Tenía la sensación de estar atrapada
en un elevador que reflejaba mi rostro en las cuatro paredes que me rodeaban,
burlándose de mi expresión como ahora mismo debía estar Pantera
haciéndolo. Y de pronto, cuando menos lo
esperas, la pequeña caja que me tiene cautiva, desciende llevando a mi corazón
hasta mi cabeza y revolviendo todo en mí.
¿Acaso no he sido siempre su
marioneta, una simple esclava de sus sueños? Y ahora, en un intento de mantener
fuera de esto a la única persona que deseo proteger de mi mundo, ésta se
encuentra cautiva bajo la mirada de quien mató a mis padres y me encerró en
este mundo de vivir para matar.
Arrastré los pies por el pasillo
en silencio, esperando ver a alguien que me hiciera olvidar los pensamientos
destructivos que venían a mi mente. La cocina estaba vacía y las habitaciones
con la puerta cerrada, ¿qué hora es? No, ya ni tiene caso la puta hora. El
sonido de unos dedos tecleando me introdujo hasta la sala del departamento,
empezando a sentirme culpable por haberme quedado dormida.
-Deberías seguir durmiendo.
Observé la taza vacía en la
mesita junto al montón de cables y computadores encendidos. Debía llevar horas
ahí a juzgar por la manera en que estiró los brazos y las piernas dedicándome
una de sus mejores sonrisas cansadas que debían ser el único remedio para
apaciguar el dolor de mi corazón.
-¿Qué hora es?
-Las cuatro y treinta de la
mañana.
-Deberías dormir, Bill. No creo
que estés acostumbrado a desvelarte tanto tiempo.
Pestañeó y me hizo un espacio
para sentarme a su lado, bebiendo un sorbo de lo que ahora juraría que es el
café más cargado que he visto en mi vida ¡puaj!
-No tengo sueño.
-¿Y has estado aquí todas estas
horas?
-Bueno, después de hacerte
dormir, hice algunas llamadas importantes y vine a observar con mayor claridad
los videos.
-¿A quién llamaste?
-Al mismo investigador privado de
hace unos días.
-Bill, no deberías…
-Le expliqué lo que sabíamos
hasta ahora, e insistió que le enviara los videos de las cámaras de seguridad. Lo hice, y dio con un detalle que no vimos debido a la infinidad de videos que
todos vieron durante estas semanas.
-Eso es peligroso, no deberías
simplemente hablar con él y…
-Pensé que ya habíamos pasado por
el punto de la confianza hace años, (name).
-No se vale, es nuestro hijo.
-Lo sé, y por ello soy capaz de
comunicarme hasta con el mismísimo demonio con tal de saber dónde está y qué
puedo hacer para salvarlo.
Besé sus labios ignorando el
sabor agridulce del café. Realmente me tranquilizaba saber que contaba con él
para esto, y que ya no había secretos
entre nosotros. Sus labios fueron nobles y suaves contra los míos, que seguían
adormilados. Me habría gustado que durase más, pero no estábamos solos en este
departamento.
-Vaya, creo que a partir de ahora
me convertiré en el próximo Rambo si obtengo más besos así.
Sonreí y él puso una mano en mi
muslo, presionándolo suavemente con una sonrisa traviesa que me habría puesto a
mil por hora si no fuera porque tenía que decirme algo.
-¿Y cuál es el detalle que no
notamos?
-El recorrido del auto.
Debió notar mi cara de tonta ante
sus palabras, porque no entendía hacia dónde quería ir. No suelo rastrear
autos, porque lo mío es un trabajo concreto y que no requiere de tanto
seguimiento. Y ahora Bill, siendo un simple cantante sin conocimientos de
inteligencia bélica, nota lo que nadie hasta ahora ha podido.
-A lo que me refiero, es a que no
rastraron en ningún momento la entrada y
salida de cada vehículo desde el día en que desapareció Alexander. Y resultó
ser que sólo uno cargó un cuerpo el día siguiente a la desaparición de Sascha.
Fue a una especie de bar, anoté la dirección en mi teléfono. Y llevaba la misma
ropa que nuestro hijo. Juraría que si no recibió una paliza por parte de
alguien, fue drogado.
-Necesito que me muestres el
video del bar o de las calles aledañas.
La pantalla del computador frente
a mí, titiló por un momento antes de volver a mostrar las imágenes de una
puerta donde dos gorilas rodeaban cada lado. No había gente, pero a juzgar por
los dos vehículos obscuros, el lugar estaba siendo vigilado.
