Todo en mi vida iba
escalofriantemente perfecto. Terrible y jodidamente bien, y eso realmente me
hacía estar alerta. ¿Acaso no sucedió lo mismo en Navidad cuando por primera
vez sentí a mi familia cerca de mí y reflejada en la de Bill? En el primer
descuido y relajo que daba, la vida o mi destino parecían aprovecharse del
momento y arrebatarme algo o derrumbar lo ya construido con esfuerzo. “Lo que
no te mata te hace fuerte” pero también te hace perder la fe o desilusionarte…
así es el juego de la vida; Si no luchas, mueres en el camino.
Bill: Necesitábamos tener
privacidad y alejarnos de las cámaras. Además, no todos tienen buenas intenciones
contigo, ni te aman. Por suerte después de ese accidente en la carretera, mamá
nos apoyó cuando decidimos alejarnos del país y por supuesto se vino con
nosotros junto a Gordon.
Yo: Pero aún trabaja allá.
Bill: A veces la llaman para
concretar cosas o cuando surgen nuevas negociaciones. Y Gordon prefiere
acompañarla para que no se sienta sola.
Yo: ¿Entonces viven con ustedes?
Bill: Ajá. Aunque a veces no los
vemos por más de un ms cuando hay complicaciones o proyectos grandes.
Yo: Oh… entiendo.
Tomé un último sorbo de vino y
observé a Tom y Andy en la pista de baile. Llevaban como una hora bailando y
cuando se miraban, se sonreían como dos adolescentes o reían entre ellos.
Formaban una hermosa pareja, una de esas que sólo vez en gente mayor como
abuelos. Estábamos en una fiesta de la disquera de los chicos para integrar a
los nuevos empleados y artistas. Claro, podía divisar uno que otro rostro
conocido de los videos musicales pero para mí era como estar en una disco por
las trescientas personas que me rodeaban, o más. Tenía puesto el vestido que
Bill me compró (asombrosamente me quedó bien y acentuaba mis curvas) y até mi
cabello en una cola alta para no sentir demasiado calor, sin embargo, seguía
sintiéndome acalorada dentro del recinto debido al ambiente sofocante.
Bill: ¿Está bien? Te ves algo…
ahogada.
Yo: Lo estoy (respondí haciendo
una pequeña mueca).
Bill: Entonces será mejor que
salgamos por un momento.
Tomó mi mano y me obligó a
levantarme para seguir sus pasos. Bill a veces podía ser demasiado observador
con las personas a tal punto de predecir cómo se sentían. Ahora que lo pienso,
¿cómo sería la faceta del “Bill espía”? ¡Dios! Sería como Uranio y quizás uno
de los mejores en conseguir los objetivos. Si fuera mi enemigo, estaría muy
nerviosa de enfrentarme a él. Oh… ¡Qué tonterías pienso! Mejor debería ver por
donde camino y concentrarme en no soltar la mano de Bill, quien a ratos
saludaba a uno que otro conocido.
A penas salimos, tomé una
bocanada de aire nocturno, frío y fresco que parecía ser la gloria misma para
mis pulmones. Nos encontrábamos en el estacionamiento privado donde dejamos su
auto aparcando en un lugar con su nombre (sí, así de exclusivo era Bill).
Divisé el estacionamiento de Ellie Goulding, L.m.f.a.o, Far East Movement, La
Roux, entre otros invitados y músicos. Nos apoyamos en el capó de su Audi
ostentoso y me quité los tacones sin
importar cuán poco elegante me viera.
Bill: ¿Quieres entrar? (preguntó
al verme más pequeña y con los tacones
en mi mano).
Yo: No, estoy bien acá.
Bill: ¿Bien? Te deben doler los
pies con esos tacones y te ves cansada.
Yo: Estoy resucitando, Bill.
Además, a veces cansa ser mujer y lucir linda.
Bill: Ser hombre también aunque
no lo creas. Debes tener cuidado con las chicas y estar pendiente de ellas
como…
Yo: No te he pedido que te
preocupes por mí, Bill. Estoy bien.
Bill: Lo sé, sin embargo son los
principios que nos inculcan como hombres. Cuando tengas hijos lo entenderás y
sabrás a lo que me refiero.
“Cuando tengas hijos…” Vaya, jamás me sentí tan afectada por esto.
