samuel, ese es mi nombre. Y no debes sentirlo porque fui yo quien echó este matrimonio al infierno. 

Hablamos luego (name).

Cerró la puerta y me dejó por primera vez impresiona. Miré el sobre entre mis manos, pensando en lo que se vendría ahora. Se supone que debería estar feliz y saltando en un pie, e incluso salir al pasillo y gritar, pero me encontraba un poco confundida debido a las distintas emociones.

No obstante una calma que nunca antes había sentido empezaba a cubrir el peso que he cargado a lo largo de mi vida. Guardaría el sobre, y cuando me sintiera más segura se lo mostraría. Por ahora debía tener mis pensamientos en orden de prioridad.

Mi teléfono vibró en la mesita de noche dentro de la caja en la que estaba escondido. ¿Tom...? Oh, Dios. Este hombre realmente sabía como animar a cualquiera. Y si no fuera por esa fotografía,  ni sabría cómo está mi hijo. Necesitaba ver a Alexander aunque sea por un rato, y asegurar que está bien y que no le duele nada. Necesitaba contarle tantas cosas... abrazarlo, sentir su olor característico y su risa encantadora que hacía brincar mi corazón de felicidad. Lo necesitaba tanto que dolía.


BILL

-¡Esa mujer en un monstruo hijo!

-Es la madre de mi hijo y el amor de mi vida. Respétala.

-¡Todo lo malo que nos ha pasado es culpa de esa mujer y tú la defiendes!

-Nadie elige su vida, mamá.

-Pero pudo cambiar.

-¿Acaso salir de las drogas o el alcohol es fácil para un adicto? ¡Es la mafia! El que sale, muere.

-Con mayor razón debiste alejarte de ella cuando tuviste la oportunidad.

-No sabes lo que dices mamá –iba a responder pero yo fui más rápido-. Nos educaste en base a la búsqueda de nuestra propia felicidad. Nos hiciste creer que el amor existía y que tarde o temprano llegaría. Pero cuando por fin lo tengo en mis manos, quieres de los deseche porque no te gusta.

-Ella no es para ti, Bill. Roba cosas, mata personas y quizás qué otras fechorías.

-Tú eres la verdadera egoísta en esto, mamá. Y realmente me apena saber que por tú culpa ella no quiera ver ni a su hijo porque está avergonzada de las cosas que tú le dijiste.

-¡Ella no siente vergüenza de nada!

-Cuánto desconoces, mamá.

Tomé mis llaves, mi bolso con ropa dentro y un abrigo, antes de volver a girarme y verla. Ella, la madre que se esforzó por hacernos felices y llenar el vacío que dejó la separación de mis padres, parecía ser otra persona completamente distinta a la que alguna vez quiso a (Name) como a su propia hija. Qué lamentable que mi padrastro tuviera que presenciar todo esto.

-La seguiré amando te guste o no.

Cerré la puerta, listo para dar un nuevo giro a mi vida sin dar marcha atrás. Yo no haría nada más por acercarme a ella, esperaba que si realmente se arrepentía lo dijera frente a (name).


Encendí el motor ignorando la ola de periodistas afuera y pisé el acelerador ignorando las cámaras apuntando mi rostro cansado.

domingo, 11 de enero de 2015

Capítulo 61 (Tercera Temporada)

-… y muchas canciones han sido escrita en base a lo que fue nuestra relación.

La historia de mis padres era como una montaña rusa. Podían estar en el punto máximo de su relación, pero algo los haría separarse y bajar de aquel estado felicidad de un momento a otro. Mamá le ocultó desde un principio la forma de ganarse la vida, hasta que una mujer llegó a decírselo antes que ella. Siempre había algo que los dejaba en el punto inicial, incluso tras volver a reunirse.

Bill, o sea mi padre, realmente estaba arrepentido por no perseguirla cuando huyó, y reconoció frente a mí que trató de olvidarla manteniendo relaciones con otras mujeres y volviendo a enfocarse en su carrera, reservando su dolor para su vida personal y la creación de sus canciones. Confesó que siempre ha pensado que ella lo podía escuchar desde alguna radio, la televisión o Internet, y captar el mensaje que le mandaba.

-Hice todo lo posible para encontrarla… contraté investigadores privados, detectives expertos y traté de hablar con tus tíos, pero era como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra.

-Pero paraste de hacerlo.

Asintió desviando la mirada hacia la vista de la ciudad como si pasaran muchas cosas por su cabeza y quisiera ordenarlas de alguna forma.

