Erik: Recuerda que ante cualquier
cosa, no puedes quitarte el micrófono. Te llamas Nora. Ya nos conectamos con
todas las cámaras del casino y el entorno, y en tu anillo hay un rastreador de
tu posición, tampoco te lo quites ¿ok?
Yo: Te aviso cuando lo tenga en
mis manos y…
Erik: Lo sé.
Yo: Entonces…
Erik: Cuídate. No esperes a que
vuelva a pasar (un escalofrío por mi columna bastó para detenerme un segundo).
Yo: No lo haré. No pasará nunca
más (aseguré más para mí que para él).
Sin dar lugar a respuestas, abrí
la puerta y salí con el pedido de la habitación E-115. Imité las expresiones
serenas, el caminar tan lineal y el acento típico de la gran mayoría de ellas
antes de salir de la cocina principal con el carrito lleno de platos de la
zona. Subí al sexto piso y dejé el pedido a los clientes ya hospedados. Luna de
Miel, demasiado obvio por el desorden del cuarto y el vestido blanco y pomposo
que había sobre la cama.
Yo: Disfruten su cena. Con
permiso (hice una pequeña reverencia y salí dejando lo que pidieron en ese
cuarto).
Xxx: ¡Oye! (miré a mi derecha
divisando a otras chicas con la misma
apariencia que yo. Vestidos cortos negros ceñidos al cuerpo, tacones negros, y
un pequeño delantal blanco) si, tú la pelirroja nueva. El jefe dijo que
necesitaba ayuda en el casino ¿estás disponible?
Yo: Si (era perfecto para
desarrollar el plan como se debía). En seguida voy.
Xxx: Vale. Nosotras suplantaremos
a las chicas del hotel.
No esperé a que siguieran su
camino y me dirigí al ascensor para volver al primer nivel, específicamente al
pasillo que conectaba el hotel al casino. Cuando se cerraron las puertas,
observé las vías de escape posibles tanto en el ascensor como en los pisos en
los que frenaba, con la excusa de dejar subir y bajar a la gente sin que se les
cerrara la puerta.
Erik: Dirígete a las puertas moradas del fondo tras las máquinas. Veré el
cuarto.
Aún no llegaba al primer piso
cuando Erik me envió su primera señal acorde al plan ya expuesto antes de
comenzar la misión. En el primer piso, él se encontraba con uno de los
uniformes del hotel esperando el ascensor en el cual venía, me vio y sólo
asentí antes de seguir con lo acordado; yo los distraería y vigilaría mientras
él registraba la posición de nuestro objetivo. Y en el caso de encontrarlo uno
de los dos, nos enviaríamos una señal con el rastreador.
Caminé por los pasillos fijándome
en cada cámara, que, gracias al apoyo de los hackers, estaban apagadas y los de
seguridad fueron dopados mientras los primeros se vestían con sus uniformes y
enviaban señales falsas de un supuesto control total de la seguridad del hotel.
En las paredes, podía ver fotos de la mismísima pirámide correspondiente al
casino tomada desde distintos ángulos y diferentes años. Mi mente trabajaba
demasiado rápido recordando detalles y memorizando los pasillos. Tal vez si
colapsaba, seguramente no me daría cuenta debido a la concentración.
Pasé por la entrada mostrando mi
credencial falsa a los guardias y luego de un par de vueltas y pedidos para
evitar llamar la atención, caminé entre los viciosos que gritaban, reían,
bailaban y bebían cada vez que el resultado de sus apuestas quedaba al
descubierto para tratar de calmar sus pensamientos o reordenarlos para la
próxima jugada. Di con la zona de los inscritos y VIPS con facilidad tras subir
unas escaleras que me guiaban a los juegos de billar. Uno de los mozos se me
acercó afortunadamente y me alcanzó una bandeja metálica llena de tragos que
eran para el “Señor Folks”, que casualmente era el mismo enemigo al que tenía
que robarle el huevo y/o matarlo.
Erik: No hay nada. Todo está con él.
Yo: Estoy a menos de cincuenta
metros del blanco.
Erik: Avisaré en el subterráneo, distraigo a la masa y estoy por allá.
