NARRAS TÚ
La continuidad de la carrera por
internet no era la manera más limpia y fácil de aprender, sin embargo, Nim
insistió en que tenía potencial en la psicología y que la dejara estancada.
Acepté replanteándomelo y llevándome los libros de mi casillero. En el pasillo
me topé con la profesora Moore, quien también se veía sorprendida por mi
repentina decisión, mencionándome que era una decepción perder a una alumna
como yo. La dejé hablando sola cuando empezó a recriminarme por mi medida tan
abrupta, incluso cuando sus gritos inundaron los pasillos y muchos me
observaron impresionados por dejarla hablando sola.
Ya bastante culpa sentía con que
tuviera que marcharme por el bien de Bill y su familia, por ponerlo el peligro
e inducirlo a un mundo lleno de muertes, drogas y juegos sucios en donde yo era
un peón más. Tras contratar a una diseñadora de ambientes, vendí el
departamento no sin antes sacar mis pertenencias, incluyendo los pasaportes
falsos. Me deshice de la mayoría de las cosas, dejando lo esencial para estos
días, entre ellos mis documentos y armas. Vendí la moto con el día dos de
septiembre como fecha de entrega al comprador, así Bill y los demás no
sospecharían nada.
Tras sacar un boleto sin regreso
para New York, en donde pretendía aislarme por un tiempo antes de volver donde
Pantera y retomar el trabajo, volví a la casa de los Kaulitz con las esperanzas
de no ver a Bill o Tom ahí, aún sabiendo que era imposible ya que planeaban
pasarlo tranquilamente el su propia casa.
La música y risas invadieron mis
oídos cuando abrí la puerta con la llave de emergencias bajo una de las masetas
de la entrada. La volví a dejar donde estaba y me adentré en la estancia
tratando de lucir feliz ante todos, en especial, ante los cumpleañeros.
Esperaba que Andy o cualquiera de los gemelos me recibiera tras colgar mi
casaca tras la puerta, sin embargo me sentí algo intimidada cuando fue Simone
la que se presentó frente a mí. ¿Por qué de repente me sentía como una completa
extraña frente a ella? Era como si leyera mis pensamientos y atravesara mis
paredes mentales.
Yo: Hola (murmuré sin encontrar
mi voz y carraspeé).
Simone: Hola… ¿Podemos hablar
antes de que veas a mis hijos?
Yo: Yo… si, c-claro.
Nos adentramos hasta la cocina, y
de ahí salimos al patio trasero, cerrando el ventanal tras nosotras. Me crucé
de brazos tratando de mantener el calor en mi cuerpo a falta de la casaca que
dejé tras la puerta. La seguí hasta una parte oscura y lejana ante posibles
espectadores, un lugar que era hermoso en el día lleno de arbustos florecidos y
el aroma de éstos en el aire.
Simone: ¿Me creerías si te dijera
que es uno de los cumpleaños más felices de mi hijo? (La miré a través de toda
esa oscuridad que nos permitía ignorar las facciones de la otra) Hablo de Bill,
(name). Desde el momento en el que nos fue a buscar en el aeropuerto, he notado
que irradia felicidad.
Yo: La extrañaba mucho, Simone. A
usted, Gordon y sus amigos (sonreí recordando todos estos días de euforia en
donde no ha parado de hablar de su cumpleaños). No ha parado de parlotear
quiénes vendrán.
Simone: Conozco a mi hijo lo
suficiente como para decirte que éste es un cumpleaños especial para él. Por
fin consiguió una compañera que no está interesada en su fama o dinero.
Yo: Simone…
Simone: No sabes cuán feliz lo
haces, querida. Su sonrisa en imborrable y radiante contigo a su lado.
Yo: No siga… por favor.
Me observó por primera vez tras
vernos en la entrada. ¿Tan alto era el precio a pagar por separarme de él, por
cuidarlo y hacer el bien? Sentía un terrible nudo crecer en mi garganta por
cada segundo que pasaba. Lo que menos quería en estos momentos era escuchar que
alguien involuntariamente refutara mis planes y me convenciera de permanecer
acá en vez de irme por el bien de todos. Sentí su mano acariciar mi hombro
brindándome un suave apretón en él.
