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jueves, 20 de diciembre de 2012

Capitulo 43 (Segunda Temporada)


Terminó el beso no sin antes suspirar exhalando dentro de mi boca. Realmente ese beso me había sorprendido más que cualquier otro debido a la intensidad con la que empezó. Me había dejado jadeando, con todas mis hormonas despiertas y un corazón palpitando fuerte de felicidad, y es que sólo él podía provocar todo eso en mí, esa electricidad que impedía movimientos y rechazo para con él.

Bill: Yo… no quiero que te alejes de nuevo, (name).

Yo: (Lo miré atentamente buscando un atisbo que reflejaran sus palabras) ¿Qué debo hacer para que me creas, Bill?

Bill: Simplemente quédate conmigo.

Algo me decía que esa simple petición escondía un doble sentido que tendría que descifrar con él y su cómoda compañía. Sin embargo me es difícil pensar en él y sus misterios cuando lo tenía tan cerca de mí, mirándome intensamente y con nuestras narices rozándose. Enredó mis dedos con los suyos sin despegar sus ojos de los míos, levantó nuestros brazos sobre mi cabeza y se subió sobre mí completamente obligándome a abrir las piernas para aumentar nuestra cercanía, gemí inconscientemente cuando su pecho chocó con el mío y nuestras respiraciones se agitaron lo suficiente como para chocar en nuestras bocas.

Me sentía su rehén al ser aprisionada placenteramente por su cuerpo sobre el mío. Sentía que él era el motivo por el cual me haría su propia esclava si era necesario para mantenerlo a mi lado. Cerré mis ojos esperando un beso o una caricia, daba igual lo que fuera mientras proviniera de él. Sentía mis mejillas sonrosadas y mi respiración acompasándose a la de él en un ritmo casi sincronizado y pegajoso. ¿Por qué no seguía tocándome? ¿Por qué estaba quieto sobre mí distribuyendo su peso con ayuda de sus brazos? ¿Qué pasaba? ¿Qué pensaba? Oh… de repente lo entendí… eran nuestros corazones. Estaban tan sincronizados que sus pálpitos eran realmente más fuertes de lo normal. Nuestras pulsaciones estaban iguales como… si fuésemos uno.

Bill: ¿Lo sientes? (susurró contra mi oído atentos a nuestros pulsaciones).

Yo: Si… te siento, Bill.

Abrí los ojos cuando sentí que se alejaba de mí. Aún estaba sobre mi cuerpo apoyando su peso en sus rodillas y codos para no aplastarme. Su mirada sostenía a la mía, haciéndome sentir frágil y protegida.

Quitó la sudadera que cubría su torso y… ¡Dios!  Ésta era una versión mejorada y perfecta de Bill. El deseo corría por mis venas, un deseo lujurioso que se había mantenido quieto y oculto entre mis pensamientos. Deseaba besar cada extracto de la piel de su torso, sus brazos, y su espalda contorneada por aquellos músculos bronceados gracias al sol californiano. Bill me hacía olvidar el dolor de mi cuerpo y de las heridas que aún quedaban por desinfectar… él era mi heroína. Volvió a estar a centímetros de mi rostro mezclando nuestras respiraciones y contemplándonos mutuamente, pero nuestras pulsaciones habían perdido esa coordinación de minutos atrás, porque el mío empezó a latir desbocado. Su pecho, sus brazos, su torso, estaban calientes, a una temperatura bestial contra mi casi fría piel. Bajé mis manos ahora libres de las suyas hasta su abdomen esculpido y acaricié la suave y caliente piel… era como tocar a un dios del Olimpo.

Yo: Creo que empieza a agradarme el gimnasio (murmuré más para mí que para él).

Bill: (Se rió haciendo vibrar mi cuerpo bajo el suyo y luego besó mi cuello… oh) Y yo adoraré aún más los tatuajes.

Yo: Humm… cuando te conocí… no tenías músculos.

Bill: Porque nunca tuve tanto tiempo como el que tengo ahora, (name).

Yo: Ah…

Bill: (Tomó mis manos arrastrándolas por su pecho y me observó fijamente) Me encanta que me toques porque sólo tú me pones así. Siénteme, (name). Estoy completamente a tu merced.

Yo: Bill…

Sus palabras me dejaron más anonadada que su cuerpo, ni si quiera recordaba haberlas escuchado antes. 

Él, definitivamente era increíble. Lo atraje a mi cuerpo para fusionar nuevamente nuestras bocas con incansables besos expertos que nos llevaban a un lugar que definiría como nuestro mundo. Amaba invadir la cavidad de su boca cuando él me cedía el paso tras apropiarse de la mía, nos coordinábamos tan bien que apostaría a que en otra vida nuestras bocas pasabas unidas en momentos como éste. Bajé mis manos de su cuello hasta su torso, rasguñando la piel caliente y tatuada. Me encantaba este nuevo Bill en todo su sentido posible, y amaba todo de él y su mundo. Lo escuché sisear con el paso de mis dedos por su piel y soltar un gruñido casi inaudible, su piel se erizó y finalicé mi camino apoyándome en sus fuertes brazos que rodeaban y aprisionaban mi cuerpo.

Lo miré y reconocí esa mirada oscura, penetrante y salvaje que me observaba con un hambre voraz. Yo era su presa, y él mi depredador al ataque. Su respiración se perdía en mi boca, en mi propia inhalación de oxígeno, respiraba lo de él mientras nuestros ojos se apoyaban y perdían entre ellos. Tenía hambre de su boca, sed de su piel, ambición de su cuerpo, adicción a él.

Se sentó en la cama arrastrándome con él sin despegar sus ojos de mí o efectuar pestañeo alguno. Miré las perforaciones de su labio inferior que brillaban con la luz del sol. Posé un dedo cobre ellos haciendo que temblaran levemente ante el primer contacto; eran ásperos, gruesos y cálidos. Sus perforaciones estaban frías y húmedas y…

Yo: ¡Auch! (me quejé tratando de liberar mi dedo de sus dientes perfectos)… suéltame, Bill. Suelta mi dedo, cavernícola.

