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domingo, 21 de septiembre de 2014

Capitulo 56 (Tercera Temporada)


-¿Bill no te respondió el teléfono?

-No lo llamé.

-¿Y por qué yo?

-¿Te molesta?

-Me sorprende.

-No deberías. Sabes que te considero un amigo.

-¿Y Gaspard o Erik?

-Están vigilando a tu hermano.

-¿Y en qué viniste?

-En la camioneta.

-¿Qué hiciste con ella?

-La dejé abandonada en la gasolinera.

-¿Era tuya?

-No, era robada.

-¿¡La robaste!?

-No, yo no. Es una especie de negocio negro. Ellos roban autos y luego los trafican, arriendan o venden. En este caso lo arrendé, pero como viene con GPS, uno de ellos la encontrará y vendrá en su búsqueda.

-Inteligente negocio.

Tenía ganas de ducharme, dormir y tomar uno de esos tés de Twinings. Pero no podía, y dudaba hacerlo en las próximas veinticuatro horas. Llegaría a casa sólo para poner al día a los demás y preparar algún plan que sirviera para sacar a Alexander de ahí y que fuera de la mano con el que me mandarían mis nuevos aliados. Mi cuerpo dolía de lo tenso que estuvo mientras solicitaba la ayuda de ellos, y tenía una sensación de vacío en la boca del estómago, como una especie de fatiga post-estrés.

Era en estos momentos en el auto de Thomas, que entraba en razón sobre el peso de las condiciones dadas por Abel y Musa. Prácticamente me habían perdonado la vida a cambio de obtener los bienes de Pantera y su cabeza en bandeja. Y no sólo eso, tendría que salir del mapa en tiempo récord. ¿La invasora? Oh, ella estaría muerta después de esto. Mi vida como una de las espías más peligrosas sería un recuerdo plasmado en algún archivo o en la memoria colectiva de quienes pudieron conocerme o saber de mí. Me convertiría en un simple recuerdo y luego, en nada más que un nombre que se borraría con el tiempo. ¿No es eso lo que pasa con la gente  que muere? Al principio todos recuerdan su rostro, su voz y sus acciones, pero después todo eso queda en el olvido y pasa a ser uno más del montón.

Si alguna vez quise la oportunidad de rehacer mi vida como una simple mujer, ésta era mi opción de cambiar el destino y ser simplemente… (name). No obstante, debía ser sincera conmigo misma. Extrañaría esta vida de acción y enemigos, como si fuera un superhéroe retirado en una ciudad perdida. Extrañaría ser la Invasora, dibujar una sonrisa en mi cara cuando todos se mearan en los pantalones con sólo verme, sentir la adrenalina propia de un combate cuerpo a cuerpo, e implorar respeto y miedo con cada paso. Extrañaría la sensación de sentirme poderosa en un mundo obscuro, pero ahora debía seguir con mi camino y pensar en el futuro que me esperaba siendo la madre de Alexander y la pareja de Bill. Tendría una familia tras muchos años sin una.

-Ya llegamos –anunció Tom apagando el motor-. ¿Estás bien?

-Sólo cansada, pero nada que un buen baño no solucione.

-¿Quieres que enjabone tu espalda? –sonrió de la misma forma que siempre lo ha hecho. Abrimos nuestras puertas y activó la alarma tras tomar mis cosas y cerrarlas.

-¿Quieres que te ayude llevando ese bolso? Sé que pesa.

-¿Enjabonaré tu espalda?

-Claro que no, idiota.

-Entonces no quiero que me ayudes con esto. Además, tengo músculos.

-¿Ah, sí? ¿Dónde?

-Ja-já. No es necesario que te hagas la ciega.

-No tienes músculos.

Subimos al ascensor peleando sobre músculos y el entrenamiento físico ideal, hasta que llegamos a la puerta del departamento. No fue necesario que pusiera la llave en la cerradura, porque se abrió de golpe exponiendo a un furioso Bill con cara de querer quemar mi cabeza. A mi lado, Tom parecía resignado a oir los gritos más ensordecedores de su gemelo cantante, sin embargo pasó por su lado tras una leve inclinación de cabeza y saludando a los demás. Era yo la que no se salvaría de esos gritos, la que terminaría con las orejas rojas y cansadas de tantos retos. Bill se cruzó de brazos analizándome de pies a cabeza con completa seriedad.

-Bill, realmente no te podía decir dónde…

-Cállate.

Vaya, ¿enserio éste es Bill?