Crucé las puertas moradas tras
(nuevamente) mostrar mi identificación falsa y entré a la segunda fase del
plan; el clímax. Todo el lugar consistía en un gran salón con tres mesas de
juegos, sofás, chimeneas, espejos, y buena música ambiental. En una de esas
mesas estaba el pobre chico que tenia la mala suerte de tener el objeto
equivocado, riéndose junto a sus amigos y socios, o lo fueran. Todos me vieron
llegar, pero al percatarse de que simplemente traía sus tragos, siguieron con
lo suyo. Como excusa para “acomodar” los tragos, los dejé sobre una mesa y a
escondidas, disimuladamente les puse a cada uno una porción casi del todo letal
de una droga que los mantendría algo ocupados por un tiempo hasta dejarlos
inconscientes, nada demasiado malo. A mis espaldas, noté cómo los tres guardias
que protegían la entrada desaparecían tras las puertas enviándome una señal no
verbal que traducida era un “vigila un rato, ya volvemos”. Debió ser Erik, por
lo que a cada uno le alcancé un exótico trago de tres colores y brindaron
ingiriéndolo todo al mismo tiempo.
Observé el lugar buscando el
óvalo multicolor hasta dar con él sobre el sofá rojo a unos diez metros de mí.
Ahora que sabía la posición, sólo me quedaba esperar junto a la entrada a que
Erik llegara y a que el “Seños Folks” y sus séquitos entraran bajo los efectos
de los polvos mágicos. Pero todo pareció complicarse al sentirme observada por
mis enemigos, a pesar de cubrir mis facciones y lunares para que no notaran
quién era realmente.
Yo: ¿Se les ofrece algo más?
(pregunté sonriente ocultando mi estado de alerta).
El chico adolescente cuyo rostro
reflejaba astucia, se acercó a mí dejando de lado a sus amigos, quienes tomaban
naturalmente de sus tragos sin notar los efectos adormecedores de la “droga de
la violación” como burdamente la llamaban en Rusia. Mi respiración era calmada,
todo mi ser lo estaba pese a ser observada con escrutinio. Lo tenía a
centímetros, y podía incrustarle en cualquier momento mis manos en su pecho
hasta hacerle perder la respiración y así noquearlo. Pero era demasiado fácil y
aburrido.
Folks: ¿Por qué aún no te
marchas?
Yo: (¡Qué modales para ser un
pendejo!) Ordenes explícitas del encargado del bar.
Folks: ¿Enserio?
Yo: Si, señor.
Folks: ¿Cómo me dijiste que te
llamabas? (empezó a dar vueltas alrededor de mi escaneándome).
Yo: No se lo dije.
Folks: Lo imaginaba… ¿y supongo
que no sabes por qué te enviaron a la boca de los leones, verdad (releyó el
nombre que pendía en mi pecho)… Nora?
Yo: ¿A qué se refiere con eso?
Folks: El tipo del bar debe
odiarme demasiado como para ponerle drogas a nuestros tragos (susurró ajeno a
lo que sucedía a sus espaldas).
¿Cómo…? Pantera mencionó que no
dejaba rastro alguno en líquidos o sólidos, que era incoloro, y no tenía olor.
Además del hecho de que era imposible que me viera ponerle aquel polvo casi
transparente a los tragos. Ya frente a mí con una expresión divertida, chistó
los dedos y noté cómo aquellos que lo acompañaban tosían, vomitaban, palidecían
y se doblaban hasta caer al piso alfombrado entre gemidos lastimeros. Empecé a
actuar antes de delatarme, retrocedí algunos pasos haciendo temblar mis
rodillas y dejé caer la bandeja platinada provocando un bullicioso estruendo en
la estancia. Puse mis manos en mi boca y abrí los ojos observando la escena
repulsiva.
Yo: ¡Dios mío!
Folks: Si, Dios tuyo.
Yo: Llamaré a los guardias y…
Folks: En una hora más morirán.
Ya no tiene importancia.
Yo: ¿Qué…? ¡Pero si son vidas,
señor! (caminé hacia la salida no sin antes recoger la bandeja con mis manos
tiritando).
Folks: ¡Que te quedes! (me gritó
dejándome petrificada al ver clavado en la puerta una pequeña punta incrustada
con un solo clic)… Mejor así, Nora.
Me giré lentamente sobre mis
talones escuchando los gemidos y arcadas incesantes de sus compañeros hasta
verlo a los ojos y observar su sonrisa maléfica. Se me hacía conocido. Sus
rasgos se me hacían familiares y su risa desquiciada me traía recuerdos
audibles, ¿pero de dónde? No lo recuerdo… en su mano izquierda descansaba una cerbatana
indígena, un instrumento de caza usada por antiguos pueblos y que disparaba…
veneno. O lo que se deseaba suministrar.