Bill: Uh-Uh (negó sonriendo y mostrando a mi dedo-rehén entre sus dientes, presionó aún más y fue inevitable hacer una mueca).

Yo: ¡Ayyy! Terminaré sin dedo por tu culpa y ya estoy bastante herida como para querer más tajos, puntos y cicatrices en mi cuerpo.

Já. El cargo de consciencia nunca falla. Soltó mi dedo y besó la punta antes de dejarlo ir a su pecho, en donde mis manos se mantenían apoyadas buscando mi equilibro corporal. Me sonrió directamente con una dulzura propia de él y besé la punta de su nariz, sus manos se deslizaron lo suficiente hasta alcanzar el broche de mi sostén. Los tirantes bajaron de mis hombros y con un cuidado que me pareció infernal debido a la lentitud, sacó el corpiño de mis pechos y lo lanzó a alguna parte detrás de él. Me sonrojé como acto reflejo, sentía mis mejillas arder y un leve cosquilleo en el cuello ante su mirada atenta y abrazadora.

Nos observamos por un buen rato, como queriendo conocernos de nuevo y no olvidar los detalles del otro. Delineé cada dibujo del tatuaje de su pecho como una niña curiosa. “See you in outer space”, pareció ser una frase más interesante que antes y supuse que su significado era más que profundo.

Bill: Me lo hice hace unos días atrás, Tom también tiene el mismo (murmuró y sentí su mirada fija en la mía).

Yo: Como la hora de nacimiento de ambos (comenté viendo la pirámide como algo más que un signo ancestral y divino).

Bill: Nacimos juntos, moriremos juntos. Y en nuestra próxima reencarnación, estaremos unidos… Eso significa.

Yo: Oh…

Bill: No creí que él podría regresarte a mí por mucho que lo intentara, (name). Realmente no le tuve la suficiente fe.

Yo: Bill…

No me dejó decir más y volvió con insistencia a mis labios. Algo debió pasar por su mente, algo sofocante y angustioso que hizo que sus besos fuesen más desesperados e impacientes, con un ritmo agitado y poco dispuesto a dejarme ir. Pero no duró mucho ya que a medida que prácticamente me comía la boca, sus manos se deslizaron suavemente de mis caderas a mis pechos, acariciándolos y masajeándolo. Gemí dentro del beso. ¿Hace cuánto que no gemía de puro placer? Ya ni lo sabía o no planeaba recordarlo. Corriente eléctricas corrieron por mi cuerpo de punta a punta, mis ojos se mantuvieron en todo momento cerrados incapaces de reaccionar de otra forma ante el placer y las nuevas oleadas de calor emergiendo de mi interior.
Mis manos se deslizaron sólo tanteando su piel caliente hasta el borde de sus pantalones. Memorizaron sus músculos, y recorrieron sus tatuajes que no veía pero sentía. Su boca liberó a la mía tras un sonido gracioso y fue a por mí cuello mordiendo, besando y saboreando mí piel a un ritmo espantosamente lento que me  obligaba a calmar y bajar las revoluciones. Sus manos se movieron sobre las mías en sus caderas y tiraron tanto del pantalón como de sus bóxers presionando mis dedos en su piel. Tomando consciencia de mi cuerpo y mi vista, observé cómo  mis manos apresadas entre las suyas, deslizaban la tela que cubría su virilidad y piernas hasta acabar en el piso junto a la cama. Me sentí una intrusa observando como acto reflejo su zona íntima y tras sonrojarme enormemente, apoyé mi frente en su hombro cerrando los ojos y sintiéndome rodeada por los brazos de Bill. Sentí su suave risa ¡Se reía de mí! Bueno, cualquiera lo haría si viera mi  reacción tan pubertina al ver su desnudez.

Bill: ¡Hey! (susurró besando suavemente mi oído con una ternura única), no es la primera vez que estamos en éstas condiciones, (name).

Yo: L-lo siento… yo… (Mierda, ojalá me tragaran sus suaves sábanas blancas).

Bill: No te disculpes, (name). Sabes que soy tuyo y de nadie más. Te pertenezco hasta el resto de mis días.

Quizás eso necesitaba escuchar de su boca, porque tras sus palabras, me armé de valor y me dirigí a por sus labios dejando en el olvido el rosado de mis mejillas. No dijimos nada más, las palabras sobraban luego de que él me asegurase que es mío. Si, es mío y de nadie más y siempre lo será. Me recostó bajo él con las almohadas sobre mi cabeza, dejé mis manos descansando en sus brazos y sentí cómo su miembro erecto rozaba mi muslo izquierdo lo suficientemente cerca de mi ingle. Mordió mis labios ya hinchados de tantos besos, y reconquistó cada rincón de mi boca con su lengua escurridiza y experta que me hacía incluso perder el aire. Deslizó su boca hasta mi cuello chupando y besando cada punto, haciéndome gemir más fuerte de lo que ya hacía, bajó hasta ir a uno de mis pechos y enredar su lengua en mi pezón mientras pellizcaba el otro. Como acto reflejo, mis manos acariciaron su cabello y así mi columna se arqueó buscando de su boca en mi piel sensible e inundada de lujuria. Gemí aún más alto cuando sus dientes mordieron mi pezón izquierdo con una intensidad demasiado placentera y el pulgar e índice de su mano pellizcaba el otro tirando del otro hasta hacerme perder la razón. Temí morir entre jadeos y gemidos, sentía a mi corazón latir desbocado luchando por salir de mi cuerpo frente a tan incontenible placer. Sus manos se escurrieron hasta el borde de mis calzones y su boca nuevamente buscó el contacto íntimo con la mía. Mis manos se aferraron a las sábanas sujetando un puñado de tela en cada una yél desprendió mi última prenda, dejándome expuesta a él y su mirada profunda.

Se separó de mí en busca de… oh, un reservativo en su mesa de noche. ¿Y si le mencionaba que ya no podía tener hijos? No, prefiero no congelar este hermoso momento entre nosotros. Rompió su envoltorio con los dientes haciendo una mueca chistosa al escupir el aluminio de su boca y bajo mi mirada atenta y curiosa, deslizó el condón transparente por su miembro como todo un profesional en el tema. Acarició mi mejilla y depositó un beso en mis párpados dedicándome una mirada en donde sólo existía yo.