-Las cosas entre Andrea y Tom se complicaron. Andrea me rebeló que (name) se vio obligada a alejarse de mi lado antes de que se separaran… pero ya estaba cansado de buscar y buscar sin encontrar nada.

-¿Nunca fuiste a su país?

-Sí, pero eso no bastó para encontrarla. No tuve tiempo para buscarla cuando ni si quiera sabía por dónde empezar.

Realmente estaba arrepentido, su rostro era la imagen misma de alguien que quería limpiar sus culpas. Persiguió a mi madre aun sabiendo que ella siempre ha limpiado muy bien sus huellas. No me sorprende que no obtuviera respuestas, porque a fin de cuentas mi madre fue entrenada para mimetizarse. Y tras buscarla, se cansó a los años después.

-Siempre sentí que ella se había llevado una parte de mí, una parte importante que me mantenía completamente vivo. Todos estos años, sentí que algo importante faltaba en mi vida y utilicé todo tipo de cosas con tal de reemplazar esa sensación de vacío.

-Te faltaba mamá –murmuré cerrando los ojos, y sintiendo por primera vez que el amor de mis padres era tan correspondido pese a los años que han pasado separados.

-No.

-¿No?

-No.

-… ¿entonces?

-Me faltabas tú, Alexander.

-No sabías de mí.

-Pero no dejas de ser una parte de mí. Naciste siendo el fruto del amor que hubo y hay entre tu madre y yo.

-Reaccionaste mal al saber que yo era tu hijo –le recordé.

-Estaba sorprendido. Muchas cosas pasaban por mi mente y tenía una mezcla intensa de emociones totalmente descontroladas porque por primera vez en mi vida me sentí tan ciego.

-¿Ciego?

-¡Estabas frente a mí! Vi la foto en tu teléfono la primera vez que nos conocimos, pero me convencí pensando en que debí confundir a (name) con otra persona. Luego, las cosas que dijiste sobre ella y la manera en la que ha estado sobreviviendo. Jamás pensé que volvería a oír esas palabras en mi vida y de repente tú las dices con tanta soltura que ni si quiera atiné a reacciones en que…

-Bueno, eso explica tu comportamiento extraño cuando nos conocimos.

-Realmente lo siento, Alexander. Debí insistir en mi búsqueda.

-Oye…

-Habría sido el padre que mereces tener y no habríamos pasado por nada de esto.

-Bill…

-Viviríamos de lejos de las cámaras y dedicaría mi tiempo completo para…

-¡Hey! –Le grité empezando a molestarme de verdad-. Simplemente ya pasó. Sé que quieres respuestas al igual que yo, pero este no es el momento.

Cerré mis ojos empezando a sentir cómo el peso que he tenido que arrastrar todos estos años, empezaba a diluirse y convertirse en una simple mota de polvo. Sabía de tantas cosas que jamás supe, y todavía había más. Ahora, conocía la versión de Bill, su versión de lo vivido con mi madre y el motivo de su reacción al saber la verdad. Por primera vez podía sentir el descanso en mi mente al no tratar con más secretos. No, ya no había más.

Alphonse había muerto, al igual que Ian y Erik, y todos los súbditos tontos que creían a ciegas en un estúpido viejo que ni si quiera estaba cuerdo. Todo había acabado. Sabía la verdad, volvía a estar con mis padres y la mafia había terminado con una épica explosión. Mamá seguramente ejercería si profesión en algún centro médico o viviría de los ceros que tenemos en el banco, compraríamos una casa grande a las afueras de la ciudad o en una isla y recuperaríamos el tiempo perdido. Vale, eso me gustaba.

-¿Qué te gustó de ella?

-¿Eh? –al parecer lo había despertado de alguna ensoñación.

-¿Qué te gustó de mamá?

-Todo.

-Pero algo debió gustarte más que otra cosa, ¿no crees? Quizás su extraño sentido del humor, sus ojos, su trasero… ¡agh! Ya no sé si quiero saberlo.

-Todo lo que nombras me gustó –se levantó de su asiento estirando las piernas y dejando ver su altura. Sonrió con su sonrisa perfecta se acercó con las flores amarillas que había traído Bianca-. Si amas algo, debes hacerlo con sus defectos y virtudes. Amo a (name) incluso sabiendo que estuvo ocultándonos mutuamente, porque sé que sus decisiones no son tomadas a la ligera. Si vas a querer a una persona, tienes que hacerlo completamente.

-Ya, pero…

-Sus ojos –sonrió aún más y se giró en mi dirección.