Simone: No debes sentirte
indigna, (name). Eres la mejor de todas las mujeres con las que ha estado Bill
en toda su vida. Sé que discuten, pelean y se dicen cosas que realmente no
sientes, pero eso forma parte de ser pareja y convivir el amor propio con el
otro.
Yo: No es eso… es sólo que yo…
Simone: No te auto castigues,
cariño. Realmente estoy muy orgullosa de ti y de todos tus logros, incluyendo
aquellos que no involucran a mi hijo. Tu madre y padre deben estar más que
felices.
Yo: Están muertos (farfullé
sintiendo mis ojos llorosos ante los recuerdos vívidos de ellos en mi memoria).
Simone: Lo sé, (name). Bill me lo
contó y créeme que me dolió demasiado saber que era una víctima más del
destino.
Yo: No es necesario que me lo
diga, Simone. Soy consciente de lo que pasa en mi vida (murmuré ante una imagen
que asaltó mi mente… la casa en llamas).
Simone: Suelo dar rodeos cuando
no sé por dónde comenzar (se excusó).
Yo: ¿A qué se refiere? (dije
parpadeando para quitar las lágrimas que me impedían ver).
Simone: Bueno, ya me enteré de la
amenaza que el enviaron a Andrea… y que es para ti.
Simone, la siempre buena, gentil
y sonriente madre de los gemelos Kaulitz se enteraba de las cosas más rápido
que un pestañeo. Me apoyé en el árbol más cercano buscando un soporte que me
mantuviera firme ante cualquier tormenta descargada por ella, sólo obtuve un
suspiro de su parte y su cercanía.
Simone: ¿Le dirás a Bill?
Yo: ¿Acaso aún no lo sabe?
Simone: Andy no quiso divulgar
demasiado lo de la amenaza escrita. Supe que se le dijo a un tal Gaspard, a Tom
y a mí. ¿Cómo te enteraste tú?
Yo: Gaspard me lo dijo porque
estaba preocupado por Bill y ustedes.
Simone: ¿Qué planeas hacer? Ellos
te quieren a ti, (name). Y al parecer están dispuestos a cualquier cosa.
Yo: Lo sé, pero no quiero que se
interpongan en sus vidas. Ya bastante tienen con la fama de los Kaulitz.
Simone: Tú eres una más de
nosotros, cariño. Ya eres una Kaulitz al igual que Andrea desde el momento en
el que tallaste una sonrisa en el rostro de Bill, y creo que nunca me cansaré
de decírtelo. Además…
Yo: Pues no durará mucho esa
sonrisa, Simone.
Ya lo dije. Ya está. Lo solté de
mi boca buscando que alguien lo escuchara. ¿Hice bien o mal en vomitar mi
decisión? Sentí un escalofrío subir por mis brazos hasta mi cuello en cuando
noté la mirada de sorpresa de Simone. ¿Éste era el precio a pagar por decirle
la verdad a ella, a la madre de Bill? Escuché que cambiaba el peso de un pie a
otro y murmuraba algo inentendible.
Simone: Te irás (murmuró con el
asombro en el rostro).
Yo: No quiero exponerlos a un
mundo lleno de muertes en donde todo puede cambiar en un abrir y cerrar de
ojos.
Simone: ¿Estás segura de tu
decisión, (name)?
Yo: No hay elección. Ya es muy
tarde para retirarme de la mafia (susurré conteniendo nuevas lágrimas). Si me
retiro, no pararás de buscarme por todo el universo, y si supieron la dirección
de Andrea, no tardarán en conocer la de Bill y Tom.
Simone: ¿Alguien más… lo sabe?
Yo: Gaspard, uno de los que se
retiró de las mafias.
Simone: ¿Y Bill, Andy o Tom? ¿No
planeas decirles?
Yo: No puedo. Insistirán en que
me quede y ya es muy tarde para tomar decisiones apresuradas.
Simone: Les harás mucho daño,
(name). En especial a Bill.
Yo: No será el único que sufra,
ASimone. Pero hago esto porque lo amo demasiado como para arriesgar su vida y
la de ustedes.
Simone: Cariño… ojalá las cosas
fueran diferentes (dijo abrazándome con fuerza mientras las lágrimas se
desprendían de mis ojos incapaces de restringir sus propias emociones). Te
extrañaremos mucho, y espero que vuelvas con nosotros cuando todo esto pase. Da
igual cuánto demores o si ya no estás con mi hijo. Sólo quiero volver a verte y
saber que sigues con vida.