Bill: Necesito que me digas si estás bien o no ¿ok?

Sólo asentí al no encontrar mi propia voz entre mis cuerdas vocales. Abrí mis piernas recibiendo a su cuerpo entre ellas y me observó fijamente mientras se introducía en mí cuidadosamente. Oh… ¡dolía como la primera vez! Un dolor incontenible en donde sientes cómo algo se rompe en tu interior abriendo sus pliegues en su máxima extensión. Algo había cambiado, algo era diferente a las otras ocasiones o encuentros sexuales. Sentía agujas en mi interior, luchando por mantener todo unido y… ¡Ah! Era terrible. Me sentía tensa, mis nudillos debían estar blancos con todo lo que mis dedos presionaron de las sábanas blancas, y mis oídos se mojaron levemente con las lágrimas saladas que salían de mi rostro. ¡Mierda! ¡No entendía qué pasaba en mi interior!

Bill: Debías avisarme (murmuró y me obligué a abrir los ojos y ver su rostro a centímetros del mío).

Yo: Algo… cambió (susurré tratando de calmar la conmoción de mi cuerpo).

Bill: ¿Qué… quieres decir?

Yo: Me dolió, Bill… más que una… primera vez.

Bill: ¿Qué…? Entonces, es mejor que nos detengamos… por tu bien.

Yo: No. Estoy bien, Bill… y siempre lo estaré contigo.

Bill: ¿Estás… segura?

Yo: Más que nunca.

Terminó de introducirse en mí observándome atentamente ante nuevas lágrimas, muecas o gemidos del dolor, por lo que me obligué a controlar lo que sentía y relajarme ante este nuevo placer que parecía llevarse al dolor o simplemente predominar por sobre éste. Cuando ya había entrado por quinta vez en mi interior, lo único que salía de mi boca eran gemidos y suspiros entrecortados, mientras mis caderas se levantaban e iban al encuentro de la siguiente penetración y así recibirlo gustosa a un ritmo pausado y exquisito. ¿Cómo pude pasar todo un año sin Bill? ¿Acaso mi cuerpo había olvidado esta sensación tan sanadora y gratificante con él? Estar unida a Bill, era como ganarse un pedazo de cuelo más para mi muerte, como absolverse de un pecado o una mancha de sangre correspondiente a una muerte, como estar en una esfera irrompible en donde el mundo y sus problemas no pueden entrar ni ser escuchados por nosotros.

Tanto él como yo, tratábamos de acallar nuestros gemidos con besos debido al aumento del ritmo de cada impulso.  Lo que empezó como algo dulce y delicado se transformó en una necesidad y una adicción por el placer. No sé cuántas veces rasguñé su espalda en busca de un contacto más carnal que lo hizo gruñir y sisear junto a mi oído hasta que apresó mis manos con la suya sobre mi cabeza y puso la otra bajo mi espalda acercándome cada vez más a él. Abría mis piernas y las entrelazaba a las suyas poco dispuesta a terminar con su sube y baja incansable. Necesitaba tocar su vientre, músculos y brazos, pero al tener mis manos prisioneras en las suyas, aquella llama en mi interior parecía arder con aún más fuerza haciéndome gemir como una loca.

De un momento a otro, me liberó y sostuvo mis caderas presionándolas con las de él con fuerza, y mis manos se deslizaron por sus sábanas hasta sujetarlas y arrugarlas con fuerza. Algo en mí se arremolinaba y crecía con cada penetración profunda, me nublaba los sentidos y amenazaba con explotar si no lo controlaba. Abrí los ojos y vi los de Bill cerrados y tensos. Mis músculos se tensaban y una sensación exquisita nublaba mi mente embriagándola de sensaciones inexplicables en donde ninguna palabra podía describir cuán gratificante era.

Yo: Bill… ya… me… ¡Ah!

Bill: Yo… también.

Yo me vine primero que él, y debo reconocer que fue uno de los orgasmos más profundos y electrizantes que he tenido en mi vida. Fue como una corriente que recorrió mil veces mi cuerpo con una intensidad divina, mi mente se mantuvo quieta y no divisé nada. Añoraba estos momentos en donde me sentía en la cima de la torre de Babel y tocaba el cielo con mis propias manos. Y cuando aterricé de vuelta a la habitación, Bill se desplomaba a mi lado con sus párpados cerrados y su respiración entrecortada, ni si quiera noté cuando salió de mi interior para estar más cómodos.

A pesar de que mis ojos estaban a punto de cerrarse, no podían despegarse del hombre que descansaba a mi lado. Su imagen era sublime, como un príncipe, un rey o un faraón.  Tenía el rostro perlado de sudor y todos sus cabellos desordenados y húmedos. Nunca me había dado el tiempo de observar detalladamente a Bill post coito, y ahora que me fijaba en cada detalle de su rostro, veía que era una de las imágenes más adorables que he visto. Abrió los ojos y se quitó el condón para dejarlo a un lado en el frío piso, luego me observó de pies a cabeza y sonrió complacido.

Cerré mis ojos. Mi cuerpo me pesaba y debía ser por la falta de práctica en este ejercicio placentero. Podía sentir una suave brisa de viento chocar con mi piel salada, como queriendo refrescarme y hacer que me relajara. Sentí cómo Bill me cubría con una especie de sábana delgada y suave, y cómo depositaba un beso en mi frente antes de ponerme sobre su pecho boca abajo. Yo, me concentraba en relajarme ya que no quería dormir sabiendo que Bill se encontraba conmigo. Su pecho era suave y tibio como una almohada y sus manos eran mejor que un carísimo masaje oriental. Sabía que estaba delineando el tatuaje, corriendo los mechones que se interponían en su camino con delicadeza.

Bill: ¿Qué significa el tatuaje? (murmuró con su voz ronca y su respiración calmada).