-No parece ser un lugar de mala
muerte, pero debió haber alguien infiltrado para saber la ubicación exacta de
Alexander.
-Detén la imagen cuando aparezcan
personas.
Giré mi cabeza lo suficiente para
identificar a Gaspard detrás de nosotros completamente atento a lo que pasaba
por la pantalla. Su rostro aún estaba hinchado tras la pelea con Bill, pero
parecían haber dejado las diferencias atrás a juzgar por sus sonrisas. Volví al
video y tras adelantar unos minutos, lo detuvo ante una persona.
-Avanza.
-¿Qué buscamos? –pregunté.
-Rostros conocidos –vaya, ahora
hasta parecían estar conectados hablando al mismo tiempo. ¿De cuánto me he
perdido mientras dormía?
Lo siguiente fue un viejo de
malas pintas y barba larga que cojeaba bruscamente. Lo siguiente fue un sinfín
de personas saliendo a aso apresurado completamente amontonadas, pero no
necesité decirle a Bill que pausara el video para saber de quién se trataba.
Era funcionarios de la mafia, mis colegas de seguridad siendo liderados por uno de mis iguales.
-¿Lo conoces?
-Iván. Estambul, otoño de 1997.
Tiene una cicatriz en la mejilla derecha y un tatuaje en el cuello, un tiburón. Es zurdo y demasiado lento con el cuerpo pero rápido con el gatillo.
-Ahí está.
Efectivamente, el cuerpo que
cargaban era mi Alexander, completamente inconsciente y con las mismas ropas
con las que abandonó el departamento el día de su cumpleaños.
-¿Puedes acercarla más?
-Se verá borrosa, me advirtió.
-Lily podrá trabajar en ello.
-Ella está durmiendo –advirtió
Gaspard-, y no hay tiempo para esto.
-¿Qué necesitas?
-Saber si se opuso a su atacante
o no. Así podremos saber si fue sedado o estaba KO.
-La camisa de quien lo lleva y
las manos de los hombres estarían manchadas con sangre o tendrían las ropas
arrugadas –comentó Bill.
Vaya, sus análisis estaban para
una oda de Neruda al ritmo en que iban. ¿Realmente esta es Bill Kaulitz?
-¿Cómo lo sabes? –preguntó
Gaspard.
-He visto demasiadas peleas en mi
vida, y créeme cuando te digo que la posición corporal y la vestimenta cambian
cuando hay contraataque del oponente.
Dejarme con la boca abierta fue
poco. Había subestimado los conocimientos de Bill y me sentía fatal por ello.
Lo mejor sería concentrarnos en un plan de ataque ahora que conocíamos a
algunos involucrados.
-Ése es Dylan –dije apuntando a
uno de cabellera rubia y rasgos finos-. Fue uno de mis alumnos, y pese a que
insistió en pertenecer al equipo de inteligencia, lo reprobé al percibir su
megalomanía tras la adorable sonrisa de siempre.
-Así que éste debe ser el
cabecilla –murmuró Ulliel.
-De la operación, no del plan.
-Hablando de planes –intervino
Bill-, debemos crear uno en tiempo récord. La señal ya lleva unas 24 hora y no
podemos seguir desperdiciando más tiempo.
-Ninguna mafia está funcionando.
No será tan fácil.
-¿Ya nadie te debe favores?
-Si de favores hablamos, ustedes
encabezarían la lista con todo lo que han hecho durante estas semanas.
-Tendremos que recurrir a ellos
si no podemos ir con la policía.
-No se interesarían en Alexander,
ni si quiera lo conocen. Se negarán a colaborar por un simple adolescente en
problemas.
-¿Y si ofrecemos una recompensa?
Tom y yo tenemos una cuenta con demasiados seros para nuestra vejez, y no creo
que seas la excepción, (name).
-El dinero no les importa. Para
ellos es fácil intervenir en las cuentas bancarias. Lo que ellos buscan es…
La única respuesta, la única
salida de este laberinto parecía ser la opción más arriesgada. Si no podía
recurrir a la policía, debía ir con los de mi clase, con quienes me repudiaban
y serían capaces de matarme con una sonrisa en la cara. Es una opción suicida,
lo sé, pero debo arriesgarlo todo con tal de destruir a Pantera y recuperar
vivo a mi hijo. Me levanté poniéndome a la altura de los ojos de Gaspard, quien
sin duda sabía lo que pensaba con solo ver la decisión en mi rostro. Podía
notar su repentina palidez y la ansiedad que empezaba a apoderarse de sus
manos, retorciendo sus dedos. No quería oír las palabras, pero era nuestra
única salida.