A pesar de ser demasiado joven, la maternidad parece afectarme a pasos enormes
cuando hablo con Bill sobre ésta. Saber que no tendré hijos naturales, me
asusta y me entristece, más aún si fue por un estúpido descuido en una misión.
¿Acaso era l precio a pagar por ensuciarme las manos con vidas ajenas? Si es
así, no me queda otra opción que recurrir a la adopción.
Bill: ¿Dije algo indebido? (dijo
observándome atentamente, quizás qué cara traía).
Yo: No, ¿Por qué?
Bill: Tu rostro te delata, (name).
Yo: Yo… (Era la hora de decirle
la verdad y sacar de mis tripas o del lugar en donde se escondiera).
Bill: ¿No es que acordamos no
ocultarnos nada?
Yo: Bill, yo…
Bill: Bueno, siempre existe la
excepción a la regla así que…
Yo: No puedo tener hijos (¡Ya! Lo
solté de una vez sin pelos en la lengua y rodeos).
Bill: (Su rostro, sin expresión
alguna pestañeó en mi dirección observándome atentamente por lo que me
parecieron minutos eternos hasta que habló) ¿Qué?
Yo: (Suspiré ya cansada de tantas
nuevas declaraciones junto a Bill) Eso, Bill. No puedo tener hijos.
Bill: Si es por tu trabajo, sabes
que no te pueden obligar a realizarte como mujer y que siempre habrá tiempo
para…
Yo: Soy infértil, Bill. Quedé así
luego de que el Pintor me destrozara tanto por dentro como por fuera. Antes,
tenía una simple ligadura de trompas no del todo efectiva que suele usarse como
requisito en las mafias y tomaba anticonceptivos. Pero luego de lo del Pintor,
sería un completo milagro si me embarazo.
Lo observé y vi que realmente
había tomado el peso de mis palabras y lo que significaban. Podía sentir lo
mucho que controlaba su expresión y su boca, como si tuviera miedo a herirme o
decir las palabras erróneas que terminaran por alejarme de él. Yo, por mi
parte, me cuestionaba si fue realmente necesario decirle esto a Bill, sin
embargo estoy tratando de que el pasado no se repita entre nosotros, de ser
completamente honesta con él. Me puse frente a Bill y tomé sus manos ahora
frías para obtener su atención y librarlo de cualquier cosa que pensara en
estos momentos.
Yo: Oye, estoy bien. Aún existe
la adopción si quiero realizarme como madre. Además, soy joven y…
Me acercó bruscamente a su cuerpo
haciéndome perder el equilibro hasta que me sostuvo de la cintura enredando sus
brazos en ella y parte de mi espalda, y me besó desesperadamente como queriendo
borrar mis palabras y su repentina angustia que podía sentir a través de sus
labios. Sentía un necesidad indescriptible de tenerlo junto a mí por siempre y
no separarme de su sombre ni de su atención. Un cansancio se apoderó de mi
cuerpo como si hubieses succionado mi energía y simplemente me dejé besar por
Bill, dejando caer mis manos de sus hombros y los zapatos al piso. Cuando
terminó de besarme, sus labios se movieron por mi mandíbula dejando una suave
sensación hormigueante y suave cuando suspiraba.
Bill: ¿Ya se van? (dijo elevando
la voz pero aún sin soltarme del todo).
Observé la dirección de su mirada
viendo a tres autos de distancia a Tom y Andy, quienes parecían tener una cara
de muerte al ver la sonrisa algo triste de Bill y mi expresión que debía ser un
poco pero que la de él. Me aparté de Bill por mucho que sus brazos insistieran
en mantenerme pegada a él y recogí mis zapatos, sintiéndome algo incómoda con
la situación.
Tom: Sí. Creo que bailamos
demasiado.
Andy: Ajá. Y Thomas me invitó a
su casa por el fin de semana.
Yo: Ah… verdad que es viernes.
Andy: Sí.
Bill: Bien, entonces nos vemos
allá pronto.
Tom: Si… ehmmm… ¿tienes llaves?
Bill: Si. No te preocupes, no los
voy a interrumpir.
Tom: Ok, cualquier cosa me
llamas.
Luego de una despedida llena de
bromas y dobles sentidos en donde Bill actuó de lo más normal frente a su
gemelo y Andrea, éstos se fueron a seguir con su fiesta privada de la que luego
me enteraría por mi mejor y única amiga. Nosotros subimos al auto de Bill sin
decirnos nada y tras encender el motor, sentí la obligación de decirle algo y
romper con el silencio tenso e incómodo.