-¿Sus ojos?

-¿No has notado las pelusas claras en sus ojos que se iluminan cuando sonríe de verdad?

Estaba atónito. Él se fijaba en detalles que ni si quiera yo había notado en toda mi vida. Estuvo menos tiempo que yo con ella y parecía conocer hasta el lenguaje de sus ojos. Nunca he notado nada extraño cuando mamá me sonríe, ni le he prestado atención a su cuerpo. Ella simplemente sonreía cuando me veía cerca y yo se la respondía automáticamente como si fuéramos cómplices de mis travesuras infantiles. Bill había visto más allá de su sonrisa, me atrevería incluso a decir que conocía su alma más allá que cualquier persona.

Bill era admirable. Veía más allá que cualquier persona, y realmente amaba a mi madre. ¿Qué podría ser mejor? Ellos se volverían a encontrar y todo iría bien.

-Así que… ¿cómo debería llamarte?

Se giró en mi dirección y su rostro se llenó de preocupación al instante y en menos de dos pasos se detuvo junto a mí.

-Estás llorando –murmuró con una voz tan… paternal.

-¿Eh?

Pasé mis dedos por mi mejilla y las noté tan mojadas que jamás habría pensado que eran lágrimas. Un hipido salió de mi garganta, un sollozo inexplicable. Y entonces, comprendí que lloraba lo que no había llorado en todos estos años por tener a mi padre de vuelta. Lo tenía frente a mí y el pecho me dolía como si pidiera el amor que necesitaba de Bill para volver a sentirse lleno y vivo.

Me avergonzaba llorar, enserio. Pero no sentí vergüenza cuando él me presionó contra su pecho con fuerza y yo lo abracé temiendo que se fuera de mi lado. Sentí sus labios en mi cabeza y el suave masaje en mi pelo y espalda, como si quisiera consolar al niño perdido que necesito de él por tanto tiempo. Sentía los espasmos de cada lágrima, su camiseta estaba mojada con mis lágrimas y arrugada por la presión de mis dedos. Sentí que alguien abrió la puerta, pero que mi padre le decía algo y la cerraban inmediatamente.

Me dolía la garganta con la presión de mi llanto, y sentía que no había manera de que terminara de llorar. Estaba descargando las lágrimas de ese niño que preguntaba por su padre sin tener respuestas, que cometía actos peligrosos y suicidas para llamar la atención del mundo, que buscaba amor en todas las mujeres que lo veían con otros ojos, que trataba de ser fuerte por su madre, y lograba las mejores calificaciones esperando la recompensa de saber algo sobre su padre.

-Puedes decirme como quieras –murmuró con voz dulce y tranquilizadora.

Sólo había una forma en que quería decirle a partir de ahora y hasta el fin de mis tiempos, la única palabra que he esperado probar desde que aprendí a decirla, o quizás mucho antes.

-Papá…



INVASORA

-Supe que suspendiste el horario de visitas.

Abrí los ojos volviendo a ver el mundo que me rodeaba con pocas ganas de enfrentarlo. Sus ojos grises acusadores me miraron fijamente esperando una respuesta.

-Sólo enfócate en tus asuntos –gruñí dándole la espalda e ignorando el dolor que empezaba a despertar en mi hombro.

Dejó la bandeja con comida en la mesita junto a la camilla, y abrió las cortinas en busca de un poco de iluminación. Sentí su peso en mi cama y el olor a pinos y madera invadió mi olfato más que el olor de la comida. Puso su mano en mi brazo y no me moví evitando falsas ilusiones.

-Necesito que comas algo.

-Ahora no.

-(Name), tienes que recuperar energías o la herida no curará tan rápido.

-Es sólo una herida de bala –gruñí volviendo a cerrar los ojos-. He tenido demasiadas en el cuerpo y esta no es la excepción.

-Lo sé. Antes de operarte vi tus piernas y tu espalda… no soy un pervertido ni nada por el estilo, pero el cuerpo de mis pacientes habla más de lo que piensas.

-¿Y qué le dijo el mío, que es el cuerpo de una delincuente? ¿O quizás de un monstruo? ¿Qué me dice de una asesina?

-Un asesino no intenta borrar sus cicatrices, ni tampoco un monstruo. Y si fueras delincuente, ya habría un policía cuidando de que no te escapes o estarías encadenada a la camilla.

-No pierda su tiempo, doctor Jones. Seguro tiene más pacientes que deben estar esperando su consejo y ayuda.