Yo: ¿Qué pretende?
Folks: El primero fue de prueba y
estaba vacío, por lo que tuviste suerte de no sentir el pinchazo.
Yo: ¿¡Me quiere matar!? (Mis
cuerdas vocales se desequilibraron soltando un sollozo falso).
Folks: ¿Quién te envió?
Yo: Ya… ya le dije, señor. Fue el
jefe del bar.
Folks: Respuesta incorrecta.
Yo: Pero si…
Folks: Es imposible, mi
queridísima Nora. De hecho lo acabas de envenenar con esa droga.
Yo: ¡Una chica!... me dijo que
necesitaban personal en el casino y me enviaron por ser nueva ¡lo juro!
Folks: ¿Cómo era ella?
Yo: (Recordé la chica que me dijo
eso y agregué un poco a mi imaginación para no ponerla en peligro) Rubia,
lentes con marco rojo, un lunar en la frente y voz aguda… ¡No sé que más!
Folks: Humm… no me convences. Y
¿sabes? Tu rostro se me hace conocido.
Yo: Lo dudo (dije dejando las
actuaciones de lado y sonriendo).
Su sorpresa debió ser demasiada
cuando me vio acercarme a él con una seguridad que no percibió con antelación.
Debía estar a un paso de descubrirme a juzgar por su mirada pensativa en cuanto
rompí la distancia y besé su mejilla dejando marcado mis labios.
Folks: ¡Qué bueno que decidiste
mostrarte!
Yo: Tu rostro también se me hace
conocido.
Folks: Lo sé. Y también sé que te
sorprenderías si te digo a quién te
suena porque él es famoso en nuestro mundo.
Yo: Últimamente todos son famosos
(en el audífono de mi oído derecho, Erik me decía que iba en camino y que ya
distrajo a todos con una bomba de gas y una dinamita).
Folks: ¿Acaso tú no lo eres?
Yo: Unos me conocen y otros no.
Folks: (Su sonrisa desapareció
dando paso a un rostro frío, se sentía amenazado) ¿Quién te envió?
Yo: Un animal: (me carcajeé para
emputecerlo más).
Folks: ¿Y no te advirtió ese
animal que tratabas con el sucesor del famoso artista de los tatuajes llamado
por todos El Pintor?
Yo: (Eso sí que no lo sabía. No
aparecía en su historial ni datos, pero a pesar de sentir un leve escalofrío al
recordar automáticamente ese nombre y el dolor de aquella vez, una rabia
descontrolada nació en mí poniéndome a la defensiva y con ganas de matarlo) Es
algo viejo para recordar detalles minúsculos. Pero creo que estás bastante
desactualizado.
Folks: ¿Por qué?
Yo: ¿A que nadie te dijo que
murió en manos de la Invasora? (mentí, deseaba provocar su furia y lo conseguí
cuando su rostro se puso pálido y comenzó a pestañear rápido) Sí, así como lo
escuchas. ¡Ah! Y en vísperas de Navidad.
Folks: ¡Tú fuiste! (gritó
poniéndose de todos los colores posibles mientras yo me reía aún más para que
así no midiera sus actos).
Se abalanzó hacia mí a un paso de
golpearme el rostro pero mis reflejos fueron más rápidos y lo evadí al tiempo
que tomaba su brazo y lo dislocaba. Gritó pidiéndome que lo soltara y nombrando
a sus colegas para que lo ayudaran, pero ellos se estaban destripando o en las
últimas de su vida. Pero no todo podía ser ventajas sobre ventajas. No la saqué
gratis. Algo impactó contra la parte trasera de mi pierna haciéndola sangrar y
perdí un poco el equilibrio. Olvidé mantener la guardia cuando estaba cegada
por la rabia.
Folks: ¿¡Te mandaron a matarme!?
Yo: ¿Acaso importa mucho eso?
Folks: ¡Puta asesina!
Yo: Gracias por el halago.
Nuevamente se lazó a mí olvidando
su cerbatana en el piso y comenzó a asfixiarme sin mucho éxito debido a mi
control en la respiración y los rasguños que le propinaba en la espalda y el
rostro. En el momento de alejarme de él tras clavarle los dedos en los ojos,
corrí en busca del ovo tomándolo al mismo tiempo en que una de las espinas
ponzoñosas de la cerbatana rizaba mi cuello ocasionando un ligero pero doloroso
rasguño. No estaba armada, ese era el riesgo mayor de esta misión, por lo que
debía recurrir a la sobrevivencia y utilizar todo aquello que estuviera a mi
alcance.