Yo: Bill, tú no tienes la culpa
de esto.
Retrocedió y salió del
estacionamiento uniéndose al poco tránsito que hay en la madrugada. No desvió
su mirada del tránsito y se pasó un semáforo en rojo. Necesitaba saber qué
pasaba por su mente, qué pensaba o cómo se sentía al respecto. Pensé que con el
beso me estaba haciendo saber que no le importaba que yo fuerza infértil y que
daba igual si no teníamos hijos. Aparcó en un parque poco iluminado y se bajó
del auto dando un portazo a su puerta que me puso la piel de gallina. Se apoyó
frente a mí dándome la espalda y se quedó completamente quieto. Giré las llaves
y apagué el motor de su auto, terminando con el único ruido que sentía. Estuvo
mal decirle esto de la nada y en el momento menos indicado, la culpa me
carcomía la materia gris y me impacientaba el no tenerlo junto a mí sonriéndome
o tomando mi mano.
Yo: ¡Argh! Ya qué más da (murmuré
armándome de valor).
Tomé sus cigarrillos, el
encendedor y las llaves del auto. Salí sintiendo el húmedo frío propio de las
costas del Pacífico y me puse junto a Bill mirando de reojo su cara. Seguía tan
inexpresivo como cuando abandonamos el estacionamiento, sumergido en su propio
mar de pensamientos privados. Le ofrecí un cigarrillo y el encendedor, sin
embargo negó con la cabeza y los dejé en el parabrisas a falta de un abrigo con
bolsillos. Me puse frente a él y subí su rostro esbozando la mejor sonrisa que
podía brindarle en esos momentos.
Yo: No es tu culpa, Bill.
Simplemente fue un descuido dejarme atrapar por él.
Me observó atento y sus ojos
brillaron reflejándome en ellos con la poca luz. No, no estaba llorando,
simplemente parecía afectarle demasiado lo que le dije. Repentinamente tomó mi
cintura y me abrazó fuertemente apoyando su cabeza en mi pecho, y dejándome
totalmente estática en sus brazos. Sentía su respiración profunda y suave, sus
labios quietos y sus pestañas inquietas. Me relajé lentamente al comprender que
era su forma de expresar su pena, y acaricié su cabello y su espalda. No sé
cuánto tiempo estuvimos así en nuestra burbuja sin importarnos el frío
ambiental o que nos vieran, yo sólo quería que Bill estuviera bien y no
sufriera por mi culpa.
Bill: No quiero ir a casa
(murmuró suspirando).
Yo: Está bien.
Esta vez, conduje yo a mi
departamento. Quizás no quería escuchar las risas de los chicos y dar
explicaciones por su humor, por lo que acepté llevarlo conmigo. Estacioné su
auto en el espacio de visitas y me siguió al ascensor tomando mi mano, y cuando
llegamos a mi piso me soltó para dejarme buscar las llaves. Lo dejé adentrarse
en mi departamento mientras recogía la correspondencia y dejaba mis cosas en el
sofá. Parecía un fantasma ausente y expectante desde el ventanal de a sala de
estar. Tomé su mano despejándolo de sus pensamientos, y lo guié hasta mi
cuarto. Encendí las luces y cerré las cortinas para tener más intimidad.
Bill: Puedo dormir en el sofá
(murmuró apenado y cohibido mirando a su alrededor).
Yo: Jamás lo permitiría (sonreí
depositando un beso en su nariz).
Quité su casaca de cuero de sus
hombros, su camiseta ajustada y sus anillos y accesorios. Estaba dócil y no
ponía resistencia al desvestirlo, sino que simplemente observaba mis manos
calmadas y mi rostro tranquilo. Desabroché su cinturón conteniendo las ganas de
besar su pecho, morderlo y saborearlo hasta dejar marcas en él porque ésta
noche no lo haríamos, no estando Bill así de triste o conmocionado.
Bill: Duermo con sudadera
(murmuró sacándose los zapatos y calcetines).
Yo: No creo que te queden bien
las mías (sonreí imaginándolo con mi ropa puesta), y no creo que para ti sea un
problema dormir sólo en bóxers.
Bill: No. No lo es.