-Contacta a los miembros
opositores de la C.T.M.I.
Washington D.C. podía quedar a
miles de kilómetros de distancia, pero sus miembros, en la mayoría, europeos y
asiáticos, preferían vivir lejos de ésta y sus corruptos planes de vigilancia.
Europa tiene demasiados rincones inexplorados donde las autoridades prefieren
no meter sus narices, y es exactamente ahí donde ellos preferían vivir.
-Ninguno te escuchará –susurró
sin salir de su estado de alerta.
-De alguna forma lo harán si les
ofrezco mi cabeza.
-¿¡DE QUÉ MIERDA HABLAS!?
Fue inevitable no pegar un salto
ante el grito a mis espaldas. Qué tonta, debí decirle a Gaspard en privado,
pero ya es muy tarde para lamentarme. Necesitaba explicarle con claridad mi
plan si no quería que le diera un ataque cardíaco a tan temprana edad. La
expresión de Ulliel era un poema, ni si quiera parecía sospechar que Bill se
enojaría con mis palabras, y ahora que lo veía transformado en el próximo Hulk
de estos tiempos, parecía realmente sorprendido con lo que veía.
-Iré a la cocina –camino como si
le quemara la planta de los pies, totalmente incómodo. ¿Qué habían hablado para
de repente evitar y respetar a Bill?
Me giré lentamente, pensando en
las palabras correctas para decirle lo que planeaba. Nunca he discutido algo
tan delicado con Bill, ni si quiera cuando descubrió lo que era. Ahora era muy
diferente, y ambos lo sabíamos.
-Bill…
-¡No es la forma de hacer las
cosas, (name), definitivamente no lo es!
-No tengo opción, es la única
forma de obtener ayuda a costa de la policía.
-Estamos hablando de mafiosos, no
de niños de infante. Pueden matarte con sólo respirar y nada te asegure que
quieran oírte… ¿por qué no ves como yo lo hago, Invasora?
-Te entiendo, Bill.
-No, no lo haces. No entiendes ni
una pizca y eso es lo que más me emputece.
-¡Es lo único que podemos hacer!
Alexander está cautivo y no sabemos si está herido con vida o simplemente bien.
Esos hombres son peligrosos, y yo no puedo contra ellos sola, ni ninguno de
nosotros. Necesitamos de esa ayuda cueste lo que cueste.
-¡No quiero volver a perderte,
(name)! Ya me cansé de esto.
-No…
-Vuelves a mí y luego te vas. Así
ha sido no sé cuántas veces y la verdad es que ya estoy aburrido de que huyas.
-No estoy huyendo.
-No, pero desaparecerás y apuesto
a que no paneas llevarme contigo al puto lugar al que planeas ir.
-¡Es peligroso!
-¡ENTIENDE QUE ESTAMOS JUNTOS EN
ESTO!
Dios, si estás escuchándome, dame
fuerzas para lidiar con esto. No puedo llevar a Bill a un lugar donde lo
primero que harán será apuntarle con una pistola y luego preguntarle quién es o
qué quiere. Me ponía enferme de solo imaginar a Bill herido por mi culpa. Si
hacía esto con él, no sabía qué podía resultar de todo, pero si lo hacía yo
sola… igualmente no tendría conocimiento alguno.
Sus brazos me envolvieron con
tanta fuerza que creí estar a un paso de dislocarme los hombros. Sentía su
preocupación incrementarse tanto como la mía, y un sentimiento de pérdida
desarrollándose en lo más profundo de nuestras almas al notar que nuestra
familia no estaba completa. Aún no habíamos disfrutado ni un solo día como la
familia de debíamos ser y eso me entristecía demasiado. No obstante, la calidad
de su cuerpo era el mejor refugio para mi alma desconsolada.
-No quiero perderte –susurró
rompiendo en mil pedazos mi corazón con esa simple confesión.
-Y yo no quiero ponerte en
peligro.
-Tú eres la que te pone en
peligro. Entiende que lo princesa en peligro eres tú, no yo.
-¿Princesa en peligro?
-Sí, y yo soy tu príncipe azul al
rescate.