Folks: ¿Te enviaron por eso?
(dijo haciendo una pausa a sus disparos algo fallidos para refregarse su vista
dañada y rojiza, debió ingerir un poco de esa droga en el trago ya que se
notaba más pálido) Tu jefe debe estar demasiado obsesionado con mi regalo.
Yo: Simplemente cumplo órdenes.
Folks: ¿Por qué no te retiraste
como los demás?
Yo: No te importa.
Folks: Claro que no. Es simple
curiosidad por tu actuar, Invasora.
Yo: A veces para obtener lo que quieres,
debes renunciar a muchas cosas.
Folks: ¿Renunciar a una vida
normal? Si fuera tú ya me habría ido.
Yo: ¿Por qué? ¿Para no matar a
pendejos como tú? ¿Es que no lo entiendes?... tu amadísimo tío El Pintor te
utilizaba como conejillo de indias en sus transacciones. Tú eras una fuente de
sus ingresos, lo ayudabas y él te premiaba. Como una mascota obediente. Un
títere en su juego.
Inesperadamente (porque no suele
suceder a menudo en adolescentes), rompió a llorar tirando y rompiendo todo lo
que tuviera cerca de él como un niño haciendo berrinches. Debió ser alguna
palabra que dije la que lo hizo reaccionar, y creo que fueron las últimas.
Quizás no todo era tan perfecto para él, y muchas de esas grietas se debían a
su cercanía con la mafia y los juegos de ésta. Aprovechando que se arrodillaba
a seguir llorando con amargura, tomé el huevo que descansaba desprotegido y
corrí hacia los tipos que estaban casi muertos en busca de algún arma para
defenderme. ¿Por qué Erik se demoraba tanto? ¿Qué mierda pasaba tras esta
puerta? Encontré un revólver cuya capacidad de lanzamiento desconocía debido a
que era una fabricación china y poco viable, pero él ya había dejado de llorar
y me observaba con ojos rojos y atentos a mis movimientos dejando ver su
molestia por mi aprovechamiento.
Yo: ¿Ya terminaste tu berrinche?
(sonreí de medio lado mientras veía si el arma tenía balas. Humm.. sólo una)…
Mira, no suelo ser amable porque sinceramente no va conmigo serlo. Pero
deberías ser más inteligente y buscarte una novia, postular a universidades o
practicar algún deporte.
Folks: La gente normal apesta.
Yo: ¿Y qué quieres ser entonces?
¿El cachorrito de tu primo Nikita y la burda réplica de tu tío Pintor?
Folks: ¿Cómo sabes de Nikita?
Yo: Soy la Invasora ¿recuerdas?
No me subestimes demasiado (le guiñé un ojo aún sin borrar mi sonrisa del
rostro).
Folks: ¿Y no te advirtieron que
con sentimentalismos es mejor no meterse?
Yo: ¡Ups! Demasiado tarde, pequeño
títere.
Ahora sí que había acabado con su
paciencia. Restregó sus ojos borrando todo rastro de lágrimas existentes y tras
soltar un gruñido, apuntó su cerbatana en mi dirección. Capté una punzada en mi
brazo izquierdo antes de dispararle a la pierna y divisar a Erik entrando por
la puerta, disparándole a penas vio lo
que sucedía en su columna vertebral
haciendo que Folks soltara un alarido y se desplomara en el piso retorciéndose
del dolor. No sabía qué sustancia escondían las pequeñas flechas que me lanzó,
pero a juzgar por el repentino dolor de cabeza, juraría que es algo serio.
Yo: Tardaste demasiado (le
recriminé al tiempo que abandonaba la habitación pasándole el huevo y
despegándome las huellas dactilares plásticas de mis dedos).
Erik: Tenía que planear algo para
salir sin llamar demasiado la atención, Dejé el auto a unas cuadras y los
hackers ya se fueron, vámonos.
Ocultó el “objeto de la disputa”
en un bolso que colgaba de su hombro y salimos como si nada hubiera pasado.