Yo: Sólo no le diga a nadie, por
favor (rogué secando mis lágrimas con el dorso de mi mano).
Simone: Te lo prometo siempre y
cuando te mantengas en contacto conmigo por cartas. Te dejaré un papel con la
dirección de mi oficina en Alemania ¿entiendes?
Yo: Ok. Lo haré gustosa de
mantener el contacto con usted (dije tratando de sonreírle dentro de tanta pena
contenida).
Tras entrar nuevamente a la casa
luego de asegurarme de no tener rastros de mis lloros, todos los ojos se
posaron en nosotras. Bill me presentó a quienes no conocía como su “adorada
novia” a lo que otros nos miraban intercaladamente impresionados por sus
palabras y luego nos felicitaban. Tras apagar las velas, Bill estrechó mi mano
firmemente brindándome una brillante sonrisa… ¿qué habrá deseado? No té que
Andy y Tom se besaban casi comiéndose mientras los demás molestaban a la pareja
feliz.
Los amigos de los gemelos resultaron
ser personas extrovertidas y muy atentas conmigo. Nos preguntaron cómo nos
conocimos, y tratamos de evadir todo lo que involucraba mi sanguinario trabajo.
Sólo algunos tomaron fotos con el debido permiso de Bill y Tom de la
celebración con poses ridículas que mataban de la risa a cualquiera… a
cualquiera menos a mí. De vez en cuando sentía la mirada de Simone clavada en
mi nuca, y pese a mis intentos de ignorarla, mis ojos terminaban viéndola y recibiendo
ánimos.
Xxx: ¿Quieres bailar?
Di media vuelta y vi a un
sonriente Andreas ofrecerme su mano como todo un caballero. Observé que Bill me
observaba a lo lejos mientras una chica le hablaba, creo que se llamaba Bernie.
Le di una sonrisa tímida y él me la devolvió retornando a su conversación con
la rubia invitada. Tomé la mano de Andreas y me llevó junto a los demás que
también bailaban.
Andreas: A veces Bill suele ser
muy controlador (comentó al empezar una canción lenta).
Yo: Es celoso, no controlador.
Andreas: Oh… olvidaba esa parte
de él, ¿te puedo decir algo?
Yo: Dime.
Andreas: (Nos alejó y sólo unió
nuestras manos para vernos a la cara) Es la primera vez que lo veo tan
comprometido con alguien, y creo que eso es un gran avance para él.
Yo: ¿Avance?
Andreas: Lo conozco desde cuando
empezó su fanatismo por encontrar a su “otra mitad”, y te juro que tú eres la
mejor en comparación con todas esas morsas con las que ha salido.
Yo: ¿Morsas? ¡Andreas! Son mujeres
igual que yo (me reí a carcajadas ante su término tan vulgar, y cuando
reaccioné a mi alrededor, ya no estábamos bailando).
Andreas: El caso es que… me
alegra que lo acompañes en su cumpleaños, y creo que es el más feliz de todos.
De hecho, estoy seguro que te quiere follar sobre las piernas de los presentes.
Yo: ¡Qué asco, Andreas! (me reí
aún más al ver sus gesticulaciones extrañas).
Andreas: Es eso o chillar como
adolescente fanática de Justin Bieber.
Yo: Ninguna de las dos.
Andreas: ¿Sabes?
Yo: Que.
Andreas: Eres como su droga.
Ahora mismo debe estar…
Xxx: ¿Cómo debo estar?
Nos volteamos a la vez viendo a
Bill frente a nosotros con una ceja alzada. Miró nuestras manos unidas y luego
nuestros rostros totalmente petrificados a verlo… Bill estaba celoso. ¿Pero por
qué se pondría celoso hasta de su propio amigo? No tiene nada que envidiarle a
Andreas, a quien apenas conocía porque no venía a L.A. tan seguido.
Bill: Andreas, Tom te busca para
jugar videojuegos. Está en la sala con los demás (dijo tan rápido como un trabalenguas
sin apartar la vista de mi).
Andreas: Emm… ok, cumpleañero.