-¿No estamos algo viejos para el
cuento de hadas, Bill? –sonreí y pude notar que él sonreía conmigo. Empezamos a
balancearnos lentamente como si hubiera música de fondo.
-Los cuentos de hadas son para
siempre, o eso es lo que dice Disney.
-¡No le creas a Disney! –Me
carcajeé tirando de su cabello para atrás ansiosa por ver su rostro y sus ojos
iluminando mi corazón-. Te quiero demasiado para dejarte ir, Bill.
-Y yo te amo hasta doler.
-¿Tan poco?
-Bueno, entonces más allá de las
estrellas y de la vida que me queda.
Una toz a nuestras espaldas nos
trasladó a la realidad y solté a Bill con una sonrisa inocente que hasta los santos
amarían. Era Erik junto a Rebbeca y Gaspard. Los tres llevaban una sonrisa
cómplice que delataban sus risas ante lo que acababan de ver. Sé que no me puse
roja, pero lo habría hecho si no fuera por la carcajada de Bill a mi lado.
-Bueno, supongo que como las
cosas se arreglaron ya, podemos hablar de manera civilizada y sin golpes
¿verdad?
-Deberían seguir durmiendo –dijo
Bill.
-Fue imposible no despertarse con
tantos gritos.
-¿Tom y Andrea siguen durmiendo?
-Sí. De hecho me sorprende que
sigan unidos pese a estar divorciados –dijo Gaspard desde la cocina.
-¿Unidos?
-No han peleado en absoluto, a
diferencia de ustedes.
-Vaya, eso es extraño conociendo
el carácter casi controlador de Thomas –se impresionó Bill y yo lo seguí
levantando mis cejas.
ANDREA
-Lamento que no esté Cassandra con
nosotros.
-No quiero que esté envuelta en
un tema tan delicado y arriesgar su integridad física estando acá. Por eso la
envié con mis padres.
-Gracias, Thomas. Aprecio mucho
tu labor como padre.
-Sin embargo… esa chica, Bianca,
está sola en un hotel.
-Creo que Rebbeca quería quedarse
con ella cuando amanezca.
Nos encontrábamos todos reunidos
en la casa de la Invasora por una razón que parecía unirnos más de lo
inimaginable. ¿Cómo fue que un chiquillo desaparecido ha hecho un lugar en
nuestros corazones en tan poco tiempo? No lo he visto muchas veces, pero sé que
es la viva imagen de mi mejor amiga y Bill. Alexander, es encantador y
realmente me gustaría volver a verlo.
Si bien se supone que Cassandra
está en sus días de custodia con Tom, él decidió alejarla de todo este caos
hasta que se solucionara cada problema. Realmente estaba muy apenada por la
desaparición de quien ahora es su primo, totalmente deprimida. Ella, debió ver
una faceta importante del comportamiento de Sascha, sin embargo nos dijo que
era tan impredecible que no tenía ni idea de dónde estaría el muchacho. Quizás
se siente culpable, qué sé yo, pero lo mejor que puedo hacer como su madre es
alejarla de Pantera y de todo esto.
Las personas reunidas en esta
casa, exceptuando a los Kaulitz, han matado a más de cien personas entre todos,
incluyéndome. Cada uno de nosotros cargaba con muertes, amigos y familias
destrozadas por culpa de un tirano hombre que nos controlaba como simples
marionetas. Si bien muchos pudimos encontrar la salida a tiempo de la mafia de
Pantera, (name) no pareció ver la salido al final del túnel pese a nuestros
consejos, atándose aún más si es posible al mundo más oscuro y peligroso que he
visto.
-Andrea.
Observé a Thomas, viendo con
total claridad su rostro entre la oscura habitación. Por muy increíble que
suene, por primera vez en no sé cuántos años de divorcio, hablábamos y
compartíamos de manera civilizada, como si nada hubiese pasado entre nosotros.
Me reconfortaba saber que podía tener al menos un pedacito del Tom del que me
enamoré mientras estuviera acá y Ria no apareciera marcando su territorio y haciendo
el ridículo frente a todos.
-Será mejor que nos unamos a la
fiesta –señaló la puerta con la cabeza.
Arreglé mi cabello y me puse las
botas antes de salir tras Tom. Sus dedos entrelazaron los míos y los apretaron
como si estuviera buscando un pilar donde apoyarse. Pese a los repentinos
sentimientos que afloraban desde algún lugar de mi corazón, le devolví el
apretón con completa seguridad.