Yo: Creo que es un simple resumen de mi vida.

Bill: ¿Crees?

Yo: (Enredé mis piernas con las suyas y levanté mi cabeza para observarlo mirándome atentamente con una ceja alzada) Su significado puede variar con el tiempo.

Bill: ¿Y por qué te lo hiciste?

Yo: Fueron dos motivos. El primero se debe a mi curiosidad por saber qué sentiste al ser tatuado.

Bill: Pero nunca me lo preguntaste (pestañeó algo pasmado con mi sincera respuesta).

Yo: No es lo mismo que te lo cuenten a que lo vivas (dije guiñándole un ojo).

Bill: Ok. ¿Y el segundo?

Yo: Hm… Necesitaba marcar una etapa en mi vida.

Bill: El corazón trisado eres… tú.

Yo: Ajá.

Bill: Los pétalos son… ¿lo que has vivido?

Yo: Sip.

Bill: ¿Y la frase?

Yo: Lo que me alentó a vivir todos estos años.

Silencio. Nuevamente silencio. Pero uno cómodo y lejano a lo tenso de otros. Recordé aquel momento en el que lo conocí en las Maldivas y lo mucho que ha cambiado mi vida desde el segundo en donde se presentó ante mí. Si no fuera por él, seguramente seguiría siendo maquiavélica en mis misiones, sin importarme que me pidieran clemencia o que la policía me encontrara en el acto. A pesar de que seguía teniendo misiones, trataba de no ensuciar demasiado mis manos ni jugar con mi vida, y esto lo hacía por él y por esa “normalidad” que tanto anhelaba.

Yo: ¿Bill?

Bill: Que.

Yo: Hay algo que… no te dije.

Bill: ¿Es malo o bueno?

Yo: (Lo miré nuevamente y él seguía acariciando mi espalda) No sé.

Bill: Simplemente dilo y veremos.

Yo: Dentro de todas las cosas que me hizo el Pintor, hubo un momento en donde me di por vencida ya que era demasiado dolor y yo ya no lo podía soportar. Pensé que así moriría una asesina, en manos de alguien igual o peor que yo. Pensé en ti, en  que no debí mentirte y en que me equivoqué al enamorarme. Y dentro de todo eso, te divisé junto al mural viendo cómo el Pintor me hacía daño. Te pedí perdón y… ya no recuerdo más.

Su mano había parado de jugar en mi espalda y sus ojos me miraban fijamente, atentos a mí. Esperé lo suficiente para que procesara la información que le daba. Esto era nuevo; yo en su cama, sobre él y sin mentiras de por medio ni culpabilidad. Su rostro cambió a una sonrisa brillante y hermosa, capaz de conquistar a cualquier ser en este mundo y de dejarme embobada de por vida.

Bill: Ich liebe dich, Invasora.

Sí. Ahora sí que podía morir en paz.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Segundo Adelanto de la Tercera Temporada


-…quizás intentaría convencerte por otros métodos… como tú constantemente haces.

-Bien, haré lo que tú dices, ma. ¿Qué provocó tu repentina descompensación? –vale, mis impulsos y mi repentina rabia hacia su silencio afloraron. Ella simplemente se paró del piso y se acercó a mi lado para lavar sus dientes.

-Ya te lo…

-Sí, lo dijiste dando explicaciones que ni tú misma crees. Al grano mamá.

-Sascha, por favor para –murmuró antes de introducir en su boca el cepillo dental con pasta de menta.

-Bien, optaré por la segunda vía. ¿Tiene algo que ver con alguien a quien tú conoces?

Silencio. Su cuerpo rígido. Sus ojos esquivando los míos mirando su propio reflejo en el espejo frente a ella. Y yo aún esperando por una respuesta.

-¿Cercano o lejano? ¿Amigo, conocido, pariente, enemigo o compañero?

Negó con su cabeza. ¿Qué era entonces? Comenzó amover el cepillo dentro de su boca limpiando sus dientes y yo comencé a impacientarme un poco tratando de contener el repentino impulso de gritarle cosas.

-Optaré por la tercera vía. ¿Conoces a alguien llamado Tom?

Me miró señalándome que esperara un poco mientras cepillaba con rapidez sus dientes. Tras unos segundos después expulsó la pasta hecha espuma y enjuagó su boca con suficiente agua. La secó y me miró, ahí fue cuando supe que ella esta tan enojada como yo.

-Sí. Conozco a alguien llamado Tom. Fue un amigo que no veo desde hace mucho tiempo y que prefiero no ver debido a lo mal que terminaron las cosas la última vez que lo vi. No sigas escarbando en el pasado, Alexander. No ahora ni mucho menos cuando estoy preparándome para una misión –dijo con voz ronca y severa. Sus ojos fríos daban por finalizada mi insistencia a saber más, y de repente mamá se veía como alguien a que ha vivido demasiados años, lo suficiente como para querer descansar.

-¿Tanto te cuesta mencionar cosas en tu vida? Tú conoces la mía más que a nadie en el mundo. Sin embargo es como si yo no tuviera derecho a entrometerme en la tuya… ¡y no sabes cuán frustrante es!

-¡Me frustra más saber que cometí un grave error trayéndonos a Alemania! –Confesó elevando su tono de voz y casi juntando sus cejas-. Te estoy exponiendo a demasiados peligros, a demasiadas cosas que no deberías saber porque no te incumben y creo que estás pasando tus límites, jovencito.

-¿¡Que no me incumben!?... te he visto llorar, tener ataques impulsivos de neurosis, pelear, gritar, reír… ¿y no me incumbe? ¡En qué mundo vives!

-Te digo cosas sobre tu padre tratando de no exponerte al sufrimiento. Te digo que no te unas a la mafia para que no te conviertas en un vil asesino. Te digo que no me presiones y tú… ya no me haces caso en nada, Alexander. Trato de mantenerte a salvo de mi vida y de la de tu padre, porque sí, tu padre está en algún puto lugar de Alemania y no deseo saber nada más de él ni que él sepa de ti.