Se quitó los pantalones mientras
yo me desvestía y me ponía mi pijama. Corrí las sábanas y frazadas e ingresé a
baño a lavar mi rostro deshaciéndome del maquillaje y cepillar mis dientes. A
penas salí del baño, lo observé sentado a los pies de la cama observando a su
alrededor, ¡Dios! Se veía tan adorable… ¡era como un niño!
Yo: Si quieres puedes usar mi
cepillo de dientes (dije sacándolo de su ensimismamiento).
Bill: Gracias… por todo.
Sólo sonreía guiñándole un ojo
para que se relajara a lo que él contestó con intento de sonrisa torcida. Me
recosté y apagué las luces cuando se dirigió al baño. Se sentía tan extraño
tener a Bill por esta noche en mi departamento y en mi cama, que parecía un
sueño. Pero por otra parte, me carcomía saber qué pasaba por su mente para
decirle o hacer algo que lo dejara más tranquilo y contento. No sentía
cansancio, ni sueño, ni nada que implicara dormir siendo casi las 4 a.m. hasta
que sentí que la cama se hundía a mi lado y él expulsaba un suspiro. Me cambié
de lado enfrentándolo cara a cara en la oscuridad de mi cuarto, inhalé su
exhalación y su aroma, y ya sin aguantarme las ganas de tocarlo, busqué su mano
entre las sábanas y la dejé entre las mías.
Bill: Sufriste tanto, (name). Que
me da impotencia el no poder arreglar tu situación (murmuró sintiendo la menta
de su boca), quisiera que te realizaras como madre sin tener que adoptar, que
vivieras lo que mi madre vivió al tenernos a ambos, y… me da demasiada rabia lo
que te hizo ese hombre. Quiero retroceder el tiempo y no haberte dejado ir, o
inventar alguna cosa para que no te alejaras de mi lado y así ese tipo no te
habría hecho nada. Sé que estás bien ahora y que no me involucra en lo
absoluto… pero siento que desde que leí tu diario todo lo que te pasa me
importa porque es como si lo que te hicieron me lo hacían a mí.
Ahora lo entiendo todo. Estaba
enojado con él mismo por no detenerme en Navidad y evitar todo lo que conllevó
aquella misión, incluyendo nuestra abrupta separación tras enterarse de lo que
era. Tal vez quiso evitar a Tom para no descargarse con quien lo conoce desde
antes de nacer.
Lección número cuatro: Bill siempre
se preocupa por los suyos.
Me acerqué a él ya más tranquila
y feliz enredando nuestras piernas y acurrucándome a su pecho tibio y protector
para aspirar su olor embriagante y seductor tan propio de él. Deposité un beso
en donde debía estar el tatuaje más reciente ya que no veía nada con la
oscuridad absoluta de mi habitación. Él, rodeó mi cintura con su brazo derecho
y entrelazó nuestras manos con la otra, juntando aún más nuestros cuerpos. Me
sentía protegida en nuestro nidito de amor entre telas, me sentía en el
mismísimo Edén junto a su figura. Acarició mi cabello impregnando su dulce
respiración en él y yo besé su barbilla áspera.
Yo: Todo pasa por algo, Bill.
Bill: (Besó mi frente y siguió
desenredando mi pelo con sus dedos otorgándome el mejor somnífero del mundo) Lo
sé. Simplemente me habría gustado verte con una adorable panza o con una niña
parecida a ti corriendo por todas partes.
Yo: Oh… ¿Quieres…?
Bill: En unos años más, (name).
Somos demasiado jóvenes como para enfrentarnos a la paternidad.
Yo: Lo entiendo.
Bill: Y si no puedes, tenemos la
instancia de adoptar ¿vale?
Yo: Ok.
Bill: Deberías verle el lado
positivo al ser infértil.
Yo: ¿Tiene uno?
Bill: Por supuesto.
Yo: ¡Vaya! ¿y cuál es?
Bill: (Bajó sus manos a mi
trasero y lo apretó haciendo que diera un salto de la impresión) Podemos hacer
el amor sin preservativos.
Yo: ¡Bill! (Me reí ante su locura
mordiendo su barbilla).
Bill: ¡Es enserio! No habrían riesgos
de un embarazo ni nada… sería más liberador e intenso.
Yo: Humm… lo pensaré.
Bill: Ok.
Yo: Oye.
Bill: Dime.
Yo: Te amo demasiado.
Bill: Y yo más a que a nadie en
este mundo.