-… hay demasiadas trampas en cada
pasillo. Basta con tocar algún objeto y posiblemente este explotará y se
llevará tu brazo contigo.
-¿Existe una forma de apagar el
sistema de seguridad?
-Matando a los controladores.
-¿Controladores? –preguntó Tom a
mi lado.
Bill observó nuestras manos
unidas y pareció sonreírle a su hermano, pero su gemelo ignoró esto o al menos
eso me pareció. Y Bill no fue el único, sino que todos notaron nuestra
cercanía, pero ninguno pareció querer hacer un comentario al respecto.
-Son el equipo de seguridad que
protegen a la mansión de intrusos o personas no deseadas –dijo Erik volviendo
su mirada a la ventana frente a ella, como esperando ver algo.
-¿No hay más opciones? –dijo Lily,
acariciando su panza en el sofá junto a Rebbeca.
-Es muy difícil ingresar a la
mansión sin ser vigilado por ellos.
-¿Y si los sacamos? –preguntó Bill.
Todos se giraron a él. Esperen,
¿me perdí de algo? Bill tenía unas ojeras terribles, los ojos rojos y un aspecto
que iba en contra de sus principios. Era obvio que no había dormido, y a juzgar
por la taza de café que sostenía, la cafeína era lo único que lo mantenía
despierto. Miré a Thomas, pero parecía ya haber notado la apariencia de su
hermano quitándole importancia.
-¿A qué te refieres con sacarlo? –Preguntó
Gaspard-. Si es lo que creo, créeme cuando te dijo que tienen el culo cubierto
de pegamento extra fuerte con tal de no abandonar sus puestos.
-Sí, a eso me refiero. Si se ven
forzados a abandonar sus puestos porque faltan refuerzos o algo por el estilo,
lo harán.
-¿Algún plan? –pregunté viendo
que la idea de Bill por muy alocada que fuera, parecida ser buena.
-Provocar disturbios alrededor de
la mansión. ¿Es un barrio residencial?
-Sí –asintió (name).
-Pues entonces, incendiaremos
todo a nuestro paso, pondremos bombas de ruido y humo, lanzaremos algunas
granadas y haremos todo lo posibles con tal de llamar su atención.
-Hey, está bien que tengas una
mente creativa, pero estás poniendo en riesgo muchas vidas inocentes que no
tienes la culpa de vivir junto a un puto mafioso.
-¿Propones algo mejor, Gaspard?
-No es tan fácil como crees,
Bill. Es prácticamente una fortaleza de guerra a la tenemos que ingresar y…
-Bill tiene razón –habló de
repente (name) quien se mantuvo en silencio al lado de Bill todo el tiempo-. Debemos
llamar la atención de los rastreadores, y para eso necesito de su ayuda Gaspard
y Andrea.
-Depende del plan –enfaticé alejando
mi mano de la de Tom.
-El plan se hará sobre la marcha.
-¡Eso es suicida! –se quejó.
-Si hacemos un plan, todo será demasiado
predecible para ellos. Estamos hablando de agentes de inteligencia, Ulliel –le dije.
-Vale, ¿qué quieres?
(Name) se levantó y se dirigió a
al pasillo en completo silencio, dejándonos a todos mirándonos las caras
tratando de averiguar si alguien sabía lo que ella tramaba. Volvió con una
maleta y un bolso que Bill pareció reconocer a juzgar por su expresión impresionada,
como si atara cabos. Esto me daba mala espina, y si no me equivocaba, sería de
lo más alocado posible.
-Matarán a los proveedores,
destruirán las redes de contacto que tiene Pantera Negra, incendiarán bares,
tabernas y casinos que recurran al comercio negro. Eliminen lo que sea
necesario para terminar con las redes de comunicación de Solarin, sin dejar rastros
y sus rostros al descubierto.
Suicida, completamente
arriesgado. Pero la adrenalina en mis venas, me hacía sentir ansiosa por
acción, por volver a aquellos tiempos donde destruir y patear traseros era lo
mejor. Con mi retiro, me faltaron demasiadas cosas por terminar, y de algún
modo podía recompensarlo con esto. De alguna manera, Amatista volvía a tomar su
lugar.
Lamento la tardanza, pero habían ideas que no sabía cómo unirlas en mi cabeza. Espero que les guste! ;-)
Atte. Nina