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Hallo Gurls!... esta vez me disculparé por adelantado ya que subiré un cap. después del 4 de diciembre. Durante estos días estaré estudiando y preparándome para mi P.S.U. (prueba solicitud académica) y no tendré ni tiempo para terminar el capitulo que tanto desean.

Por eso, he decidido subirles un adelanto que la mantenga entretenidas en el fic durante mi ausencia. Sé que no es largo, pero no puedo adelantarles más ;)

Kusses sabor a Tokio Hotel. 


Bye//Bye

domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 42 (Segunda Temporada)


Ibuprofeno, reflexan 5, paracetamol, aspirinas, panadol, diazepam, alcohol desnaturalizado, agua desmineralizada, vendas, gasa, povidona yodada, hilo quirúrgico y su aguja, desinfectantes…


Cambia los vendajes cada 5-6 horas y limpia las heridas con alcohol o agua.
Ibuprofeno: Fiebre.
Reflexan 5: Relajante muscular.
Panadol-paracetamol: Dolores musculares y cabeza.
Aspirinas: Dolores musculares.
Diazepam: Sedante, la hará dormir.
El hilo y la aguja es por si un punto se suelta…
Cuídala por favor.
   Andy”



Jamás había curado una herida que fuera profunda y necesitara vendajes, ni mucho menos cuidar de alguien que no fuera mi propio hermano gemelo. Sin embargo ahora… todo parecía irreal, incluso mi repentina calma al acercarme a ella y saber que respira y se mueve. No se movía nada más que su pecho, sus brazos estaban extendidos uno fuera de la cama y el otro sobre su cabeza, sus pestañas creaban una suave sombra bajos sus ojos, y su boca entreabierta tentaba a la mía a provocarla y humedecerla lo suficiente como para que recuperaran su brillo natural. Sin embargo, por muchos deseos que tuviese de despertarla, consideré que lo mejor sería dejarla dormir debido al desconocimiento de su ajetreada misión.

Pero tras observarla por unos minutos se removió inquieta, gimiendo como si algo le molestara y retorciéndose entre la manta que cubría su cuerpo. Sus mejillas rosadas reflejaban lágrimas y su frente escarchada por el sudor se arrugaba brevemente. ¿La despierto o no? ¡Argh! Me senté a su lado sacudiendo sus hombros mientras pronunciaba su nombre. Al principio no reaccionaba a mi voz y luchaba por zafarse de mis manos como si quemaran su piel, pero luego abrió sus ojos enormemente con el miedo propio de una niña al perderse del refugio de sus padres. ¿Qué cosas habrá soñado para despertar tan mal? ¿Qué la inquietaba para tener pesadillas?

Yo: (Name)… fue sólo un sueño (susurré limpiando con mis nudillos las lágrimas de sus mejillas).

Pero ella estaba quieta, observándome con el temor en sus ojos, una expresión de alerta y pánico. Rocé su cuello para despejar sus cabellos del rostro, y a pesar de m propio control corporal, fue imposible no impresionarme al notar su pulso descabelladamente agitado. Ella jadeaba, pero no de dolor, ni ahogo, sino de terror.

Yo: Oye, soy Bill. Tú Bill, (name).

Se sentó en la cama evitando mi contacto y su vista empezó a revolotear por el cuarto buscando algo. ¿Estaba consciente? ¿Me reconocía? ¿Y de ser así, qué iba mal? Tras verificar que no estaba lo que ella quería o buscaba, empalideció y me miró como una niña en peligro. Tomé su mano ¡estaba fría y tiritaba nerviosamente!... y en lo que duró menos de un segundo la retiró de mis manos poniéndose de pie sin importarle estar sólo en ropa interior.

Yo: (Name), qué…

Name: No te acerques (murmuró ronca y jadeante retrocediendo)… yo… no te quiero lastimar.

Yo: (¿Lastimarme? ¡Ella nunca lo haría!) No lo harás, porque nos queremos (name). Dime qué necesitas y…

Name: Membrillo. Un membrillo (susurró).

Abandonó la habitación casi corriendo y sólo escuché sus pasos en la escalera. ¿Membrillo? ¿Eso necesitaba? ¿Pero si minutos antes estaba asustada! ¿Cómo puede despertar de su trance y querer un membrillo? Algo va mal con ella, y creo saber que ningún remedio que me dejó Andrea podrá solucionarlo. Tomé la manta que la cubría y bajé las escaleras atento al repentino silencio en la primera planta. Un leve ruido de una mascada me hizo saber que estaba en la cocina en donde hace un rato atrás estaba yo sin saber de su llegada. Frente al ventanal sus ojos ya no eran salvajes, sus manos no se movían casi frenéticamente y su palidez daba paso nuevamente a unos tonos rosáceos suaves en sus mejillas. La vi mascar el membrillo afirmándolo con ambas manos y masticar a un ritmo pausado unas ocho veces antes de ir por la siguiente hasta acabar con el fruto. La observé desde la puerta para no alterar nuevamente su sistema nervioso o sus pensamientos, pero cuando me vio mirarla, parecía avergonzada y un rubor más intenso y adorable adornó su rostro y cuello. Botó en la basura el corazón del membrillo y lavó su rostro y manos para luego secarlas con un paño de cocina.

Yo: ¿Estás bien? (murmuré suavemente para que no me tuviera miedo).

Name: Yo… lo siento tanto, Bill (dijo aún avergonzada mirando sus dedos y retorciéndolos unos con otros).

Yo: (Si, ahora estaba en su sano juicio) No debes disculparte, simplemente explícame qué salió mal, por qué reaccionaste así.

Ahora frente  a frente, ya que ambos terminamos acercándonos hasta quedar junto a la mesa, podíamos ver el alma del otro sólo con mirar nuestros ojos. Puse un mechón de pelo en su oreja y cubrí su cuerpo con la manta para no dejarla completamente desnuda expuesta al frío y a un posible resfriado. Inesperadamente, (name), la Invasora, se acurrucó en mi pecho sintiendo su respiración chocar en mi pecho. Oh… no esperaba verla así de afectada por algo, desde que la conozco ha sido fuerte y jamás he visto tanto miedo reflejado en sus ojos. La envolví en mis brazos depositando un beso en su cabello y acariciándolo, casi acunada contra mí, queriendo protegerlo de todo aquello que ella temiera.