-Pero…

Tomó mi brazo con tanta fuerza que creí que terminaría azul, y me hizo entrar bajo la atenta mirada de todos menos Andrea y Tom. Cerró la puerta con extremo cuidado y me condujo por el pasillo en dirección a mi habitación. Aseguró la puerta con el pestillo y me sentó a los pies de la cama sin mirarme si quiera un poco. Me sentía incómoda, avergonzada y sin saber qué mierda decir para hacerle sentir mejor y eliminar toda esa ira contenida que rogaba por ser expulsada a gritos y patadas.

-Bill…

-Que te calles –gruñó esta vez con más violencia.

Se dirigió al baño, y realmente sentí que leyó mis pensamientos cuando abrió la llave de la bañera regulando su temperatura antes de echarle algunos aceites y agitar el agua hasta crear burbujas espesas y pomposas. Esperó lo que se me hizo una eternidad y luego volvió al cuarto con la única luz del baño iluminado mi rostro y sus espaldas. Mi corazón latía con tanta fuerza que creí que reventaría cuando se agachó y vio mis rodillas peladas, al igual que la punta de mis botas. Parecía estar realmente afectado, como si me odiara aún más por el sólo hecho de verme así. Desató el cordón de cada bota, sacó mis calcetines de cada pie masajeando suavemente cada pie y levantando mi lívido con ello. ¿Los pies? ¿Enserio? ¿Cómo es posible que el simple tacto en ellos despierte las terminaciones nerviosas de mi cuerpo haciendo que cada rincón en mí reviva hasta la última gota? Empezaba a sentir calor, a olvidar la tensión de mis músculos y…

-Bill…

Me levantó y tiró de mis pantalones llevándose con ellos las bragas. Dio un toque en cada pie para que saliera de ellos y yo obedecí como hipnotizada. Estaba furioso, pero su tacto era de lo más dulce y por muy bizarro que sonara, amaba esa mezcla. Me quitó la chaqueta y la camiseta negra de un solo tirón y desabrochó mi sostén antes de tirarlo lejos del alcance de mis manos. Me daba igual, la ropa podía estar arrugada y sobre la lámpara del techo si era posible. Me llevó hasta la bañera y me ayudó a introducirme en ella. Dios, me sentía en el mismísimo Edén con el contacto del agua aliviando mi cuerpo. Sentía que mi boca gemía a medida que me recostaba, ignorando lo poco que el aceite de jazmín escocía sobre mis rodillas peladas. Era como la séptima maravilla del mundo estar en esta bañera de agua caliente aliviando todo músculo existente. Abrí los ojos totalmente extasiada bajo la atenta mirada de Bill y luego recordé que estaba enojado.

-Tienes que dejarme hablar –empecé tanteando su temperamento.

-Siéntate y date la vuelta.

-Bill –insistí pero su mirada pudo contra mis palabras.

-Sólo hazlo.

Había envejecido por lo menos diez años cuando me volvió a mirar, y eso dolió. Obedecí en silencio, dándole la espalda. Arrastró una silla y escuché el leve crujido que dio al sentarse en ella. Hizo mi pelo a un lado, tomó la esponja y le hecho un poco de gel de baño, luego la deslizó con suavidad por mis omóplatos y gemí aún más si se podía. Dios, él nunca me había bañado y cuidado de mí tanto como ahora. Me sentía como una muñeca de porcelana siendo cuidada y cincelada por su dueño.

-Estoy furioso, (name).

-Lo sé.

-Me sacas de quicio. En un segundo tengo todo bajo control en mi vida, y de repente llegas tú y destruyes mi tranquilidad y todo lo que me empeño en construir para ambos.

-No podías acompañarme, Bill.

-¿Y si te pasaba algo? He tratado de cuidarte desde que supe qué eras, pero me lo pones tan difícil. Necesito que confíes en mí, que me dejes dirigir tu camino y protegerte con mi vida si es necesario, (name).

-Esos tipos eran lo más peligroso que he visto, y no podía dejar que supieran de ti. Entiendo que quieras protegerme, pero no quiero que pierdas la vida en ello.

-¿No es eso amar?

-¿Qué?

-Amar es dar la vida por el otro sin importar cómo ni cuándo. Es querer proteger de todo y de nada a quien se quiere. Es desear ser su ángel guardián si es necesario para pasar todo el tiempo posible con esa persona y no perderse ni un segundo de su vida. Es… querer pasar el resto de mi vida contigo sea donde sea.

Me giré, sin palabras y con el corazón derritiéndose en mi interior. Bill Kaulitz, el hombre que puso mi vida patas arriba, me estaba dando una lección importante; el significado del amor. ¿Qué palabras podían describir lo que sentía más que amor por él? Estaba enojado porque lo alejé de mí y él no pudo estar ahí para protegerme como quiere hacer. Este hombre me ama, y yo no hago más que impedir que lo haga y extienda sus alas contra mí como él desea. Sus ojos me mostraban cuán dolido estaba con lo que acaba de hacer y tras ello, notaba el amor líquido del que hablaba, materializándose en un hermoso y brillante iris.