¿Por qué Andreas le obedeció
inmediatamente? ¿Tanto miedo le daba Bill en su estado de ira? A mí no. De
hecho me parecía algo gracioso que viniera sólo a separarnos. Se cruzó de
brazos frente a mí esperando una explicación argumentada y razonable sobre
nuestras manos enlazadas. Yo, no le seguiría el juego; puse mis manos alrededor
de su cuello y baile lo más cerca que pude sonriéndole como si nada hubiese
pasado.
Bill: No bailo (murmuró y sus
ojos me miraron como dos rendijas).
Yo: Lo sé, Bill (sonreí aún más
divertida por su expresión).
Bill: ¿Por qué estabas con él?
Yo: (Alcé una ceja tomando los
bolsillos de su casaca y apoyando la cabeza en su pecho, él seguía con los
brazos cruzados sobre su pecho) Me invitó a bailar, y en vez de hacerlo,
terminamos hablando del cumpleañero.
Bill: No parecía eso (farfulló
poniendo su cuerpo tenso).
Yo: Pues, era eso. Me decía que
estabas radiante y que yo era tu droga.
Bill: Claro que estoy feliz,
(name). Estoy con todos a aquellos a quienes quiero.
Yo: Entonces no te pongas celoso,
Bill. Yo estoy contigo, no con Andreas u otro de tus amigos.
Bill: Pero estaban bailando tan
cerca que…
Yo: Soy tuya, Bill. Entiéndelo de
una vez.
Bill: (Suspiró cediendo ante la
prisión de sus brazos y poniéndolos en mis caderas) Lo sé, pero no me gusta que…
Yo: Te elegí a ti entre nueve
miles de millones de personas en el universo, Bill Kaulitz. Y tú, me elegiste a
mí como tu compañera, amiga y novia… me tienes completamente a tus pies, ¿cómo
te lo demuestro?
Bill: No, tú eres quien me ha
puesto a tu merced… Andreas tenía razón, eres mi droga.
Me besó fervientemente sin
importarle las exclamaciones a nuestro alrededor. Me apretó fuertemente de la
cintura y yo apoyé mis manos en sus musculosos brazos. Sentí unas cosquillas
viajar de mi cuello hasta mis mejillas cuando encerró a mi lengua invadiendo
toda mi cavidad bucal con su saliva, hmm… cerveza y cigarrillos. Al notar un
flash frente a nosotros, subió sus manos a mis mejillas tapando mis rasgos
hasta mis sienes.
El beso no duró mucho debido a
los gritos de Tom molestando a Bill con palabras algo groseras y chistosas.
Escondí mi rostro en su hombro mientras él le contestaba con indirectas y luego
se reía junto a los demás. Aspiré el aroma de su ropa, una mezcla de perfume,
cigarrillos y su propia esencia embriagadora… definitivamente era mejor que la
vainilla, la menta, lavanda, o cualquier aroma relajante.
Bill: Oye… estás bien (susurró en
mi oído besando mi cabellera).
Yo: Hmm…
Bill: Aún no podemos continuar,
(name). No mientras la casa esté llena.
Yo: (Abrí los ojos notando que ya
nadie nos miraba ni molestaba) Aún no te doy mi regalo.
Bill: Con tus besos, abrazados y
sonrisa me basta.
Yo: Pero a mí no…
Bill: ¿Por qué?
Yo: Porque es el primer cumpleaños
que celebro desde que soy huérfana (sonreí viéndolo directamente a los ojos y
notando su sorpresa en ellos tras escuchar mis palabras).
Bill: Yo… ¿enserio?
Yo: Ajá.
Bill: Debes estar emocionada
(sonrió poniendo una hebra de cabello tras mi oreja).
Yo: Lo estoy.
Bill: Además, te ves hermosa en
ese vestido.
Yo: No sabía qué ponerme.
Bill: Para mi te ves mejor sin
ropa (susurró en mi oreja y luego se alejó sonriendo).
Dios… ¿enserio? Sentí la tan
conocida presión en mi interior a penas reaccioné ante lo que me dijo.
Realmente me volvía loca con sus palabras y sonrisas… ni si quiera nos habíamos
rozado un poco y ya me tenía a su completa disposición. Observé mis piernas
cubiertas con unas medias negras y unos botines del mismo color con tacón… si
no fuera por el vestido rojo, cualquiera pensaría que estoy de luto. Bueno, al
menos a Bill le había gustado.
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