Name: Ayer yo… olvidé tomar mis pastillas para la neurosis (murmuró ya más tranquila pero ocultando su rostro en mi cuello).

Yo: No eres una alarma viviente como para recordarlo siempre.

Name: Suelo serlo, Bill. Pero… los efectos de la droga debieron incrementar las consecuencias de no tomarlas.

Yo: ¿Consumiste droga, (name)?

Name: No, me la inyectaron con una cerbatana.

Nos sentamos frente a frente en las sillas a nuestro lado y me relató lo que pasó en su misión de ayer detalladamente. El tipo, era un pendejo chiflado que era sobrino del tipo que… bueno, del Pintor. Deseosos de poder, presumía su ovo de diamantes en cada apuesta trampeando para ganar y quedarse con lo suyo y lo de los demás. (Name) le quiso administrar la misma droga pero él se dio cuenta y sólo acabó con sus guardias y colegas, así que en venganza, sacó una cerbatana y le inyectó una desequilibrada dosis casera de la misma droga que (name) usó. Le disparó en defensa en la pierna y luego Erik remató apareciendo y disparándole en la espalda. Después, huyeron en un incendio con el objeto en mano y saltaron de un segundo piso antes de regresar hasta acá.

Yo: ¿Y el membrillo que mono pinta? (dije tranquilamente para que se relajara de mi reacción desaprobatoria tras saltar de un segundo piso y enterrarse algunos vidrios).

Name: Calma la ansiedad. Mi ansiedad de correr, huir y encerrarme. Generalmente los drogadictos lo comen, pero… produce el mismo efecto en mí.

Yo: ¿Y dónde están las pastillas?

Name: En mi departamento.

Yo: Después iré a buscarlas.

Name: Oh… ok, gracias.

Yo: ¿Qué hay de… tu pesadilla?

Sus músculos se tensaron y su pecho paró de moverse por un momento. ¿Tan malo fue? Tomé su mano y decidí que ya era tiempo de volver a mi cuarto y limpiar nuevamente las heridas. Al menos alcancé a ordenar mi cama tras despertar por culpa de David. La dejé sentada en mi cama observándome con ojos curiosos y después de unos segundo, volví con las cosas que Andy dejó en la mesa de noche de Tom.

Yo: Hagamos un trato. Mientras tú me cuentas lo de tu sueño, yo limpio tus heridas ¿vale?

Name: ¿Qué obtengo yo a cambio? (sonrió divertida al verme sentado en el suelo frente a ella).

Yo: Mmm… un desayuno preparado por mí y unas heridas limpias de posibles bacterias.

Name: (Se rió ante mi ocurrencia y sonrió en mi dirección) Ok. Acepto tu trato.

Yo: Será la primera vez que haré de enfermero.

Name: Jumm… un enfermero rubio, alemán y que canta. Esto hay que verlo.

Yo: Lo verás cuando termine de curarte completamente.

Name: Tus fanáticas pagarían porradas de euros y dólares por verte en estas tendencias.

Yo: Soy exclusivo, nena. No cualquiera puede apreciar mis facetas ;)

Name: Entonces debo ser muy afortunada, Sr. Kaulitz.

Yo: Por supuesto que lo es, Sra. (tu apellido).

No. Yo era el afortunado de tener frente a mí, a un respiro de distancia a la Invasora. Sólo mía.



NARRAS TÚ

¿Qué era lo que me ponía nerviosa frente a Bill? No era la primera vez que me veía casi desnuda y con el pelo enmarañado. Quizás la respuesta la sabía pero la bloqueaba en mi mente. Le dije lo de la misión sin ocultarle nada y es como tener mil toneladas menos en mi espalda, como ser una pluma en caída. Podía sentir su tacto frío y suave en mis piernas a pesar del alcohol ardiendo al entrar en contacto con la carne viva de ellas. Pero Bill hacía que todo acto masoquista pareciera un simple juego de niños con su suave cuidado.

Bill: Debiste elegir el agua desmineralizada antes que el alcohol desnaturalizado de 96°.

Yo: (Abrí los ojos que mantuve fuertemente cerrados como una niña y lo miré arrodillado frente a mí con una sonrisa torcida. Evité mirar la pierna herida, tenía algo mucho más hermoso que observar) Es lo menos que merezco al bajar la guardia y permitir que me dañara.

Bill: Con que eres masoquista, eh.

Yo: Humm… algo así (siseé al sentir nuevamente el ardor intenso).

Bill: Teníamos un trato, (name).

Oh… debí concentrarme demasiado en él porque lo había olvidado completamente; y es que sus manos siempre han sido mi perdición total. Hace más de un año que no tenía ese sueño y seguramente fue por la inesperada sorpresa que me llevé en la misión. Su mirada se volvió tan intensa que temí ser atravesada con un simple pestañear. ¿Por qué Bill tenía ese efecto en mí? ¿Por qué con tan sólo mirarme me sentía reducida al tamaño de un ácaro? Suspiré, debía ser sincera con él.

Yo: Hace demasiado tiempo que no soñaba con “ese” día (enfaticé sabiendo que él lo entendería).

Bill: (Sé que a pesar de su asombro, trato de mostrarse tranquilo arrodillado frente a mí) Necesito que me lo digas.

Yo: No… es tan fácil (solté sin pensarlo, una reacción automática para protegerme).

Revivir uno de los peores momentos en la vida de alguien, jamás sería una sensación cómoda. Escuchar su voz interrogándome y burlándose de mi debilidad, hacía que tuviera ganas de correr y huir de mis propios pensamientos. Tampoco era agradable recordar que después de ello, mi relación con Bill se volvió como un gran bloque de cemento cegando mi camino, mi vista.

Bill: Hey (susurró poniendo un cabello detrás de mi oreja con una dulce sonrisa)… si quieres, puede ser en otro momento.