-Odio que me mientas.

-Lo sé.

-Sin embargo sigues haciéndolo –deslizó la esponja sobre mis brazos con lentitud y delicadeza.

-Fui en busca de más ayuda.

-¿Y la conseguiste?

-Sí. En unas horas se contactarán conmigo para conocer el plan.

-¿Cuándo se realizará?

-En unas horas más.

-¿O sea que pronto veremos a Sascha y estará a salvo con nosotros? –algo en su rostro de iluminó como un sol radiante entre las nubes.

-Espero con todas mis fuerza eso. Pero a cambio tuve que dar algo.

-¿Qué cosa? –dejó la esponja a un lado y apoyó ambos brazos sobre sus piernas sin perderse ningún detalle de mi rostro.

-Ya no puedo formar parte de las mafias, debo presentar mi renuncia voluntaria. Ya no seré la Invasora, Bill.

-¿Te molesta?

-Me apena, pero creo que es una nueva oportunidad para rehacer nuestra vida y quitar todo este drama que nos rodea. Además, ya no me verías con las rodillas rasmilladas o con miles de cicatrices nuevas.

-Pero volverás a ser normal y eso creo que es bueno.

-¿Acaso hay algo normal en nuestra vida?

-Si lo ves resumidamente, no hay nada normal, pero…

-Con eso basta.

Tomé su camisa con mis manos mojadas y acerqué su rostro al mío juntando nuestros labios en un beso duro e intenso. ¿Cómo es posible sobrevivir sin él, sin su aroma, su voz y sus besos? Pensé tantas veces en Bill cuando me alejé hace unas horas de él, que creí que me volvería loca si no volvía a verlo otra vez. Siempre he necesitado de él y seguirá siendo así hasta que tome todo de él y él de mí. Sé que nos consumiremos juntos hasta hastiarnos del otro, pero mientras esto dure, lo viviré y disfrutaré.

No pasamos a más. Fue un simple beso con manos empapadas, mordeduras de labios y uno que otro combate lengua a lengua por el espacio en nuestras bocas. No había tiempo de aumentar el grado de contacto cuando debíamos crear un plan de escape para salir con Sascha sano y salvo. Me vestí con unos jeans y un suéter oscuro, añorando la ropa cómoda y holgada en vez de un traje demasiado apretado para mi gusto y con la insignia de una mafia a la que ya no pertenecería nunca más. Bill secó mi pelo entre más besos y bromas juguetonas, y luego volvimos con los demás como si nada hubiera pasado.

Nos sentamos en una silla del comedor –yo sobre sus piernas-, y les comencé a narrar todo lo que pasó de principio a fin sin saltar detalles de nada. A juzgar por sus expresiones, no parecían demasiados contentos cuando les conté que sabían de Bill y que a cambio tendría que obrar como una traidora más, dándoles acceso a todo aquello que Pantera robó, ganó y compró. Era nuestra única opción y todos lo sabíamos.

-No es necesario que vayan todos –aseguré con tranquilidad tratando de no sonar asustada en lo absoluto.

-Sabes que iré –confirmó Bill a mis espaldas con voz ronca y casi peligrosa.

-Sé que irás por mucho que no deberías estar…

-Es nuestro hijo y es mi deber estar ahí.

-Ok, papá –sonreí y noté la sonrisa de Thomas junto a Andrea.

-Andrea se quedará conmigo a cuidar a Lily. Empezaré a alistar las armas –asintió Gaspard sin antes darle un beso a su amada hermana y novia.

-Gaspard no…

-Mujer, ¿es que no entiendes? Si bien me retiré de la mafia, no alcancé a despedirme como quería de Pantera ya que te negaste a renunciar. Este es mi momento y no está en mí renunciar a la única oportunidad que tendré de cobrar mi venganza justamente con Solarin.

-Lily…

-Sé que estará bien, (name). Tiene un bebé que criar y sabe que no planeo hacerlo sola, y que lo reviviré si es necesario –sonrió sorprendentemente con toda calma, sin rastro de preocupación alguna.

-Yo también iré –aseguró un Erik sonriente-. Quiero recordar viejos tiempos.

-Bueno, si es así, creo que será mejor que vaya también –se unió Rebbeca apretando la mano de su esposo-. No vaya a ser que este hombre termine con lumbalgia por forzar sus músculos.

-Entonces seríamos seis.

-Ajá.

-Bien, ahora debemos esperar a conocer el plan al que tenemos que adaptarnos. ¿Abel no te mencionó ninguna hora específica?

-No.