Pero todo era un verdadero caos en el casino principal; el fuego lo invadía
todo, la gente buscaba las salidas menos riesgosas tratando de no entrar en
pánico o morir quemados, y las maquinarias emitían gases tóxicos del plástico
quemado haciendo explosión entre ellas. Erik tomó mi mano para no perdernos
entre la nube de humo que nublaba casi completamente la visión, y avanzamos por
las escaleras hasta correr por los pasillos con vías de escape abiertas que nos
memorizamos antes de la misión. Evitamos aquellas en donde la policía y los
bomberos regresaban en busca de posibles personas atrapadas, quedando sólo la
posibilidad de subir al segundo piso del hotel por las escaleras normales.
Erik: ¿Estás bien?
Yo: ¡No! (grité haciéndome
escuchar entre el ruido de las llamas avanzando).
Pero en el segundo piso, todo se
redujo a un ventanal que daba hacia una calle sin tránsito. Erik me miró y a
juzgar por su expresión, debía tener una cara de muerte, y la verdad era que ya
no podía observar con detenimiento nada. Conocía aquellos efectos, Folks me
había administrado la misma droga de la violación que yo usé, sólo que con una
dosis menos intensa y letal. Ojo por ojo. Sentía náuseas y frío, mis rodillas
fallaban cada tanto, escalofríos me recorrían el cuerpo, y estaba sudando
helado. No había más salidas que ese
ventanal, por lo que con una sola mirada retrocedimos lo suficiente y corrimos
hacia el vidrio rompiéndolo con nuestros cuerpos. Todo fue rápido. El ruido del
vidrio trisándose, el cuerpo de Erik envolviéndome para amortiguar mi caída, el
viento sonando en nuestros oídos y un golpe en seco que debió ocasionarnos
algunas torceduras y cardenales. Podía sentir los vidrios incrustados en mi
espalda y brazos en los lugares que los brazos de Erik no pudieron cubrir, sin
embargo, la costumbre al dolor sólo me hiso soltar un quejido.
Yo: ¿Estás bien? (lentamente
levanté la mirada para verlo aún con los ojos cerrados pero sin herida alguna).
Erik: Nada que un buen
hidromasaje no pueda sanar (murmuró y me quité con cuidado de su cuerpo para
que pudiese respirar mejor) ¿y tú?
Yo: (Me apoyé de lado en la pared
contraria tratando de controlar los mareos y náuseas)… Humm… necesito ayuda…
médica.
Se acercó tratando de no forzar
tanto a su resentida espalda y examinó la mía con lo poco y nada de luz que
había a nuestro alrededor. Podía sentir el ruido característico de las sirenas
policiales y de los bomberos cerca de nosotros, prácticamente en nuestras
narices, pero nadie parecía acercarse a esta parte lateral del hotel. Mi vista
se nublaba cada vez más como efecto de la droga y escuchaba todo a un volumen extrañamente
más alto de lo normal.
Erik: Te quitaré los vidrios
ahora (murmuró rompiendo la parte trasera del ajustado vestido)… no creo que
sea necesario un hospital por ahora.
Yo: Me… drogó… Folks.
Erik: ¿Qué? ¿Cómo?
Yo: Con una cerbatana… es la
misma que usé y…
No pude seguir ya que el dolor
aumentó cuando empezó a quitar los restos de vidrio incrustado en mi espalda. El ardor era soportable pero las
náuseas aumentaban cada vez más, produciéndome leves arcadas que me hicieron
terminar arrodillada junto a mi mentor.
Deseaba que el tiempo pasara lo
más rápido posible, dejando todo este incidente escondido en el pasado. Deseaba
estar en los brazos de Bill siendo arrullada por su suave voz. Deseaba reírme
con mis amigos mientras paseábamos por alguna parte. Deseaba poder ver una vez
más a Pantera y entregarle mi renuncia para abrir paso a una vida normal.
...deseaba un final feliz luego de la tormenta que han sido todos estos años.
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Hallo Gurls!.... esta vez me demoré porque he llegado demasiado cansada a mi casa como para subirles un capítulo ya que en mi colegio (¡estoy a dos fuckin' meses para salir de él!) estaba en alianzas (hoy terminaron), y me inscribieron en todo lo que significara decoración, vestimentas, pinturas, etc.
Bien, no las lateo más xD
Odio este capitulo... no salió como quería pero el próximo se viene mejor.e incluso algo... tierno e.e
Trataré de ponerme a escribir lo más rápido que pueda a pesar de que mañana por la mañana me voy de viaje.
Kusses sabor al estúpido y sensual Bill Kaulitz.
Bye//Bye