Pero recordar estas sombras de mi pasado y enfrentarlas sólo por Bill, me ayudarían a cerrar un ciclo de oscuridad, soledad y miedos. Era la única forma de sentir que Bill estaba más cerca de mí de lo que mi mente creía, de demostrarle que hago un intento por ambos y que realmente deseo ser sincera con él. Sí, todo esto es por él y por nadie más. Acerqué mi brazo a un rayo de luz que se colaba por la ventana y se posaba en mis rodillas en completo silencio. Ahí, perfectamente se podían ver las casi borradas cicatrices de cardenales, enredaderas y líneas florales hechas por el Pintor. Deslicé un dedo sobre una, delineándola y marcándola una y otra vez hasta que le mostré el otro brazo con nuevas formas. Bill jadeó al ver cómo eran.

Yo: El dermatólogo mencionó que no podrían salir en su totalidad. Que tenía que convivir con ellas de por vida ya que ni el mejor tratamiento del mundo las podría quitar debido a su profundidad.

Bill: Son…

Yo: Enredaderas. En mis piernas hay tres dalias, acá son enredaderas con uno que otro brote. Y en mi espalda hay líneas horizontales que no salieron tanto como éstas y son más rosadas y notorias. Todo esto se demoró unas tres semanas en curar porque…

Bill: Espera (dijo sacudiendo su cabeza). Necesito saberlo todo desde un principio, no quiero que me des fragmentos de ese día.

Yo: Oh… está bien.

Ya no podía negarme a lo que me pedía, y quizás es porque de cierto modo se lo debía más que a nadie. En mis pensamientos, el molesto ruido de la máquina tatuadora sonaba como para hacerse notar y amenazarme con despertar nuevamente mis ansias.

Yo: Fue en Munchen, y partí luego de que te durmieras tras Navidad. Erik pasó por mí en un lugar cerca del hotel y yo me llevé a Milo conmigo.

Bill: Por cierto, ¿dónde está?

Yo: En mejores manos, créeme. Bien, cuando llegamos a Munchen recibí un entrenamiento exprés de striptease y esas cosas.

Bill: ¿¡STIPTEASE!?... ¡Wow! (ahora estar más emocionado y parpadeaba rápido).

Yo: Sip. En cada misión oculto mi identidad, por lo que oscurecí mi cabello y me puse lentes de contacto azules. Se suponía que era rusa y me llamaba Emma, mi  voz era chillona y mis movimientos eran gatunos, pero aún no entiendo cómo Jeff White supo quién era si realmente no habían rastro de mi verdadera personalidad en mi cuerpo.

Bill: Jeff White es el Pintor, ¿cierto?

Yo: Si.

Bill: Ok. Continúa.

Yo: Esa noche trabajé como bailarina en el club porque se suponía que él solía frecuentarlo y follar con una que otra chica o musa que llamara su atención. Me propuse ganarme su vista y terminé en una habitación llena de espejos en donde sólo ingresaban los socios destacados. Estaba sola y fue ahí cuando supe que los riesgos de la misión iban más allá de lo que yo podía concretar y cumplir. Al rato llegó él y me preguntó por mi nombre y mi acento extranjero, me besó y confesó que no era necesario que le mintiera porque sabía que estaba frente a la Invasora. En un descuido tomó mis armas y me dopó.

Bill: ¿Y Erik? Él mencionó que estaba vigilándote con micrófonos y cámaras desde afuera.

Yo: Micrófonos y cámaras que yo misma mantenía ocultas en mi ropa, pero él me las quitó y sólo quedé con mi ropa interior o eso noté cuando desperté en lo que parecía ser una sala de torturas en el subterráneo del club luego de más de diez horas inconsciente.

Bill: Mierda (murmuró sin despegar sus ojos de los míos).

Yo: Dijo que se habían equivocado al enviarme porque a él le gustaban las mujeres vírgenes, no las… ya sabes. Me había examinado mientras dormía y atado a cada extremo de un mesa de aluminio, una luz como de lámparas de operaciones me iluminó y tenía un bozal de cuero en mi boca. El Pintor había hecho un mural gigante en donde aparecía en la jaula que usé para llamar su atención. Tenía miedo. Luego de años de no sentir cosas así, sentía al terror invadir mis venas. Y después…

Mis gritos, aquella sensación que desgarró mis cuerdas vocales y gastó mis lágrimas haciéndome casi convulsionar del miedo. Era demasiado, y sentía consumirme. Si no fuera por el membrillo estaría buscando algún lugar oscuro en donde encerrarme en silencio. Sus manos tomaron mis mejillas cubiertas de lágrimas y las besó humedeciendo sus labios en el acto.

Bill: Debemos superarlo juntos, (name). Tú necesitas desahogarte de esto y yo… necesito ser parte de ti.

Yo: (Apoyé mi frente en su hombro dejando que mis palabras calcaran mis recuerdos). Puso tres dedos en mi interior y rasgó todo lo que encontraba a su paso, Bill. Traté en vano de escapar de él y lo único que conseguí fue hacer que profundizara cada vez más. Quería morir. El dolor era demasiado intenso. Removía sus dedos con brusquedad tomando todo a su paso. Sentía que me rompía y veía su delantal y sus manos cubiertas con mi sangre, luego de levantar la cabeza, me vi a mí cubierta de sangre. Después… volvió con una máquina para tatuajes, me sacó el bozal y comenzó su interrogatorio. Quería saber mi nombre verdadero y como no contestaba, tatuó las enredaderas de mis brazos. Ya no gritaba porque me voz era un susurro… me sentía muerta en vida. Luego de formar las flores en mis piernas, le dije mi nombre. Él parecía no cansarse, ¡llevaba horas torturándome!... dijo que fue amigo de mi padre en la escuela.

Bill: ¡Dios! Esto es demasiado, (name). Debiste decirle todo lo que quería saber y así te habrías ahorrado todo esto… es que es…

Yo: Vomitivo (susurré dejando escapar una sonrisa amarga separándome de él y volviendo a mirar mí brazo)… estamos entrenados para controlar nuestro propio dolor. Nos convierten en máquinas de destrucción para conseguir sus juguetes.