-Bueno, no importa. Igualmente crearemos algo para cuando ellos nos contacten.

-¿Alguna idea? –preguntó Tom a Gaspard, quien parecía ser el genio tras la operación.

-Bueno, matar a Pantera será lo más didáctico y creativo, el problema es llegar a él y no salir herido en el intento.

-Se supone que ellos quieren su cabeza, así que trata de no dañar su cutis, ¿vale? –sonreí recordando las veces en que las inyecciones de Botox lo hacía lucir terrible.

-Ellos también querrán matarlo –habló Bill estrechándome aún más-. ¿No será correcto dejar que ellos hagan los honores?

-¡Hey! ¡El plan! No nos desviemos –intervino Lily.

-Vale. El plan. Yo…

Dos golpes firmes sonaron desde la puerta, interrumpiendo mis palabras. Erik y Gaspard se levantaron al mismo a la defensiva y agudizando sus oídos. Me acerqué sigilosamente, arrastrando a Bill conmigo. Tomé uno de los paraguas de la entrada y abrí sigilosamente tratando de no emitir sonido alguno, como en las películas de terror. No había nadie, sólo un sobre blanco. Tenía mi nombre escrito a mano con finas líneas de tinta china. Miré alrededor en busca de alguien, pero el pasillo estaba vacío, las cortinas y ventanas del departamento estaban cerradas y la iluminación era tenue.

-(Name) –murmuró Rebbeca.

-No hay nadie afuera. Sólo esto.

Tomé el sobre entre mis manos ansiosas, imaginando amenazas, fotografías, palabras con significados secretos, códigos… cualquier cosa que acelerara mi pulso más de lo que ya estaba. Todos observaron el papel blanco con mi nombre, disponiéndome para abrirlo.

-¿Estás bien? –murmuró Bill.

-Sí.

Lo abrí por un lado y un micrófono con su respectivo audífono se deslizó por la palma de mi mano. Una luz verde se encendió de repente, esperando a ser usado. Había una carta dentro, pero le di mayor preferencia al pequeño aparato, por lo que lo puse en mi oído.

-Se me haría más fácil comunicarme contigo si corrieras una cortina.

-¿Quién eres? –pregunté acercando el pequeño micrófono a mi boca.

-Abel.

Oh…

-Las instrucciones generales están dentro del sobre.

-¿Y el audífono?

-Por si las cosas se salen de control.

Un escalofrío recorrió mi espalda imaginándome lo peor de todo. Yo, Bill, Alexander, Gaspard, Rebbeca y Erik, todos nosotros muertos. Abrí el papel doblado del sobre alejándome de Bill y yendo hacia la ventana. Leí cada palabra perfectamente escrita, grabándola en mi cabeza como hierro caliente sobre la piel.

Era algo demasiado arriesgado pese a ser algo tan elaborado, fácilmente morirían unas veinte personas con tanto armamento. Realmente había subestimado la caridad de esta gente, y me atrevería a decir que siempre han estado más preparados que la misma mafia de Pantera. Desplegué la segunda hoja que contenía el mapa de la mansión de Pantera, con pasadizos y habitaciones secretas incluidas, además de la zona de interrogaciones, donde estaba mi hijo. Estaba todo señalado y con un margen de error muy inferior.

Si salvar a mi hijo estaba al alcance de mi mano, era imposible dejar que la oportunidad de fuera de mi vista. Era un plan codicioso, con alrededor de cien personas desplegadas en un radio de dos kilómetros a la redonda y expertos en electricidad, gases y equipos electrónicos facilitando todo acceso a la mansión.

-¿Alguna duda?

-¿La posibilidad de fracasar?

-No está en la mentalidad de mi equipo fracasar mientras la recompensa sea mayor que el esfuerzo. Alístense. En dos horas más nos veremos en la dirección del reverso del mapa.

-¿La policía?

-Ya hemos entablado redes de contacto que nos ayudarán a quitarle importancia a lo que ocurra. Los esperamos.

La señal se cortó como si de un teléfono se tratara. Era la hora de actuar, de volver a ser la Invasora por última vez y salir victoriosa de la misión más importante de mi vida. A fin de cuentas, fui entrenada para lo peor.

-Partimos en dos horas –avisé con seguridad.

-¿Ese es el plan? –preguntó Gaspard.


-Es mucho más que eso.

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Lamento la demora, sigo estando ocupada. Este fin de semana fue mi primer descanso y creo que hasta estuve ebria (juro no volver a tocar un vaso de terremoto en un año más).
Les dejo el capítulo previo al rescate de Alexander, que estimo que durará dos capítulos largos.

Saludos!!

Atte. Nina.



PD: Girl got a gun es una canción perfecta para el fic ;-)