Se paró y escuché el crujido del sofá en la esquina de la habitación. Abrí los ojos, observando el cansancio en su rostro pero la sonrisa sin ser removida de sus labios.

-Hay personas afuera que están realmente preocupadas por tu salud y quieren hablar contigo. ¿Por qué se los niegas? ¿No crees que es injusto? No han dejado de venir en todo este tiempo…

-Por favor entienda que no quiero ver a nadie.

-¿Qué te hicieron ellos?

-Nada.

-¿Entonces?

-Simplemente no quiero verlos.

-Ellos forman parte de tu recuperación.

Me senté con cuidado de mover el vendaje y miré impacientemente al hombre frente a mí. ¿Es que no se rendía? Yo no quiero ver a nadie mientras esté encerrada en estas cuatro paredes. No quiero ver sus caras de repulsión, decepción o enojo porque los expuse a un peligro terrible. Ya les hice demasiado daño como para que quieran descargarlo conmigo.

-¿Qué pretendes? –le pregunté observándolo fijamente.

-¿Quién eres realmente? Porque de repente encuentro de todo Tokio Hotel está en el pasillo rodeado de guardaespaldas y hay personas que hablan con ellos y dos chicas adolescentes que no paran de conversar todo tipo de cosas mientras una parvada de periodistas esperan afuera alguna señal.

-No te preocupes, doc. Ya me iré.

-No me interesa que te vayas, sólo quiero que hables con ellos y tranquilices sus ánimos porque realmente están preocupados por ti.

-Están preocupados por Alexander, no por mí.

-(Name)…

-Diles que no hablaré con nadie, y de paso me traes esas cintas para hacer ejercicios.

-No puedes hacerlo hasta que estén los puntos cerrados.

-Entonces calma los ánimos afuera porque no estoy de ánimos para ver a alguien más.

-Sólo con una condición.

-¿Qué? –además de ser atento con sus pacientes, era desesperante y molesto.

-Come. Y cuando hayas terminado me iré y les diré que estás bien y que te dejen sola.

-Con prohibición de visitas –le recordé.

-Está bien.

En silencio y ya más satisfecho, se acercó y depositó la bandeja en la mesa de la camilla y comencé a comer lentamente, sin realmente saborear lo que ingería. No tenía ni ánimos para realmente fijarme en si comía ratas o el mejor de los manjares. Él encendió la televisión, ignorando mi presencia y viendo una película de acción.

Cuando terminé de comer, se acercó para limpiar la herida, quitando con extremo cuidado el vendaje en mi espalda. Sentí su mirada y la pregunta en ella cuando notó el tatuaje, pero esperé pacientemente hasta que la pregunta surgió cuando terminó de volver a vendar la piel.

-¿Qué significa?

-Es personal.

-Pero parece ser la única parte que no tiene cicatrices en tu espalda.

-Suerte –me encogí levemente de hombros evitando el dolor.

-Lástima que la bala tenga que dejar una parte borrosa en el tatuaje.

Acomodé la almohada bajo mi cabeza y tapé mi cuerpo con la sábana blanca sin olor ni diseño, en busca de un poco de confort. Él sostuvo la bandeja esperando pacientemente alguna expresión que delatara la decepción que debería sentir, o la pena por arruinar algo tan bien hecho. Pero no había espacio en mi interior para albergar sentimientos apesadumbrados en relación a un tatuaje que me hice hace demasiados años. Para mí, en estos momentos, es simplemente un pedazo de tinta en mi piel que ha sido arruinado por una bala, como cuando lanzas agua a una pintura de carbón  o acuarelas.

-Es sólo un tatuaje –le respondí sin más que agregar.

-Pero apuesto a que en su época fue más que eso.

-Te lo repito, doctor Jones. Sólo enfócate en tus asuntos.

-Volveré más tarde con el resultado de los exámenes.

-No necesito los resultados de nada. Estoy bien.

De nuevo suspiró, más apesadumbrado y negando con la cabeza en mi dirección de forma reprochadora. Abrió la puerta más de lo normal, dejando que una enfermera entrara a la habitación para la mantención y aseo de la habitación.

Ahí estaba Andrea con un teléfono hablando sobre algo que parecía molestarla y a su lado estaba Tom, mirándome fijamente como si quisiera perforar mi cerebro. Había algo en su mirada que me intimidó, por lo que pedí a la enfermera que cerrara con seguro la puerta y la dejara igual cuando se fuera.


No más miradas, no más preocupaciones, no más amistades. No más nada.