Bill: Pero tú eres diferente. Por eso tuviste neurosis y no me mencionaste lo que eras cuando nos conocimos.
Yo: Aún puedo matar a cincuenta personas en un abrir y cerrar de ojos, Bill.

Bill: Ya hemos discutido esto antes, (name). Es sobrevivencia, tú vida o la de ellos.

Yo: Me desmayé luego de perder tanta sangre y desperté cuando me empapó con un balde de agua fría. Si antes tenía frío, ahora tenía hipotermia. No podía moverme, él dijo que era de madrugada y me inyectó un sedante que impediría el movimiento de mi cuerpo pero me haría percibir todo más fuerte e intenso. Veía borroso y escuchaba todos los sonidos a un volumen muy alto. Me puso boca abajo y pude ver el piso lleno de sangre, me ató y comenzó a interrogarme sobre mi jefe. Trazó cuatro líneas horizontales a cada lado de mi espalda con una aguja más gruesa y… ya no resistí más. Fueron los peores dos días de mi vida.

Bill: Hasta que Erik te rescató y… recibiste transfusiones de sangre.

Sequé mis lágrimas volviendo a la realidad. Una en donde White había muerto y en donde frente a mí, tenía a Bill. No había motivos para llorar en mi nueva realidad. Ahora era… feliz, como había dicho Bill antes de la misión.

Yo: Cuando desperté en una camilla de hospital, quise huir inmediatamente, pero recibí un mensaje de Lisbeth diciéndome que estaba contigo y… bueno, ya sabes el resto.

Bill: Fui demasiado injusto al tratarte así, (name).

Yo: Pero no sabías nada, Bill. Y no quería decírtelo porque no me gusta que sientan lástima por mí.

Bill: Ya no quiero que ocultes algo tan grave como eso, ¿entiendes?

Yo: No hay motivos para ocultarte algo ahora que lo sabes todo.

Continuó desinfectando mis extremidades en silencio, ambos conscientes del nuevo cambio en nuestra relación gracias a la transparencia recién adquirida en ella. Quizás debería estar agradecida de lo que el Pintor hiso conmigo y mi cuerpo, ya que por primera vez podía decir que las cicatrices en mi piel no se veían del todo feas, sino que marcaban un antes y un después, como un tatuaje. Me recosté boca abajo en la cama de Bill por petición suya para proseguir con las heridas que (supongo) hicieron los vidrios cuando caí del segundo piso. Sentí que tironeaba suavemente algunos mechones de cabello y lo miré junto a mí algo divertida.

Yo: ¿Qué haces? (murmuré).

Bill: Trenzo tu cabe… (Algo lo detuvo dejándolo con la boca abierta y las cejas levantadas).

Yo: ¿Qué? ¿Pasa algo?

Sus dedos fueron la respuesta que delinearon el motivo de su impresión. Oh… olvidaba que él no había visto el tatuaje a diferencia de Andrea y Tom. Fue tan placentero como una caricia. Su tacto era como flotar en las nubes hasta querer alcanzas el Sol, como Ícaro. Sí, yo era Ícaro o así me sentía representada. Suspiré mirándolo a él lo poco y nada que observaban mis ojos. Sus brazos se veían realmente fuertes y sobreprotectores, casi a prueba de balas, casi de hierro, casi utópicos. ¿Enserio era él quien curaba mis heridas y delineaba mi tatuaje? Si hasta había dejado la trenza olvidada en mi hombro derecho.

Bill: ¿Cuándo te lo hiciste? (su voz parecía ser un susurro ronco y casi entrecortado ¿tanto le impresionó?).

Yo: Unos meses antes de irme de (tu país).

Bill: Es… Es realmente bello, (name).

Yo: Gracias (sonreí haciendo una nota mental de mandarle mis agradecimientos al chico que me tatuó).

Bill: ¿”I’m gonna be ok”? Eso está en la letra de una de nuestras canciones.

Yo: ¿Enserio? (dije sentándome para mirarlo fijamente, claro, solté involuntariamente un gemido por las heridas).

Bill: Se llama “That Day”. Algún día te la mostraré.

Yo: Esa… es la frase que he repetido todo este tiempo, Bill. La que me ha dado fuerzas para seguir viva. Me la repetía cuando murieron mis padres, cuando estaba con psicólogos y psiquiatras, cuando estaba en las misiones o regresaba de ellas… cuando lo nuestro se acabo (mi voz fue un susurró en la última parte, pero en ningún momento despegué mis ojos de los de él).

Bill: Estarás bien… estaré bien.

Yo: Si.

Bill: Créeme cuando te digo que eres más fuerte que cualquier otra persona en este mundo, Invasora. Y que por eso, porque sigues acá frente a mí, es que te amo.

No vi venir la intensidad de sus ojos al mirarme, ni mucho menos cuando éstos se cerraron y sus labios se posaron en los míos aplastándolos. Su mano derecha se posó en mi mejilla delineando el casi seco rastro de lágrimas con el pulgar y acercándome más a él. Volvía a sentir aquella electrizante sensación de hace un año y algo, esa que me ponía la piel de gallina y me hacía encoger el estómago debido a su intensidad.

Volvía a sentirlo a él más cerca de lo inimaginable, a saborear sus labios expertos que encajaban sin dificultad sobre los míos…

Volvía a sentirme suya.


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Hallo Gurls! Disculpen la demora pero no encontraba tiempo y cuando les iba a subir el cap. se me borró misteriosamente T.T

Bien, me imagino que ya suponen lo que se viene en el próx. capítulo  e.e  pero primero que nada, necesito que tengan un poco de paciencia porque estoy dando mis últimos exámenes y el 19 termino para siempre el colegio. Luego debo prepararme para la PSU (la chilenas lo entenderán) y pff... trataré de no demorarme mucho.


Muuuuuchas gracias por los mensajes de cumpleaños del chat, por inbox en facebook y en mi muro de facebook., realmente son las mejores lectoras <3 b="b">


Kusses sabor a Bill/Tom/Georch/Gustavo.


Bye//Bye